Partida Rol por web

Me alegra ver que Kromwill comparte las mismas alegrías y ganas que yo por llegar a casa, por lo que no puedo evitar una permanente sonrisa. Vamos apresurando el paso, y cada vez la aldea está más cerca.

"Después de tantos contratiempos... ¿qué serían esos extraños que nos asaltaron? Eran demasiado raros para ser simples salteadores de caminos... ¿no? ¡Ni siquiera se preocuparon en saber si llevábamos algo de valor, simplemente atacaron!"

Perdido en mis pensamientos, me doy cuenta de que me he adelantado a mi amigo, así que me giro sin dejar de caminar y le veo concentrado mientras se coloca la capa.

No puedo evitar una sonora carcajada y le digo:

- ¿Desde cuándo te has vuelto tan presumido, Kromwill? ¡Deja de colocarte la ropa y camina más rápido, compañero! ¡Aquí no hay ninguna chica cerca a la que puedas impresionar con tu armadura! -comento con una sonrisa pícara.

Gloria sonrió el gesto de Eleara.

- Sigues siendo igual de amable que hace 3 años Eleara, la paz de Oxidion inunde tu alma pura.

Subió con ella por el montacargas y fue mas cómodo que subir por las escaleras, todo fuera dicho, y luego se dejó llevar hasta dentro de la posada sin perder aquella enorme sonrisa que caracterizaba la bondad de la sacerdotisa.

Luego dentro ya se encontraba a Arbahin y su sonrisa se ensanchó más aún, incluso haciendo cerrar sus propios ojos aunque no se vieran tras aquella cinta celeste que los cubría. Se preguntaba si alguna vez alguno de sus amigos le habían mirado directamente a su turbulenta mirada.

- Arbahin, gracias a Oxidion que estas bien. Pero ¿estas herido?

Preguntó sintiendo su preocupación por ella por su bienestar. Palpó el cuerpo del gran lobo buscando heridas, quizás con su nuevo y desarrollado poder, podría curarle sin dejar rastro, aunque conociéndolo, seguro querría una buena cicatriz para demostrar su hazaña.

Había olvidado completamente su aspecto, debía mostrar un aspecto lastimoso al presentarse cubierto de sangre reseca. Dejo que las manos de la sacerdotisa pasearan alrededor de su herida, era impresionante como podía saber donde estaba, quizás por el penetrante olor a sangre o algo aun mas misterioso guiaba sus manos.
-Es solo un rasguño- dijo restándole importancia-. Me ataco un muñeco mientras venia.
Si bien parecía la explicación mas estúpida que se pudiera escuchar, era cierta y no sabia de que otra forma expresarse. El veneno que había estado en su organismo parecía haberse disuelto, por lo menos ya no sentía como si su sangre le hirviera en el cuerpo.
-¿Algo te atacó?- pregunto con un tinte de rabia en la voz-. Me apresure a llegar porque temía que les haya pasado algo.
En ese instante se da cuenta que no le importa que las manos de Gloria estén sobre él. Al contrario, encontraba ese tacto agradable, si bien lo recordaba de otra forma. Sin duda mucho había cambiado en su interior.

El joven guerrero fingió una sonrisa y aceleró para alcanzar a su compañero.

-Nunca se sabe dónde puede haber una dama en apuros, Elius...-se excusó, intentando sonar convincente. Para su gusto, lo había conseguido, a si que no le dió más vueltas al tema.

-Y dime... -dijo, mientras caminaban hacia el pueblo-¿a qué te has dedicado éstos días?

Gloria negó con la cabeza.

- No te preocupes por mí, ciertamente me atacó un ser sin aura, sus cuchillas giraban en circulo para aacarme y casi no podía defenderme debido a que no sabía donde se encontraba, me sentí tan debil como cuando era una niña....Pero gracias a Oxidion otro ser de aura pura y buena me salvó, pero no me dió tiempo siquiera de agradecerle su gesto. Pero dejame ver si puedo cerrar esa herida Arbahin

Estaba debil, pero concentró toda su energia en un hechizo lo sifucientemente fuerte para cerrar la herida y curarla, para que Arbahin estuviera mejor. No le gustaba que sus amigos sufrieran.

