Partida Rol por web

Camino a la infraoscuridad

    Naja Naja se alejó del grupo para regresar más tarde con las mangas y el pantalón mojados. Jagga y Nalfeim caminaban tras él. Según explicó el clérigo, la minera había decidido que era el momento de seguir su propio camino, pero en Dungapur había aparecido un cadáver decapitado y el pueblo estaba decidido a encasquetarle el muerto a la orca. Una oportuna niebla mágica conjurada por el clérigo les permitió escapar antes de que la apresasen. Nalfeim mostró una bolita negra en la palma de su mano. -Ha insistido en darme esta cagarru…”Su Stumm” y simboliza no sé que deuda…Jess, ¿tú tenías otra de estas, verdad? Le he pedido que nos haga de guía hasta la sima y ya está-

   Los aventureros alcanzaron el remoto pasadizo bajo las catacumbas del templo de Pelor que conducía de vuelta a las minas. El flamante edificio se erigía sobre los cimientos de otro mucho más antiguo, apenas quedaba una galería con feroces estatuas rodeadas de inscripciones arcaicas pero resultaban sobrecogedoras.

    El grupo descendió de nuevo hasta las profundidades de la montaña con la ayuda de las mineras. Jagga y Jess volvieron a hacer de rastreadoras, salvando al grupo de numerosos peligros, pero en este viaje, la orca se mostró distante con la vampira. Sîglü tenía un olfato excepcional para encontrar alimento en los lugares más insólitos, pero los aventureros agotaron sus raciones antes de resignarse a comer nada de lo que les ofreció. Nalfeim empezó a acusar el agotamiento y malnutrición. No se vio con fuerzas de “donar” sangre a Jess y el carácter de la joven se volvió imprevisible.

   Tras días de viaje, el estrecho corredor desembocó en un inmenso espacio subterráneo. Habían alcanzado la remota ciudad de los orcos.

La urbe era un conjunto de grutas excavadas en torno a una falla geológica. Los barrios de ambos lados se conectaban con rústicas pasarelas de aspecto endeble. Algún murciélago y otros seres alados surcaban el aire mientras otros cientos de criaturas transitaban las estrechas cornisas acarreando víveres, esclavos, mercancías, o buscando la oportunidad de rapiñar cualquiera de ellos a sus congéneres. Los chamanes encendían hogueras al borde del acantilado e invocaban a sus dioses salvajes. El olor era nauseabundo. Los vapores sulfurosos ascendían desde las profundidades insondables. Al mismo tiempo, desde las alturas, los habitantes arrojaban sus desperdicios al abismo sin ningún cuidado, barnizando todo con una gruesa costra de inmundicia.

-Raja er culu er gigante- Anunció Sîglü solemnemente, a la que el olor parecía no molestar en absoluto.

Jagga no se mostró tan satisfecha de haberse adentrado tan profundo y reclamó a Nalfeim que le devolviese su “Stumm”. El clérigo se sintió encantado de deshacerse de aquella guarrería. Aunque no pudo negar la utilidad de la piel verde como guía. La orca se despidió estirándose el lóbulo de la oreja y les dejó tres advertencias antes de marcharse:

  -Nu amiguz en Raja-

  -Jumanuz y nanuz zun ezclavuz en Raja-

  -Nunca nunca azumar borde-

Al igual que Jagga, Naja Naja también se mostraba distante de Jess. No pensaba darle de su sangre y no le hacía ninguna gracia, por muy enfadado que pudiera estar con Nalfeim, que éste le donara la suya. Durante los días que estuvieron de camino el monje aprovechó para que los más versados le contaran todo lo que sabían de los vampiros.

- Nerish, quiero shaber todo lo que shepash de eshtos sheres. Shi tienen buen oído, shi leen la mente, shi pueden metershe dentro de mi cabeza...- Suficiente tenía con el viejo carcamal como para que más gente le dijera lo que tenía que hacer. Lo mismo preguntaba a los demás que habían combatido y vencido a Morrigan. Se llevó una sorpresa al escuchar de boca de Nalfeim que había sido la misma Jess, la que ahora padecía aquella terrible maldición, la que había clavado una flecha en el corazón de Morrigan.

