Partida Rol por web

Lejos de responder a las palabras de Damián, se mantuvo en silencio mientras se quita la corbata y se coloca la chaqueta que trajo hoy. Se la veía perdida en sus propios instantes, en aquel lugar oscuro que comúnmente solía frecuentar incluso Bruce Wayne. 

De alguna manera, mantiene la conversación con Robert, pero no se escucha la última parte porque lo dice segundos antes de que aparezca Wayne. No obstante revisa la hora del reloj y calcula el tiempo que Queen le ha dado mientras no se atreve a mirarlo a los ojos de momento. 

- No estoy aquí para amar el mundo, sino para hacer justicia. - responde solo a ello, asintiendo a la frase final sin mayor gesto que un movimiento de cabeza. Es verdad que para ver hay que tomar distancia, porque desde la cercanía todo se empaña y la confusión reina. Ahora mismo se siente culpable de esto, de lo sucedido y darse el privilegio de sentir algo. 

- Ese es Robert. - afirma al escuchar el timbre. 

Sabe que no va a conseguir nada más, se ha cerrado en banda, y es inútil que insista, así que no lo hace, solo asiente con cierta tristeza. No obstante le vale con que sepa que está ahí si lo necesita, no hace falta nada más. Deja su corbata junto a su chaqueta y deja sobre la barra de la cocina las dos copas de vino blanco que habían quedado fuera.
Entonces suena el timbre anunciando la llegada de Queen, y Mary lo remarca.
Damian se acerca a la puerta y la abre tranquilamente.

-Buenas noches Queen.- Se limita a saludar escuetamente.- ¿Quieres pasas u os vais ya?- Preguntó tendiendole la mano a modo de saludo.

Sinceramente no tenía ni idea, casi prefería quedarse solo, y no creía que Mary quisiera su compañía en aquel momento, pero tampoco pretendía ser descortés con su compañero.
Aun no sabía que pensar de Robert Queen, no tenía recuerdos de él en el otro mundo, puede que no existiera, o simplemente no se hubiera cruzado con él nunca, era perfectamente posible, lo que si sabía era que nunca le habían agradado demasiado los Queen, parecían llevar la chulería en la sangre, y tendían a meterse en líos que acababan afectando a todos. Aunque tampoco era como si el primogénito de Talia Al-Ghul estuviera en posición de juzgar a nadie.

 La situación es lo suficientemente tensa como para reflejarlo en el rostro de Mary que ya vestida de aquella forma, se veía con toda la intención de querer abandonar aquel lugar. Si bien no responde a lo último que Damián le dice, más que nada por todo lo que en su interior anida, el alivio al ver a Robert allí se transforma en un pesado de suspiro que le permite relajar un poco su estado interior. 

No es necesario para el vietnamita leer en demasía quien conoce hace años ya, por esa razón negando con la cabeza ante la invitación de Damian, la Tamariana saluda a su amigo. - Hola Pepe. - afirma sonriendo apenas, dando a entender con aquello un mensaje que sólo el arquero es  capaz de comprender y mientras avanza al compás de sus tacones, deja un beso en la mejilla de Damian a modo de despedida y tras callar con descaro, continúa su andar sinuoso que siempre la asemeja a su Madre, solo para quedar junto a Robert en el umbral de la puerta. 

- Cuando quieras nos vamos, he terminado aquí. -  comenta al detener su mirada en los ojos oscuros de Robert y tras girar apenas, se dirige hacia Damián. - Gracias, seguro nos encontraremos en alguna que otra misión. Saluda a tus hermanas de mi parte. - termina por decir cuando llena de tensión, golpea suavemente el torso de su amigo, para que siga sus pasos y así desaparecer rápidamente de allí. 

Aunque por el tono de la llamada de Grayson, el vietnamita pudo suponer que la visita de su amiga a la casa de los Wayne no era por mera cortesía, lo que no se esperaba era encontrarse con el hermano de Helena abriendo la puerta. No conocía al muchacho más allá de por nombre, pero a quien sí conocía y de memoria era a Mary y por ello, solo necesitó cruzar la mirada medio segundo con la de la morena para que por la cabeza de Arsenal pasase un solo pensamiento. - Chaval, la has cagado pero bien. - Y es que al menos para él, que no necesitaba mayor esfuerzo para leer a Mary con completa claridad, sabía que cuanto menos se había tocado uno de los tres temas que con Mary, era, si no se era el mismo Robert, mejor evitar. - Wayne. - Se limitó a saludar  mientras le estrechaba con firmeza la mano, y es que si bien no sabía siquiera si conocía el nombre del chico, tampoco, en esos momentos, tenía la más mínima intención de preguntar. 

- Hola Gatita. - Le devolvió el saludo a Nightstar con una ladeada sonrisa en los labios, y bajo la misma broma que ambos bien conocían, pero antes de poder responder a la forzada pregunta del muchacho que, por la tristeza de su rostro, parecía haber sido arrastrado a la fuerza a la parte más profunda de la friendzone, fue Mary quien, bajo una tensión más que palpable, zanjó el asunto como solo ella podía hacer. - Gracias por la invitación, pero nos vamos, saludame a tus hermanas de mi parte. - Le pidió en aquella escueta despedida, y tras guiñarle un ojo, giró sobre si mismo para seguir los pasos de su amiga hasta el exterior del hogar de los Wayne, aunque a diferencia de Mary, sin echar la vista atrás. 

No necesitaba ser detective para detectar que Mary no solo estaba incómoda, sino que había levantado varias barreras entre ambos. No le dolía tanto él hecho de que las hubiera levantado con él, sino que parecía tenerlas erguidas para todo el mundo. A pesar de aquel beso de despedida nota que está fría, y aun más distante que cuando llegó, pues sus palabras remarcan con fuerza el tipo de relación que Mary quiere con él, sabe que no hay nada que pueda hacer así que tampoco lo intenta. Parece que se lleva bien con Queen, así que simplemente confía en que cuidará bien de ella, ya que él no puede hacerlo.

-Si claro, las saludaré de vuestra parte.- Les contesta en un tono bastante neutro, y con una sonrisa un tanto forzada, pues ahora mismo no le sale de otra forma.- Cuídate Mary.- Dice casi en un susurro que probablemente ni escuchen.

Se siente bastante confuso, nunca habría pensado que su mundo anterior podría seguir vivo en esta, y ha sido una noche demasiado larga, y sin duda demasiado emocional, y en aquel momento solo tenía ganas de ponerse el otro traje para dar unos cuantos brincos, y a poder ser apalear a algún que otro matón que se encontrara.

