Partida Rol por web

Boston, 18:20

La ciudad se mueve con la misma decadencia de siempre. Gente desesperada por conseguir más cartillas y montones de patrullas armadas analizando a los transeúentes a menudo además de controlar todas las posibles entradas y salidas de los diferentes sectores. Queda menos de una hora para que empiece el toque de queda y estando en Octubre ya ha empezado a oscurecer por lo que los militares se impacientan mientras las calles se van quedando gradualmente vacías.

A Rock toda esa mierda hace tiempo que dejó de importarle. Intenta no meterse en más líos de lo necesario con los militares y poco más. Algunos le consideran un vagabundo borracho, es lo que parece, y a él le resulta totalmente conveniente.

En esa ocasión se encuentra sentado en la barra de lo que puede considerarse la única taberna del sector 4. Hasta hace un rato estaba repleta de gente jugando a póquer y otros juegos de cartas entre bebidas alcohólicas que más bien saben a alquitrán pero a esa hora ya solo quedan él, el tabernero y un par de clientes que mantienen una conversación sin sentido sobre la posibilidad de que los cerdos vuelen. A saber qué les ha metido el "bueno" de Henry en sus vasos.

-Carpenter, te estaba buscando -alguien interrumpe su solitaria existencia y resulta ser Ray. No le conoce demasiado, es un tipo que ronda los treinta y se gana el sustento honradamente limpiando las calles, solo hizo un par de trabajos para él hace unos meses consiguiéndole unos artículos del exterior para ayudar a su mujer enferma -Hay alguien que te está buscando. Quiere hablar contigo en la lavandería de la calle Clayson -es un local abandonado y destartalado cerca de la taberna, un lugar peculiar para una supuesta reunión.

Carpenter. ¿Carpenter? Rock Carpenter. Soy yo, maldita sea.

Aún despues de cinco años hay veces que tardo un poco en reaccionar cuando se me llama por mi nombre falso. Si estoy envuelto en mis pensamientos o, especialmente, cuando estoy casi ebrio como ahora. Es una suerte que mi humor sea tan malo cuando me emborracho con esa mierda alquitranada como para que nadie se pare a hablar conmigo. Se dice que los borrachos no mienten.

Me giro y miro al origen de la voz. Ray. Buen tipo. Honrado. Pero el mensaje que me da no lo es. No es que eso sea culpa suya. Su obtención es buena. Seguro. Pero es fácil engañar a quien no miente.

-Debes haberte equivocado, Ray. ¿Quien iba a querer hablar conmigo? Te habrán dicho Rob. A lo mejor ese alguien quiere que le corten el pelo y busca a Rob pero le da vergüenza. ¿Quien busca a Rob, Ray?- lo miro atentamente...pero sin perder ese aire confuso del borracho que tan natural me sale.

Nunca nadie me ha llamado a un callejon callejón solitario para nada bueno. Para echarme de mi casa y de la vida de mi hija, sí. Para robarme cartillas, también.

Ray se queda un momento aturdido y después se mantiene pensativo. Es obvio que Rock ha conseguido hacerle dudar y por eso frunce el ceño un segundo pero finalmente sacude la cabeza y le da una pequeña palmada en el hombro -Que bromista eres, deja de decir tonterías, anda -al final el intento de librarse de él no surte efecto -Me dijo exactamente Rock Carpenter y me pagó por buscarte así que no creo que sea un error pero supongo que el hecho de que vayas o no ya no es asunto mío -se frota la barbilla unos segundos, después observa al viejo Luciérnaga con curiosidad.

-Es una mujer muy rara. No parece de por aquí y creo que por eso no quiere venir -le susurra tan flojo que es obvio para cualquiera que les mire que le está diciendo un secreto -Quiere contratarte para algo, eso sí que me lo ha dicho. Y tiene comida, ¿eh? Es sospechosa, eso te lo digo yo, pero seguro que puedes con ella -dado que Rock ya hizo un par de trabajos que para Ray que él catalogaría de muy peligrosos le considera una especie de súper mercenario, incluso estando borracho.

¿Una mujer? ¿Me busca una mujer? En cinco años no se me ha acercado una ni con un palo...algo normal ya que mi disfraz de borracho estaría incompleto sin una higiene relajada...¿Y ahora me busca una peligrosa? No lo entiendo.

