Casa de los Avery-Simone

Diana vive con su madre en una casa de un barrio residencial de clase media. Se trata de una casa alquilada de dos plantas con garaje, ático y un pequeño jardín trasero.)

Planta baja

En esta planta se encuentra unido en un solo espacio el salón, la cocina y el comedor. A la derecha se encuentra la cocina y la mesa de comedor, y en la parte izquierda el salón, con varios sofás, la televisión, chimenea y el acceso al jardín trasero. Además en esta planta hay una alacena, un par de armarios, y un amplio aseo.

Primera planta

En esta planta se encuentran los distintos dormitorios y el acceso al ático. El dormitorio principal, con una gran cama de matrimonio, es ocupada por la madre de Diana; cuarto que cuenta con baño propio. Los otros dos dormitorios comparten un baño común, y Diana ocupa la mayor de las habitaciones, utilizándose la otra para guardar algunas cajas que aún no han vaciado tras la mudanza.

El cuarto de Diana es la parte más importante de la casa para ella, su templo, y es que en él cuenta con todo lo que le gusta. Nada más entrar, a la derecha, tiene su zona para jugar a la consola y ver películas y series. Más adelante tiene algunas estanterías y en frente un escritorio donde dibuja y estudia, además de la cama. Al otro lado, a la izquierda, ha reconvertido lo que sería la zona del vestidor para situar allí sus ordenadores, donde programa, dibuja y juega entre otras cosas. Junto a este tiene el acceso al baño y algunos armarios. Por toda la habitación tiene distintos pósters, figuras y otros objetos de colección.

Diana vive con su madre, Martha Simone, pero esta pasa mucho tiempo fuera de casa; ya que tiene que atender su negocio, que aún está despegando.

Martha Simone

Martha tiene 42 años, y hace tan sólo algunos meses que se quedó viuda, después de que su marido falleciera como consecuencia de un cáncer. Trabajaba como cocinera en un restaurante y ahora ha decidido abrir su propio negocio con el dinero recibido por el seguro de vida de su esposo. Es una mujer agradable y simpática y se lleva bien con su hija, aunque esta siempre ha conectado mucho más con su padre. Choca con Diana en le insiste en que salga más con sus amigos y cuide un poco más su aspecto.

Viernes, 17 de septiembre

Minutos más tarde, llegáis a casa de Diana. Revok se detiene tras el coche de Jay y mira el exterior de la casa, tratando así de quedarse con el lugar por si le tocase ejercer de chofer nuevamente.

Mel le da un abrazo y las gracias y baja más contenta y tranquila de como salió del Simone's, colocando su mochila en la espalda al descender del vehículo. Revok se quedó esperando fuera, hasta que os vió entrar en la casa y cerrar la puerta, momento en el cual arrancó el coche y regresó a la biblioteca, la cual permanecía cerrada en su ausencia.

Finalmente, habíamos logrado sacar a Mel de aquel estúpido atolladero en que nos habíamos visto atrapados por lo que parecía simple inconsciencia de Leo. Sacarla del Simone's parecía haberla calmado, y con la complicidad y cariño de Diana, primero, y la protección que le brindó Revok, después, estaba seguro de que se sentiría ya mucho mejor.

En ambos coches, nos dirigimos a casa de Diana. No pude evitar rememorar aquel plan que habíamos hecho el día anterior, y que nos veíamos obligados a cancelar. Posponer, más bien, o eso me dije. Proyector y piscina, podíamos hacerlo otro día, cuando estuviésemos de mejor humor y sin otros quehaceres.

Detuve el coche frente a la casa. No me molesté en coger mis cosas, pues tendría que llevarlas luego a casa. O quizás no, se quedarían en el coche hasta el día siguiente. Bajé y rodeé el vehículo para abrirle la puerta a Diana, que se entretenía cogiendo sus cosas antes de salir. Con un gesto y una sonrisa, le pedí que me dejase llevarle la mochila y, cuando cerré el coche y nos dirigimos a la acera, la abracé por la espalda.

¿Sabes? Algún día deberíamos tener una cita de esas "normales". Cenar, ir al cine, compartir un batido... Todo ese rollo. -Propuse, evidentemente bromeando, y le di un beso en la mejilla- Cuando te pida que salgas conmigo, ¿te parece?

Reí ligeramente, liberándola de mi abrazo pero rodeando sus hombros con uno de mis brazos. Entonces, cuando me miró, le di un rápido beso en los labios, tras el que me ruboricé un poco. Después de todo, Mel y Revok podían vernos. Hice un gesto a Mel cuando salía del coche para que se acercase sin miedo, no fuera que le diese corte o algo. También saludé a Revok con la mano, aunque más bien era una despedida, una forma de agradecerle la forma en que se preocupaba por Mel, y una forma de asegurarle que nosotros nos encargábamos en adelante.