Haré lo mismo por ti.- Pensó con compasión el monje.

- ¿Qué vamosh a hacer shi logramosh rescatar a Ely?- Planteó al grupo. Corvinus no les había dado solución alguna. El futuro no era nada prometedor. Ni siquiera parecía que Ilmater pudiera hacer nada por Jess más que destruirla.

Cuando finalmente llegaron a Raja el cuerpo del monje se puso tenso. Era toda una ciudad orca alrededor de las paredes de una falla. ¿Cómo iban a atravesarla?

- ¿A dónde tenemosh que ir ahora?- Preguntó cuando Jagga anunció que ya no seguiría con ellos. Necesitaban todas las indicaciones posibles. Apenas podía disimular el asco que los efluvios que de allí venían le producían.

Aprovechando que durante el camino Jagga y Jess hacían de guías, convenientemente adelantadas, Naja Naja aprovechó para tener una conversación con Nerisnath y Fornund. De sus compañeros eran de las personas en las que más confiaba. námasor también pero temía que el viejo demente metiera la pata.

- Tenemosh que hablar.- La seriedad del rostro verde del monje no dejaba lugar a dudas, era un asunto serio. Les relató las sospechas que había visto confirmadas sobre Jess. Cómo había sospechado de ella acerca de lo del arcanábulo por haber visto que sus botas estaban mojadas por la nieve. Sin embargo, no tenía pruebas para culparla de eso, pero sí de haber asesinado a un hombre en el pueblo. El monje había visto un extraño muñeco de nieve en la lejanía. Cuando se separó para adelantarse aprovechó para dar un rodeo y acercarse. Los aldeanos estaban arremolinados alrededor del muñeco donde había un cadáver decapitado.- Creo que por fin tomó una buena cena esha noche. Por esho no tenía hambre. Y no deshcarto que shea ella la que tenga el arcanábulo. Como ha dicho mi pa...- Tener a Tergrar dentro de su cabeza constantemente defendiendo a su vviejo amigo le estaba afectando hasta tal punto que casi había llamado padre al clérigo.-...ejem, Nalfeim. Jagga le debe la vida a Jessh y quizá por esho she autoinculpó de lo del libro. Otra cosha no, pero eshas orcash pagan shush deudash.- Además ahora Jagga era esquiva con Jess y les abandonaba.- Hay que vigilarla permanentemente. Y a Ely, si la reshcatamosh, también. No podemosh permitir que hagan másh daño. Shupongo que en esho estaréish de acuerdo y que puedo confiar en vosotros si llegashe la hora de...de actuar.- No era descartable que al final tuvieran que dar descanso eterno a las dos muchachas.

Cuanto más nos adentramos en las profundidades de la tierra, más difícil resulta saber cuándo es de día y cuándo es de noche. Las provisiones se nos acaban pronto y, aunque Ilmáter nos provee generosamente, puede decirse que la comida es mucho más nutritiva que sabrosa. Eso hace que durante todo el camino la falsa sensación de hambre no nos abandone.

Para cuando finalmente llegamos a la ciudad de los orcos, escoltados por una de las hembras que nos acompañan, no puedo evitar encontrar de lo más apropiado el nombre del lugar. Desde luego no huele muy diferente de la residencia de ancianos del monasterio de San Morgan. Una mezcla de enfermedad, decrepitud y excrementos. Tal vez nosotros también deberíamos bautizar ese ala del monasterio como La Raja de San Morgan. Tenemos tanto que aprender todavía de otras culturas...

Me apena que nuestra guía decida separar su camino del nuestro pero quién podría culparla. Ella ha regresado a su encantador hogar en tanto que nosotros nos disponemos a adentrarnos en las entrañas del mismísimo averno. Pensándolo bien, no puede haber tanta diferencia entre ambos lugares.

