Partida Rol por web

Bueno al menos podremos recolectar datos y objetos mientras les seguimos,no?

Dice un poco mas tranquilo del ataque de histeria el arqueologo.

Vera se levantó, luego de sellar las muestras con ayuda de Emm y dejárselas para que las cargara con su equipo especial.

- Asegurar a los civiles es lo primero - dijo, mandando un claro mensaje a través de su voz - No conviene que nos desplacemos dejándolos aquí. Tampoco veo conveniente que avancemos todos, sin saber a qué estamos avanzando.

Se dio vuelta hacia Gregory.

- Mientras no involucre desviarse de la ruta que establezcamos, pueden recoger datos y objetos, los que quieran. Pero no más.

Miró a los otros científicos, y volvió a mirar al Sargento.

- Sugiero que busquemos un sitio para resguardarlos, y que el Cabo se quede cerrando las posibilidades de ataque. Quizás debamos retroceder un poco hacia un sitio para ellos seguro. Luego, iré con usted a explorar el sitio que ha indicado Cuervo.

Presionó el botón de su traje, igual al de Suerio, y habló.

- Aquí Hansel 63 a Cuervo-Hansel 63, Teniente Irth-Agozet. Tengan a bien prepararse para un aterrizaje en breve, por si llegáramos a necesitarlo. Si tienen lecturas de patrones de energía en el sitio de donde están recibiendo la señal, pásenlas. Procedemos a investigar. Cambio.

Miró hacia el Sargento, esperando que se pronunciara. La división de tareas había estado clara desde la base, y la jerarquía también. Pero Vera esperaba, mirándolo.

-Aquí Cuervo-Hansel-63, recibido.- Aún por radio, podéis incluso percibir una sonrisa por parte del piloto. -Yo siempre estoy preparado.- Podéis oír, en la distancia, tras unos segundos, los propulsores de la nave. Os cubre de cerca.

-Detecto algunas leves concentraciones energéticas, pero en la base del edificio. Nada fuera de lo normal. Cuervo-Hansel-63, corto.-  

Así pues, sin quejas, y sin ninguna observación, avanzáis hacia la supuesta señal de socorro. Cada poco, la intensa luz de los escáneres y el cercano sonido del motor de la nave que os sigue de cerca pasa a vuestro lado cada poco, y cada vez que lo hace, el suelo tiembla, ligeramente. Las vigas del techo y el suelo crujen, y a medida que avanzáis, el suelo parece cada vez más deteriorado. Veis rastros en el polvo, aunque son demasiado confusos como para que incluso vuestros aparatos puedan precisar nada. 

Finalmente, siguiendo las indicaciones de la nave, llegáis hasta el origen de la señal de socorro. Es una habitación pequeña. De ser humano, sería algo parecido a un lavabo, un cuarto de mantenimiento o similar. Vosotros también recibís la señal de socorro, y una muy débil señal térmica, pero nada más. Ni energía, ni vida. Si hay alguien ahí, está muerto. Quizás no desde hace mucho, pero está muerto. 

El Cabo Helborg, que estaba detrás de la formación, avanza hasta el resto de los oficiales. 

-Vale, ¿Y ahora?- Dice, señalando hacia la puerta. Detrás de todo, Stanislav, con la pistola que les han dado en la mano, mira al resto de sus colegas, luego hacia la puerta y finalmente a los militares, sin decir nada. 

Ahora ellos -dice Borden señalando a los militares- quitan los seguros de las armas y entran despacito en la habitación, se aseguran de que no hay ningún problema y vuelven a poner los seguros sin que nadie reciba un tiro.

Borden pone una mano en la barbilla pensativo.

¿Llevan ustedes un lanzallamas¿ O una bengala si no son tan agresivos. Los animales se asustan con el fuego y no ceo que sea necesario matar a todos los lobos que veamos...no sería ecológico.

Tranquilo señor Borden, recuerde que nos recomendaron no usar el arma de fuego.-Digo mientras me posiciono junto a la puerta, señalandole al cabo que se pusiese en el otro lado- Ya sabes, entramos cruzados, yo delante.- Mientras digo esto, le indico que abra la puera para yo entrar rapidamente con la pistola aturdidora preparada para abrir fuego, esperando que el me acompañe justo despues y me cubra las espaldas.

-1,2,3...- E irrumpo en la habitacion dandole una patada a la puerta de manera que se abra pero no llegue a rebotar en mi cara.

El Sargento entra primero, seguido del Cabo, que aseguran la habitación. Aunque no hay ninguna amenaza, ni nada que os pueda hacer peligrar, lo que encontráis dentro os hiela la sangre, puesto que es mucho más terrible que cualquier criatura, conocida o desconocida. 