Vamos, chicas. Hoy cocino yo. -Aseguré- Algo improvisaré con lo que haya, ¡y luego friego! Mi maestra de cocina siempre decía que el trabajo de un cocinero no termina hasta que la cocina queda como antes de empezar... -Bromeé alzando el índice de mi mano libre, dejando que las chicas pasaran primero al interior.

Habíamos conseguido al fin dirigirnos a mi casa y sólo esperaba que Mel estuviera más tranquila y todo aquel entuerto se solucionara. Bastante teníamos con lidiar con Fred y su banda como para que se uniera más gente al grupo de los indeseables. Realmente Leonard parecía haber cometido un grave error más que otra cosa, pero esperaba que fuera lo suficientemente convincente como para que mi amiga le perdonara y no se sintiera incómoda en su presencia.

Al llegar frente a mi casa y aparcar, Jayden me abrió la puerta del coche mientras recogía mis cosas, tan gentilmente como siempre. Siempre… En realidad no hacía tanto que lo conocía, pero me había demostrado ya en más de una ocasión el tipo de chico que era.

El tipo de chico que me gusta.

Me ruboricé con mi propio pensamiento, justo cuando iba a mirarle, pero me vi sorprendida por la espalda. Su abrazo hizo que me sonrojara aún más, mientras me hablaba a modo de broma sobre tener una típica cita, antes de darme un beso y recordarme que aún no me había pedido salir conmigo. Sonreí con su broma, mientras él reía y me soltaba para pasar su brazo por mis hombros.

Iba a responderle cuando mis labios se toparon con los suyos, una breve pero dulce beso que me dejó aún unos segundos más en silencio, observando cómo ya no era yo la única con sus mejillas sonrojadas.

- Cuando me pidas salir… ¿Eh? No tardes mucho, a ver si alguien se te va a adelantar... – bromeé en voz baja mientras Jayden hacía gestos a Mel para que se acercara, sacándole la lengua cuando me miró.

Me despedí yo también del señor Revok con la mano, dirigiéndonos los tres a la puerta de mi casa cuando nos reunimos. Jayden nos dejó pasar por delante, ofreciéndose a cocinar y bromeando con sus clases de cocina.

- Ya veremos quién friega, hoy no eres el anfitrión, mucho que te vamos a dejar cocinar, ¿Eh, Mel? – miré a mi amiga, sonriendo. – El frigorífico estará lleno seguro, eso no será problema.

Saqué las llaves y abrí la puerta, dejándoles pasar por delante de mí.

- Aquí tenéis el salón y allí está la cocina. – les indiqué, cerrando la puerta y adelantándome para mostrarles el lugar. – También tenéis un baño en aquella puerta. – añadí. – Quizás deberíamos ponernos con la comida para que no se nos haga tarde, si queréis luego os enseño el resto de la casa. – les dije dirigiéndome hacia la cocina, animándoles a seguirme. – Como si estuvierais en vuestra casa, libre acceso al frigorífico. – les saqué la lengua, buscando después algunos vasos. - ¿Mel, qué quieres beber? – le pregunté, intuyendo que dada su timidez le costaría coger nada del frigorífico a pesar de habérselo ofrecido. – Jayden que se sirva él mismo. – añadí burlona.

Estar junto a Darryl me hacía sentirme segura y protegida. Quizás porque desde que recuerdo Hill Valley y la biblioteca, él siempre estuvo ahí. El camino hasta casa de Diana lo hice prácticamente en silencio, pensando en que llevaría a aquel desconocio hablarme así. Revok trató de animarme un poco, normalmente siempre lo conseguía, pero esta vez... - No lo entiendo... No soy mala, no me meto con nadie... trato de no molestar... ¿Por qué me tienen que hacer esto? - Le pregunté una vez más.

Revok detuvo el coche, habíamos llegado. -"Envidia"- me respondió como siempre. No necesitaba decirme nada más, pues el resto de la respuesta me la sabía de memoria. Le abracé agradecida y más tranquila antes de salir del coche y despedirme de él. Tras cerrar la puerta miré a Diana y a Jay, este me hacía señas para que me acercase y Diana me sacaba la lengua. Caminé hacia ellos con la cabeza gacha y la mochila a mi espalda.

Caminamos hasta la puerta de la casa y Diana nos invitó a pasar delante de ella. Miré hacia fuera y Revok seguía allí, pendiente de nosotros. Le dije adios con la mano y le vi sonreir antes de entrar en casa de Diana en silencio. Miré hacia las salas que Diana nos indicaba. La verdad es que era la primera vez que iba a su casa.

Se adelantó a nosotros para ir mostrándonos la planta baja y les seguí con timidez, entrando en la cocina con ellos en silencio y quedándome parada en un rincón, donde no molestase demasiado, aún con mi mochila encima. - Agua está bien.- Dije con timidez pero al menos no fue para "el cuello de mi camisa."