Nunca he tenido un buen sentido de la orientación pero aquí abajo me encuentro completamente perdido. Y tampoco he estado nunca en el Abismo, de modo que no tengo ni la más remota idea de cómo llegar hasta allí. Confío en que alguno de mis compañeros sea capaz de guiarnos o no tendremos más remedio que emplear la tiza encantada. No es que entienda cómo funciona pero para eso tenemos a la brillante Naerish...

Un momento, ¿no teníamos a otro joven mago también? No consigo recordar qué ha sido de él. ¿Y el viejo Dick? Así no hay quien rescate a Elizabeth, la gente no deja de desaparecer. ¡Qué poco compromiso!

Ah, sí, la tiza... ¿Si dibujamos un portal al Abismo podremos entrar? ¿Y si dibujamos un pollo asado podremos comérnoslo? Grandes cuestiones para las que no tengo respuesta. Solo sé a ciencia cierta una cosa y es que Ilmáter proveerá.

Jess aprovechó las dudas del grupo para ausentarse un momento a "empolvarse la nariz" como una señorita. Se sentó en un rincón oscuro, lejos de miradas indiscretas y sacó de su mochilita el arcanábulo de Corvinus Jess. No podía hacer anotaciones todos los días porque nadie sabía que tenía ese libro, y solo podía sacarlo ocasionalmente mientras los demás dormían, así que decidió hacer las entradas semanalmente, a toro pasado.

♥ ♥ Mi Querido Diario ♥ ♥

Semana uno: arcoiris y unicornios.

Ser una vampirita es más díficil de lo que creía. Es como ser una inmortal esquizofrénica: puedes vivir eternamente pero siempre estás pensando... ¿entrará la luz del sol por esa rendija mañana? O... ¿estaré bien peinada? Por suerte, ya hemos llegado a un sistema de cavernas. ¡Ya nunca me tendré que preocupar por el sol! Y como está oscuro, disimulo que esté mal peinada aunque no pueda verme en un espejo para arreglarme. Lo malo de estar bajo tierra es que ya nunca podré volver a ver un arcoiris... :(

El primer día en la cueva me dió de beber sangre el Gran Nalfeim. ¡Ole con el clérigo, qué salado es! Pero no puede darme sangre dos días seguidos, o eso dice, porque necesita que su cuerpo vuelva a reponer la sangre perdida.

El segundo día me separé un poco del grupo, y en otra cueva invoqué de mi bolsita mágica un... ¡Un unicornio! Vale que no tenía cuerno en la frente, pero eso era porque era una unicornia hembra. La llamé Única, y junto a Ely y Ryn son mis más mejores amigas ♥. Me pasé un par de minutos tranquilizándola para que Única confiase en mí y me dejara hincarle el colmillo, pero una vocecilla en mi interior me dijo que no lo hiciese, que Única es demasiado mona para hacerle daño. Mi vocecilla interior es taaaan panoli... Mordí a Única. Su sangre sabía un poco mal. No sé si era por la magia de ser una unicornia, o porque los unicornios están emparentados con las ardillas (según Ely, la sangre de ardilla sabe mal). Única se puso un poco nerviosa cuando notó el pinchazo de mis colmillos en su piel, pero no creo que supiese muy bien qué estaba pasando. Era nerviosismo de estar confusa, no de tenerme miedo. Aún así la metí de nuevo en el saquillo mágico para que descansase.

El tercer día la comida empezó a escasear. El padre Dámasor hizo un conjuro de multiplicar los panes, pero nada garantizaba que se acordase de cómo se hacía ese milagro al día siguiente. Jagga y yo tuvimos que raspar hongos de las paredes de la cueva, y cazar murciélegos. Como el Gran Nalfeim me había dado sangre otra vez, no necesité morder a Jagga, pero lo pensé. Me pregunto si se hubiese dejado morder si yo aún tuviese su Stum.

