El hedor que aquellas criaturas destilaban, hizo que diera unas cuentas arcadas y que llevara una mano a la boca y nariz.
Me costaba un poco caminar, quizás por el dolor que sentía en el cuerpo, cansancio y aquel golpe que me había dado el zombie, hizo que con dificultad me acercara a mis dos amigos.
Asiento a las palabras de Marcos y sin pensarlo, lo abrazo con una gran fuerza, rodeando su cuello con ambos brazos -¿Estás tú bien?- le pregunto y en mi voz se apreciaba nerviosismo.
No podía creer que habíamos terminado con aquellas criaturas, ahora, debíamos continuar, pero sentía temor de encontrarnos con unos cuantos más, pues, sentía que poca energía me quedaba.
Notaba algo extraño, un murmullo ¿Pero que era? -¿Escuchan eso?- les pregunto en susurro, sin apartarme de Marcos, al contrario, me aferro un poco más a él.
Se puede saber de donde proviene el ruido?
El ruido parece que viene de una de las calles cercanas, hacía la izquierda.
Aquel abrazo de forma casi mágica, me había reconfortado. Sonreía ligeramente, pero aquella sonrisa se borró tan rápido como había aparecido.
Nuevamente sentía miedo, aquella voz me alteraba y no deseaba ir en su busca, pero tampoco podíamos quedarnos ahí, de brazos cruzados, esperando a que llegara un nuevo grupo de caminantes.
Lentamente me aparto de Marcos, pero antes echo una mirada a su herida -Podría hacerte una sanación ahora mismo, pero aquí no estámos seguros. Prometeme que si comienza a doler más de lo normal, me dirás y buscaré algún medicamento en mi mochila ¿Vale?- lo miro a sus ojos, dedicándole una cálida sonrisa.
-Romo, ¿Todo bien?- pregunto a mi otro amigo, al cual examino de arriba a bajo, en busca de heridas, pero a simple vista se encontraba en perfecto estado -Aquella voz parece estar cerca ¿Vamos? o ¿Continuamos nuestro propio camino?- no era fácil ignorar aquella voz, quizás un sobreviviente, alguien como nosotros, pero no había certeza alguna sobre ello y no pensaba arriesgar mi vida por otros, solo por mis dos acompañantes.
Respondo asintiendo con la cabeza cuando Isabel me pregunta por mi estado. Afortunadamente no he sufrido ningún daño.
Cuando comenzamos a movernos para dejar atrás los cadáveres en descomposición, oímos un extraño susurro de voz, diferente a los gemidos y chillidos de los monstruos. Miro a Marcos e Isabel, y llevando un dedo a los labios para pedirles silencio, camino lo mas sigilosamente que puedo para averiguar que o quien es la fuente de aquel susurro...
Tirada: 3d10(+11)
Motivo: Percepción + Sigilo
Resultados: 5(+11)=16, 3(+11)=14, 4(+11)=15
Seguís por la calle que gira hacia la izquierda, que es desde donde parece que surge aquella voz. A medida que os acercáis os aseguraos que aquel sonido sin duda es la voz de alguien, que de alguna manera intenta levantar la voz, aunque sin chillar, seguramente por miedo a más de esos seres. Seguís caminando unos cuantos metros mas por las calles del barrio antiguo de esa ciudad, temerosos que surgieran mas de aquellos monstruos detrás de cada esquina que cruzabais.
Al final llegasteis a otra callejuela sin salida, aunque esta vez os quedasteis en la entra, quietos esperando a volver a escuchar algo que os guiara. De un antiguo porticón de madera, viejo y robusto, se abría una pequeña ventanilla, de ahí, al parecer, salía aquella misteriosa voz.
- ¿Quién hay ahí? - la voz sonaba con un susurro, aunque en el tenebroso silencio que reinaba esas calles se podía oír bastante bien. Cuando os asomasteis encontrasteis aquella pequeña obertura de la puerta, donde asomaba un rostro que apenas se veía en la oscuridad. El edificio era de piedra y extrañamente diferente a las demás casas, aunque no conseguíais averiguar que era.
- Por favor, déjenos entrar -hablo también con un susurro a la robusta puerta de madera- los zombies se están acercando y no hay salida.
En ese momento, pienso en la situación de nuestro interlocutor, asustado sin saber a quien temer más, si a los muertos vivientes o los que, aún estando todavía vivos, podrían ser tan peligrosos como ellos.
- Mi nombre es Romo, y me acompañan mis amigos, Marcos e Isabel. Sólo buscamos cobijo por unas horas, -continuo hablando con susurros, tratando de mostrar la mejor de mis intenciones en la conversación- , sólo hasta que el camino sea seguro de nuevo. No le haremos ningún daño, se lo prometo...
Tirada: 3d10(+14)
Motivo: Convencer al interlocutor para que nos deje entrar
Resultados: 10(+14)=24, 2(+14)=16, 3(+14)=17
He utilizado para la tirada la puntuación de Inteligencia, al no haber nada como el Carisma, y la habilidad de Etiqueta, puesto que tampoco hay nada parecido a la interacción social. Si crees que debo usar otros atributos diferentes y repetir la tirada, director, por favor, házmelo saber.
Al ver aquella puerta, mi corazón dió un vuelco. Una esperanza en aquel camino oscuro y de ahí provenía aquella voz; una voz debil ¿Estaría herido aquella persona?.
Permanezco inmovil, expectante, esperando la respuesta de aquella persona. Esperaba que se compadeciera de nosotros, que abriera la pequeña ventana y se diera cuenta que no estábamos infectados y que necesitabamos de forma desesperada su ayuda.