Cojo a Ray del hombro para apoyarme en él al levantarme. En realidad es simplemente para poder mantener la voz baja y que nadie más se entere de qué hablamos.

-¿Una mujer, eh? Suena a trampa para robarme. Mal blanco han elegido, no tengo nada...¿Cómo es esa mujer?

Ray...no pude quedarme de brazos y dejar morir a su esposa. No cuando yo podía ayudar con facilidad. Relativa facilidad, al menos en comparación al resto de refugiados de por aquí. Es quizá lo más cercano a un amigo que tengo desde hace tiempo.

Ray disimula un quejido en cuanto Rock se apoya en él -Si no tienes nada tampoco puedes perder nada -deduce empezando a mirarle de arriba a abajo -Me recuerda un poco a ti, y no te ofendas. Del tipo de persona a la que todo le molesta pero que podría romperte en dos si se lo propusiera. Y va vestida casi con harapos, si la ven los guardas empezarán a interrogarla fijo -mueve la cabeza en señal de desaprobación mientras se acerca a la puerta de salida del local pero sin llegar a atravesarla -Creo que ha venido desde el exterior pero no me preguntes como demonios ha entrado. Debe tener recursos -no es fácil saltarse los controles a menos que se disponga de muy buenos contactos, chantajes o información y por lo que Ray cuenta esa extraña mujer cuenta al menos con uno de esos tres beneficios. Puede ser interesante pero claramente también es peligroso.

Asiento a las palabras de Ray, agradeciéndole el aviso. Una vez fuera del local me paso la mano por el pelo antes de encogerme de hombros, no hay mucho que decidir en realidad. Ir o no ir. Y me intriga, así que iré a verla. No necesito coger nada de lo poco que tengo...si no ha venido, quien sea, a matarme no necesitaré el machete. Y si ese es su objetivo...un machete no me salvará.

O quizá sí pero...bah, no tengo ganas de ir a por él.

Sigo con la pantomima...andar algo encorvado y con aspecto cansado además de algo borracho. No suele ir mal ser subestimado. Y voy al lugar indicado. A la lavandería de la calle Clayson.

Si alguien de fuera quiere verme...es probable que mis días de tranquilidad se están acabando. De una manera o de otra, se acerca el final de Rock Carpenter, el borracho que se muere poco a poco.

Elim decide aceptar el "reto" que puede suponer encontrarse con una desconocida como la descrita que además procede del exterior de Boston. Es arriesgado pero también puede ser lo más emocionante que le haya pasado en muchos años y por si eso fuera poco... ¿y si tiene algo que ver con Sara o Tara? De no intentar descubrirlo probablemente se quedaría con la duda carcomiéndole demasiado tiempo.

-Señor, será mejor que se dé prisa y vuelva a su casa -le recomienda uno de los guardas que pasa por la calle debido al poco margen de tiempo que queda para el toque de queda (media hora) pero tampoco se queda para comprobar que le haga caso, se limita a caminar apresuradamente como si tuviera un destino al que ya llega tarde.

El interior del local está tan abandonado, destartalado y sucio como cabía esperar. El olor a polvo, moho y óxido no mejora el panorama y provocan unas ganas irremediables de toser de vez en cuando, al menos hasta que pasados unos minutos las fosas nasales son capaces de acostumbrarse al hedor.

Es esa misma tos la que delata a Elim aunque tampoco hace falta ser ningún genio dado que ha entrado por la puerta principal y es de esperar que su "contacto" tendrá un buen ángulo de visión para controlarla -Así que aquí estás, el famoso Elim Rawne. Te imaginaba más... alto -a pesar de ser una voz de mujer suena un poco ronca, más grave de lo habitual, puede que a propósito. Ella se deja ver saliendo de entre las sombras y resulta ser bastante parecida a lo que Ray ya había descrito.

Una mujer cercana a los cuarenta, en buena forma física pero con una indumentaria llamativa por lo remendada y sucia que está. En el sentido de la higiene ambos podrían parecerse pero al contrario que Elim ella no tiene ningún tipo de exceso de pelo en la cabeza. Su mirada le resulta familiar al viejo Luciérnaga, casi le recuerda a él mismo cuando lo perdió todo pero a pesar de eso se muestra muy segura de si misma en cada uno de sus gestos y no titubea.

