Partida Rol por web

El portal se abrió y pasaron por él.  La sensación era un poco extraña, como pasar por una placa delgada de gelatina, pero sin mojarse o llenarse de ninguna sustancia pegajosa.  Al pasar, fue como si no hubiesen hecho nada más que dar un paso, pero se encontraron dentro de la bodega del avión.

La bodega era grande, como todo en el avión para ser comercial, y el espacio no estaba totalmente ocupado.  Las luces estaban encendidas.

Por todo el largo de la bodega había un pasillo y, a ambos lados, un montón de cargas cubiertas y aseguradas.  Habían evacuado a los pasajeros sin darles su equipaje aún.  Y todo parecía estar allí.  No había correas que pareciesen estar sueltas o flojas.

Existiendo mundos de distancia entre cómo era en realidad y lo que se permitía demostrar, todos los pensamientos que profundos y convulsos, pudieron para entonces aflorar en la mente del vietnamita, encontraron su silencio gracias a la carcajada que, ante las palabras de Helena, escapó de entre aquellos labios que para entonces, ya curvados en una traviesa y divertida sonrisa, se encontraban. - Pero bueno Señorita Wayne ¿Usted hablando de traseros. Qué será lo próximo? ¿Acostarse después de medianoche, no comerse el postre como acto de rebeldía absoluta? Anonadado me deja. - Respondió con un exagerado gesto de sorpresa y horror, para después volver a sonreír como tan de costumbre le era. Y es que si bien conocía hacía años a Wayne, y lo suficientemente bien para, y como a John, considerarla parte de su familia, como a esa hermana a la que sacando de su habitual compostura, él había elegido por encima de los lazos sanguíneos que para entonces, tan poca importancia tenían para él. 

Pero aunque aquella traviesa sonrisa muy lejos estuvo de abandonar sus labios al traspasar el portal, la mirada del vietnamita paseó con minuciosidad por la bodega de carga, buscando entre tanta anormal normalidad, algo que llamase su atención en demasía, para después, y a sabiendas de que imposible le era aventurar lo que se podía encontrar en el interior de aquel lugar, bajar a Mary ahí donde la su amiga se viese cubierta por la pared de la bodega y su propio cuerpo, y es que si bien él había sido el primero en herirla gracias a un desafortunado episodio, eso era algo que solo él podía hacer. - Te saco la flecha pero como me golpees te meto otra y no será precisamente en la mano. - Le advirtió un tanto pensativo, para después, volver a sonreír mientras desenroscaba la punta de su flecha. 

Guardó entonces la misma en el bolsillo de su pantalón, y sujetando con una de sus manos la muñeca de Nightstart, con la otra comenzó a deslizar suavemente el cuerpo de la flecha hacia abajo, muy a sabiendas del dolor que aquello a su compañera de piso le podría generar, y por lo mismo, aquella traviesa sonrisa tomó otro diferente cariz, al conocerla en demasía. Más una vez la fecha terminó por abandonar la mano de Grayson, volvió a armar la fecha por el mero gusto por reciclar. - ¿Soy yo el único que piensa que los malotes están justamente donde querían y que hemos sido nosotros quienes los han traído hasta aquí? - Preguntó al girarse hacia los demás, tras dedicarle un guiño de ojos a Mary, y es que todo había sido demasiado fácil, demasiado lineal como para ser una mera coincidencia. 

Anna se esforzó al máximo para alcanzar a la mujer voladora, pero una ráfaga de viento la empujó hacia atrás, haciéndole perder el equilibrio y desplomarse.

Intentó darse la vuelta en el aire, para amortiguar el inevitable impacto contra el suelo. No iba a poder salir indemne, pero podía intentar minimizar el daño. Por fortuna consiguió caer sobre sus pies. Sintió una punzada de dolor en un tobillo, pero no se trataba de nada grave.

No tenía idea de lo que estaba ocurriendo, pero sabía a quienes tenía que patearles el culo y eso era suficiente. Justo cuando estaba por lanzarse de nuevo sobre la perra volante, sintió que una fuerza la arrastraba hacia atrás y se esforzó por liberarse, pero fue en vano. Recién dejó de luchar cuando se dio cuenta de que era transportada por uno de los suyos, con la intención de alejarla del campo de batalla. Helena les informó de que los atacantes intentaban alejarlos de la bodega del avión y le pidió a Connor que abriera un portal que los trasladara allí. Anna no quería dejar sola a Olivia, pero desde donde estaba se veía que no estaba teniendo problemas en manejar la situación. Además, intentando pensar con la cabeza fría, lo que no era su especialidad, Anna debía admitir que posiblemente sus habilidades fueran de mayor utilidad protegiendo lo que fuera que estaba en esa bodega.

