Partida Rol por web

Edmond enarcó una ceja ante la pregunta de Florian y su capacidad para concertar "citas" con gente de la realeza. Evitó sonreír taimadamente y asintió tras escuchar su última sorna.

- Por supuesto, Florian. Conseguiré esa reunión para ti - mintió descabelladamente -. Y todo gracias a mi "sin hueso" y a pesar de no tener alas - dijo con humor nada evidente ni en su voz y en su rostro, demudados por la seriedad de los acontecimientos -. Y soy muy hermoso - terminó por añadir con una seriedad imperturbable.

Terminó de susurrar con el terricola justo cuando llegó su turno de presentar sus condolencias a la princesa.

Llegó el momento de cruzar la pasarela y presentar los respetos a la princesa en esos momentos de tedio. El joven avanzó hacia el féretro expuesto con el cuerpo de la reina y hacia la princesa Dukra. 

Fue algo inperceptible, casi inconsciente, pero Edmond no pudo evitar pararse un instante, cerrar sus ojos y volver a abrirlos contemplando la escena, de nuevo, desde otra perspectiva. La perspectiva del Fuego. Su entorno cambió y antes de darse cuenta se hallaba rodeado de un incendio de llamas. Con su experiencia logró evadirse de otras llamas y centró su atención en el islote ante si. En la familia real. Y leyó el fuego en sus almas.

En ninguno de ellos detectas un pecado.

De hecho, el alma de la mujer alada podría compararse con la de un niño inocente pero con un gran conocimiento de la diferencia entre el bien y el mal.

El consejero tiene una carga sobre su conciencia con la muerte de la reina, pero no porque se sienta culpable de su muerte, pero piensa que podría haberla evitado, se culpa de no haber tenido conocimiento de la razones o problemas que han podido desembocar en su muerte.

La princesa muestra en su gran esfuerzo por permanecer impasible una gran ira. Una sed de justicia confusa, pues no comprende contra qué o quién.

Llegando ante el altar, Edmond se detuvo un instante observando a todos los presentes en él. Pareció recrearse unos instantes en la escena y sus protagonistas. Finalmente pareció reaccionar y pasó ante el féretro, observando a la fallecida reina, totalmente vestida en blanco, reposando sobre una cama de flores turquesa. Realizó una lenta reverencia ante la malograda qephilim, mientras diversos pensamientos y sentimientos de pesar le embargaban. Su muerte era trágica en si misma y por la inestabilidad que creaba en el gobierno. Inestabilidad que amenazaba con romper el equilibrio de todas las cosas en Ardeyn.

Una vez deseado un feliz encuentro con el Hacedor, el joven se giró hacia la princesa Dukra. Ante ella se detuvo y realizó, de nuevo, una lenta reverencia.

- Mi más sentido pesar por vuestra pérdida, que es la nuestra. Mis ojos y mi voluntad quedan a disposición de vuestra Majestad.

Cuando Edmond termino de hacer sus respectivos saludos fue mi turno y entonces, solo entonces, finalmente me acerque al cuerpo de la occisa.

Le miraba en silencio, con el rostro sin expresión pero por dentro mi mente era un huracán de ideas y preguntas.

¿Cómo estaría conformada su anatomía interna?, ¿su ADN era igual al nuestro?, ¿podían estos seres y los humanos procrear mestizos?. Una sensación punzante y dolorosa aunque breve me asalto en el bajo vientre, la asocie con la pena, una gran pena.

Ciertamente era una lástima perder un espécimen como este.

Me volví no mucho después hacia quien Edmond había saludado con respeto, la realeza y todo lo asociado a ella me sabían a cosas innecesarias, ¡y mas aquella relacionada con este mundo!, ¿sabría alguno de estos lo que yo sabía de Ardeyn?.

Mi más sentido pésame, dije usando una vieja y conocida formula de mi mundo mientras me llevaba una de las manos al pecho antes de ofrecer una reverencia hacia la princesa. Aproveche el momento para observa con más detenimiento al Stranger al cual buscaría más tarde, si podía.

Observando a la stranger una idea sencilla se forma en tu cabeza: parece un ángel. La apariencia humana pero alada, su voz, la facilidad con la que la proyecta...

Y entonces estando algo más cerca de ella te das cuenta, y tu conocimiento del funcionamiento de la Caosfera y las recursiones te hacen dar con la clave. ¿Y si fuese exactamente eso? Un ángel, o lo que los terrícolas llaman ángel. ¿Y si en la antigüedad algunos de ellos hubieran caído y vivido en la Tierra? Literalmente caídos del cielo.

