Partida Rol por web

El Profesor West abrió la puerta lentamente, como si quisiera crear un misterio en donde no lo había. Aquel era el grupo de alumnos que había seleccionado para presentarles su propuesta de tesis. El Departamento de Antropología Cultural, que él dirigía, seguramente era considerado como uno de los menos importantes de toda la Universidad, aunque no por ello, el menos activo.

Bien. Me alegra ver que estáis todos aquí. Pasad... y sentaros.

El despacho no era como esperaban. Ninguno de ellos había estado allí dentro con anterioridad. Además de la mesa y la silla del profesor, West había colocado cinco sillas delante. Pero no era eso lo que les llamó la atención. Por todas partes había libros que parecían ciertamente antiguos, desordenados, acumulados sobre mesas auxiliares y mal colocados en sus estantes, como si nadie les prestase atención.

Si alguien les hubiese dicho que nadie trabajaba allí, se lo habrían creído.

-Bien, todos estáis aquí, supongo, porque queréis aprobar esta tesis y demostrar lo que valéis. Pues he de deciros que no será fácil. Existen una gran cantidad de misterios sobre la faz de la tierra aún sin explicar, y muchos de ellos han sido confundidos en muchas ocasiones con folclore, así que he decidido que hagáis una investigación de campo para mí. Si me traéis los hechos, tal y como sucedieron, y todo lo que encontréis, obtendréis mi firma en vuestra tesis.

El Dr. West esperó a que sus palabras hiciesen mella en los alumnos.

¿Y en qué consistirá vuestra investigación? En esto.

El Dr. West pone en marcha un archivo de vídeo que tiene en el ordenador y todos se giran hacia el televisor que tienen delante, al cual está conectado. Se trata de uno de los más famosos programas de investigación sobre actividades paranormales.

Esta noche les hablaremos de una de las leyendas menos conocidas pero más impactantes, sobre la brujería. La leyenda de la bruja de Midian. Quizás no hayan oído hablar de este lugar, pero en su momento, hace algo más de trescientos años, era uno de los pueblos más fértiles del condado de Esex, en Massachusets, y estaba situado muy cerca de otro lugar que no tardaría en alcanzar la inmortalidad: Salem.

Con su estilo particular, el presentador hacía pausas exageradas para provocar catársis en los espectadores, aunque en realidad, también producía aburrimiento y algo de risas.

Está documentado que en toda la zona de Nueva Inglaterra hubo una intensa actividad maligna, como la describían los estudiosos de la época, incluso después de los famosos Juicios de Salem. En concreto, en Midian, se decía que había una bruja que se alimentaba de la gente del pueblo, niños sobre todo, sin que nadie supiese de quién se tratara. Pues bien, cuenta la leyenda, que la bruja de Midian, asustada por lo que había sucedido en Salem, decidió retirarse a los bosques que rodeaban el pueblo, y atraer a sus víctimas a lo que llamaron El Hogar de la Bruja de Midian.

Tras una nueva pausa

Mucha gente desapareció del pueblo sin dejar rastro hasta que finalmente, en 1750, el pueblo entero fue abandonado y considerado como lugar fantasma, hasta hace exactamente veinte años. En esa época, el gobierno decidió atraer a algunos habitantes con el reclamo de reconstruirlo como lugar turístico... y desde entonces, aunque se ha mantenido con vida, lo cierto es que solo acoge a unas pocas familias, porque para ellos, al contrario de lo que sucede para todos nosotros, la leyenda sigue muy viva.

El Dr. West detuvo en ese punto la grabación  y se giró hacia los estudiantes.

-Aunque todo esto les pueda sonar a risa, la leyenda está ahí. El problema es que no se conoce mucho más de lo que han oído. Su trabajo será documentarse, descubrir cuánto de verdad hay y cuánto es inventado, y sobre el terreno, localizarán la zona conocida como El Hogar de la Bruja.

Es de noche y estás en un bosque. No lo conoces, pero al mismo tiempo, te resulta familiar. Tiemblas, sin saber por qué razón, y al mirar a tu alrededor te ves a ti mismo, dormido en el suelo, rodeado de hojas secas y completamente solo. 

No hay estrellas. Allá donde mires, solo ves los árboles y sus frondosas ramas, y eso te agobia, porque todo te parece igual.