“Voy contigo.” Le dijo a su hermana.

Connor abrió el portal y Anna se zambulló en él, detrás de Helena.

De súbito se vio en el interior del avión. Miró a su alrededor, intentando encontrar algo, entre las hileras de cajas amarradas, que pareciera fuera de lugar. De un salto se subió a una de las cajas más cercanas y saltó de una a otra, agazapándose de vez en cuando y volviendo a echar una mirada escrutadora hacia uno y otro lado.

El golpe que había recibido de Wind Fighter me había dejado algo mareada, al ver el portal volé hacia él sin pensarlo haciendo alguna ese hasta entrar en él. Me dejé caer de rodillas en lo que parecía la boda del avión y me levanté palpándome el cuerpo verificando que no tenía ninguna herida. Respiré hondo y me alivió ver que todos cruzaban el portal. No me gustaba la situación, pero a pesar de que ellos parecían más fuertes nosotros éramos más lo que nos ponía, de alguna forma, en igualdad de condiciones, o eso quería suponer.

Creo que estás en lo cierto...le respondo a Robert con voz un poco agitada, aún recomponiéndome del golpe recibido. No parecía casualidad que ese grupo viniera al mismo tiempo que nosotros.

Miro a mi alrededor y agudizo agudizo mis supersentidos además de sacar de mi cinturón la linterna. A pesar de haber luz quizá nos ayudara ayudara para ver mejor lo que contenía aquella bodega.

Cargada sobre el hombro de Robert, quizás en otro momento hubiera soltado todas las chorradas que en su mente ahora surgen pero por alguna razón que ajena a los presentes se encuentra, prefiere mantener su mente centrada en lo que queda. Primero quitarse la bendita flecha y ya después esperar lo peor, ya que la sensación era demasiado evidente cuando terminas encerrado en un lugar donde la probabilidad de caer en una trampa es incluso alevosa. No obstante las risas del vietnamita terminan por contagiar ese ímpetu, permitiéndose algo. - Te amenazo con lo que quiero. Mala persona, de ahora en más te llamas cupido. - replica entre risas cuando tras recibir varios azotes, termina apoyando sus pies en el suelo finalmente. 

Ahora toca quitarse la flecha y lidiar con aquello que en más de una ocasión le ha dado los mayores placeres de su vida, pero también enormes dolores de cabeza plagado de consecuencias. Es que Mary en su fuero interno es una amalgama de negaciones donde hay ciertas cuestiones que se permite libremente, otras que censura y alguna que evade como si se tratase un juego para huir de su propia realidad, de lo que siente. Y por esa razón cuando su amigo desenrosca la flecha, la mirada centrada en él la impulsa a desviarla hacia John para contemplarlo por un breve instante, uno que dura apenas unos minutos ya que tenía un comentario al cual responder. 

- Ya me debes una. Te veo Queen, te veo.  - responde al apretar sus dientes, dolía sí pero en ella todo era demasiado diferente. Una vez está fuera la flecha, prefiere cerrar sus ojos mientras los demás exploran para centrarse en lo que corresponde. Por suerte la regeneración es bastante rápida y en cuestión de minutos, posiblemente no tenga siquiera un rasguño. Ya permitiéndose aquello que necesario es para alguien que tiene un volcán en erupción dentro de su corazón, prefiere prepararse para lo que está por venir, pero antes de hacer algo más, revuelve el cabello de Robert para fastidiarlo y tras alejarse un poco porque se pondrán como niños pequeños, se posiciona contra una de las paredes laterales para observar lo que hay alrededor. Algún detalle, un objeto, lo que sea. 

- No eres el único y como aciertes una vez más, ya comienzo a preocuparme. - afirma al lidiar con su asunto interior. 

El chiste de Robert le da gracia pero en lugar de reírse los ojos de Helena lo miran directo como si fueran dos dagas azules apuntando hacia él mientras una sonrisa teñida de malicia y encanto se despliega por sus labios, una sonrisa que según le han dicho heredó de su madre -Te sorprendería cuán anonadado puedo dejarte, querido -soltó.

