Partida Rol por web

La mujer madura se sonríe agachando ligeramente la cabeza al observar tu expresión de incredulidad. Entra en el vehículo *, se acomoda a tu lado. El chófer cierra la puerta con delicadeza y os deja a solas.

-Qué va. Es un capricho, por el día de hoy. Es especial, ¿no te parece? Suelo moverme...no te lo vas a creer, pero voy en motocicleta. Una pequeña moto. Es ideal para moverse por la ciudad. De un lado a otro como una  libélula nerviosa. Jajaja. ¿Tú conduces?

Niega con la cabeza. -Soy mejor que Bruce Wayne. Y tú también que cualquier gata en cuero. Somos reales. -Se acomoda en el asiento.- Íbamos que estabas a prueba...-su boca entreabierta te espera, ansiosa de ti- Tus labios húmedos son toda una tentación. 

La morena pasa una mano a la nuca de Michelle mientras la otra se colaba por el hueco entre el tapizado y su cuerpo para rodearla por la cintura, apegándose bien contra ella, subiendo la intensidad de su beso, introduce su lengua al tiempo que se nota su respiración entrecortada tras cada acometida.

-¿Y tú hablas de tentación? Qué desfachatez...- añade en un respiro, uniendo sus frentes al tiempo la temperatura aumentaba.

Traviesa y aventurera, la mano que viajaba por su cadera cambia su rumbo para volver sobre los muslos de la rubia, acariciándolos fuertemente debido a la pasión desatada de su interior.

La rubia recibe tu lengua húmeda y enrosca la suya a ella. La boca de Michelle sabe a vino moteado de notas de café, que se unen a la calidez de tu propio vino y deseo. Se deja hacer, igual que una muñeca, dejándote la iniciativa. ¿Es parte de la prueba, es su comportamiento natural? Deberás averiguarlo, Alice.

La lengua de Michelle está ávida de la tuya. Te come la boca, ansiosa, besuqueándote los labios, chupando la lengua, atornillándose a ti en movimientos que producen vértigo.

El coche rueda a su ritmo, en su interior la temperatura aumenta, las respiraciones se entrecortan.

Alice toma el mano de la situación encantada; si cortar el flujo de besos, sus manos se desplazan para colarse bajo la blusa de Michelle, ávidas de palpar la piel caliente y suave de la mujer comenzando allí unas caricias firmes y lujuriosas, cargadas de juvenil pasión. Pero su objetivo es claro cuando una de sus manos vuelve a su posición original entre los muslos de ella y se cuela buscando la intimidad con cierta urgencia, apremiada por la pasión descontrolada.

Pero una vez que su exploradora mano llega a las puertas de aquel tesoro, Alice empieza a moverla de una manera casi educada, paseando con dos dedos sobre la ropa interior, notando su humedad y ardor pero pareciendo insegura antes de dar este paso, o tal vez demasiado bien  educada para entrar sin permiso.

El único gesto de Michelle es hundir sus manos entre tus cabellos mientras se sumerge en tu boca y navega en tu saliva. Su aliento se entremezcla con el tuyo, sus susurrados gemidos te animan a avanzar. Tus manos notan la dureza de sus pezones, la tibieza de la carne que los rodea.

Ella separa sus piernas para permitir un fácil acceso a tus dedos. La prenda interior está húmeda ya, su sexo caliente, abriéndose como respuesta a las caricias de las yemas de tus dedos. Reclina la espalda un poco en el asiento, sus caderas se alzan ligeramente. 

Tú misma te sientes mojada. 

Mensaje captado, Alice renueva su confianza y aparta un poco la ropa íntima de la rubia para continuar su masaje hundiéndose suavemente entre sus labios inferiores, explorando aquel territorio desconocido, guiándose sólo por los instintos aprendidos que tantas noches tocándose a si misma, dibujando movimientos que querría que a ella le trazasen y dado rienda suelta a su imaginación.

Pronto abandona las caricias superficiales y busca la joya de placer para continuar allí sus atenciones, estimulándola cuidadosamente, se notaba su falta de experiencia pero también su deseo de hacerlo bien.

Debes de hacerlo bien, ya que Michelle se retuerce de placer pegada a ti, su boca no se separa de la tuya, devorándote desesperada, febril. Sus dedos se enredan en tu pelo, sus jadeos entrecortados se trasladan a tu aliento, excitándote sobremanera.