No iba a tomar nada con gas, comer con ellos delante, los nervios, los gases... Esa sería mi peor elección. Empecé a preguntarme porqué había venido hasta que recordé los mensajes, lo de Tala... y Diana era mi amiga y Jay... a fin de cuentas fueron los únicos del instituto que se pasaron por el hospital a verme. Ni Ryan, que parecía tan majo y preocupado en la enfermería se dignó a pasar. Sonreí a la burla de Diana hacia Jay, tratando de apartar todo aquello de mi cabeza.

Entramos en casa de Diana con un buen ambiente. Atrás parecían haber quedado las preocupaciones, las desgracias y los incidentes. Al menos, durante unos momentos, mientras compartíamos sonrisas más o menos llenas de timidez y complicidad. Diana ejerció de gran anfitriona, explicando dónde estaba cada cosa, y Mel parecía bastante cohibida pero al menos sonreía.

¡Al lío, entonces! -Dije dando una palmada, tratando de elevar el ánimo un poco más- Señoritas, vayan tomando asiento, el chef Garlan se encarga de todo. -Anuncié, señalando los asientos sin dejar de percatarme de que Mel aún llevaba la mochila puesta. Abrí la nevera y comencé por buscar bebidas, aparte de la botella de agua que había en el estante de la puerta, aunque aproveché para mirar también qué más había para preparar la comida- Hay zumos también. Mel, ¿sigues prefiriendo agua? ¿Diana? -Les pregunté, sacando la botella de agua y un brick de zumo tropical, cerrando el frigorífico y comenzando a buscar los vasos para servir- ¿Qué os parece una ensalada de pasta y pollo? Creo que hay todo lo necesario...

De hecho, había al menos lo más básico, y los condimentos se podían improvisar. De pequeño me gustaba ayudar a la cocinera en casa, y aprendí algunas cosas de ella. Aquello fue antes del divorcio, claro, hacía bastante, pero me había quedado el gusto por la cocina, que practicaba solamente muy de cuando en cuando.

La comida ya estaba en marcha. Posé los vasos y me dispuse a sentarme, habiéndonos Jayden invitado a hacerlo de aquella forma tan animada, la verdad es que parecía en su salsa. Sin embargo, en algún momento iban a acabarse las sonrisas y buenas caras, y es que no habíamos ido hasta mi casa sólo para comer.

- Vamos, Mel, sentémonos. – animé a mi amiga, sentándome en uno de los taburetes de la isla de la cocina y esperando a que ella hiciera lo mismo. – Yo zumo, por favor. Y me parece bien lo de la ensalada, me encanta el pollo. – dije con una sonrisa, esperando a que Melissa se pronunciara.

Cuando lo hizo, me fijé en su mochila, en la que sin duda llevaría su cuaderno de dibujo. Teníamos varios temas de los que hablar, la mayoría complicados, y aunque seguramente no fuera el mejor momento por algún lado teníamos que empezar. Realmente, creo que nunca sería buen momento para hablar algo de tal calibre… Al menos Mel parecía ahora más tranquila.

- Mel… - comencé a decir, dubitativa. - ¿Me enseñas ese dibujo de ayer? Quería comentarte algo sobre él… - expliqué, antes de mirar a Jayden de soslayo.

Se me hacía todo raro, estar en la casa de Diana, con ellos dos... Miré unos segundos a Jay y agaché la cabeza con timidez cuando me preguntó si no quería zumo mejor que agua. - Agua está bien... - me reafirmé en mi idea inicial, pero esta vez mi voz si fue un leve susurro. Me molestaba ser tan tímida y parada pero... no sabía como superarlo y tampoco me lo ponían fácil en el instituto.

Ambos se esforzaron en animar la situación un poco, Jay poniendo entusiasmo en la cocina y Diana con tomar asiento y apoyar la idea del chico. Dejé la mochila a los pies del taburete y lo moví, separándolo de la isla, sin hacer ningún tipo de ruido con él. Luego me senté en él. - Me parece bien a mi también. - dije esforzándome en pronunciar las palabras en voz alta, pero ya había tropezado con la mirada de Jay y me iba a costar reponerme.

Además eran dos, una multitud para mi. Si me quedaba cortada cuando tía Janet y Revok hablaban delante mía... ¿cómo no iba a hacerlo con ellos dos? Me agarré a mi vaso con ambas manos y lo miré durante unos instantes, dudando en como ponerme o que decir, si es que me atrevía a decir algo. Y no es que no tuviese nada para comentar pero, lo que no tenía era valor para hacerlo. Alcé mi cabeza y miré a Diana cuando esta mencionó mi nombre. Asentí a su petición, aunque fruncí el ceño extrañada por eso de "comentarte algo sobre él".

Levanté la mochila del suelo y la coloqué en mi regazo, para luego abrirla y sacar el block de dibujo de ella. Me encantaba que Diana viese mis dibujos y los criticase. Tenía buen ojo y mano para ellos, aunque nuestros estilos fuesen completamente distintos. Pero nunca me había pedido ver alguno de aquella manera tan extraña. Busqué el dibujo por el cual preguntaba mi amiga y le pasé el block abierto por aquella hoja.