Sin el componente material para hacer el milagro, sin los panes que multiplicar, los vivos de mi séquito empezaron a racionar la comida a partir del cuarto día. De nuevo Jagga y yo nos separamos para conseguir alimento. Mi idea era aprovechar para volver a las minas y comerme a una orquita minera, pero tenía miedo a perderme, así que seguí a Jagga. En un momento de despiste de la orquita, me puse la capucha de mi capa invisible. Me acerqué y la mordí a traición, pero la magia de mi capa se fue. Jagga me dió un tortazo, y desenvainó el arma contra mí. Fueron momentos muy tensos, y lo pasé fatal. A Jagga también se la veía incómoda, porque se tapó la herida de mis colmillos y volvió avergonzada con los demás. Creo que no les comentó nada, pero a partir de entonces estuvo más atenta cuando explorábamos. T.T

El quinto día fue el último en el que el Gran Nalfeim me dió de beber su sangre. Me dijo que no podía seguir así, que lo dejaba, porque entre las sangrías y la falta de una nutrición adecuada, empezaba a tener mareos. Estoy preocupada. No por su seguridad, sino por la mía. ¿Es que nadie va a pensar nunca en la pobre Jess?

Me estoy trabajando a Sîglü por si acaso. Por las noches, nos quedamos las dos despiertas hasta tarde. Bueno, yo me paso la noche sin dormir. Es muy frustrante porque se arremolinan todos alrededor del padre Dámasor, y así no hay quién se acerque. Pero convencí a Sîglü para que me hiciese una trenza a medio camino entre el aura picajosa del viejo y el aura no picajosa del resto del mundo. Solo tengo que fingir la próxima vez que no me puedo acercar más para que la orquita salga. Ya lo intenté una vez, con la excusa de hacerle una trenza yo a ella. Tenía toda su espalda velluda fuera del círculo de protección, y estuve palpando, pero no había manera de encontrar una vena bajo tanta grasa. Ella se rió... creo que le hice cosquillas... ¿O se burlaba de mí? Eso me enfada. Y entonces vuelve a resonar en mi cabeza la vocecilla interior de la Jess buena. Pero si dejo la mente en blanco, al cabo de un rato la vocecilla se cansa de aleccionarme, y se calla.

Bueno, eso es todo por ahora, querido diario. Otro día te cuento más. XOXO, Jess.

Aprovechó para buscar en el arcanábulo información sobre la Raja del Culo del Gigante antes de volver. Estaría bien comprar provisiones: pan para los demás y un esclavo para Jess. Quizás un chico guapo. A lo mejor el Gran Fornund le suelta una charla sobre la libertad y lo que está bien y lo que está mal, pero la esclavitud es legal en este sitio, así que Jess no sabía si, con lo propenso que es el enano a defender las leyes, le saldría por un lado o por otro.

La maga y el paladín estaban bien instruidos en cuanto a los vampiros. Neris había estudiado numerososo legajos en su Thay natal, mientras que la experiencia de Fornund provenía de haber vencido a Morrigan. Entre ambos elaboraron una lista de los puntos fuertes y vulnerabiliddes que, en su opinión, poseerían Jess y Ely a estas alturas.

https://img00.deviantart.net/9994/i/2015/224/7/a/o...

La primera en la frente: Jess contravino la tercera regla y se asomó al borde.

Uaaaah... ¡Escuchad eso! Todos esos corazones palpitando, como un pelotón de tamborileros... ¡Es impresionante! Y... snif. ¡Puaj! Y huele como un pelotón de tamborileros que llevasen una semana sin cambiarse los calcetines.

Se apartó del borde, sobretodo por el olor, pero en menor medida para despedirse de Jagga. No hacían falta las palabras, esas dos llevaban mucho tiempo juntas, y se entendían a la perfección. Con solo mirarse, ya sabían lo que cada una estaba pensando. Jess sonrió, enseñando los colmillos.

Jejejeje... Adiós, Jagga. Hasta la próxima.

