Partida Rol por web

Ernesto giró sobre sí mismo para mirar hacia atrás, después miró a Martín, y finalmente volvió la mirada hacia afuera. ¿Ornitólogos? ¿De noche? Su ceño se había fruncido y sus ojos claros habían comenzado a fundirse con las cejas espesas. Bueno, tampoco parece tan desquiciado. En un campo de mierda puede caer cualquiera a hacer cualquier cosa. Sin embargo, quizás por un instinto radical, todo lo que tuviera que ver con excesiva vigilancia le daba mala espina. O eso es paranoia, o es un problema.

Iba a responder, pero escuchó el sonido de pasos y giró nuevamente. Facundo, con aires de malevo, Kike y Alicia, perfecto. Cartón lleno. Después Martín dijo algo, que hizo que Ernesto lo mirase interrogante. ¿Jorge? ¿Quién carajo es Jorge? Pero sabía que eso, si tenía respuesta, la iba a tener después.

- Bien. Estarán estudiando a los búhos, entonces - respondió Ernesto al teléfono, mientras les hacía una seña a los recién llegados de que no pasaba nada - Y, no, qué sé yo. Usualmente no se guarda nada suficientemente valioso ahí adentro para que tengan ese tipo de seguridad. A menos que hablemos de animales pura sangre o algo así, y dudo que sea el caso - la voz de Ernesto volvía a la seriedad - O hablamos de mucha paranoia. Acá encontramos una cámara adentro de una cámara frigorífica. Diego, mejor que salgan de ahí.

Miró a Martín, y negó con la cabeza.

- No son ellos - gesticuló, sin sonido.

- Buhos? Animales pura sangre? - el rostro de Facundo expresó la incredulidad ante lo que estaba escuchando - Alguien está criando Buhos de pura Sangre? Eso si que es nuevo! - agregó meneando al cabeza antes de preguntarle a Ernesto - No son quien? -

Martín bufó, entre molesto por el comentario de Facundo, que estaba fuera de lugar, y realmente preocupado por lo que acababa de saber. Y además, el impertinente no se había cortado en hacerlo mientras Ernesto aún hablaba por el celular, intentando esclarecer las cosas.

Pero él no iba a decirle nada al "señor", no iba a interrumpir al jefe para responder a la tontería de Facu. Y tampoco para aclararle quiénes "no eran ellos", con lo que eso implicaba.

-Ya estoy afuera no te preocupes... ahora estoy siguiendo pisadas misteriosas fuera del establo. Te llamo en 20 minutos.- responde Diego, colgando sin esperar respuesta.

Me acerco a Facundo y le cojo del brazo en silencio para que me mire, cuando tengo su atención, bajo la voz a un susurro y ...querido deja que acaben, si es algo que debamos saber despues nos lo dirán .

- Querido? Si todavía no estamos filmando - contesta Facundo sin querer entender la indirecta - Y está claro que nos lo dirán si debemos saberlo. Ernesto, para esas cosas, es un tipo derecho. No nos va a ocultar nada que no deba - le explica sin bajar el tono de voz, esperando que Ernesto se de por aludido y realmente les explique que es lo que está sucediendo

- Pará, Die-...

A las palabras de Ernesto siguió un silencio denso. Su rostro ya tenía los tintes necesarios para resultar homicida cuando Facundo interrumpió su charla, pero ahora había adoptado unos claros y brillantes matices de rojo. Bajó el móvil muy despacio, con un gesto mecánico, ignorando todo lo que sucedía a su alrededor. Pendejo de mierda, ¿cómo me va a cortar el teléfono? Si fuera mi hijo, la patada en el culo... Pero también había un matiz de preocupación en sus ojos, uno que quedaba disimulado tras la sequedad de su rabia. La puta madre, ¿por qué los traje hasta otro quilombo de nuevo?

- Facundo, para desubicados ya está Diego. Dejá de disputarle el primer lugar y ubicate. No lo esperaba de vos - dijo Ernesto, con cara de piedra, mirando a Facundo. Dejó pasar unos segundos para que el locutor calara su decepción - Como te decía, no son ellos. Así que quizás quieras salir a mirar, por un tema de seguridad de la finca. Pero me dice Diego que pueden ser unos ornitólogos que estuvieron durante el día por acá - comentó, ahora, a Martín.

