Partida Rol por web

Buenas. Vamos con una descripción física de un retrato.

Fecha de comienzo: domingo 3 de abril

Fecha de final: domingo 10 de abril

Instrucciones. 

Cada participante debe describir la foto de retrato que haya dejado el participante inmediatamente anterior. En la descripción debe usarse sólo términos que se refieran al físico, nada que hable de la historia del retratado o de sus posibles pensamiento. Es más difícil de lo que parece. 

Con la descripción debéis dejar enlazada una imagen para que describa el siguiente participante. Recordad que para insertar imágenes en el BBCODE si ponéis [IMG] ruta de la imagen [/IMG] ya os la enlaza. En el CKEditor podéis darle al botón de imagen y poner la ruta donde la pide.

Cuando os vayáis a hacer cargo de una descripción poned el mensaje [ESCRIBIENDO] hasta que la subáis para evitar que otro participante 'os pise' y la suba antes. 

Edito las normas: Se puede tener el ejercicio en [ESCRIBIENDO] un máximo de 30 minutos. Pasado ese tiempo cualquiera que llegue y vea que no se ha subido una descripción puede 'colarse' y subir la suya, quedando anulado el que lo hubiera dejado 'bloqueado'.

Primer retrato

Para que podáis empezar dejo yo el primer retrato. ¡A por él!

Foto obtenida de Pixabay (Licencia CC).
https://pixabay.com/photo-836151/

Descripción

Un hombre de raza blanca de unos 60 años de edad y aspecto respetable nos observa casi de frente con un rostro sereno y marcado por las arrugas. Sus ojos son grises y tienen algunas manchas que enturbian un poco la mirada. Están enmarcados por bolsas, patas de gallo y unas cejas pobladas y canosas. El entrecejo muestra una serie de pequeñas arrugas verticales que le dan la apariencia de estar fruncido permanentemente.

La frente es amplia y se continúa en una calva que abarca la mitad anterior de la cabeza, mientras que en la mitad posterior se observa un pelo cano que en su día debió de ser rubio a juzgar por los restos de coloración. El peinado es clásico, con raya a la izquierda. Las orejas, pequeñas, apenas sobresalen.

Su piel es rosada y flácida, y unos profundos surcos marcan un mentón cuadrado y unas mejillas carnosas. Estas flanquean unos labios finos y, aunque el hombre permanece serio, el conjunto da la sensación de que sonríe ligeramente. Un pliegue le cuelga de la papada. La nariz es ancha, redondeada y tiene una pequeña verruga. Múltiples manchas causadas por la edad, granitos y pequeñas cicatrices salpican todo el rostro, especialmente en la zona de la calva.

Viste una corbata azul con motivos vegetales sobre una camisa de color lila pálido que cubre con una chaqueta de forro polar verde oscuro.

Siguiente retrato

Foto obtenida de Pixabay (Licencia CC).

https://pixabay.com/photo-18762/

Tenéis ante vuestros ojos la misma imagen de la niñez.

Un niño, o quizás una niña, de brillantes ojos verdes os observa con una sonrisa en sus labios. Su piel, tersa, todavía inmune a las marcas de la edad, brilla resaltando los rasgos alegres, casi picaros, que se transmiten en el verde esmeralda de su mirada.

Sus cejas y pestañas, naturales, presentan el mismo tono caoba de su cabello que ha sido cortado en aras de la comodidad, sin que se requiera utilizar un peine para que mejorar la forma del rostro. Este, redondeado, acaba en un mentón suave, delicado y amable, que enmarca la felicidad que emana de los ojos.

La candidez de la niñez que se dibuja en su sonrisa, se adorna con los auriculares que tapan sus orejas, con un micrófono incorporado, cuya vincha aplasta el cabello y, a su vez, lo eleva en un curioso efecto "punk".

Sus labios, apenas rosados, que permanecen cerrados, sin revelar la brillantez de sus dientes y junto con su nariz, pequeña y delicada, forman un triangulo con las comisuras de su boca, dotando a su sonrisa de un candor infantil, que no deja de ser tan alegre y despreocupada como la que se desprende de su mirada.