Acto seguido se giró hacia el Gran Nalfeim, negando con la cabeza. Tapándose la boca con la mano para que Jagga no le leyese los labios, le susurró.

Psst. Un consejo. Yo llevaba el Stum de Jagga en una mochila con espacio extradimensional, sin aire, en el que el tiempo transcurre más despacio. Pero la descomposición del Stum en un bolsillo normal... Quiero decir... ¡Quémala! Tu mochila. Qué-ma-la. O ese olor a Stum te perseguirá para siempre. Comparado con el olor a Raja del Culo del Gigante, el Stum de Jagga le da mil vueltas.

Se despegó del sacerdote nada más acabar con la confidencia. Ese acercamiento había sido toda una decepción: Jess podía notarlo, bajo la piel, un olor a sangre distinto. Como a pocho. La sangre es como el agua de los ríos: si hay poco caudal de agua limpia, solo quedará una agrupación de charcos en el lecho con agua estancada. El agua estancada no es sana. Hace que te duela la barriguita si la bebes. El Gran Nalfeim era igual: una vieja pasa reseca, a la que si seguías exprimiendo solo ibas a sacarle el poso.

Vale... Recordad: no podemos dejar que vuestra alimentación dependa de que cierto "personajillo" del cual no diré el nombre, pero que empieza por "Dam-"... y termina por "-asorelilmaterino", se acuerde o no de cómo se rezaba un milagro de multiplicar los panes ese día. Así que vamos a necesitar comprar mucha comida, y a algún porteador, y una o dos mochilas nuevecitas-guiñó un ojo al Gran Nalfeim-que no huelan a caca de pis para que el porteador lleve toda esa comida.

Una vez que rescatemos a Ely, ya está todo resuelto-añadió a Naja-Naja, pues para ella lo de ser vampiresa no era ningún problema ni nada que requiriese ser corregido-. No hay porqué hacer planes más allá. Estaremos juntas, y seremos siempre amigas, y Lord Lustmord no podrá secuestrarla nunca más. Es que... menuda racha llevamos: primero Yazlik y después el Babau. A esa chica no paran de llevársenosla.

  Jess miró el enorme oso pardo que había sacado de su bolsa de trucos y resopló decepcionada. El hambre apretaba y se abalanzó sobre el animal sin dudarlo. Tan pronto sus colmillos atravesaron el grueso pelaje, la criatura mágica regresó a su plano de existencia. La vampira degustó con avidez la escasa sangre que había podido succionar. Suficiente para pasar el día, pero ni de lejos el festín con el que su mente soñaba. La sed hizo volar su imaginación y reescribió la historia en su diario con mucho mas glamur.

La pequeña vampira empezó a desarrollar nuevas técnicas de asalto y cuando atacó a Jagga con su capa de invisibilidad, la orca no tuvo la menor oportunidad. La sangre de orco no era ni de lejos sabrosa, pero tenía una intensidad que sació sus sed hasta que Nalfeim se ofreció de nuevo. El sabor de Jagga la persiguió hasta llegar a la ciudad. Algo en su interior le decía que si la hubiera dejado seca hasta la muerte, se habría apropiado de su fuerza salvaje.

Jess no escuchó a Jagga decir nada a los demás, pero el monje no le quitó ojo a ninguna de las dos desde entonces.

Poco después la minera anunciaba su intención de abandonar el grupo en cuanto llegaran a la ciudad orca.

En una de sus últimas escapadas, Jess ojeó las páginas del arcanábulo en busca de información sobre la infraoscuridad. Corvinus había incluido en su diario algunos relatos de Morrigan sobre la apestosa ciudad, así como un pequeño mapa donde detallaba la ruta por donde había llegado desde los niveles mas profundos. Aunque el relato de Lady Lustmord no citaba expresamente que hubiera comprado ningún esclavo, describía con todo lujo de detalle la ubicación de uno de los mercados incluyendo el mapa de un establecimiento:

1.- Almacén de nuevos esclavos

2.- “Doma de esclavos”

3.- Dormitorio de esclavos domados

4.- Letrinas

5-11 Dependencias de los guardias y el mercader.

