Partida Rol por web

El ambiente del mercado resulta un agradable contraste con el sombrío pueblo casi chabolístico. Aunque evidentemente alterados por vuestra presencia, los transeuntes llevan a cabo todo tipo de transacciones, paseos, comentarios y, en general, bullicio.

Sin embargo, la atmósfera no es lo único que ha cambiado. Los que están en el mercado no son todos nativos de Kar'Thir o incluso de Karlack. Podéis observar un elevado porcentaje de extramundanos, personas procedentes de vete tú a saber qué rincón del Imperio. No es de extrañar, claro. Kar'Thir constituye un punto idóneo, dentro del Imperio pero justo en las fronteras externas fuera del alcance de lo más pesado de su mano de hierro, para que exiliados, refugiados, cazarrecompensas, corsarios, mangantes y fugitivos de la justicia encuentren un hogar. Sería argumentable que es un planeta en guerra, pero siendo como es la base central de toda una Cruzada, es un lugar seguro. Es por ello que Ernest pasa bastante inadvertido en la multitud, y más al lado de tres pancartas luminiscentes gigantes.

Nadie os molesta. Imponéis respeto y autoridad. Y muerte, eso también. Y no obstante... aunque todas las miradas están clavadas en vosotros... notáis cierto aire indolente. Cierta amortiguación del impacto conceptual. Esta gente es extraña.

La entrada resultó ser lo esperado. Un hall, un recibidor excavado en la roca sin adornos de ninguna clase. Sobriedad sería la palabra que mejor definiría a aquella clase de arte monumental. Sobriedad elegante. Pero tosca. Os embargó un sentimiento de familiaridad, pues ese monumento era a Achilus lo que vosotros a la humanidad. Sin embargo había algo doloroso que rompía esa tranquilidad como una herida de un cañón de plasma en el pecho de un Hermano de Batalla. Las puertas al interior de la cripta, supuestamente selladas, presentan una hendidura, un boquete de tamaño suficiente para que entréis sin dificultad. Los bordes del agujero en los paneles de la puerta no son ásperos ni irregulares como cabría esperar de una sierra, si no redondeados, ondulados, como si la puerta hubiera sido fundida, disuelta, o atacada por alguna clase de reacción química y/o térmica.

Grigori, encabezando la marcha ignoró a aquellos que pasaban de él y "bendijo" a aquellos que se acercaban o lo pedían. El marine espacial era una estatua andante hasta que entró en el austero hall. Era inevitable no fijarse en la puerta forzada. 

Por puro instinto asió el poderoso mandoble preparándose para lo peor y señaló la abertura... sin dudarlo se dirigió para internarse en ella después de fijarse en el lugar

De la misma forma que antes Marev pasó olímpicamente de la gente del lugar, pero sí anotó mentalmente que aquel mercado tenía cierta fama fuera del planeta. Una vez explorasen el Cenotafio seguramente deberían echar un vistazo a los posibles artefactos que se vendieran allí, pues todo apuntaba a que el Mercado Negro se ocultaba más bien poco tirando a nada.

Pero lo primero era lo primero, con un vistazo apreciativo a la abertura no terminó de ubicar la causa, posiblemente algún arma pesada anti-blindaje, lo que podría esperarse de unos Templarios Negros dispuestos al asalto fueran cuales fueran las consecuencias.

-Disciplina de voz-dijo como único comentario al resto antes de adentrarse en la oscuridad con una sonrisa. Ahora sí se encontraba como en casa.-Se considera territorio hostil-y por lo que más quisiera el Interrogador ya podía adaptarse, no quería tener que hacer de niñera. Echó un vistazo aprovechando los autosentidos del casco a ver cómo se repartía el espacio y qué había por allí.

Una vez dentro con gestos rápidos y mensajes cortos de voz reordenó a los miembros de la expedición para optimizar el reconocimiento y aprovechar la cobertura para revisar sin ser vistos, asumiendo que hubiera algo allí. Pero Marev prefería ser cuidadoso. De hecho, ya que no haría ningún daño, echó mano del bolter de la cadera, prefería tener un arma en la mano ante cualquier hipotética amenaza.