Unos mechones caoba que se deslizan y caen como el chocolate de una fondue enmarcan el rostro limpio de poros e imperfecciones, ese rostro almendrado que se acomoda en los límites de la belleza masculina, rozando la femenina con la yema de un dedo.
Su mirada, también almendrada y penetrante muestra la terrible calma del mar. Aparentemente inmóvil e inocuo, pero con fuerza para engullir barcos enteros.
Lo ideal sería deslizarse por su nariz suavemente, ya que no encontraríamos granos ni poros que nos entorpeciesen en la caída, cual tobogán de parque acuático, cuyo final no es la piscina, sino un cálido rebotar sobre los rosados labios carnosos. Labios donde nos podríamos recostar a echar la siesta, sin preocuparnos de si la poderosa mirada nos engulle, o nos deja seguir nuestra travesía.
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Siguiente foto. (Pixabay..CC)

La imagen presenta a un bebe o un niño muy pequeño, de no más de un año. Con el cabello ensortijado de color claro, castaño o rubio, en apariencia recien lavado. El rostro es amplio y despejado, tanto que, al carecer de cejas, su enorme frente que parece ocupar la mitad de la cara aunque, en conjunto, queda bien proporcionada y resulta agradable a la vista.

Las orejas estan pegadas a la cabeza, asomando muy poquito, mientras que los lobulos parece estar unidos a la mandibula, de modo que no se aprecian.

Pero, si algo llama la atención, son sus ojos. Si bien parece adormilado, hay algo indefinible en esos ojos brillantes, de color gris estrellado, hermosamente infinitos.

Las mejillas redondeadas y regordetas acaban en una mandibula afilada, que anuncia una caracteristica muestra de determinación para dentros de unos años, mientras que la boca entreabierta, parece estar a punto de estallar en carcajadas.

Una fotografía de retrato en primer plano en blanco y negro, presenta a una mujer joven y atractiva.

Rostro redondeado, muestra unos rasgos suaves y tiernos a excepción de su mirada, la cual es afilada y estrecha. Sus ojos oscuros miran de forma fija e intensa, con cierta sensualidad, se suma a sus labios ligeramente entreabiertos en una media sonrisa, como si quisiera decir algo tan intenso como su mirada apunto de sonreír ampliamente.

Su nariz es corta, y algo ancha en la punta que hace dudar de la edad de la muchacha ya que podría aparentar desde la adolescencia hasta la juventud. Un pequeño lunar adorna la zona izquierda-medio del tabique te distrae brevemente.

Su pelo oscuro, ondulante y espeso se mueve con el viento y oculta parte de su rostro incentivando ese erotismo, ya que algunos mechones caen por encima del pecho, abriendo camino a la mirada del espectador hacia la zona del escote que muestra la piel del comienzo de sus senos firmes, por encima de la ropa negra que oculta el resto de su cuerpo.

Foto obtenida de Pixbay bajo licencia CC

Es el rostro de un "hipster" en toda regla. Pelo corto, más rebajado por los lados para que el mayor volumen se concentre en la parte alta, la cual se encuentra ligeramente despeinada, de modo premeditado, para causar una sensación simultánea de "look" casual pero cuidado.

Barba de perilla larga e hirusta. Algo excesivamente larga y mal recortada, la cual cubre la garganta tapando incluso la nuez.

A parte del mencionado "look", el modelo posee unas orejas pequeñas, terminadas en punta en su parte alta y algo anguladas hacia atrás. Su nariz es ancha y poderosa, lo cual le confiere un mayor aspecto varonil. Sus ojos son hermosamente rasgados, que junto a su expresión calma, transmiten serenidad y naturalidad, a la par que un leve misterio que algunos o algunas quizás se sientan tentados a tratar de descubrir. Las arrugas que se forman en su frente denotan que ya ha entrado de lleno en la treintena.

En conjunto resulta un rostro agradable, aunque no hermoso, pero sí interesante. Adornado con un "look" convenientemente a la moda.

https://pixabay.com/photo-1289310/

Foto obtenida de Pixbay bajo licencia CC

Azul. Infancia, inocencia, ojos azul cielo, ojos de manantial claro, de laguna.

Rosa, en las mejillas, en los labios, más infancia, más inocencia. Turgente, piel de niña, o de niño, piel de nieve sin frío.

Blanco.

Varón blanco, de edad muy avanzada, unos 70 o tal vez más. Rostro alargado difícil de catalogar, porque una barba gris, algo dejada, tapa su región inferior, y un gorro, probablemente de lana, de color verde oscuro con finas rayas negras, y la capucha gris de una sudadera tapan su frente, la región superior de su cabeza, una oreja y gran parte de la otra, y el pómulo izquierdo.

