Partida Rol por web

Uno de los chicos más jóvenes de la fiesta empieza a hacerme gestos para que le acompañe. No parece precisamente la mejor compañía en estos momentos, sobre todo con su compañero que parece ser un drogadicto en proceso de rehabilitación. Por un momento me planteo ignorar su llamada, pero en ese instante pasan cerca de mí Alexei y un hombre mayor que parece ser su superior y me despisto escuchando su conversación.

Cuando vuelvo a mirar al chico, resulta evidente que le he visto haciéndome gestos, así que decido acercarme, después de todo. No es buena idea cabrear a nadie tan pronto y no debería tener demasiados problemas en quitármelo de encima un poco más adelante. Además, el tipo puede ser una fuente de información: sin duda sabrá quién es quién y, siendo joven y probablemente no muy importante en la organización (de otra forma no estaría solo), es fácil que sea menos precavido que cualquier pez gordo.

- Hola chicos - digo con una sonrisa. - Veo que estáis muy solos por aquí... - Modulo mi voz para que no resulte especialmente seductora. Después de todo, no quiero estar pegada a ellos toda la noche.

No es raro que los rusos, los rusos honrados, lleven unas cuantas joyas encima, y por tanto tampoco lo es entre los mafiosos. Los jóvenes mafiosos de cualquier lugar suelen ser ostentosos, por lo que los jóvenes rusos mafiosos es de esperar que lleven muchas joyas encima.

Éste tipo, sin embargo, se lleva la palma, no sólo por la cantidad de oro, si no por lo estrafalario, recargado y falto de gusto. Debe tener unos 24 a 26 años, carga cadenitas de oro en el traje, un gran reloj de oro y numerosas pulseras y colgantes. Por algunos de sus tatuajes y motivos de sus pulseras, pertenece a alguna banda de sicarios, y por su acento es ucraniano. Seguramente ha sido una buena idea no cabrear a un tipo como este.

En el grupo, aparte del medio yonki, hay otros cinco jóvenes, tres de ellos viejos conocidos de este tipo de fiestas. Uno de ellos incluso contrató a Katia una vez. Dentro de la media en lo que a trato se refiere. Ése se llama Igor Medev, pero en aquel entonces era poco más que un guardaespaldas de confianza de Dimitri Kolzov, no parece haber mejorado mucho su estatus, pero al menos está en la fiesta, que es más de lo que el resto de mafiosos pueden decir.

Los otros dos 'conocidos' son dos chicos de los recados de Boris Karachenko, es decir, que probablemente no tardr en llegar a la fiesta, si es que no está ya allí.

Volviendo al enjoyado nuevo amigo de Katia, cuando ella llega, él le rodea la cintura con el brazo, y se regala la vista mirándola de cerca.

Solito hasta ahora, querida... Vaya vaya, he dado con la princesa más bonita del castillo...

La apretuja un poco contra él y sonríe a los demás. Todas las chicas que les acompañan son indudablemente bonitas, pero él exhibe a Katia ante sus iguales como si fuera la única joya que e faltaba.

Igor saluda a Katia con un guiño, mientras todos siguen escuchando a uno de los desconocidos cómo farda de su habilidad al volante y la potencia de su coche.

Sonrío pasándole un brazo por la cintura.

- Y yo he encontrado a mi caballero de la radiante armadura - le contesto con un juego de palabras en referencia a sus joyas. - Desgraciadamente, la princesa tiene algún pretendiente al que me temo que no va a poder rechazar... - Añado con fingida pesadumbre en voz no demasiado alta, para que el resto del grupo no se moleste en escucharme. - Ese hombre que comparte mesa con el señor Gagarin - a propósito hago una vaga referencia, para ver si me pregunta refiriéndose a los acompañantes de Ivan por sus nombres - me hizo un gesto antes, y es posible que antes o después decida buscarme. - En toda mafia tienen sus reglas y, si alguien con suficiente categoría como para sentarse con uno de los capos principales me ha "marcado" es bastante probable que este chico no pueda hacer nada para evitar que vaya con él. - Pero cariño, eso no impide que disfrutemos de la fiesta durante un rato, ¿no crees? - Digo acariciándole la espalda por debajo de la camiseta cuando me aprieta contra él.

