Partida Rol por web

The Emperor Protects

I.a A Inquisidor Desaparecido, Interrogador Puesto

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10/09/2013, 21:32
Director

Biblioteca de la Fortaleza de Erioch*. Niveles intermedios: código de seguridad naranja.

El ambiente de la biblioteca estaba sencillamente demasiado cargado como para que ninguna persona en plena posesión de sus facultades aguantase allí más de unos minutos. Miraste alrededor. El Emperador sabía las horas que llevabas allí, investigando fragmentos de información perdidos sobre unas sectas del subsector. Herejes. Eran tu especialidad y tu predilección. Sin embargo, en las últimas horas apenas habías logrado avanzar nada en tu trabajo, pues las últimas noticias se habían precipitado sobre tu concentración como las nubes negras de tormenta. Zaer Vincent. Tu, por así decirlo, mentor. El que promovió tu acceso a la Inquisición. Inquisición. Desaparecido, quizá muerto. Una posibilidad bien probable. Pero ¿cómo?. Y para colmo, en Karlack, el eje de la presencia del Imperio en Jericho Reach. Un mundo fortaleza. En cierto modo EL mundo fortaleza. ¿Cómo se "pierde" un inquisidor allí?

Inquisición. La Humanidad tiembla al oír su palabra. Juez, jurado y verdugo, con ilimitado poder y acceso. Todopoderosa en teoría, demasiado compleja en la práctica. La protectora y peor amiga de la Humanidad, del ser humano. Ante ella, el incrédulo se vuelve piadoso, y el escéptico, ardiente feligrés. Está claro. Un inquisidor no se pierde. O desaparece por elección propia, o se le hace desaparecer. Pero ¿en Karlack?

Parecía que la DeathWatch había hecho la misma reflexión y para ello había mandado un Escuadrón de la Muerte a "investigar" lo ocurrido. Claro está que investigar no se contaba entre sus puntos fuertes... a no ser que por "investigar" entendieses destruir, demoler y exterminar cuanto le pusieras delante, en cuyo caso se contaban entre los mejores investigadores de toda la Galaxia. Pero las cosas no habían hecho más que empeorar...

Un informe reciente, de hace apenas unas horas, ponía de manifiesto que la Inquisidora Adrielle Quist había sido envenenada por una toxina desconocida en las narices del mismo Lord General, de su guardia de honor y, para colmo, de los Marines Espaciales. Parecía evidente que en Karlack las vidas de los inquisidores no valían demasiado y que hacía falta investigar alguna cosa a fondo. Pero investigar de verdad, que en el ámbito de la destrucción a gran escala el poder de la Flota Imperial, las estaciones de defensa y varios millones de Guardias Imperiales estacionados en Karlack parecían suficiente.

 

Notas de juego

* Fortaleza estelar de la DeathWatch.

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12/09/2013, 23:12
Ernest Schneider

Nada. Nada. Nada. Las hojas pasaban y los libros se terminaran sin que encontrara ninguna información relevante, ni para el caso del inquisidor Zaer ni para ninguna otra cosa. Estaba comenzando a desesperarme. Esperaba poder sacar algo de información por mínima que sea de la fortaleza antes de bajar a Karlack pero lo único que he sacado en claro es el nombre de los tres marines espaciales que estan “investigando” el asunto. Porque decir que los marines espaciales investigan es como decir que los xenos adoran al Emperador. Algo total y completamente imposible. No entiendo como han podido dar una misión tan delicada a esos brutos. Cierto es que el inquisidor Zaer es un hombre importante y es lógico no escatimar en gastos para encontrarlo. Pero lo normal es llamar a los marines una vez se sabe donde esta para que entren a saco y lo saquen de allí, no antes porque es difícil encontrar a alguien a golpe de bolter.

Cansado de esperar decidí que ya era momento de entrar en acción. Me levante de la mesa dejando todos los libros sin recoger y me dirigí lo más rápido que mis endebles piernas me lo permitían hasta el puente de mando. Una vez allí me acerque a al primer ayudante que vi libre ¿con quien tengo que hablar en esta estación para saber algo acerca de la investigación que esta llevando a cabo la Deathwatch en Karlack en busca del inquisidor Zaer?

