Partida Rol por web

Una pequeña figura, de la misma altura que el gnomo Mélkavic pero algo más esbelta, se presenta ante vosotros. Su penetrante mirada se posa en los pies de los muertos que salen de las carretas, y luego en los orcos que se pudren junto al camino. Os fijais que en la cara de la halfling, (porque por sus pies peludos está claro que se trata de una mediana), hay una cicatriz reciente.

"Bueno...", dice poniendo una mueca en su aniñado rostro, "Iba a preguntaros si habíais visto pasar a unos sucios orcos ladrones, pero creo que no hará falta que pregunte, ¿verdad?", termina con una sonrisa a la que algunos de los carreteros responden con ceños fruncidos.

"Eh, eh, que estamos en el mismo equipo", se percata la joven. "Esos puercos hijos de perra también me atacaron a mí. ¡Casi me matan, hundieron mi barca, y me quitaron mi paquete!. Llevo tres días rastreándolos. No es difícil, porque son muchos, y, bueno... son orcos, ¿sí?. Pisotean el suelo, aplastan la hierba y se cagan y se mean en todas partes".

Mientras habla, la muchacha parece estar escaneando con la mirada a cada uno de los miembros de la caravana, y se para un momento sobre aquellos que parecéis algo más que simples caravaneros. "Escuchad... la verdad es que estoy sola, soy pequeña, y los orcos casi me matan una vez. Soy algo así como una dama en apuros, y eso, de las que reciben ayuda de valientes guerreros y de aventureros exóticos. Además ahora hay menos orcos, y yo les he seguido desde su campamento, así que tienen que dirigirse a algún otro lado. Seguramente a algún lugar plagado de tesoros, donde se puede conseguir un montón de... um... gloria, y eso".

La mediana se muerde el labio inferior en una mueca un tanto infantil, une sus manos tras la espalda y sus ojos parecen agrandarse y adquirir una calidad inocente que, (estais seguros), es fingida. "¿Algunos de vosotros, valientes aventureros, me acompañarían para recuperar mi paquete?".

(Sigue...)

Los caravaneros se miran algo confusos. Vosotros os dais cuenta de que los Dorant estarán bien con ellos, y el camino es, (normalmente), seguro, así que vuestra ausencia no les supondrá un problema.

Debéis escoger. ¿Acompañaréis a la joven y misteriosa halfling?. ¿O preferiréis dirigir vuestros pasos a Puerta del Oeste, y buscar allí otra aventura?.

Es vuestro turno, y vuestra decisión.

Tras saludar y dar las gracias a los miembros de las otras caravanas, se aplica a fondo para ayudar a los heridos. Es una de sus especialidades. Cuando todavía era un novicio, descubrió que Moradin le había concedido un don. Sus tratamientos eran más efectivos de lo normal, y los enfermos y heridos agradecían sus cuidados sobremanera. Sus manos, aunque duras y ásperas, se movían con extrema delicadeza, limpiando cortes y supurando llagas. Su dios le había mostrado el camino por el que debía transcurrir su fe.

Una vez hecho el recuento de bajas, ya con los heridos sobre los carromatos, observa los cadáveres con pesar. Los atacantes son apartados del camino con poca delicadeza. Ni siquiera servirán de pasto para las alimañas. Los orcos son tan repugnantes que ni los buitres tienen interés en su apestosa carne.

Mary se acerca con Myka dormido entre sus brazos, y el enano recupera de nuevo la sonrisa. Está cansado y con el culo todavía dolorido, pero intenta que no se le note demasiado.