Finalmente contempla como la pareja se va antes de cerrar la puerta tras ellos, para después encaminar sus pasos hacia su habitación, donde su uniforme se encuentra revuelto entre un montón de pruebas de vestuario. La noche es joven y no la desperdiciará.

No fueron pocas las calles que recorrieron en completo silencio, y es que si bien no eran pocas las cosas que Robert podría haber comentado durante el trayecto que el mismo marcaba, decidió que, en aquella ocasión, lo mejor para Mary era encontrar en la misma carencia de palabras aquel centro que, por una u otra razón, no sólo parecía haber sido removido, sino que, y por la misma tensión que la morena emanaba, parecía simplemente no existir. 

Por ello, es que sumiéndose en sus propios pensamientos, en aquellos que tan negado siempre se encontraría a darles voz, es que serpenteando entre las calles y callejones, terminó por abrirle la puerta de un pequeño y discreto bar que él mismo, en busca de soledad, solía frecuentar. Dentro, la iluminación tenue ofrecía esa intimidad que tan necesaria sabía que sería, y la música, dentro de un estilo que muy a fin era a ambos, al menos en parte, esperaba le ayudase a relajar, mientras que el aroma a tabaco, a madera y alcohol, llenaba el ambiente de armoniosa manera. 

No dijo palabras mientras le señalaba uno de los sofás del fondo,  y tras desviarse a la barra para pedir un par de copas, se sentó al lado de Mary dejando sobre la mesa, el vaso que a ella le pertenecía. - Hasta aquí te llegó el momento introspectivo Grayson, suelta todo de una vez. - La instó al girar la cabeza para mirarla a los ojos, y es que si bien podía incluso intuir que era lo que le sucedía, no estaba por la labor de dejar que se encerrase en ese mundito tan particular, no por capricho suyo, sino porque, si lo había llamado era justamente, para que él la hiciera hablar. 

 Luego de haber caminado un largo trecho inmersa en sus propios demonios, dónde como juez y verdugo de ella misma, es capaz de clavarse cada puñal con tal de verse sangrar lo necesario, termina allí en aquel lugar que a simple vista se muestra muy íntimo y cálido. Una vez toma asiento se quita la chaqueta y tras lucir una blusa blanca ligeramente escotada, se sienta en el sillón mientras saca de la cartera los cigarros para fumar uno y ofrecer al Vietnamita. 

Ya apoyado los codos sobre sus rodillas, se atreve a dar dos o tres caladas hasta que Robert es quien rompe el silencio, uno que la devuelve a esta realidad que si bien ya la supera, toca darle voz. — No sé por dónde comenzar, pero bueno... John y yo nos besamos. — suelta el título y aclara antes de que diga algo su amigo. — Le correspondí, no fui yo la que lo buscó. Tampoco he follado con nadie, no me apetece, al menos eso sí quiero decidir yo. — responde indignada mientras clava sus ojos verdes en los oscuros de su par. 

— John quiere rescatarme, cree que por el poder del "amor" va a sacarme del encierro... Damián dice que soy todo amor, que su Padre estaba equivocado y que yo pienso mal. — comenta tras liberar el humo entre sus labios. — También me "besó", si es que estoy de racha. ¿A ver cuándo diantres decido yo darle un puto beso a alguien? ¿No? — agrega enojada. — Antes de que digas algo, sí es mi culpa y les tendré que ver la puta cara a los dos, es más uno vive con nosotros. Pero bueno, estoy un poco harta... Sigo sin entender cual es la moda de tener que venir a mi. ¿Acaso he pedido que me rescaten? No soy una dama en apuros joder, yo elegí esto y quiero que siga así. — protesta indignada, aún con las palabras de Damián en la cabeza. 

— Puto enfermo el Wayne, me dice que hay que amar el mundo. Este se cayó al nacer, sino no explico como un Wayne puede pensar semejante chorrada. Por favor... Salvar el mundo. ¡Salvemos a Mary! ¡Se pueden ir todos a la mierda! — protesta demasiado tensa, sin darse cuenta que se le estaba yendo la mano con las emociones. Pero es que han tocado temas que Nightstar detesta, es como meter el dedo en la llaga y hacerla sangrar. — Lo peor de todo, es que entre el salvador, y el proyecto de hijo de Batman, no hay diferencias... Pretenden lo mismo. — termina por decir, cuando ahora apoyando la espalda sobre el sofá, quedando ligeramente acostada se dedica a fumar mientras libera el humo mirando el techo. Casi asoma una lágrima, pero la intenta contener al inhalar profundo, no está para cosas de niñas lloronas. 

Aunque el vietnamita pudo presuponer que lo que estaba a punto de escuchar no sería precisamente razones para reírse a carcajadas, lo primero que salió de los labios de Mary, le hizo soltar un pesado suspiro donde, lejos de expresar algún tipo de emoción, todo lo que se podía encontrar era la más pura contención. Y es que si bien se mantuvo preso de aquella seria tranquilidad que por momentos afloraba en él, su interior era un caos con el cual, y por primera vez, no sabía cómo lidiar. 

Y es ahí se encontraba en la única encrucijada en la que, siendo Mary como era, había confiado con que jamás tendría que enfrentar. No podía negarse a sí mismo lo que sentía por ella, y aunque aquello era el eterno karma con el que tendría que aprender a lidiar hasta poder sacarse de dentro ese sentimiento, hizo a su manera lo que me mejor se le daba, ser un amigo. - No sé si descojonarme, compadecerte o mandarte a cagar. - Fueron las primeras palabras que, tras dar una larga calada a su cigarro, se permitió esbozar cuando la morena terminó de hablar. Y es que sin haberla interrumpido mientras contaba su relato, prefirió escuchar todo lo que tenía que decir antes de dar una opinión que, sin habérsela pedido, pensaba darle de todas maneras.- Vamos a dejar lo de John para después porque eso tiene tela, pero me quieres explicar y en serio ¿Que mierda se te ha perdido en la casa de los Wayne? - Le preguntó, porque si bien cualquier tipo de acercamiento con John lo podía entender cuando después, juntos vivían, lo de Damian no había sido un mero encuentro casual, y si los tiros iban por donde pensaba, no podría negarse que había sobrevalorado la inteligencia emocional de la que alguna vez, había sido su novia. 

