Partida Rol por web

Rosalin levantó la vista hacia el techo, paciente. Después se arregló un poco el cabello pues se acababa de dar cuenta de que lo tenía despeinado y no se movió ni un ápice.

- Vamos, Noah... si lo que tienes es miedo a que te juzgue...- levantó las manos en señal de paz y se atrevió a sonreír ligeramente- ... No lo haré.

Si Noah estaba enterada de todo lo sucedido sobre Albert, ella debía saber que la joven Rosalin sabía todo lo referido a Wingam. O casi todo. Esperó paciente. No pensaba irse de allí así como así.

Y la máscara de Noah se resquebrajó. Sus facciones se contrajeron de forma repentina en una mezcla de culpa, dolor y ansiedad mientras unas lágrimas que debían estar esperando su oportunidad bañaban su rostro, reflejando la luz de las velas. Sin pensarlo se lazó a los brazos de su hermana, que se encontró estrechando el cuerpo tembloroso de Noah, que se estremecía a causa de los sollozos.

- Oh, Rose - sollozó -. Qué he hecho...

Rosalin la abrazó también, acariciándole la cabeza como Albert hacía con ella, imprimiéndole seguridad. No le gustaba ver a Noah quejándose o culpándose. De hecho, allí los únicos culpables para Rosalin eran otros:

- No te culpes. No es culpa tuya que padre y madre no pensasen en tus sentimientos.- comentaba con cordialidad- ¡Es normal, Noah! No te preocupes, ¿de acuerdo? Creo que Wingam será todo un caballero en todo momento y que te protegerá ante cualquier problema. Además nos tienes también a Albert y a mí. Noah... si de verdad le amas... yo te apoyaré en cualquier cosa.

Noah empezó a negar con la cabeza, cada vez con mayor violencia, hasta que se apartó de su hermana entre lágrimas. Era la viva imagen de la desdicha, algo extraño pues su hermana parecía siempre un ejemplo de entereza y fuerza.

- No, no lo entiendes. Yo quiero a mi marido. No le amo como a John pero le quiero, es un gran hombre y sé que me ama y detestaría hacerle daño. Lo que he hecho está mal - dijo con la voz tomada por las lágrimas, dando especial énfasis a la última palabra -. Quiero a dos hombres y no hay una decisión en la que los tres podamos ser felices, ¿entiendes? - sollozó, desconsolada, con las pestañas perladas por las lágrimas -. Nunca podré estar con John. Y nunca podré decirle que el hijo que espero es suyo.

No pudo evitar mostrar la sorpresa en sus facciones. Aquella noticia la había pillado demasiado desprevenida. ¿Acaso aquella no era la primera vez que tenían un encuentro? ¿Cuándo había sido la que provocó tal giro en los acontecimientos?

En el parque aquella noche...

¿Podría ser? No quería saberlo realmente. Las cosas ya estaban siendo demasiado serias como para centrarse precisamente en el cuándo del pasado. Ahora debían centrarse en el presente. Se llevó las manos a la boca.

- ¡Noah...!- se acercó a ella y la abrazó nuevamente con fuerza.- Hay dos opciones, Noah. Dices que quieres a tu marido y lo políticamente correcto sería continuar con él mientras cree que ese hijo es suyo sin que Wingam sepa nada. Pero si de verdad amas a Wingam...- se apartó para mirarla a los ojos- Debes decidir, Noah. ¿Con quién desearías pasar el resto de tu vida? ¿Con quién crees que serías más dichosa?

Noah volvió a revolverse contra su hermana, rechazando el abrazo, pero más que en gesto de enfado era como si no quisiera que tratara de consolarla. Había explotado con Rosalin pero no buscaba su absolución en ella, sólo alguien que escuchara sus penas.