- Para nosotros ha sido un placer ayudaros – asiente sincero al agradecimiento de la mujer – Y me alegra saber que Delvar echará una mano con los carros. En cualquier caso, creo que todavía compartiremos camino. No puedo marcharme sin despedirme de Myka – Amplía un poco más la sonrisa y hace una caricia al muchacho

Uno de los miembros de la caravana principal interrumpe la conversación, pidiendo ayuda con los muertos. Cowell asiente de nuevo y se dirige al lugar donde han sido apartados los cadáveres. Extrae de su mochila un viejo pero bien conservado hábito y se lo coloca sobre la armadura, dando un beso al pequeño yunque labrado sobre el pecho. Rebusca de nuevo entre sus cosas y con sumo cuidado saca un estropeado libro con intrincadas inscripciones enanas en la tapa, que acaricia y besa también. Finalmente, se coloca frente a los cadáveres, mientras sujeta el símbolo de su fe con una mano, y el pequeño tomo abierto por una página seleccionada expresamente por él con la otra.

- Padre de todos, recibe las almas de estos valientes que han muerto defendiendo lo que era suyo. Ilumínales el camino. Tómales de la mano si están perdidos en la oscuridad, hasta que descubran que están entre vosotros. Dales consuelo y guíales hasta sus dioses. No permitas que ninguna de estas almas vague sin rumbo. Gran Creador, Padre de todos los míos, siempre has valorado el coraje y la bondad de los corazones, sin importar la raza a la que pertenezcan. Te pido por tanto que acojas a estos humanos y les ayudes en su nueva vida. Nosotros evitaremos que sean olvidados y rezaremos por ellos. Como dicen los escritos de Nundro el Santo, la muerte no existe, la gente solo muere cuando la olvidan.

Antes de terminar, susurra alguna palabra mas, hasta que finalmente cierra el libro y vuelve a guardarlo en la mochila junto al hábito.

No temáis por sus almas – comenta dirigiéndose al jefe de la caravana con una sonrisa – Ya están a salvo

Satisfecho por sus oraciones, vuelve junto al carro de los Dorant y espera pacientemente a que la caravana se ponga de nuevo en marcha. Cuando por fin lo hace, tarda solo unos metros en detenerse de nuevo. Con el ceño fruncido, el enano se acerca un poco hasta la cabecera para escuchar con detenimiento a la mediana causante de la nueva parada.

- Bueno – comienza a hablar cuando termina, echando una mirada rápida a Inx y a Mel primero y a Ruby y a Devan después – Creo que esta buena gente estará a salvo. Podemos echarte una mano con ese paquete.

La tarea de ayudar con los cuerpos muertos y los heridos me resulta ardua. Eliseo hace una fugaz aparición y tan rápido como viene se va. En un par de ocasiones yo también tengo que ausentarme unos momentos para reprimir las nauseas. 

Después de apartar los cadáveres orcos a un lado y envolver a los de la caravana, el enano se coloca su hábito de sacerdote y entona una plegaria por los difuntos. Permanezco callada, observando. Las palabras de Cowell me suenan huecas y vacías - como si los dioses fueran a llevarnos de la manita hasta el paraíso. - No obstante concuerdo con el enano en sus últimas palabras, "la gente solo muere cuando la olvidan" - cuánta razón llevas en eso, santurrón! 

Cuando finalmente estamos preparados para reemprender el viaje, una mediana aparece de entre la espesura. Comenta que los orcos le han robado un paquete y pide nuestra ayuda. Realmente parece desesperada y desvalida. Sería una pena abandonarla a su suerte...

- ¿Pero qué sacamos nosotros de todo esto, pequeña? - pregunto a la inocente mediana cuando nos propone acompañarla a buscar su paquete - No me malinterpretes. Realmente me has conmovido con esos ojitos tan tiernos... pero esos sucios orcos no son moco de pavo. Una cosa es defendernos de un ataque sorpresa como ha ocurrido hace un rato y otra muy distinta es ir detrás de ellos hasta su guarida a buscarles las cosquillas - muestro una sonrisa dulce y encantadora antes de proseguir -  Un gran riesgo requiere una recompensa acorde, no crees? Si eres capaz de ofrecernos algo más aparte de tu eterna gratitud, puedes contar conmigo - Al fin y al cabo valoro demasiado mi vida como para ponerla en juego por nada. 