Asiento a modo de saludo en respuesta al guiño.

- ¡Ah! Hola Igor... Me alegro de verte - saludo cordialmente al chico después de hacer un gesto de saludo a todo el grupo en general. - ¿Cómo te va? ¿Sigues trabajando para el señor Kolzov? - pregunto inocentemente para iniciar una conversación sobre temas más interesantes.

Me inclino hacia el chico que me rodea la cintura con el brazo y le susurro al oído.

- Me llamo Katia, por cierto... Aún no me has dicho tu nombre, mi kozak - uso el término en ucraniano, con una pronunciación ligeramente distinta a la rusa, sabiendo que los cosacos eran guerreros que se consideraban a si mismos hombres libres. - Será una pena no poder pasar toooda la noche contigo, pero siempre habrá otra ocasión - le susurro en un tono suave, seductor, haciendo soplar el aliento de mis palabras alrededor de su oreja.

Oh, vaya... Miró a los hombres que estaban con Gagarin. ¿Quién, Luka, no? Al ver en la cara de Katia que no tenía muy claro cual era cual, aclaró* El calvo es Mihail, el contable de Gagarin, o algo así..., Luka es el otro, el de las gafas, y esa es su hija. Sonrió Apuesto por Luka, dicen que es un.... Parecía claro que iba a decir 'putero', pero ya que lo trataron de caballero, jugaría el papel un rato ...adicto a las mujeres... o algo así.

Parece un poco contrariado al enterarse de que va a tener que marcharse en otro momento, pero al fin y al cabo hay mujeres suficientes para todos, y Katia ha jugado su papel de 'menos suculenta' de lo normal.

Vaya... Bueno, habrá que disfrutar del rato, entonces....

En ese momento, Igor saluda a Katia, y ella le devuelve el saludo. El nuevo acompañante de Katia no parece excesivamente celoso.

Eh, hehe... Negó con la cabeza. Quñe va, qué va, el señor Kolzov murió... Mira a los demás. De cáaaaancer Y levantó algunas risillas. Conmigo no podía morirse de otra cosa. Ahora soy el jefe de seguridad de su sucesor,  ese de allí. Señala con el dedo de la mano que aún coge el vaso de tubo. El señor Volkov.

Tras la muy breve charla entre Igor y Katia, Igor deja de hablar con ella para no molestar a su acompañante. 

Cuando Katia le habla al oído, y sus susurros e insinuaciones parecen surtir suficiente efecto en el joven, que le devuelve los susurros.

No pasa nada... Saca una pequeña tarjeta de un bolsillo y se la pone en el escote, junto con uno de los anillos de oro que lleva, que deja caer. Para que no te olvides de mí... Dijo con una amplia sonrisa. Me llamo Pavlik. Pavlik Komarov... para servirla, mi princesa.

Le dio un beso en la mano, y luego se la acercó más aún, a darle un sensual mordisquito en el lóbulo.

En el grupo han vuelto a hablar, ahora están hablando sobre el difunto Kólzov, pero seguramente pronto evolucionará en otra cosa.

Asiento cuando Pavlik me da la explicación sobre los hombres de la mesa con Gagarin, tal y como había supuesto que haría, mientras anoto mentalmente nombres y puestos. - Muy guapa... - comento fingiendo algo de envidia cuando habla de la hija de Luka (que, probablemente, sea también tan hija de puta como Gaga).

Escucho un momento a Igor, saludando con la cabeza a su acompañante dejando muy claro que no quiero ningún tipo de mal rollo. Lo último que me faltaba es tener una disputa por un cliente que no me interesa lo más mínimo. "Cáncer, claro... Ahora el plomo es cancerígeno", pienso asumiendo cómo funcionan las cosas en la mafia.

