Partida Rol por web

Bajáis un tramo de escalera más, expectantes y con extrema precaución, atentos a lo que pueda haber allí abajo... para descubrir que no hay absolutamente nada. Frente a las escaleras tan sólo hay un rincón de color blanco, sin puertas ni ventanas, ni nada.

Las criaturas se miran confusas unas a otras.

Pedro se detuvo al final de la escalera mirando con un gesto de incomprensión aquellas dos paredes unidas en ángulo.

-Desde luego, no es esto lo que me esperaba encontrar -dijo-. Y desde luego, no parece muy peligroso. Así que sabiendo lo que sabemos que es bien poco pero que desmiente lo que estamos viendo, o es un truco óptico o es una simple barrera destinada a despistar a quien acabe aquí. Es decir, a nosotros.

Rebuscó entre sus bolsillos. Unos bolígrafos, una tijera y una linterna ocular figuraban como el fruto de su rapiña entre el personal del pasillo en elq ue habían despertado. Cogió uno de los bolígrafos y lo arrojó contra la pared más cercana. Se sintió un tanto estúpido haciéndolo pero no tenía una idea mejor y a sabiendas de que las trampas podían estar al orden del día, mejor pasar por estúpido que por valiente y morir.

El bolígrafo arrojado hizo un ruido sordo contra la pared, rebotando ligeramente y cayendo al suelo, con otro golpe acompañado de otro ruido similar. Pero nada que pudiera considerarse extraño pasó.

Las criaturas asintieron a las conclusiones de Pedro, y comenzaron a mirar a su alrededor de forma analítica.

Cuando observó cómo el boligrafo arrojado por Pedro rebotaba contra aquel rincón sin aparente continuidad, Edmond pensó que, en efecto, aquel era el final del trayecto.

Absurdo. No haces semejante trecho de escaleras para desembocar en la nada. Debe de haber un paso oculto, afirmó mentalmente mientras observaba con detenimiento aquellas dos paredes. Repentinamente su mirada se relajó. Era como si en aquella esquina el hombre encontrara un punto armónico donde poder observar el entorno sin cansar la vista. Un punto donde poder contemplar aquel rincón de una manera distinta a lo convencional. Un punto donde nada era evidente y nada estaba oculto.

Un sentimiento de familiaridad lo invadió, como si en el pasado hubiera realizado aquel ejercicio visual. Con frecuencia. Dejándose llevar por su instinto barrió de nuevo la zona, pero con una mirada diferente.

Joder, que cojones...estaba cabreado, cuando el corazón se le aceleraba ante la perspectiva de un combate, le frustraba que no se produjese. Alguien está jugando con nosotros, esto es una ratonera.

Todas las pistas parecían confirmara que participaban, junto con la otra raza en alguna especie de experimento. El propio edificio no tenía sentido. 

Se puso a buscar algún tipo de rejilla de ventilación o trampilla que les llevase a los desagües. Los edificios necesitan que entre el aire, y que salga la mierda, eso son verdades básicas y universales. Vamos a buscar.

Pedro suspiró, mirando el bolígrafo en el suelo. Nada de todo aquello tenía sentido. Avanzó unos pasos y recogió el bolígrafo caído para guardárselo nuevamente. Miró aquel ángulo, aquel rincón en el que confluían las miradas de todos y se dedicó a observar con detenimiento las juntas, las intersecciones, de suelo a techo, palpando suavemente su superficie, de forma metódica, sin dejar nada a la improvisación. Habían llegado hasta allí y no se volvería sobre sus pasos sin una respuesta.

Por un instante cerró los ojos, dejando que fueran las yemas de sus dedos las que mandaran su mensaje. Luego los abrió y con ellos, abrió su mente, dejando que realidad e imaginación iniciaran un lento y cadencioso baile.

Para Alex estuvo muy claro desde el principio que allí había gato encerrado, y rápidamente se da cuenta de que aquel extraño rincón no está hecho de forma maciza. Al centrarse en notar una posible salida o entrada de aire, siente una corriente que pasa justo por la unión de ambas paredes.

Por otro lado, para Pedro y Edmond aquello está más claro que el agua. Esas paredes se abren, y lo hacen con algún mecanismo oculto. ¿Y dónde se puede esconder un mecanismo en aquel lugar tan austero? ¡En la escalera!

Eres un experto en el arte del disfraz y no sólo eres capaz de cambiar prácticamente cualquier detalle de tu aspecto, si no que detectas todo aquello que ha sido camuflado de alguna manera. Por lo tanto, no te resulta difícil ver que aquellas paredes en realidad son una puerta doble. Que lo que parecen simples desperfectos en el acabado de la pintura son circuitos eléctricos, y que llevan a la escalera. Por lo tanto, allí está la apertura. Pero a simple vista no hay ningún tipo de mecanismo ni de interruptor, a excepción de los propios escalones que son unos pulsadores perfectos. Sin embargo, habéis pisado todos y nada ha ocurrido.

Pero... ¡claro! Tiene lógica. Cualquiera que baje las escaleras de forma "normal" se encontrará el rincón. Para eso está preparado. Por lo tanto es sencillo: hay una combinación que al ejecutarla abre aquellas puertas.

¡Qué truco tan viejo!