Una vez que los hombres que la preceden han hablado a la Princesa, Utuk´ku se adelanta, dirigiendo su mirada en mudo saludo a los dos acompañantes de la Princesa, su Consejeo y la Stranger. Tras ello una ligera genuflexión dirigida a la Princesa precede a sus palabras.

- La misiva de vuestro halcón detuvo mi corazón por un instante, Hermana. Pero nada temas, pues ahora la Corte del Sueño vela por vuestra madre. - Una pausa leve destinada a que la enlutada figura de la Princesa asimile las palabras. - Más el dolor y el silencio que se respiran en esta parte del Mundo, son tan grandes como el respeto y la alegría que se resonarán en la Bóveda Nocturna cuando su Majestad llegue allí. - Un gesto de despedida. - Si necesitas hablar, estoy a tu disposición, Princesa. -

Unos rápidos pasos llevan a la Qephilim a través de la pasarela, a la flotante plataforma donde reposa la Reina. Un saludo ritual, más el deseo de un buen viaje hacia la Bóveda Nocturna, completan los gestos dirigidos a la fallecida, tras lo cual Utuk´ku deja el lugar, no sin antes dirigir un respetuoso saludo a las tres figuras que presiden el acto de duelo.

-Por supuesto, serviré a la Princesa en lo que solicite, al igual que hice con la Reina-dijo Gavlan, despidiéndose con una reverencia y dejando paso al siguiente que quisiera presentar sus respetos a la quephilim. 

Cuando se alejaba, fue sorprendido por su antiguo camarada de armas, que le asaltó en compañía de otro hombre al que no conocía. Respondió con una leve sonrisa.

-Kerhlann, tan malhablado como siempre. Yo también me alegro de verte, a pesar de que oses llamar chapa a esta preciosa armadura. Sin embargo, desearía que hubiera sido en circunstancias más felices-dijo, para luego responder al saludo del tal Ina estrechando la mano que le tendía.

-Desde luego, Ina. Soy Gavlan Filoveraz, como te habrá comentado mi antiguo compañero. Y no, no tengo ni idea de qué puede requerir. Aunque con lo alterado que está todo el mundo, puede ser cualquier cosa. 

En cualquier caso, me alegra que estemos juntos en esto. Hace demasiado que no tengo tu espada cubriéndome el flanco, y eso significa que no ha estado tan protegido como me gustaría.

El ambiente es triste y toca esperar a que la ceremonia acabe, pero Kherlann pasea un rato entre la muchedumbre deseando encontrar más viejos conocidos.

La princesa, que ha permanecido quieta durante todo el tiempo que la habéis observado, hace un gesto con la cabeza tras vuestras palabras. Gesto que nadie más parece notar, pero que de alguna manera, Akrio parecía estar esperando. Es entonces cuando el hombre se levanta y os habla.

- Sería del agrado de la princesa que aceptarais una invitación para acompañarla al palacio tras el funeral. Quiere hablar con vosotros, en privado.

La princesa, que ha permanecido quieta durante todo el tiempo que la hass observado, hace un gesto con la cabeza tras tus palabras. Gesto que nadie más parece notar, pero que de alguna manera, Akrio parecía estar esperando. Es entonces cuando el hombre se levanta y te habla.

- Sería del agrado de la princesa que aceptaras una invitación para acompañarla al palacio tras el funeral. Quiere hablar contigo, en privado.

Al igual que ocurrió con el resto del grupo, el consejero se levanta de su asiento para hablar en privado primero con Edmond y Tesla, que van juntos, y después con Utuk'ku.

El resto de la gente que se acerca no recibe ningún mensaje.

Miró inquisitivamente alrededor y asumió que a ese variopinto grupo le habían convocado ante la princesa, a todos. Así que decidió presentarse:

Señores, mi nombre es Kherlann y fui en otro tiempo servidor de la reina tristemente desaparecida. Me acompañan el bravo Gavlan Filoveraz, e Ina, un ...sanador.

¿Es aventurado afirmar que todos hemos sido convocados ante la princesa? ¿ Aulguno de ustedes sabe las razones?

El joven observó al grupo que se había reunido, convocados por la princesa Dukra. Desconocía el motivo exacto de la llamada, así como la razón por qué había elegido concretamente a las seis personas presentes.

