Partida Rol por web

El vantante no puede evitar que la sonrisa que se dibujaba en su rostro se torne risa.

Su mente vuela a recuerdos de la infancia, su hermana discutiendo con él por quién era más resposnable, ambos metiéndonos el uno con el otro con el único objetivo de picar al contrario, pero sabedores de que el uno daría la vida por el otro sin dudar.

La relación de Imhol con su hermana siempre fue muy buena, ambos se apoyaban en todo momento, pero claro, la relación pasó a ser así cuando ambos llegaron a cierta edad.

-¿Sabéis? - Dice para intentar despistar a los chiquillos - Yo también tengo una hermana pequeña, nos sacamos casi los mismos años que vosotros, y me llevaba con ella igual que os lleváis entre vosotros, me encantaba chincharla y ella a mi, pero aun así nos llevamos genial.

Kromwill seguía alerta y pensativo, pero la verdad es que no podía evitar distraerse con las risas, juegos y peleas de los niños. Le gustaba verlos tan alegres y llenos de vida, le recordaban a una época mejor, en la que él mismo estaba así a todas horas. Pero ahora debía preocuparse más. Preocuparse por sí mismo, por el peligro que suponía, y no dejar que aquel pedazo de monstruosidad dominase su conciencia. Pero se había distraído demasiado, y Gloria había llegado a su lado y le hablaba. Y lo que es peor, había puesto sus manos en sus hombros. Kromwill se envaró un poco,  procurando retirar con suavidad y disimulo la mano de la chica de su hombro izquierdo. 

"No quiero que se dé cuenta... No quiero que me dé de lado, ni que piense que soy un monstruo..."

-Sí, lo sé-dijo, intentando esbozar una sonrisa-pero supongo que las buenas costumbres nunca se pierden. 

El hombre rata no habia seguido su conversacion, de seguro era mas entretenido mantenerse hosco y comer lentamente. Bah, tampoco iba a preocuparse mucho, despues de todo él mismo era bastante escueto en palabras.

El draconiano hizo acto de presencia, despues de haber pasado unos momentos con la "humana". El licantropo aspiro con suavidad el aire del lugar, buscando algun rastro extraño. Pero habia tanta comida y personas que los olores se mezclaban unos con otros. Comer era el paso mas logico, tomo un buen pedazo de carne , algo muy cocida para él, pero que comio como si fuera el mas delicioso manjar.

Observó que Kromwill estaba algo tenso, como si algo estuviera a punto de pasar y el solo pudiera detenerlo. Hacia dias que lo notaba raro y ese olor... Esa pudredumbre que sentia a veces, era como si un animal muerto estuviera cerca y lejos a la vez. Nunca habia sentido algo asi, pero no era siempre, a veces no sentia nada otras golpeaba sus sentidos con fuerza. Como cuando luchaban. Alli si que fue algo asqueroso, como estar en un campo de batalla rodeado de muertos.

Aunque no puede ver la expresión de Kromwill, Gloria sí que nota como le rehuye el tacto. Lo hace con delicadeza, por supuesto, y sus palabras son tranquilas y con ese punto guerrero, como siempre ha sido. Sin embargo, Gloria lo advierte pese a todo. El ser ciega, incluso aunque vea con el "ojo" del alma, sus otros sentidos se han intensificado para suplir a sus ojos yertos. Y el tacto en particular es importante para ella. "Siente" los rostros de la gente con las manos, el latir de los corazones le dice en qué estado de ánimo están, la tensión en la piel, si tienen miedo o se sienten amenazados... es sensible al tacto, tanto propio como de extraños, y siente el movimiento del guerrero, por suave que sea, como un rechazo.

¿Es por haberse ido con el soldado? No, no cree. Kromwil no es celoso. No de esa forma, que ella sepa.

¿Es por... ese día en el que hablaron, antes de que se separasen? Desde que volvió ha estado distante. Se toca el hombro y se ajusta la armadura sin parar. Parece estar incómodo, o con la mente ocupada en algo. ¿Es ella? ¿Le incomoda su presencia? Le recuerda... ¿algo que quizá no quiera recordar?.