Asentí con la cabeza para indicar al Guardia de la Muerte de que había entendido las ordenes y desenfunde la Hellgun y me adentre en las sombras detrás de los tres Astartes.

El mercado es un sitio muy diferente al poblado del que venían, mucho más imperial, por así decirlo. Cuando salieran del monolito tendrían que dar una vuelta por el mercado decidió el bibliotecario.

Justo antes de entrar Astramael se fija en la puerta, con sus guanteletes toca los bordes fundidos, lamentando que hubiese sido necesario dejar esa marca en la belleza del lugar a perpetuidad practicando ese agujero en lugar de abrirla con su mecanismo de apertura correspondiente.

En cuanto entrarón el hermano Solaro empieza con el despliege, dando órdenes de combate silenciosas y corrigiendo la posición de cada uno de ellos para que sean invisibles ante un posible observador enemigo, mientras que el angel sangriento fijaba su atención en detectar una posible emboscada.

La primera tirada no la he hecho oculta, por eso he hecho una segunda.

De todas formas, como la he fallado, puedes no tener en cuenta la segunda y darla por fallada.

Y ahora una consulta. Los bibliotecarios marines no disponen de poderes menores para extender sus sentidos y detectar formas de vida y esas cosas.

La tumba se encontraba sumida en el reposado silencio de los que yacen para toda la eternidad, de los que descansan para siempre. La cómoda penumbra interior contrastaba fuertemente con la claridad mortecina del exterior del monumento y se hallaba agradablemente acompañada por un silencio —qué evidente— sepulcral. Las gruesas paredes de roca viva en las que estaba excavado el túnel —pasadizo— en que os encontrábais amortiguaban totalmente el bullicio rural del mercado. La diferencia fue tan brusca e inesperada que casi parecía como si hubiéseis sido abducidos, como si de repente os encontráseis en otro mundo, a decenas de sistemas de distancia. La realidad era otra, claro, sólo era una sensación.

Marev no tuvo ninguna dificultad a la hora de enmendar los despliegues de la escuadra, porque la geometría del lugar no daba ídem a florituras. La sobriedad del exterior reverberaba en las profundidades de ese sepulcro, que consistía sencillamente en un pasadizo recto de mármol negro que desembocaba en una cámara central de planta circular. En ésta, se encontraba la tumba de Achilus, una enorme tumba vacía de un General que fue devorado por el vacío. El mismo sarcófago era a un tiempo contenedor y efigie esculpida a imagen y semejanza de aquel cuyos restos no contenía. La blancura de la roca en la que estaba esculpido el enorme sarcófago (más alto que cualquiera de vosotros) contrastaba con la negrura del resto del lugar. Una metáfora, tal vez. La luz en medio de la sombra. La defensa contra el Enemigo. La resistencia a la oscuridad. El efecto se veía incrementado dramáticamente por la entrada de luz en la parte superior del monumento, muchos metros más arriba, que caía directamente vertical sobre vosotros y que bañaba la estancia por completo. La luminosidad era casi tangible, y parecía flotar en la sala colgada de ningún sitio. De algún modo esa luz hacía a la pétrea faz del difunto general algo más humana.

Pero a pesar de lo impresionante del lugar, no fueron sus dimensiones lo que más os llamó la atención. Ni esa luz repentina. Ni siquiera aquella metáfora cromática. Porque a los pies de la tumba, en el suelo, había otro enorme agujero que conducía a algún sitio "bajo el cenotafio". A unas... ruinas.

Lo cierto es que sus métodos (¿ácido? ¿armas de fusión?) eran toscos pero efectivos.

Aunque fuera tan sólo por la posibilidad de haber visto ese lugar Marev se sintió agradecido al Emperador. En su servicio había podido contemplar muchas maravillas, pero este lugar de reverencia y descanso le había dejado sin habla. Mas esto sólo acentúo su indignación por la profanación del lugar. Otra perforación hacia un lugar sin determinar. ¿Habrían osado los Templarios perturbar el lugar de reposo del general? El Guardia del Cuervo empezaba a tener serias dudas al respecto.