Empieza a caminar lentamente y a cierta distancia de él como si analizara algún tipo de mercancía -Me han dicho que a veces aceptas trabajos como mercenario y resulta que necesito a uno. Bueno, te necesito a ti -parece que no le gusta andarse por las ramas y entonces se detiene frente a él -Necesito llegar hasta un sitio al que solo tú puedes guiarme -se cruza de brazos, dando por sentado que sabe a qué se refiere.

El lugar de la cita es quizá lo más parecido a lo que es la vida ahí fuera. Sucio, maloliente y solitario. Puede que por eso lo haya escogido la mujer, no solo porque está apartado. Esa mujer...es dura. Ha sufrido y no le queda nada, o casi nada. Obviamente soy su última opción.

El silencio se prolonga cuando termina de hablar, mientras no dejo de estudiarla. Puedo ser muy irritante si me lo propongo.

-Te has equivocado de hombre, mujer. Elim Rawne murió hace años.- por como lo digo, no niego que sea yo quien dice que soy. Pero sí que no soy lo que espera. -Para prolongar esta adorable reunión...¿Qué te hace suponer que puedo hacer lo que quieres? ¿Por qué piensas que querría hacerlo?

Comienzo a darme la vuelta, pero no es mi intención. En cambio doy dos rápidos pasos quedando ante ella. No es que estemos pegados...pero ahora si pretende sacar un arma, podré impedirlo. Además, ya no llevo "el disfraz". Ahora me levanto en toda mi estatura y mi forma física. No he "necesitado" mi cuerpo en cinco años, pero las largas horas en mi cuartucho dan para mucho ejercicio, por matar el tiempo.

-Hum -la mujer pone los brazos en jarra y continua observándole de manera analítica, sin amedrentarse lo más mínimo, pero en cuanto Elim se acerca a ella y ofrece su carácter más decidido lo único que consigue es que la mujer sonría de manera triunfal -Estoy segura de que no me he equivocado -sin perder la sonrisa empieza a caminar de nuevo por la sucia lavandería. No parece preocuparle el darle la espalda a Elim, como si estuviera muy segura de que al menos querrá oír lo que tiene que decir. ¿Pero como es posible cuando ni siquiera se conocen?

-Necesito llegar a la maldita base de los Luciérnagas en la que estuviste tanto tiempo y de la que te echaron como a un perro-une sus manos mientras lo explica, girando sobre sus talones para volverse hacia él sin importarle si está lejos o cerca -Lo harás porque no quieres que le cuente a nadie quién eres en realidad, porque te pagaré bien y porque Tara me ha dicho que puedo confiar en ti -parece muy convencida de sus posibilidades pero esta vez ha dejado de sonreír y se limita a dejar tiempo para que Elim reflexione sobre lo que acaba de decirle -Podemos hacerlo, ni siquiera es tan difícil -cualquiera que haya estado fuera sabe que el adjetivo "fácil" ahí no existe pero ella parece muy segura.

Niego antes de que termine de hablar, incluso río. Es una risa en parte amarga en parte...aliviada. ¿Aliviada? Eso me sorprende incluso a mi.

Tara...jamás olvidaré la primera vez que la vi. Tan asustada en esa celda y sin entender del todo lo que sucedía. O el motivo por el que sucedía. Ni la última, cogiéndome las solapas de la camisa y gritándome enfadada, por el miedo, cuando le dije que era el momento de separarnos. Que regresaba con los míos.

No lo comprendí hasta mucho después, pero los gritos de Tara...su forma de abrazarme y no mirarme a los ojos para no llorar...eso me tocó muy dentro. Algo que hacía mucho que no sentía por nadie desde hacía mucho. Pero no podía ser, tenía algo más importante: Sara. No la abandonaría.

Fue una semana, solo una semana, lo que pasé con ella. Y ni siquiera hablamos mucho pues estábamos en constante peligro. Luciernagas, infectados, saqueadores...en solo cinco días perdimos a sus cuatro compañeros. Dos de ellos, heridos, se sacrificaron para que pudiésemos escapar. Los túneles siempre son peligrosos.