Tus dedos descubren que no hay vello en el pubis, que su depilación es completa. También notas como sus labios florecen, y su pistilo crece estimulado por ti. Michelle entonces realiza un movimiento girando hacia ti, apoyándose más en la puerta, levantando un poco una pierna, abriéndose más para apoyar el pie en el asiento.

-Necesito tu boca, Alice...-suspira- Cómeme...

¿Cómo resistirse? Era una ardiente necesidad la que sentía por complacerla, por impresionarla, porque ella le enseñara...Alice se recoloca como mejor puede, por suerte el vehículo es amplio y la morena se ponga en una posición adecuada para la nueva tarea, el nuevo reto de esta prueba...Baja con las manos por los muslos de Michelle y levanta su falda para permitir que sus piernas se abran más, dejando a la vista el sexo lacrimoso que pedía no...que exigía mayores atenciones.

Alice besa la parte inferior de los muslos, está nerviosa y excitada, pero sobre todo lo primero, mas no se deja llevar por ello y se lanza a la aventura, recibe en su boca el sexo de Michelle, sin saber muy bien lo que hacer o cómo hacerlo, lo besa como si fuera una boca y utiliza su lengua para estimular el clítoris de la rubia, jugando con él, saboreándolo, encontrando que su textura y su aroma eran agradables y lleno de matices, simplemente delicioso y divertido de estimular, notar cómo reacciona y como cambia su tamaño y su temperatura.

-Eres deliciosa...-susurra con un tono lujurioso, tomado por la pasión y sin perder momento para volver a ocupar su boca con ella.

Es la primera vez que le haces esto a una mujer. Y no está tan mal. No te desagrada. Incluso te gusta. Llenas tu boca de su sabor, tu lengua y tus labios maman de ese néctar. Confirmas que va depilada totalmente y en su pubis lleva una pequeña y preciosa rosa negra tatuada. 

Michelle clava las uñas en la tapicería de los asientos. Jadea suave, sus caderas acompasan los movimientos de tu boca. No tarda en correrse, repentinamente, sin apenas gemidos, solo ligeros suspiros o hipidos. Si alzas la mirada hacia ella, ves lágrimas deslizándose desde sus ojos cerrados, y su cara de éxtasis absoluto. 

-Más...más…

Tú sigues, y al poco le sobreviene otro más fuerte, se agita entera, sus manos en tu cabeza te obligan a no separar tus labios y tu lengua de su sexo brillante de savia y de efluvios afrodisíacos. Tras un tiempo, su cuerpo se calma y te libera de su presa. 

-Gracias -gimotea- Y perdona...Cuando es tan fuerte...pierdo el sentido...Ven. -te anima a fundir tu boca con la suya. Te sientes empapada, super excitada, ebria de su sexo.

Con ganas de más. Con ganas de morirte entre sus piernas. O en su boca.

Alice se alza como si emergiera de las aguas, echándose el pelo hacia atrás con una expresión seductora, ansiosa y lujuriosa, como si hubiera tomado un afrodisíaco, los gemidos y las exigencias  de Michelle la habían puesto a mil, no veía el momento de devorar su boca y así lo hizo, tumbándose sobre ella, notando su necesidad de contacto.

-Eres preciosa...nada que disculpar ha sido un placer verte así...-​​​​​​-ronronea en su oído con su sonrisa satisfecha y permanente.

El mullido asiento os acoge  a las dos. Por tu parte hay besos, y mordiscos, y lujuria, y deseo salvaje de ella. Y Michelle se desprende de esa capa de sofisticación y, aunque la mujer está más que satisfecha gracias al sexo oral tan rico que le has regalado, corresponde con ganas, devolviéndote los besos, los mordiscos, las lamidas, perdiéndose en tu lengua y en tu delirio lúbrico. Sus manos se afianzan a tu perfecto culo  bajo el vestido, sientes sus uñas clavarse en tu carne, y eso te pone más a mil.

En un instante de respiro para tomar aire, ella se aparta un poquito, riendo -Uff…no puedo…uff, seguir tu ritmo….ah…Alice…

Te besa, más suave, riéndose -Qué fiera feroz que eres...Estoy sudando, jajaja. -sus labios húmedos se unen de nuevo a los tuyos, pintados con el sabor de su propio orgasmo- No te voy a dejar así...

-Ah...eh...perdona...- dice ruborizada, jadeando, se separa un poco para dejarla respirar y comienza a besarla más suave y más pausada, contenida pero aún notándose su "fiereza".