Y entonces lo sientes. Algo se acerca a ti, pero no sabes desde dónde. Se trata de algo maligno que sabes desea únicamente tu muerte. 

Pero no puedes moverte. Ahora eres tú quien está dormido y cuando abres los ojos, solo puedes gritar. Y gritar. Y gritar.

Porque estás muerto.

* * * * *

Te despertaste sobresaltado, con el corazón latiéndote a mil por hora a causa de una pesadilla que no acababas de comprender, pero sobre todo, con la sensación de que parecía "demasiado real".

Acto seguido, te diste una ducha, desayunaste rápidamente y te fuiste a la Universidad. Hoy era un día especial. El día en el que hablarías con el Doctor West sobre tu tesis. El Doctor West era excéntrico a más no poder, pero también, una autoridad en supersticiones y elementos relacionados con la brujería. Así que lo que les propusiera, seguramente sería, como poco, diferente.

Cuando llegaste a la puerta de su despacho, no estabas solo. No lo esperabas. Creías que tú ibas a ser el único a quien le supervisaría la tesis, pero nada más lejos de la realidad. Otros cuatro estudiantes estaban allí, esperando a que hiciese su aparición el Doctor West.

Es de noche y estás en un bosque. No lo conoces, pero al mismo tiempo, te resulta familiar. Tiemblas, sin saber por qué razón, y al mirar a tu alrededor te ves a ti mismo, dormido en el suelo, rodeado de hojas secas y completamente solo. 

No hay estrellas. Allá donde mires, solo ves los árboles y sus frondosas ramas, y eso te agobia, porque todo te parece igual.

Y entonces lo sientes. Algo se acerca a ti, pero no sabes desde dónde. Se trata de algo maligno que sabes desea únicamente tu muerte. 

Pero no puedes moverte. Ahora eres tú quien está dormido y cuando abres los ojos, solo puedes gritar. Y gritar. Y gritar.

Porque estás muerto.

* * * * *

Te despertaste sobresaltado, con el corazón latiéndote a mil por hora a causa de una pesadilla que no acababas de comprender, pero sobre todo, con la sensación de que parecía "demasiado real".

Acto seguido, te diste una ducha, desayunaste rápidamente y te fuiste a la Universidad. Hoy era un día especial. El día en el que hablarías con el Doctor West sobre tu tesis. El Doctor West era excéntrico a más no poder, pero también, una autoridad en supersticiones y elementos relacionados con la brujería. Así que lo que les propusiera, seguramente sería, como poco, diferente.

Cuando llegaste a la puerta de su despacho, no estabas solo. No lo esperabas. Creías que tú ibas a ser el único a quien le supervisaría la tesis, pero nada más lejos de la realidad. Otros cuatro estudiantes estaban allí, esperando a que hiciese su aparición el Doctor West.

Es de noche y estás en un bosque. No lo conoces, pero al mismo tiempo, te resulta familiar. Tiemblas, sin saber por qué razón, y al mirar a tu alrededor te ves a ti misma, dormida en el suelo, rodeado de hojas secas y completamente sola. 

No hay estrellas. Allá donde mires, solo ves los árboles y sus frondosas ramas, y eso te agobia, porque todo te parece igual.

Y entonces lo sientes. Algo se acerca a ti, pero no sabes desde dónde. Se trata de algo maligno que sabes desea únicamente tu muerte. 

Pero no puedes moverte. Ahora eres tú quien está dormida y cuando abres los ojos, solo puedes gritar. Y gritar. Y gritar.

Porque estás muerta.

* * * * *

Te despertaste sobresaltado, con el corazón latiéndote a mil por hora a causa de una pesadilla que no acababas de comprender, pero sobre todo, con la sensación de que parecía "demasiado real".

Acto seguido, te diste una ducha, desayunaste rápidamente y te fuiste a la Universidad. Hoy era un día especial. El día en el que hablarías con el Doctor West sobre tu tesis. El Doctor West era excéntrico a más no poder, pero también, una autoridad en supersticiones y elementos relacionados con la brujería. Así que lo que les propusiera, seguramente sería, como poco, diferente.

Cuando llegaste a la puerta de su despacho, no estabas solo. No lo esperabas. Creías que tú ibas a ser la única a quien le supervisaría la tesis, pero nada más lejos de la realidad. Otros cuatro estudiantes estaban allí, esperando a que hiciese su aparición el Doctor West.