12- Dependencias de los compradores.

13.- Dependencias de siervos.

14.- Herrería

15.- Altar a Gruumsh

S.-  Puerta a algún lugar desconocido.

La ciudad tenía senderos que la conectaban con la superficie así como con los niveles mas profundos de la infraoscuridad, pero no describía estos últimos y en cambio, si lo escurridizas que eran las paredes del pozo de la letrina, lo que daba a entender que Morrigan pudo llegar a la ciudad escalándolas.

La Raja.

Infraoscuridad.

Hora y fecha indeterminadas.

- Nerish, quiero shaber todo lo que shepash de eshtos sheres. Shi tienen buen oído, shi leen la mente, shi pueden metershe dentro de mi cabeza...-

Nalfeim sacudió la cabeza. Se negó a aceptar las palabras de Corvinus sobre Jess (“Tu amiga está perdida”) y abrió los brazos hacia la joven: -¿Porqué no se lo preguntas?. Nadie mejor que ella para ayudarnos. Jess es…como de la familia. Te aseguro que haría lo que fuera necesario por Ely-

- ¿Qué vamosh a hacer shi logramosh rescatar a Ely?-

-¡Claro que la rescataremos!, y encontraremos una solución- Aseguró con el corazón, mas que con la cabeza.

- ¿A dónde tenemosh que ir ahora?-

El clérigo estaba tan perdido como los demás. -Pues si no hacemos caso al padre Dámasor y usamos la tiza demoníaca para atajar al abismo; supongo que hacia abajo- Concluyó con resignación. El arcanábulo tenía un capítulo entero dedicado a la infraoscuridad, pero sin aquella valiosa información buscó con la mirada a Sîglü y Jagga para que las siguieran guiando.

    Las orcas se encogieron de hombros. Apenas sabían nada de aquel lugar y señalaron las “calles” de la ciudad que descendían hacia lo profundo de la sima.

   -Zupongu ká baju- Repitieron las palabras de Nalfeim casi al unísono.

  En ese momento un orco de gran tamaño pasó a su lado con un pequeño humanoide de facciones chatas, cargado de cadenas y atado del cuello como un perro.

El orco abrió los hoyares de la nariz y examinó al grupo con recelo e interés, pero al verse en clara inferioridad numérica, se limitó a lanzar un hondo gruñido y seguir descendiendo por la grieta hacia las atestadas cornisas de la sima.

Nerisha trató de compartir con Naja todos sus conocimientos sobre el estado en el que se debía encontrar Jess y los vampiros en general, que probablemente se encontrarían en esta nueva andadura.

Explicó la diferencia entre engendros y vampiros, y cómo el tiempo era esencial para convertir los unos en los otros o hacerlos muchos más poderosos.

Su expresión cambió cuando compartió con ella sus sospechas sobre Jess. Aunque no llegó a respaldarlas, sí que mostró interés y valoró aquella posibilidad. Al fin y al cabo Jess comenzaba a comportarse de forma cada vez más extraña y podría ser cuestión de tiempo que su “sed” terminara haciéndole perder la cabeza.

-Si estás en lo cierto y ella tuviese el arcanábulo quizá pudiese detectarlo, comentó pensativa. –Ese tipo de objetos desprenden un aura enorme…, comentó pausada. - ….empleando el tiempo necesario… quizá…, añadió volviéndo la mirada hacia Jess. – Al menos descartaríamos esa posibilidad… o en el peor de los casos reforzar tus sospechas…, sentenció.