Chasqueo la mandíbula con furia cuando escucho el relato de gloria. Así que tenía razón, fueron atacados por la misma cosa, ese ser que parecía un demoníaco juguete. Miro hacia la puerta, esperando que sus otros amigos llegaran de un momento a otro, pero por el momento solo estaban ellos.
Al ver la cara de concentración de Gloria, el licántropo tomo sus manos entre las suyas, diciendo con voz tranquila.
-Guarda tus poderes, estoy bien, solo sucio y molesto- tenia el presentimiento de que quizás necesitarían de cada curación-. Siéntate y descansa, los demás vendrán pronto.
Era raro que Arbahin hablara tanto, pero le servia para no pensar. Sentía el impulso de largarse de allí y salir en la búsqueda de los demás. En su mente veía a Elius en un charco de sangre, agonizando mientras el asqueroso ser bailoteaba grotescamente a su alrededor. O a Kromwill cargando contra su enemigo, solo para descubrir que ahora lo tenía justo a sus espaldas. Incluso Grutah podría tener problemas, necesitaba un pequeño tiempo para lanzar un hechizo, tiempo del que quizás no dispusiera. Imhol era quizás el que tenia mas posibilidades, o eso creía, era muy rápido, así quizás igualara al otro ser.
Dejó de vagar en estos pensamientos tan funestos, no conseguiría nada, solo enfurecerse y eso no era nada bueno. Tenia que pensar en otra cosa y de paso hacer que Gloria pensase en algo mas tranquilo. Siempre la había tomado como alguien frágil, aunque sabia que tenia gran fortaleza, así que siempre buscaba protegerla.
-¿Como te fue en este viaje?- murmuro mirándola buscando cambios en su rostro, alguna cicatriz, algo visible que delatara algún daño pasado.

Gloria no curó a Arbahin aunque lo deseara. Y lo "miro" a los ojos aunque solo dirigió su rostro hacia el de él. Y se dejó llevar hacia la mesa, para ambos sentarse y charlar, mientras esperaban a los demás.

- No busques marcas Arbahin, no las encontraras, mi viaje a sido tranquilo, y conocí a mi madre, lamentablemente, mi padre había muerto de una larga enfermedad, y nada se pudo hacer con él. Conociendo ya mi potencial, me llevo a ver a una anciana curandera, que me ha enseñado algunos trucos para canalizar mi poder interior. Al menos puedo protegerme con mi energía.

Luego sonrió pesarosa.

- Me sentí muchos días sola. Os eche de menos

Luego pidió un té a Eleara, le encantaba como aquella joven hacía el té, uno de los mejores que había probado y también había echado de menos.

- ¿Estos días? Pues... Bueno, ¿para qué ocultarlo? Llevo una semana emocionado por la vuelta -confesé algremente.- He venido atravesando el bosque, y cada día que pasaba, el cosquilleo que tenía en el estómago iba creciendo. A pesar de que era un camino un poco más peliagudo, me sentía más seguro entre árboles. Y de hecho, me las he apañado bastante bien hasta hoy... - "...cuando casi muero" pienso fríamente, pero evito decirlo en alto.- ¿Cómo ha sido tu vuelta?

A pesar de la charla, continuamos andando al mismo ritmo raudo de antes, para llegar cuanto antes a la aldea.

-Tranquila, supongo... de unos días a ésta parte, he recorrido los caminos todo lo rápido que podía, sin muchas preocupaciones ni distracciones.

Trató de estimar la hora mirando la posición del sol, y continuó:

-Ya sabes, los caminos no ofrecen muchas emociones... y muchas veces es mejor que no las ofrezcan-concluyó, refiriéndose al accidente de antes.