Notas de juego

Director dice: te he editado el post. He cambiado "nave" por "estación". Piensa en esto más menos así: si una nave es a una catapulta, esta estación es un castillo. De los grandes. Dejo lo de "puente de mando" y lo entendemos como algún lugar con cargos

Jugador dice: Ups fallo tesnico, es lo que tiene postear a toda velocidad en tres partidas mientras terminas de crear dos pjs todo eso a horas intenpestivas, en menos de 45 minutos y con la neurona a medio gas xD

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13/09/2013, 01:17
Director

Los laberínticos pasillos que conectaban las amplias salas de la Torre de Bronce, paradójicamente, te transmitieron calma y tranquilidad. Había algo conciliador en esos enormes cubículos de metal de dimensiones sobrehumanas, una paz majestuosa. Tus pasos te condujeron hacia una serie de salas donde solían encontrarse algunos de los oficiales entre los Marines Espaciales de la DeathWatch. Erioch era su fortaleza, su sanctasanctorum, su guarida, pero lo cierto es que ignorabas con qué fuerzas contaban allí y cuántos eran. Reconociste de inmediato al Sargento Stayr, un Marine veterano que, según recordabas, tenía cierta implicación (e información por tanto) en el asunto de Karlack y Zaer, pues era uno de los miembros del consejo que había decidido enviar a la escuadra. A él te dirigieron cuando formulaste tu pregunta.

Stayr es un Marine corpulento aun para los estándares de los Astartes. Sus insignias y motivos de su armadura profusamente decorada recuerdan que antaño perteneció al capítulo de los Guardianes de la Tormenta, en la que era sargento de una escuadra de asalto, antes de ser requerido por la Guardia de la Muerte donde acabó ocupando un cargo análogo. Ultimamente, sin embargo, y por motivos quizá burocráticos, rara vez lideraba a sus compañeros en la batalla dedicado como estaba a la participación en asambleas y toma de decisiones y se hacía notar que era algo que añoraba. Un animal salvaje haciendo papeleos. Un desperdicio.

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15/09/2013, 22:50
Ernest Schneider

Me acerqué lentamente pero con paso decidido hacia el sargento. Pese a que no era la primera vez que me encontraba con Astartes me seguía encontrando ligeramente incómodo entre ellos. Para alguien tan pequeño y menudo como yo resultaban una presencia imponente, y de admitir que la primera vez que vi a uno un estremecimiento recorrió mi espalda. Pero si bien la primera vez que los vi fue su tamaño lo que me incomodó, después de tratar un par de veces con ellos lo que comenzó a incomodarme fueron sus aires de superioridad y su arrogancia.

Creían que sus métodos eran los mejores, que no había nada ni nadie mejor que ellos en los ejércitos de la humanidad. Y tal vez a la hora de combatir no halla nada más mortífero que una escuadra de Adeptus Astartes. Pero cuando se trata de otra cosa que no sea disparar y destruir sus habilidades dejaban bastante que desear. Desde que había ocupado el puesto de interrogador varias habían sido las veces en las que había tenido que usar mis habilidades para encontrar algún fugitivo o hallar pistas en una escena del crimen. Y no solo no daban las gracias sino que además seguían dándoselas de superiores. Y eso no lo soportaba.

Guarde mis rencores lo más profundo que pude, al fin y al cabo iba a tener que trabajar con ellos si quería encontrar con vida a mi mentor y tras un fuerte carraspeo para llamar su atención le hablo con tono firme ¿alguna noticia de la expedición que ha partido a Karlack en busca del inquisidor Zaer Vincent? Me gustaría que me diera todos los datos de los que dispone pues me dispongo a partir hacia el planeta para unirme a la investigación de campo.