Cuando señala hacia Volkov, aprovecho para pasear la cabeza por la fiesta. Aparentando una mirada ligeramente distraida, busco dos cosas en particular: a alguien que esté haciendo las veces de anfitrión (lo que me permitiría identificar a ese Savchenko, si es que no dieron un nombre falso) y al señor Boronov, que seguramente esté de camino a la mesa de Gagarin para darle sus condolencias. Por lo poco que he escuchado, me da la impresión de que ese hombre es clave para la unión de esta organización: tanto Gagarin como Yuroslav y el hombre que acompañaba a Volkov parecen respetarle y, de hecho, los dos últimos han insinuado que si están aquí es en parte por él. Si eso se confirma, será un objetivo perfecto para Talión, ya que su muerte sin duda debilitaría a los rusos en la zona.

- Gracias, mi kozak - respondo guardando su tarjeta y dándole una mía. - Acuérdate de llamarme para la próxima fiesta, así tendremos toda la noche para estar juntos, pese a quien pese... - le digo guiñándole un ojo.

De momento, sigo a su lado, escuchando la conversación, riéndoles algunas gracias y mirando a menudo a la mesa de Gagarin. La excusa de que Luka y Mihail se han fijado en mí me sirve perfectamente para justificarme si alguien se da cuenta de que desvío la mirada hacia allí; después de todo, nadie en su sano juicio se arriesgaría a ofender a esos hombres.

La acompañante de Igor no parece demasiado preocupada por Katia, y cuando la As echa un vistazo, puede ver que Luka y Mihail han dejado a Gagarin. Mihail está dando cuenta de los canapés, y a Luka no se le ve. En lugar de ellos, está el señor Boronov, hablando tranquilamente con Gagarin, y cogiéndole ambas manos en un gesto de ánimo.

Está llegando a la fiesta el otro petersburgués 'grande' que faltaba, Boris Karachenko, el traficante de armas, como siempre, con sus tres fornidos guardaespaldas, que se unen a los otros dos que ya estaban en la fiesta. Karachenko mira alrededor tratando de buscar 'algo', quizá alguien, y entonces le aborda otro hombre bien vestido y arreglado con bastante buen estilo.

Se trata de uno de los hombres que antes estaba hablando con otro grupo de jóvenes y que habías confundido con uno de ellos. Se acerca a saludar a Karachenko y tras cruzar algunas palabras, con una agradable pero distante cordialidad, le hace un gesto que parece decir: Disfrute del aperitivo, y cuando Boris empieza a caminar hacia la mesa de Boronov y Gagarin, el hombre arreglado va a la entrada, quizá a recibir a alguien más, que los árboles y la perspectiva no permiten que Katia le vea.

Pavlik sonríe a Katia con alegría.

Claro, muñeca... Le acaricia la mejilla. Sus manos son rugosas y callosas, probablemente más de hacer pesas que de trabajar duro. 

Entonces le pide el teléfono a Katia, y mientras lo apunta en su móvil, la As puede seguir escuchando la conversación.
Algunos hablan de que Kolzov parecía enfermo desde hace algún tiempo, otros callan, y unos cuantos opinan que Vólkov no está a la altura y que se va a meter con quien no debe, o que va a hacer que le pilen, que es demasiado bocazas e impulsivo. Igor se molesta con esos comentarios, y enardecidamente empieza a defender a su jefe, argumentando que los demás no le conocen, que es joven pero astuto y que si Kólzov le eligió como su sucesor, habría que plantearse si dudar de su criterio sin conocer suficientemente a Alexey Vólkov.

En ese punto, Pavlik se mantiene callado, mirando a unos y a otros por encima de las gafas, manteniendo a Katia cogida de la cintura, pero sin prestarla demasiada atención ya que la tiene puesta en la conversación.

Ésta se torna algo más 'calentita', cuando uno de los desconocidos dice a Igor, a las claras, que conoce a Vóllkov muy bien, y que no sabe cuándo mantener la boca cerrada. Igor contesta agitando un puño y pasando de su escort, respondiéndole que parece ser que él tampoco parece saber cuándo cerrar la boca.

Ante el cariz peligroso que están tomando los acontecimientos, Yaroslav acude y carraspea un par de veces con fuerza, haciendo que las palabras duras se vuelvan miradas duras, y se haga de nuevo el silencio.