Mientras lo cogía y lo miraba, volvía a cerrar mi mochila y la colocaba de nuevo a los pies de mi taburete, mirando a Diana y buscando algo en la expresión de su rostro que me dijese que le pasaba a mi dibujo y cual era el raro interés que tenía en él.

Serví los tres vasos con rapidez, pero con un trapo de cocina me aseguré de que no conservas en humedad por fuera, ya que no encontré posavasos. Puse los suyos frente a ellas y el mío con zumo lo dejé junto a la vitrocerámica. En seguida abrí las puertas del armario para buscar lo que necesitaba, sorprendiéndome por lo bien organizado que estaba todo. De hecho, no debía sorprenderme de Martha, era sólo que no había pensado en ello. Cogí una cacerola y una sartén, saqué la pasta del armario y un trozo de pechuga de pollo de la nevera, y llené la cacerola con agua para ponerla a calentar.

Diana sacaba ya a colación el asunto del dibujo. Traté de mantener cierta distancia, ocupado en la cocina para no agobiar demasiado. Diana tenía más confianza con ella, y en la medida de lo posible consideraba que era mejor para todos que fuese una conversación a dos que a tres bandas.

Con el agua ya calentando, fui sacando los demás ingredientes para ir picando, cogiendo una tabla de madera y un cuchillo de verduras, de esos de hoja ancha. Cebolla, zanahoria y perejil, con eso bastaría.

Entonces vi el dibujo de Mel, y sentí un escalofrío al rememorar aquella imagen en mi cabeza. Era idéntico. De hecho, me quedé petrificado mirándolo, con una mano sobre la cebolla y la otra con el cuchillo. Cuando me di cuenta de que me había quedado pasmado, aparté la mirada y comencé a picar la verdura.

Esperé pacientemente a que Mel sacara su cuaderno, mientras Jayden se ponía manos a la obra con la comida. Mi amiga no tardó en encontrar el dibujo y pasarme el bloc, quedándome paralizada unos segundos mientras lo miraba. Mel dibujaba muy bien, me encantaba ver sus obras y me parecían tan buenas que le había pedido publicarlas en mi blog, donde también eran admiradas por mucha gente. El dibujo era algo que teníamos en común, ambas lo amábamos por distintas razones, pero en su caso era a menudo también una forma de expresarse; de plasmar de algún modo lo que no conseguía hacer con palabras, y temía que aquella conversación enturbiara eso.

- M-Mel, ayer… - comencé a decir, titubeando, y es que no sabía cómo abordar aquello. – Un amigo de Jayden fue atacado por lobos, y… - continué explicando, sin apartar mi mirada del dibujo. – Vimos algo como esto… - terminé por decir, ahora sí, mirándola a los ojos. – Igual, Melissa, igual… - se hizo el silencio unos breves instantes, durante los cuales traté de reunir las fuerzas necesarias para decir lo que debía decir. - ¿E-en qué te inspiraste, Mel? ¿Por qué lo dibujaste? – solté finalmente, posando el cuaderno despacio sobre la mesa.

Miré con curiosidad a Diana cuando comenzó a hablar, aunque ningún rasgo que indicase emoción alguna se reflejó en mí. Los amigos de Jayden eran precisamente los que me habían torturado durante años y un amigo de Jayden quien me dio aquel balonazo que me llevó al hospital. Por lo tanto, poco aprecio y empatía podía tener con sus amigos.

Pero el relato de Diana no acababa ahí, había algo más. Algo que la puso nerviosa y de alguna manera, sentía que la daba miedo. Cuando confesó que la imagen era la misma a algo que vieron en el bosque la miré reacia a creerla. Pero el silencio, el nerviosismo en sus palabras. Miré a Jay de soslayo, él lo había visto también, su actitud así me lo hacía ver... pero, yo no tenía respuestas...

- Yo... yo.. - tibuteé unos instantes, pensando en como vino la idea. - No lo se. - Me encogí de hombros mirando el dibujo sobre la mesa. - Simplemente la imagen estaba ahí, en mi cabeza... y... no se... tenía ganas de dibujarlo. - Respondí en voz alta y clara. La sorpresa ante la pregunta de Diana había hecho que la timidez se esfumase, al menos durante un tiempo. - ¿Cómo explicarlo? Es como cuando quieres tomarte un batido de vainilla y  hasta que no lo consigues no paras... Igual... pero era dibujarlo... como los dos siguientes dibujos...

Señalé el cuaderno, indicando que estában en él. - No les doy importancia... son dibujos, a veces pasa... se te viene una idea a la cabeza y tienes que plasmarla... nada más. - Bebí un poco de agua, la situación era cuanto menos extraña. Revok también había mostrado interés por aquel dibujo, pero no tanto como el que puso Diana... Los siguientes le llamaron la atención, pero solo me felicito por mi forma de dibujar.