Pero la salvé. Y conectamos. Logré llevarla a una zona segura. ¿Significó algo más para ella? Eres un viejo tonto, Elim. Sobre todo viejo, le doblas la edad. si acaso te ve como a un padre.

Aparto mis recuerdos para centrarme en el presente. En la parte amarga.

-Tara...así que ella te dijo quien soy ¿eh? No sé como supo donde estaría pero ella...se equivoca. No en que vaya a ayudarte, quizá lo haga, sino en que pueda hacerlo. ¿Crees de verdad que tras cinco años los Luciérnagas estarán en el mismo lugar? Yo no lo creo. Como mucho podría llevarte allí, no necesariamente a ellos.

Niego, dando pasos de un lado a otro. Me detengo y la miro de nuevo.

-Dime por qué. Dime el motivo. Y olvida esa amenaza. Si me delatas muero aquí. Si te llevo, muero allí. No me quieren en ninguna parte. Sin olvidar el camino de rosas que será atravesar varios estados. Dame una razón convincente, ahora no tienes nada.

Quiero saberlo, curiosidad...y compromiso. Ella no sabe que bastaba con mencionar a Tara para convencerme. Ni yo mismo lo sabía, en realidad. Pero es así...la llevaré porque Tara confía en mi.

Valk entrecierra ligeramente los ojos al comprobar lo pensativo que se queda Elim con todo el asunto pero no le interrumpe, le da su tiempo hasta que habla de nuevo -No importa, es algo que no podemos saber. Incluso aunque no estén ahí habrá alguna pista o rastro que podamos seguir, no creo que los Luciérnagas se hayan alejado tanto de esa zona. Por lo poco que recordaba Tara eran unas instalaciones demasiado buenas como para abandonarlas fácilmente -vuelve a poner los brazos en jarra en cuanto él se mueve de un lado a otro, siguiéndole con la mirada y con el ceño ligeramente fruncido.

-¿Estás de coña? Sé que eres un guerrero, incluso sin las cosas que me ha contado Tara me basta mirarte para saberlo, ¿y me vas a decir que te da igual morir aquí como una rata que allí fuera? Sí, claro, es peligroso y hay muchas otras formas terribles de que te maten y descuarticen pero joder, serás tú mismo y serás libre. No puedes decirme que has renunciado a todo eso, en el fondo sé que eres un león enjaulado -no necesita conocerle a fondo porque se ve reflejada parcialmente en él, la diferencia es que Elim parece haber vivido tantos años entre mentiras que puede que haya terminado creyéndoselas.

-Esos cabrones tienen a mi hermano. Tuvimos un encontronazo con ellos hace ya un par de meses y a mí me dejaron ir sin más pero a él se lo llevaron, no estoy segura del porqué -y si es así tampoco parece muy dispuesta a entrar en detalles -Voy a sacarle de ahí cueste lo que cueste pero eso no es lo que te estoy pidiendo, solo necesito que me lleves hasta el sitio -en ese momento inspira aire hondamente para terminar con un suspiro de abatimiento. Cuando un ser querido está implicados cualquiera sabe que las cosas se complican porque se convierten en un punto débil y Elim lo sabe por experiencia -¿Y bien...? -se mantiene expectante y también algo impaciente.

La miro otros largos instantes y acabo suspirando.

-León enjaulado...idiota sensiblero sería mas acertado. Consigue comida, si puedes. Pero no te la juegues. Nos vemos aqui una hora antes del amanecer. Es el momento con menos vigilancia. Debi hacer unas cosas antes.-

Sin más me giro y me alejo. Con cuidado de que no me descubran por el toque de queda voy a mi cuchitril y saco la mochila de debajo del suelo. Lleva preparada desde que llegué. Cada mes reviso el estado de las cosas. Una vez la tengo...busco a Rob. Lo despierto si hace falta.

-Quiero un pelado, Rob. Y afeitado. Te pagaré mis últimas dos cartillas.

Le entrego una vieja hoja de papel. Con una buena foto de Elim Rawne bajo un cartel de se busca.

La mujer no pone pegas a lo dicho por Elim así que él recoge todo lo necesario y le sobra tiempo para abusar un poco de la amabilidad de Rob, consiguiendo así un cambio de imagen bastante drástico que despistará a los que le conocían como Rock pero facilitará las cosas para aquellos que le consideraron Luciérnaga.