Y esa sombre oleaginosa, siempre aferrada a él, siempre presente. Es algo malévolo, lo sabe por el color. Por la forma que le eriza el vello del cogote mirarlo, pero no sabe qué pueda ser. ¿Pena? ¿Rabia? ¿Miedo?.

Durante unos instantes cae en un incómodo silencio. Abre la boca para hablar. Vuelve a cerrarla. Busca las palabras, pero es difícil empezar, es muy difícil. Siente como si nadase en aguas profundas, y lo que dijera pudiese crear un remolino que la arrastrase. Quiere extender una mano hacia él, pero no sabe como. Cuando finalmente habla, su voz es baja y sale casi en un suspiro.

No es bueno vivir siempre en guerra, Kromwill. Sé que eres un guerrero. Se que es lo que amas, lo que te gusta ser, y sabes que yo te quiero así. Como eres...

¿Lo sabe?

... pero también es importante ser capaz de olvidar. De bajar la guardia y disfrutar de los amigos, de la calma, de sonido del río y las risas de los niños. No tienes por qué buscar amenazas en cada rincón. Se que lo haces porque quieres proteger a los que amas, pero no cargues demasiado sobre tus hombros. Tus penas también son nuestras penas. Mis penas. Igual que...

Calla de repente. Siente que ya ha dicho demasiado. Decir más ahora... quizás sea dar alas a un recuerdo. A una esperanza. Quizás ella también tenga miedo de volver a ese día. De volver a tener que decir lo que tuvo que decir.

Quizás no es la más apropiada para hablar de esto.

Creo... creo que los nervios del camino también se me han pegado. Lo siento, olvídalo. Es que... es sólo que no me gusta verte tan tenso.

Pareciera como si sus compañeros estuvieran molestos con él por alguna razón, ya que ninguno le dirigió la palabra cuando regresó. ¿Quizás estaban enfadados por haberse ido a hablar con la joven? No tenía ningún sentido, la verdad, pero a veces ocurrían cosas así. La manera de pensar de las razas más jóvenes a veces era impredecible. Sabía que tarde o temprano se les pasaría, así que siguió comiendo tranquilamente y escuchando las conversaciones de los demás mientras dedicaba largas miradas al instrumento de Katherine, pensando en si sería capaz de fabricar él algún día un artefacto de tal categoría.

La noche va cayendo, con las inquietudes, las dudas y el entretenimiento surgido durante la temprana cena. Pronto, cuando los soles empiezan a ponerse, el padre de los dos pequeños -fácilmente identificable, porque lo primero que hace al aparecer es besar a su mujer, Ila- se los lleva al edificio a la voz de "a dormir". Poco después, sin embargo, la misma Ila se levanta y os invita a acompañarla, sabedora de que no habeis puesto pie siquiera dentro de la casa. Así pues, os guía a los seis, junto con Aditya, que alega querer ir a meditar un rato a su estera, hasta la escalera del costado del edificio. Subiendo con tranquilidad, podeis notar que no son pocos los escalones cuya madera rechina, síntoma de uso, pero no hay problema alguno para llegar hasta arriba.

Y al llegar al primer piso, os encontrais con que éste es principalmente una gran habitación. No necesitando mesas ni cocina al estar éstas fuera, la mayor parte del espacio está destinado al ocio o la elaboración de objetos, aunque el pequeño taller está en una esquina y procura no molestar mucho. Y no son pocos los miembros de la familia Xasheen que están ahí, incluyendo dos individuos de edad bastante avanzada, que descansan uno junto al otro en sendas cómodas. Por otro lado, en la pared más alejada de la puerta que habeis cruzado hay dos más. La que está más centrada en la pared está abierta, y parece separar las dependencias comunes de las propias de cada miembro de la familia, o eso es al menos lo que deja entrever, en un pasillo con varias puertas. La otra está cerrada y en una esquina. Ila se vuelve a vosotros, abriendo con tranquilidad los brazos como queriendo abarcar todo el entorno, mientras Aditya se acerca a una zona con diversas camas de paja, la mayoría desprovistas de ningún objeto, excepto una para cada visitante que había en el exterior.