Mélkavic era escéptico. ¿En serio Shiara era una mediana? No sería la primera vez que una niñita humana se fuga de casa, se mete unos trapos de relleno bajo la blusa, se cubre los pies con resina pegajosa para espolvorear los pelos recién cortados de su melena y se pega a un grupo de aventureros. Buscando su protección, o vivir aventuras, o lo que sea que pasa por esas jóvenes cabecitas locas. Don Rigodeón no recuerda ya lo que siginificaba ser niño. Sí, tenía multitud de recuerdos y detalles, pero ha olvidado qué se sentía siendo un gnomito. Miedo. El miedo en su infancia si lo recuerda. Saliendo en plena noche mientras los trasgos hacían sonar sus cuernos.

Mélkavic también era escéptico con el resto de la historia de la mediana o niña con resina sobre los pies. Dudaba de que tuviese barca, de que el paquete existiese, o que su contenido no fuera a ser pernicioso para el transcurso de la historia, una reliquia maligna o algo así. También ponía en duda la existencia de más orcos y aquel campamento.

Tal vez Shiara solo tratase de usarles de carnaza en una mazmorra olvidada o fuese una malvada bruja disfrazada que trata de separar a un puñado de ingenuos de las caravanas para comérselos en el bosque. O un fantasma, una reminiscencia del pasado traída al presente como eco de la urdimbre, si es que eso tiene algún rigor científico; Mélkavic también era escéptico a esas teorías. O podría ser un fantasma en el sentido literal con los que aparecen catalogados en los compendios gnomos de monstruos y demás literatura al respecto. De los que han muerto y están condenados a vivir una y otra vez los momentos previos de su muerte, liando a cualquier pobre viajero que pase cerca de donde ocurrió todo.

Repasó mentalmente la información que acumuló su clan al respecto. El gnomo Sabelotodo podía descartar lo de la mazmorra olvidada en las inmediaciones de esta ruta. A no ser que a sus antepasados gnomos se les olvidara mencionarla, claro. Todo el mundo se acuerda de documentar yacimientos arqueológicos de mazmorras recordadas. Eso no tiene mérito.

Por otro lado, también pensó que los hombres de la caravana tumbados con tajos y miembros de menos, y que los supervivientes envolvían en sábanas, solo estaban heridos... y que morirían antes de poder alcanzar las carretas desde su posición retrasada. Y tuvo toda la razón. Para cuando llegaron, no fue a tiempo para que Devan salvara a aquel viejo amigo suyo, y solo pudieron mover cadáveres y asistir al funeral oficiado por Cowell. Así que en esta ocasión tampoco podía andar mal encaminado con lo de la mediana. O niña con resina sobre los pies.

Pero aunque su primera corazonada fue seguir con la caravana e ignorar a Shiara, si es ese su verdadero nombre, algo que dijo Ruby le hizo recapacitar. Al paracer, Ruby solo estaba dispuesta a ir con la mediana/niña/bruja/fantasma a cambio de una recompensa equivalente al gran riesgo de atacar a un campamento orco. Escéptico por naturaleza, dudaba mucho que Shiara pudiese ofrecer nada de valor, y más si al final resultaba ser cierta la posibilidad de que fuese una niña humana huída de casa que ni siquiera tenía para comprarse unos zapatos.

Es decir, Ruby se iba a quedar con la caravana, y Mélkavic podría darle esquinazo marchándose con Cowell campo a través. Y es que fue muy violento, y estuvo totalmente fuera de lugar aquel beso en la frente. Existía una parafilia sobre humanos a los que les gusta acostarse con gnomos, la cual Mélkavic desconocía porque estaba en el mismo manuscrito que ardió en el incendió del prostíbulo que... pero ya conocéis esa historia.

Tratando de librarse de la artista, el gnomo dió un paso al frente.

Yo voy. Cuéntanos más de ese paquete, qué contiene y cuántos orcos eran en total los que has visto. Han muerto aquí...

Calculó mentalmente la cifra de orcos vencidos en combate, sin contar a los dos actores que dejaron atrás, y que Rigodeón supuso que se habrían unido de nuevo a la caravana aprovechando el trabajo con los cuerpos para no ser vistos y no arruinar así la magia de la función. Es decir, le dijo a Shaira el total de cuerpos de orcos que fueron apartados fuera del camino.

