Partida Rol por web

Ingrid esta en el hospital. Es un lugar que ya conoce bien. Sobretodo desde que a su hermano le diagnosticaron un tumor cerebral. Ingrid no terminaba de entender que significaba eso. Pero sus padres le habían explicado que su hermanito estaba tremendamente enfermo y que por eso tenían que ir tanto al hospital. La niña acompañaba a sus padres frecuentemente ya que muchas veces no tenían donde dejarla.

Y desde luego que habían ido mucho al hospital. Los médicos tardaron mucho en diagnosticar la enfermedad. No daban importancia a los síntomas y mandaba al pequeño a casa con alguna medicación. Hasta que no le aparecieron las migrañas crónicas no se acercaron al verdadero problema. Llegados a este punto no quedaba otra que operar. Ahí comenzó la andadura para escalar puestos en las listas de espera (en la cual Ingrid no hizo más que escuchar comentarios de sus padres sobre la inutilidad de los médicos) hasta que llegó el día de la operación. Después de demasiado tiempo.

Mientras tanto Ingrid ya había conocido a medio hospital, los médicos y enfermeros ya la llamaban por su nombre. Había conocido también otros niños tanto enfermos como en su misma situación. El día de la operación lo pasó recorriendo el hospital y hablando con las personas que conocía. Para ella ese día no era distinto de los muchos otros que pasó en el hospital y era incapaz de estar como sus padres los cuales se pasaron toda la duración de la operación casi sin moverse del pasillo que llevaba al quirófano. La operación duró 12 horas.

Quiso el destino que Ingrid estuviera esperando con sus padres en el pasillo cuando salió el cirujano. Este se acercó a sus padres y dijo:

Señores, voy a serles franco, la operación ha sido muy complicada. El tumor era ya muy grande y en una zona dificilmente accesible. Hemos hecho lo que hemos podido pero...

En estos momentos la madre, que ya hacia rato que lloraba cortó al medico

Pero...-los sollozos casi le impedian hablar- mi hijo esta bién...¿Verdad?

El padre abrazaba a la madre mientras intentaba aguantar el tipo. Casí lo conseguía. Él miraba al medico como si su vida dependiera de no apartar la vista. Las ojeras y el cansancio de muchos meses marcaban la cara de ambos.

El cirujano estaba claramente consternado. Resultaba evidente que no le gustaba dar este tipo de noticias y todo en su persona daba a entender que “él había hecho lo que había podido”.

Mire, hemos extraído todo el tumor. Pero no sabemos qué daños habrá causado esto en su hijo. No nos queda más que esperar y ver cómo se desarrolla.

El cirujano se marcha después de tener algunas palabras más con los padres de Ingrid. La pequeña había escuchado la conversación y ahora su madre iba a explicarle lo que pasaba. Intentaba mantener la entereza pero las lágrimas no dejaban de manar. Aun tenía esperanzas, era su deber como madre tenerlas, pero ver a su pequeño de 5 años en ese estado le partía el alma y explicárselo a una hija poco mayor no iba a resultar fácil.

Aquel hospital era como mi segunda casa. Habia pasado tanto tiempo en el que hasta conocia el nombre de cada enfermera de pediatria y en que turno trabajaban. Algunas veces caminaba por los pasillos y veia a mi alrededor mucho niños enfermos, desde piernas escayoladas hasta pequeños calvos por la quimioterapia.

Se madura muy deprisa cuando estas rodeada de tanto dolor. Mas de una vez vi a los padres de otros niños llorar desconsolados, no hacia falta que nadie me dijera lo que pasaba pero siempre me repetia que eso no le sucederia a mi hermanito. El viviria porque yo rezaba mucho y mi madre decia que Dios no permitiria que un niño bueno con él se muriera.

Realmente creia en ella, su fe se basaba en la desesperacion mas absoluta. Las facturas medicas casi tocaban el techo, teniamos una hipoteca sobre otra y mi padre tenia que faltar amenudo al trabajo para llevar al pequeño a los especialistas o porque estaba tan mal animicamente que le era imposible levantarse de la cama.