Con una sonrisa que pretende ser amable, su voz, intimidante, calma los ánimos.

Caballeros... Mantengan la calma. Estamos en una reunión neutral, no querrán que Gagarin piensa que no respetan su casa y a sus invitados...

En otra persona, la frase habría terminado con un "¿No?" que supusiera que se trataba de una sugerencia, de un consejo, pero en Yaroslav, simplemente quedó en el aire, pareciendo una amenaza que dejaba las consecuencias a la imaginación.

Por favor, disfruten de la fiesta, hay sitio de sobras para todos.

Cuando el desconocido que había mosqueado a Igor se despidió y se marchó a otro grupo y las cosas parecieron quedar más tranquilas, Yaroslav volvió a su labor de controlar que todo permaneciera tranquilo.

Escucho la conversación con aparente indiferencia, pero tomando buena nota de las diferentes opiniones. Al parecer no todo el mundo está de acuerdo en que Volkov sea apto para su puesto actual. Si incluso estos chicos que son meros secuaces de los altos cargos piensan que la va a cagar y yo misma en diez segundos de conversación captada al azar me he dado cuenta de que ciertamente no sabe mantener la boca cerrada, ¿cómo es posible que haya llegado a ese puesto? Casi sin querer, busco al tuerto con la mirada simulando observar la fiesta mientras los chicos hablan de algo que no me interesa. Ese hombre puede ser una de las pocas respuestas lógicas a mi pregunta: si Volkov fuese el protegido de alguno de los mandamases de la mafia, nadie se atrevería a negar su ascenso a un puesto de relativa importancia. Por suerte, eso permitiría que los Ases probasen que realmente no era merecedor de ese cargo, minando la influencia de su superior.

La discusión no tarda en escalar y el mismo Yaroslav se acerca para calmar los ánimos. No hacen falta amenazas, todos saben con quién están tratando aquí y se juegan la piel, literalmente, si siguen elevando el tono. El grupo se empieza a disgregar, dejándome una opción para separarme yo también.

- Cariño, me temo que los hombres que me llamaron antes han dejado la mesa del señor Gagarin - le digo a Pavlik. - Si tengo tiempo, luego me paso a verte otra vez, ¿de acuerdo? - Susurro acercándome a su cuello para hablar. - Pero si no, te debo una cita para tí solito... - Saco la lengua y jugueteo con uno de los pendientes dorados que cuelgan en su oreja. - Llámame, ¿vale?

Me separo y le hago un gesto para que siga mi mirada hacia Mihai, que está solo cogiendo algún canapé. Pongo expresión de fastidio porque, ¿qué chica no preferiría pasar la noche con Pavlik antes que con un contable aburrido? Pero el deber es el deber...

Pavlik mira a Katia por encima de las gafas, sonriéndola, cuando ve a quién se refiere. 

De ese no te puedo librar... Murmura y le da unos besos en el cuello antes de dejarla marchar. Cuenta con esa llamada, cielo. Le guiña un ojo y chasquea un dedo señalándola con el índice. Pavlik queda charlando con uno de los desconodidos.

En cuanto al tuerto y Volkov, están hablando con un hombre que no se le había visto antes.

El hombre con quien hablan es de complexión delgada y huesuda, y parece hablar con los dos mafiosos con cordialidad. La gestualidad, el lenguaje corporal indica que la cordialidad distante que muestran es fingida. Probablemente sean más compañeros de lo que quieren aparentar.

Por su forma de vestir y actuarl, los trata como iguales, probablemente sea otro de los 'grandes' de la fiesta.

Mientras se acerca a Mihail, Katia puede ver a quién estaba recibiendo el anfitrión. Se trata de una mujer, más o menos joven, aunque con una presencia imponente, como una tigresa caminando entre simples lobos. No se trata evidentemente de otra prostituta, su forma de vestir, su gestualidad, sus guardaespaldas y la atención que le prestan otros mafiosos allí reunidos indica que es alguien de cierto peso.

En su mirada se puede ver que es alguien fuerte y decidida, probablemente una mafiosa de pleno derecho, o una representante de alguien con capacidad de decisión, ya que las mujeres en la mafia rusa raramente llegan muy lejos.

