Partida Rol por web

El inquisidor no tuvo la menor oportunidad de escapar de los tentáculos conjurados por la maga roja y su orondo cuerpo quedó atrapado de inmediato entre aullidos de pánico.

-¡No os atreváis!¡No os atreváis!- Amenazó hasta el último momento.

—¡Detenedlo, es un impostor! ¡No sirve a Pelor sino a Lord Lustmord!-

-¿¿Lord Lustmord??- Respondió extrañado -¿De quién me habláis bruja?-

Los tentáculos lo atraparon del cuello y apenas pudo respirar después.

El ilmaterino recuperó su forma natural. El joven Erik se libró del abrazo de su madre para preguntar al santo cómo se había transformado en hidra. Shanshar agradeció que fuera otro el que tuviera que dar explicaciones al insistente chiquillo. Isabella por su parte, rogaba a su hijo que se alejarse de la puerta, donde los tentáculos seguían contorneándose de forma agresiva hacia todo el que se acercaba.

Acaricio la cabeza del joven Erik cuando, emocionado, acude a mí a interrogarme sobre lo que acaba de ocurrir.

—¿A-a-así que una hidra? ¿Eso he... hecho? —pregunto sorprendido y algo aturdido, pero seguro de que un niño tan encantador nunca trataría de engañar a un pobre viejo tonto como yo—. ¡Va-vaya, eso parece im...presionante! Seguro que ha... ha sido vo-vo-voluntad de... Ilmáter. Sí, eso es. Si eres bueno qui-qui-quizá algún día tú tam... bien te conviertas en una.

- Eso, hablemos. - le contestó al Inquisidor.

Las palabras de aquel feo semi-elfo le resultaban complicadas de entender. - ¿Cómo lo hace? - pensó, al escuchar varias voces al mismo tiempo. - Ah, claro...es ventr... - pero éste último pensamiento ni llegó a cristalizarse, pues sus manos se habían relajado a sus costados y contemplaba, alelado, al supuesto clérigo de Pelor.

Mientras tanto, vio como San Dámasor se transformaba en una hidra y salían diversos tentáculos a su alrededor, atrapándolo y comenzando a ahogarle. En otro momento se hubiera puesto en movimiento sin dudarlo, pero ahora mismo contemplaba la escena entre vapores nebulosos de su mente, como si no estuviera allí del todo.

Era divertido....excepto los molestos gritos de Isabella.

Si eres bueno qui-qui-quizá algún día tú tam... bien te conviertas en una.

-¡¿EN SERIO?!- Erik no se lo podía creer. Los ojos azules del chaval chisporroteaban de emoción. La mente de Dámasor se preguntaba de quién habría sacado esos ojos tan claros el chico cuando el chaval alargó la mano para tocar los tentáculos conjurados por Nerisnath. Por suerte el santo lo detuvo antes de que estos lo atrapasen.

-Yo quiero ser mago también- Se excusó el chico, desistiendo de acercarse más. Después señaló a Mugarius y añadió con el ceño fruncido: -Cuando lo sea, ningún charlatán me dirá lo que está bien o está mal y me cargaré a quien le haga daño a mi familia-

   El inquisidor estiró el cuello entre los tentáculos y lanzó todo de maldiciones sobre los magos, los niños, las posadas y todos los invertebrados marinos.

- Eso, hablemos. –

-¡Era una frase retórica estúpido santurrón!- Cortó al paladín. -No tengo ninguna intención de discutir nada contigo- Gruñó Volk apartando un tentáculo de su cara. La retórica sinuosa del inquisidor se había destapado y ahora su voz era tajante y brutal.