¿Cuántos orcos pueden quedar en ese campamento que dices?

En realidad solo estaba interesado en la pregunta del paquete. Los orcos eran solo una posibilidad, y su importancia era relativa. Esa pregunta la hizo para descartar o desenmascarar a Shaira, la niña con resina sobre los pies. En el aprendizaje de los números, los cánones gnomos de enseñanza establecen empezar en el uno, y luego ir subiendo. Si Shaira titubeaba al decir una cifra complicada, o decía una cifra estratosférica (un muchimillón de orcos, infinitos más uno) o ridículamente pequeña (dos, tres), entonces sí que era una niña humana. O una mediana cateta, un gnomo escéptico nunca está seguro al cien por cien de qué creer.

Se despidió con un último adiós de Samuel, terminando así de colaborar en la recogida y agradado tanto por la participación de los recien llegados como por la ceremonia oficiada por el devoto enano. La cual, dentro de lo malo, parecía reportar algo de tranquilidad al resto de miembros de la caravana. No era él, precisamente, un hombre piadoso al servicio de los designios divinos. Pero respetaba la fe de aquellos que la practicaban y ocasinalmente rezaba a algún dios concreto. -Nunca esta de más tener un poco de intervención divina de tu parte.- Pensaba.

Finalmente, se había decidido por concenso que la caravana prosiguiese el viaje durante unas horas. Ya que, más adelante, el camino se volvía mucho más seguro dada la cercanía de su ciudad de destino.

Fue justo al comenzar la marcha cuando una mediana apareció de entre la maleza, tras ponerles en situación, apeló a la compasión usando las conocidas técnicas de mujeres medianas para conseguir su objetivo.

Bueno, si sois una damisela en apuros... sabed que podéis contar desde este momento con la compañía de este errante aventurero.- Dijo a la recien llegada. -La vida es un flujo constante de cambios... y creo que este me vendrá bien.

La ceremonia improvisada por Cowell es solemne, y muy digna. Hay una cierta afinidad entre las creencias del dracónido y del enano, pese a servir a dioses distintos, que hace que el primero respete profundamente al segundo. Más preocupado de acabar de atender heridos que de las decisiones inmediatas, pues es evidente que la caravana en bloque continuará, Inx no presta mucha atención a las conversaciones siguientes.

Sin embargo, estando cerca -como los demás que de una manera u otra han tenido un decisivo papel repeliendo el ataque de los orcos- del punto en que la mediana interrumpe el retomado avance, Inx observa perplejo (en un gesto indescifrable para los humanos en su reptiliano rostro) cómo todos excepto pican, o dan crédito, a la vaga historia de la recién llegada.

- Esperad, esperad... está bien saber algo más de ese paquete misterioso, pero antes, habría que aclarar quién eres exactamente, no? No has dicho tu nombre, ni tu ocupación y lugar de origen, ni por qué viajas o viajabas sola... qué es eso de "soy algo así como una dama en apuros"?

El paladín recela de la actitud de la chica. Al menos Ruby había tenido algo de sentido común, aunque fuera por interés. Si realmente era una dama en apuros, entonces Inx no tendría problema en ayudarla. Pero si después de lo ocurrido, resultaba que la mediana les estaba tomando el pelo, habría que darle un escarmiento...

Turno 6

Cowell oficia una ceremonia bastante impresionante a pesar de la falta de medios, y lanza una piadosa oración sobre los difuntos. (Caridad: estrellita para tí, ya estás inspirado).

La pequeña halfling se libra en un momento de su fingida actitud apocada cuando se encuentra con la resistencia de Ruby y de Inx, la primera por ambición y el segundo por ideales, (una estrellita de inspiración para ambos). Alzando una fina ceja castaña, se cruza de brazos antes de hablar;

(Sigue...)