Mi madre fingia constantes sonrisa para mi pero esa dia no lo consigio. Supongo que mi madre deseaba con todo su corazon que el medico le diera buenas noticias, incluso pienso que podia estar preparada de algun modo para recibir la peores pero la incertidumbre era otra losa mas ella.

- No pasa nada mama.-dije sin dejarla hablar, esbozando una sonrisa para ella.- Danny se pondra bien, Dios no dejara que le pase nada malo.

Al oirme ella se desmorono por alguna razon, me abrazo y comenzo a llorar de tal forma que yo parecia la madre y ella la niña pequeña. Mi padre la aparto de mi cuando se dio cuenta de que la situacion comenzaba a asustarme de verdad.

Los siguientes días resultaron ser un calvario para todos. Las constantes vitales del pequeño bailaban. En multitud de ocasiones las maquinas dieron la alarma y los enfermeros entraban rápidamente en la habitación a administrar sueros, poner inyecciones y auscultar. Esto parecía arreglar lo que sea que pasara en el interior del chiquillo pero solo durante unas horas. En esos momentos la madre se levantaba de repente y preguntaba a todos los enfermeros que qué era lo que pasaba, si había alguna mejoría, a lo que estos respondían con evasivas, realmente ellos eran unos mandados y la verdad era que ningún médico del hospital podría haber respondido a esas preguntas.

Mientras tanto, la madre de Ingrid no se separó de su hijo en ningún momento, el padre llevaba y traía a la niña del colegio a casa, de casa al hospital, etc. Los enfermeros procuraban cuidar también de la madre, le recomendaban que se fuera, que ella no podía hacer nada. A lo que ella respondía que era su deber como madre estar ahí.

El pequeño permaneció la gran mayoría del tiempo inconsciente. Y esto fue lo mejor para él. Ya estaba mal antes de la operación, los dolores le acosaban incesantemente y debía tomar medicamentos para atenuarlos, pero ahora…ahora deliraba. A veces hablaba de manera ininteligible, otras sobre que le gustaría tener un perrito.

En uno de los momentos más lucidos abrió los ojos y clavó la vista en el techo.

-¿Mamá? ¿Mamá, donde estás?-dijo.

-Aquí mi pequeño. Mamá está aquí.- Decía mientras abrazaba a su pequeño con fuerza.

-¿Por qué esta todo tan oscuro mamá?

La luz del día entraba por las ventanas. Y las luces estaban encendidas. Al llegar el médico se confirmaron los temores. El niño no presentaba respuesta pupilar.

Se había quedado ciego.

La madre rompió a llorar. El pequeño había vuelto a la inconsciencia.

Así pasaron hasta 5 días. Pero la situación no podía sostenerse y tras ese periodo de tiempo el cuerpo del pequeño no aguantó más. Coincidió que en ese momento se encontraba toda la familia reunida alrededor del pequeño. De repente todas las maquinas enchufadas al pequeño empezaron a mostrar que algo iba tremendamente mal. En pocos momentos la habitación se convirtió en un tumulto de médicos y enfermeros intentando mantener al niño en el mundo de los vivos mientras los padres de este se movían de un lado otro intentado hacer algo para ayudar aunque sabían que sería inútil.

Ingrid se fijo en que, junto al equipo de desfibrilación entraba una chica. Delgada, extremadamente blanca y vestida de negro. Llevaba una gran melena del más oscuro de los negros enmarañada como si de un león se tratase. De su cuello colgaba un extraño símbolo plateado.

Las gentes de la habitación la esquivaban sin parecer darse cuenta de lo que hacían. Antes de llegar hasta el niño tendido en la cama, que estaba recibiendo descargas para reanimar el corazón, paso una triste mirada por Ingrid desde sus oscuros ojos pintados de negro. Parecía sentirlo profundamente por ella. Pero después miró al niño y a este, sin embargo, le dedico una amplia sonrisa.

El desfibrilador dejó de funcionar. Solo se oía el pitido continuo de una maquina indicando que un corazón no latía. La chica pálida ya no estaba por ningún lado.

El pequeño había muerto.