El anfitrión, tras saludar debidamente a la mujer, se va retirando hacia donde está montado el equipo de sonido, donde ponen la música, y demás. Probablemente vaya a decir algo.

Mihail estaba apoyado en una mesa, mirando ir y venir a la gente, cuando ve acercarse a Katia, entonces sonríe y deja de apoyarse, acicalándose un poco el traje y limpiándose las manos y la boca con una servilleta desechable.

Mira qué bien, quién viene por aquí... Parece querer decir con la mirada.

Me acerco al contable de Gagarin con la mejor de mis sonrisas.

- Hola, cariño - le digo coqueteando con descaro. Después de todo, él sabe perfectamente qué tipo de chicas son invitadas a estas fiestas. - Por fin te veo solo... Antes me pareció que te fijabas en mí, pero no me dio la impresión de que fuese el momento adecuado para hablar... ¿Era así? - pregunto intencionadamente con ambigüedad. - ¿Te estabas fijando en mí? - Añado con un gesto demasiado cándido a penas un segundo después.

Hago un gesto discreto con la mirada hacia Pavlik y sus acompañantes.

- Me habría acercado antes, pero ya sabes cómo son los chicos... Mucho músculo y pocos muebles en la cabeza. Algún día se darán cuenta de que la experiencia vale más que unos cuantos anillos. - Me llevo la copa nuevamente a los labios. Como siempre, controlo la cantidad de alcohol que bebo; cualquier escort lo haría pero, en estas circunstancias es incluso más importante. - Por supuesto, no podía ignorarle sin más; sería una falta de respeto hacia nuestro anfitrión. Pero ahora que me han dado una salida, me he escabullido para venir aquí... - Dejo la copa y acerco mi mano a su camisa, acariciándola suavemente con el dorso de los dedos. - Yo prefiero los hombres experimentados. Siempre saben mejor cómo complacer a una mujer... Y saben exigir lo mejor de una misma para que les complazcan.

Me inclino hacia él y susurro.

- Entonces, cariño, ¿quieres pasar un rato conmigo? Así ninguno de los dos estará tan solo... - digo cerrando la conversación con respecto a mi frase inicial. He sido directa, tal vez demasiado, pero no tanto como sus insinuaciones iniciales. Además, teniendo en cuenta que el anfitrión no tardará en hablar, no tengo demasiado tiempo para plantear un acercamiento más sutil.

Mihail sonrió al verla llegar, y asintió cuando Katia le dijo si era o no un buen momento. De nuevo, la gestualidad hablaba mucho en los hombres. Las zonas donde la miraba, su respiración, indicaba que era un hombre más caprichoso y vicioso que otra cosa. No es que no le mirasen el cuerpo a menudo, por supuesto, pero era más bien el descaro con el que lo hacía, la falta de sutileza, no le importaba que la viese mirarle. Katia era un trozo de carne exquisito que estaba ahí para que etse tipo de hombres se lo comieran, y si les gustaba, repetirían. En definitiva, no era el tipo de cliente que se iba a encaprichar de la personalidad de la escort.

No, no era buen momento... en realidad era un momento muy tenso. 

Mira a los chavales, a Pavlik en concreto, ya que se lo indica.

Ni caso. Ésos demuestran con músculos y joyas lo que les falta en otra parte, hahaha... ya sabes a lo que me refiero...!

Cuando Katia habla de los hombres maduros, sonríe halagado y se aproxima más.
Desde luego soy exigente... pero bueno, dicen que las mediterráneas son bien calientes... supongo que estarás a la altura, preciosa... Musitó mientras la acariciaba el muslo. Evidentemente había notado su acento, que no era ruso nativo. 

Cuando Katia le ofrece pasar un rato, asiente relamiéndose un segundo.
Pues claro que sí... Miró al anfitrión Dame un segundito a ver qué se cuenta el mayordomo...

En ese momento acababa de llegar el anfitrión al sitio donde estaba el dj, le dijo algo, y la música comenzó a bajar el volumen, quedando tan solo de fondo mientras comenzaba a hablar.