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16/09/2013, 20:09
Cpt. Stayr

El sargento Marine Espacial miró con gesto adusto al recién llegado. El ángulo era incómodo para ambos y la diferencia de alturas, evidente. El sargento Stayr se disculpó con un gesto de los confráteres con los que estaba manteniendo una conversación (seguraemente sobre hazañas pasadas o estrategias de guerra, en esto los Astartes eran condenadamente predecibles y monotemáticos) y se dirigió al interrogador con voz grave de barítono:

Bienhallado seais, interrogador. Los datos no son muchos, pues no hemos mantenido contacto directo con nuestros hermanos de batalla en las últimas horas. Sin embargo no estamos del todo desinformados y confiamos en su experiencia y en su buen hacer. Al parecer, la inquisidora Adrielle Quist que había requerido sus servicios como ayuda y escolta personal ha resultado envenenada por una xenotoxina desconocida y se encuentra a las puertas de la muerte —hace una pausa, flemático—. Tan solo la rápida actuación de los Guardianes de la Muerte evito que una inquisidora imperial muriera ante los ojos del mismo Lord General planetario, Castus Iacton, aunque nada indica que se encuentre fuera de peligro. La toxina se encontraba en una caja, al parecer del mismo Zaer Vincent, con instrucciones precisas de ser entregada en persona a la misma inquisidora y solo a ella —Otra pausa, esta vez considerablemente más larga, a buen seguro con intenciones de hacerte reflexionar—.

— Considerará como yo hago que este asunto es muy turbio —Su mirada no deja lugar a dudas. Es una acusación. Ligera, tenue, sutil, pero parece querer preguntar ¿Por qué Vincent haría algo así—.

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17/09/2013, 23:47
Ernest Schneider

Cierto, no parece un acto de alguien en su sano juicio... respondo con aire pensativo mientras me masajeo las sienes con la mano derecha pero conociendo al inquisidor estoy seguro de que tendría un buen motivo para hacerlo. Tal vez esa misma xenotoxina tenga alguna relación con la desaparición del inquisidor. Puede que incluso sea la razón por la que no tenemos noticias de el desde hace un año. Puede que esperara que la inquisidora Adrielle descubriera algo de ella. El inquisidor Zaer es un buen hombre y un fiel siervo de la inquisición y el Emperador, no haría esto sin una buena razón, estoy seguro de ello.

¿Han descartado ya que sea una farsa? ¿Han comprobado que la letra de la nota sea suya? Como hábil inquisidor se ha ganado muchos enemigos a lo largo de los años. Además cualquier raza xeno o grupo de herejes que quisiera desestabilizar o sembrar la duda dentro de la inquisición no dudaría en utilizar una táctica tan vil como esta.

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18/09/2013, 13:00
Cpt. Stayr

El hombre espiró con lentitud y respondió de igual forma:

Lo desconozco, aunque imagino que aún no. Para ello deberá dirigirse a los agentes de campo. Al igual que usted, yo querría pensar que es una farsa, es más, me obligo a pensar que lo es. Es lo más sensato, lo más lógico y lo más evidente...

... sin embargo no sería la primera vez que un inquisidor se vuelve loco, o hace cosas inexplicables o... se vuelve del lado del enemigo, con las peores intenciones o peor aún, con las mejores. Ya sabes, un radical*.

Notas de juego

*Por si no lo supieras (supongo que sí), los radicales son una facción dentro de la inquisición que justifican el uso del Caos contra sí mismo. Como habitualmente acaban corrompiéndose más y más y realizando auténticas abominaciones, los radicales suelen estar perseguidos o declarados Hereticus

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20/09/2013, 00:01
Ernest Schneider

Ahí estaba, como siempre. Esa altanería, ese somos mejores, ese la culpa es vuestra, ese tenemos razón en todo por mucho que digas y no tengo que recordar que los Astartes no han demostrado ser del todo inmunes a la locura y a la seducción de los poderes oscuros. ¿O acaso la gran herejía fue una broma de mal gusto?

Contuve a duras penas mi lengua, pues hacer una acusación así en una fortaleza llena de Adeptus Astartes era poco menos que un suicidio, aunque tuve que apretar bien fuerte los puños por que las ganas de devolverle el comentario eran muy grandes.

Cierto, no sería el primero... pero sin haber contrastado todas las pruebas y no habiendo comprobado la autenticidad de la nota no podemos realizar ninguna acusación. No disponemos de más datos que una caja con una xenotoxina y una nota. Y es un error teorizar antes de poseer datos suficientes y eficientemente contrastados. Insensiblemente, uno comienza a deformar los hechos para hacerlos encajar en sus teorías en lugar de encajar las teorías en los hechos.