-Avanzamos-dijo lacónicamente, por si quedaba duda, por el comunicador. Nadie se había erigido como líder de escuadra* por lo que él, fiel a su Primarca y al Emperador, dirigía desde el frente mediante el ejemplo. No pediría a nadie nada que no estuviera él mismo dispuesto a hacer. Por ello se adentró el primero en el boquete que descendía hacia la cripta. Las dudas sobre su autoría intensificándose. ¿Y si los Templarios ya se lo habían encontrado así? ¿Y si algo en las profundidades había truncado su misión? A fin de cuentas nadie les había visto salir, ¿no? Los Astartes estaban genéticamente mejorados y entrenados para reducir el impacto del miedo y sus efectos, pero cierta incomodidad se asentó en su mente sobre las posibles implicaciones de la situación

Una vez dentro del monumento me quede maravillado ante la majestuosidad de su interior. Pese a no contar con la pompa y ornamentación que suele ser habitual en este tipo de sepulturas esta no tenía nada que envidiarlas. Más bien se podría decir que la sobriedad acentuaba esa majestuosidad.

Tras esos escasos segundo contemplativos volví a centrarme en la tarea que habíamos venido a llevar a cabo. Al parecer lo que fuese que buscaban los Templarios Negros no estaba en esta sala, cosa bastante clara al observar el boquete abierto frente a la tumba.

Marev siguió liderando al grupo y fue el primero en adentrarse silenciosamente en el agujero. Supuse que los otros dos le seguirían, así que esperé a que pasarán para adentrarme en último lugar.

Grigori, el marine de vanguardia había sido adelantado por Marev aprovechando que este había estado observando el lugar con más detenimiento. Protegido por el casco, torció el gesto contrariado pero no dijo nada, no era momento para discusiones que podrían tratarse en otro lugar... solo esperaba que no se toparan con nada ni nadie violento en aquellos estrechos corredores... miró su mandoble, giró la hoja con parsimonia y siguió al grupo... ahí estaba vendido, no tenía sitio alguno para maniobrar, empezaba a no gustarle nada el lugar. 

El silencio reinante en aquel pasadizo trasportó al bibliotecario a otro lugar. A su mente llegarón recuerdos de Baal, de las criptas donde rezaba durante los periodos que pasaba en las fortalezas de su planeta natal; en las capillas, donde rapidez bordados en hilo de oro mostraban imágenes del bendito Sanguinius arrodillado a los pies del Emperador, amado por todos.

Esa imagen desapareció rápidamente al ver el enorme agujeró en el suelo. Astramael se vio tentado de internarse en el inmaterium para obtener trazas de información acerca de quienes o que lo habían abierto, pero descartó ese pensamiento tan  velozmente como había llegado. La disformidad era algo lo suficientemente peligroso como para no jugar con ella, si abajo no obtenían respuestas no tendría más remedio que buscar respuestas en ella.

Descendió tras los hermanos Solaro y Grigori, con tiempo de echar una mirada atrás para comprobar que el interrogador no se quedaba atrás.

Aquel agujero irregular servía de entrada a una ¿cripta? ¿basílica? imperial semiderruida sustentada por muros de mampostería dañados por el paso del tiempo. Ha sido largamente abandonada y saqueada, como parece concluirse tras un examen superficial. Los bancos de madera se han podrido y gran parte de la ornamentación original, sencillamente, ya no está. Sin embargo, algunos visos de su antiguo esplendor no han podido ser robados: los pilares, tallados, representan pétreos Marines Espaciales en armaduras ancestrales de tremenda (aunque ajada) solemnidad, y una parte de los frescos, apenas parches, se han conservado.

Huele a antiguedad, y caminar no es sencillo por la abundancia de escombros, madera podrida y trozos de estatua que llenan el suelo. La planta de la construcción es circular, y existen dos salidas abovedadas hacia el este, una especie de pasillos. Además, al sur, la planta principal se comunica con otra estancia.