- Pero haznos un favor a ambos morena, baja un poco ese empoderamiento repentino porque, como bien has dicho al beso de John le correspondiste, esa fue tu elección. - Le apuntó la obviedad, y es que si bien lo había comenzado su barbudo amigo, ella no se había quedado atrás, y hora era de que alguien le dijese, aunque no fuese de la mejor de las maneras, una verdad que quizás, ella por propia personalidad, era ajena. - Pero más allá de que levantas pasiones Grayson y eso es porque estás muy buena, es que tanto Johncito como Damian ... A ver como mierda digo yo esto y que quede bien... - Se preguntó a si mismo, mientras que en su interior no podía evitar como algo dolía en demasía, más aún cuando sabía que todo lo que estaba a punto de soltar, iba justamente en contra de lo que él mismo deseaba, pero de las pocas, de las poquísimas cosas buenas que Queen tenía con él, era que jamás había sido egoísta, no al menos cuando de Mary se trataba. - A ver, estás buena y eso no es sorpresa, pero es justamente eso lo que John y Damian ven, una tía buena a la que quieren amoldar, a la que quieren "rescatar" para convertirla en lo que ellos quieren tener al lado, lo siento morena pero como has dicho antes, a ellos les importa una mierda lo que tu quieras, y lo que tienes que mirar es qué has hecho tu para fomentar aquello, o por el contrario, que has hecho para evitarlo. - Le dijo con una claridad que no podía ser tergiversada. 

- Es hora de que tomes al toro por los cuernos Grayson, pero para eso, creo que tienes que hacerte una pregunta que puedes no responderme a mi, pero si a ti misma ¿Qué es lo que tu quieres? - Le preguntó. Y sin poder evitarlo él se vio en la obligación de preguntarse entre silencios, exactamente lo mismo, y aunque las primeras respuestas que en su mente afloraron fueron desechadas al carecer de racionalidad, lo que quedó fue una verdad con la que no sabía como lidiar pero que, como con todo, mas temprano que tarde, terminaría por encontrar la respuesta, y era el sacarse a Mary de dentro.

La mano en su rostro se posa cuando es su amigo quien habla mientras sigue fumando, sin atreverse a mirarlo a los ojos de momento. Es que la confianza entre los dos, ya viene de antaño y tras haber estado juntos comprobando que el amor puede ser una verdadera mierda si no cuentas con la madurez necesaria, es por esa misma razón que sólo con Robert pudo mantener el equilibrio sin entrar en derroteros con los cuales lidiar de muy mala manera. — Todas Robert, en serio que necesito todas. — responde al mirar el techo, sin dejar de fumar. — Fui a la casa de los Wayne porque no comprendía qué le sucede a Damián, le pregunté a John que es su amigo y me dijo que percibió una emoción, pero no tenía mucha idea. Así que nada, sabes como soy... Si quiero saber algo voy y lo averiguo. — responde en el mismo tono, desbordando de sinceridad, hasta en los poros. 

—  A medias Robert, lo correspondí pero es que soy una forjadora de ilusiones al parecer. No sé porqué mierda hago tantas tonterías... ¿Qué querés que te diga? Le tengo aprecio, no va más allá, es un gran amigo y pues... cedí pero estoy muy arrepentida. ¿Vale? No me enorgullece. — comenta indignada, ya poniendo los ojos en blanco mientras se sienta derecha y coge la copa, necesita beber de un solo trago, algo que hace en ese instante. — Dos veces me dijiste que estoy buena... Ya la segunda vez, la mononeurona se me espabiló y lo evité enseguida. Un error, dos no cometo en mi vida, tú mejor que nadie lo sabe.  — replica, enojada. 

Ya tras mirar que la copa se la ha vaciado de un sólo tirón, se incorpora y busca otra, sólo unos minutos es lo que tarda en regresar, lo cual le viene bien para pensar en la pregunta que le hace Robert. — Si me preguntas ahora mismo... ¿Un buen polvo que me haga olvidar? Pero no de cualquiera, ya sabes a que me refiero. — responde directa, es que jamás da vueltas cuando se expresa. — Y en mi vida, ya sabes que no me va el rollo amor y lo que eso significa. No quiero que me mendiguen amor o que intenten arreglarme, simplemente estoy bien así. ¿Para qué cambiarme? ¿Para qué arreglar lo que por decisión yo misma he tomado? Ya estuve de novia, lo estuvimos... Éramos críos, pero ahora... ¿Estarlo con alguien que me quiere arreglar? ¿Con alguien que me dice que yo no soy así? ¿En serio? — pregunta buscando aligerar la ira, pero no lo logra. — No necesito que me corrijan, lo dicho... Se pueden ir a la mierda. 

Tan impulsiva como ella sola, termina el cigarro y enciende otro, contempla un segundo la copa para tomarla de un sólo sorbo, pero se resiste. Prefiere continuar fumando un poco más, la despeja ligeramente. 

Helena se rió de nuevo, debía ser la magia del vino. -Claaro, eso era exactamente lo que quería pero validándolo a través de que tú te desahogaras, porque como ya debes saber padre nos entrenó para que no buscáramos nada en beneficio propio directamente, ni siquiera en beneficio de nuestra salud -alzó las cejas sarcástica -Bueno, salvo entrenar -apuntó.

Ante la confesión escueta de Damian solo se limitó a decir -Lo sé -pero la forma en que lo dijo daba a entender que comprendía todo el arco de implicaciones de esas pocas palabras, de lo que significaba para el niño manipulado genéticamente, para el arma y caballito de batalla que había sido para su madre y el futuro guerrero que veía en el su padre. Quiso tomarle la mano pero se dijo que quizás era demasiado contacto para ellos por aquel momento, después de todo eran hijos de sus padres y algunas costumbre no morían lo suficientemente rápido. Se dedicó a probar la lasaña que había quedado bastante bien teniendo en cuenta que era uno de sus primeros intentos culinarios sin la supervisión de Alfred.

Su siguiente declaración la tomó por sorpresa, pero agradablemente. -¿El circo de máscaras? -inquirió paladeando la frase -Vaya, qué poético hermanito -expresó con reconocimiento, se limpió la boca con una servilleta -¿Y quién te dice que allá afuera hay gente normal? -preguntó de pronto, curiosa más que acusadora. -Digamos que voy a relacionarme con otro tipo de compañías y cambiar de aire hace bien, si encontraré o no personas "normales" está por verse -tomó nuevamente la copa en su mano -Porque como debes saber también, los locos atraen a los locos.