Se acomoda medio sobre ella y acaricia su mejilla con una sonrisilla aviesa.

-No...no puedes pero...puedes recuperar el aliento y continuamos la fiesta en tu apartamento...con el ritmo que tú quieras...¿Si?

-No puedo hacerte esperar a mi apartamento. -se incorpora- Gírate. Verás.-Ella va recuperando el aliento, sonriendo, su respiración agitada. Avisa por el interfono al chófer- Alan. Da una vuelta. Media hora al menos.

-Sí, señora.

Tú te acomodas sentada con las rodillas alzadas y apoyadas las plantas de los pies en el cuero del asiento, de espaldas a tu amante,  perpleja, divertida.-Cierra los ojos, alza los brazos- Michelle te quita el vestido, con parsimonia y expresión malévola. Te libera lentamente del sujetador de lencería fina. Se sienta muy cerca de ti y te susurra al oídoReclina tu espalda y cabeza sobre mí. Intenta no pensar en nada, solo en mi sexo, visualízalo, mi coño, abierto, brillante de humedades deliciosas, su olor, su sabor, mi clítoris jugoso deshaciéndose en tu boca…

Su lengua acaricia tras tu oreja y sus manos recogen en cuenco tus pechos endurecidos y turgentes. -Ellos si son preciosos…- Sus dedos miman y presionan en la zona inferior, sus uñas en la misma punta afilada de los pezones. No sabes como lo hace, pero una corriente eléctrica te recorre el cuerpo entero...pulsaciones igual que latidos...Te abres en flor, ráfagas de chispazos electrizantes estallan en tu sexo, en tu vientre, en tu cerebro. En tu boca, que Michelle te besa recogiendo un orgasmo donde se dan cita todos los orgasmos de tu vida juntos.

Te mueres...te corres como nunca...te mueres varias veces y renaces para morir de nuevo...

La morena obedece, deseosa de saber lo que la rubia estaba tramando, se acomoda como pide y la ayuda a desnudarla, mostrando su fino cuerpo fibroso, ligeramente musculado por una rutina suave de gimnasio, su tez oscura brilla perlada en sudor pero no lo hace más que sus ojos, que esperan expectantes lo que se viene.

Los cierra. Suspira...toda la piel se le pone de gallina, visualiza lo que hace unos momentos estaba degustando con gusto y goce. Entonces empieza. Suave pero fuerte. Fuerte pero placentero. Es incomprensible lo que Michelle puede hacer con las manos, lo del masaje de pies en el tren fue tan solo un leve aperitivo en comparación con...lo que sea que estuviera pasando ahora.

Gime, se retuerce arrastrada por el mar de placer que amenazaba con engullirla, como en un trance, ya no tiene ni idea de dónde está ni quiere saberlo...su intimidad se derrama una y otra vez, inflamada como nunca en su vida. El éxtasis es absoluto, no puede evitar arquear la espalda como si con ello pudiera intensificar aún más todas esas sensaciones.

-Ah...Michelle...e...esto es...- trata de pronunciar entre beso y beso con la rubia, entregándole cada gemido, terminando en uno largo y sentido, con la boca muy abierta y llevándose las manos a la cara, jadea con fuerza, casi parecía que su cuerpo pedía clemencia- ...oh dios mio...esto...¿cómo lo haces...?

-Shhh - te susurra Michelle cuando tus espasmos se detienen y regresas al mundo. Te besa en la boca una vez más, te besa en la frente. Su mano derecha acaricia tu vello púbico, se sumerge en el lago entre tus piernas, sus dedos se bañan en ti, y los lleva a sus labios. Exclama algo en francés, algo así como Oh, mon dieu.  Luego, sus dos manos abrazan la suave carne de tus senos y siguen allí un ratito, paladeando su textura, hasta que, acunados tus pechos y tú misma en su regazo, te duermes, sin darte cuenta, inevitablemente, como anestesiada, hechizada.

No sabes la hora que es. Despiertas de un sueño donde disfrutabas del mejor orgasmo de tu vida. Pero sabes que no fue un sueño. Estás en una cama, tapadita con las sábanas, llevas una camiseta larga. Un tv está encendido, sin sonido, es un informativo, los títulos que aparecen están en alemán. A tu alrededor, un dormitorio con luz muy tenue. 

Michelle está a tu lado, sentada sobre la cama, apoyada en cojines. Lleva auriculares inalámbricos, gafas y lee el móvil. Viste una camiseta azul, las piernas desnudas. 

