Partida Rol por web

El suelo fangoso era ahora el terreno a pisar y el único obstáculo aparente para llegar hasta Baba Yaga. La niebla comenzaba a hacerse más densa por momentos; normalmente su espesura era la normal en aquel clima pero desde que la oscuridad parecía haber vuelto a emerger de la tierra todo lo sobrenatural ahora tenía más poder.

Era fácil tener el vello erizado según se iba dejando atrás la balsa que os había permitido llegar hasta aquí, os sentíais continuamente observados ¿eran las criaturas que os estaban acechando?¿era quizás la propia Baba Yaga que sabía de antemano vuestra llegada?¿o es quizás algo peor?

Los mosquitos comenzaban a cebarse con vuestras perfectas pieles mientras su zumbido casi no dejaba escuchar con atención el entorno. Estabais tan concentrados en vuestro alrededor que casi habíais perdido la noción del tiempo ¿o era quizás un efecto adicional de la niebla?

Cualquiera que fuese vuestro pensamiento, nada ni nadie podría evitar que siguierais adelante. La choza de la bruja no debería estar demasiado lejos, lo sentíais hasta en los huesos...

La reina de Hyrule se alegró de acabar el viaje en balsa, pero solo durante unos minutos. La atmósfera del pantano era terriblemente asfixiante. La niebla impedía que vieran más allá de sus narices, los mosquitos amenazaban con cebarse con sus pieles y el propio aire estaba viciado. Lo peor de todo era el mal presentimiento que recorría la mente de Zelda. Sentía como si en cualquier instante pudieran ser víctimas de una trampa o una emboscada, pero el aliento se le cortaba a la reina cuando pensaba en que el mayor de sus malos presentimientos era la bruja de la espesura, a la que estaban buscando para pedire ayuda para salvar su reino y a la cosa más importante de su vida.

- ¿Quién podría contruir su casa en semejante lugar?

„Me pregunto lo mismo“, respondió Link a Zelda, avanzando a su lado por el pantano neblinoso.

La oscuridad que pesaba sobre el lugar no era una oscuridad común, no se trataba de la falta de luz, sino de una oscuridad que pesaba sobre el corazón, que de ahí subió y que luego desenfocaba la vista y desviaba la atención por momentos. Era un lugar en que los ánimos fácilmente podían decaer y la luz de la mente apagarse más pronto que la luz del día.

No creo que una persona que vive en tal lugar sea una persona en la que se puede confiar…, pensó Link. Por supuesto no se atrevió a articularlo en voz alta… el aire incluso parecía tener oídos, la Bruja podría estar en todas partes…

Sin embargo, en los lugares más inhóspitos ya he encontrado aliados inesperados…

Continuasteis avanzando lentamente debido a que era muy fácil perderse, por fortuna encontrasteis la pista de que no estabais dando pasos de ciego o peor aún, ¡caminando en círculos!

Se trataba de una charca, bastante amplia como para ser rodeada. Parecía que teníais que atravesarla con mucho cuidado ya que, si pisabais con demasiada fuerza o brusquedad os podría tragar cual arena movediza...

Encontrar a Baba Yaga era algo que estaba costando más de lo pensado, pero el sacrificio era necesario.

Moverse en este terreno inseguro trajo a la mente de Link las inseguridades que él y su esposa estaban atravesando para poder recuperar a su hija y la Trifuerza, comenzando con la mayor inseguridad, el paradero de ambos. El suelo tan traicionero como arena movediza le pareció a Link hasta una metáfora de su búsqueda, como si el mundo se modelaría según las incertidumbres de sus corazones.

Se esforzó de avistar las zonas más estables y las pisó velozmente, indicándolas a su esposa, aunque era superfluo, como ella en este terreno en realidad sabía moverse mejor que él – o al menos así se lo parecía.