La furiosa mirada del semielfo se clavó entonces en Nerisnath. -Zorra del demonio, sabía que acabaríamos mal en cuando abriste la boca. Tenía que haberte quemado en la plaza en cuanto te vi. No sabes nada sobre mí, pero yo te mostraré el camino de los que me siguen. Comerás de mi mano como una perra y suplicarás mi atención- El inquisidor puso los ojos en blanco un instante. Cuando miró de nuevo a la maga, esta se sintió atrapada en aquellos insondables ojos negros. Entonces Mugarius comenzó a recitar de nuevo:

-Mírame amiga, mírame

Encuentra en mis ojos la verdad

Que tu vida no es vida, Nerisnath

Mírame niña, mírame

Encuentra en mi aliento la verdad

Que tu voluntad no es tuya, ni un minuto más

Y tu dicha, mi pequeña, ahora es ruina y maldad-

   La voz del inquisidor se fue haciendo cada vez más suave y musical, embotando la mente de la la joven maga de forma sutil en insidiosa. Casi imperceptible para sus compañeros.

El sobresalto al cortarse la conexión mágica casi le hizo perder la concentración sobre lo que tenía delante. El maldito inquisidor, le daba igual si verdadero o mentiroso estaba hechizando a sus compañeros y eso era algo que no iba a permitir.

স্টিকি মেঘ...স্টিকি মেঘ...- repitió el cántico mientras evitaba mirar directamente al inquisidor que parecía utilizar alguna magia parecida a la de los vampiros.

Instantáneamente unos vapores empezaron a surgir alrededor del inquisidor rodeándole, vapores caústicos para los ojos, azufre y amoníaco que arden en los pulmones y cloro que arde en la piel. Los vapores amarillentos adoptaron una consistencia casi sólida mientras ocupaban todo el espacio posible sin llegar a tocar a sus compañeros. Entre eso y los tentáculos de Nerisnath el inquisidor estaba acabado, sólo tenía que liberar a sus compañeros de esa magia perniciosa. No perdió tiempo en bravuconadas, se alejó unos metros del inquisidor, la distancia era importante si intentaba algo y empezó a concentarse en un conjuro para liberar a sus compañeros de su control.

Fornund contempló, embelesado, los esfuerzos de Mugarius por liberarse de aquellos tentáculos que ahora mismo no sabía de dónde habían salido, pero algo le decía picando su inconsciente por detrás que Shanshar tenía algo que ver en todo ésto.

- ¿Y si no querías discutir, por qué lo has dicho? No comprendo, Mugarius. - contestó Fornund, con voz tranquila y verdadera curiosidad en su voz. Le parecía fascinante la forma en que las venas del Inquisidor se hinchaban mientras su saliva recorría suavemente la comisura de sus labios y caía por su barbilla.

En realidad no entendía demasiado de lo que estaba sucediendo, pero sonrió al pequeño Erik cuando declaró lo de ser Mago, aunque sin verle realmente, como si estuviera difuminado.

Sus ojos volvieron a Mugarius, preguntándose cómo se las había ingeniado aquel magnífico hombre para sacarse una nube de vapores del bolsillo mientras unos tentáculos lo retenían y casi estrangulaban.

Siguió observándolo con verdadero deleite, esperando la próxima demostración de sabiduría y buen hacer.

    Las tretas de Mugarius se habían vuelto en su contra, y el buen Fornund que podía haber liberado al charlatán, se quedó fascinado observando cómo se ahogaba lentamente. Los tentáculos se comprimieron lentamente y bajo la bruma se escucharon crujidos de articulaciones y chasquidos de huesos quebrándose.

Erik se quedó tan fascinado como el paladín y el monje observando el espectacular despliegue de magia que habían convocado Nerisnath y Shanshar, ajeno al drama que implicaba. Cuando la magia se disipó, Fornund y Naja Naja sacudieron la cabeza saliendo de su estado de embriaguez mental y observaron la fea mancha en el suelo a la que había sido reducido el inquisidor. Los huesos astillados sobresalían de una masa deforme y sanguinolenta de la que sólo se reconocía el bastón rematado por el símbolo de Pelor.

Ric el viejo fue el primero en asomar la cabeza por la puerta de la cocina:

-¿Ha acabado todo? Juraría haber visto una hidra por el ojo de la cerradura- Explicó casi avergonzado por lo absurdo de sus palabras.

Al comprobar que no había más amenazas en la posada hizo una señal para que Nalfeim y Sîglü salieran de su escondite.