- ¿Has pensado por un momento en lo que estás diciendo, Rosalin? - no había acusación en su voz, sólo una llamada a la reflexión -. Si dejara a mi marido la sociedad en pleno me rechazaría, y eso os salpicaría a toda la familia. Yo misma me vería obligada a trabajar para sobrevivir posiblemente. Pero puede que yo estuviera dispuesta a hacer ese sacrificio - reconoció lentamente antes de añadir -, aunque, ¿cómo podría pedirle eso a mi hijo? Le condenaría al rechazo social. Ya no se trata de John, de Charles o de mí. Desde que cedí ante toda la insistencia de John sabía en mi interior que esto sólo tenía un final pero no quise aceptarlo - dijo con un hilo de voz, triste -. Lo que ha impedido que lo corte ya es la sola idea de volverle a hacer semejante daño.

Rosalin escuchó atenta. ¿Y qué si tenían que trabajar? Podrían mudarse y empezar una nueva vida. Pero sabía que ello para Noah sería demasiado sacrificio. Era cierto que su futuro hijo tendría muchas más oportunidades de prosperar siendo considerado hijo de Charles que de Wingam.

- Está bien- accedió. No había más discusión. Si debía ser así, ella no lo impediría.- Está bien. Dejaremos las cosas como están. Que Albert hable con Wingam si no te sientes capaz. Como si no fuera cosa tuya. O lo haré yo si te parezco de mayor confianza. Lo que no puede ser es que sigáis viéndoos en secreto, Noah. Tarde o temprano podrían pillaros y eso sería mucho peor que confesarlo en estos instantes. Debemos regresar cuanto antes con Charles y que realmente pueda creer que ese hijo es suyo. ¿Estás de acuerdo?

Noah asintió, derrotada, con las últimas lágrimas cayendo por su rostro. No parecía su hermana, joven y hermosa, sino alguien mayor que vestiría con aquel dolor cada día durante el resto de su vida. Como ella había dicho, no había decisión buena y cualquiera acarrearía sufrimiento para Noah.

- Se lo diré yo, Rose. No se merece que se lo diga un mensajero. Se merece seguir adelante...sin mí - había colocado las manos por encima de su abdomen en ademán protector, como si fuera un recordatorio del por qué tomaba aquella decisión. Por quién -. Escojas a quién escojas, John, o Albert, asegúrate de no equivocarte, Rosalin.

Rosalin, que había asentido a todo lo que había dicho su hermana en todo momento, frunció el ceño ante la última frase. No entendía bien a qué se refería Noah.

- ¿Elegir? ¿A quién te refieres? No hay nada que elegir, Noah. Albert y yo nos casaremos, y John se casará con Stevens. ¿A qué ha venido eso?

¿Por qué de pronto había cambiado el rumbo de todo? ¿Acaso no estaban hablando de Noah?

La miró fijamente antes de apartar la mirada y estirarse en la cama, sin quitarse la bata que envolvía su menudo cuerpo. Rosalin se dio cuenta de cuan pálida estaba su hermana.

- Me alegro si tienes claro que te casarás con Albert. Sólo digo que no te arrepientas - suspiró, visiblemente cansada -. Es tarde, Rose, me gustaría dormir o al menos intentarlo.

Aquella era una despedida y su hermana no pudo menos que notar por primera vez, sin el maquillaje, las ojeras que adornaban el rostro de Noah, preguntándose cuantos días debía hacer que no descansaba bien, lo cuál era ahora todavía más importante teniendo en cuenta que esperaba un bebé.

- Estoy segura de ello.

Y era cierto. Nunca antes había estado tan segura de que quería casarse. Albert era todo lo que ella deseaba. Quizás era bastante mayor que ella, pero el amor no tenía edad. Estaba segura de lo que iba a hacer y de hecho estaba deseando. Nada de lo que había ocurrido hasta ahora le había provocado dudar.

- ¿Segura que no quieres que me quede? No haré preguntas. Solo me encargaré de que duermas tranquila. Y además, si necesitas algo, estaré cerca.

¡Qué agotada se la veía! Rosalin jamás había visto a aquella joven mujer tan pálida. Realmente debía de llevar días dándole vueltas a la cabeza. Y no era para menos.

¡Cómo pudieron obligarla a casarse si estaba enamorada de Wingam! ¡Es cruel!

Antes de que dijera la respuesta la vio en su mirada, sabiendo que iba a negarse.

- Quiero estar sola - le pidió.