Sonrió y bebió. Luego cambiando de tema propuso -Deberíamos ir a la ópera alguna noche, sé que te gusta como a mí, ¿O me equivoco? ¿Cuál es tu autor preferido?

Damian se deleitó con la lasagna, mientras escuchaba a su hermana con una sonrisa. Ella parecía mucho más apegada a las enseñanzas de padre. Si bien era irónico, pues en los últimos tiempos se había parecido más a su padre que nunca, el muchacho hacía mucho que había abandonado cualquier idea de seguir aquel camino, para abrazar el que Richard le había enseñado, un sendero más luminoso, lleno de gente, amistades, risas y amor, un héroe no tenía porque estar solo, no tenía porque apartar a todo el mundo y levantar oscuras murallas a su alrededor. Pero eso había sido en otra tierra, en aquella Damian seguía el sendero que había marcado su padre, aunque ni él mismo lo supiera. Volvía a creer que su modo siempre era el correcto, por no hablar de que prefería trabajar solo que en compañía, pues consideraba que el resto le estorbaban más de lo que le podían ayudar, y si cooperaba era más pensando en su equipo como en herramientas que como personas. Aquella dura batalla se libraba dentro del chico, sin que este fuera ni si quiera consciente.

-¿Que le hago? En realidad soy un poeta.- Admitió el chico con sorna mientras movía suavemente su copa para después dar un pequeño trago. No estaba seguro de si su hermana hablaba en serio o no, ¿de verdad creía que allí fuera podía encontrar gente más loca que dentro de este mundillo?- Estarás de broma, por chalados que estén al menos no se dedicaran a saltar azoteas en mallas.- Que él lo hiciera no significaba que no lo viera una locura.- Bueno, pero tú aun tienes salvación.- Bromeó al respecto de la locura.

Entonces propuso una noche de ópera, la verdad era que hacía tiempo que no iba a ninguna. Sonrió a su hermana, queriendo decirle con aquello que había acertado, pero también quiso matizarlo con palabras.

-Claro, ¿porque no?- Tenían otros deberes, pero si con aquello su hermana se asentaba más en un mundo normal, no sería mala idea.- Autores hay varios, pero mi obra preferida es Tristán e Isolda.- Admitió el joven.

Intentando mantenerse en el papel, que ambos habían decidido adoptar cuando sabiéndolo o no, aún eran unos críos, los ojos de Robert se pusieron ligeramente en blanco ante las respuestas que iban saliendo de los labios de Mary, y es que si bien la podía entender, posiblemente mejor que cualquier otra persona, también sabía que, podían haber cuestiones que, queriendolas o no escuchar, era la propia labor del vietnamita, decir. - Al menos con respecto a Wayne, ya has salido de dudas, de las que tenías y de las que pudieses tener. - Comentó encogiéndose de hombros, y es que a Robert, lo que al cara de prepuvert con estreñimiento le pudiese pasar le daba exactamente lo mismo, pero le preocupaba y en demasía, como aquello le afectaba a quien a su lado tenía. No lo podía evitar, y aunque actuaría con ella como si de una dama en apuros se tratase, puesto que consideraba que era infravalorarla en demasía, eso no significaba en lo absoluto, que no se preocupase de manera constante, por ella. 

Pero ante aquel tono de indignación que salía de sus labios al tratar el tema de John, Robert fue incapaz de contener la risa que grave en su tono, salía de sus labios mientras contemplaba como su amiga se bebía de golpe lo que tenía en su vaso. - Haces tonterías porque en el fondo siempre has sido un poco rubia, pero dejando eso de lado tu rubia cabellera inferior, baja un poco esa indignación que sabes que conmigo no surte efecto. - Le comentó, intentando relajar un poco la tensión en la morena. - No seré yo quien te diga qué hacer porque ya estás mayorcita Mary, pero en el tema de John, e incluso por él mismo, si yo fuese tu, zanjaría el tema de raíz. No es que seas forjadora de ilusiones, no me seas boba, pero ambos sabemos que la mayoría de la humanidad, terrícola o no, suele comprender de los actos y las palabras lo que les permita fomentar sus ideas, no lo contrario. - Le aconsejó desde lo que el mismo haría en su lugar, siendo aquello, lo que él mismo había hecho con Sarah en su momento. 

- A ver que es la única certeza que tengo en la vida, por eso te lo digo tantas veces. - Le dijo con respecto a la reiteración de lo buena que estaba, y enarcando una ceja al ver cómo parecía tener más sed de lo normal, le acercó su propia copa la cual, aun estaba sin probar. - Pero has dado con el punto de todo esto, yo te conozco, ellos está claro que no y no les interesa hacerlo, y por eso actúan como lo hacen. - Apuntó tras dar una larga calada a su cigarro. Aquello era una innegable verdad que sin poderla ignorar, le ayudaba en gran medida a poder actuar desde el lugar que en la vida de Mary, le correspondía, y mientras el mismo humo del cigarro le ayudaba al menos en parte, a amordazar lo que sentía por ella, sabía que tras aquella conversación, tras todo lo que pudiese quedar dicho e incluso latente entre silencios, sería el mismo quien, debería buscar una distancia para intentar, así fuese por las malas, sacársela de dentro para poder seguir siendo el amigo, sin que su percepción y sus palabras, se viesen empañadas por un sentimiento que a fin de cuentas, había nacido para morir sin encontrar voz, ni mucho menos, libertad. 

Lidiando con lo que era y lo que deseaba, la mirada del vietnamita lejos de posarse en Mary cuando está se levantó, terminó posada sobre el suelo del local, intentando de alguna manera desdoblarse, buscando en lo que fuese, algo con lo que poder acallar fantasmas, que hasta entonces, tan aquietados aunque presentes se habían encontrado, pero que entonces, parecían pulular en su interior con completa libertad, obligándole a maldecirse por dentro, mientras que su rostro, seguía plagado de una calma seriedad. - Sabía que no me habías llamado para hablar... Soy un hombre objeto. - Respondió ante lo del polvo, intentando darle esa cuota de humor a una situación que, en lo absoluto tenía algo de divertida. - ¿Sabes que sigues sin responder a mi pregunta, verdad? - Apuntó, y tras soltar un pesado suspiro, buscó la mirada de su amiga, para continuar. - Hay gente que es incapaz de comprender las elecciones que otros toman por placer, pero la cuestión es que a ninguno de los dos les importa una mierda lo que tu quieras o lo que necesites, solo lo que ellos necesitan tener a su lado, sé que es triste, sé que es patético, pero no les pidas más, porque no les da. - Apuntó negando con la cabeza, y es que él sabía mejor que nadie que nadie puede arreglar lo que desea estar roto. - Sé que el rollito romántico no te va Grayson, pero dejando de lado el hecho de que puedas o no enamorarte y contra eso no hay nada que se pueda hacer por mucho que quieras, lo único que importa es lo que tu quieras hacer con tu vida, cómo tu quieras vivirla, al resto como bien dices, que le den, después de todo ¿Alguien les a preguntado la opinión? - Comentó esbozando una serena sonrisa entre los labios. 

