Partida Rol por web

—¡En absoluto! —dice con una enorme sonrisa—. Bueno, fue intimidante, claro, ¿pero qué Legendario no lo sería? Quiero decir, si todos desprenden el mismo poder habría que estar loco para no estar algo asustado, ¿verdad? ¡Suerte que venía en son de paz!

King parece mirar a Alan con cierta sorpresa, para luego adoptar su habitual aura de serenidad inmutable. Alan mantiene el buen humor mientras recogéis las cosas y volvéis a la ciudad. No ha picado ningún pez en vuestra ausencia; eso habría sido demasiada suerte para un solo día.

—Solo pasaron unos segundos. Fue un visto y no visto.

-Uh...me había parecido que dormi incluso.

Se pasó una mano por el cabello desde la cima de la cabeza, con expresión algo perdida por momentos. Repaso una vez más el instante...lo imprevisto del asunto en un claro normal...uno espera esa clase de encuentros en sitios especiales, como cavernas de cristal encantadas o sitios de gran significado histórico o espiritual.

-De todas formas, dejemos reposar el asunto por el momento.

Sacudió levemente la cabeza para si misma, diciéndose esto también. Si seguía dándole vueltas, no iba a poder concentrarse en nada más en todo el día. Dedicó los próximos minutos a enrollar la línea de la caña y guardar todo. Usualmente no tendría a dejar basura, pero en esta ocasión fue especialmente cuidadosa, no fuera que provocará alguna ofensa imprevista. Es decir, si ese sitio significaba algo más para Raikou que un lugar aleatorio.

-Oh...parece que se comieron la carnada del anzuelo, son astutos aquí

De vuelta en la ciudad, la gente empieza a volver a sus casas y hay menos bullicio. Alan decide que hoy no se presentará al gimnasio. Argumenta que han sido demasiadas emociones en el mismo día y que prefiere relajarse y descansar un poco.

—Perdona por esto —añade, bajando la mirada—. No quiero retenerte aquí y sé que quieres ir a Ola Sombría lo antes posible. Si prefieres irte y no esperar lo entenderé.

                                                                                      ***

En el Pequeño Nido hay habitaciones libres de sobra, de modo que Rosaura os propone escoger la que más os guste. Alan se queda pensativo unos instantes.

—¿Compartimos habitación? Así podrás ahorrar algo de dinero.

-Está bien, -respondió con una sonrisa leve- en cierto modo me alegra. Hoy a sido un día extraño, pero al menos pudimos conocernos. Relajémonos por hoy. Además...es bueno no acampar de cuando el cuando, siento que mi espalda es la de una persona de 40 de tanto sobre de dormir.

Arqueó un poco el cuerpo diciendo esto, con las manos en la parte de atrás de las caderas para acentuar lo que decía. En su mente, esto solo era la mitad de la verdad. Estaba algo preocupada aún por todo el asunto, y por la reacción de King parecía que se estaba perdiendo de algo importante...pero, fue honesta en cuanto a dejar descansar el asunto.

-Hm -asintió a la propuesta, y eligió una co cuarto dos camas que a vista le parecieron las más cómodas, sin ventana al exterior- No hay problema con eso mientras puedas dormir sin problemas. Dejaré las cosas en la habitación y aprovecharé a darme un baño...

Se frotó ambos brazos, imaginando la tibieza del agua.

-Caliente...caliente...tengo la suficiente salud como para no enfermar por ella, pero el agua fría de los lagos ya es incómoda, excepto en días como este. -una leve sombra azul apareció en su rostro al pensar en estaciones frías- No quiero imaginar el invierno...King, tienes la misión de aprender a crear agua caliente para ese entonces. 

King tuerce la cabeza y se queda pensando como podría hacer eso. En su inmensa concentración se relaja tanto que la lengua se le queda colgando de un lado de la boca. Alan no puede evitar reírse.

—Eh, si lo consige podríaís montar un negocio de baños. Yo sería un cliente fiel.

La habitación que has elegido es pequeña, pero de un modo íntimo. Las paredes blancas están decoradas con cuadros de paisajes y pokémon, de los cuales llama especial atención uno con dos Growilthes corriendo en una pradera. Alan se instala enseguida en la cama más cercana a la puerta y activa la radio que hay sobre la mesita de noche.