-Bienvenidos a la residencia Xasheen. Si pasais frío, podemos dejaros unas mantas a la hora de dormir, y como vuestro pasaje ya está pagado igual ocurre con los gastos de estancia. Podeis quedaros despiertos o dormir como prefirais, y la mayoría de las luces las apagamos como dentro de una hora, cuando anochece. Sin embargo, las luces del taller están encendidas permanentemente, por si quereis un sitio donde trabajar, leer o cualquier cosa que la necesite. La puerta de la izquierda -la abierta- lleva a nuestros cuartos, y la familia agradece cierta privacidad si el asunto no corre urgencia, mientras que la de la derecha lleva a una escalera al tejado, desde el que se puede observar todo el derredor y donde tenemos montada la guardia. Hay, además, un pequeño horno para calentarse por la noche y un toldo para resguardarse de la lluvia si es menester. Con todo lo demás, nuestra casa es vuestra casa. ¿Algo que querais preguntar?

Arbahin entro con los demas, aunque pensaba dormir afuera, la idea de revisar el lugar y reconocerlo le parecia buena idea. Casi apenas atravezar la puerta, miles de aromas le inundaron las fosas nasales, no eran desagradables, al contrario, era algo entrañable. Habia olor a hogar, a pan caliente, ropa limpia, trabajo duro, familia... Casi sentia pena al pensar que se privaria de eso, pero aun asi, dormir bajo techo le era incomodo. Pero, suerte para él, Ila les indico que podian vigilar desde la azotea.

-Le agradezco su hospitalidad- dijo Arbahin, ya acostumbrado a repetir esa frase cuando algun extraño le ofrecia su choza, un pedazo de pan o simplemente no le aborrecia como el resto-. Yo me quedare en el techo si no les importa. Me gusta mas estar a la intemperie- tambien pensaba que si atacaban sin sonidos ni olores, el verlos le seria muy util.

El draconiano se había quedado más que satisfecho con la comida, y se había asegurado de comer más de la cuenta. Nunca se sabía cuándo podría volver a comer algo medianamente casero durante su aventura, y como siempre que lo hacía, se volvía lento y pesado, y tenía mucho sueño. La presencia de aquellas camas y el calor del horno eran más que suficientes para augurarle un largo y relajante descanso. Aunque una parte de él le pedía a gritos que intentase obtener más información sobre los demás viajeros, su lado más draconiano le instaba a relajarse y dormir cómodamente.

Con un leve asentimiento como agradecimiento, el mago se dispuso a elegir la cama más caliente y cercana al horno y se preparó para un largo y reparador descanso.

Si no les importa, estaré en el tejado, al menos un tiempo. Me... gustaría pensar. Además, de noche todos somos tan ciegos como yo- dijo, con una sonrisa maliciosa de niña traviesa, como si encontrase divertido darle la vuelta así a la cosas. Desde luego, era típico de Gloria, ver el lado divertido y amable en todo. Incluso en algo que tanto dolor le había dado en el pasado- así que mis otros sentidos nos serán útiles.

Kromwill no respondió a Gloria, aunque relajó la tensión de su cuerpo al escuchar sus palabras. Sin embargo, no podía evitar pensar una y otra vez que ella no lo entendía. Ninguno lo entendía. A veces una parte de sí mismo le decía que si no lo entendían, en buena parte era porque no sabían nada. 

"Pero... Si se enteran, ¿qué harán? Somos amigos, pero ésta abominación me hace más inestable, además de que me transforma en un deforme..."

Demasiados pensamientos negativos, demasiada tensión... En parte lamentaba que no les atacaran, así podría desahogarse un poco acabando con algunos enemigos. Pero parecían estar a salvo, por mucho que los desconocidos pudieran ser potencialmente peligrosos. Sin embargo, pensar en desahogarse en un combate no le alejaba del problema principal. Tarde o temprano tendría que decirle algo a Gloria, la chica no se merecía preocuparse así por un imbécil como él.

Cuando se quiso dar cuenta, los Xasheen ya les habían conducido a donde iban a descansar. 

-Yo también agradezco su hospitalidad. Son ustedes muy amables. 