Y es que todos la trataban como a una niña y la traía bastante mosqueada el asunto, sabía que su amigo no lo había hecho con mala intención, entonces ¿Por qué agarrárselas con él? La escena entre Mary y su amigo, con él sacándole la flecha con delicadeza, le recordó a una vez que se había escabullido en la baticueva de madrugada y descubrió a su madre y a su padre conversando en voz baja, ensimismados, mientras ella le sacaba vidrios de la espalda a él con una pinza de precisión, no había podido oír lo que decían pero el tono era tan... íntimo que se le había quedado grabado para siempre. Con su madre Bruce siempre podía permitirse ser él mismo con todo lo que ello implicaba; la muchacha se preguntó de pronto si lo mismo le pasaría a Robert con Mary.

Entrecerró los ojos y desvió la mirada, culpable de haber soltado aquella frase, dispuesta a inspeccionar la bodega. Al ver que lugar es una bodega aparentemente normal apretó los dientes, ¿Y si había conducido a sus amigos a una trampa? ¡Maldita sea! Debería haber insistido en que fueran solo Connor y ella. Comenzó a caminar con prudencia buscando indicios de algo que le pareciera fuera de lugar o que llamara su atención, estirando suavemente los dedos a los lados.

La bodega estaba tranquila, cosa que el semikriptoniano agradeció. Había llegado el momento de detener a los terroritas arrebatándoles su preciado tesoro. En alguna parte, algún codiciado objeto les esperaba, codiciado por los mayores locos del planeta.

No habrían asaltado la base enemiga, donde les esperaban tantos héroes, si aquella pieza no valiera la pena. John pensó que no era un objeto pequeño, sino algo grande.

Escuchaba a los demás bromear mientras él tenía la mente barruntando. Tejiendo hipótesis que luego no servirían de mucho. Para adivinar tenían a Oráculo, no a Steel. Ese pensamiento hizo que se detuviera, paseando la mirada entre sus compañeros queriendo pensar algo más relajado hasta que volvió a constatar la presencia de Demian allí.

- Los Wayne sois sorprendentes. Me alegro de veros a todos reunidos otra vez.

Claro que recordaba haber visto el cuerpo de su mejor amigo, sin vida. Era por eso que algo no encajaba y por lo que no podía dejar de prestarle atención, contando para ello no con la vista, sino con el oído. Podía situarlo con facilidad gracias a él. Le escuchaba respirar a pesar de la distancia. Respiraba como el verdadero Demian, aunque con pesadez.

Volvió a fijarse en tantos fardos. Había llegado a la conclusión de que era un arma lo que transportaban. Otra vez jugando a adivino... torció el labio durante un instante y esperó a ver si las capacidades de detección o la intuición de los Wayne encontraban aquél santo grial.

Algunos fueron recorriendo distintos sitios de la bodega para cubrir más espacios mientras el resto miraba con atención.

Anna fue la primera en separarse.  Saltó encima de una caja y observó todo a su alrededor.  Nada parecía fuera de lugar para una bodega.  Salvo por el hecho de que era enorme.

Mary, que recibió la ayuda de Robert para sacarse la flecha, se acercó a una de las paredes.  Comenzó a recorrerla sin notar nada extraño que pudiese alarmarla.

John, por su parte, intujo que lo que estaban transportanto era algún tipo de arma.  El kriptoniano comenzó a revisar los bultos con precinto, pero parecían maletas normales.  Con sus sentidos pudo estimar la densidad de las valijas.  Probablemente llevarían ropa y artículos personales.  Con alguna que otra cosa extra.  Pero nada daba la impresión de ser un arma.

Kara, por su parte, comenzó a levitar en el aire apuntando con su linterna.  La movida parecía algo tonta, ya que había luz en la bodega.  Pero eso estaría por verse.

Helena recorría la bodega desde el centro, en guardia, cuando notó que algo no parecía estar bien.  La chica tocó uno de los bultos y sus ojos se pusieron en blanco.  Los demás la vieron sin entender lo que sucedía.  Salvo por Demian y Anna, que supieron que su hermana estaba teniendo algún tipo de visión.