Le hice señas con la mano a Diana, invitándola a pasar página para que se calmara un poco. - Ese le hice al poco de terminar el anterior, aquella misma noche. No me pude dormir hasta que lo terminé. - Dije señalando el dibujo del coche volcado en medio del bosque.

- Y el siguiente, lo dibujé esta mañana en la biblioteca. - Volví a invitar a Diana que pasase página y viese el dibujo en cuestión. - Ni me preguntes, más de lo mismo. - Me adelanté a su pregunta de que era o que representaba. Revok me hizo la misma y no supe contestarle. - Lo quería dibujar y ya... así, limpio, sencillo...

- Y ese es el último... la verdad es que la biblioteca estuvo vacía toda la mañana y Darryl y yo nos la pasamos hablando... - Dije sonriente, con un extraño brillo en los ojos mientras miraba a Diana como observaba ambos dibujos.

No pude evitar reducir el ritmo de los cortes en la verdura a medida que Diana le explicaba de forma concisa lo sucedido. Suspiré recordando todo el incidente, el miedo, la desesperación, el brillo azulado de aquellos ojos.

Terminé de cortar la verdura cuando Mel comenzaba a explicarse, tomando una bayeta y limpiando el cuchillo, y retirando la verdura en un plato para poner la pechuga sobre la tabla, ya limpia también. Entonces vi aquel dibujo, el coche volcado, y pensé en Ryan y Tala, y un nuevo escalofrío me recorrió la espalda.

¿Realmente pintaba lo que iba a suceder, antes de que sucediera...?

Y lo mejor es que ni tan siquiera se daba cuenta de ello. Simplemente sentía la necesidad de dibujar una imagen, ¿cómo era posible? ¿Es que tenía... era...?

Mel, quizás... Bueno, ya se que no vas enseñando esos dibujos por ahí, pero deberías tener aún más cuidado de que nadie los vea. Nadie que no sea de confianza, quiero decir. -Intenté explicarme, sin mucho acierto, dejando el cuchillo sobre la tabla junto a la pechuga- Ya sabes cómo te llaman algunos... Imagina que vieran tus pinturas y las relacionasen con lo que ha pasado. -Quería advertirle sinceramente, pues aunque siempre había tratado de mantenerme al margen sabía perfectamente cómo funcionaban las cosas. Aquello se convertiría en la excusa para hacerle la vida aún más difícil.

El agua comenzaba a hervir. Eché la pasta junto a un poco de aceite para que no se pegase y el para que cogiera sabor, y regresé a la tabla para cortar la carne.

A Melissa le costó un poco comenzar a relatarme sus motivos, pero pronto pareció coger seguridad, esa que en raras ocasiones era capaz de mostrar. Pero hablábamos de dibujos, de sus dibujos, y sin duda eso habría ayudado. Explicó como pudo lo sucedido, sin tener realmente una explicación clara. Simplemente, decía que las imágenes estaban ahí, en su cabeza. Me chocó el hecho de que sintiera además ese impulso de trasladarlo a papel. De tratarse de otro tipo de dibujos no le hubiera dado gran importancia a ese dato, pero todo era demasiado extraño.

Esto es una locura, no puede ser…

Ver los siguientes dibujos me dejó anonadada. Primero el coche volcado, el cual podía ser perfectamente el de Ryan y Tala, o al menos eso fue lo primero que pensé; y después aquella representación, que si bien era más alegórica, creí que debía tener algún significado.

Tomé el cuaderno con ambas manos, mirándolo, mientras Jayden dejaba la comida a un lado para recomendar a Melissa que no enseñara esos dibujos a cualquiera. Miré a ambos de inmediato, Jayden tenía toda la razón, y es que cuanto menos eso haría que la policía se interesara por el tema; lo cual no traería nada bueno a Mel.

Aunque si lo que dibuja se cumple de algún modo… ¿No deberíamos decírselo a alguien?

Dudaba que Melissa quisiera contar con la policía para ello. No la creyeron cuando sucedió lo de sus padres, de hecho, ese era el motivo por el que todos se metían con ella; aquel suceso del pasado. Todo aquello era una maldita locura, pero no podíamos dejarlo pasar sin más.

- Mel… - fijé los ojos en mi amiga. – Estas cosas que has dibujado han sucedido… Después de que las dibujaras. Entiendes lo que quiero decir, ¿No? – volví a mirar el dibujo. - ¿Cuándo hiciste este dibujo exactamente? – pregunté mirando nuevamente el último. – Ryan King… - murmuré, fijándome en la corona de aquel muñeco que colgaba de unos hilos. – El Rey y la Reina. – señalé la pieza de ajedrez. - ¿P-podrían ser Ryan y Tala? – pregunté mirando a ambos alternativamente. – Ella ha muerto… - volví a mirar la ficha de la reina tumbada, con aquella grieta, rota. – Y la salud de él pende de un hilo…

Miré a Jay extrañada. No entendía que quería decir con aquellas palabras. Normalmente no enseñaba mis dibujos a nadie, salvo a Diana, Revok y tía Janet, bueno, a ella ya no. Desde que Charlie se mudó a casa, no hacemos más que discutir. Al menos tengo un lugar donde refugiarme: la biblioteca, pero esa es otra historia. Luego Diana decidía si subirlo a que lo viese el resto del mundo por internet o no, puesto que no siempre eran tan buenos como cabía esperar... o como en esta ocasión, que parecían ser extraños. Mi cabeza seguía dándole vueltas a las palabras de Jay, pero no conseguía encontrarle sentido a las mismas.