-Por favor...- le suplico en el mismo susurro que todos hablabamos.
Aquel tipo os miraba con ojos atónitos. Seguramente no esperaba encontrar a nadie "vivo" ya. También parecía tener miedo y notabais como dudaba de si dejaros entrar o no.
Mientras intentabais convencerlo para que os abriera, oísteis varios gemidos detrás vuestro. Se acercaba otra horda de muertos vivientes, que al parecer después del estruendo de las motos y de aquel aparatoso accidente aéreo se habían despertado del todo.
Quizá fuera eso lo que acabo de decidir a aquel hombre para dejaros entrar. Con un sonido pesado y metálico notabais como estaba quitando el seguro de la puerta. Con un gran estruendo aquella gran puerta de robusta madera se abrió, el interior no parecía muy iluminado, aunque tampoco veíais mucho desde vuestra posición.
Un nudo se hizo en mi garganta al escuchar el sonido de la pesada puerta. Deseaba abrazar aquella misteriosa persona y mostrarle así un poco de mi gratitud.
Los gemidos de las criaturas detrás nuestro, hicieron que me sobresaltara e instintivamente, tomé a Marcos y a Romo de las manos, tirando de ellos rápidamente para adentrarnos al oscuro lugar.
-Gracias, muchas gracias...- digo en un hilo de voz, esperando ver pronto el rostro de nuestro salvador.
Entramos aceleradamente en la casa, adelantados por una nerviosa Isabel, que percibe el peligro que se acerca por los callejones.
Nada más traspasar el umbral, me arrojo tras la puerta, que parece pesada, para empujarla y cerrarla cuanto antes. Entre la penumbra y mis sempiternas gafas de sol, apenas distingo la silueta de nuestro salvador... Pero en cuanto cerramos la puerta, me dirijo a él.
- Gracias... ha faltado poco...
Cerrasteis rápidamente la puerta detrás de vosotros, con el mismo estruendo con la que se abrió. Aquel hombre que os había dejado entrar se apresuró para cerrarla a cal y canto, había un pesado pasador que hacía de pestillo y aparte había una cadena que daba vueltas a los dos pomos de la puerta y un candado. Suponíais que esa ultima parte había sido añadida recientemente, a causa de la oleada de muertos vivientes.
Ahora que estabais a salvo, observasteis el lugar. Estaba iluminado con una luz muy tenue, producto de una decena de velas que habían sido encendidas para tal. No había lugar a dudas, estabais dentro de una pequeña iglesia, seguramente esa entrada era una de las traseras, que conduciría al callejón del cual veníais. La sonoridad de aquel lugar era muy típico de este tipo de edificios santos.
Delante vuestro teníais a un hombre, de unos 40 años de edad, vestía el atuendo típico de la gente de su posición eclesiástica. Os miraba en una mezcla de incredulidad y alegría.
Aquel hombre os miró de arriba a abajo, y asintió sonriendo.
- Vaya, me alegro que esteis bien. - empezó a decir rompiendo aquel silencio. Hablaba con una voz muy leve, acorde con el tono que solía haber dentro de las iglesias. - El señor os da la bienvenida a la Iglesia de los Santos Penitentes. - siguió hablando.. - Soy el Padre Matías.
El Padre Matías, parecía haber soportado bastante bien todos los problemas, vestía su atuendo oscuro bastante limpio y bien planchado. Al parecer no tenía ninguna herida, ni rasguño, no parecía sudado ni exhausto. Una barba de unos cuantos días y un principio de ojeras os hizo pensar que habría estado encerrado aquí dentro desde hacía unos días.
Notasteis también, como no se acercó mucho a vosotros, os miraba desde cierta distancia, como preocupado por algo.
- ¿Estáis heridos?
- Estamos bien... gracias, padre... -comento mientras inspecciono la iglesia, escasamente iluminada con las luces de las velas- Algunos rasguños, pero no estamos moridos, hemos tenido suerte...
Me adentro en la sala de la iglesia. Desde luego, es un edificio sólido, dificil de asaltar por los muertos.
- ¿Está usted solo aquí, padre Matías? ¿No hay nadie más?
Me acerco al sacerdote, mirándole fijamente con la mirada. Le estaba agradecido por habernos salvado, pero igual que él podía desconfiar de nosotros, nosotros no deberíamos fiarnos de él todavía. Me resultaba extraño que nadie más hubiera pensado en la iglesia como refugio...
Tirada: 3d10(+13)
Motivo: "interrogar" al padre Matías
Resultados: 6(+13)=19, 5(+13)=18, 1(+13)=14
¡Que grande! ¡El cura de V (el remake)! ¡Gran personaje!
Para la tirada de "interrogar", o más bien, saber si el cura nos miente o no, he usado Inteligencia + Advertir / Notar. ¿Es correcto?
Una iglesia, aquello si que la había sorprendido, pero estaba muy agradecida con el padre Matías y su amable hospitalidad. De pequeña solía visitar la iglesia cada ocho días, pero apartir de la adolecencia, todo había cambiado, incluso me había olvidado de Dios por completo.
Con un movimiento de manos, acelerado y negando con la cabeza, miraba al padre y luego agregué -No estámos heridos padres, unos cuantos rasguños y golpes que pueden ser sanados, pero tuvimos suerte en no ser mordidos- le dedico una sonrisa -Gracias por su ayuda, le estaremos eternamente agradecidos- y dicho esto, inclino ligeramente la cabeza, gesto de agradecimiento.
-Ahora cuentenos, ¿Hay mas supervivientes?- aparto la mirada de él, en busca de alguien más -¿Sabe usted alguna información de lo que ocurre?