Primero se dirige a Ruby, alzando la vista al pescante de la carreta; "Bueno, me gustaría poder comprar tus servicios, pero ya ves, hundieron mi barco, tuve que huir a nado hasta el linde del río, y, ¿sabes?, ahora mismo no tengo mucho oro encima", afirma sacando la bolsa de su cinturón y vaciándola en la palma de la mano. Todos veis caer cuatro piezas de oro; "Mira, ésta era para mi abuelita enferma, ésta para no morirme de hambre, y las otras dos se las iba a donar a un horfanato que conozco, pero... te las daré las cuatro a tí para que no dejes que me asesinen, ¿vale?". Tras lanzarle la bolsa a Ruby, se encoge de hombros; "Y como supongo que no es suficiente, pues... estoy segura de que podré conseguirte más oro cuando recupere mi paquete", afirma. "¿Qué tal cien... cuenta piezas de oro, brillantes y relucientes?".

Después, más tranquila, se dirige a Inx; "Ah... perdón, valiente campeón. Mi nombre es Shiara, y soy... bueno, era... buhonera. Voy sola porque soy pequeña, y todo el mundo intenta aprovecharse de la gente pequeña. Tenía una barca, y comerciaba con los pueblos que hay en la rivera del río Reddan hasta que unos sucios orcos me atacaron. Y el paquete es... bueno, algo valioso que me encontré hace un par de semanas y que me ha hecho la vida más fácil, ¿sabes?. Un artefacto raro. No sé cómo definirlo, es como una especie de... no sé, máquina complicada... que tiene magia y puede hacer que pases desapercibida con tu barca por el río y eso".

(Sigue...)

A todos os da la impresión de que la halfling, (o la niña humana con resina y pelos en los pies), está siendo bastante sincera. Aunque parece una personilla bastante esquiva, y también os da la impresión de que se deja en el tintero algún detalle menor.

¿La acompañaréis en su persecución de los orcos?. ¿O preferiréis quedaros con la caravana?.

Es vuestro turno, y vuestra decisión ;)

Mmmmmh... Ha eludido indicar el número de enemigos. Todavía no tiene esos conocimientos, está claro que esa mata de pelo de allá abajo es falsa, y tiene la piel de esa zona lisa como el culito de un bebé gnomo. ¡Ja! Niñas a mí... Soy demasiado listo como para ser engañado.

Las palabras de Shiara lo que sí mencionaban era el paquete, aunque de una manera tan vaga y poco descriptiva que podría encajar en cualquier descripción. De hecho, Mélkavic recordaba un objeto que se adecuaba a esos esbozos de características.

¡Ostras! ¡Ese artefacto lo conozco yo! Es un invento gnomo llamado el aparato de Kwalish. Daría un riñón por poder volver a ver uno de esos. No un riñón mío, porque está muy cascado y mi próstata ya no puede eliminar tanta piedra, pero sí daría el riñón de otra persona más joven y que sí tuviera algo de valor. Un aparato de Kwalish... ¡qué recuerdos!

Si hombre... el aparato de Kwalish, aquel trasto que inventó el gnomo Kwalish. Es un barril, con palancas dentro. Te metes, cierras la tapa, y una de las palancas sirven para sumergirte, otra para que el barril ascienda en el agua... Con periscopio, giroscopio y otras cosas con opio. Y es que solo a un gnomo muy drogado podría habérsele ocurrido fabricar un vehículo que navega bajo la superficie del agua. Recordemos la descripción que hizo Shiara:

Máquina complicada... Sí. Cualquier invento con diez palancas, cuyo manual de instrucciones supere las cincuenta páginas podría considerarse complicado para una mente simple, como por ejemplo una niñita humana con resina en los pies. El del aparato de Kwalish tiene setenta y dos hojas. Concuerda.

Tiene magia... Sí. Es un objeto maravilloso construído gracias a los conjuros de llama continua y animar los objetos.

Puede hacer que pases desapercibida con tu barca por el río... También. Basta atar la barca al barril y sumergirse. Cualquiera desde la orilla solo vería un bote sin tripulante descendiendo a la deriva por el río.