Es de noche y estás en un bosque. No lo conoces, pero al mismo tiempo, te resulta familiar. Tiemblas, sin saber por qué razón, y al mirar a tu alrededor te ves a ti misma, dormida en el suelo, rodeado de hojas secas y completamente sola. 

No hay estrellas. Allá donde mires, solo ves los árboles y sus frondosas ramas, y eso te agobia, porque todo te parece igual.

Y entonces lo sientes. Algo se acerca a ti, pero no sabes desde dónde. Se trata de algo maligno que sabes desea únicamente tu muerte. 

Pero no puedes moverte. Ahora eres tú quien está dormida y cuando abres los ojos, solo puedes gritar. Y gritar. Y gritar.

Porque estás muerta.

* * * * *

Te despertaste sobresaltado, con el corazón latiéndote a mil por hora a causa de una pesadilla que no acababas de comprender, pero sobre todo, con la sensación de que parecía "demasiado real".

Acto seguido, te diste una ducha, desayunaste rápidamente y te fuiste a la Universidad. Hoy era un día especial. El día en el que hablarías con el Doctor West sobre tu tesis. El Doctor West era excéntrico a más no poder, pero también, una autoridad en supersticiones y elementos relacionados con la brujería. Así que lo que les propusiera, seguramente sería, como poco, diferente.

Cuando llegaste a la puerta de su despacho, no estabas sola. No lo esperabas. Creías que tú ibas a ser la única a quien le supervisaría la tesis, pero nada más lejos de la realidad. Otros cuatro estudiantes estaban allí, esperando a que hiciese su aparición el Doctor West.

Es de noche y estás en un bosque. No lo conoces, pero al mismo tiempo, te resulta familiar. Tiemblas, sin saber por qué razón, y al mirar a tu alrededor te ves a ti misma, dormida en el suelo, rodeado de hojas secas y completamente sola. 

No hay estrellas. Allá donde mires, solo ves los árboles y sus frondosas ramas, y eso te agobia, porque todo te parece igual.

Y entonces lo sientes. Algo se acerca a ti, pero no sabes desde dónde. Se trata de algo maligno que sabes desea únicamente tu muerte. 

Pero no puedes moverte. Ahora eres tú quien está dormida y cuando abres los ojos, solo puedes gritar. Y gritar. Y gritar.

Porque estás muerta.

* * * * *

Te despertaste sobresaltado, con el corazón latiéndote a mil por hora a causa de una pesadilla que no acababas de comprender, pero sobre todo, con la sensación de que parecía "demasiado real".

Acto seguido, te diste una ducha, desayunaste rápidamente y te fuiste a la Universidad. Hoy era un día especial. El día en el que hablarías con el Doctor West sobre tu tesis. El Doctor West era excéntrico a más no poder, pero también, una autoridad en supersticiones y elementos relacionados con la brujería. Así que lo que les propusiera, seguramente sería, como poco, diferente.

Cuando llegaste a la puerta de su despacho, no estabas sola. No lo esperabas. Creías que tú ibas a ser la única a quien le supervisaría la tesis, pero nada más lejos de la realidad. Otros cuatro estudiantes estaban allí, esperando a que hiciese su aparición el Doctor West.

Es de noche y estás en un bosque. No lo conoces, pero al mismo tiempo, te resulta familiar. Tiemblas, sin saber por qué razón, y al mirar a tu alrededor te ves a ti misma, dormida en el suelo, rodeado de hojas secas y completamente sola. 

No hay estrellas. Allá donde mires, solo ves los árboles y sus frondosas ramas, y eso te agobia, porque todo te parece igual.

Y entonces lo sientes. Algo se acerca a ti, pero no sabes desde dónde. Se trata de algo maligno que sabes desea únicamente tu muerte. 

Pero no puedes moverte. Ahora eres tú quien está dormida y cuando abres los ojos, solo puedes gritar. Y gritar. Y gritar.

Porque estás muerta.

* * * * *

Te despertaste sobresaltado, con el corazón latiéndote a mil por hora a causa de una pesadilla que no acababas de comprender, pero sobre todo, con la sensación de que parecía "demasiado real".