- Un placer Kerhlann. Soy Edmond - se presentó escuetamente, con un leve asentimiento de cabeza, mirando intensamente a los presentes. Uno por uno -. Gavlan, Ina - los nominó a modo de saludo -.Desconozco el motivo por el cual la Princesa requiere nuestra presencia - respondió así a la pregunta de Kerhlann sin querer entrar en hipótesis o conjeturas.

Giró el rostro hacia sus compañeros, pero no los presentó. Ellos eran perfectamente capaces y su silencio era algo que respetaba.

Haciendo gala de su gran habilidad “para lo social”, Tesla había mirado a Edmond esperando que este le presentase.

Sin embargo aquello no sucedió y Tesla se vio obligado, una vez más, a tener que comenzar de nuevo con todo el asunto.

Que desperdicio de tiempo era aquello cuando había tantas cosas importantísimas en las cuales enfocarse.

!Saludos gentes de Ardeyn!, les dijo recordando en ese instante una vieja serie de su mundo y por lo tanto – como era bastante friki de dicho asunto – levanto su mano abierta para formar un saludo cósmicamente reconocible.

Soy Tesla, de la Tierra, paz y prosperidad para ustedes.

Haciendo suyas las palabras de su amigo Edmond, apuro también a continuación sus interrogantes actuales.

El motivo de mi presencia, teorizo, en este sitio corresponde al hecho de que acompaño a Edmond durante hace un tiempo, y al parecer es el, aquí presente, quien tiene un estrecho contacto con la realeza local.(*)

- Soy Utuk´ku de la Corte del Sueño. - Dirijo un saludo a todos los presentes en voz respetuosamente baja pero audible, casi parece resonar en vuestro interior en cierta manera.

Los brazos permanecen yacientes bajo los pechos, entrelazadas las manos reposando en las amplias mangas blancas que conforman el traje de luto que viste la figura de la Qephilim. Un gesto de reconocimiento dirigido al caballero Gavlan parece que habla de una relación previa entre ambos, como dos amigos que se saludan tras no verse en cierto tiempo.

- Al desconocer cuales son vuestros campos de habilidad, no puedo sino lanzar hipótesis, las cuales no nos revelarían nada. Así que esa incógnita se extiende también a mi persona. Más sí puedo confirmar que ella desea hablar con los aquí presentes, parece que eso ha quedado dispuesto. - Un leve encogimiento de hombros termina su breve exposición.

La canina cabeza de Utuk´ku se vuelve hacia el hombre que ha roto el hielo, en actitud interrogante. - ¿Puedo saber Kherlann en qué servías a la Reina, y si conoces la causa de que haya partido hacia la Bóveda Nocturna? - La pregunta es dirigida en tono calmado y monocorde hacia el hombre encapuchado.

Menuda tipa más rara joder.

- Mi señora he de decirle que desconozco el motivo de la muerte de la reina, ya que llevaba tiempo alejado del servicio. Pero al igual que Gavlan soy un hombre de armas, ambos servimos a la reina en batalla. Yo me retiré y no sé si mi amigo continúa en servicio.

Pero bueno, si observa usted este par de espadas mis habilidades son clavarlas en la gente, y soy guía. 

Gavlan respondió con un breve, aunque educado, asentimiento a los saludos que se le dirigían, escuchando lo que unos y otros decían. 

-Siempre estaré al servicio de los legítimos gobernantes, pero mi camino discurre separado del ejército regular, si es lo que preguntas, Kerhlann-respondió el caballero ante las palabras de su antiguo compañero. 

Un sonido de agua detiene vuestras conversaciones. Al mirar hacia el Oceanus, veis que un grupo de cuatro qephilim han soltado lo que parecen los anclajes del féretro de la Reina. Éste, como si estuviera montado en una balsa, comienza a adentrarse en el Oceanus.

La Princesa, la mujer stranger y el consejero se ponen en pie en actitud solemne mientras la balsa parece llegar a un punto concreto del gran lago, justo encima de la ciudad de Juvanom, y lentamente se sumerge en él.

Pocos segundos después otro sonido llama vuestra atención. Dos carruajes hechos de madera de tonos dorados tirados por cuatro caballos cada uno se acercan y se detienen justo detrás de la plataforma donde se encuentra los tres personajes, cerca de vosotros.

Inmediatamente, la Princesa se da la vuelta y se dirige a uno de los carros. El consejero os hace una señal para que os unáis a ellos y se dirige al otro, esperando con la puerta abierta a que los que vayan con él se acomoden dentro.

Lífira se despide con un gesto de la cabeza y levanta el vuelo en dirección a Hazurrium.