En el interior, sujetando con firmeza una pistola y un pad con algo escrito, lo que parece el cuerpo de una mujer joven, sentado en la pared, con la cabeza baja, y el pelo tapándole la cara. En la parte trasera de su cabeza hay un evidente agujero de bala, muy probablemente el orificio de salida. A unos centímetros de altura, hay un rastro de sangre. Parece evidente que, fuera quien fuera, se disparó un tiro en la boca. 

En cualquier caso, lo realmente terrorífico llega cuando la propia Teniente Agozet se acerca al cuerpo y le aparta el pelo de la cara, para encontrarse frente a un espejo. La joven que se ha suicidado es, a todas luces, la Teniente, la misma que ahora respira a vuestro lado. 

¡Oh! Vaya...esto es...interesante...Si alguna vez ha pensado en suicidarse...ya conoce el resultado.

...y tanto. A menudo ocurren cosas raras, pero ¿esto?.¿Será otra alucinación de las que sufrimos en la base? ¿O será la señorita Vera un androide?

¿Esto es real? Quiero decir...¿esto es real?

Sombría observa el cadaver, todo parecía de otra dimensión.

Me acerco a la teniente para tratar de alejarla de allí, no debía ser fácil ver tu cuerpo sin vida atravesado por una bala.

Master mi ficha no esta.....

Claro que tenia ficha, tep reguntaba si la habias sacado o algo, como iba a llegar aquí sin ficha? Acaso no hicimos tiradas cuando los gases.....

La sangre aún se escurría por los dedos de Vera cuando Emm se acercó a ella. Su sangre. Por sus dedos.

- Es real - dijo, sin ningún tipo de vacilación en la voz - Atrás, por favor.

Hizo un gesto hacia la científica para indicarle que todo estaba bien. Su rostro se había teñido de una impenetrable capa de seriedad, o al menos de profesionalismo, que no traicionaba ni mínimamente algún shock apreciable. Ni siquiera cuando se agachó y comenzó a revisar al cadáver, a su cadáver, pareció sufrir alguna conmoción. Trabajó con rapidez, llevando las manos, las yemas y las uñas hacia los sitios indicados. No buscaba ningún indicio de vida: lo que buscaba era cerciorarse de que sus sentidos habían tenido la intuición correcta. Que eso era un cuerpo, que eso no era un robot, y que efectivamente, de algún modo, por algún motivo, era el suyo. Lo supo cuando le abrió la parte de arriba del traje, y dejó a la vista una pequeña cicatriz como de cuchillo cerca de la base del cuello. Esa, y otras tantas más.

Aun agachada, enfrentándose a su propio yo muerto frente ella, Vera abrió la radio.

- Hansel 63 a Cuervo. Tenemos una situación no identificada, pero la evacuación es inminente. Prepárese para ayudarnos en cuanto lleguemos a su radio de alcance. Cambio.

Echó una mirada al pad, pero supo que no podría arrancárselo de esos dedos... sus dedos. Se movió para leer, imperceptiblemente, lo que decía el pad. Luego se levantó, y se enfrentó al grupo. Hasta ese momento, no había mostrado tanta autoridad y tanta capacidad de empatía. Los miró uno a uno, directo a los ojos, buscando. identificando rastros de conmoción, locura temporal, trauma, cualquier cosa. Pasó a través de Alfred y Emm para atravesar a Gregory y Teodor, llegando al Sargento y al Cabo, preparándose. Aquello podía acabar en una histeria masiva, y acarrear una enorme pérdida humana. Se preparó para actuar.

El mensaje solo consta de una frase. No te suena, no sabes que significa, ni sabes a que viene. 

"NO ACTIVÉIS EL CUBO"

Teodor parecía un hombre tranquilo, sin ningún rasgo a destacar, muchos lo tacharían de anodino, incluyéndose él mismo en este grupo. Durante el escaso trato que habían tenido con el resto del equipo durante los tres meses, se había comportado de manera educada, sin iniciar nunca una conversación, pero respondiendo a todas las preguntas que le fueron planteadas con amabilidad. Había paso casi todo el tiempo en su habitación, que había convertido en un despacho adecuado para trabajar.