- Nerish, quiero shaber todo lo que shepash de eshtos sheres. Shi tienen buen oído, shi leen la mente, shi pueden metershe dentro de mi cabeza...-

-¡¡A ti seguro que podría oírte hasta un sordo!!, respondió de forma burlona Talitha y adelantándose a Nalfeim. Respuesta a la que Nerisha trató de poner fin alzando la palma de su mano y así tomar la palabra. – Esos seres, como dices, tienen diferentes habilidades, cada vez más poderosas dependiendo de su edad…, trató de explicar a sus compañeros. – Aunque…, sinceramente… allí a donde vamos habrá amenazas mucho peores…, añadió

-Pues si no hacemos caso al padre Dámasor y usamos la tiza demoníaca para atajar al abismo; supongo que hacia abajo-

- Creo que la apertura del portal debería ser el último recurso del que echar mano, añadió al comentario de Nalfeim. – Es totalmente imprevisible saber el lugar… y la situación en la que apareceremos al otro lado, recalcó.

Tras ello la maga enmudeció ante la presencia de un orco. Aunque lejana y decidir no mostrar mayor interés en el grupo, no dejaba de ser una amenaza. – Dudo mucho que esté sólo…  

Ignorando las conversaciones de sus compañeros, Jess dió un par de pasos tras el orco, cogiendo aire para hablarle enérgicamente a sus espaldas.

¡Eh, tú!-gritó al orco-¡Sí, tú! ¡El que tiene cara de grunja goga ush riijsi!-salpicó sus declaraciones con unos cuantos insultos en orco-¿Sabe tu mami que su hijo es un sucio turuk morphak norick nursan? ¡Coooo-cococococo-coooo!-movió los codos como si fuese una gallina aleteando-¡Maldito aliento de grunja turuk caradecaca! ¡Tu mami es una phursut que le come el horsk a todo un ejército de elfeks rushu thora muilk troshack! Ah, sí... ¡Y no tienes Stum!

Tras haber estimado que había usado todo el repertorio de idioma orco que correspondía socialmente para una provocar una pelea en una situación como ésta, Jess se puso la capucha de su capa, volviéndose invisible.

Si había hecho bien su trabajo, y Jess esperaba que así fuese, el orco cachas se daría la vuelta para ver quién se había metido con su santa mami, y se lo atribuiría a alguna de las féminas del grupo, quizás Nerisnath, quizás Sîglü, empezando así una pelea. Y a río revuelto, ganancia de chupasangres. Además, Jess tenía la esperanza de que el Gran Fornund no dejaría que las pesadas cadenas de la esclavitud siguiesen avasallando al freak de cara chata que acompañaba al orco cachas.

- Sssssshhh.- Se lo había advertido a algunos. ¿Qué demonios pretendía esa chiquilla? Jess no era la única que había cogido artefactos mágicos de los que les había ofrecido el loco de Corvinus. El monje se movió veloz como pocos hasta la zona donde la joven Jess se había hecho invisible y se ajustó un curioso parche que ahora le tapaba uno de los ojos.

Está claro que la joven y brillante Naerish sabe muchísima más que yo, de modo que estoy encantado de adscribirme a su criterio en lo tocante al uso de la famosa tiza embrujada. Eso nos lleva a continuar nuestra búsqueda a través de la pintoresca ciudad de los orcos y sus rudas gentes.

Y si bien es cierto que esperaba la zafiedad de los orcos, no es menos cierto que la de Jessy me deja anonadado. ¡Vaya lengua más sucia tiene la jovencita! En ocasiones como ésta, el don de lenguas que me ha concedido Ilmáter es más una canallada que una bendición. Ahora temo que pasaré varias noches sin poder conciliar el sueño con la imagen en mi cerebro senil de la madre orca en una actitud tan indecorosa como explícita.

Estoy a punto de reprenderla gentil pero enérgicamente cuando la veo desaparecer ante mí. Incluso en mi ancianidad, siempre he presumido de buena vista de modo que me froto los ojos creyendo que es mi mente la que me juega una mala pasada una vez más. Sin embargo, la menuda Jessy ha desaparecido igual que lo han hecho antes que ella el viejo Dick, Inés, Corvinus o la propia Elizabeth.

Esto está empezando a convertirse en una auténtica calamidad...