Partida Rol por web

La visión del lugar cuando llegaron era desoladora. Aquel pequeño pueblo estaba siendo sitiado y destruido por un grupo de Moblins, unas criaturas de la región que no dudaban en saquear cualquier campamento, villa o emplazamiento similar siempre que pudiesen obtener fortunas y riquezas a costa de los demás. Los vítores de los ciudadanos tuvieron un efecto indeseado, pues el factor sorpresa se había perdido y ahora ellos eran el centro de atención de los Moblins. Zelda había saltado de Epona disparando su arco, mientras que Link decidió cabalgar hacia uno de los enemigos más cercanos desenvainando la espada y soltando un tajo con violencia.

El Moblin que tenía delante fue atravesado por su espada e inmediatamente cargó contra otro cercano, acabando con su existencia de un certero espadazo. Uno de los Moblins intentaba asustar a Epona para que él cayese, pero Link consiguió mantener el equilibrio y en cuanto lo tuvo a una distancia aconsejable, separó su cabeza del resto del cuerpo.

Envainó observando con una ligera sonrisa la maestría de Zelda con el arco; había acabado con varios enemigos sin problemas y sin que tuvieran tiempo para acercarse a ella. Se dirigió a los ciudadanos del maltrecho pueblo una vez liquidaron a todos los saqueadores.

-Por ahora estáis a salvo, pero no puedo prometeros que no se vayan a producir más ataques. Si queréis seguir con vida, recoged todo lo necesario y marchad hacia el reino, allí os acogerán entre sus muros. Os doy mi palabra como rey de Hyrule –sugirió apremiándolos a moverse rápido del lugar. Algo le decía que este sería el primer pueblo de muchos que sufrirían un destino idéntico si no encontraban la Trifuerza.

La mayoría de los Moblins persiguieron a Epona, reconociendo a Link como un rival más peligroso. Eso le dio una gran ventaja a Zelda, uno a uno fue abatiendo a todos los Moblins sin demasiado esfuerzo, todos sus disparos fueron certeros directos a la cabeza y al cuello a pesar de ser objetivos en movimiento, algo que le sorprendió gratamente.
"Parece que yo también sigo en forma".
Tras matar a a 3, un par se percataron de que no debían ignorarla, el primero dio unos pasos corriendo hacia a ella pero apenas inició la marcha un disparo al pecho le hizo caer de espaldas, la flecha mágica había conseguido atravesar la armadura. El segundo consiguió acercarse más pero se desplomó a los pies de Zelda sin llegar a alcanzarla.

Tras acabar con todos los Moblins buscó con la mirada a Link y al darse cuenta que le estaba observando le dedico una amplia sonrisa. Mientras Él hablaba a los pueblerinos ella se acercó a Epona y volvió a montar tras él.

- Tened cuidado, los caminos son peligrosos.
Concluyó sus palabras con una leve reverencia.
 

Una de las aldeanas a la que le habíais salvado la vida no dudó en ir corriendo hacia vuestra presencia una vez que todo había acabado.

Era indudable que todos los allí presentes estaban eufóricos al ver como los reyes en persona se habían molestado en acabar con la amenaza en primera persona.

La mujer, se arrodilló ante ustedes. En sus manos portaba un pequeño cofre.

- Sus majestades... sé que solo soy una humilde campesina... pero nos habéis salvado la vida aquí y ahora... no tenemos mucho que ofreceros, y menos a ustedes que poseéis todo aquello que la nobleza merece... pero hay un humilde obsequio que ruego que aceptéis - agachando la mirada alzó las manos. Se trataba de un pequeño cofre de madera con un acabado metálico con adornos bastante llamativo.

Link estaba apunto de montarse en Epona cuando una aldeana llegó corriendo atropelladamente con un diminuto cofre de madera en sus manos.  Lo examinó con curiosidad, intentando recordar si aquellos vistosos ornatos le sonaban de algo, hasta que finalmente se pronunció:

-No es necesario que nos deis riquezas u objetos de valor. Mas si os complace, acepto el presente  –dijo mientras recogía el cofre y lo tanteaba entre sus manos para luego dejarlo en el zurrón de Epona-.  Ahora, debemos marcharnos. Dirigiros hacia Hyrule… y no os salgáis de los caminos.

Se despidió de los aldeanos antes de arrear a Epona. Habían hecho lo correcto, pero también habían perdido un tiempo que escaseaba...

Zelda dejó actuar a Link esperando ya montada en Epona. Asintió a las palabras de él, no quería alargar más el asunto, el tiempo apremiaba y ahora tenían que retroceder mucho camino.
Cuando Link montó ella se agarró a su cintura y se despidió de los aldeanos con la mano. 

- Coged solo lo imprescindible para viajar rápidos. Cuanto más tiempo pase más peligroso será el viaje.

Tras despedirse comenzaron de nuevo su camino hacia el pantano. Zelda por mera curiosidad recuperó el cofre del zurrón y lo abrió con cuidado para que no se cayera lo del interior a pesar del trote de Epona, igual podía ser útil en su viaje.
 

Zelda abrió con cuidado el pequeño cofre para comprobar que en su interior había un objeto que a simple vista parecía simple; se trataba de una vela con una particularidad muy especial: siempre permanecía encendida y su fuego no quemaba. ¿Era acaso un simbolismo de justo lo que necesitaba vuestro reino?¿Luz en los días de oscuridad?