Acto seguido, te diste una ducha, desayunaste rápidamente y te fuiste a la Universidad. Hoy era un día especial. El día en el que hablarías con el Doctor West sobre tu tesis. El Doctor West era excéntrico a más no poder, pero también, una autoridad en supersticiones y elementos relacionados con la brujería. Así que lo que les propusiera, seguramente sería, como poco, diferente.

Cuando llegaste a la puerta de su despacho, no estabas sola. No lo esperabas. Creías que tú ibas a ser la única a quien le supervisaría la tesis, pero nada más lejos de la realidad. Otros cuatro estudiantes estaban allí, esperando a que hiciese su aparición el Doctor West.

Otra pesadilla, menuda forma de empezar un día especial.

Hacia años que no tenia una pesadilla tan realista, desde que mama hacia esas cosas con las velas.

Seguramente seria por que me había quedado viendo algún vídeo de Dross o algo por el estilo anoche y por alguna razón no lo recuerdo, me encanta escuchar cosas misteriosas antes de dormir y estas son las consecuencias que tiene.

Me duche y arregle lo mas rápido que pude pues pensé para mi misma que aparte de tener una pesadilla tan realista y agobiante no había escuchado la alarma del móvil y llegaba extremadamente tarde.

Por lo menos el echo de ir excesivamente rápido hizo que la pesadilla saliera de mi cabeza pero no el agobio que sentía por conocer al doctor West.

Cuando llegue a la puerta de su despacho me quede plantada pues había mas gente esperando.

La puerta del Dr. West estaba cerrada, pero uno por uno fuisteis llegando a ella esperando que os recibiera, poco más o menos, como si fueses los elegidos. Estar allí era todo un logro porque muy pocos conseguían ni tan siquiera que el Dr. West, el infame, les dirigiese la palabra.

Os sentíais especiales, únicos... al menos, hasta ver que había más como vosotros.

Había sido una mala pesadilla. Una de tantas que hacía tiempo que no había tenido a lo largo de su carrera. La última vez que hubo tenido una pesadilla fue hacía años, cuando era una infante y veía cosas extrañas que su padre las tachaba a alucinaciones por no dormir del todo bien.

El caso es que, tras desayunar a la velocidad de Flash, se hallaba en el despacho del Doctor Westh, sentada en una de las sillas de afuera, a la espera del que el profesor ,que al parecer iba con retraso porque junto a ella había otros alumnos, apareciese.

Y yo que pensaba que iba a ser la única... o, al menos eso fue lo que me dijo.

-La defenderás delante del tribunal tú sola a las 12:00 am, sé puntual, señorita Gadot o nos veremos en septiembre.

Gadot se rió sola al recordar el diálogo. 

Al menos, ahora, el impuntual era él y no ella. ¿El contra? Pues que por su retraso deberá quedarse más tiempo. 10 minutos contados tenía para defender una tesis. ¡Genial!

Entre sus brazos, un tocho de folios encuadernados sobre La magia y los magos en el Antiguo Egipcio sobresalían. Además, del ordenador portátil.

Hola, Flavia, ¿tú también hoy? -le preguntó curiosa. Pensaba que ella lo tenía un día después de ella, o, al menos, eso había entendido en el salón del piso mientras veían algún vídeo de Dross. Al parecer, había sido ella quien había salido unos minutos antes que Enara. Le he puesto la comida a Bruce. Espero que no te haya dado la noche, pues no ha parado de maullar...

Al poco rato de sentarme alguien me saludo:

-vaya Enara Gadot por aquí, por que no me sorprende-dije sarcástica con una sonrisa de oreja a oreja cuando vía mi compañera de piso. El pequeñajo de Bruce había llorado toda la noche pero bueno era algo normal, al fin y al cabo era una gatito que echaba de menos a su madre:

-ya sabes que duermo como un tronco, debería dormir con alguna de las dos y así no maullaría tanto-comente señalando el sitio que estaba a mi lado para que se sentara.

Me incorporé en la cama al instante soltando un gemido de terror. Estaba empapado en sudor y el corazón me latía como si acabase de correr en una maldita maratón-Mierda...menuda pesadilla- susurré mientras apoyaba los pies en el suelo y me pasaba la mano por la cara apartándome el pelo mojado-parecía tan...real- continué mientras se calmaba el corazón camino de la ducha.