Robert, que miraba todo con ojo crítico se acercó a la zona donde Kara iluminaba.  El vietnamita y la Kriptoniana pudieron notar algo extraño.  Parecía que había algún tipo de humo que se iluminaba de forma extraña al ser enfocado con el haz de luz de la linterna.  Era extraño... No había fuego allí dentro.  De hecho no había ningún lugar desde donde pudiese verse ese humo.  La linterna había pasado, pero no se había detenido allí.  Ambos supieron que algo raro sucedía, aunque... decirlo a sus compañeros era la mejor estrategia?
 

Un poder sobrenatural se apoderó de tí.  Tus ojos se pusieron en blanco y las imágenes se empezaron a suceder.

Humo... y luego una persona.  Tierra... y luego vegetación y hielo.  Una pared de hielo.

Caos, tus compañeros arremetiendo.  Tú advirtiendo con un grito, impotente.

Al otro lado de la pared, la vegetación da paso a un muchacho hermoso.  Extremadamente bello.  Él te sonríe.  Parece que ganó.  De sus manos sale el hielo... y la vegetación.  El humo, ahora persona, tiene algo en las manos.
 

- Sabes que la resaca me hace ser más perceptivo, otras cosas también pero... Mi hermana llegó antes. - Respondió divertido y con un cómplice guiño de ojo a Mary, y  tras haber quitado de su amiga la flecha que él mismo le había disparado, el vietnamita comenzó a recorrer a recorrer la enorme bodega de carga, y es que si bien no eran pocos los que dentro se encontraban, sabía que al menos ahí dentro, separarse era la mejor opción para explorar el lugar al detalle, y por ello, mientras sus pasos le alejaban del resto de a quienes de crío de conocía, la siempre oscura mirada de Arsenal fue recorriendo cada detalle del lugar mientras que, de vez en cuando, una divertida sonrisa afloraba en sus labios, de los mismos que de tanto en tanto, algún susurro escapaba con la suficiente debilidad como para quedar únicamente para él. Pero siendo aquella acciones breves y prácticamente imperceptibles para quienes en otros menesteres, como el se encontraban, donde la atención sin importar nada más, debía estar puesta en el lugar donde a conciencia o no, habían terminado por encerrarse. 

Fue en aquel recorrer lento de sus pasos, ahí donde estar pendiente de cada mirada, de cada suceso le permitía de alguna manera, tener cierto control de la situación, fue que al ver cómo, cuando Kara iluminaba con la linterna lo que en sí iluminado ya se encontraba, algo terminó por llamar su atención. Le dedicó entonces una significativa mirada a su kriptoniana amiga, para después, y tras respirar profundamente, sendo aquel un gesto tan suyo cuando, tan dispuesto estaba a hacer lo que por norma general y mera preservación, no se debía, se encaminó hacia la zona donde aquel invisible humo parecía encontrarse. 

Imposible le fue el no pensar, con más rotundidad que antes, que estaban justamente donde los super malotes deseaban, puesto que todo lo que estaba sucediendo no tenía pinta de ser ni por asomo, una casualidad, no cuando tan grande era el avión para ser meramente comercial, no cuando estaba más claro que ante su aérea llegada al avión, se les estaba esperando. Sin tener mayor conocimiento de los poderes de los más, más allá de los que sus dos compañeros de piso tenían y las propias carencias que de estos, él tenía, sus labios, carentes entonces de toda sonrisa, se tensaron mientas que las distancias iban siendo acortadas y de paso, se acordaba de todos sus putos muertos. 

- Rubia ¿puedes volver a alumbrar? - Le preguntó a Kara a sabiendas de que ella sabía a la perfección a lo que se refería, desvió solo entonces la mirada al resto de sus compañeros, y notando como aquello que ante sus ojos se había manifestado, parecía completamente ajeno para los demás, Robert, hizo lo único que para entonces, le pareció tan correcto como era capaz de hacer. - Al primero que se ponga histérico le clavo una flecha... Pero esta vez de manera intencional. - Advirtió intentando retomar ese sentido del humor que por aquellos instantes, parecía completamente perdido. - Si alguien tiene el super poder de analizar sustancias, que levante la manita, de otra manera, quedaros donde estáis. - Les instó, y es que si bien de todos lo presentes el era posiblemente el único que carecía de supercositas genéticas, era la misma razón por la cual, si las cosas se torcían, se convertía en prescindible.  Y es que si bien el vietnamita podía ser un capullo, de hecho podía ser un super capullo la mayoría de las veces, jamás dejaría que alguien se pusiese en peligro en su lugar, no al menos si él podía evitarlo. 

