Partida Rol por web

De todas formas, mientras esperamos (si no os importa introduciros en mi mente) os contaré una historia como nunca habéis oído; os narraré la creación de éste mundo, del tejido de las pesadillas... -El tiempo se invierte en los pensamientos del dios de la muerte, y se detiene en un punto de perfecta calma y armonía...

Nerhu se ubica en un lugar hasta entonces inexistente. Sus dedos helados henden el vacío conjurando secretos poderes, y la negrura se hace opaca y oprimente; tanto que ningún mortal lograría desplazarse por ella.

Sin embargo, el dios del pensamiento es capaz de convertirse en aquello que representa y, abandonando su cuerpo, cruza sus infinitos dominios explorando sus capacidades y experimentando con impecable y calculadora minuciosidad. Reduce su tamaño hasta fundirse con las más imperceptibles partículas del nuevo mundo en construcción y las observa con perfecta impasiblidad, escrutando su esencia con eterna paciencia -el tiempo no es su problema, pues aquel lugar no ha sido tocado por su hermano Arezos- hasta que ésta se convierte en un libro abierto para él.

La sustancia se ordena bajo la omnisciente mirada del insensible dios, primero lo más pequeño y, gradualmente, lo más grande.

Nerhu encuentra uuna mínima oposición en el poder que, tras desprenderse de él, ha dejado de obedecerle, pero lucha incansablemente por reducir la voluntad de la energía liberada a una simple fracción de él mismo.

Las infinitas galerías del mundo de los muertos, de edad incalculable pese a su reciente creación, resuenan con el eco del alma del dios de la muerte, que grita. Ha culminado su tarea, y la perfecta estructura que hasta entonces sólo era parte de sus sueños se estremece temerosa del poder de su dueño, que él acaba de terminar de descubrir.

Está preparado para pasar al siguiente paso.

Melenunde avanzo por el extraño lugar... parecia mas una obra de Durmeg que de cualquier otro dios... sospechava lo que se iba a encontrar, una reunion privada, lo que no tenia tan claro era con cuanta gente se iba a encontrar, con paso firme y agarrandose la daga que colgaba de su cinto, camino por la oscura caverna asta llegar donde se encontraban Asura, Nerhu y Arezos, Asura? vale que sean hermano pero... bueno da igual sus motivos tendra...

Saludos hermanos... que o porque, nos a echo venir aqui?

Frean aparece tras Melenunde, y en su expresivo rostro se refleja la intriga de su alma. Mira al resto de dioses congregados con un vistazo evaluador.

Nehru... -Sus ojos exijen respuestas.

Ahora que estáis todos, podemos empezar. Debo advertiros que algo muy grande está a punto de pasar. El destino... -Contempla fugazmente a Arezos, con una especie de distante complicidad- lo ha querido así. Era algo que sucedería independientemente de lo que hiciéramos nosotros, los dioses, pues el cosmos deseaba que nos separáramos. Pronto todo estará claro; todos entenderéis lo que quiero decir.

Se extiende un silencio que parece hecho por y para aquel mundo tejido de sueños y pesadillas.

Muchos creéis saber por qué os he invitado... y nadie sabrá, con una probable excepción, por qué he invitado a Asura. Pues bien, ella es... una invitada especial.

El hecho de que la mitad de los dioses esté aquí, creo, será el desencadenante de lo que sucederá a continuación...

Asura seguía observando todo curiosa... a pesar de que pudiera parecer lo contrario, le gustaba aquel sentido, lo encontraba, a su manera, acogedor... pero a diferencia de los demás, ella ni siquiera se había preguntado por qué estaba allí, lo encontraba de lo más normal del mundo, siendo la gemela, por eso se sorprende cuando Nerhu menciona su nombre y dice lo de "invitada especial".

Abre los ojos y mira a Arezos, sin entender.

Es verdad; ayer no me dio tiempo. El mundo se va a separar; black_sirius y yo queríamos meter escenas de una vez y buscábamos una excusa y yo quería separaros a vosotros. Primero perderéis el contacto con los otros dioses; no podréis comunicaros temporalmente. y luego tú tendrás que hacer un portal secreto (ésto no lo sabe nerhu) para que podáis regresar en algún momento. Nehru quiere conferenciaros un poco cuando todo haya pasado, y busca tu apoyo.

Vaya, debería hacer ésto más amenudo.

Algo interrumpe las palabras del dios de los muertos; algo tan inconcebiblemente colosal que no puede ser medido ni abarcado por nada que los dioses hagan...

Es un silencio; un silencio por sí solo material, tan denso que por un instante parece inhibir toda movilidad de sus hijos...

Entonces, toda emoción se libera. El poder de todos los presentes estalla como un globo rajado, pero sólo es un instante, tan efímero que no podrían asegurar a ciencia cierta su existencia.

