Partida Rol por web

Alan sonríe y no se deja amedrentar. Esta vez la energía psíquica no es suficiente para detenerlo y solo podéis ver un borrón venir corriendo en vuestra dirección. Antes de atacar dribla y rodea, saltando de un lado para otro sin dar tiempo a King para apuntar un nuevo ataque. Sus pequeños puños atacan desde el frente, propinando dos golpes en rápida sucesión antes de retirarse dando un doble mortal en el aire.

-¡Ack! ¡Trata de concentrarte...!

Lucina a ese punto estaba algo desesperanzada. Alan era demasiado rápido, y se movía sin parar esquivando y atacando sin dar tregua, y a decir verdad no tenis experiencia real como entrenadora, solo la teórica. Recuperar el balance luego de que le desbaratan la estrategia iba a ser muy díficil.

King trata de seguir tus instrucciones y emprende el contraataque, tratando de acertar a Alan con todo su empeño. Los embates de energía psíquica se suceden a un ritmo cada vez más rápido y Alan se ve obligado a ir aún más rápido. El combate se vuelve un espectáculo de destellos violeta y amarillos mientras ambos Pokémon luchan por imponerse el uno sobre el otro.

Sin embargo King nunca ha mantenido un asalto tan prolongado y finalmente la frecuencia de sus ataques disminuye. Aprovechando la apertura, la respuesta de Alan no se hace esperar. King lanza un gemido cuando la patada de Alan lo levanta en el aire y lo empuja contra el suelo con un gran estruendo. Trata de levantarse, pero es en vano. El combate ya se ha decidido.

-Está bien King, descansa por ahora.

Lucina dijo esto con tono afectuoso, extrayendo la pokebola de King para apuntarla hacia este y devolverle dentro del aparato. Tras esto, se acercó a Alan.

-¡Eres muy fuerte! Yo aún estoy algo relativamente nueva en esto, pero esta clase de cosas ayuda. Ahora sé que debería pensar en alguna contingencia viable si anulan mi primer movimiento de alguna forma. -puso una mano en la cintura, relajada- Noté que no explotaste la debilidad natural de King...estoy agradecida por ello, le hubiera dolido mucho.

Miró en dirección a la calle nuevamente.

-¿Una pasada por el centro pokemon y a almorzar algo?

Alan asiente.

—¡No te infravalores! Mantuviste el tipo y luchaste hasta el final y King también se esforzó al máximo. Solo necesitáis práctica, eso es todo. Puedo enseñar a King algunos movimientos nuevos. Hay uno que le vendrá bien contra Pokémon eléctricos.

Se frota las sienes y suspira, para luego sonreír levemente.

—¿Entonces me ves preparado para un gimnasio?

Lucina dió una señal de pulgar arriba.

-¡Totalmente! Parece que estuvieras preparado para cualquier cosa que puedan echarte encima. Imagino que este no es tu primer gimnasio, ¿o si?

Vaya...¡ni siquiera sabía que los Raichu podían aprender algunos de los movimientos que usó! Alan debe haber estado entrenando mucho. Supongo que siendo su propio equipo tiene que estar preparado para cualquier contingencia posible. Me preocupa pensar en eso mientras viaja de sitio en sitio...es decir, ¿cuanto lleva así? Usualmente viajar con pokemon te permite defenderte si hay problemas con otros salvajes, ¿pero que tal si lo lastiman demasiado y está solo?...supongo que ese problema está resuelto ahora.

-Ambos apreciaríamos conocer nuevos movimientos. Es fácil pensar que es cosa de entrenar pero...es más complejo en práctica. Necesitas alguna forma inicial de aprender para poder enfocar el esfuerzo, creo yo. ¡Entonces! Ya que tu ganaste tu eliges el menú del almuerzo. 

Recibe el cumplido agachando la cabeza y acariciando la punta de su cola. Incluso podrías decir que hay una posibilidad de que se haya sonrojado, aunque a través del pelaje no es tan fácil saberlo.

—Me suena que ya lo dije antes... sí, este es el primer Gimnasio que visito. He ido por varias rutas y enfrentado bastantes entrenadores y pokémon salvajes, pero no me decidía a competir de forma oficial.