Parecía que Gloria y Arbahin iban a subir al techo. Si el hombre lobo no subiera también, sería una ocasión perfecta para hablar con la sacerdotisa. En parte agradecía poder aplazar aquel momento. 

"Pero no puedes retrasarlo eternamente... La verdad se sabrá..."

Cuando el grupo entró en la casa, el calor del hogar golpea el rostro del ventante y una leve brisa fruto de la diferencia de temperaturas entre el interior y el exterior le acaricia el rostro.

Imhol inhala hasta llenar sus pulmones por completo, para un segundo después exhalar todo el aire con lentitud.

-Muchas gracias por su hospitalidad, sin duda uno agradece dormir bajo un techo tan cálido después de pasar unas cuantas noches al raso - Dice tratando de mostrarme amable, después de todo se han portado bien con ellos.

Tras eso, se acerca a Kromwill y coloca una mano en su hombro.

-Parece que te ha comido la cara un hoxik, deberías relajarte un poco, dudo que los Xasheen metiesen a alguien peligroso en su casa, a si que creo que podemos dormir a gusto - Dicho eso le muestra una sonrisa y le guiña un ojo - Lo mejor será que vosotros os tratéis de acercar a la chimenea, yo dormiré algo más alejado, ya sabes que siempre he aguantado mejor el frío que tú - Añade con cierto tono burlón, ¿dónde quedaría si no su relación?

La noche caía al fin, con los soles iluminando el rio con mortecina luz. Calmadamente, los distintos invitados van acomodándose en sus camas, mientras la mayoría de la familia se retira a sus propios aposentos, mientras que el segundo al mando sube a la azotea para encontrarse a Gloria y Arbahin ya arriba, contemplando desde la posición privilegiada toda la explanada.

En el piso inferior, Gruntah aprovecha el calor de la lumbre encendida para acomodarse, mientras que Imhol y Elius hacen lo propio un poco más allá. Todo está en calma... excepto para Kromwill, cuya picazón en el brazo lleva en aumento varias horas, y no tiene claro por qué ni cómo remediarlo. Y además a eso hay que sumarle una sensación, algo que no llega a identificar, que lo llama desde el exterior. Una voz melodiosa y acuciante, mientras da la quinta vuelta sobre su propia posición, le susurra unas palabras al oido, "ven al bosque", un habla suave y sinuosa, que deja un extraño regusto en su oido a... ¿escamas? Y lentamente, la sensación va en aumento. Con la puerta abierta, no debería ser muy complicado caminar al exterior sin que nadie se fijase demasiado.

En el exterior, los animales nocturnos empiezan a hacerse oir, piando, croando y cazándose los unos a los otros en el ciclo de la vida. Aunque incluso Alf se sorprende un poco y lanza una segunda mirada al escuchar un extraño rugido animal dentro del bosque, que solo resuena una única vez. Unos cuantos pájaros se elevan a lo lejos espantados, pero no parece ocurrir nada más, y desde luego sea lo que sea, parece que ya se ha saciado pues no vuelve a sonar.

Aquella sensación no disminuía, ése maldito brazo le estaba dando bastantes problemas aquella noche. Y por si fuera poco, además aquella voz. ¿Se estaba volviendo loco? ¿O la había escuchado antes? No estaba seguro de nada, pero a todas aquellas extrañas sensaciones, se estaba sumando una fría sensación en la espalda y la nuca. Un escalofrío recorrió al guerrero. 

¿Y si aquello era malo? Seguro que lo sería... ¿Y si se descontrolaba? ¿Y si hacía daño a alguien? No. No podía permitirlo. No debía permitirlo. Se incorporó lentamente en el lecho, para no hacer ruido. Gran parte de sus compañeros, y de todos los allí presentes, dormía. Y era mejor así. Echó mano de su espada, sacando de la funda un par de centímetros para observarlo, y observar su reflejo. Era un buen acero. Y esperaba de todo corazón que fuera suficiente, si es que realmente se encontraba con problemas. 

Empezó a escabullirse hacia la puerta, casi sin armadura (si excluimos la extraña armadura cubierta de runas de su brazo izquierdo, que nunca retiraba). Allí, tras aspirar profundamente el fresco aire nocturno, avanzó en busca de aquello que le perturbaba. 