Giró hacia Kike, Alicia y Facundo.

- Tenemos un problema. La cocinera y la otra mujer desaparecieron. Cuando llegamos a la cocina no había nadie, y hay todo un quilombo adentro de la cámara frigorífica como si hubiera habido una pelea. Pero estuve registrando, y parece todo armado - explicó, señalando más allá a donde estaba la cámara con la puerta abierta - Vinimos acá atrás porque podrían haber salido por esta puerta - señaló, a través de la puerta que tenía a su lado - pero no hay rastros de ellas, y sí gente con linternas en el bosque. Llamé a Diego para ver si son él y Josep, pero, no. No lo son. Hablaron de un establo - miró a Martín - ¿Está muy lejos el establo?

Levantó ambas manos.

- Estábamos por ir a ver si podíamos acceder a los vídeos de las cámaras de seguridad. No perdamos tiempo. 

-¿Están en el establo? Entonces, igual son ellas las de las linternas. O esos ornitólogos, claro. No sé nada de que hubieran venido ornitólogos... -comentó para sí mismo.- Y sí, yo también creo que lo mejor es ir a ver si puedo acceder a las grabaciones del sistema de seguridad, al cuartito ése del que le hablé. Vos podés venir conmigo, Ernesto, si querés. El resto pueden esperarnos acá, o que registren la finca, tenemos también linternas, y nos mantenemos en contacto con los celulares, por si acaso. ¿Qué les parece?

Martín estaba algo más tranquilo, no tenía porqué haber pasado nada muy malo, pensaba, no habían encontrado nada que así lo indicara, más que la ausencia de las mujeres y la heladera revuelta. Y ahora las luces allá afuera.

-Quizá no ha sido más que un ladrón que ha entrado a robar conservas, o algo así. Y las mujeres le han perseguido. Esas cosas pasan, y parecen mucho peores de lo que son...

Ante las noticias, el tono de Facundo cambia. No parece nervioso, pero está claro que, por el momento, hará el intento de comportarse menos "desubicadamente"... y más prudentemente también

- Yo no salgo. No mientras no sepamos de quien son esas linternas. Uds vayan a ver esas camaras de seguridad que nosotros, bueno, por lo menos yo, me quedo por aquí. Dices que parece un desorden armado para que parezca una pelea? Que curioso -

Facu se acerca la puerta y se pone en cuclillas observando el piso en el exterior con cuidado. Sus ojos se entrecierran mientras su dedo señala un leve hundimiento en la tierra que debería pasar desapercibido para cualquiera que no fuera el Locutor - Así que la idea es averiguar si por aqui salieron dos mujeres? - pregunta mientras trata de interpretar lo que está viendo...

Mientras habláis, vuelve a sonar el telefono de Ernesto. Diego de nuevo. El jefe de la grabacion lo atiende de inmediato, quizá aliviado por la idea de que Diego no hubiera colgado, sino que la conexión se hubiera roto. ¿Quizá se había enojado con demasiada rapidez.

Mientras Ernesto escucha, Facundo se asoma al exterior y examina el suelo, viendo cómo dos pares de huellas de zapatilla salen del edificio y se dirigen hacia dos coches aparcados allí fuera, a unos treinta metros. En ese instante, el locutor se da cuenta de que tres figuras con linterna llegan a los coches en ese instante y los examinan con las luces. No le han visto por la oscuridad y porque no miran hacia acá, pero con que se giren un momento, le verán.

Ah, pero, espera. Uno de ellos habla por el celular. Dice algo. ¿No os suena esa voz? Claro que sí. Y cuando Ernesto le responde os dais cuenta de inmediato que los tres recién llegados han de ser Diego, Josep y Camestres.

Sin apenas darte tiempo de decir "hola", Diego te espeta directamente: Hay como mínimo 4 personas en el bosque, al menos una puede ser una mujer... antes de que te des cuenta de que la voz del fotero llega desde la calle, justo desde donde aparcaron sus coches las mujeres que andan desaparecidas.