¿Cómo no comprenderlo? Y sabía que probablemente no dormiría porque al día siguiente tendría que hablar con Wingam, lo cual sería doloroso para ella. En aquel momento era obvio que Noah era inconsolable.

Sin decir ni una palabra más, Rosalin salió de la habitación. Una vez fuera pudo exhibir su preocupación sin problemas. Aquello traería problemas a la larga. Como el niño no se pareciera en nada a Charles, todo se descubriría. La mejor solución era que saliera niña; al menos así habría más posibilidades de fingir. ¿Pero acaso podrían hacerlo Rosalin y Albert en el futuro? ¿Cómo podrían mirar a ese niño sin dedicar una mirada a Wingam cuando estuviera presente?

Suspiró. No quedaba otra que aceptar lo ocurrido y de ver lo que depararía el futuro. Se habría dirigido a la habitación de Albert, pero era tarde y probablemente regresar ahí podría estar muy mal visto. Por tal razón decidió entrar en su habitación, desvestirse e intentar dormir, aunque lo tendría bastante complicado.

Sin embargo el sueño llegó tan rápido como inesperado, posiblemente porque llevaba dos largos e intensos días sin haber dormido más de cuatro horas y el cansancio había hecho más mella en ella que la preocupación. De hecho el sueño en el que se sumió fue tan profundo y reparador que su doncella, que había viajado con ella, tuve que refrescarla con agua helada para lograr despertarla.

No obstante cuando entró por la puerta doble que daba al comedor en el que había sucedido la cena la noche anterior, el aspecto de Rosalin era fresco, aunque no así el de varios de sus ocupantes. Thomas y John Grunner observaban a Albert con evidente aprensión, quien leía un periódico con aparente tranquilidad, aunque se hacían evidentes ciertas señales de tensión en su cuerpo, presentes incluso cuando saludó a Rosalin con una sonrisa y la sempiterna pregunta sobre cómo se encontraba aquella mañana. Ana se sentaba entre su madre y John, intentando atraer la atención de éste. Wingam, por su parte, parecía ligeramente preocupado, y Rosalin no tardó en averiguar el motivo subyacente. Su hermana no estaba.

La tensión llegó de inmediato al cuerpo de Rosalin. ¿Dónde estaba Noah? Su mente la instaba a tranquilizarse pues posiblemente se había quedado dormida tras tantas vueltas que le habría dado a su problema durante la noche, pero por otro lado Rosalin tenía un mal presentimiento. ¿Qué estaba ocurriendo?

Terminó por levantarse sin previo aviso, pues no aguantaba más la intriga de saber por qué Noah tardaba tanto.

- Disculpad.

Sin dar mayor excusa comenzó a caminar con pasos rápidos hacia el piso superior. Conforme daba un paso más nerviosa se ponía.

¡Noah...! Espero que no hayas hecho ninguna locura...

Cuando estuvo segura de que nadie podía verla echó a correr apresuradamente, dejándose llevar por el pánico.

Apenas reparó en las miradas incrédulas de los demás ocupantes de la mesa y sin embargo sí escuchó el arrastrar de una silla cuando ella ya cruzaba la puerta y los pasos apresurados que la seguían. Albert. O eso pensaba pues cuando por fin se detuvo, resollando, ante la puerta de Noah, el que estaba a su lado era John Wingam con expresión alarmada, posiblemente preocupado al darse cuenta de que Rosalin no sabía nada de su hermana.

No se detuvo en mirarla, simplemente golpeó la puerta con impaciencia, una vez, otra, otra. No dejaba de llamar, repitiendo su nombre una y otra vez. Otros pasos se acercaban por el pasillo cuando la puerta se abrió, mostrando a la doncella de su hermana con una expresión adusta que no terminaba de ocultar cierta angustia en su mirada.

- La señora necesita descansar, no se encuentra bien.

A través de la puerta entreabierta escucharon un gemido entrecortado seguido por el inconfundible sonido de alguien vomitando, en el preciso instante en el que Albert se había unido a ellos.

La apresurada doncella no se molestó en esperar respuesta ni en cerrar la puerta, se precipitó hacia el interior para socorrer a su señora.