Robert no comprendía todo lo que tenía que ver con el amor, jamás había profundizado en un tema que ante su mirada, y por los ejemplos que en su vida había tenido, se había convertido casi en un tabú, pero tras la conversación con Sarah, solo una cuestión había sacado en claro cuando todo lo demás, no eran más que dudas, y era que para realmente amar a alguien, debía hacerse en su completud, desde una libertad que no exige cambios, que no exige nada que no se esté voluntariamente, dispuesto a dar. 

Asiente a las primeras palabras de Robert, aunque agrega un pequeño inciso. — Jamás me dijo lo que le pasa, hubiera dado igual el no ir. No obtuve nada Robert. — responde sincera, ya intentando relajar un poco mientras vuelve a recostarse en el sillón, teniendo en cuenta la copa que su amigo también le había acercado. Su mente era un caos completo, es consciente de que sólo el alcohol y el sexo suelen sacarla de toda la tontera, pero ahora que se encuentra en aquel lugar hablando con total sinceridad al vietnamita, en verdad se siente cómoda. 

—  Primero no soy rubia, y eso lo has comprobado. — replica al incorporarse de nuevo para beber un poco de su copa y tras acercarle la otra a su amigo, le guiña un ojo. — No me gusta tomar sola, hazme el honor Queen. — aclara mientras piensa en lo que le dijo. — Lo zanjaré si, es que no me soporto ni yo pero tengo las cosas claras por más que no lo parezca. Siempre las he tenido. — agrega al destacar ese punto en ella, está claro que pese a todo cuando toma una decisión no cede ni en sueños. Es bastante cabezota, eso es innegable. — Pero sí, es que quizás es un fallo de interpretación. No sé, confío y hablo de mi negación al amor. Entonces lo ven como un fallo que deben corregir, son superhéroes y no se permiten el estar roto. 

Explica claramente Mary, si bien es una lección que había aprendido de Bruce Wayne, ella lo tomaba como un lema para seguir sus pasos en este camino. — Ellos creen que existe un mundo perfecto, que uno con este traje tiene derecho a una vida normal, a tener una familia y colgarlo cuando se te da la puta gana. Pero no es así, jamás te liberas de esto, de toda la mierda que has vivido y lo que debes perder en el camino para ser lo que uno es. Nadie jamás comprendió el sentido de todo esto, entonces en su afán de querer ejercer de supers incluso en su vida... Hace que todo sea lamentable, Ro. Muy lamentable. — afirma mirando a los ojos profundamente a Robert, es consciente de que la entenderá mejor que nadie porque sin ir más lejos refleja una realidad que pocos ven. 

— Eres mi toy boy, eso lo sabemos. — responde entre risas, ya aligerando y tras beber un poco más asiente mientras extiende la mano para mover el dedo índice a modo de "sí". — No tienen ni idea de como soy, eso es verdad. — concuerda. Luego pone los ojos en blanco cuando le recalca que no respondió a su pregunta. — Quiero vivir tranquila, elegir con quien estar pero no de la manera que imaginan. No necesito eso, como dices el rollito romántico no me va. — agrega al dejar la copa sobre la mesa. — Nadie, esa es la cuestión. Pero bueno, mira por donde... Estamos teniendo una conversación interesante y el cabreo se me está yendo o le has dicho al barman que le eche algo que le diste. — termina por decir alzando una ceja, de alguna manera a modo de broma, intenta decir que gracias a su vietnamita favorito se siente mucho mejor. 

- Vamos, que has ido donde nadie te ha llamado, has pasado un mal rato y para nada ¿No? - Le preguntó negando ligeramente con la cabeza mientras que, adoptando una cómoda posición, se recostó sobre el asiento al lado contrario al de Mary.- Si no obtuviste nada es porque no tenías nada que obtener, si no te ha querido decir que le pasaba, pues ya no es asunto tuyo, que haga como todos y cuando madure, que se haga cargo de sus dramas existenciales como hacemos todos. - Fue lo que, desde un tono pensativo, incluso reflexivo bajo sus propias experiencias, le pudo aconsejar. 

- No sé tendría que volver a indagar para recordar si eres rubia o no. - Le respondió intentando como de costumbre quitarle hierro al asunto, intentando que Mary encontrase aquel punto de equilibrio que, fuera de toda tensión e incluso más que razonable indignación, pudiese volver a ser ella. - ¿Tu sabes que todo lo que te digo, lo hago desde el más completo cariño, verdad? - Le dijo tras volver a coger su copa tras aquel comentario con el cual, posiblemente terminarían bastante borracho los dos. - Pero tu míralo de esta manera, nuestros amigos los héroes necesitan a su princesa en apuros, a su damisela en peligro para.. Bueno, ser héroes, y si a eso le sumas el hecho de irles contando lo reticente que eres a enamorarte y todo eso que ya sabemos tu y yo, pues ya tienen a la princesita a la que rescatar de la torre custodiada por el dragón, porque eso es lo que ello ven por correcto.- Le comentó dejando escapar un largo y pesado suspiro. 