En cuanto a los tres hermanos encargados de la investigación... los hermanos Astramael, Grigori y Marev si mal no recuerdo... ¿sabemos en que parte de Karlack se encuentran actualmente investigando? Desearía unirme a ellos lo antes posible.

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20/09/2013, 00:06
Cpt. Stayr

El Marine Espacial respondió rápidamente, dejando claro que ese dato lo sabía con certeza, ajeno a todos los pensamientos de Ernest:

Sí, se encuentran en Citadel Primaris*. En la Ciudadela, concretamente. Tengo entendido que estaban velando por la seguridad de la inquisidora en unas instalaciones médicas.

Notas de juego

*La capital/colmena principal de Karlack

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25/09/2013, 23:26
Ernest Schneider

Entendido comento con un asentimiento de cabeza. Entonces si me disculpa marcho a unirme de forma inmediata a las investigaciones con el deseo y la intención de solucionar este misterio lo antes posible. ¿Hay alguna nave o transporte del que pueda hacer uso para descender hasta el planeta?

Notas de juego

Bueno pues como soy más chulo que un ocho voy a decir que no tengo transporte propio y que la inqusición le dijo a la Deadwatch que me lo proporcionara si era necesario xD

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26/09/2013, 13:29
Cpt. Stayr

El enorme Marine te observa extrañado durante un par de segundos. Acto seguido, agita la cabeza y replica:

Por supuesto. Diríjase a los hangares y enseñe esta orden —te alcanza un papel garabateado y sellado con el símbolo de la DeathWatch—. Pondremos una pequeña nave a su disposición si así lo requiere. Buena suerte.

Notas de juego

Bueno, como tu quieras xD. Pero teniendo coche propio depender de los horarios de autobús es un coñazo. Aunque ahorras en gasolina.

Siento lo corto del post. No tengo internet en casa.

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01/10/2013, 22:58
Ernest Schneider

Muy bien, muchas gracias por su colaboración le digo en forma de despedida acompañada de un gesto de cabeza. Agarro el papel que me entrega y sin perder más tiempo me dirijo con paso rápido, casi corriendo, hasta los hangares de la estación.

Me acerque al primer operario que vi ocioso y le mostré la acreditación del sargento tengo permiso para coger una de las naves para que me lleve hasta Citadel Primaris. Se trata de un asunto urgente de la inquisición así que necesito salir para ayer.

Notas de juego

Yo es que soy más de que me lleven xDD

Por cierto no se como lo verás pero creo que ya le hemos dado bien al prologo y ya tengo cogido el pj, así que cuando quieras me metes de lleno en la acción.

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01/10/2013, 23:30
Director

No hizo falta más papeleo. Respondiendo a su fama de eficaces, la nave (una corbeta interestelar ligera clase Gladius) estuvo preparada en un par de horas, lo cual no es moco de pavo para una tripulación de ventiún millares de hombres. Evidentemente, la función de esta nave no era solamente transportarte a ti, si no que aprovechaba su patrulla habitual para cumplir la labor a la que estaba obligada por los papeles en mano del interrogador.

Entraste en la nave incluso antes de que estuviera lista, no era cuestión de andar haciendo esperar. Los capitanes, y más los de naves de guerra, solían ser tipos orgullosos y hoscos, con una debilidad paternal por sus naves, únicas destinatarias de sus afectos y atenciones. No era bueno, ni siquiera con tu autoridad, hacer esperar al tipo al mando de cada resquicio del sarcófago galáctico que iba a ser tu morada durante cinco largos días. Se te asignaron unos aposentos privados, un camarote de los más espaciosos y lujosos a buen seguro. No tenía lo que se dice "comodidades", pues ante todo reinaba un ambiente funcional, incluso "monacal" tan característico de los Adeptus Astartes, pero era más que suficiente. El despegue y la salida de órbita ocurrieron sin incidentes de ninguna clase, lo cual era de agradecer. Sin embargo, el destino* te tenía reservada alguna sorpresa...