Girar una antorcha, mover un libro de una estantería, tocar ciertas notas en un piano, pisar sólo algunas baldosas del suelo... A ti no se te escapa cuando un elemento es plénamente funcional o está ahí por algún motivo oculto. Y aquella escalera es el ejemplo perfecto.

Cualquiera que baje por ella de forma "normal" no notará nada raro y se topará con aquel rincón, pero pisando de la forma correcta...

Edmond observó con detenimiento la esquina. Y Alex comentó algo sobre que eran paredes falsas. Asintió distraído, junto con Pedro, como dando por hecho que esa afirmación era irrefutable. No obstante lo que el ardeyano buscaba no era confirmar unas paredes falsas, sino saber cómo moverlas. Su memoria voló a un pasado lejano, remoto, pero a la par cercano y reciente. Y recordó investigaciones y pesquisas. Recordó lujosos salones y castillos. Y recordó lo que detrás de sus paredes se escondía y como a ello se accedía.

Una antorcha, el atizador de una chimenea, el libro de la estantería..., rememoró mentalmente mirando a su alrededor, un lugar totalmente despejado y con absoluta carencia de todo. Solo un vacío rincón... y unas escaleras de acceso. O las teclas de un clavicordio, terminó por recordar mientras miró los escalones y una sonrisa aviesa se dibujó en su rostro.

- Son los escalones. Algunos de ellos, probablemente pisados en un orden específico, son la llave para separar esas puertas falsas - afirmó convencido caminando hacia ellos -. Debe haber placas de presión debajo de ellos - opinó.

Pedro había llegado a idéntica conclusión así que se limitó a asentir a las palabras de Edmond.

-Hay una serie de circuitos eléctricos que van desde las paredes a la escalera. O viceversa. Quizá deberíamos ver desde dónde parten y a dónde llegan para saber cuáles son los escalones que activan la apertura de las puertas. Sabiendo cuáles son, después habría que probar. El número de probabilidades no será demasasiado grande.

Dicho aquello y con el bolígrafo que había arrojado antes contra aquellas paredes, se acercó a las mismas y fue marcando los diferentes circuitos y siguiendo su cableado hasta los peldaños que deberían activar para franquear aquella barrera.

Tras un rato de observación superficial, descubrís que el circuito eléctrico llega hasta todos los escalones, y también que todos ellos contienen placas de presión, algo lógico, debido a que para que la puerta no se abra, el circuito debe saber qué escalones se han pisado, tanto buenos como malos.

Poco tiempo después, se escuchan pasos en la anterior sala, dispuestos a bajar las escaleras.

Charles llegó todo lo rápido que pudo, tras darse una carrera, con alguna gota de sudor perlando su frente. En sus manos, rebosando de cosas, llevaba algunos bisturíes, tijeras y jeringuillas. No las mejores armas del mundo, pero mejores que los cristales con sábanas que planeaba coger.

-Traigo algo para defendernos, ¿qué habéis encontrado?

- Escalones- respondió con prontitud Archibald apoyando las posaderas sobre uno de ellos, el segundo más cercano al suelo que había estado pisando. Desde allí estiró las piernas antes de girar la cabeza para mirar con resignación todos los que tenía detrás.- Demasiados escalones. Ains…- Suspiró.- Como teclas de un piano. Combinatoria. Descubrir la combinación correcta para que se abran los muros.- Señaló la pared.- No sé hasta qué punto sería más sencillo usar métodos más expeditivos… Si tuviéramos los materiales y herramientas adecuados, claro. Y aun en ese caso, esa solución no sería especialmente discreta. Bueno, que le vamos a hacer.

El anciano no tan anciano se rascó la nuca antes de devolver la mano al peldaño para tamborilear en él con los dedos.

Me alegro de tu regreso socio, aparentemente estos paneles se deslizan mediante una combinación de escalones.

Se acercó a examinarlos con detenimiento, no había obra perfecta, unos oescslones estsban dotados de un sistema de presión y los otros no, seguramente eso se podía detectar mediante su observación y manipulación. No me voy a quedar aquí como una puta cobaya. Eso está claro.

- Buen trabajo, Charles - admitió el ardeyano al ver cómo les suministraba algunas herramientas. De escasa utilidad, pero mucho mejores que sus simples puños. Tras echar mano de un bisturí, volvió su atención a las escaleras y las placas de presión.

Edmond se frotó el mentón conforme se hacía una idea de qué placas podían ser las correctas. De todos modos eran numerosos escalones y el número de combinaciones posibles era enorme. Sin embargo la lógica le invitaba a pensar que la clave estaba o al comienzo del tramo de escalones o a su final. O los primeros o los últimos escalones. Sin embargo, antes de hacer hipótesis, el hombre se dedicó a tratar de observar en alguno de los escalones alguna marca, alguna raya de calzado, tal vez por el uso superior de un escalón sobre el resto. Uno de mayor importancia que los demás.

Mientras Archibald descansa, consiguiendo poner de nuevo su mente prácticamente a punto, Charles reparte* los utensilios encontrados con la esperanza de poder usarlos como arma.

Pedro tomó uno de los bisturíes traídos por Charles. En efecto, no era la mejor arma, pero tenía un buen filo. Pero su principal preocupación, era la escalera. Debían dar con el orden adecuado, con aquella sinfonía que permitiera que la pared se deslizara permitiéndoles el acceso.