Partida Rol por web

Echas a correr fruto del pánico, por el pasillo hasta llegar a una bifurcación. Tienes derecha e izquierda y no vas a parar durante un rato, así que elige.

El enorme historiador ya había dejado atrás a la piloto, al médico militar y a la arqueóloga, pero no se sentía a salvo en aquella base. Tenía que buscar una salida, cualquier salida...

Llegó ante una bifurcación, pero ni siquiera se detuvo y optó por continuar corriendo por el camino de la izquierda.

Kleist continuó corriendo por el túnel hasta llegar a otro, este mucho más grande, y que guardaba cierto parecido con el que habían encontrado en un principio. Agotado por la carrera (no es un medallista de 3000 metros, porras), se detuvo para coger aire y miró en todas direcciones, sin ver nada llamativo. 

Estaba solo, y tenía tres direcciones posibles. Derecha, izquierda o regresar por donde había venido.

También le llamó la atención que a su izquierda parecía haber una habitación, porque distinguió la típica puerta metálica cerrada.

Agotado por la carrera, Friedrich se detuvo frente a la puerta metálica cerrada, jadeando. Recordando el horror que habían revelado después de abrir la puerta de la que parecía ser la sala de comunicaciones, intuyó que abrir esa puerta yendo solo no sería una buena idea.

Tenía la sensación de que si se encontraba frente a frente con el cuerpo sin vida de otra persona, terminaría desquiciándose por completo.

El historiador resopló, tratando de tranquilizarse y decidió tratar de regresar sobre sus pasos hasta la sala de comunicaciones para reunirse con sus tres compañeros.

El agobio casi me podía, pero necesitaba mantenerme cuerdo, tomé el otro camino y al ver el primer indicio de una escalera se me iluminaron los ojos, pero pronto vi que eran de bajada y aunque quisiera bajar, daba lo mismo pues estaba bloqueada por otro derrumbe-Mierda de alemanes, menudas construcciones de pacotilla no aguantan nada- mascullé enfadado.

Volví a girar sobre mis pies 180 grados y me dirigí hacia el último camino que me quedaba por explorar, quizás estuviese aquella grieta, quizás pudiese escalarla y regresar al punto de partida, quizás conseguiría vivir otros diez minutos más o quizás resbaladero y terminase espachurrado como un huevo, pero no había otra.

Mientras te acercabas a la grieta, que cada vez distinguías mejor, escuchaste una gran cantidad de disparos, primero un montón seguidos, y un par de segundos después, lo mismo, pero como si procediesen de armas distintas. Lo que fuese, estaba delante, mucho más allá de la grieta que de nuevo, te impedía continuar andando.

Puedes seguir adelante... saltando la grieta. Los disparos vienen de ahí.

Escuché disparos, no muy lejos, más allá de la grieta-¡Joder!- exclamé asustado ¿Qué coño estaría pasando para oír tal ensalada de tiros? ¿Se habrían topado con un bicho como el que me atacó o sería aún peor? Tenía que ir allí, pero antes debería saltar aquella pita grieta.

Recordé lo que había pasado la vez anterior, como casi se mata Victoria por hacerlo, pero yo no me iba a quedar de brazos cruzados, así que cogí aire con fuerza y lo solté sonoramente, me puse en posición y empecé una carrera que ni los 100 metros lisos, alcancé el borde y salté.

Mantuve el aliento durante el vuelo, cerré los ojos durante un segundo imaginandome como caía por el agujero, pero no, al abrirlos vi como sobrevolaba la grieta sin problemas llegando al otro extremo con facilidad.

-¡Si, coño, eso es chaval!- exclamé echándo a correr por el pasillo en dirección a los disparos.

Intento reponerme, hago ejercicios de respiración mientras me levanto y camino hacia la sala de comunicaciones nuevamente, en el umbral de la puerta, respiro profundo y suelto, -vamos Anika, esto no es nada, has visto cosas peores, tranquilízate o no vas a tener que vaciar la próxima vez-.

Me detengo en medio de la sala, mientras recuerdo haber visto a Kleist correr por el pasillo, perdiéndose en la oscuridad, -Doctor, ¿a donde iba el señor Kleist por cierto?... me pareció verlo alejarse con prisa, ¿encontraron algo, pudieron comunicarse con alguien?- Sin esperar respuesta de mis interrogantes, me acerco lentamente sin quitarle la mirada al cuerpo de la persona que estaba en la silla, con mi dedo listo en el disparador; que, porque lo hacía, no tengo la mínima idea, pero algo no estaba bien en este lugar.

Al llegar cerca del radio, compruebo que lo pueda encender, que tenga algo de batería para poder iniciar alguna comunicación con el exterior.

-Doctor, ¿a donde iba el señor Kleist por cierto?... me pareció verlo alejarse con prisa, ¿encontraron algo, pudieron comunicarse con alguien?-

Brochard se encogió de hombros. Había estado a punto de responder al alemán, pero este había salido del habitáculo como alma que llava el diablo. Parecía ser que lo de "no separarse" se estaba llevo a la mierda a pasos agigantados.

- Ni idea Langley, pero creo que necesitaba algo de espacio... se le veía... no se... ido. - meditó el doctor, tratando de sacar alguna conclusión lógica, pero la cabeza cada vez le funcionaba peor. - Esto nos está afectando demasiado...

A continuación, pudo ver como la piloto trataba de utilizar alguno de aquellos instrumentos de radio, intentando con fortuna que alguna funcionara. Sin embargo, la oscuridad que les rodeaba no auguraba nada bueno. Sin energía, no podrían ni encender los transistores. Dejando a Langley a lo suyo, Brochard se asomó por la puerta, tratando de ver algo con ayuda de la linterna. ¿Dónde demonios estaba Kleist?

- ¡Eh, Kleist! ¿Se encuentra por ahí? - Elevó la voz Brochard, encontrando eco como respuesta. El mirar directamente a la oscuridad no hizo más que empeorar su ánimo, haciéndole sudar. La mano con la que sujetaba la linterna temblaba, mientras que en su cabeza se formaban todo tipo de escenarios posibles. Y en ninguno la cosa terminaba bien.

Si Kleist realmente había perdido la cabeza, él no estaba muy lejos de seguirle.

Kleist se marchó corriendo por el túnel. Supongo que deberíamos ir a buscarlo, aunque de todas maneras, tampoco es que hagamos nada más aquí. Tendríamos que continuar explorando el lugar, a ver si encontramos a los demás.

Thalassa analizó la situación. Con Ford, Hasan y McQueen perdidos, y ahora Kleist, el grupo parecía irse desmoronando poco a poco. 

Tenemos que permanecer juntos como sea -comentó, saliendo de comunicaciones y continuando la exploración.

-Parece que nada funciona, no sé porque me esfuerzo, sin energía esto no va a funcionar ni porque le ruegue- escucho las palabras de Thalassa, asiento ante su comentario, nada podemos hacer aquí y el Dr. Kleist puede necesitar ayuda.

-Pues nada, vámonos de aquí, antes de que esta zona se siga cayendo a pedazos-.