No habían pasado doce horas desde la salida de la (donde atmósfera se aplicaba por costumbre, no porque una fortaleza espacial la tuviese) de Erioch y la entrada en el espacio disforme cuando unas enormes sacudidas te sacaron, casi te escupieron, de tu sueño. Era como si la mano de un titán galáctico hubiera cogido la nave y la estuviera usando de maraca, o si tuviera la curiosidad de saber si, por su sonido, había algo dentro del cascarón o no. Al despertar, pudiste ver como la nave se encontraba en estado de alerta y las luces rojas de emergencia estaban encendidas. Sin embargo, al contrario que en otras naves que habías conocido, todo transcurría en perfecto orden y silencio, era casi armonioso. No había gritos de alarma. No había gente correteando por los pasillos en direcciones completamente aleatorias. No había gritos de terror. Los megáfonos emitían la voz del capitán despacio, casi en susurros, y éste disponía órdenes con una parsimonia digna de elogio, aunque ignorabas por completo su significado al estar en argot de navegante.

Notas de juego

Estoy totalmente de acuerdo contigo. En breve vamos en serio.

Voy a dejar un par de post más de pseudointroducción, así que te toca seguirme :P Pero en nada te suelto cn tus amigüitos, cuando te toque las narices un rato

*Usease YO

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09/10/2013, 23:51
Ernest Schneider

El endemoniado traqueteo estaba empezando a resultar más que molesto. Pese a que el asiento era acolchado el culo empezaba a dolerme como si llevara más de una semana sentado en una puñetera biblioteca sin levantarme más que a comer y dormir (y lo digo por experiencia porque no era la primera vez que hacía algo así).

Pero por increíble que pareciera lo más molesto estaba resultando la calma con la que el capitán afrontaba las turbulencias. Los Astartes son casi unas máquinas insensibles y es en casos como este en los que se notaba. Aunque la verdad es que daba gracias al Emperador por no tener un piloto gritando y maldiciendo más que conduciendo, la frialdad antinatural con la que se tomaba la situación daba grima.

Tanta grima que el que se estaba poniendo de los nervios era yo. Parecía absurdo pero cuanto más tranquilo sonaba el capitán más nervioso me estaba poniendo. Intente vaciar mi mente y concentrarme únicamente en la voz, tratando de escuchar y comprender lo que decía, aunque su jerga de piloto me fuera completamente desconocida.

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10/10/2013, 18:39
Director

La cosa fue a más. De pronto, todos el instrumental tecnológico de la nave se fue al carajo. Las luces de los pasillos, incluídas las de emergencia, se fueron al carajo y toda la sala (y sospechabas que toda la nave) empezó a oler intensamente a ozono. Pero no acabó ahí. Este olor acre se fue tornando más amargo, más metálico. Durante un momento intentaste reconocer el olor, confuso, desorientado, pero de repente sentiste que lo conocías pero no en ese rango de intensidades. Sangre, el aire olía a sangre. Sabía a sangre. Durante un momento esperaste realmente abrir los ojos y encontrarte las paredes chorreando icor. Y sabías cual era la única respuesta a esos acontecimientos inusuales: Disformidad.

No te pillaba por sorpresa, claro. Los viajes interestelares eran una apuesta arriesgada. La única forma de lograr una conexión entre planetas, mejor aún, entre sistemas, era a través de la disformidad. Lo sabías y lo aceptabas. Los viajes a velocidad hiperlumínica solo eran posibles así. Pero (tu lógica quería protestar) precisamente por eso las naves estaban equipadas con un dispositivo especialmente diseñado para aislar la nave de esa ¿energía? ¿dimensión?. Maldita sea ¡todas las naves tenían un campo Geller!

Repentinamente, los fenómenos cesaron. De inmediato. Instantáneamente. Como si el universo hubiera respondido a tu protesta lo cual, no nos engañemos, carecía de sentido. Se sucedieron unos segundos largos, pesados, de incómodo y absoluto silencio en los cuales la única diferencia fue el regreso de la iluminación. Y después, por un micrófono abierto debido al Emperador sabe qué razón se escuchó la voz confundida del ayudante de localización estelar:

Se...señor. Yo... no comprendo. Estamos ya... aquí...

Notas de juego

Haz una tirada de Voluntad (+0) para no comerte un punto de Locura.