Su estómago suelta un rugido. Bueno, un murmullo para ser exactos. Llevándose las manos a la tripa, sonríe con las orejas algo gachas. 

—Creo que no puedo decir que no a un buen almuerzo. En el Pequeño Nido hay buena comida casera, podemos ver que ofrecen o movernos a otro lado. Y ahora será mejor que vayamos al centro Pokémon.

Con paso firme se pone en marcha y te guía por las calles hasta que os plantáis ante el Centro Pokémon.

-Es fácil olvidarse -comento por el camino- Si no lo mencionas cualquiera diría que no es tu primer rodeo por decirlo así.

No podía culpar a Alan en cuanto al apetito, ella misma estaba un tanto
hambrienta a ese punto. Por otro lado, el centro Pokémon era algo que nunca cambiaba demasiado de pueblo en pueblo, lo que daba cierta sensación de seguridad a cualquier entrenador, especialmente novatillo como Lucina. Esperaba que no estuviera demasiado lleno, el lugar en general no parecía demasiado movido (al menos en ese momento).

El interior tampoco es muy diferente de otros centros; paredes azules, plantas en las esquinas y carteles con información de interés para el público general. Al fondo a la derecha se encuentran las puertas de acceso a las salas médicas especializadas y a la izquierda un panel con recortes de periodicos, noticas sobre Pokémon perdidos o diferentes solicitudes de la comunidad.

Arceus parece haber escuchado tu ruego pues al entrar solo ves unas pocas personas; dos niños en un rincón, una mujer mayor acariciando un Delcatty acurrucado sobre sus piernas y un hombre con la cara vendada que no para de dar vueltas entre las hileras de sillas. La enfermera y recepcionista os ve entrar y se acerca con rapidez.

—Bienvenidos al Centro Pokémon de Cuatro Caminos, mi nombre es Sonia. Por favor, ¿podrías decirme el motivo de tu visita?

-¡Hola! Me llamo Lucina. Mi slowpoke necesita algo de atención, está agotado luego de un combate.

Respondió rápidamente tomando la cápsula del mencionado para llenar el papeleo necesario. No parecía que Alan necesitara atención médica, despues de todo había salido sin ningún rasguño...

Se distrajo momentáneamente con el Delcatty cercano. Se preguntaba dónde estaría el de su hermano en este momento...y esperaba que se encontrara bien.

Hm...esa persona...¿está tan lastimada como para tener toda su cara en vendas? Debe ser doloroso.

Sonia es eficiente y se encarga ella misma de rellenar varios de los papeles para agilizar el trámite. Tras tomar tu número de entrenador y hacer una rápida llamada por teléfono, sonríe.

—No tardaremos mucho. Si quieres puedes esperar aquí hasta que terminemos o pasar a la sala mientras se realiza el tratamiento. Mi compañera no debería tardar en llegar para llevarse a tu Slowpoke.

Alan también parece interesado en el hombre vendado y le lanza una rápida mirada. Este lo nota de inmediato y se acerca a vosotros. Su forma de caminar es extraña, casi errática y tambaleante, más propia de un borracho que la de una persona con sus facultades intactas. A pesar de eso llega hasta vosotros y saluda, sin importarle interrumpir tu conversación, aparentemente.

-Si, esperaré por...

Se detuvo al recibir el saludo, solo un instante, antes de terminar su frase.

-...aquí.

Se quedó mirando al sujeto un momento, desconcertada. Con las vendas en la cara, esperaba que no pudiera caminar demasiado, pero aún así había conseguido abrirse paso hasta allí. Imaginaba que el tambaleo insistente en el andar era por esto, pero...¿cómo notó que le veían? ¿Quizá la de algún ojo era una sola venda y bastante transparente al estar cerca de la pupila?

-Bue-buenos días. -respondió, aún un tanto sorprendida-  ¿Necesita algo?

—Una cita estaría bien, pero de momento me conformaría con tu nombre.

La sala se queda muda por la impresión. A fin de cuentas es una situación violenta: un hombre adulto insinuándose a una joven, que apenas ha dejado de ser una niña, no se ve todos los días. La enfermera, pillada por sorpresa, tampoco sabe como reaccionar. Alan se muestra más reactivo y se pone delante tuya, mirando al hombre con mala cara. 

-Uhhh...