- Desde luego, amigo mío. -le respondo, comprendiendo a qué se refiere. No puedo evitar dejar de pensar en el tema, así que prosigo, ansioso de compartir mis preocupaciones- Rezo porque esos individuos que nos atacaron no se encontraran con nadie más. Nunca había visto a nadie como ellos, ¿sabes? No parecían sentir... nada.

-Sí, la verdad es que se parecían algo a los espantapájaros de los granjeros, no se si me entiendes... aunque obviamente, los espantapájaros no se lanzan encima de los animales cuchillo en mano a defender las cosechas.

Tras ése pequeño chiste para aliviar la tensión, dijo:

-Pero realmente, no recuerdo haber visto nada como éso.

Sonrío ante la comparación de Kromwill. Pero acto seguido, mi ceño se vuelve a fruncir y observo:

- Además, obviamente eran luchadores experimentados... Si pueden matar con un certero golpe de cuchillo, ¿por qué también el veneno? -muchas preguntas se agolpan en mi cabeza, y por desgracia, sé que ni Kromwill ni yo tenemos las respuestas- Ahg, no sé. Es todo tan confuso... Menos mal que encontraron a la horma de su zapato -concluyo, guiñando un ojo a mi amigo.

Era increíble como esa chica podía saber cada uno de sus pensamientos y temores, a veces se sentía muy intimidado por esa criatura delicada. Pero a la vez maravillado por su poder y esa paz que emanaba de ella. Parecía ser capaz de liberar su bestia interior, pero de una forma tal que se sentía tranquilo, como si no hubiera nada que temer y pudiera ser tal cual es.
Cada frase estaba cargada con una muesca de diferentes sentimientos. Alegría al nombrar a sus padres, pena al saber que uno ya no estaba en este mundo, orgullo al aprender de esa curandera. Arbahin la escucho atentamente, sin interrumpir en ningún momento. Se permitió una sonrisa cuando dijo que los extrañaba, pues él también sentía que le faltaba una parte de si mismo.
-Yo también- dijo suavemente, pero levanto un poco la voz cuando contó lo que había hecho-. Busqué por muchos lugares a gente como yo…- suspiro- pero no encontré nada- un segundo de silencio, como si estuviera recordando su fracaso-. Pero ayudé a mucha gente, donde quiera que fuera hubiera personas sufriendo o que necesitaban algo. Yo los ayudé- era obvio que su humor cambio notablemente al decir todo esto.
Una vez mas sus ojos fueron hasta la puerta, esperando que esta se abriera de un momento a otro.

- Me alegro de que tu temor a las personas se haya disminuido Arbahin, te dije que sería bueno dar una oportunidad al ser que te ha temido más, que tu a ellos.

Notó no el nerviosismo, pero si las ganas de Arbahin de que los demás llegaran.

-¿Supiste algo de ellos en tu viaje?

Gloria sonreía, quizá alguno de ellos se habían cruzado, pero para desgracia de ella, ninguno caminó en su dirección. Tomó su té con tranquilidad cuando Eleara se lo trajo, disfrutando del calor que emanaba de la bebida y que reconfortaba su garganta, dejándole un sabor único que solo allí podía conseguir.

Arbahin hizo un gesto con la cabeza, mirando hacia el suelo, pero al levantar los ojos recordó que ella no podía ver.
-No me crucé con ninguno, de todos modos mi viaje fue bastante furtivo- sonrió ante la idea de haber contado con alguno de los demas como compañero de viaje-. Encontré mucha gente buena, pero también mucha mala. Creo que, a pesar de no haber descubierto nada sobre mí, valió mucho la pena.
Justo en ese instante dejaron sobre la mesa un enorme filete, jugoso y apetitoso. El hambre que sentía se desato de repente, como si tanta preocupación y alegría del reencuentro lo hubiera relegado a otro nivel. Pero ahora el olor hacia que se le hiciera agua la boca, así que comió a conciencia, dejando por el momento la charla. Una vez con el estomago lleno, se sintió mucho mas fuerte y recuperado.
-¿Que se siente conocer tu origen?- preguntó de repente, dirigió una mirada seria a la sacerdotisa, en verdad quería saber.