- Nosotros siempre hemos tenido una visión muy diferente del mundo en el que vivimos preciosa, una visión mucho más real y muy lejana a la utopía que ellos se han montado, la cuestión es que no podremos jamas convencerles de que se equivocan, pero tampoco, y por muy amigos que sean, podemos permitirles que cuestionen como hemos decidido vivir. - Le dijo al devolverle la mirada, clavando aquella oscura mirada que tan propia le era en esos ojos en los que, por razones que solo a él le terminarían por incumbir, prefería no perderse en demasía. - La cuestión es que con Wayne se puede lidiar, si se te pone gilipollas yo dejo que se me escape una flecha y asunto solucionado. - Comentó entre risas a sabiendas de que ambos tenían por seguro que muy capaz era Arsenal de hacerlo. - El tema es John, vivimos con él, y aunque realmente dudo que esté enamorado porque si no, ni siquiera se plantearía el cambiarte, la convivencia se va a volver un poquito incómoda, pero te digo desde ya, me niego a fregar sus babas del suelo. - Le dijo, para y tras dar un largo sorbo a su copa, continuar. - Pero dejando de lado que soy tu dildo con patas, tu sigue tu camino Grayson, si te enamoras, si no, si quieres tener una relación, si no... Todas esas cosas solo te competen a ti, y nadie, absolutamente nadie tiene derecho a meterse en ello, bueno, yo pero porque lo voy a hacer quieras o no y tengo derecho de antiguedad, pero nadie mas. - Apuntó con seriedad en un comienzo para después, sacarle la lengua de manera divertida. 

- No necesito ponerte nada en la bebida, es parte de mi encanto exótico, pero aunque te veo más relajada, creo que prefiero asegurarme. - Le dijo mientras que, haciéndole un gesto al tío de la barra, ya directamente le pidió que les acercase la botella. 

 — Para nada. — responde al coger la copa y beber de un solo trago lo que queda en el vaso. Es que sin haber mayores preámbulos que una especie de drama propio de Disney, no pudo hallar respuestas a lo que en verdad le interesaba, aquel punto donde Damián se veía perturbado por la presencia de la Tamariana. — Un fallo mío el creer que podía hablar con un hombre. ¿No? — replica al alzar una ceja mientras acomoda una pierna debajo de la otra, al estar en jeans podía permitírselo mientras Robert se recostaba frente a ella en el otro sillón. 

 — Eso cuando quieras, Ro. — agrega al guiñar un ojo, sonriendo al ver que la camarera trae directamente la botella tras la señal del vietnamita. — Sé que eres un poco bruto para dar cariño y yo soy un poco bruta para entenderlo, es nuestra dinámica. Lo sé... No me ofende, así que tira y pregunta, qué me pongo especialmente confesora cuando bebo en demasía. — confiesa al llenar su tercera copa mientras hace lo propio con la de Robert que estaba a la mitad. 

— Es creer en una falacia y terminar como la mayoría lo ha hecho. Incluso cuando han dado años de sus vidas en esto, terminan de la misma forma. Dejando hijos tirados que deben seguir su camino o simplemente hacerse uno, pero sobre las espaldas se carga con toda la mierda que ellos hicieron... No son tiempos para princesas en la torre, es imposible Queen. No existe. — afirma convencida de ello, a sabiendas de que tanto él como ella, piensa exactamente igual con respecto a ello. Aún así no puede evitar indignarse con los demás, al creer que el mundo es la cosa más bonita y esas mierdas. 

— No tendrás babas que fregar... — afirma poniendo los ojos en blanco, no le agrada la mención. — Tú tienes antigüedad porque además de mi amigo, eres mi ex y el único hombre con el cual he follado desde que lo dejamos... Joder... Hasta podría decir que no conozco otra polla salvo la tuya. JAJAJAJAJA —  comenta ya a las risas mientras se abraza así misma completamente descojonada. Entre el alcohol y que ha caído en la cuenta de ello, no lo pudo evitar. Aún así, responde. — Es verdad, nadie más. Si en eso estamos de acuerdo Robert. — agrega intentando recuperarse de las risas que se estaba echando. 

— ¡Qué perspicaz Queen! — responde divertida. 

Terminando el contenido de su copa sin que prisa alguna tuviese para ello, los labios del vietnamita se curvaron en una sonrisa que, cargada de resignación, también expelía cierto halo de diversión e incluso de comprensión hacia su amiga. - Tu fallo fue confundir al adolescente de los Wayne con un hombre peeeeeeero, si tan interesada estás en saber qué cojones le pasa al chico ese, le puedo mandar un mensaje a Helena preguntándole. - Le ofreció encogiéndose de hombros, y es que si así conseguía Mary un poco de tranquilidad, no le importaba tirar de contactos para ello. Pero riendo por lo bajo ante aquél "cuando quieras" , que bien sabía no era en lo absoluto una broma, simplemente le guiñó un ojo cuando ambos sabían a la perfección, como de indefectible manera, acabarían la noche. 

- Yo no soy bruto para dar cariño, a menos que sea físico peero, como no hablamos de eso... - Dejó a medio terminar, mientras que riendo bajo una falta de felicidad pero si rebosante de complicidad le agradeció que llenase la copa con un ligero movimiento de cabeza. -Tu y yo nacimos en una realidad diferente a la del resto Grayson, nos criaron personas que tenían nada que ver con nosotros porque nuestros padres andaban demasiado ocupados creando mini historias de amor ahí donde les dejaban meter la polla y justamente por eso, porque nos hemos comido toda esa mierda, miramos el mundo tal y como es, sin ideales que no vienen a cuento. Queramos o no, nos criaron para esto, es lo único que sabemos hacer y posiblemente muramos haciendo esta mierda, querer pensar lo contrario, anhelar lo contrario, es mentirse a sí mismo. - Afirmó en parte convencido de ello y en otra gran medida, sintiendo un enorme odio hacia todo aquello que jamás le había permitido elegir su propio camino, su propio destino. 

- Pero no es a mi a quien tienes que convencer de que no es tiempo para comedias románticas Mary, si no a tus salvadores particulares. - Apuntó con una ladeada sonrisa curvando sus labios, para después, darle un largo sorbo a su copa. Pero sumiéndose durante unos segundos en un completo y repentino silencio, las dudas que hasta entonces con tanta vehemencia intentaba contener, parecían encontrar una completa libertad en su interior. No, sin importar lo que sintiese por Mary el jamás había creído en cuentos de hadas, jamás si quiera se había dado la posibilidad de pensar en algo más, pero durante aquellos días, sobre todo el anterior donde quien tenía delante había estado desaparecida, no pudo evitar cuestionarse lo que hasta entonces había sido el pilar de su vida. Su padre no era un ejemplo a seguir, jamás lo había sido para él, pero bajo la profund devoción que sentía el vietnamita por su madre, no podía evitar preguntarse cuan malo era como tal el amor. 