Esperó a que Kara volviese a iluminar la zona en cuestión, y sabiendo que Connor era la única manera de escapar, a menos que John abriese las paredes a hostias, cuestión que tampoco descartaba, ya bastante cerca del humo espectral, la mirada del arquero siguió inspeccionando la zona, con todos sus sentidos a completa flor de piel. 

 Luego de contemplar cómo su mano se regenera de una forma bastante rápida, siendo ya una costumbre en ella, acaricia sus sienes para centrarse mientras reniega al descubrir lo mucho que se parece a su Padre cuando toda una vida ha renegado por ello. Es increíble como hay cuestiones que indefectiblemente terminan por conducirla hacia aquello que mantiene presente, hacia ese punto de no retorno donde sale lo peor y también el máximo de sus capacidades. 

 - Si mi abuelo me viera, ya pondría los ojos en blanco. - piensa al centrarse nuevamente, al buscar un hilo conductual en todo esto mientras se despide de las emociones, de toda sensación que siempre perturba sus acciones y de las cuales se niega siquiera a indagar. Su corazón está bien resguardado en esa pequeña caja, si, aquella caja. 

Avanzando por aquel lugar pegada a las paredes, cubriendo su espalda, contempla como los demás comienzan a moverse e incluso como Robert habla entre susurros. Alza una ceja por ello, es imposible que los Kent no lo puedan oír, además... ¿Para qué? Lo bueno es que algo han hallado, Mary no se acerca y espera que John lo haga, tiene ese tipo de habilidad. Y mientras Helena se encuentra perdida en aquellos mundos, Kara y su amigo intentan ver que hay más allá de lo evidente. 

Algo que claramente se escapa ante los ojos de Nightstar, así que continúa revisando aquella bodega siempre pegada a las paredes, buscando algo más mientras le permite a los que están en ellos hacer lo suyo. 

La visión no podría haber sido más críptica, Helena se preguntó si podría mejorar su habilidad para interpretarlas a medida que estas fueran más recurrentes, quizás tenía que usar más su poder ahora que lo había descubierto. No supo cómo explicar o advertir a sus amigos sobre lo que había visto sin delatar algún dato que pudiera ser relevante también para sus enemigos así que se limitó a preguntar -¿Alguien percibe algo inusual? -se volteó y los miró susurrando solo para ellos -Creo que poseen a alguien encerrado en uno de estos contenedores, pero esa persona está... en una forma no física -explicó -Debemos transportar el objeto que lo contiene fuera de aquí donde no puedan encontrarlo -miró a Connor. Luego agregó tomándose la frente en un acto reflejo -Es posible que esté por materializarse, no puedo verlo con claridad... -se lamentó.

No se veía ningún paquete fuera de lo común, no parecía haber algo como una gran arma allí durmiente, tratando de llegar a escondidas hacia algún hangar de la que ser recogida. Los sentidos de Steel no notaban nada especial cuando toqueteaba cualquiera de esos contenedores. El sonido semejaba normal, producía el eco que debía de producir.

Al poco sus amigos dieron con algo y la pareció una excelente noticia. Al fin podrían indagar en algún detalle concreto, no en ese almacén caótico repleto básicamente de ropa.

- Bien, vamos a rodearlo. Apunta en la dirección correcta para que podamos colocarnos alrededor. Veamos si es una caja en concreto.

Dijo refiriéndose a las palabras de Helena, quien llegaba a una conclusión posible. John se elevó en el aire tratando de alcanzar a sus compañeros, trataba de tener los sentidos alerta solo que aquello producía una sobrecarga en todos ellos, así que volvió a suceder lo que a veces, que se quedó paralizado.

"Está claro que tengo que practicar con los sentidos."

Trató de sobrellevar la dura experiencia todo lo bien que le fuera posible.