¡Todo encajaba!

¡Bien! No puedo permitir que esos brutos y torpes orcos manipulen una maquinaria tan delicada. ¡Podrían romperla!-saludó al resto de la caravana, despidiéndose con la mano-Por cierto, para evitar malentendidos entre los que sí la vamos a acompañar, quiero hacer una aclaración: un buhonero es un vendedor ambulante, nada que ver con la cría y compraventa de búhos. Me parecío oportuna hacer esa aclaración.

¡Y ahora vamos! ¡A salvar el aparato de Kwalish, mis valientes!

Algo no es del todo trigo limpio con esta tal Shiara... pero Inx no sabe el qué, y pese a su descaro y maneras claramente pícaras, el dracónido se siente inclinado a ayudarla. A fin de cuentas, piensa, mientras sus compañeros y él estén con ella, será más fácil ir descubriendo su verdadera historia y juzgar sus motivaciones.

Además, no hay que despreciar la oportunidad de limpiar un poco la zona de orcos. Futuras caravanas lo agradecerán, evitando pillajes como el que acaba de sufrir la pobre gente que se dirige a Westgate en sus carromatos.

- Bien Shiara, como puedes ver ya tienes varios interesados. Cowell con su bondadosa naturaleza, Ruby a cambio de una buena recompensa, y Mel, deseoso de encontrar ese artefacto gnómico... si es que se trata de eso -murmura por lo bajo-. Yo también me uno al grupo. Eso sí, más vale que no haya gato encerrado. Piensa bien si se te ha olvidado contarnos algo más, para no tener sorpresas después.

Echando una mirada a la caravana, añade:

- Los orcos van a pagar por lo que han hecho aquí, y por todo el bandidaje que hayan podido realizar hasta ahora. Vengaremos a los caídos hoy, lo juro por Tyr!

Turno 7.

Mientras el gnomo lanza su perorata acerca de la "máquina de Kwalish", la comisura derecha del labio de la pequeña halfling, (o niña humana), va torciéndose hacia arriba en una mueca de extrañeza, pero desaparece inmediatamente en cuanto Mélkavic confirma su participación.

(Sigue...)

"Sí, sí, estoy convencida de que es una máquina de cua... de ca... bueno, eso que tú estás diciendo, claro que sí", afirma con la cabeza. Viendo que todos están de acuerdo en continuar con la aventura, Shiara le hace un gesto al grupo para que la sigan. "El grupo de orcos siguió adelante, sigamos persiguiéndolo... los muy cobardes corren como liebres, seguramente temen el ejército que acabo de reunir", declara con una risita de dientes apretados.

(Sigue...)

Ruby se despide de Eliseo, que dice estar dolido del corazón, (y de otras regiones anatómicas), por su repentina marcha, y la emplaza a buscarle de nuevo en Puerta del Oeste cuando termine sus aventuras. La familia Dorant se despide de sus tres salvadores, y Cowell recibe un achuchante abrazo del niño, que termina en llanto cuando el enano se aleja junto a los demás, guiados por la mediana.

La joven camina con la nariz pegada al suelo, buscando pistas del paso de un buen número de orcos y jabalíes, (que nadie sería capaz de pasar por alto, por otro lado). Las colinas van dando paso a fragas, y las fragas a colinas, de forma que cuando ascendéis una de ellas podéis ver el Mar del Dragón, un inmenso mar interior de agua salada que reluce bajo los rayos del agonizante sol. La brisa que surge de él hacia tierra os llena los pulmones de frescor, y sacude vuestros ropajes y las verdes hierbas que tiñen todo el paisaje de un verdor vivo y orgánico. Os estais acercando a la costa.

Sin embargo, antes de llegar a ella la noche se os echa encima. Estais cansados después del combate que habéis librado, y Shiara os dice que los orcos tampoco van precisamente a la carrera y se toman sus descansos, así que decidís hacer una parada durante la noche. Teniendo en cuenta que os habéis alejado del camino, es prudente montar turnos de guardia que todos, (en principio), respetais. Afortunadamente no tenéis ninguna visita peligrosa durante la noche, excepto la de un tejón que durante la guardia de Devan intenta robar una ración de comida de una de las mochilas, y que es convenientemente expulsado del campamento.