Durante todo el tiempo Ingrid sintio una fe salvaje en que su hermanito despertaria y volveria con ellos a casa. Cada vez que despertaba pensaba que todo habia terminado, que la pesadilla se terminaba, luego volvia a ponerse mal y la maquinas pitaban de una forma tan estridente que incluso irrumpian en mis sueños sobresaltandome.

En el coleguio me esforzaba el doble, queria que mis papas no se disgustaran mas pero era agotador. El estres sicologico, las noches durmiendo en un sillon de hospital y los deberes, los examenes y ver a mi hermanito delirar eran algo que dificilmente podia soportar una niña.

Cuando llego aquel dia vi todo pasar como si fuera a camara lenta. Las maquinas pitando, los medicos corriendo, mis padres llorando... Yo solo miraba como quien ve una pelicula. Aquella mujer no era medico ni la habia visto nunca, no obstante no me parecio desconocida. Era como un fantasma al que solo podia ver yo.

Mi hermanito estaba palido, no se movia pero esa mujer lo levanto de la cama, le hizo sonreir. Le mire y comprendi que nada le dolia, que volvia a ver. Mi hermanito se levanto de la cama y esa mujer lo tomo de la mano pero tambien estaba en la cama.

Los medicos seguian torturando su cuerpo y haciendolo saltar con potentes descargas, mientras el otro caminaba contento acia la puerta. Se paro un momento delante mio, como si dudase en irse.

Sabia de algun modo que irse significaba no verle mas pero si se quedaba seguiria sufriendo. Le sonrei y asenti. El me devolvio la sonrisa y volvio a caminar sin soltar la mano de aquella mujer.

Nada mas salieron por la puerta el mundo volvio a moverse a su velocidad normal. Los sonidos se volvieron estridentes, los gritos de mi madre me desgarraron el alma mientras un medico cubria la cara de aquel cuerpo inerte con una sabana.

Todos me ignoraron. Mis padres se abrazaban entre ellos, los medicos estaban tristes... Habia muerto. Dios no habia hecho nada, me habia ignorado por completo.

Entonces comprendi que el hombre esta solo ante la enfermedad y su unica defensa contra la muerte era la ciencia y la medicina.

Pasaron los meses. El dolor inicial de la familia se atenuó ligeramente. El padre se refugió en la rutina diaria. El centrarse en el trabajo le ayudaba a no pensar. Y era eso lo que quería, no pensar y olvidar. La madre pareció quedarse sin vida durante las primeras semanas, haciendo las cosas como si no fueran con ella, viviendo porque estaba acostumbrada a hacerlo.
Pero se dio cuenta de algo.

Aun tenía a Ingrid, y se volcó en ella. Era lo único que le quedaba, un ser que aún la necesitaba y que la quería. Ingrid se vio colmada de atenciones. Su madre le preguntaba mucho por como se encontraba, que tal le iba todo, si echaba de menos a su hermano. Incluso avasallaba a la pequeña, necesitaba alguien a quien cuidar. Estaba haciendo lo mismo que su marido, huir de la realidad aparentando normalidad.

Pero la situación no era normal.

Mientras que para la mayoría de sus amigos y conocidos los padres de Ingrid estaban soportando muy bien la muerte de su benjamín, la relación entre ambos se agriaba cada vez más. Él estaba dándolo todo en su trabajo como el que más. Ella era la madre perfecta y hacia sus tareas con diligencia. Pero entre ellos comenzaron a discutir.

Primero discutían sobre la indemnización por la muerte de su pequeño, si merecía la pena o no pedirla. Pero después comenzaron a discutir con cualquier tontería. En los últimos tiempos las discusiones eran cada vez más largas, cada vez gritaban más, y aunque evitaban hacerlo delante de Ingrid ella se daba cuenta perfectamente y era un impotente espectador ante los acontecimientos.

Los padres de Ingrid pensaban divorciarse. 

Mi hermanito logro la paz.

La guerra nos quedo en casa. Apenas veia a mi padre, se marchaba antes de que me despertara y volvia muy tarde. Algunas veces pasaba horas dando vueltas por la calle, deseando no tener que volver a la casa que tantos recuerdos le traia de su pequeño.

