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Taller de Harboiled: Era Victoriana

Historia

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26/05/2020, 20:00
Mr. Sandman

El periodo conocido como la época victoriana de Inglaterra (en relación al gobierno de la reina Victoria entre 1837 y 1901), fue un tiempo en el que la sociedad inglesa ensalzaba por un lado valores como el esfuerzo, la dedicación al trabajo, la moral religiosa y un estricto modo de vida, creando una imagen de sociedad respetable, organizada y sobre todo, temerosa de Dios. Bien pudiera pensarse que se trató de un periodo histórico de virtud, pero tras esta idílica estampa se producían verdaderas barbaridades, siempre ocultas para no empañar la respetabilidad de los ciudadanos ingleses.

Está época marcó la cúspide de su Revolución Industrial y del Imperio británico.

Algunos académicos anticipan el comienzo del período, caracterizado por los profundos cambios ocurridos en las sensibilidades culturales y en las preocupaciones políticas, a la promulgación del Acta de Reforma de 1832. Históricamente, esta etapa fue precedida por la Regencia y continuada por el período eduardiano.

La reina Victoria, con 64 años en el trono, tuvo el reinado más largo hasta entonces en la historia de los monarcas británicos y los cambios culturales, políticos, económicos, industriales y científicos que tuvieron lugar durante su reinado fueron extraordinarios. Cuando Victoria ascendió al trono, Inglaterra era esencialmente agraria y rural; a su muerte, el país se encontraba altamente industrializado y la mayoría de su territorio ya estaba conectado por una red ferroviaria que seguía expandiéndose. La transición no fue suave. Las primeras décadas del reinado de Victoria fueron testigos de varias epidemias (especial gravedad revistieron las de tifus y cólera), serios problemas en la producción y distribución de alimentos básicos y los consecuentes colapsos económicos. También se produjeron disturbios sociales causados por la inequidad de la configuración del derecho de sufragio y en protesta por la derogación de las leyes agrícolas (Corn Laws),1​ aprobadas durante las guerras napoleónicas.

Los principales promotores de las costumbres sobrias y sobre todo discretas, fueron los integrantes de la clase media, quienes tomaron como objetivo la prosperidad en el terreno económico. En la cúspide de esta sociedad, la clase alta mantenía vivos los antiguos valores sociales de otras épocas, y durante ésta época se produjo también un acercamiento entre nobleza y clase alta. Ahora resultaba posible la consecución de títulos nobiliarios a cambio de dinero o posesiones, así como emparentarse con nobles si uno poseía el suficiente patrimonio.

Mientras tanto, la clase media también comenzaba a adoptar las costumbres victorianas de discreción, austeridad, moral religiosa y sobre todo una actitud política conservadora.

Para la clase baja, las cosas eran bien distintas, salvo en el caso quizá de los artesanos con mayor prestigio, quienes aún podían permitirse cierto grado de holgura, llegando incluso a poder formar gremios y asociaciones (prototipos de lo que luego serían los sindicatos).

Los proletarios, cada vez más numerosos debido a la industrialización, se veían obligados a pasar muchas necesidades, teniendo que vivir en los barrios obreros (slums) creados en las cercanías de fábricas y factorías, y viviendo cada vez más hacinados. La escasez de higiene tuvo como resultado la propagación de numerosas enfermedades, empeoradas por la falta de una alimentación suficiente y las pésimas condiciones en que debían vivir.

En el caso de las mujeres, las jóvenes que tenían suerte conseguían trabajo como sirvientas domésticas de las clases más altas, llegando a duplicarse el número de personas que ejercían este oficio a finales del siglo XIX. Otra de las expectativas laborales de las mujeres estaba en el magisterio, trabajando como profesoras e institutrices.

La cultura se vio ligeramente favorecida durante esta época, al menos entre las clases media y alta, siendo fundados numerosos colegios y universidades (como por ejemplo la Universidad de Manchester que fue fundada en el año 1851). Aunque es cierto que se produjo un cierto esfuerzo por la alfabetización de la población, lo cual siempre es positivo.

Las investigaciones de Charles Lyell y Charles Darwin comenzaron a cuestionar siglos de suposiciones sobre el hombre y el mundo, sobre la ciencia y la historia, y, finalmente, sobre la religión y la filosofía. A medida que el país crecía, cada vez más conectado mediante la expansiva red de ferrocarril, las pequeñas comunidades, antes aisladas, quedaron expuestas y economías enteras se trasladaron a las ciudades, ahora más accesibles.

El período medio victoriano también fue testigo de significativos cambios sociales, como el renacimiento de la doctrina evangélica, al mismo tiempo que una serie de cambios legales en los derechos de la mujer. Aunque carecían del derecho al sufragio durante la Época Victoriana, ganaron el derecho a la propiedad después del matrimonio a través del Acta de Propiedad de las Mujeres Casadas, el derecho a divorciarse y el derecho a pelear por la custodia de sus hijos tras separarse de sus maridos.

 

Suele dividirse a la época victoriana en tres etapas:

Victorianismo temprano (1837-1851). El ascenso al trono de la reina Victoria contempla la fase de asentamiento de la sociedad nacida tras la Revolución Industrial.

Victorianismo medio (1851-1873). La Gran Exposición celebrada en el Crystal Palace de Londres se considera el inicio de un largo período de estabilidad interna propiciado por la hegemonía que obtuvo el Reino Unido al ser el primer estado que culminó con éxito el proceso industrializador característico de este siglo en Occidente.

Victorianismo tardío (1873-1901). Se agudizan los problemas con Irlanda y las colonias al mismo tiempo que se radicaliza el movimiento obrero y sindical.