Link miró por encima del hombro para descubrir el contenido del regalo de la aldeana: una vela dotada de magia, pues no se apagaba pese al viento o a estar hermética en un cofre. “Puede servirnos en algún momento del viaje. Toda luz es poca en estos instantes de oscuridad...” –pensó volviendo la vista al frente. El rumor de las olas era cada vez más cercano, síntoma de que se acercaban al mar que bloqueaba el acceso a la zona pantanosa, el cual tendrían que atravesar no sin esfuerzo. 

Zelda sonrió levemente para sí al ver el contenido del cofre, la vela de su interior no se había apagado a pesar de que el cofre había estado cerrado, sin pensarlo acercó los dedos a la llama y notó su calor pero no le quemaba.
- Esta luz debe ser muy pura. - Dijo cuando se giró Link adivinando sus pensamientos. - No entiendo como un pequeño poblado puede haber guardado un objeto mágico, aunque el cofre es simple, puede que nunca nadie se hubiera imaginado que contenía tal cosa.

Continuó el resto del camino jugueteando con la vela y el cofre, en un intento vano de descubrir algo más sobre ellos, sin prestar demasiada atención al camino. Sólo alzaba la mirada en busca de monstruos de vez en cuando.

Tras continuar con el rumbo fijo, ambos llegasteis hasta la cosa, donde el inmenso mar os separaba de continuar vuestro paso por el pantano.

Era evidente que a nado era imposible cruzar aquella masa de agua, sin embargo no todo estaba perdido puesto que un poco de pericia solventaría cualquier contratiempo. Con maña y tiempo, los reyes podrían elaborar una pequeña balsa que les ayudase a cruzar las bastas aguas hasta el otro lado. A fin de cuentas tan solo eran 2 kilómetros que con buen hacer serían superados.

Zelda bajó de la yegua y se quedó de brazos cruzados barajando opciones para cruzar el mar.
- Parece que no vive nadie cerca que nos pueda prestar una barca, así que creo que no hay más opciones para cruzar que fabricar una. - Paseó la mirada por la orilla- El mar en ocasiones deja buenos troncos en la orilla, es cuestión de buscar.

Se encogió de hombros y comenzó a caminar por la orilla en busca de algunos troncos que pudieran flotar bien. - ¡Trae a Epona, podrá empujar de ellos, así juntaremos troncos más grandes! - Se les presentaba por delante un trabajo extraño y agotador, algo que jamás hubiera pensado que tendría que hacer como reina, pero lo importante era avanzar fuera como fuera.

Link detuvo a Epona junto a la costa, una vez hubieron llegado al límite. Observando el panorama que se les presentaba con el mar cruzando el paso que debían seguir, a Zelda se le ocurrió fabricar una balsa lo suficientemente estable y resistente como para poder atravesar el mar. Acercó a Epona a su esposa para que ayudara a empujar troncos mientras él inspeccionaba los alrededores buscando árboles de troncos más finos además de ramas de un grosor amplio.

-Voy a buscar por la zona algunos árboles que puedan servirnos para fabricar la balsa -murmuró alejándose lentamente del lugar atento a todo lo que le rodeaba.

Link encontró unos pocos árboles más jóvenes y de tronco fino, los cuales cortó con la espada sin ningún esfuerzo. Apiló todo lo posible y lo dejó cerca de donde estaban Epona y Zelda. Confiaba en que pudieran sacar algún tronco arrastrado por la corriente del mar, pues por ahora la madera parecía insuficiente. Volvió a dar otra batida, esta vez ampliando aún más el margen de búsqueda. Además de más madera, también buscaría tallos de plantas resistentes y maleables para juntar troncos, así como de utilizar parte de la cuerda que poseían en ellos.

Mientras Link continuaba buscando tallos y más madera, Zelda comenzó a trabajar en la balsa. Nunca había hecho una, pero tenía una ligera idea de cómo hacerla rudimentariamente. Arrastrando los troncos por la arena los colocó todos juntos paralelos entre ellos y con la cuerda comenzó a atarlos todos, cada uno al de su lado pero le faltaba fuerza para poder darle la suficiente rigidez a la balsa.
Agotada se sentó en la arena, la mayoría estaba atado, pero aún faltaban algunas cosas para continuar, no le quedaba otra que esperar a que Link trajera lo que faltaba y terminara él de montarlo.
No tardó mucho en volver y juntos continuaron el trabajo, él se encargó de tensarlo todo con mayor fuerza y ella de hacer los remos con ramas finas y corteza.

Tras dedicar tiempo, mucho esfuerzo y bastante pericia; los reyes fueron capaces de construir una balsa capaz de soportar tanto su peso como ser viable a la hora de funcionar en el mar.

Parecía que el dúo seguía formando un buen equipo, con lo cual ahora tan solo se necesitaba arrastrarla al ancho mar y comenzar a remar rumbo al pantano. No debería ser un trayecto demasiado largo pero estaba claro que sin la ayuda del transporte hubiese sido prácticamente imposible.

Consiguieron, no sin esfuerzo, terminar de construir la balsa. Link intentó perfeccionarla en la medida de lo posible y cuando vio que ya era viable poder echarla al mar, la empujó con ayuda de su yegua. Ahora entraba en juego la siguiente cuestión: Epona. Dejaría a su fiel compañera varada en la costa o la llevaría con él pese a que la balsa no estaba totalmente preparada para aguantar tanto peso. Pese a su indecisión inicial, concretó que Epona era muy importante para él y le acompañaría hasta el final del viaje.

-Ven, pequeña –dijo llevándola a la embarcación mientras indicaba a Zelda que se subiera en el otro extremo, para repartir el peso entre ellos dos por un lado y su montura por otro.