•••••

Cuando el toque de queda se vuelve a levantar puede caminar por las calles libremente para regresar hasta esa precaria y abandonada lavandería donde la mujer ya está esperando. No sería demasiado raro que haya pasado la noche ahí dentro -Dios mío, ¿qué te ha pasado en la cara...? -durante un instante tiene que esforzarse por aguantarse la risa, carraspeando para disimular y finalmente tenderle la mano -Si vamos a estar una temporada juntos lo mínimo es que sepas que puedes llamarme Valk -después de la correspondiente presentación señala con el pulgar su propia espalda, de la que cuelga una mochila -Llevo provisiones para varias semanas, tendremos que ir cazando y recolectando por el camino, así no nos aburriremos -le sonríe con cierta sorna antes de subirse la cremallera de la chaqueta, acompañada de una capucha.

-¿Estás listo? Podemos salir de esta ratonera por mi ruta o por la tuya, lo que prefieras -aunque no le gusta recibir órdenes está dispuesta a hacer la excepción a sabiendas de que depende de los conocimientos y la cooperación de Elim para poder reencontrar a su hermano. El tiempo ya hace demasiados días que va en su contra.

Debemos apresurarnos para que el amanecer no llegue. Poco antes será el cambio de guaridas. El momento más vulnerable. Estoy a punto de explicarlo cuando dice lo de mi cara. sorprendido, llevo una mano a mi barba, mucho más corta que antes y compruebo que está bien.

-¿Mi cara? No sé que compañías tendrás pero esto se llama barba arreglada. Rob es un buen peluquero. Creo, solo he ido una vez.- desestimo el asunto con un gesto de la mano. -No tenemos mucho tiempo. Vayamos por tu ruta. Debemos ir al oeste.

Llevo mi mochila a la espalda, con el machete oculto aún. Una vez fuera lo sujetaré junto al hombro derecho para tener acceso fácil.

Quiero preguntarle cosas pero...más tarde.

Más tarde.

Valk se limita a negar con la cabeza con cierta diversión cuando Elim se toma la molestia de justificar su relativo cambio de aspecto a uno más "presnetable" -¿Compañía?, ¿eso qué es? -comenta con ironía para después asentir -Por aquí, Barbanegra -contra todo pronóstico ni siquiera abandona la lavandería, ahí mismo hay un hueco en una de las paredes que desciende hacia un piso inferior subterráneo.

Elim tiene más dificultades que Valk para deslizarse por el espacio pero con algo de insistencia lo logra y una vez abajo es más fácil desplazarse, aunque tengan que caminar encorvados y con las linternas encendidas.

Valk se lleva un dedo a los labios para indicarle silencio. Elim no tarda en entenderlo ya que de vez en cuando se oyen voces y pisadas encima de sus cabezas así que ahí arriba puede que haya casas o incluso alguna tienda.

-Ya estamos cerca -después de veinte minutos la mujer susurra esa información y se detiene en una esquina. Se asoma con precaución al siguiente pasillo mientras apaga la linterna ya que desde ahí proviene algo de luz, lo cual indica que hay una salida al exterior. El sitio está despejado así que continúan, subiendo unas escaleras destartaladas y medio derruidas de cemento que les llevan hasta un callejón trasero aparentemente abandonado. Incluso Elim se siente desubicado por un momento pero no tarda en reconocer los edificios más altos. Están cerca del perímetro de seguridad del Sector 4.

-Vine por ahí -señala lo que en otra época debió de ser un rascacielos pero ahora solo se mantienen en pie unos doce pisos. Su aspecto parece inestable y normalmente todos los accesos tienen los correspondientes avisos y advertencias de peligro por derrumbamiento así que nadie acostumbra a poner un pie ahí por el riesgo que implica -Cuando lleguemos a la planta diez podremos saltar hasta un edificio del otro lado del muro -explica con intención de dirigirse hacia allí pero teniendo que detenerse al ver un par de militares patrullando por esa misma calle.

La escucho mientras me coloco el machete de manera más accesible. Tengo que poder sacarlo rápido en un movimiento fluido...nunca se sabe ahí fuera. Aunque tan cerca de la ciudad es relativamente seguro en lo que se refiere a infectados nunca se está totalmente a salvo.