La atmósfera del pantano estaba siendo dura con ellos. Era casi como si la propia voluntad del mal habitara en ese lugar y no quisiera que avanzaran. Zelda estaba teniendo problemas para sobreponerse a la neblina y a los mosquitos. Cuando comenzaron a cruzar la poza no pudo sino agradecer entre dientes que Link hiciera lo posible por indicarle por dónde debía pisar. La reina se sentía torpe y podía notar como su visión se nublaba. Con el sudor perlando su frente, cerró su mente a todo lo demás intentando salir airosa del cenagal que amenazaba con tragarla si era desprevenida.

Pese a sus previsiones y su prudencia en la marcha al través del pantano, tal vez no fue evitable que algo ocurriera: Zelda, por mala fortuna, pisó una parte de la tierra fangosa que cedió debajo de sus pies. Link con zancadas veloces se abalanzó hacia ella y la tiró con armas fuertes de esta parte del pantano.

El ambiente del pantano era demasiado asfixiante para la reina. Quizá fuera la tensión dado el estado de alerta constante desde que abandonaron el castillo o un momento de flaqueza, pero las rodillas de Zelda fallaron. Maldijo mentalmente su debilidad y su poca determinación, pero antes de que pudiera caer al suelo un brazo la asió para levantarla. Era obviamente el brazo de Link, que se había abalanzado hacia ella sujetándola para impedir su caída y la impulsó de nuevo sobre sus pies para que pudieran salir del terreno cenagoso. No dijo nada, porque eso era lo mejor de la pareja de reyes de Hyrule. En ocasiones no hacían falta palabras para expresar mucho.

Tras un duro esfuerzo y con el sentimiento de que vuestra vida había estado en juego en más de una ocasión, lograsteis atravesar con éxito aquella charca cuya fuerza de succión la había convertido en una trampa admirable contra los intrusos.

Necesitasteis tomaros un pequeño respiro de unos cuantos segundos puesto que atravesar aquella distancia era tan forzoso como haber recorrido kilómetros de llanura.

Tras el tiempo necesario tan solo quedaba una opción: seguir avanzando.

La niebla ahora parecía ser menos densa ¡aquello era muy buena señal! pero todo cambió cuando un escalofrío recorrió vuestra espalda, la imagen de vuestro objetivo estaba a la vista y los próximos minutos iban a ser cruciales.

El momento había llegado.

Los reyes de Hyrule ascendieron por la escalera para llegar a la choza. Sabían que Baba Yaga estaría ahí y cada segundo perdido dudando podría significar poner en peligro a su hija.

Tan solo costó un pequeño esfuerzo el llegar hasta arriba, la entrada a la cabaña estaba cubierta por unas viejas telas que casi olían a muerte. Realmente el lugar era desagradable en todos los sentidos pero... ¿qué más daba si servía para obtener respuestas?

Tras retirar el velo de la entrada pudisteis ganar acceso a la sala principal de aquel hogar siniestro. Todo estaba repleto de calaveras de animales, velas a medio quemar y muchos artefactos que parecían ser mágicos ¿incluirá alguno maldito?

Lo sorprendente fue como tras escuchar un pequeño susurro del viento, toda iluminación existente se disipó... fue así cuando aquella a quien habíais venido a buscar reveló su apariencia...

- Os estaba esperando... oh jóvenes reyes de Hyrule - comentó la anciana bruja mientras se movía escurridiza entre las sombras. De repente notasteis que tras ustedes se materializaron dos asientos que podíais usar para descansar un poco vuestras doloridas espaldas.

- Sé perfectamente para qué habéis venido... y lo mejor es que también sé que podré ayudaros... ¿no es maravilloso? - sonrió de manera siniestra. ¿Qué edad podría tener aquella mujer?¿un siglo?

- Dos grandes tesoros están perdidos... los dos igual de importantes son... uno para el pueblo y otro para el corazón... -

La travesía por el pantano no había sido sencilla ni agradable. Era como si la misma naturaleza estuviera contra ellos, y como si fuera el propio entorno el que quería que no encontraran a la bruja de la espesura, pero al final lo lograron. Zelda pensó que cómo podría vivir una anciana allí mientras se acercaban a la choza, pero descartó estas ideas. Estaba claro que quien fuera que vivía allí no era una persona normal y corriente.