La piel, de color casi lechoso, está atravesada por muchas arrugas y algunas irregularidades en forma de lunares y marcas de alguna posible herida. Los ojos, bastante hundidos, tienen grande el iris azul en contraposición con unas pupilas bastante contraídas por la luz. Están enmarcados en unos párpados en los que apenas se notan las pestañas, que deben ser cortas o muy pálidas, a juego, tal vez, con las tupidas cejas grises que enmarcan el borde óseo de la frente, sobre las cuencas oculares y hasta el mismo entrecejo, que parece ligeramente fruncido aunque pudieran ser meras arrugas. La nariz es prominente y algo bulbosa y de su extremo inferior se extienden hacia los lados, rodeando a la boca, dos pronunciados surcos sobre los que se pliega la piel.

El hombre está encorvado y tiene la barbilla apoyada en su mano izquierda, igual de arrugada y pálida que su rostro, en la que destacan unos cuantos vasos sanguíneos que cruzan el dorso. En los dedos, doblados hacia el pómulo izquierdo, se aprecian unas uñas bien cortadas y muy limpias.

Viste ropa nueva y en buen estado, sin hilos que cuelguen de las costuras, sin manchas ni roturas; y con los bordes de la manga de la sudadera sin apenas desgaste.

Aunque en un primer momento le había tomado por un hombre, en realidad se trataba de una mujer negra muy joven. Probablemente la confusión venía de su peinado; aquellas trenzas eran tan cortas y estaban tan apretadas que daban una apariencia de rapado. Esto, unido a su extraño tocado encarnado, a juego con su ropa tradicional, le daba un aire ligeramente masculino que sin embargo, no restaba belleza a su rostro.

La mujer sonreía nerviosa, mostrando unos dientes tan blancos que solo parecían posibles en una persona de su raza o en los anuncios de clínicas de blanqueamiento dental. Sin embargo, los oscuros y pequeños ojos no acompañaban a la boca en la sonrisa. Su mirada expresaba preocupación y, aunque sus prominentes pómulos ayudasen a enmascarar aquel sentimiento, no lo lograban del todo.

Imágen: http://www.publicdomainpictures.net/

Me gustaría empezar hablando de sus ojos, negros y tan profundos que bien podrían ocultar el secreto mejor juardado. Por desgracia, como humano que soy tengo la mala costumbre de fijarme en los defectos y por tanto, se me haría imposible hablar de nuestro personaje sin hacer referencia a lo más obvio de su apariencia: Una trisomía del par 21 que lo condenaba a cargar un extra de equipaje. 

Sobre el resto de su aspecto hay poco que añadir, heredó los rasgos típicos de cualquiera que padezca sindrome de down: Rasgos redondeados en su mayoría, como si Dios hubiese decretado un Edicto contra las lineas rectas el día de su creación. Lo injusto de su figura mil veces repetida me hacía corprender el detalle más destacable que, por ser tan obvio y ser tal la facilidad con la que uno debería haberlo visto, pasé totalmente por alto. Aquella sonrisa diagonal, similar a la de un anciano que recuerda tiempos mejores. Si, sin duda alguna me encontraba frente a un secreto maravilloso.

Como la imagen de Ackeluke no se ve pongo yo otra para no detener el ejercicio.

En el retrato vemos a un chico joven, no llegará a los treinta años de edad. Viste de manera casual, con una chaqueta de un tono gris oscuro, como el del asfalto desgastado de una carretera por la que han pasado muchos coches, con una capucha de cuyos extremos cuelgan, enmarcados por sendos aros blancos probablemente de plástico o un material similar, un par de cordones del mismo color que el de la chaqueta que permiten ajustarla a la medida deseada. La ventana en uve que forma  la cremallera abierta permite entrever una camiseta negra con algo escrito en unas letras de color verde fosforito, cuyo mensaje la imagen no permite adivinar.

Lo más característico de su rostro es la gran sonrisa que ocupa casi la mitad de su cara, tan grande que muestra prácticamente la totalidad de sus dientes e incluso parte de sus encías superiores, todo ello enmarcado por unos finos labios de color rosa claro. Tras sus negras y rectangulares gafas de pasta, que descansan sobre su aguileña nariz, nos observan unos ojos marrones de aspecto cansado,  a los que rodean ojeras que no hacen sino acentuar esa sensación de ligero agotamiento.

Sus cejas, pobladas únicamente en la parte más cercana a la nariz, sirven de base a una amplia frente que culmina en un techo poco frondoso de pelo corto y marrón.  Su rostro de rasgos afilados termina en una barbilla en la que observamos un intento de perilla consistente en unos pocos pelos distribuidos en círculo alrededor de ella, que tratan de escalar por el costado de su cara hasta acercarse ligeramente a su fina patilla, cuya longitud no va más allá del lóbulo de sus redondeadas orejas. 