Mi madre comenzo a comportarse como un robot, se levantaba por inercia cada mañana y se obsesionaba con que todo estuviera reluciente.

El cuarto del pequeño se cerro y solo se abria una vez de tanto en tanto para limpiar. No me dejaban entrar en el nunca, ni me sacaban los cuentos que tanto me hubiera gustado releer. Mi hermano se convirtio en la presencia de la que nadie hablaba.

Mientras yo sufria una atencion agobiante. No podia dar un estornudo sin que mi madre me llevara al hospital, no me dejaba salir a jugar con otros niños porque veia peligros en todos lados, entraba en mi cuarto media docena de veces al dia para limpiar, ordenar e inspeccionar que todo estuviera en su sitio y que yo hiciera mis deberes.

Mi casa se fue convirtiendo en una prision para mi.

La vida de Ingrid pasó a parecerse mucho a la del resto de niños con padres divorciados. Ver como tus padres se vuelcan en ti, intentan comprar tu cariño, te hablan mal del otro, etc.

La separación no fue fácil, hubo acusaciones fuertes en los juzgados, y los padres de Ingrid acabaron sin ni siquiera poder oír hablar del otro sin que se sintiera como rechinaban sus dientes.

La pequeña Ingrid creció viendo como cada vez que había un evento al que podían acudir ambos progenitores solo acudía uno. Solo los veía juntos cuando ella estaba enferma e iba al hospital. Entonces si los veía juntos, con el pánico reflejado en sus ojos, no querían volver a pasar lo mismo. Temían por ella, la querían, más que a nada. Y, aún así, no anteponían el amor que le tenían a Ingrid al odio que se tenían el uno al otro.

Ingrid creció viviendo con su madre. La pensión que les pasaba el padre daba para que vivieran, no con lujos, pero bien. Aunque la chiquilla tuviera una mala situación familiar la sobrellevaba bien. Tenía un objetivo en mente.

Pasaron de gritarse entre ellos a no hablarse. Era como si el dolor de su perdida se hubiera convertido en un ira que reflejaban el uno en el otro.

En cierta forma los dos se sentian responsables de ello. Escuchaba sus murmullos cuando lloraban, creyendose solos... "Si lo hubiera llevado antes al hospital...""Si le hubiera escuchado cuando me dijo que le dolia la cabeza...""Si hubiera ganado mas"Si lo hubiera llevado a un hospital mejor...." Siempre lloraban despues de pelearse.

Despues llegaron los juicios. Al principio me mantenian al margen pero luego un abogado dijo que seria bueno que yo declarase porque el juez tendria en cuenta mi opinion. Me sentia entre la espada y la pared, entre mama y papa. Supongo que elegi a mi madre porque entendi que era mucho mas debil y no soportaria perderme a mi tambien.

Mi padre no lo vio del mismo modo, lo entendio como un lavado de cerebro. Su batalla continuo por la casa, por el perro y hasta por las cortinas del baño en una guerra que duro demasiado.

Despues llego un periodo de paz. Nos mudamos a una casa mas pequeña y el que habia sido mi hogar hasta entonces desaparecio dividido en dos fajos de billetes iguales. Salomonica decision del juez, al cual agradezco que no hiciera lo mismo conmigo.

Mi madre desarrollo una dependencia brutal acia mi, un amor agobiante que apenas dejaba sitio para respirar mientras mi padre venia a buscarme dos veces al mes con la cara muy seria. Apenas se me acercaba. Temia que mi madre lo acusara de pederasta o algo asi, ademas me veia como una espia del enemigo.

Nuestra relacion se volvio fria he impersonal, buscaba amor en "amigas" que apenas soportaban a alguien tan torturado un par de samanas antes de largarse. Algunas de ellas fingian ser mis mejores amigas, otras me miraban como si fuera el perro.

Aprendi a aislarme de todo, a aparentar que nada me importaba, a sugestionarme para autoconvencerme de que no necesitaba amigos. Tenia mi sueño y me aferraba a el.

Mis notas mejoraban, era la mejor de la clase y no tenia ni un solo amigo.