- Sí, bruja y loca, depende del día. - respondí con timidez y dolor al recordarlas. Miré a Diana algo desconcertada aún con la última frase del joven, tratando de meter toda la conversación en el mismo contexto... pero no conseguía hacerlo, o mi mente no quería que así fuese. Diana no parecía estar tampoco muy convencida de aquello, pero enseguida me dio una breve y concisa explicación. Mis ojos no se apartaron de los suyos cuando me explicó su teoria.

Era algo realmente increible. La hubiese llamado loca, pero... - ¿Realmente así lo crees? - la pregunté sorprendida. - Quieres decir que... el dibujo del hombre en el bosque... o el coche volcado, ¿se hicieron realidad? - elevé las cejas y la miré atónita. Hubiese preguntado más sobre el tema, pero no salía de mi asombro - Si no fuese porque me lo dices tu, pensaría que todo esto es una broma... porque... no será una broma, ¿verdad?

La sombra de la desconfianza asomó por un rincón, y es que, tal y como decía Jay... si esto se sabía, sería la bruja y la loca por el resto de mis días. Diana continuó hablando del último dibujo. - Es-esta mañana. - dije con voz temblorosa, empezando a darme cuenta de la realidad que me mostraba mi amiga. - ... al llegar a la bi-biblioteca, mientras Darryl colocaba unos libros en su sitio... - expliqué, atenta a las indicaciones y palabras de Diana. - ... normalmente le suelo ayudar con eso pero... no me lo quitaba de la cabeza. - Puse mi dedo índice sobre el dibujo de la marioneta y la ficha de ajedrez.

- No... no... no lo se... - aquello me empezaba a asustar. - No se si son reales o no... solo se que son imágenes que... que asoman al despertar y... y están todo el tiempo en mi cabeza hasta que las dibujo... luego se esfuman... - explique visiblemente alterada y nerviosa.

Continué cortando la pechuga, en tacos más o menos cuadrados, mientras Diana y Mel hablaban sobre ello. Diana le explicó nuevamente lo que implicaban aquellos dibujos. Era necesario que la chica lo comprendiera, por eso le había insistido en que los ocultase. Si alguien se enterase en el instituto... la cosa no iba a acabar bien.

Mel... mira el dibujo del hombre y los lobos. -Le pedí, terminando con la carne y dejándola a un lado, limpiándome las manos con un trapo a la vez que limpiaba el cuchillo y lo dejaba de nuevo en la tacoma- Anoche estábamos en la famosa fiesta, ese rave que tan mal salió. La vrdad es que no sabíamos que iba a ser un desmadre como ese, si no jamás habríamos ido. -Le expliqué, casi disculpándome- Mi amigo Tommy se metió un poco en el bosque, para hacer... sus cosas. Y tardaba en volver, así que fuimos a ver qué pasaba. Estaba tirado en el suelo, rodeado de lobos, que nos atacaron también a nosotros. Nos defendimos como pudimos, con palos. No podíamos simplemente dejarle allí para servirles de cena... -Mi rostro debió reflejar mi agobio al recordar aquello, aquellos instantes en que la duda se adueñaba de nosotros, si quedarnos o huir como hicieron Jason y Amber- Pero finalmente se marcharon, salieron corriendo, como si alguien les llamara. Y entonces, vimos... -Señalé aquella lámina- ...eso. -Miré a Mel a los ojos- Había alguien, un hombre. Y los lobos estaban con él, era como si los tuviera amaestrados, o algo así. Se fueron con él. No olvidaré aquella imagen en mi vida, y era así, tal cual lo has dibujado. -De hecho, era casi como si lo hubiera visto a través de mis ojos para dibujarlo- Y luego, cuando pudimos llegar a los coches y salir de aquella locura, en la carretera vimos un coche volcado. Era el de Ryan, que iba con Tala. Se habían despedido de nosotros un rato antes de lo de los lobos. -Le expliqué, estirándome para pasar la lámina y señalar el dibujo del coche- Ahora, como ha dicho Diana, la vida de King pende de un hilo, y su chica... su "reina"... ha fallecido.