Por la planta diez, bien.

No debería haber ningún obstáculo, aparte de alguna patrulla ocasional, entre ese edificio y nosotros. Más allá...cuanto más nos alejemos más posibilidades de que haya infectados...territorios de bandas...de todo. Por ahora será un "paseo" pero no por ello me voy a relajar.

-Vamos, Valk. Estando aquí cada vez hay más oportunidades de que nos peguen un tiro.

La dejo abrir la marcha...se nota que le gusta poco seguir órdenes. Y tampoco es momento de hablar, aunque quiero preguntarle cosas, podrían escucharnos.

Ambos esperan con impaciencia a que la patrulla pase de largo y entonces corren hasta el edificio, entrando por una de las ventanas con los tablones parcialmente rotos. Después de eso toca empezar a subir escaleras en mal estado pegados a la pared. Valk ya provoca algún desprendimiento ocasional pero en el caso de Elim, al pesar más, la situación es más peligrosa.

En un momento dado el pie de Elim se hunde y poco poco pierde el equilibrio debido al mal estado del hormigón pero Valk tira de su chaqueta sin contemplaciones para asegurarse de que no cae hacia abajo hasta que llegan al mencionado piso diez y de ahí a lo que anteriormente debió de ser el salón de una casa aunque de la estancia solo se conserva el suelo y un par de butacas -Hay que llegar ahí, ¿estás listo? -se acerca hasta el borde para observar un pequeño edificio al otro lado del muro y evidentemente a varios metros de distancia. Es un salto largo, no apto para indecisos.

Ella misma toma la iniciativa, cogiendo carrerilla para saltar y aterrizar al otro lado con una voltereta. Ha llegado por los pelos pero lo importante es que no se ha hecho ni un rasguño y mientras Elim se prepara ella también saca unas armas de su propia mochila.

No es un salto demasiado largo, pero no es moco de pavo. He saltado distancias más largas en el pasado...la verdad, siendo perseguido que siempre da un extra de motivación. Tras ver que ella llega, tomo carrerilla y trato de hacer lo propio. Pero nada más saltar sé que no voy a llegar bien. Una combinación de sentir el cemento del borde ceder al impulsarme y del peso de cinco años de alcohol y vida sedentaria. Me he mantenido en forma...pero hasta cierto punto, no podía correr a diario y mantener mi disfraz. Sin duda he perdido "el filo".

*El golpe contra el borde del tejado es doloroso...pero al menor tengo bastante del cuerpo por encima y no por debajo. Me aúpo hasta quedar encima del todo, jadeante.

-Estoy viejo para estas cosas...o hace demasiado que no las hago.- empieza bien el viaje.

Valk se pone en pie cuando Elim ya ha empezado el salto, por eso no se da cuenta hasta que ya está llegando de que las distancias no cuadran. Contiene el aliento un momento y corre hasta el borde para ayudarle pero al comprobar que ha conseguido sujetarse bien vuelve a apartarse para dejarle espacio, convencida de que preferirá hacerlo él solo por simple cuestión de orgullo -Oh, venga ya, seguro que puedes hacer otras cosas mucho mejores que esa -le concede el beneficio de la duda y en ese momento el mercenario puede distinguir dos elementos nuevos en la indumentaria de la mujer: una daga enfundada en su muslo y un pequeño subfusil uzi en un arnés debajo de su axila. Lo segundo es más difícil de apreciar debido a la chaqueta que va por encima pero dado que están cerca el uno del otro reconoce el arma sin problemas.

-A partir de ahora mandas tú, pero hasta cierto punto -le mira levantando ligeramente una ceja con el último inciso, acto seguido baja unas escaleras de emergencia exteriores al edificio a través de las cuales llegan hasta el nivel de calle.

Por esa zona la cosa todavía está calmada, los militares se encargan de ello aunque estén al otro lado del muro, pero según se alejen del centro las cosas se complicarán y ambos lo saben. Por suerte son supervivientes natos con muchos recursos -¿Vas a decirme lo que ha conseguido convencerte para esto? -sujeta las correas de su propia mochila, siguiéndole de cerca e incluso analizando sus movimientos con curiosidad.