Una figura sale de la casa, equipado únicamente con la armadura de un brazo sobre sus ropas normales y espada al cinto. Cualquiera que lo viese, pensaría que es alguien preocupado por su seguridad y que se dirije al baño o algo por el estilo. Y así es como ven Arbahin y Gloria a Kromwill mientras éste baja las escaleras de madera a paso tranquilo pero rápido y empieza a caminar hacia un lado de la casa. O al menos, así sería si esos dos tuviesen sus principales sentidos de percepción en la vista, cosa que no es real. Así, abajo, tanto Gloria como Arbahin perciben cosas diferentes, pero eso no parece impedirle a Kromwill seguir avanzando.

Por otro lado, en el piso inferior otra figura más se levanta de la cama, tratando de ser sigiloso entre las maderas que componen el suelo. Con pasos del que no quiere ser descubierto, camina entre las camas acercándose a la de Gruntah... y pasando de largo. Pero claro, si nadie hay despierto, nadie podrá ver de quién se trata.

Ven al bosque..., llama la voz. Acércate al bosque..., suena. Te estamos esperando.... Una y otra vez, alguien parece empeñado en llamar tu atención. Preocupado por un momento de que alguien pueda seguirte, todo eso desaparece cuando cierras la puerta y empiezas a bajar las escaleras. Y desde luego, como si se tratase de una voz real, tienes claro la dirección de que proviene. Más allá del merendero, precisamente donde están instaladas las letrinas, el bosque de un poco más allá es el origen de la voz, y solo puedes ver una mata de setos que impiden observar qué hay detrás. Todo será cuestión de aventurarse, tal vez, o regresar a la cama y pelearte con el brazo toda la noche.

El bosque parece ahora un poco más calmado, al menos en las cercanías. El viento se arremolina sobre el edificio, tan antinatural en su posición en el centro del claro, trayendo los olores de la noche, nada especial. Y de repente, ruido en la escalera. Pero no abajo, pues nadie queda en el exterior, sino en la puerta de arriba. Unos pasos bajando por los escalones, crugiendo la veta de uno de ellos por el peso. El nomari no parece haberse percatado de nada, o simplemente no lo ha tenido en cuenta. Aunque la cadencia de los pasos la reconoces, por supuesto, pues se trata de Kromwill. Y por cómo anda, dirías que está ligeramente nervioso, o quizá algo más.

La noche está tranquila, no solo para aquellos que pueden contemplar el bosque en una noche normal, sino también para tus sentidos. Y esa sensación es mucho mayor en las planicies que rodean la casa y la separan de los árboles, pues se nota que los animales han aprendido que poco pueden sacar de ahí, excepto un pequeño rapiñador que se está aprovechando de unas sobras que han tirado en el borde del claro precisamente para ese menester. Entonces, una figura conocida sale de la casa, iluminada con sus colores habituales... y un poco de preocupación. Kromwill camina a un paso que trata de aparentar tranquilidad, pero desde luego tú puedes notarlo. Y parece que lo que sea que le afecta, esa oscuridad, revolotea con un poco más de fuerza en este momento. O quién sabe, quizá se deba a la oscuridad de la noche...

Kromwill frunció el ceño mientras avanzaba. Era bastante probable que fueran problemas lo que le esperaba más adelante, pero él siempre había tenido facilidad con ellos... Tanto para meterse en ellos, como para salir después. Sin embargo, aquella vez la cosa parecía seria. O al menos, a juzgar por su brazo, lo habría jurado. 

Una vez pasadas las letrinas, cuando estuvo razonablemente seguro de que ya no podían verle, aflojó la espada en la funda y se internó entre las plantas de aquel lugar. Sin duda, pronto encontraría el origen de aquella voz. 

"Y entonces... Veremos... Lo mismo lo que sea que me llama, se lleva una desagradable sorpresa..."

Gloria ha permanecido seria, con los brazos alrededor del cuerpo, en parte para darse algo de calor en el frío de la noche y en parte porque es un gesto que la ayuda a pensar. Con la cabeza alta, los ojos apuntando a algun punto del horizonte, la sacerdotisa piensa, abstraída, en todo lo que ha pasado.