-Los secuaces de ese canalla salieron por la puerta de atrás en busca de Ely- Explicó Nalfeim con preocupación. -Jess y esa orca que la sigue a todas partes la han escondido en el establo, pero esos matones podrían volver en cualquier momento así que la posada ya no es un lugar seguro. - Después se acercó a Isabella y trató de consolarla por los hombros- Te llevaré de vuelta al pueblo, a casa de tus padres. Los demás llevaremos a Ely al santuario de la montaña para que Corvinus la cure. Es un mago muy poderoso, seguro que puede hacerlo-

   Isabella observó a su alrededor con gesto de desolación y negó con la cabeza. Sus ojos se detuvieron en la profunda mirada de Fornund y finalmente se acercó Erik.

-Sube un momento a tu habitación hijo. Ya has visto suficiente por hoy y los mayores tienen que hablar- Dijo al muchacho, que accedió a regañadientes.

 La madre esperó a que el chico subiera los escalones y se apoyó en la barra, el único mueble que quedaba en pie en el salón.

-Corvinus no os ayudará sin más- Explicó con actitud fatalista. -Solo piensa en sus inventos, conjuros y su maldito dios-sol. Lo demás apenas le interesa- La mujer abrió una botella de licor que había bajo la encimera y se sirvió un trago. -Tamar es un pueblo pequeño, pero está en la ruta de las caravanas y por eso sus tiendas disponen de los artículos más exóticos. Corvinus ha bajado al pueblo a comprar chismes desde que recuerdo. La mayoría de las veces hacía noche en esta posada antes de regresar al santuario. Así nos conocimos- Isabella se sirvió otro vaso de licor y se lo bebió de un trago. -Corvinus es el padre de Erik- confesó sin más. -Tergrar lo supo desde el principio y aun así lo quiso como si fuera suyo- Sollozó recordando a su difunto marido. Se recogió el pelo y dijo mirando a Fornund: -Me han fallado los nervios con Ely- Se disculpó -Le diré lo mucho que me importa y os acompañaré al santuario. Convenceré a Corvinus de que la cure, aunque tenga que decirle que es hija suya también- Dijo con la determinación de una madre.

Se como convencer a Corvinus...- dice el mago distraído como si estuviese pensando en otra cosa. Dedica unas cuantas miradas a la pulpa en la que se ha convertido el inquisidor y añade que si bien está dirigido a Nerisnath no lo parece ya que no la mira -no he preparado ningún identificar.

Y vuelve a cambiar de tema -necesitamos descansar un poco, han pasado cosas con Ely y Jess que merecen nuestra atención y también que nos recuperemos- especialmente conjuros que puedan inmovilizarlas sin matarlas...

Termina con un lacónico -además tengo que pintar algo - llevaba sin hacerlo ya muchas horas, necesitaba desahogarse. También podría usar el tiempo para meditar en la situación y las posibilidades, incluyendo las palabras de Isabella para estudiarlas desde varios ángulos como hacía con todo lo que oía que podría resultar interesante a medio o largo plazo.

Me cuesta trabajo hacer memoria y recordar cómo ha terminado todo de este modo. Los lobos, los demonios, los monstruos con múltiples bocas... Todos esos peligros los afrontaron nuestros jóvenes y no tan jóvenes camaradas con entereza y valor y sin embargo, de alguna manera, la llegada de los peloritas que prometía ser pacífica y bienvenida ha concluido con el pobre monaguillo Vold convertido en una irreconocible pulpa de carne y sangre por sombríos poderes conjurados directamente desde el Abismo. Los mismos poderes que, sin duda, trataron de convertirme a mí mismo en un monstruo para que atacara al infeliz seguidor de Pelor el Radiante.

Tal vez sea cierto que la posada está maldita y que deberíamos dejarla cuanto antes. Soy muy bueno levantando maldiciones, pero hoy estoy muy cansado y muy confuso como para intentarlo sin que medie primero una buena siesta.

El bueno de Nalfeim propone irnos al santuario de la montaña y ese lugar me parece tan bueno como cualquier otro para echar una cabezada. Inés, la arisca viuda de Tergrar, también parece estar de acuerdo con la idea e incluso parece dispuesta a viajar con nosotros. ¿Quién la culparía? Este lugar está sucísimo y desordenadísimo, mejor soportar nuestra compañía que quedarse aquí limpiándolo todo.