La vida de Ingrid fue, durante su niñez y adolescencia, quizá un poco triste, o al menos eso hubiera pensado un espectador que observara su existencia. Era una chica responsable y trabajadora, quizá excesivamente. No tuvo muchos amigos, a esas alturas de su vida el resto de personas de su edad le parecían frívolas y sin ambiciones, estúpidos niños, incluso cuando ya habían dejado de serlo que no sabían qué hacer con su vida (y en la mayoría de casos no se equivocaba). Además era difícil confiar en la gente cuando ni siquiera puedes confiar en el amor de tus padres.

Si más gente se hubiera acercado a ella quién sabe cómo habría cambiado su vida. Pero nadie iba a acercarse a la estudiosa chica que hablaba más bien poco. Y ella no iba a ser quien se acercara al resto.

Sus padres desde luego estaban orgullosos de ella, su hija tenía las mejores notas de la clase y en casa era responsable y organizada, una hija modelo. Nunca dio ningún problema. Su madre, con la que vivía la mayor parte del tiempo, la mimaba y la habría protegido si hubiera sido necesario, pero no lo era. La chica nunca daba problemas, casi no salía, nunca necesitaba ayuda con los deberes, de hecho a veces demostraba saber más que su madre.

La madre de Ingrid se sentía orgullosa…y preocupada, los jóvenes no eran así, hacían trastadas, mentían a veces, no estudiaban, lo normal con 13-14 años. Su hija era perfecta y ella se sentía sola e inutil.

Un día como cualquier otro, la madre de Ingrid entró en el cuarto de esta para limpiar y recoger algunas cosas, costumbre innecesaria en la gran mayoría de ocasiones ya que la habitación solía estar impoluta, pero mientras que hacía como que recogía le preguntó a Ingrid, que estaba estudiando como casi siempre…

-¿No crees que ya has estudiado mucho por hoy? Estaría bien que salieras con algún amigo a que te diera el aire, que debes estar cansada y así te despejas.

Mire a mi madre con extrañeza ¿Desde cuando queria que saliera a un mundo donde habia tantas cosas malas que podian hacerme daño? Normalmente era todo lo contrario. Si hasta me ponia pegas cuando queria ir sola a la biblioteca.

Resople.- Tengo un examen la semana que viene, no puedo bajar de notable o perdere mi media del curso y la necesito si quiero entrar en la universidad.- Por supuesto necesitaria una beca y eso tenia suponia un esfuerzo extra.

- Ademas no soy muy popular en clase... no tengo muchos amigos.- Admiti aunque deberia haber dicho "ningun" en lugar de muchos.

Venga ya. Seguro que a todo el mundo le gustaría ser amigo de una chica tan lista como tú. Pero bueno, si crees que debes estudiar no seré yo quien diga lo contrario. ¡Habrase visto! Una madre diciéndole a su hija que no trabaje. Jaja.

La risa sonó tan forzada como realmente era.

- Bueno, si no necesitas nada más. Vuelvo a mis quehaceres. Quehaceres que realmente no tenía ya que hacía ya rato que la casa estaba totalmente arreglada, incluso la cena estaba ya preparada para cuando fuera la hora. Supuso que se pondría a hacer cualquier cosa para pasar el rato. Lo que no sabía era el que.

Me senti fatal nada mas se fue. Entendi que ella no era tan fuerte como yo, que necesitaba amigos y familia para seguir adelante y ya no tenia nada de eso. Me levante y me dirigi a la sala donde ella estaba, limpiando el polvo por enesima vez.

No tenia nada que decirle, descubri que no tenia absolutamente nada en decir o almenos nada que fuera interesante. Se me ocurrio decirle lo que habia visto en el hospital pero sabia que eso me supondria una larga charla con el sicologo de urgencia.

Resople, me aparte el pelo de la cara.- Mama... quiero ser medico... Estudio tanto porque quiero ir a una buena universidad y necesitare una beca.- Las palabras me salian entrecortadas, nunca hablaba de mis cosas y menos de mis sueños.

