Partida Rol por web

Sabia que tarde o temprano le dirian que haga algo, se molesto por ello, y mucho...se voltea hacia el tipo que le habia pedido que busque las ramas y sin decir nada, se mantiene en la roca...el no pidio ayuda alguna y no estaba dispuesto a ayudar a nadie.

El hambre era insoportable ya a esa hora, pero no se moveria hasta que ellos comenzaran a cocinar, en ese instante el se levantaria para ir a buscar cualquier cosa, pero solo para su consumo y no estaba dispuesto a darselo a nadie.

El silencio me estaba poniendo mas nervioso de lo que estoy simplemente por el hecho de haber sido secuestrado y dejado en una isla, dios sabe donde, asi que intento empezar una conversación con quien me está ayudando. ¿Cómo vas por ahi, ...? ¿Cómo te llamas?

Un segundo, sujeta, sujetaaaa. Está. Por fin conseguís poner en pié la tienda.

Ha costado, ¿eh? Buenas me llamo Harald, ¿y tú? Te tiende da la mano.

Bueno, al menos hemos conseguido montar una.

Justo cuando la noche se cierra sobre vosotros veis que Daniel y el otro hombre consiguen poner en pié una de las tiendas, el fuego que ha conseguido Ryder os permite distinguiros pero no veis nada más allá del campamento.

La temperatura es agradable, por un momento todos os quedáis en silencio y solo se oye el crepitar de la hoguera. Parece que nadie quiere sacar el tema, pero todos os estáis muriendo de hambre, como si el que lo dijera tuviera que encargarse de conseguir comida.

La mayoría del grupo comienza a estar adormecido, la primera en caer dormida es la anciana, que pide permiso para dormir en la tienda, el resto parece estar en un duermevela cuando un extraño ruido rompe el silencio de la noche, podría ser el grito de algún animal, no podéis estar seguros, a sonado muy cerca del campamento, en dirección a la jungla, tras unos breves instantes oís otra vez el grito pero esta vez viene de la pared de piedra.

Solo vosotros (Ryder, Salvador, Chei, John, Von y Victoria) parecéis estar despejados, a pesar de los gritos el resto sigue adormilado.

Como el resto, a pesar de intentar evitarlo te estás quedando dormido.

¿Pero que narices es ese ruido?. Suena desde luego como un animal, asi que si le cazásemos tendríamos algo que comer. Yo desde luego no pienso hacerlo. Ese ruido parece un animal herido, tal vez podríamos matarlo y tendríamos cena - dejo caer como el que no quiero la cosa

El hambre ya empeza a ser notoria, y algo molesta, por contra la sed fue mucho más sencillo saciarla, todo un alivio teniendo en cuenta que podemos aguantar más tiempo sin comer que sin agua. En principio aquel lugar parecía un buen lugar para descansar. Nada más lejos de la realidad, mi peor temor se había cumplido, aquellos rugidos era la señal que nos alertaba del peligro. 

Me levanté de un sobresalto, y busqué algo que me sirviera a la hora de combatir con aquellas bestias si se dara el caso. Así que eso hice, seguramente las lanzas que algunos fabricaron anoche me podían ser de utilidad para eso.

El hombre asiático que había ayudado a Chei a afilar los palos parece despejarse y cuando Ryder se levanta también se pone en pié.

Sea comida, sea una amenaza, yo quiero saberlo. No le hablaba a nadie en particular, parecía estar en una especie de trance. Antes de que nadie haga nada coge una de las lanzas y sale de la zona visible.

El se mantuvo en su lugar, claramente asustado por el ruido extraño, pero no estaba dispuesto a alejarse del fuego al que la mayoria de los animales temian.

De todas maneras, se acerca hacia una leña que pueda ser tomada por un extremo, para asi llevar el fuego cerca de el, pero no tenia ganas de hacerce del valiente en esos momentos.

el alarido me pone en guardia. veo como Chan y el otro individuo se levantan y cogen una de las lanzas. Tened cuidado. es peligroso separarse e ir por su cuenta en esta isla. cojo un palo y lo acerco al fuego para encenderlo. ¿de verdad estaba pensando en ir hacia el lugar de los gritos? eso seria temerario, pero se han escuchado muy cerca, y algo me dice que sea lo que sea llegaran hasta nosotros. Tendriamos que prepararnos para lo que sea.

Desde luego hay gente con pelotas entre los que sobrevivimos. Igual hasta ceno hoy. 

En silencio me arrastro por el suelo, y empiezo a despertar a los otros, poco a poco. Los muevo por el hombro, e indico silencio con mi mano.

Tras ello, me acerco a los asiaticos, y pregunto, ¿cuantas lanzas tenemos?

tenemos 16 lanzas. recojo unas del montón donde Chan y yo las guardamos y empiezo a entregarlas a los que hay a mi alrededor. algunas son mas grandes que otras, pero todas están bien afiladas. 

miro en direccion a la selva, y luego al grupo. ¿esperamos aqui, o vamos hacia allá? realmente creo que lo mas prudente seria quedarse aqui, pero el hambre, y quizas la curiosidad, podia invitarme a cambiar de opinion.

-Debemos repartirlas y permanecer alertas.

Observo la pared de piedra, calculo su distancia y su altura, preguntandome acerca de la posibilidad de que alguien pudiera trepar, para poder descubrir que había del otro lado.

No hay claridad suficiente como para que llegues a ver lo alto, la parte visible tiene salientes por los que no sería difícil escalar. Tampoco puedes apreciar su longitud, no recuerdas haber visto un final en ninguna de las direcciones cuando llegasteis al campamento.

Mientras estás observando te parece ver distinguir una figura moviéndose por lo alto, pero la escasa iluminación te impide estar seguro sobre qué podía ser.

-Allá. arriba. Observen, parece haber algo.- Digo señalando a mis compañeros, la cima de la pared de piedras.

Repartís las lanzas entre todos, hay tres personas ya dormidas, la anciana que entró en la tienda, la madre de la niña que murió en la playa y otro hombre mayor.

Nadie parece estar seguro de que hacer tras la partida de Chang, hasta que de pronto oís otra vez el extraño grito, osparece distinguir un matiz triunfal esta vez, y a continuación un grito de terror, inconfundiblemente humano. Fuera lo que fuese lo que había en la jungla parecía que lo había encontrado.

Todos se aferran a su lanza y miran nerviosamente al resto, a ver si alguien toma la iniciativa de hacer algo.

No se que estuvo pensando aquel hombre para salir solo, pero desde luego me parecía una estupidez. Dudo por un momento que hacer, y una pequeña sonrisa se esbozó en mis labios. Otra estupidez, sin duda. Eso es lo que haría. 

- Voy a distraerlos - Afirmé rotundamente, como si no hubiera opción alguna a rebatirlo

Con la lanza en la mano y con cautela, sigo los pasos de aquel hombre de rasgos asiáticos. Con un poco de suerte lo podría salvar, en caso contrario yo podría compartir destino. Pero lo que quería realmente hacer, era alejar aquellas bestias de aquel ampamento. 

Si no fuera porque había niños y personas que son incapaces de defenderse ni me replantearía esta estupidez, porque en realidad lo era, quizas camuflada en una valerosa acción, pero una temeriedad al fin y al cabo.