Al día siguiente seguís caminando, y el claro rastro de la partida de orcos se dirige hacia el mar.

(Sigue...)

Al día siguiente, cuando estabais a punto de parar para comer algo un par de horas después del mediodía, salís de un bosquecillo de abdules y os encontrais con lo que estabais buscando. El terreno desciende, cubierto de peñascos que surgen de entre la hierba verdosa, hasta una cala encajada entre oscuras rocas que rompen las olas en explosiones de espuma.

Desde vuestra posición, a lo lejos, la cala os parece enferma y tenebrosa a pesar del sol que la ilumina. Una torre de piedra gris y húmeda, de cuatro alturas, se alza junto a las olas. Tiene un estilo arquitectónico barroco y recargado, con motivos morbosos como esqueletos, gárgolas y cráneos decorando nichos en la roca, y está rodeada por una especie de cementerio gótico, con matojos secos, lápidas y un par de mausoleos con columnas. Una verja de metal oxidada, terminada en punta, rodea todo el conjunto, y media docena de orcos y jabalíes permanece acampado fuera del recinto, en la puerta, como esperando algo.

Desde donde estais no podéis ver nada más. Los arbustos y rocas que pueblan el descenso hasta la playa hacen posible una aproximación sigilosa, pero siempre corréis el riesgo de que os descubran. Aquellos de vosotros más pesados podrían quedarse al abrigo del bosquecillo de abedules mientras Shiara, (que está deseando), acompaña a los demás hasta abajo. O quizás prefirais quedaros aquí, y ver lo que sucede con menos detalle. O a lo mejor podéis utilizar algún conjuro mágico, tratar de llegar al agua dando un rodeo y atravesando las rocas que rodean la playa para daros un baño, o lo que os apetezca. Es vuestro turno, y vuestra decisión ;)

Observa la escena desde la seguridad de su escondite, sorprendido por el lugar y por la actitud de los orcos. El lugar es extrañamente tétrico, y no es muy habitual encontrar construcciones de ese tipo tan cerca del mar. Principalmente porque la erosión del agua salada y de la brisa marina suele ser perjudicial para los materiales de construcción habituales. En cualquier caso, no han venido por la torre, sino por los orcos acampados en la entrada. Contando los jabalíes, son al menos una docena. Demasiado peligroso para enfrentarse a ellos directamente, aunque podrían intentar atacar por sorpresa, aprovechando la ventaja de su posición.

- Shiara - dice casi susurrando - Sabes qué es este sitio? Y para qué han traido tu paquete hasta aquí?

Cuando Mélkavic vió a tanto orco junto, se asustó un poco. Luego recordó las palabras de Shiara ayer, lo de que la niña humana con resina en los pies había reunido un ejército, poco antes de encontrarse con cuatro pelagatos mal entrenados. Eso le tranquilizaba. Seguramente, si metían la pata en algún momento, la chiquilla daría una orden para que sus hordas atacasen. Pero claro, tenía que ser una misión de infiltración, algo rápido y conciso. Si lanzaba a su ejército, seguramente los orcos destruirían el aparato de Kwalish.

Por otro lado, la torre le confundía. No debería haber ninguna estructura así, si a las crónicas gnómicas nos remitimos. Podría ser un faro solitario, pero no le cuadraba con el cementerio. Podría ser un templo, pero los templos no suelen tener forma de torre. La gente no puede agolparse para dar misa en una torre. Es cuestión de espacio, lo habitual es la planta longitudinal. Lo único que le cuadraba era la torre de un nigromante, con una pizpireta colección de tumbas en el jardín para tener los materiales más a mano. Pero lo de las gárgolas era más del estilo de torre del mago constructor, para camuflar entre la decoración de estatuas algún puñado de constructos creados mágicamente. Vamos, que no tenía ni idea. Era un enigma, envuelto en una adivinanza con un lazo de acertijo, regalado en un día que no es tu cumpleaños.