Como al resto, Lucina estuvo algo descolocada durante unos momentos, pero reaccionó entre los primeros. Alan estaba tomando precaución, lo cual probablemente fue gran parte por lo cual no se sintió amenazada. Estaban en un entorno público después de todo, así que dudaba de que nada peligroso pudiera pasar en ese momento. Lo que percibía de momento era a una persona con un sentido del humor peculiar cuanto menos.

-...¿ok? Mi nombre es Lucina. ¿Quien eres y qué quieres realmente?

Él procede a hacer una elaborada reverencia antes de responder. Sea cual sea el problema que le hace llevar vendas, limitar sus movimientos no es uno de ellos. 

—Bella Lucina, llamadme Nemesio. Y solo quisiera gozar de vuestra compañía durante unas horas, que Arceus sea testigo. Si me permitís, sugeriría primero un restaurante y luego unas copas en mi casa. 

—Señor, le sugiero que se marche de inmediato. Yo misma lo avisaré cuando su Flygon esté recuperado, pero sí sigue propasándose con esta joven no tendré más remedio que llamar a la Policía.

Para hacer énfasis en esas palabras, un chisporroteo sale de las mejillas de Alan. Su cara deja claro que no dudará en atacar si lo considera preciso.

-¡Lo siento, no estoy interesada! -dijo de forma firme. Había esperado que hubiera estado siendo (o tratando) de ser chistoso, pero insistir por segunda vez le dejaba claro que no. Lo cual tornaba la situación en realmente una bastante incómoda de prolongarse más, además de que Alan parecía estar comenzando a estresarse demasiado, y realmente dudaba que fuera a ser del humor de la enfermera el que este atacara a nadie con electricidad. De todas formas, imaginaba que siendo clara no habría necesidad de llegar tan lejos.

El hombre mueve la cabeza de un lado a otro para contemplar a todos los presentes en la sala. No parece nervioso, pero la lógica o alguna misteriosa razón lo hacen alejarse de ti.

—Una bella dama con muchos protectores, por lo que veo. Así sea, por ahora. Aguardaré hasta que el momento sea más propicio.

Antes de salir por la puerta se gira una última vez y jurarías que suelta una pequeña risita antes de añadir:

—Oiréis de mí pronto, mi grácil Lucina. 

Todos suspiran aliviados cuando su silueta se pierde entre los calles de la ciudad, desde la enfermera hasta Alan. Entretanto llega un nuevo miembro del centro y recoge a King, asegurándote de que pronto estará totalmente recuperado.

Frunció el ceño a medida que el sujeto se iba, y con el resto, también manifestó sentirse aliviada con un suspiro cuando terminó aquello. Aunque esa última interacción si que sonaba bastante poco feliz y le hizo replantearse el nivel de alerta que debería prestar. De hecho, le dió algo similar a un escalofrío. Agradeció a la enfermera su intervención para sentarse en alguno de los asientos disponibles y alivianarse un poco del disgusto de hacía unos minutos.

-...no creo que me guste demasiado esa persona. Espero que no tenga intención de seguirme por ahí... -miró hacia abajo- Alan, gracias. ¿Estabas preocupado, verdad?

Cerró los ojos y volvió a suspirar.

-Uh, pidamos comida para llevar de ese sitio que recomendaste y vayamos a la costa a comer, así de paso aprovecharé a usar ¡Pescar siempre me relaja! Pasaré por una tienda a reponer la caña que rompí en el último sitio. -sonrió resignada- Creí que había pescado algo grande, pero resultó que enganché con una roca y tironear terminó rompiendo la anterior.

Con un ágil salto se sube al asiento contiguo y se frota contra tu brazo con expresión feliz y diciendo "rai rai" como haría un pokémon corriente. Luego asciende por tu hombro y te susurra muy bajito:

—No quiero llamar la atención aquí. Pero si... si ese tipo te hubiera tocado... lo habría hecho cenizas.

Oyes el crujido de sus manos cuando se cierran sobre si mismas, acompañado por un brillo feroz en sus ojos y el cosquilleo que su pelaje erizado produce sobre tu piel. Toma varias bocanadas de aire antes de continuar.

—Pescar estaría bien. Nunca lo he probado, así que será divertido. Seguro que tienes muchos trucos que enseñarme.