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13/10/2013, 22:41
Ernest Schneider

Finalmente todo ceso. Tan pronto como la nave se convirtió en un tiovivo de subidas y bajadas paso a ser como una hoja que descansa sobre un lago en calma. La disformidad tenía estas cosas, es cierto que los viajes por ella eran mucho más rápidos y en ocasiones no había otra alternativa, pero el precio a pagar podía ser muy elevado.

Por fortuna para mi ya estaba acostumbrado a este tipo de viajes, además de haber visto cosas aún peores en mi carrera como arbitrador y como interrogador. Pero las palabras del ayudante hicieron que un ligero escalofrío me recorriera toda la espalda. Sabía que el tiempo de viaje cuando se atravesaba la disformidad podía variar, pero tanto...

Aprovechando que la nave volvía a estar estabilizada me quité el cinturón de seguridad y me dirigí hacia la cabina a intentar enterarme de que es lo que había pasado. Disculpe pero, ¿que quiere decir con eso de que estamos ya aquí? ¿Hemos llegado ya? ¿No eran cuatro días de navegación? le pregunto al personal de cabina desde la puerta de esta.

- Tiradas (1)
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15/10/2013, 18:15
Clarence D'Olohint

Llegaste rápidamente al puente de mando. No había tantos Marines Espaciales como sospechabas, aunque bien pensado tampoco era una insensatez, dado que esas barcazas intergalacticas, aun las pequeñas, tenían una tripulación inmensa. El capitán, o al menos el tipo que parecía llevar la voz cantante, te miró como si le hubieses traído de nuevo a la realidad con tus palabras, pues se encontraba ensimismado mirando a ningún sitio, como si las palabras del ayudante hubieran hecho el efecto contrario a las tuyas. Te contestó con palabras, aunque su primera respuesta inmediata fue encogerse de hombros. "Yo no he sido" decía. "No sé que ha pasado" parecía disculparse. "Qué extraño" protestaba, todo con un gesto:

Hola interrogador —dijo, demasiado solemne tal vez—. Hemos sido absorbidos por un agujero de gusano. Podríamos haber aparecido en cualquier sitio, en cualquier punto de la galaxia. Podríamos haber simplemente... desaparecido para siempre jamás. Pero, a no ser que los augurios fallen —señaló con un golpe de dedo la pantalla— nos encontramos exactamente en la órbita de Karlack.

Su cara se relajó visiblemente, al igual que el resto de su cuerpo. De algún modo, él había asumido, absorbido todo el caos y todo el nerviosismo de los momentos anteriores. De algún modo, miles de personas eran responsabilidad suya. De cualquier modo es como podrían haber acabado. Y de pronto, zas, de algún modo, se les había aparecido el Emperador.

Si no creyera fervientemente en la Mano del Emperador, diría que ha sido un golpe de suerte inaudito. Irrepetible

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15/10/2013, 23:19
Ernest Schneider

Suerte, la mano del Emperador... o algo aún peor. El caos y la disformidad son caprichosos y aleatorios, pero incluso dentro de esa aleatoriedad siguen el designo de los dioses oscuros... temo que este golpe de suerte no augure nada bueno... sea lo que haya sido debemos de darle las gracias al Emperador por lo sucedido. Sin duda es un golpe de suerte pues la razón que me trae a Karlack es de suma importancia y todo tiempo ahorrado es precioso y vital. ¿Cuanto tardaremos en tomar tierra?

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16/10/2013, 14:21
Clarence D'Olohint

El hombre negó con la cabeza:

En unos minutos, si aceptan nuestra petición, atracaremos en el espaciopuerto planetario... en uno de ellos. Les hemos pillado un poco... por sorpresa. Posteriormente podrá usted bajar al planeta. Nadie más de la tripulación lo hará

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16/10/2013, 14:25
Director

La cosa fue relativamente rápido para los trámites que tendría que hacer una nave aparecida del espacio disforme en una trayectoria imposible de predecir. Llegada, literalmente, desde ningún sitio. Por suerte, la nave estaba debidamente equipada con todos los códigos y protocolos adecuados. La fuerza conjunta del Adeptus Astartes y la Inquisición era casi una llave maestra para cualquier impedimento burocrático incluso en una situación tan aleatoria, arbitraria e impredecible como esta. Mientras estos trámites se llevaban a cabo pudiste contemplar desde el puente el planeta de Karlack desde lo alto, como lo haría un dios...