Creo que mi madre debio de pensar por un momento que bromeaba, ni se imaginaba que podia soñar con la medicina despues de lo que habiamos pasado con mi hermano.- Quiero ser neurocirujana... quiero ser la mejor... El pollo que encontraste destrozado la semana pasada... no fue el perro... yo... queria probar mi pulso con los cortes milimetricos....

No sabia muy bien que mas decir, mi madre me miraba como si fuera un extraterrestre.- No tengo amigos porque me ven como un bicho raro, no quiero ser animadora y me gusta estar pendiente del movil por si un chico me llama... se que ninguno lo hara... pero no me importa, no los necesito.- afirme mas intentando autoconvencerme de ello que otra cosa.

Yo creo que tu tambien tendrias que marcarte un objetivo... algo que te ilusione...estudiar algo o puede que.. un novio... tal vez...- No me gustaba la idea de un nuevo papa pero me gustaba menos ver como se marchitaba limpiando el polvo, amargada por las desgracias de su vida. De todas formas mi padre tenia una pareja nueva cada vez que le visitaba y ella tambien tenia derecho.

Me quede de pie mirandola como quien observa la reaccion de su profesora al responder una pregunta. No sabia si mi madre estaba asimilando lo que le decia. Tenia la sensacion de que ella pensaba que me quedaria siempre con ella, no se habia planteado que quisiera apartame de su lado e irme a una universidad, lejos de sus cuidados.

En la mente de la madre de Ingrid aparecieron de repente muchas ideas encontradas. Las que más resaltaban eran sin duda las relacionadas con la medicina. Despreciaba a los médicos desde la muerte de su hijo. Si, salvaban vidas, pero no consiguieron salvar la vida que ella quería y lo demás no importaba. Los soportaba porque a veces no le quedaba más remedio, si no fuera porque tenía una hija que cuidar, se dejaría morir antes que dejarse en manos de un matasanos.

Por otra parte, su hija quería ser médico, la veía y sabría que su hija sería una buena médico, una excelente, la mejor. Esto además explicaba las actitudes de su hija y por qué no era una chica “normal”. Pero ¿por qué tenía que ser todo tan complicado? ¿Por qué no podía tener una hija del montón, que se buscara un trabajo sencillo?

Medicina, una buena universidad…No podían permitirse una buena universidad. Pero su hija conseguiría la beca, bastaba ver las notas que había tenido hasta ahora. Pero eso la separaría de ella. Su hija tendría que marcharse llegado el momento.

No sabría si podía soportarlo.

Todo esto pasó por la mente de la madre de la muchacha velozmente, tan solo en los breves instantes que tardó en dejar los enseres de limpieza y sentarse en el sofá más cercano. Empezó a murmurar.

-Asi que lo del pollo…menuda regañina le eché al perro…pobrecillo- Decía en murmullos. Estuvo así durante un tiempo, hasta que ceso de murmurar. Parece que ya había terminado de ordenar sus pensamientos. Miro a su hija desde unos ojos cansados, unos ojos que habían sufrido y que aparentaban mucha más edad de la que tenían.

Empezó a hablar, entrecortadamente, las palabras se trababan en su boca. Parecía que fuera a llorar, pero no lo hizo, había llorado ya tanto, casi parecía que no le quedaran más lagrimas.

-Médico…es… es genial Ingrid. Por eso te esfuerzas tanto. Seguro…que serás una excelente médico…y salvaras...y salvaras muchas vidas.

Según hablaba iba cogiendo seguridad. Su cara se iba poniendo algo más risueña. No era lo que ella quería, le costaría soportarlo; pero su hija tenía un sueño loable, muchos se sentirían con suerte en su misma situación. Al fin y al cabo, quién era ella para interponerse en los sueños de su hija. No quería eso, pero debía apoyarla.

-Estoy orgullosa Ingrid. Pero por favor, si vas a hacer algo como lo del pollo, me gustaría saberlo.- Después de decir esto rió con esa alegría falsa que ya se había convertido en costumbre. Estaba haciendo lo correcto. Lo sabía.

Pero por qué tiene que ser todo tan complicado.

Ignoró totalmente el comentario con respecto a tener una pareja.