Cruzar un portal a lo loco tiene sus consecuencias, más si es la primera vez, una sensación viscosa inunda el cuerpo del chico, aunque eso no le detiene en proseguir. Aun así tampoco es que pueda hacerlo. Eso sí, la sensación le deja desconcertado y aturdido, pero eso no le desmotiva en lo más mínimo. - Mola, ¿podemos repetir? – Comenta el joven de forma entusiasmada mientras con una mano se ajusta su alborotado cabello (la primera baja) tras recuperase del pequeño mareo del viaje, corto, aunque no por ello menos intenso.

Por suerte, la reunión “familiar”, por llamarla de algún modo, continúa, ni recordaba cuando fue la última, sin contar la llegada al hangar. Todos recorren la bodega en búsqueda de pistas, y Hunter, alias WonderBoy, no es la excepción, aunque la verdad, es que ni tenía la más remota idea qué buscar. Como una aguja en un pajar. Estuvo tentado en repetidas ocasiones de usar su super fuerza para mover y arrastrar algunas cajas, hasta levantarlas, pero eso quizás es demasiado arriesgado.

Afina su oído, sus ojos se entrecierran, el olfato se sensibiliza, el taco se suaviza, y el gusto....permanece ajeno, impasible. No es cuestión de lamer las paredes o el suelo. Intenta centrarse en su labor, y hacer algo útil a pesar de que hay nueve corazones latiendo, nueve personas moviéndose, hablando, pisando.... Al haberse mantenido al margen de la pequeña, pero no por ello menos intensa trifulca le había dejado un sabor amargo en toda su boca.

Robert notó que el humo no se movía de una manera fluída y natural.  El aire corría en una dirección, pero el humo parecía no respetarlo.  Parecía tener... Vida propia?

Desde el aire, John pudo ver como alguien parecía moverse hacia la puerta del otro extremo.  Cuando volvió a mirar, no logró distinguir a nadie.  Habría sido solamente una equivocación... No, no podía serlo.  Algo se había movido.  Quizás alguien con habilidades de invisibilidad o supervelocidad.  Sea como sea, alguien estaba moviéndose hacia la puerta del extremo contrario y escaparía de no detenerlo.

Con los sentidos alerta, buscando el origen del misterioso gas, pronto una sombra llamó la atención del kriptoniano. Tantos paquetes ordenados en la bodega, fácil permitían la ocultación de cualquiera experto en el sigilo. No lo dudó más, puesto que era dado a actuar en el acto. John se elevó unos centímetros dirigiéndose hacia el fondo.

- He visto algo cerca de la otra puerta. Voy a cubrirla.

En pocos segundos llegaría hasta allí, presto a proteger la puerta y evaluar la nueva situación, localizando si era necesario al infiltrado.

- ¿Habré hablado en vietnamita? - Fue lo primero que el arquero pensó, no por el hecho de que de sus compañeros, dos habían pasado de él, cuando, claramente, no tenían idea de lo qué estaban buscando ni donde, mientras que a él, sólo le había faltado poner flechas de neón apuntando a la dirección. Pero encogiéndose de hombros, mientras ponía los ojos ligeramente en blanco, asintió a las palabras de Helena mientras seguía examinando con la mirada el lugar de donde aquel "gas" salía. 

Poniendo los ojos en blanco ante la pregunta de Helena sobre si alguien había visto algo inusual, ya completamente convencido de que no hablaba ni por asomo el mismo idioma que los demás, al menos él, al haber prestado atención a las palabras de Wayne ya sabía que era lo que tenía delante de los ojos, y por lo mismo, viendo como John se iba a cubrir la puerta ya que algo parecía haber visto, el vietnamita hizo lo único que en esa situación, le pareció tan lógico como obvio. Así que buscando a Oracle en el comunicador, y procurando hablar en un idioma que fuese comprensible, llamó. 

Y mientras tanto, sus ojos siempre teñidos de una tangible oscuridad, seguían puestos en aquella desdibujada figura que, si era de lo que Helena hablaba, ya no había contenedor en el que estuviese. 

Recorro la estancia con la luz de la linterna cuando aprecio una especie de humo en un lugar. Miro de reojo a Robert al notar que mira en la misma dirección que yo. Me pide que vuelva a alumbrar el sitio y lo hago. Me concentro al máximo ya que temo que pueda ser algo peligroso. No os acerquéis mucho a la zona que estoy alumbrando, al menos hasta que no sepamos que puede ser. Podría ser un gas tóxico... Digo esto último mirando a Robert, ya que alomejor el también podría pensar lo mismo.