Dos chicas, una pelirroja de labios delgados, ojos claros y cejas despobladas  como es relativamente común en las personas de tés blanca, su cabello parece fusionarse con el adorno en su cabeza  que resulta ser un amasijo de plumas. En su boca se puede ver el labial de color negro que resalta por encima de su piel y parece hacerse uno con el tatuaje tribal de su mentón. Sus mejillas están llenas de pecas que parecen ir de un lado a otro de su cara y cubren toda su nariz redondeada y parecen extenderse hasta su frente, pues en medio del fuerte reflejo del sol en ella, se alcanza a percibir el cambio de tono que estas producen.

De sus vestiduras es poco lo que se puede decir, pues parece estar envuelta con la misma túnica que cubre a la otra chica pero que además parece colgar del cuello de ambas como si de una pancarta se tratara; aun así, se hace evidente que no es así al mirar con un poco más de detalle sobre la tira que baja desde el lado izquierdo de su cuello y que se pierde tras la figura de la otra chica.

Colgando de su cuello se puede ver un collar que parece estar adornado con lo que parece ser un diente o talvez un colmillo de algún animal. Muy a pesar de que la chica parece procedente de Irlanda, toda la escena parece recordarnos a los ancestros africanos y sus antiguas costumbres al maquillarse y al vestirse.

Un único ojo alza la vista de su taza blanca, de diseño sobrio. Un ojo negro, enmarcado por los surcos de la edad en la piel trigueña, bajo unas pobladas cejas que acentúan la expresión inquisitiva tras el cristal de sus gafas. Un enroscado turbante verde corona su cabeza y cae sinuosamente por su cuello hasta su pecho, como una serpiente de seda. En contraste, una espesa pero cuidada barba puebla su rostro, con unas cuantas canas que destacan entre el pelo azabache.

Lleva una sencilla chaqueta negra, nada fuera de lo común, y lo que parece una fina correa de algún tipo de bolsa cruza su cuerpo. Excepto el turbante, su ropa no destaca por su colorido. Su atuendo es parco pero, en cierto modo, elegante.

Llama la atención una llamativa piedra roja engarzada en el único anillo que decora su mano. Un óvalo escarlata en el que me veo reflejado, al otro lado de la mesa. Junto con su tocado y su barba, aporta un aura exótica a todo el conjunto y lo descontextualiza, como si hubiese salido de un cuento de Las Mil y Una Noches para compartir una bebida conmigo...

Ocultos sus hombros en la ternura de la infancia se le adivina un vestidito de damita de honor con sencillos motivos vegetales.

Es una niñita muy blanca, muy blanca. Rosa y blanca, como los floripondios que coronan su rubia cabellera.

Ojos azules, tirando a gris traslúcido, grandes, de niña. Que miran y no miran al mismo tiempo. Frente que algún día será prominente, cejas agudas y finitas, boca pequeña, nariz de gatito.

Hombre, de altura promedio, bastante pasado de peso y contextura media, de cara rechoncha y cachetes caídos. Posee orejas bastante grandes que sobresalen a primera vista.

Es algo corto de vista, usa lentes de marco redondo, a la más típica vieja usanza y cubre parte de su calvicie con un sombrero al estilo de los años 30. Aún se deja largas patillas como para refrendar que posee cabello.

Va siempre bien vestido, aunque en tono algo informal, con camisa de cuello corto, sueter y una corbata minimamente desabrochada.

Tiene la manía de andar siempre de campera negra, para contrarestar un poco su exceso de peso y lleva las manos en los bolsillos permanentemente. 

Me di la vuelta y era un tipo de unos treinta y debía pesar doscientos kilos. Puede que más. No se. Joder. Era un montón de carne. Llevaba una gorra de no se qué equipo de baseball de los ochenta y unas gafas de ver y tenía un bigote pequeño a juego con una boca pequeña y ojos también pequeños… Todo pequeño entre tanta carne flácida metida en la papada, en los brazos y formando desagradables formas pectorales bajo una camiseta fluorescente del tamaño de una carpa de circo de dos pistas en las que se leia “I BEAT ANOREXIA” en enormes letras negras.

Me llamo John dijo y olía a enchilada, sudor, casa portátil, quizás una de esas roulotte, perfil falso de Facebook, y una carpeta de favoritos llena de de  nombres como Jenna, Grace o Audrey y cosas como hard, ebony o milf.