Pocos minutos tardé en salir de casa para acudir a la cita con el Doctor West, aquélla era una excelente oportunidad para mí. West era más raro que un perro verde, pero que pudiese exponerle mi tesis significaba mucho, así que caminaba a paso ligero hacia su despacho, calzaba una sonrisa de orgullo que no me cabía en la cara, la cual se tornó en sorpresa al entrar en la minúscula sala de espera y encontrarme con dos chicas que charlaban de forma distendida, a una de ellas la conocía. Hacía tiempo que no la veía, pero la reconocí perfectamente ¿Qué narices hacía ella alli? Supuestamente West sólo quería verme a mí..¿O no?

-¿Enara? ¡Vaya que sorpresa! Hacía tiempo que nos veíamos-dije con genuina sorpresa-¿West también te ha llamado? Bueno, mejor diré que os ha llamado-dije desviando mi mirada hacia la otra chica con curiosidad-Y soy Alex, encantado-me presenté con una amable sonrisa.

Desacostumbraba a tener pesadillas, pues sus preocupaciones no lo llevaban a tal extremo, sin embargo aquel día la situación había sido distinta. El realismo del plano onírico llegó a asustarlo y si bien odiaba sudar, fue incapaz de controlar el líquido abandonándolo a través de los poros dado el brutal susto que debió soportar cuando vio una imagen horrible ascender de la maleza seca otoñal. En ese instante abrió los ojos y saltó de la cama hasta bajar las piernas, como deseando escapar de algún peligro inexistente. Allí, transcurrida la escena propia de un adolescente, descubrió cuatro paredes pertenecientes a su cuarto cobijándolo de todo mal.

A continuación decidió realizar ejercicios de respiración y luego cobró altivez sintiéndose húmedo. Entonces, ni lento ni perezoso caminó rumbo al baño en pos de asearse diez largos minutos y en la ducha meditó acerca de la tesis, cuya realización sería grupal y ya conocía al resto de participantes. Pese a haber elegido cierto tema particular, Bartho descreía en fantasmas y aprovecharía la eventualidad para demostrar a la universidad cuán equivocados estaban. Quizá así la gente comenzaría a ser más escéptica y racional.

En cualquier caso, el hombretón cerró el grifo y después de adecentarse descendió escaleras hacia la cocina donde desayunó café, tostadas, mermelada y frutas. A posteriori de llenarse el estómago, se lavó la dentadura y en cuanto concluyó la rutina matutina aguardó la aparición del señor Green, quien lo llevaría a la institución educativa.

Habiéndose puesto chaqueta gris de jean, vaqueros holgados, remera blanca y cinturón negro a juego con los zapatos y el reloj, el joven serio atestiguó la llegada de su padre y montó en el coche.

[...]

Pasó alrededor de media hora y Bartholomew arribó a la escuela. Acto seguido bajó del automóvil, despidió al responsable de trasladarlo y buscó el despacho de West, el cual estaría encargado de supervisar el trabajo. Pero creyéndose primero en presentarse al principio, divisó a otras personas esperando y cabeceó.
—Buenos días, ¿están preparados?
Medía metro ochenta y ocho, imponía un poco, no obstante carecía de musculatura marcada y afeitado parecía menor de veintidós.

Me desperté sobresaltada, respirando de manera agitada y empapada en sudor. Hacía tan sólo un segundo estaba en aquel bosque, sintiendo que algo maligno me acechaba, tratando de moverme sin ser esto posible, porque ya era demasiado tarde.

Estaba muerta.

Así me había parecido que era durante unos instantes. Aquel sueño era tan real que llegué a pensar de verdad que todo había acabado, pero no, no era más que un sueño, y cuando conseguí que mi respiración se calmara y mi desbocado corazón volviera a su ser, me froté los ojos y salí de la cama.

Nervios, tenía que ser eso. Aquel era el día en el que tenía que ir a ver al Doctor West para hablar de la tesis que me permitiría graduarme, y esperaba que con una buena nota. Me dirigí a la ducha dejando atrás aquel desagradable momento, mientras rememoraba las cosas que tenía por hacer, pero al sentir el agua caer sobre mí dejé mi mente en blanco un momento; permitiéndome un breve instante de verdadero relax antes de ponerme manos a la obra, y es que en cuanto el profesor me diera las directrices necesarias me pondría a trabajar.