Náuseas mañaneras. Era de esperar por supuesto, pero ello no dejaba de preocupar a Rosalin. Se fijó en Wingam y su expresión. No podía dejar que entrara y viera a su hermana en aquel estado.

- Yo me encargo.- Le dijo a Wingam- En cuanto esté dispuesta no dudéis que os avisaré.

Y sin más, ignorando los consejos de la doncella y dejando a John ahí, se adentró en la habitación cerrando la puerta tras de sí.

- ¿Noah? ¿Náuseas normales o te ocurre algo más?

John no hizo ningún caso a la "amable" indirecta de Rosalin que sugería que era momento de quedarse tras la puerta. La abrió inmediatamente después para encontrarse con la misma escena que había dejado callada a la joven tras pronunciar aquellas palabras.

Noah presentaba un aspecto horrible. Sus ojeras se habían incrementado y su piel se veía macilenta. Por primera vez Rosalin se fijó en lo que el maquillaje y la ropa habían ocultado hasta aquel momento: la exagerada delgadez de su cuerpo. Otro gemido y un nuevo vómito hicieron que ni siquiera Albert permaneciera fuera de aquella estancia, sumándose a la expresión de horror de todos los presentes.

Un lloriqueo por parte de Noah fue suficiente como para hacer reaccionar a John, que se apresuró hacia ella y la ayudó a inclinarse hacia adelante, quien, presa de las arcadas, volvió a escupir la poca bilis que constituía todo el contenido de su estómago.

- Noah, Noah... - los ojos de John estaba desorbitados en una expresión de pánico mientras le enjugaba el sudor de la frente.

Por su parte Albert parecía estar experimentando una visión demasiado real, sus ojos abiertos de terror y totalmente paralizado, atisbando sin duda en su pasado, tal vez en una imagen demasiado similar. Parecía demasiado aturdido como para reaccionar.

Se quedó totalmente congelada, con el corazón en un puño. ¡Noah estaba ante ella con un aspecto terrible! Rosalin no dudó en llegar hasta ella, arrodillarse al lado de su cama y tocarle la frente. Miró de inmediato a Albert.

- Albert. Debe venir un médico de inmediato. Llámalo, por favor.

Dejaba hueco a Wingam para que ambos estuvieran a su lado, pero se apartó al momento para acercarse nuevamente a su prometido, que tenía que reaccionar cuanto antes.

- Está embarazada, Albert. Tienen que atenderla cuanto antes. Ve. Yo no me moveré de aquí.

Tenía fiebre. Debería haber sospechado ayer que Noah no se hubiera puesto a llorar así porque sí. Posiblemente había llevado a su cuerpo a un punto de agotamiento físico y mental en el peor momento posible, cuando una nueva vida tomaba de ella todas las energías restantes.

Por suerte, Albert pareció reaccionar ante las palabras de Rosalin, asintiendo con fuerza.

- Un médico. Sí. Un médico.

No parecía demasiado capaz de mediar otra palabra que no fuera aquellas frases cortas así que sin más, salió de la estancia. Tampoco Rosalin tuvo demasiado tiempo para pensar en aquello puesto que su hermana volvió a temblar y con violencia mientras un nuevo acceso de vómito la atacaba, y John hacía lo que podía por apartarle el cabello del rostro sin dejar de abrazarla.

Media hora más tarde llegaba el médico en compañía de John Grunner, sin que hubiera rastro de Albert. De los presentes sólo quedó Rosalin, pues ni siquiera podía decirse que Noah estuviera del todo consciente, para el examen del médico.

- Me temo, señorita Mirror, que hay poco que yo pueda hacer - señaló de forma concisa -. Podría tratar de darle medicinas pero parece que su cuerpo rechaza todo lo que toma y otras cosas podrían ser demasiado fuertes para el bebé en esta etapa tan primeriza. Tienen que tomar la decisión ustedes. Es una mujer joven y podrá tener muchos otros niños en adelante, pero no hay garantía de que su cuerpo consiga vencer el mal que la aqueja sin ayuda médica. Necesita alimento.

Se hizo el silencio entre Rosalin y el doctor, un silencio conmocionado y tenso que se rompió sólo por la débil voz de Noah:

- Mi bebé...no...