—Disfruta del baño. Mientras esucharé la radio. ¿Has esuchado alguna vez Cuentos de la Poke-Cripta? Es muy entretenido.

-No...¡pero me aseguraré de volver para escuchar!

Lucina se tomó unos momentos para dejar algunas cosas fuera de su mochila. Aprovecharía a encargar que lavaran las cosas incluyendo su sobre de dormir, así para mañana estaría seco y listo para más acción. Por ahora, se llevó una muda de ropa limpia y dejó las cosas sucias en un rincón para adicionar las que se quitara ahora a la pila y sacar el máximo provecho a la pasada. Salió del cuarto cargando con insumos de baño en una mano, y haciendo un gesto de despedida con la otra.

-Nos vemos ahora.

El baño resulta tan relajante como esperabas y al terminar ves que King se ha dormido sobre una de las esquinas de tu cama, como suele hacer. Alan sigue escuchando su programa y te hace señas para oírlo juntos. Resulta ser una narración de cuentos de miedo. El locutor tiene una voz profunda y sonora, que sabe como mantener a sus espectadores en vilo y junto con la intervención de otras crean un relato tan intenso que pronto te descubres con los pelos de punta. 

Y con esto nos despedimos. Y recuerden, no sigan a sus pokémon hasta bosques malditos.  ¡Chao!

Con un bostezo, Alan te da las buenas noches. Ves como se quita la cinta azul de su brazo, la acaricia y la pliega hasta que está perfectamente lisa. Satisfecho, la deja en la mesita de noche y se mete bajo las sábanas. La cama es tan grande que en comparación él parece un pequeño bebé.

                                                                                     ***

Horas más tarde despiertas sobresaltada. Tu cerebro tarda un poco en procesar lo que sucede y entonces te das cuenta de que Alan está gritando, aún dormido. King pega tal salto que se cae de la cama mientras Alan se agita, empapado en sudor, con los pulmones a punto de reventar por el esfuerzo continuo.

Lucina tomó unos momentos para preguntarse porque esa cinta era especial para Alan, pero decidió no ser curiosa de más al menos por ese día. Acababa de conocerlo, no quería atosigarlo a preguntas cuando ya le había hecho sentir poco confortable con otra. 

Tras escuchar con ganas el programa de radio y despedirse por la noche, ella ya estaba profundamente en tierras oníricas, cuando un sonido repentino le trajo de vuelta de un tirón.

-¡Alan! -se puso de pie como un resorte, con tan poco cuidado que terminó cayéndose de la cama más que levantarse. Se aproximó preocupada, y trató de moverlo un poco, un tanto indecisa pero sintiendo que era necesario. No iba a escucharle por encima de sus propios gritos.- ¡Alan, despierta!

Abre los ojos, pero no te reconoce, aún metido en su pesadilla. En mitad de su terror te agarra y sus mejillas se iluminan, soltando chispas.

—¡No, aléjate de mí!

Es fuerte, mucho más que tú y no tienes forma de alejarte. La habitación entera se ilumina por el poder reunido y entonces todo acaba. Alan te suelta y retrocede. La habitación queda a oscuras pero aún puedes oír como respira fuerte.

—Lo siento mucho, lo siento, yo...

King, en una alarde de inspiración, enciende las luces. Alan se ha sentado al borde de la cama, mirando al suelo y con lágrimas brotando de sus ojos. Tan pronto como puede ver agarra la cinta azul y empieza a acariciarla con un movimiento nervioso y repetitivo.

Algunas personas, especialmente las acostumbradas a tener Pokémon eléctricos fuera de sus pokebolas, tenían historias orgullosas de sobrevivir eventuales chispazos de sus pokémon como algo usual, o al menos eso había oído. No era su caso, y naturalmente trato de retirar el brazo cuando escucho el sonido inconfundible del chisporroteo eléctrico. El breve destello iluminó su rostro envuelto parcialmente en sombras aún, sorprendido y asustado.

Se quedó en el sitio donde se había arrodillado en el suelo unos momentos, hasta que la luz se encendió, y se recompuso rápidamente de la sorpresa al ver lo afectado que seguía el raichu.

-¡Esta bien! Estabas teniendo una pesadilla -dudo un minuto, pero aparte de su curiosidad natural, también le impulsaba el querer hacerle sentir mejor de alguna forma- ¿Necesitas...hablar de eso?