Esa pregunta tomó desprevenida a la sacerdotisa.

-¿Como es? Se siente bien, aunque conocerlo incompleto tampoco es demasiado bueno, pues aunque parte de ese vacío, y conocer el por qué me abandonaron de esa manera, ha reconfortado en parte mi alma. Pero se siente bien.

Sonrió la sacerdotisa dirigiéndose a Arbahin.

-Entonces no encontraste a ninguno. Vaya, ¿Les faltara mucho?

Preguntaba curiosa y deseosa de verlos de nuevo.

Se quedó un buen rato pensativo. Si bien es cierto que no había sabido nada sobre su origen, si había más como él, eso no le importaba tanto como antes. Aun quería saber mas sobre si mismo, pero ya no era algo que rigiera su destino. De todos modos algo de decepción lo invadió cuando volvió sus pasos a su hogar, sin ninguna respuesta y solo con recuerdos agradables. Y algún que otro desagradable. Pero así era la vida, dura y terrible, te da y te quita sin tener en cuenta la proporción.
-Vendrán- dijo asintiendo, como si fuera algo dado por seguro. Ellos llegarían en cualquier momento, aunque la espera se estaba haciendo terrible.
Quería saber más sobre el ataque que sufrió Gloria al volver, sobre todo ese ser que dice que la ayudo. Pero no quería recordarle que quizás sus amigos también hubieran sido atacados por cosas parecidas.

Gloria asintió y luego quedó en silencio, para sentir la inquietud del aura de Arbahin.

-¿Que remueve tu alma Arbahin? Te noto inquieto.

Decía la joven mientras volvía a llevar la taza a sus labios y bebía té. Y saborear aquel dulce sabor. Quería saber que inquietaba al gran lobo. Parecía que pensaba en los demás. Ahora ella también lo pensaba ¿Estarían bien? ¿Le habría pasado algo? ¿Por qué tardaban tanto?

Arbahin alzo los ojos hacia la sacerdotisa, siempre se sorprendía cuando esta parecía saber o mejor dicho sabia, cuando algo le molestaba. Con una enorme uña casco distraídamente la mesa, luego al recordar que Eleara podría andar por ahí, quitó su mano rápidamente.
-Me intriga el que te ayudo- dijo al fin-. También el por qué te atacaron a ti- su labio superior se levanto ligeramente al pensar en ello-. Pensé que me buscaba para ganar fama o algo así. Pero era un ser sin vida. ¿Por qué nos ataco?
Era una pregunta sin respuesta, pero se sentía bien compartirla con su amiga, ella era sabia y veía las cosas de otra forma. A pesar de su ceguera, era capaz de notar cosas que los demás no podían ver aunque estaban a simple vista.

Gloria negó levemente.

- No sé por qué me atacarían a mi. Lamentablemente esta vez no puedo saber esa respuesta. Solo tengo quizá una corazonada, no corazonada pero es lo que pienso. Era un ser sin vida, sin alma, sin aura, quizá controlado por alguien que sabe de nosotros, que tenemos algo especial, y si alguno de nosotros muere, podemos quedar muy tocados, la pregunta es ¿Qué pueden querer de nosotros?

La sacerdotisa hacía sus propias divagaciones, siempre lo había hecho, pero casi no solía fallar. pero aquella vez era demasiado enrevesado.

-No me hagas demasiado caso Arbahin, mas tarde rezaré al gran Oxidion para que ilumine mi camino y pueda saber que era aquella criatura. Y en cuanto a quien me salvo, era un ser puro lleno de energía. Pero como te dije, no se quien o que era.

Puso su mano sobre el gran brazo del lobo.

- Entre todos sabremos que hacer.