Salí de la ducha y me vestí antes de dirigirme a la pequeña cocina del estudio en el que vivía durante el curso. Era pequeño, pero me resultaba agradable, y para mi sola era más que suficiente. Aún con mi cabello mojado envuelto en la toalla, exprimí un par de naranjas para hacerme un zumo, y me tomé este junto a un par de tostadas con un poco de sirope de arce. Tras ello sequé mi pelo y terminé de prepararme, vistiéndome con unos vaqueros, una blusa estampada y una cazadora; calzándome además unas botas bajas de tacón también bajo.

Tomé mi bolso y puse rumbo al campus, el cual no se encontraba muy lejos de mi casa, pasando antes por una librería del barrio para recoger un encargo. “American Gods” de Neil Gaiman, el libro que les había pedido hacía algunos días, ya había llegado; así que no pude evitar acercarme antes de ir a la universidad. Sin embargo, la librería estaba más concurrida de lo que esperaba a aquellas horas, y tras pagar al llegar mi turno y coger el libro con rapidez, salí casi corriendo hacia el campus.

No puede ser, no puedo llegar tarde.

A punto estuve de caerme por el camino, al tropezar con una baldosa floja, pero conseguí alcanzar el edificio sana y salva, subiendo entonces hasta el despacho de West. Alcancé de forma apresurada la puerta del Doctor, respirando aliviada al hacerlo, dándome cuenta en seguida de que no era la única que aguardaba para entrar. Sonrojada, por la vergüenza y por haber subido tan rápido, saludé a los allí presentes.

- Buenos días. – les dije con una tenue sonrisa, tratando de ocultar mi timidez, mientras sujetaba la novela con ambas manos frente a mí.

El Profesor West abrió la puerta lentamente, como si quisiera crear un misterio en donde no lo había. Aquel era el grupo de alumnos que había seleccionado para presentarles su propuesta de tesis. El Departamento de Antropología Cultural, que él dirigía, seguramente era considerado como uno de los menos importantes de toda la Universidad, aunque no por ello, el menos activo.

En cuanto salió al pasillo, todos se callaron como si hablar fuese poco menos que un pecado mortal, y miraron a su "anfitrión", que a la vez sabían sería juez y verdugo... académicamente hablando, claro.

Bien. Me alegra ver que estáis todos aquí. Pasad... y sentaros.

El despacho no era como esperaban. Ninguno de ellos había estado allí dentro con anterioridad. Además de la mesa y la silla del profesor, West había colocado cinco sillas delante. Pero no era eso lo que les llamó la atención. Por todas partes había libros que parecían ciertamente antiguos, desordenados, acumulados sobre mesas auxiliares y mal colocados en sus estantes, como si nadie les prestase atención.

Si alguien les hubiese dicho que nadie trabajaba allí, se lo habrían creído.

-¡Y no hagáis ruido! ¡Detesto a los alumnos que hacen ruido! ¡Quizás tengáis el cuerpo de un adulto pero vuestro cerebro está aún casi tan vacío como el de un recién nacido!

West se fue directamente hacia su mesa. Al lado había un televisor encendido, pero con la pantalla en negro, y unos cables lo conectaban a un ordenador portátil.

Primeramente llego un chico que parecía conocer a Enara y se presento:

-Soy Flavia Carley pero puedes llamarme Flash-dije señalando la cámara digital que llevaba al cuello, nunca me desprendía de ella ya que así podía inmortalizar los mejores momentos de la vida.

Después llego otro chico al que solamente salude con la cabeza y por ultimo una chica de la carrera de periodismo, me sonaba de verla en alguna clase de la carrera pero no recordaba su nombre.

El profesor West salio de su habitáculo llamado despacho si eso podía llamarse así ya que no es que estuviera muy ordenado ni especialmente limpio, me pregunte si de verdad debería estar allí en ese instante. Ante el comentario del doctor West sobre nuestros cerebros de bebe a lo que puse los ojos algo en blanco y pensé ¿lo estará diciendo enserio?.

Enara se acercó aún más a su compañera de piso -por mero instinto- al observar aquella mirada. ¿Parker? No puede ser, cuánto tiempo. Veo que sigues teniendo la misma cara de niño que de siempre. -le guiñó el ojo amistosamente, tras esto, le  saludó a los dos nuevos que acaban de llegar-.