Observaba al resto con una indiferencia bastante natural. El competente sargento le parecía un buen hombre al que obedecer, sus objetivos estaban claros, y eso tranquilizaba al terrestre doctor. Del cabo poco podía decir, era hostil por naturaleza, y Teodor no era de los que buscaba confrontación, aún así sabía cuál era su trabajo, lo que lo convertía en un profesional valioso. Del resto de científicos también tenía su opinión. Consideraba a Borden como alguien muy parecido a Karanov, iba de genio incomprendido, y probablemente lo fuera, pero le gustaba que los demás pensaba que era diferente, que era superior a ellos, bien, tampoco le importaba demasiado que siempre quisiera llamar la atención, de hecho le agradaba que así fuera. La guapa doctora Tsunoda siempre parecía estar analizándolo todo, bueno, todo lo que tuviera interés, puesto que a él apenas le había dedicado un par de corteses minutos cuando se encontraban a la hora de comer, cosa que el físico solía hacer en solitario. Y del arqueólogo tenía poco que decir, a pesar de que agradecía los esfuerzos que este hacía por mostrarse cordial y amable, tenían pocas cosas en común, y eso era, sobre todo debido a la escasa conversación fuera del ámbito laboral que Teodor dejaba entrever.

No se había olvidado de la teniente, a todas luces, por lo menos para el doctor, la más peculiar del equipo, algunas personas la definirían como interesante, pero esa palabra estaba escondida en el diccionario que manejaba Teodor. Transmitía confianza, y se suponía que eso era bueno para su trabajo. De todas formas había algo en ella que mantenía inquieto a Stanislav.

Había seguido como un fantasma a sus compañeros de equipo, introduciendo datos en su pequeño ordenador de cuando en cuando, y prácticamente en silencio. El lugar le producía desasosiego, mezclado con una infinita tristeza, le resultaba bastante impactante comprobar cómo la naturaleza se había adueñando poco a poco, de manera inexorable, a favor del tiempo, como si supiera desde siempre que iba a ganar, jactándose de su victoria, puesto que a diferencia de lo que hacían los humanos, que lo arrasaban todo a su paso, esta humillaba los viejos restos.

Ni siquiera llegó a alzar la inútil pistola cuando aquel terrible y moribundo ser al que llamaban lobo apareció, se quedó mirándolo petrificado, e incluso su escasa imaginación le permitió ver las partes de su cuerpo echas trocitos dispersas por toda la habitación. Sintió nauseas, y mientras se alejó a un rincón de la estancia a vomitar le dio tiempo a pensar en quien había disparado a la bestia.

No pudo estar más de acuerdo con la idea de la teniente de asegurar a los civiles. Le sorprendió tener miedo, no estaba seguro de si lo había tenido antes alguna vez en su vida. Se sintió extraño y diferente mientras avanzaba detrás de los militares.

Pero la siguiente escena macabra fue demasiado para él, más allá del asco y la fascinación que le produjo el cadáver, le aterrorizó que estuviera presenciando algo físicamente imposible. Empezó a respirar rápida y entrecortadamente, deteniéndose en seco mientras miraba fijamente el rostro sin vida.

Esto es imposible, totalmente imposible, estos malditos tipos quieren volvernos locos, seguramente querrán que afirmemos alguna teoría descabellada que beneficie a la corporación, manipulando las cosas.

Cuando la oscura mirada de la teniente se posó en sus ojos algo saltó en el interior del físico

¿Pretende engañarnos? ¿Quiere hacernos creer que no tiene ni puta idea de que va todo este asunto?

Avanzó con dos buenas zancadas hacia el cadáver, se colocó junto a Vera, negó con la cabeza.

Es imposible, tiene que tratarse de algún truco.

Estaba mortalmente asustado, todo en lo que había creído se desmoronaba delante de sus ojos, firme seguidor de las tendencias aceptadas, aquella situación le invitaba a pensar en que algunas de las descabelladas teorías de Karanov podía ser cierta, y eso no podía permitirlo, no podían ser verdad. Empezaba a comprender porque lo había propuesto para la misión, pocos dudarían de un hombre como él, que siempre había sido reacio a las nuevas teorías.

Alzó el arma de repente, nadie podía estar tan tranquilo al ver su propio cadáver sino lo esperara con antelación, ella estaba implicada, y apuntó a la sien de la teniente, girándose hacia el resto.

¿Qué está pasando? ¿Qué cojones está pasando aquí?

La voz del físico sonó más potente, rabiosa, muy diferente del  tono afable que mostraba en la cafetería del espaciopuerto.

Esto es imposible, tú estás ahí muerta se pasó la otra mano por el rostro, sentía los labios pastosos, con el regusto nauseabundo de su reciente vomitera en ellos. Le temblaban las manos, cubiertas de una fina capa de sudor ¡Maldita sea, dime que está pasando!