Despierta despacio, gimoteando ligeramente con una sonrisa fruto de las recientes sensaciones con que se había dormido...¿se había dormido? ¿Qué? Da un respingo, repentinamente despejada y alerta mira alrededor...aunque se relaja al ver a Michelle, pero no por ello deja de mirar alrededor:

-Eh...¿Michelle? No quiero parecer una histérica...pero...- una pregunta o quizás varias se agolpaban en su boca y no parecía decidirse por ninguna.

Michelle se desprende de las gafas y auriculares, te sonríe y te da un beso, para tranquilizarte. -Eh, no sucede nada. Estás en mi cama, en mi casa. No te he raptado, ni drogado, jajaja. Has dormido varias horas, ya es de noche. No es infrecuente que eso suceda.

Te da otro beso, cogiéndote por las mejillas.- Alan te subió, yo te puse la camiseta, dormilona. -Se ríe, sus ojos te transmiten calma y seguridad.

-¿Tienes hambre? Seguro que sed sí. Un batido de frutas te sentará muy bien. Te lo preparo mientras te duchas, si te apetece. O sigue durmiendo, si te lo piede el cuerpo. Lo que tú quieras, eres mi invitada.

Alice se deja besar un poco sorprendida, analizando sus recuerdos de las últimas horas, pero luego corresponde los siguientes besos con una sonrisa confusa aunque confiada en la cara.

-Umm eso del batido suena delicioso...y si creo que una ducha me sentará bien pero, antes necesito saberlo.- se incorpora en la cama y se cruza de piernas mirando a la rubia con una gran intriga.

-¿Qué es lo que haces con las manos...? ¿Cómo es posible?- pregunta, ávida de saber.

Tu compañera de cama te mira ladeando la sonrisa, componiendo una expresión ladina. Tras unos segundos, te imita, y adopta la misma postura que tú, frente a ti.

-Activo puntos determinados del cuerpo humano conectados a otras zonas sensoriales. Y tiene mucho que ver con el estado anímico de esa persona en ese momento adecuado o instante. Se refleja en los ojos. No te encontrabas ayer en el tren igual que hoy en el coche. -sonríe- Ya se que suena raro, pero has comprobado que es cierto. Y efectivo. Estimulan al placer, la calma, la sanación, la euforia, la relajación.  El dolor también. Incluso puedes engañar a los sentidos.

Te mira a los ojos, con esa mirada profunda que parece colarse a través de ellos en tu pozo interior. -Por supuesto, los puntos erógenos son un buen principio. No estoy hablando de los chakras, aunque guardan relación.

Su cuerpo oscila a derecha e izquierda, sin apartar sus ojos de gata de la noche de los tuyos.

-Vale…Ahora estás confusa, inquieta y escéptica. A la vez tu cuerpo se encuentra muy relajado. En condiciones normales tu deseo sexual no aparecería hasta dentro de unos días. Sin embargo guardas dentro de ti un abismo de ganas de sexo insatisfecho, enorme. Estoy segura de que tras la ducha y el batido me desearás de nuevo. 

Se sonríe, frota sus manos y las coloca a los lados de tu cuello- Estás en una fase neutral. Puedo hacer desaparecer ese deseo por hoy, o acelerarlo. ¿Qué prefieres?

Alice escucha obnubilada las explicaciones de Michelle, tratando de comprender todo aquello evitando caer en especticismos y abstraerse de su mentalidad analítica que siempre buscaba respuestas materiales y tangibles. Se ve que no lo logro del todo pues la rubia detectó su escepticismo, razón por la cual se sonroja ligeramente avergonzada.

Luego se recoloca el cabello y se acerca un poco más, arrastrando el culo para facilitar de forma consciente el contacto con sus manos y sonríe, valiente, en su interior sentía como si se estuviera atreviendo a tirarse en paracaídas desde un avión a cinco mil metros de altura. Y es que , según su percepción, estaba ante una mujer que podía modificar sus emociones a voluntad...y ella se estaba prestando voluntaria.

-¿Esperar unos días o unas horas por algo que deseo ya? Sólo con las posibilidades que has explicado ya tengo ganas de que me muestres todo lo que puedes hacer... así que me dejo en tus manos, Michelle.- hay un brillo excitado e intrigado en sus ojos, tenía ganas de jugar pero también de experimentar. - Confío en ti.- y sonríe sin rastro ahora de acobardamiento ni de duda.