Suspiré, cogiendo la tabla con la carne cortada en mis manos y llevándola hasta el lateral de la vitrocerámica. Cogí una sartén, le eché un poco de aceite, y la puse a calentar, antes de girarme para decirle a Mel una última cosa

Por eso te he dicho que tengas cuidado con esos dibujos. No deberías ni llevarlos al instituto, por si acaso. Si alguien los viera... Ya sabes lo que es. El instituto tiene cosas buenas, pero también cosas muy malas. Y tú ya has soportado demasiadas de esas. -Reconocí bajando la mirada- Yo no te las he hecho, pero... he dejado que pasaran. Miraba hacia otro lado y seguía con mi vida. -Me giré y comencé a echar la carne en la sartén- Pero estoy cansado de mirar hacia otro lado.

Melissa no tardó en mostrarse sorprendida, preguntándome con incredulidad si lo que le había explicado era así. Asentí, mientras ella insistía en la veracidad de lo que le contaba, contemplando incluso que pudiera tratarse de una broma.

Ojalá lo fuera…

Era normal que dudara, de haber estado yo en su lugar, me habría costado mucho creerme algo sí. Qué demonios… Lo había visto por mi misma y aún me costaba creerlo.

- No es ninguna broma, Mel. – le dije lo más tranquila que pude, posando mi mano en su antebrazo. – No bromearía con algo así. – repetí mirándole a lo ojos, esperando que me creyera.

Al hablar del último dibujo en concreto y preguntarle cuándo lo había dibujado, Mel comenzó a explicarse algo nerviosa. No era para menos, y es que lo que le habíamos soltado no sólo parecía algo difícil de creer, sino que estaba directamente relacionado con ella y con una de las cosas que más amaba hacer.

Jayden le explicó mejor lo que había pasado, lo cual seguramente la ayudaría a comprender todo mejor y le daría tiempo para asimilarlo. Repitió tras ello su consejo de no enseñar los dibujos, terminando por lamentar el cómo había mirado para otro lado mientras los demás se metían con ella. Lo hizo cabizbajo, para después girarse, manifestando lo que ya había dejado claro con hechos el día anterior; que no estaba dispuesto a continuar así. Me entristecieron sus palabras, pues no debía sentirse nada bien por aquello, y esperaba poder hablar más tarde con él sobre aquel tema.

Melissa parecía haberse puesto nuevamente nerviosa con toda aquella extraña situación que le descubrimos, y traté de tranquilizarla.

- Tranquila, Mel, estamos juntas en esto, ¿Vale? – le dije apretando ligeramente su brazo, antes de mirar brevemente a Jayden. – Juntos. Estamos juntos en esto. Entre los tres veremos qué podemos hacer. ¿A que sí, Jay? – le pregunté directamente, buscando que se girara, usando por primera vez aquel diminutivo; sintiéndome cada vez más cercana a él.

Estaba demasiado tensa e inquieta en ese momento como para sentirme amedrentada por la figura de Jayden hablando y explicando lo que había vivido aquella noche. Tommy... - pensé en él en cuanto Jay le mencionó. Le recordaba perfectamente, era un joven de orígenes humildes, con unos preciosos ojos azules. Sin duda me había fijado en él en su momento, antes de que la pesadilla del colegio se trasladase al instituto y se uniese al grupo de los guays, donde reía las gracias de unos y, tal y como dice Jayden, también miraba a otro lado.

Pero su explicación era bastante convincente y yo no dejaba de mirar el dibujo del hombre con los lobos. No me había planteado si quiera que fuesen lobos lo que había dibujado, más bien pensaba en perros cuando lo ví terminado. No podía apartar los ojos de la lámina mientras Jay terminaba  de contarme lo ocurrido en el bosque, visiblemente alterado por lo que había pasado, al igual que me estremecí cuando pasó de página y me explicó que el dibujo del coche volcado era el accidente de Ryan y Tala. Su exposición terminó con la misma idea que tuvo Diana con mi último dibujo.

Me quedé mirando a la nada durante unos instantes, sintiendo la mano de Diana sobre mi brazo, tratando de asimilar todo y su voz trataba de calmarme. - Sí... - acerté a decir. - Los... ¿tres? - Sacudí la cabeza un momento. ¿Qué tres? - Miré a Jayden un segundo. - ¿Tú y él...? - pregunté completamente descolocada y con vergüenza. - ¿Cómo... cuando? - pregunté sin querer en voz alta. ¿Qué me había perdido en las últimas 24 horas? ¿O habían pasado más y no me lo habían dicho?

Me llevé la mano a la cara, casi cubriéndola en totalidad con ella mientras pensaba y ocultaba el rubor de mi rostro. Debía sentirme tranquila, en teoría estaba entre amigos pero... cada vez me sentía más inquieta. No era muy cómodo estar entre ¿una pareja? En ese instante pensé en Revok. Debí quedarme con él en lugar de venir... quizás debería irme y contarle todo esto... Mi rostro reflejaba la duda y miedo. Miedo a que fuese real y no una casualidad lo que mostraban mis dibujos, por otro lado... - ¿Y qué explicación le damos a esto? - señalé temblorosa a mis dibujos. - ¿No será todo casualidad? - Aún era reacia a creerme aquello. - ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? - Mi voz temblaba y cada vez me sentía más insegura y asustada, pensando en todo lo que podía ocurrir a raiz de aquello. Temblorosa, cogí el vaso con agua y derramé la mitad sobre la isla antes de llegar a beber un sorbo al menos.