El encuentro ha sido exactamente lo que quería, lo que había esperado y anhelado. Sus amigos eran los de siempre, allí, sólidos, imperturbables, con los mismos colores que recordaba, y un montón de historias nuevas. Más experimentados, más recios. Distintos, pero iguales aun así. Entonces, ¿por qué esa molesta sensación de duda que le corría por dentro?

Había visto cosas que no comprendía, como las runas de los bandidos, que la habían dejado realmente "ciega", o los extraños ojos de aquel soldado. En el mundo había tantas, tantas cosas llenas de misterio que aún no conocía...

Pero de lejos, la que más la había afectado era el propio Kromwill. Le recordaba... de antes. De antes de separaran, aquel maldito dia. ¿Debería haber dicho que sí? ¿Habría sido mejor hacer las cosas de otra forma? ¿Habría sido su actitud diferente? No es que no confiase en él... se conocían y se querían demasiado para eso. Pero aún así le dolía que estuviese distante. Le dolía saber que algo malo- porque no tenía duda de que era malo- le estaba pasando y no poder hacer nada, sólo ver como seguía siendo el de siempre, tan recio, tan divertido, tan enérgico... pero sin algo.

O quizá con algo.

Esa sensación extraña que lo envolvía no la dejaba tranquila. Era como un alfilerazo, pequeño, molesto apenas, pero contínuo. Como un animal huidizo que eludía sus intentos de estudiarlo, pero la miraba desde las sombras.

¿Debería bajar y hablar con él?

Y justo en ese momento, como en respuesta a sus dudas, sintió su aura. Giró la cabeza bruscamente y ahí estaba, saliendo de la casa, sus colores vivos tenues, como filtrados a traves de una gasa oscura, apagados. Preocupación. Y...

¿Es su aura más oscura? Aunque trata de centrarse en ella, de aislarla, no acaba de verlo claro. Serpentea y cambia. Parece más oscura, pero es difícil decirlo. Incluso para sus sentidos, la noche es oscura. Está llena de los malvas del miedo de los pequeños animales que se deslizan sigilosos buscando comida, y el índigo oscuro de las rapaces nocturnas que acechan en la noche. El sueño también apaga las auras de la mayoría de seres vivos, que caen en lo más parecido que hay en la tierra a la muerte. No, incluso a los ojos del alma les es difícil ver de noche. No está segura, no puede estarlo.

Gloria toma una decisión. Aunque no esté bajo ninguna emoción negativa fuerte, está solo. No es prudente que esté solo. No es prudente y, quizás, a solas... quizás entonces sea más fácil. Puede que sienta que tiene algo que esconder ante los demás, pero no cree que ante ella sea lo mismo.

Dándose la vuelta rápidamente, Gloria se encamina con paso decidido hacia la figura del guerrero...

Arbahin se se acercó muy al borde del tejado, aspirando las fragancias de la noche, identificando los sonidos de algunos animales y sonriendo un poco cuando estos se acallaban bruscamente por algun depredador. Siempre escuchaba lo mismo, pero era él mismo el que acallaba a su presas.

Observó como Gloria se abrazaba a si misma, quizas deberia acercarse y abrazarla para que no pasara tanto frio. Pero eso seria mas contacto fisico del que podria soportar. Aun tenia cierta reticiencia a eso, como si sintiera que lo detuvieran, que lo apresaran unas cadenas invisibles. Una sensacion que, si bien era menor que hace unos años, aun dominaba su vida.

-Deberias buscar una cobija- murmuro, como no queriendo romper el silencio de la noche... Solo que algo mas lo hizo. Pasos suaves, o que querian serlo, fueron percibidos por sus sentidos. Kromwill. No era raro que un guerrero diera una vuelta para cerciorarse que todo estuviera en orden, pero no estaba del todo seguro que solo fuera eso.

Gloria se levanto y el licantropo supo al instante lo que pretendia.

-¿Quieres que te acompañe?- no iba a meterse en medio de los dos, pero tampoco le agradaba el dejarla ir sola-. Tener un depredador cerca, te evitara encontrarte con otro..