Inés habla de Corvinus y de Erik pero, aunque los nombres me suenan un montón, a mi torpe cabeza le resulta imposible recordar quiénes son esos dos, pero por lo visto son padre e hijo y yo siempre he abogado porque las familias permanezcan unidas, así que me muestro encantado con facilitar semejante encuentro.

Y hablando de hijos... Tergrar tenía dos hijas, ¿no? ¿Dónde están Jessy y Elyzabeth? Me rasco la cabeza y comienzo a llamarlas con grandes voces, buscándolas en el sótano y también bajo las mesas volcadas. Si nos vamos de aquí no es hora de estar jugando al escondite.

Motivo: Tasación

Tirada: 1d20

Resultado: 9(+9)=18

   Shanshar fue el primero en acercarse a curiosear los restos del inquisidor. Levantó el bastón y pasó un paño por las partes ensangrentadas. Saltaba a primera vista que el cayado era de una manufactura mucho más antigua que el símbolo pelorita engastado en el extremo superior. Ambas partes eran de una calidad excepcional y se propuso averiguar si tenían poderes mágicos en cuanto descansase un poco.

El mago también distinguió una armadura de cuero bajo la túnica y una estola ensangrentadas. El cuero estaba bien trabajado y al pasarle el paño, apreció el trabajo de gran calidad. Unos brazales engastados en nácar remataban las protecciones de Mugarius. Tendría que meterlas en un cubo de agua tibia para limpiarlas y poder examinarlas mejor.

Fornund sacudió la cabeza sintiéndose ligeramente mareado - Brrrrbrrr....- sus mejillas bailaron ligeramente a la vez que de su boca caían unas pocas gotas de saliva, producto de su ensimismamiento por el conjuro del Inquisidor. 

El enano miró hacia la mancha de sangre, luego las ropas y finalmente el bastón, comprendiendo que aquello era Mugarius, y se enfureció al darse cuenta que aquel maldito Inquisidor le había hechizado, pues ahora veía la actitud tan estúpida que había exhibido en los últimos momentos. A pesar de todo, lamentó en su interior no haber estado en posesión de todas sus facultades para intentar salvar de la muerte a aquel hombre, ya que si realmente había sido alguna vez un seguidor de Pelor, quizá hubiera habido una oportunidad de salvar su alma. 

Ahora ya era tarde. 

Se giró hacia Nerisnath y la saludó con la cabeza, en un mudo gesto de agradecimiento por su actuación frente al Inquisidor corrupto.

Cuando Shanshar se acercó al cadáver y se puso a registrarlo, el Paladín se acercó a su lado. - Gracias, quién sabe qué nos hubiera hecho si hubiera podido. Es lamentable que la corrupcción llegue a sus más altos estamentos. - Con su arma, apartó algunos trozos y se agachó para ver mejor un par de cosas que parecía haber entre la sangre y los restos. 

- Sí, deberíamos recogerlo todo y descansar, mañana será otro día...y tenemos muchas cosas que hacer. - su mirada también se cruzó con la de Isabella, siendo consciente de que ahora parecía ir todo mejor encarrilado. 

Lo que estaba claro es que no podían quedarse allí durante mucho más tiempo. Debían buscar un lugar cercano y seguro para poder descansar. 

Mientras buscaba lanzó un detectar magia que pudiese mostrarle algo de importancia que sus ojos no pudiesen ver. Una vez obtenido el botín dijo -Morrigan ha sido destruida al fin. Es una preocupación menos.

Cuando dijo eso levantó los ojos de los restos del cadáver con las manos ensangrentadas y parpadeó perplejo antes de decir con desprecio al ilmaterino -¿eres corto de mente, verdad? No se me ocurre ninguna otra explicación, pero Ely y Jess están bien.

Ya habían tenido un demente senil con Tergrar, la idea de tener otro entre manos con el que lidiar no era agradable, aunque con suerte este no sería un adicto a las setas.