Diana trató de tranquilizar a Mel, dejándole claro que no estaba sola. Ella estaría a su lado, como buena amiga. Y yo, quizás no habiendo sido precisamente un amigo para ella, tenía intención de estar también ahí. Miré sobre mi hombro, sin abandonar la cocina, comprobando el modo en que la apretaba el brazo para reafirmar sus palabras. Sí, quería estar ahí. Quería ser mejor. Diana lograba que quisiera ser mejor.

Claro que los tres, ¿o pensáis dejarme fuera? ¡Os estoy haciendo la comida! -Bromeé, haciéndome el indignado, continuando con la carne, echándola en el aceite y retirándola en cuanto cogía algo de color, sin que se hiciera demasiado, para que no quedase seca. Mel, sin embargo, parecía más sorprendida por otra cosa, por la idea de que Diana y yo estuviéramos juntos- No, no, no hay ningún "ella y yo"... -Bromeé, girándome con una amplia sonrisa- No se lo he pedido, aún. -Dije antes de guiñarle un ojo a Diana, echándome a reír y volviendo a la tarea. Con una cuchara de madera, removí un poco la pasta, antes de que se pegase, y seguí friendo la pechuga- Sobre dar una explicación... yo no creo en esas cosas, ¿sabéis? Pero se me ocurren pocas explicaciones para lo que he visto hasta ahora. Lobos cuyos ojos brillan en distintos colores, obedeciendo a un hombre misterioso, y alguien capaz de dibujarlo antes de que pase. -Me encogí de hombros, torciendo los labios hacia un costado- En fin, yo que se, parece un episodio de Expediente X, sólo faltan dos agentes especiales del FBI haciendo preguntas por el pueblo. ¿Algo sobrenatural? Extraterrestres? ¡Oh! -Al mirar hacia atrás, me di cuenta de que Mel había derramado parte del agua sobre la encimera de la isla. Cogí un paño de la pila y me acerqué a secarlo- Tranquila, sólo es agua... -Dije para calmarla un poco, sonriéndola antes de echar el paño otra vez a su lugar. Entonces me di cuenta de un detalle que había estado pasando por alto- Oye, Mel... Todo esto que está pasando... hace que me replantee ciertas... cosas. -Miré a Diana de reojo, tragando saliva antes de continuar, apoyando ambas manos sobre la isla- Ya se que... nadie te creyó en su momento, y que te siguen sin creer, por lo de... ya sabes, por lo de tu familia, y eso. -Me detuve, tomando aire, que escapó de mi pecho en un suspiro- Pero después de lo que he visto, yo... no se, igual... igual llevabas razón.

Mel aceptó tímidamente mis palabras, pero entonces pareció tornarse aún más confusa, preguntándome por Jayden y por mí. Aquello me dejó totalmente cortada, abriendo mi boca sin que las palabras salieran, siendo Jay quien terminó respondiendo. Le escuché negar repetidas veces, sintiendo un desagradable nudo en el estómago, sin comprender a qué venía tan rotunda negativa. Pero su respuesta no quedó ahí, dándome cuenta de que nuevamente se encontraba bromeando, incluso terminó guiñándome un ojo; haciendo que me sonrojara.

- Fue ayer… Era una de las cosas que te quería contar. – susurré a Mel, avergonzada, justo antes de que Jayden comenzara a responder a otras de sus preguntas.

Fui a limpiar el agua derramada, pero otra vez se me adelantó nuestro chef, siempre tan atento… Él sí que era un Expediente X. Aguanté una sonrisa por aquella idea y escuché las palabras de Jayden acerca de lo sucedido con la familia de Melissa. Con lo nerviosa que parecía estar puede que no fuera el mejor momento de sacar ese tema, pero quizás para ella pudiera resultar un consuelo. Lo que parecía estar sucediendo era una evidencia de que lo que presenció en el pasado no era un caso aislado, de que ese tipo de cosas extraordinarias pasaban. Era muy reservada y no lo sabía con certeza, pero no me hubiera extrañado que en tantos años alguna vez hubiera dudado de si lo que había visto había sido producto de su imaginación como muchos afirmaban.

- Lo que está claro es que aquello no fue normal, y esto tampoco lo es… - comenté, volviendo a fijar mi mirada en Melissa. – Has dicho que son imágenes que aparecen cuando despiertas, ¿No? Es como si adelantaras accidentes o cosas de ese tipo… - volví a mirar los dibujos, pasando despacio las páginas del cuaderno. – Si supiéramos lo que significan los dibujos… Quizás podríamos impedir lo que pasa en ellos… - conjeturaba en voz alta, sin apartar mi mirada de aquellos trazos.