¿Merecía la pena amar? ¿Merecía la pena entregar tan libremente la vida por otra persona como Shado lo había hecho? Eran las preguntas que desde hacía tiempo circundaban en su cabeza, y aunque la razón clara tenía la respuesta que cual mantra se repetía una y otra vez, solo le bastó posar la mirada sobre los ojos de Grayson para encontrar esa respuesta que tanto temía conocer. Aun así, y guardando sus cavilaciones sólo para él a sabiendas de que siempre sería lo mejor, sin darse cuenta en qué momento había apartado de brusca manera la mirada de sus ojos, sonrió. - Más te vale, que soy tu toy boy no tu chacha. - Apuntó sobre lo de las babas de John, para después, enarcar una ceja ante aquella confesión que llegó para responder una pregunta que por propia salud mental, jamás se había ni le había querido hacer. 

- Jajajajajajaja pero es porque te tengo bien servida Grayson, aunque ahora que lo dices, yo tampoco me he acostado con otra tía desde que lo dejamos jajajajajaj Aunque bueno, sabes que me gusta la comida casera, eso de comer fuera y entre horas no me va jajajajaja - Comentó incapaz de contener las risas que, contagiadas por las de Mary salieron de sus labios mientras negaba con la cabeza.- Pero lo mismo te digo, solo tu tienes derecho por antigüedad, pero nadie más. 

-Ah, yo también amo a Wagner -dijo en voz alta pero con un matiz soñador, se estiró hacia su móvil y puso a reproducir el preludio de la mentada ópera, enseguida los primeros acordes sonaron replicados en los parlantes que había instalados por toda la casa -Voy a pensar que sí, después de todo, hay un poeta encerrado adentro de ti -sostuvo con una sonrisa y se echó hacia atrás en la silla cruzándose de brazos.

Su mirada se perdió en la noche negra fuera de la ventana y hacia las estrellas que en espejo imitaban las de su casa, ya olvidada en un universo destruido, ¿Qué era la realidad después de todo? -Estos primeros momentos del preludio me hacen pensar en Isolda navegando en el barco que la lleva a casarse con un hombre que no ama, deseando que las olas se los traguen a todos, maldiciendo su destino y sin saberlo, allí está Tristán -lo miro con una tristeza que se le escapaba en la voz -Viajando con ella -susurró.

Las notas iban escalando como una marea que subía y que se precipitaba, dando paso al cénit del primer movimiento -¿Ese es tu plan? -dijo de pronto tornando sus ojos verdes a los de su hermano, inquisitiva -¿Hacerle creer a Isolda que te está dando veneno pero en realidad hacerle beber una poción de amor? -se rió pero no se estaba burlando, sentía en ese momento una profunda ternura por Damian. Y un profundo dolor por la extensión de su esperanza en conquistar a Mary.

Cambió de tema -Me encantaría ir contigo a escuchar ópera o también podría ser algún concierto de piano: Satie, Schubert, Liszt...

— ¿Escribirle al fallo genético de Bruce Wayne? Paso. — responde entre risas, ya negando con la cabeza porque en sí Helena no era alguien que le cae precisamente bien y encima, le parecía la típica chiquilla adinerada que no sabe lo que debe hacer y se indigna en la primera que surge. — Yaaaa no entremos en detalles escabrosos, que sino es comenzar a mirar baños. — agrega en ese mismo tono plagado de confianza, cuando entre los dos no hay secretos, menos cuando se trata de revelar intenciones que muy directas funcionan de maravillas sin mayor explicación que el hecho en sí. Luego cuando explica sobre la forma de pensar, siendo aquel punto una coincidencia perfecta en pareceres, asiente conforme ya marcando un ligero tinte de seriedad. 

Si bien los dos conciben el mundo tal cual es, o quizás como también en el fondo Bruce Wayne lo veía más allá de sus traumas y cuestiones internas, es consciente de que la concepción de un héroe como tal, viene con esas dosis de salvación tan absurda que muchas veces te aleja del objetivo principal. Muy ciegos en un mundo cruel, tanto que prefieren hacer la vista gorda, obrar de justos y creer que hacen un bien mayor. Pero nadie contempla las consecuencias, el levantar cada ciudad luego de una afrenta, en las explicaciones que se le debe dar a una sociedad que vive sometida bajo el influjo de los villanos y los héroes que luchan contra ellos. 

—  Somos conscientes, eso es todo. — responde sincera. — Y lo sé Robert, pero bueno... Es una tarea pendiente que intentaré hacerla cuanto antes. Al menos a uno le quedó claro, me toca el otro. — confiesa mientras coge el vaso y disfruta un poco de la bebida, hasta que intenta no escupirla cuando escucha lo del "Toy Boy" y la "chacha", siendo aquello sumamente gracioso para ella. — Bueno Queen, descuida... No te obligaré a ello, sólo a la parte sexual. — agrega guiñando un ojo cómplice mientras se queda de costado para contemplar el perfil del vietnamita tras dejar el vaso sobre la mesa. 

— Oyeeeee espera ahí. ¡Quieto que debo desarrollar ese comentario! — exclama sorprendida. — ¿No te has acostado con nadie? Que fieles estamos, a la nada pero fieles en sí. Bueno en mi caso es que no quiero rollos extraños, si voy a tener una noche íntima que sea con la persona que siento confianza y me gusta. No sé... Pese a mis taras, sé que no cualquiera puede hacerlo y nosotros tenemos historia detrás. — confiesa gracias al alcohol. — Somos amigos, confidentes y amantes cuando nos apetece. Tenemos todo Queen. — termina por decir, sonriendo, ahora girando para mirar hacia arriba. 

Sin perder aquella sonrisa que para entonces en sus labios se dibujaba, el vietnamita no pudo evitar soltar aquella carcajada que de entre sus labios se escapaba, no cuando aunque quería a Helena como a una hermana, no podía negar que Mary tenía razón con respecto al fallo genético que su amiga representaba, cuestión que al parecer, y tras encontrarse con los otros, parecía venir adosado con el apellido. - Siempre mantendré que te llevaste lo mejor que Bruce tenía para dar. - Comentó aunque divertido, sin faltar a la razón, y es que si bien era tiempo que con los Wayne no se veía, la forma en la que ambas hermanas habían actuado un par de días atrás, dejaba en evidencia que la inteligencia en momentos de presión, no era algo que se les diesen en lo absoluto siquiera de manera decente, algo que era sumamente jodido para quienes quieren seguir el camino del héroe que más conocido por su fuerza, lo era por su inteligencia. -  Tampoco sería la primera vez Grayson, que ya tenemos recorrido en este tipo de cuestiones. - Apuntó desde complicidad que manifiesta desde hacía años, les permitía hablar de prácticamente todo sin ocultarse bajo el halo del decoro o el recato, sin intentar simular ser quienes se escandalizan, cuando de normal, el escándalo lo montaban ellos dos. Es lo que tenía la confianza, los años compartidos y aquel cariño que compartido desde la juventud, al menos se había mantenido en forma de amistad, siendo en él donde había ocurrido el fallo, aquel error que no tardaría en demasía en, de una forma u otra, corregir. 