Podemos esperar a que se duerman, o... ¿Recordáis el ruido de lobo que hice salir del arbusto? Podría intentar algo parecido: la voz de una doncella en apuros, para que vayan a investigar y dejen el campamento sin protección. Así podemos buscar el aparato de Kwalish y llevárnoslo.

Coló los dedos por dentro del chaleco y tiró hacia arriba. Al instante, se había creado una doblez horizontal a la altura de los pezones. Acompañó su imitación de ejemplo con una voz grimosa más aguda.

Oh... socorro... soy una hermosa princesita en apuros, con valiosas joyas decorando mi generoso y violable escote. Me he perdido y estoy sola, asustada e indefensa... ¿Es que nadie piensa venir a socorrerme antes de que me acechen ciertos peligros al azar? No sé... ¿quizás seis orcos y seis jabalíes?

No se preocupe, princesa...-susurró mientras ponía su voz normal-yo la salvaré.

¡Oh! Gracias... gracias, joven, apuesto y nada calvo gnomo. Deje que le corresponda con un beso. Mmmmmmh... mmmh, mmmmmmmmh...

Para entonces Mélkavic ya se había dado la espalda, mientras su mano izquierda acariciaba su hombro derecho, a la vez que su diestra se ceñía a la silueta de la cintura opuesta. Llevado por el calor del momento, cae al suelo y empieza a darse el lote consigo mismo sobre la hierba. Ya no hay nadie más: solo la princesita y él, fundidos en un tórrido abrazo. Ya no escuchaba.

La joven halfling, (niña humana disfrazada para algunos), responde a Cowell agazapada entre la espesura. "Pues... no tengo ni idea, mira tú. ¿Para qué están llevando mi paquete a un cementerio?. ¿Y por qué no entran?. Se han quedado en las puertas, como si tuvieran miedo de lo que pudiera haber den..." en ese momento Melkávic empieza a hacer su imitación de "dama en apuros follátil", y Shiara se queda absolutamente boquiabierta viéndole pasear imitando los pechos femeninos con los dedos bajo su traje.

Con una ceja alzada se gira de nuevo a Cowell y alza las palmas de las manos mostrando su incredulidad. "¿Pero qué cojones le pasa a ése?", susurra.

Bien Shiara, como puedes ver ya tienes varios interesados. Cowell con su bondadosa naturaleza, Ruby a cambio de una buena recompensa, y Mel, deseoso de encontrar ese artefacto gnómico... si es que se trata de eso -murmura por lo bajo-. Yo también me uno al grupo.

Sintiendose ignorado por Inx, pése haber sido el primero en ofrecerse voluntario junto a Cowell, como si su ofrecimiento de ayuda no hubiese sido tomado demasiado en cuenta, se unió a la comitiva en ayuda de la joven halfling. No le importó en demasía, gustaba de pasar desapercibido y sabía como jugar con ello en su favor.

Seguía el rastro en compañia de la pequeña, quien poseía grandes dotes en cuanto a la batida de terreno. Hasta dar con una torre en una cala de un estilo arquitectónico impresionante, aunque bien pareciese sacada de los peores relatos de terror que había podido oir en su infancia.

-¡Mirad! Parece que esperan a que algo o alguien salga del lugar.- Susurró al resto del "ejército". -Intentaré acercarme. Quizá logre averiguar algo desde un punto más cercano y de mejor situación. ¿Shiara... Ruby... venís?-

No habían terminado de urdir el plan, cuando al Sr. Rigodeón le dio algo parecido a un ataque de esquizofrenia paranoide. -¡Eh, eh! Vuelve, te necesitamos aquí con nosotros. Las damiselas en apuros suelen agradecerte mejor el haberlas rescatado durante la noche.- Dijo en voz baja, mientras le alzaba sujetandole por la espalda para después guiñarle el ojo en un claro gesto de complicidad.

¡Vayamos a ver que traman esos malnacidos!