    El enano se unió a Shanshar y ojeó la estola ensangrentada. Tras limpiarla un poco, reconoció algunas runas que le hicieron sospechar de que se trataba de un objeto mágico, aunque al tratarse de una tela, no pudo asegurarlo. Entre las ropas halló pequeños bolsillos en los que el inquisidor sumaba una gran cantidad de monedas. Finalmente encontró lo que estaba buscando: la pequeña piedra que flotaba sobre las sienes del inquisidor, iluminándolo con un halo de santidad. Al tomarla en las manos, la gema comenzó a flotar sobre la palma. Sin lugar a dudas tenía que ser mágica, pero necesitaba un conjuro para determinar si tenía otros poderes.

    Shanshar y Fornund propusieron descansar una noche más en la posada. Los demás aventureros no se opusieron después de los encarnizados combates que habían librado y así lo hicieron.

El mago no desveló cómo pretendía convencer a Corvinus de que curase a Ely, de modo que Isabella insistió en acompañarles para la delicada tarea.

Pidió a Ric que se llevara a Erik a casa de sus abuelos y se quedara en el pueblo cuidando del chico.

Dámasor buscó a las chicas por toda la posada y sólo encontró el equipo que Jess había desperdigado por el suelo del sótano cuando tuvo que vaciar su bolsa de contención para meter en ella a Morrigan. El santo era reacio a portar equipaje y Nalfeim se ofreció a cargar con todos los cachivaches.

Cuando buscaron en el establo, Jess, Jagga y Ely ya se habían machado en el carro de
Sandor. No sería difícil seguir las rodaduras o las características huellas de la enorme toporrata de Jess.

De nuevo en la posada, Shanshar se dedicó a dibujar y preparar sus conjuros. Un sencillo Detectar magia reveló que la armadura de cuero de Mugarius, a pesar de su calidad, carecía de aura mágica, mientras que el bastón y el símbolo que llevaba engarzado, poseían las auras más potentes.

Cuando le preguntaron por el paradero de Jess y Ely se limitó a decir que estaban bien y que Morrigan había sido destruida.

La camarilla del inquisidor no apareció esa tarde y el grupo pudo hacer sus preparativos y descansar con todas las comodidades.

   En mitad de la noche, Shanshar los despertó a todos. El mago explicó que había usado un conjuro por el cual podía ver a través de los ojos de Jess. Algo había ocurrido mientras la joven acampaba en el bosque y ya solo percibía oscuridad. El grupo tuvo que partir en su busca antes de lo esperado. Por suerte, el descanso de la tarde anterior les había permitido tenerlo todo apunto y así salieron bajo las estrellas.

Busco por todas partes a las hijas de Tergrar pero no tengo éxito en mi búsqueda. Únicamente encuentro un montón de pertenencias desparramadas por el sótano que creo recordar que son de Jessy y el caritativo Nalfeim tiene la bondad de ofrecerse a guardárselas hasta que volvamos a encontrarla.

Para cuando subo del sótano descubro que varios de mis compañeros están muy ocupados investigando las propiedades mágicas de las pertenencias del tristemente fallecido monaguillo Vold. Seguramente tratando de averiguar si alguna de ellas fue la que le mató. Como Ilmáter no me ha dado la capacidad de indagar en asuntos tan complicados, me limito a ofrecer mi pobre ayuda en aquello que se me da mejor: atender a los heridos.

La hembra de orco es la que peor aspecto tiene, aunque por el color verdoso de su piel me resulta difícil saber si está sana o enferma. Me ocupo de ella con diligencia y después del valiente enano Tormund, que aunque tiene la legendaria robustez de su gente también tiene la gentileza de dejarme hacer mi trabajo. El hombre-serpiente tampoco tiene buena cara pero, aunque le examino, no presenta secuelas físicas visibles y no se me ocurre qué puedo hacer por ayudarle; tal vez mi dios venga a iluminarme enviándome algún sueño.

Convencido de que ya no soy de ayuda para nadie y solamente un molesto viejo que deambula de acá para allá, decido buscarme un sitio discreto junto al fuego donde tender mi raída manta y echar una cabezada hasta que alguien me necesite.