—No... no importa —niega con la cabeza y se frota la cara con amabas patas— Hablar solo serviría para hacerlo peor. 

La cinta se tensa en sus manos mientras cierra los ojos y hace una mueca de rabia. Vuelve a mirar al suelo y se queda en silencio. Una vez más King trata de animar la situación con su torpe encanto, acercándose a Alan y restregando su cabeza contra él. Alan no sonríe, pero parece apreciar el gesto y se calma un poco. Deja la cinta y te mira, preocupado.

—¿No te he hecho daño, verdad?

Negó con ímpetu.

-No, para nada, tienes un agarre fuerte pero no me hizo daño. Alan...no te presionaré al respecto, pero mi madre tendía a decir que hay un límite en cuanto a las cosas que podemos cargar con nosotros sin dejarlas salir. Cuando ya no hay espacio, empiezan a filtrarse como agua entre los dedos, en forma de pesadillas y manías. Ten cuidado de no dañarte a ti mismo con esas cosas.

Se tocó la cabeza un momento.

-Me refiero a aquí.

Miro un reloj con aire adormilado.

-¿Necesitas un bocadillo nocturno o prefieres tratar de dormir de vuelta?

El agita la mano de lado a lado, en un gesto de negación. Ves aparecer una sonrisa en su rostro, pero está llena de tristeza. Sus ojos te miran con intensidad, valorando, juzgando... algo. Algo importante para él. Sus labios se abren y un murmullo sale de entre ellos.

—Lo sé.

Se acerca y coge tu mano, esta vez con mucha delicadeza.

—Quiero pedirte un favor. Acaríciame. Como hiciste en el centro pokémon.

Lucina no espero nada a hacer lo que pedía. De hecho, lo único que le estaba deteniendo es que no quería ser demasiado invasiva y adjudicarse confianza.

Sonrió y colocó la mano en la cabeza de Alan, entre las orejillas rizadas, y procedió a moverla de un lado a otros.

-Las cosas van a estar bien. Quizá debería conseguirte un amuleto de pluma el día que visitemos mi pueblo. Son de esos para cuidar los sueños, en referencia al guardián de los sueños. Por ahora, puedes volver a dormir. Puedo quedarme haciendo esto hasta que te duermas de nuevo.

¿Qué sucedio a Alan en el pasado? Realmente no sé cómo ayudarlo. Esa cinta será de un amigo pasado...¿o quizá de su antiguo entrenador?

Alan se tiende de costado, con la cabeza apoyada en tu muslo.

—De acuerdo. Podría probarlo... sí... algún día.

Ves como poco a poco va cerrando los párpados. Su respiración se tranquiliza y sus orejas van descendiendo a medida que el sueño se vuelve a apoderar de él.

—Perdona por no decírtelo —dice de forma súbita—. Lo de las pesadillas. Hace bastante que no me pasaba.

-Nos conocimos hoy. Tienes derecho a guardar tus secretos.

Aún y con tan poco tiempo como señalaba, confiaba plenamente en el compañero que había hecho ese día. Incluso consideraría seriamente el pedirle que se uniera a su equipo, si no fuera porque claramente no estaba interesado en entrenadores y además que claramente fuera más fuerte que ella en ese momento.

Se aseguró de mantener una caricia suave, para que no fuera un impedimento para que pudiera dormir.

Lucina espero hasta que detectó algún pequeño ronquido, señal de que estuviera completamente dormido. De forma lenta irse moviendo, y dejar la cabeza del raichu sobre la almohada, y se aseguro de colocarle una manta encima.

Luego de esto, se retiró a su propia cama. Para ese entonces, se hizo lugar con el King atravesado en la misma bajo las sábanas, y se cubrió  ella misma tras conseguir una postura donde podía abrazar al slowpoke de forma cómoda.

Sin duda una cama ayuda a descansar de forma adecuada. Al despertar no estás segura de que hora debe ser, pero sin duda ya es de día. Olfateas algo delicioso, un olor que viene de alguna parte cercana a ti.

—Buenos días. ¿Has dormido bien?

Las luces del cuarto se encienden y ves a Alan sonriendo, pero no es lo único; hay una bandeja a los pies de la cama, con platos de porcelana rebosantes de comida. 

—Me he levantado un poco antes y he pedido que trajeran algo de comer —indica Alan, subiéndose a la cama de un salto—. Aprovecha, está recién hecho.