- No hace falta buscar esas cámaras de seguridad. Salieron solas - El locutor habla seguro de sus observaciones - Y fueron hacia esos autos que están por allí... Esperen -

Repentinamente Facu da un par de paso atrás y continúa observando escondiéndose en el marco de la puerta hasta que una sonrisa lobuna se dibuja en su rostro - Y supongo que el desubicado numero uno nos podrá dar más información. Por lo menos está mirando "esos" autos ahora -

El ceño fruncido de Ernesto, que se mantenía incólume frente a las palabras de Martín y Facundo, permaneció allí incluso cuando sonó su teléfono y atendió a la velocidad del rayo. Los ojos del locutor se entrecerraron, se posaron en las afueras en el bosque, y se convirtieron en hendijas. Poco tiempo pasó para que sus cejas se arqueasen, y moviese la cabeza.

- Los estamos viendo a ustedes desde acá, están cerca de los autos. Girá para la casa, estamos justo en una de las puertas.

Él giró hacia los que estaban adentro.

- Efectivamente, son ellos. Vamos a ver qué dicen. Dicen que hay cuatro personas en el bosque, y al menos, una mina.

Volvió a hablar al teléfono.

- Diego, escuchá. ¿Te podés fijar si en los autos hay rastros de que fueron usados? Estamos buscando a las dos minas y Facundo dice que salieron de acá caminando solas hacia los autos.

Martín se quedó mirando a los que llegaban, alternando con Ernesto y su celular, y con Facu y sus deducciones. Negó con la cabeza.

-¿Cuatro personas? ¿Y una mina? ¿No saben si es una de ellas, si es la cocinera, o la camarera...? Cuatro personas... Pues yo sí voy a echar un ojo a esas cámaras, señores. Si es que puedo, que realmente no lo sé. No me conforta nada saber que están aquí todos ustedes, y que hay otras linternas allá en el bosque mientras por lo menos una de las dos mujeres no aparece, y algo sucedió en la heladera. Quiero ver si puedo averiguar qué fue.

Y habiendo tomado una resolución, se dio la vuelta para regresar al edificio donde estaba el cuarto de los servidores informáticos y el ordenador al que conectaban los sistemas perimetrales de seguridad.

- No se si "usaron" los autos - puntualiza Facundo - sé que fueron hacia allá, pero nada más -

Tras pensarlo un momento acota - Pero esa mina que está en el bosque... quien dijo que es un de las que falta acá? Seguramente son dos cosas distintas -

Regresas al comedor y de allí de nuevo a la calle empedrada que circula entre los edificios. Solo has de cruzarla hasta llegar al edificio de enfrente, sede de las oficinas, la biblioteca y el almacén del complejo, amén de la salita donde está en teoría el control de las cámaras. Te das cuenta ahora de lo silencioso que está todo, de la ausencia total de ruidos al no haber clientes y al estar tú solo allí.

Abres la puerta del edificio y rodeas el mostrador de la recepción. Manipulas el pomo de la puerta que da a la sala que buscas: está cerrada con llave.

Dudó unos segundos, era un empleado, y estaba claro que forzar una cerradura podía suponer una sanción, o algo peor. Por lo que rebuscó entre el manojo de llaves que tenía como empleado, y la que se suponía era una llave maestra.

De todos modos, tenía una justificación suficiente, joder, alguien había puesto el congelador patas arriba, y las mujeres se habían desvanecido en el aire. Y ni siquiera el guardés, Jorge, estaba a mano para pedirle ayuda. Así que...

Pensó en las pequeñas herramientas que siempre llevaba encima, mientras manipulaba las llaves. Alguna serviría...

La puerta se abre con facilidad cuando haces uso de tu maña con las herramientas. Al otro lado se muestra una estancia pequeña y apretada en la que varias pantallas de televisión encendidas muestran diversos lugares del complejo. Lugares comunes, de lógica vigilancia... y otros no tanta. ¿Eso es un dormitorio? ¿UN DORMITORIO? Las imágenes van cambiando, mostrando que a pesar de haber solo seis pantallas, las cámaras han de ser muchas más. Te dispones a observar qué lugares extraños observan las cámaras cuando...

...un ruido a tu espalda. Un paso. Justo detrás tuyo.