Baba Yaga se presentó ante los reyes en cuanto atravesaron la puerta de entrada. Zelda estaba acostumbrada a lidiar con muchos tipos de persona en las audiencias reales, pero había algo acerca de la bruja que lograba inquietarla. Estaban lejos de casa, en el territorio de esta anciana que debía de tener sorprendentes poderes si era capaz de vivir tanto tiempo y en un lugar tan peligroso. Por suerte, parecía que la bruja era amistosa con ellos de momento. Sentándose en la silla que le ofrecieron, la reina fue la primera en hablar.

- Gracias por recibirnos, Baba Yaga. Veo que sabéis perfectamente lo que nos trae aquí. Nuestro reino ha perdido la protección de la Trifuerza y nuestro corazón ha perdido a nuestra hija, y tenemos el presentimiento de que ambas desapariciones están relacionadas. Nos han dicho que sois sabia, y si conocéis cómo podemos recuperar aquello que hemos perdido tendréis la gratitud de todo el reino y la nuestra.

No había que equivocarse ; de la bruja nunca podrían esperar buena voluntad, a lo más una cierta neutralidad inclinada a ayudarlos si podían ofrecer algo en cambio. Y por cierto la bruja no faltaría de preguntar por esto, lo del en cambio.

Pero no había que adelantarse al inevitable. A Link le puso algo incómodo que la bruja sabía ya de la desaparición de su hija. La de la Trifuerza se podía inferir de los cambios que se producían en el reino, ¿pero aquella de su hija ? Pero por el momento prefería creer que la razón porque la bruja lo sabía residía sólo en la potencia de su magia.

Link también se sentó y dejó su mujer hablar ; dijo todo lo que había que decir.

La decrépita bruja sonrió enseñando sus encías ennegrecidas.

Os observaba de manera inquietante en silencio, como analizando cada una de vuestras palabras, cada uno de vuestros movimientos.

- No hay más que ver vuestra mirada para saber que ardéis en deseos de encontrar aquello que buscáis... -volvió a sonreír.

- Os podré ofrecer respuestas sí... ¿por un precio? quizás no exactamente... puesto que la información necesaria para conseguir vuestro objetivo va más allá de las palabras... - comentó mientras empezaba a mirar a la reina Zelda con especial interés.

- Tanto la Trifuerza como vuestra inofensiva hija están en el mismo lugar... un lugar oscuro... donde la muerte dejó un hedor que fue sepultado por los escombros años atrás... - de repente empezó a esparcir unos polvos en el aire; dichos polvos comenzaron a tomar forma de manera mágica:

Aquella figura que duró en el aire tan solo unos segundos os transmitieron recuerdos oscuros del pasado ¿podía ser posible lo que estaba intentando indicar Baba Yaga?

Link se había puesto un objetivo muy preciso al enfrentarse con la bruja: no dejar embrujarse. Echar pólvoras con ciertas composiciones que podían evocar alucinaciones era parte de los trucos de las hechiceras. Desde luego, no preguntó si el lugar que vio en las evocaciones de su pasado fue el lugar donde, según decía Baba Yaga, tanto la Trifuerza que su Hija estaban encerrados – Link no dijo ningún nombre. Había el riesgo que la bruja asentiría - "Sí, este lugar lo es" - sin saber en realidad en qué lugar estaban la Trifuerza y Tetra.

Al contrario, exigió a Baba Yaga de explicarse: “Por favor, en lugar de hacernos revivir nuestro pasado, o hacer nuestros mentes hacerlo por el efecto de sustancias químicas diversas, queremos que usted hable en palabras sencillas con nosotros tengan un sentido claro. Si quiere ayudarnos de verdad, no hay ninguna razón por la cual debería privarnos de esto. Y nosotros sabremos recompensarle ampliamente una vez que hagamos concluido esta aventura, o más bien malaventura.”