Y merecía la pena.

Karlack era un mundo con dos lunas, pero en este momento ambas estaban ocultas tras el planeta y no interrumpían la visión de éste. Era de un azul oscuro como la noche tan intenso que parecía innatural... y tal vez lo era. Poseía tan solo un continente terraformado que ocupaba toda la mitad superior del globo y que se extendía en zarcillos en determinados puntos invadiendo el hemisferio sur. Ambos hemisferios estaban tan bien delimitados que estas extensiones parecían invasiones, declaraciones de guerra. No había apenas cadenas montañosas ni irregularidades en el terreno continental: todo había sido modificado para albergar una fortaleza tras otra. Las colinas se habían vaciado, las depresiones, rellenado, los lagos, desecado. Y en pleno centro, ocupando más de un tercio de las tierras emergidas, la enorme ciudad-fortaleza de Citadel Primaris.

Pero el sur era otro cuento. Como si se hubieran olvidado de él en un descuido, era todo mar, de una belleza que, por su profundidad, quitaba el aliento. Y su uniformidad solo era interrumpida por un sinnúmero de islas dispersadas al azar, como si una mano divina hubiera proyectado polvo estelar desde el Vacío infinito.

Aún así, esto solo lo convertía en un planeta. Bonito sin duda, por encima de la media... pero un planeta. Lo que convertía la visión en única era la mano de la Humanidad. El inmenso despliegue de poder militar que sellaba el acceso al planeta, el sistema defensivo del corazón de la Cruzada.

En primera línea se encontraban varios centenares de estaciones orbitales de defensa pesada, equipadas con cañones de plasma del mayor calibre. Ni siquiera los acorazados de la flota contaban con armas tan potentes, y estas estaciones, aunque más pequeñas, estaban especialmente diseñadas para albergarlos. Una red de pequeños satélites solares, millares de ellos, se encargaban de producir la energía necesaria para estos descomunales cañones capaces de reducir a polvo literalmente cualquier cosa. Una segunda línea contaba con armas sólidas y de explosión de menor calibre diseñadas para evitar los desembarcos enemigos en las estaciones primarias. Su punto fuerte era su cadencia de disparo, suficiente para derribar simultáneamente docenas de naves pequeñas enemigas, tales como cazas, interceptores y transportes de tropas.

Tras esta muralla de puro poder destructivo se encontraban los muelles orbitales, a uno de los cuales os dirigistéis, de tamaño mucho mayor, en los que se encontraban ancladas naves de combate de la Flota Imperial de diversas clases, muchas de ellas en construcción o reparación. Destacaban de entre ellas los enormes cruceros de las clases "Vengador", "Exorcista" o "Retribución". Su tamaño resultaba difícil de asimilar y sobre ellos pululaban como diminutas hormigas un verdadero ejército de técnicos, obreros y especialistas, dirigidos por centenares de tecnosacerdotes del Adeptus Mechanicus. Desde allí fuiste transportado al planeta en una pequeña nave automatizada que hacía, como muchas otras, las veces de ascensor espacial.

Finalmente, y tras abriros paso por este maremágnum de estructuras orbitales se encontraban las estaciones de apoyo y logística y las barreras de sensores de largo alcance. Los ojos y los oídos de la Cruzada, y en cierto modo también sus conexiones nerviosas.

Habías llegado. El rozamiento del casco contra la atmósfera contaminada de Karlack se hizo patente de forma brusca y sin previo aviso y la nave desaceleró hasta entrar en velocidad atmosférica. Tu vista se torno del verde grisaceo de los cuarteles de la Guardia Imperial y del gris metálico de las murallas de mecahormigón reforzado en acero endurecido. Los edificios se apiñaban de tal modo que era imposible saber de que color era el suelo original del planeta y aquí y allí se extendía el estigma de la civilización y el símbolo del poder imperial a la Expansión Jericho: Citadel Primaris.