Pero sabiendo que ambos venían el mundo desde la misma mirada, que errada o no, era la que el mismo destino se había encargado de ofrecerles, asintió a las palabras de su amiga mientras esa siempre oscura mirada, se posaba en el licor de su copa, intentando ver entre los matices que el hielo iba dejando, aquello que en la vida, era incapaz de ver, de comprender cuando tan claro parecían las cosas para él, sin llegar a comprender cual era la parte que los demás, no llegaban o se negaban a comprender de una realidad que no muestra dos caras, sino una que muy clara, solo permite a los ingenuos engañarse. - Suerte con ello Ojazos, yo te tendré lista la botella y el vaso con hielo. - Le comentó a modo de apoyo ya que, habían cuestiones que si ella quería hacer, debía afrontar en soledad, y sabía que cuando de un amigo se trataba habían cosas que jamás serían sencillas de afrontar y por lo mismo, como siempre, ahí estaría el vietnamita para al menos, quitarle hierro a cualquier situación como siempre había estado, cumpliendo el rol que había decidido por propia decisión, por propia convicción tener en la vida de su ex. 

- Más te vale, que en el contrato de compañeros de piso pone que mi parte del alquiler te la pago en carne, pero nada de tareas domésticas, además sé hacer muchas cosas, pero coger una fregona va a ser que no, aún no le encuentro en botón de encendido a la mierda esa. - Comentó entre risas, siendo solo entonces que su mirada volvió a posarse en los ojos de su amiga. Pero habiendo llegado el momento de aquellas confesiones que jamás pensó que terminaría por dar, soltó una grave pero distendida carcajada ante las palabras de su compañera de piso, y tras acabar su copa de un trago para volver a rellenar tanto la suya como la de ella, asentir con la cabeza, antes de contestar. - Hasta la fecha no he sentido la necesidad de acostarme con nadie más. - Respondió mientras se encogía de hombros, no sabía como explicar lo que jamás se había planteado a sí mismo, pero las palabras Grayson caían en una profunda e inconsciente obviedad, y era que incluso habiéndolo dejado y de alguna u otra manera, seguían actuando como pareja, quizás por la mera costumbre de una relación acabada como tal hacía años, por porque ninguno de los dos se había atrevido a ir un paso más allá con otra persona. - Somos fieles a nosotros mismos Grayson, eso es innegable, pero en los argumentos estoy completamente de acuerdo con lo que dices, siempre nos hemos entendido de puta madre en todos los sentidos ¿Para qué buscar lo que ya se tiene? - Preguntó al beberse la mitad de la copa de golpe. 

— Cuánta razón tienes, igual siempre lo que toca siempre lo terminó por romper. Aún así en ese sentido, siento que me dio la mejor lección que nadie en la vida hizo y es ser totalmente consciente en este mundo. — responde Mary a sabiendas de que toda una historia hay detrás de aquella frase, ya que conociendo un poco a Bruce Wayne, es adentrarse en un mundo plagado de sombras, de traumas y muchas negaciones que lo mantuvieron en una sola senda. Una que quizás le resta la probabilidad de reducir el fallo, aunque no a evitarlo. — Lo sé, Queen. Lo sé. — agrega como segunda respuesta a lo otro, aún contemplando el techo que entre los juegos de las luces y la oscuridad misma, invita a jugar a las adivinanzas con las sombras chinescas que surgen. En parte le ayuda a despejar esa mente caótica que tiene. 

— Mmm, gracias. Veremos que tal sale, no soy buena para esas cosas porque puedo pecar de extrema al completo, pero... Se intentará. — admite en aquella frase una gran verdad, encarar la situación no será nada fácil porque deben verse los caretos continuamente y tampoco quiere arruinar el ambiente de aquella forma. Pero bueno, dentro de ese abanico de posibilidades, Mary intentará pillar el mejor para todos. No le gusta hacer sufrir a la gente, menos por sus propias decisiones, pero tampoco se sacrifica por la labor. Eso lo tiene más que claro. — Serás perezoso, es que esa tarea es compartida con John. ¿No te has dado cuenta de que es nuestra chacha? —  pregunta ya al borde de descojonarse mientras desvía su rostro para contemplar al vietnamita. — Nos aprovechamos de que es hijo de Clarke. jajaja. — agrega ya a las carcajadas. 

Ya luego de un buen rato de descojone vivo sobre el padre de John, al menos Mary sí que se ríe con ganas, regresa la seriedad al ambiente cuando su amigo confiesa aquello. Sin poder evitarlo, su verdosa mirada se posa en esos oscuros ojos buscando leer en ellos la misma verdad que existe en las palabras dichas. Una vez que lo encuentra, niega con la cabeza mientras sonríe. — Si eres tierno en el fondo. — responde para quitar hierro mientras alza la mano, sólo para revolver el cabello de Robert y así bromear un rato. — Ves, en ese punto pese a que te pones serio mal, tienes razón. ¿Sabes que se te achinan más los ojos cuando hablas serio? — bromea e intenta imitar al vietnamita, estirando un poco los ojos de los costados con los dedos, haciendo la mueca de Robert. — ¿Me sale igual? — pregunta, de nuevo muerta de la risa ya incorporándose para beber un poco más y luego tirarse sobre el sillón apoyando la cabeza sobre las piernas de Queen, como si estuviera en su casa. 

Luego de las risas, alguna que otra humorada, Mary se retira de allí junto a Robert hacia el departamento. De momento el exceso de alcohol no es tan notorio y puede lidiar con su estado. Una vez allí, termina cayendo sobre su cama para dormir hasta el otro día, sintiendo que de esta forma es el mejor cierre que le puede dar a todo. Para no pensar, ni enroscarse, ya que nada mejor que un sueño reparador para recargar energías y salir con las decisiones entre sus manos para aplicarlas.