Un escalofrío recorrió la espalda de Zelda cuando la bruja evocó en su mente la imagen del mal del pasado, de aquél que casi asola su reino y casi destruye su vida en su juventud. Pero su retorno no era posible, el Héroe lo había derrotado, y si su seguridad en ello alguna vez flaqueaba solo tenía que mirar a su marido para recuperar la fe.

Link había abordado la situación con calma y diplomacia, dejando claro lo que quería sin ser precipitado. Sin duda ha aprendido mucho en su tiempo como rey. La reina esperó a que su esposo acabara para apoyarle en su argumento.

- Lo que dice el rey es cierto, Baba Yaga. Por desgracia el tiempo apremia, y debemos aprovecharlo al máximo si pretendemos salvar el reino y a nuestra hija. Perdidos en enigmas no podremos hacer gran cosa...

La bruja carcajeó mientras los polvos terminaban de desvanecerse.

- Pobres chiquillos - dijo mientras recobraba la compostura.

- Mi mensaje es mucho más claro de lo que parece - os sonrió con picaresca.

- ¿Desde cuando matar un cuerpo significa acabar con el mal que hay encerrado en él? - aclaró, confirmando así vuestras peores sospechas: Ganon podría haber regresado a Hyrule.

- Ahora mi pregunta es... ¿qué precio estáis dispuestos a pagar para obtener lo necesario para salvar a vuestra hija... ¿eh? - se frotó las manos.

Por supuesto… al final sí se habló de precios, como Link había sospechado. No sabía bien qué pensar de la advertencia de Baba Yaga que Ganon podría haber vuelto. Link lo había visto morir, y si por cierto la vida de los espíritus no terminaba con la muerte del cuerpo, sin un cuerpo el mal no se podía manifestar de nuevo – y el cuerpo de Ganon no estaba más.

Por lo tanto, Link estaba un tanto escéptico en cuanto a lo que la bruja estaba medio sugiriendo, medio afirmando.

¿Y si sólo quería aprovechar de su desconsuelo para obtener algo de ellos que si no nunca le habrían concedido a ella?

“En claro, usted dice que Ganon ha secuestrado a nuestra hija y se ha llevado la Trifuerza. Antes de decirle qué seríamos dispuestos a dar para obtener la información valiosa que nos pretende poder ofrecer, tendríamos que saber de qué información se trata. ¿Acaso del paradero de nuestra hija?”

Zelda no debía dejar ver ese hecho, pero su paciencia empezaba a agotarse. Su hija estaba desaparecida, y ahora era consciente de que era muy probable de que fuera presa del peor mal que había asolado su reino. La bruja hablaba en enigmas, y no tenían tiempo que perder. Ahora la anciana pretendía saber qué estaban dispuestos a ceder con tal de obtener información. Link fue astuto decidiendo no mostrar todas sus cartas, algo que la reina aprobó en su mente.

- No tenemos tiempo de ponernos a regatear, Baba Yaga. El agradecimiento del reino será grande, pero necesitamos que la información nos sea útil para llegar a un acuerdo, como bien dice el rey.

De manera fulminante la bruja miró a la reina.

- Lo que os daré no es la ubicación de ambos tesoros... sino lo que necesitáis para llegar hasta ellos -

- Sin embargo hay que comprobar si realmente estáis a la altura de lo que pido... - sonrió mientras se acercaba más.

- A veces los precios a pagar no se calculan en oro, joyas o incluso tierras. Hay veces que algo tan limitado como nuestro tiempo es la mejor moneda de cambio - rió para sus adentros.

- Os ayudaré si consentís sacrificar parte de vuestra juventud... oh reina de Hyrule - su semblante se tornó funesto. Baba Yaga parecía sacada de la peor de las pesadillas.

- Dejadme absorber parte de vuestra energía y os daré lo que necesitáis para proseguir... juro que no morirá en el proceso... - drásticamente comenzó a frotarse las manos; desde que dijo esas palabras no dejó de mirar a Zelda.