Tras la chica de los pelos rizados, entró el Doctor West a su departamento. Lo inusual es que aquel año el jefe/director/lo que sea del TFG iba a ser nada más y nada menos que el profesor de Antropología. Cosa que, le extrañaba, ya que ella sólo lo había visto en una asignatura. Aunque lo más descabellado, era meter a cinco personas en un despacho, sin más doctores ni catedráticos... ¿Qué coño le pasaba ese año a la organización? De veras que la universidad estaba hecha mierda. Menos mal, que el año que viene tendría -o eso esperaba-, que partir a otro lugar para realizar el máster en Egiptología. Posiblemente, Francia.

Y como no, el respeto era lo último que tenían los personajes arrogantes como él. Y ,claro, la señorita Gadot no se calló.

¡Quizás tengáis el cuerpo de un adulto pero vuestro cerebro está aún casi tan vacío como el de un recién nacido!

El ladrón piensa que todos son de su misma condición, señor West. Permíteme que discrepe, pero si de veras piensa usted eso, deberá escucharnos atento y, puesto que no hay ningún compañero de MI carrera en su despacho ni de periodismo, necesitaré que preste todos los sentidos en los que mis compañeros y yo expongamos. Veremos si piensa lo mismo cuando acabe. -chasqueó la lengua enfadada. Efectivamente se estaba jugando el suspenso o el aprobado.

El ladrón piensa que todos son de su misma condición, señor West. Permíteme que discrepe, pero si de veras piensa usted eso, deberá escucharnos atento y, puesto que no hay ningún compañero de MI carrera en su despacho ni de periodismo, necesitaré que preste todos los sentidos en los que mis compañeros y yo expongamos. Veremos si piensa lo mismo cuando acabe. 

La puerta está abierta para que salga por ella, señorita... Gadot, en el momento que desee, si no acata mis normas. Son bebés balbuceantes y repulsivos, con ideas equivocadas sobre la vida y los estudios, hasta que yo decida lo contrario. Si quiero escucharles lo haré, y si no quiero, no, y no estoy dispuesto a perder mi valioso tiempo en discusiones absurdas. Así que siéntese y cállese.

Emily llegó a las prisas y Bartho volteó a verla preguntándose qué pasaba, pero en ese instante halló a una tímida muchacha sosteniendo un libro y presentándose, entonces la saludó sonriendo de manera sutil, apenas curvando sus labios.
—Hola, todavía parece haber tiempo —dijo amistoso.

Sin embargo, como si el doctor estuviese oyendo desde el otro lado, la puerta empezó a abrirse y el futuro periodista giró a observar quién era. Ahí fue cuando vio a cierto ser peculiar, por no entrar en descalificativos, y a continuación tal peculiaridad se incrementó en cuanto la habitación desordenada apareció frente a él.
—Bueno, esto es... diferente.
Acto seguido ingresó obviando los insultos e inspiró viendo a la fémina caer en el juego de aquel intento de científico loco.
—Mejor no discutamos y vamos al punto. Mientras más rápido terminemos, menos tiempo tendrán que verse mutuamente —sugirió a Gadot y West.

Tras haber tratado de zanjar asuntos candentes, buscó la silla más cercana y tomó asiento. El joven Green tenía determinada clase y madurez poco vista en alguien de veintidós.

Cuando todos se hubieron sentado, West dio un giro rápido hacia todos ellos.

-Bien, todos estáis aquí, supongo, porque queréis aprobar esta tesis y demostrar lo que valéis. Pues he de deciros que no será fácil. Existen una gran cantidad de misterios sobre la faz de la tierra aún sin explicar, y muchos de ellos han sido confundidos en muchas ocasiones con folclore, así que he decidido que hagáis una investigación de campo para mí. Si me traéis los hechos, tal y como sucedieron, y todo lo que encontréis, obtendréis mi firma en vuestra tesis. Si no... buscaros a otro. Eso significa que no aceptaré el fracaso ni tampoco excusas. En mi departamento quiero gente decidida, personas dispuestas a llegar hasta el final. Si no, tal y como le he dicho hace un momento a la señorita Gadot, mi puerta está abierta para cualquiera que desee irse.

El Dr. West esperó a que sus palabras hiciesen mella en los alumnos y estos reaccionaran.