Todo está sumido en el silencio del olvido, aunque flota en el ambiente una sensación extraña que no podríais describir. Quizá son solo sentimientos encontrados.

Asintió a sus hermanos de batalla y avanzó hacía la otra sala sin mediar palabra... listo para seguir, listo para enfrentar lo que el Emperador les haya preparado... estaba cansado de esa tensa espera, pero se recordaba su deber y calma con cortas plegarias que recitaba para si 

Por instinto Marev se movió por los laterales del lugar, observando desde una posición resguardada bolter en mano atento a cualquier posible amenaza. Sus sentidos, más allá del filtro de mejora del casco, estaban en máxima alerta sospechando de una emboscada.

Con pasos medidos recorrió la extensión del lugar intentando hacerse cargo de las dimensiones. Finalmente desistió pues no sabía qué superficie tenía el lugar subterráneo, ni tan siquiera por dónde habían ido aquellos que les habían precedido -Primero la sala, después los pasillos-ordenó lacónico por el comunicador. No quería dejar nada sin revisar tras ellos y en teoría la parte comunicada tendría menos dimensiones que los pasillos; pero su instinto le decía que acabarían yendo por ellos antes o después.

Siguiendo las instrucciones del Guardia del Cuervo me dedico a inspeccionar la sala en busca de cualquier evidencia que nos sirva para descubrir cual era el propósito de los Templarios Negros al visitar esta tumba, mausoleo o lo que realmente sea. Aunque personalmente lo que más me preocupaba no era lo que estaban buscando, sino la razón para que lo mantuvieran en secreto a la Deathwatch. Eso si que era algo realmente preocupante.

Mientras buscaba no pude evitar en algunos momentos fijarme en los pilares que representaban serios e imponentes Astartes y no podía evitar preguntarme de quienes se trataban y si fueron en algún momento héroes o participes de alguna gran batalla...

El hermano Solaro continuaba dirigiendo al grupo con evidente maestría, no tenía sentido interrumpirlo con extrañas sensaciones que el silencio del ambiente provocaba en la cabeza del bibliotecario.

Inspiró profundamente y cerró los ojos, dejando que su visión se abriera a través del inmaterium mientras dejaba que el resto se dedicara a explorar la sala.

La búsqueda fue del todo fructífera. Como pudiste observar rápidamente los muros tenían una gran cantidad de nichos de aquellos tiempos remotos, que carecían de detalles de interés. La pared oeste, además, tenía dos oquedades tras sendos altares (quien sabe si casuales o construidos con algún propósito) que conectaban a dos túneles pertenecientes a una estructura aún más antigua que la misma capilla imperial. La propia capilla, de hecho, parecía encontrarse a un tiempo sobre ella, a su lado, o rodeada por aquella otra construcción.

La sala aneja, situada en la parte sur, se encontraba en un estado lamentable de conservación. Un vistazo rápido te permitió contemplar, asombrado, que pese a la persistente amenaza de un techo fracturado, no se había producido un desplome. Los muros no habían tenido tanta suerte, y alguno de ellos estaban parcialmente derruidos y fragmentados, haciendo verdaderamente complicado el avance en aquel laberinto de escombros, y más complicada aún la visión. Sin embargo, tus entrenados oídos percibieron algo distintivo, algo radicalmente opuesto a ese pesado silencio. Un sonido metálico y ligero. Rítmico. Herramientas metálicas, primitivas, quizá de mediano o pequeño tamaño, golpeando contra la piedra.

Estabas bastante seguro de haber extendido tu voluntad y poder psíquico en un amplio entorno. Sin embargo (no sabías si alegrarte o preocuparte), tus energías extrasensoriales —o suprahumanas— no detectaron ninguna disrupción en el tejido disforme. Todo tan tranquilo como una tumba

Hermanos... interrogador - se dirigió al equipo por la radio después de haberse parado en la otra sala - escucho, sin poder determinar el punto exacto, un ruido constante... es... como un arma metálica, presupongo que es una especie de pico y obviamente, esta picando algo... aconsejo movimiento de batalla