Algo se mueve, mas allá de todo ello: algo se abre paso entre los hermanos como si ellos formaran parte de él.

Es el fin y el principio -sentencia a través de sus voces. De pronto, todo cesa, y nada ha cambiado. Nada ha pasado... y ha pasado todo. Aturdidos como están, los dioses, ahora sintiéndose meras criaturas, apenas se fijan en las consecuencias de lo que ha sucedido. Ha sucedido... y es lo que importa.

La realidad acabada de resquebrajarse, y todos los dioses lo habían sentido, todo y cada uno de ellos.

-Acaba de pasar, era inevitable y ha pasado y ahora ya no lo puedes cambiar tu, ni tu, ni tu, -Dice señalando por orden a Asura, Nerhu y Melenunde- ni... No te lo tomes a mal, pero, mucho menos tu. -Añade por ultimo a Frean.

Arezos que ha recuperado su habitual vivacidad se mueve de un lado a otro de la infinita galería de muerte de Nerhu.

-Todo ha cambiado, todo sigue igual, ellos están allí y nosotros aquí. Pero nuestros hermanos están mas lejos de lo que podáis imaginar..... Lejos de todo, aislados... Atrapados como...Ratas... Aun no existen... Atrapados como un satélite en una orbita. Y el desencadenante de todo esto ha sido nuestro querido hermano Nerhu... Más... Existe algo que me inquieta incluso a mi...

En un parpadeo Arezos abandona su posición hasta quedarse pegado al dios de la muerte, tan cerca que incluso podría mirar bajo su habitual manto, pero Arezos jamás aria algo así... Aun...

-¿Como supiste tu también que esto iba a ocurrir?

Escuchaba pacientemente a su consorte, interesado en sus opiniones y razonamientos.

- Mi querida Ereymos, el sueño que Cosmos me reveló mostraba numerosas razas surgidas de nuestras manos. No puedo asegurar que hubiera una por cada uno de nosotros, pero una vez que se hayan creado, nuestro contacto con la Creación deberá restringirse, por lo que será improbable que podamos crear otras razas. El momento es este.

En ese momento, gira la cabeza como escuchando algo lejano. Sus ojos fulguran rojos como la lava.

- Un momento...

-Entiendo perfectamente lo que me dices. Entonces es este el momento...

Pero las palabras de la diosa quedaron sumergidas al escuchar la de él pidiéndole unos instantes.

-¿Qué sucede?

Quería estar segura de que todo estaba en orden antes de decir nada más, aunque claro, ya sabía por dónde habían de continuar los movimientos de ambos, de todos. Había que retomar el control, cosa que no sería sencilla.

Adelphos frunció el ceño mientras oleadas de calor recorrían la habitación. Giró lentamente, escrutando el infinito, más allá de las paredes de mármol. Al final, tras dar un giro completo, cerró los ojos y respiró hondo, tratando de calmar el ímpetu interior.

- Al parecer, algunos de nuestros hermanos han desaparecido - al abrir los ojos de nuevo, el fulgor interior parecía menos intenso, aunque el iris lucía el color del metal al rojo. - Sin duda están juntos en algún lugar fuera de los planos comunes.

Caminando unos pasos hacia la puerta, le daba vueltas a las posibles implicaciones de la situación.

- Que hayan recurrido a tanto secretismo sólo puede indicar que, sea lo que sea lo que van a hacer o estén planeando, no esperan mi aprobación.

Se giró de nuevo hacia la gélida belleza de su amada Ereymos. Su sola presencia templaba sus ánimos.

- Esperaba algo así de Nerfedos... pero... 

Adelphos se mostraba inseguro, una debilidad que jamás permitiría que ningún mortal o inmortal viera, excepto su amada. Sólo en ella confiaba con todo su espíritu.

- Espero que no cometan un error irreparable. Sólo la visión del Cosmos y el conocimiento atemporal de Arezos nos guían en la Creación.

-Neferdos...-murmuró ella poniéndose cerca de él y plantando sus manos sobre los hombros tibios de su esposo.-De alguna manera sabía que esto pasaría, de tan perfectos que somos que los errores vienen de esa perfección pero estoy segura que sabremos enfrentar esto o lo que sea.

Lo hizo voltear lentamente para que pudiera reflejarse en sus ojos, era al único que podía permitirle entrar en su mundo de aquella manera, el único fuego que prendía en su corazón sin extinguirse por su frialdad natural. Esbozó una breve sonrisa y lo abrazó para poder hablarle al oído.

-Pase lo que pase, recuerda que estaré contigo en cualquier momento, contra todo pronóstico, llueva o truene. Recuerda que no pueden separarnos porque entonces, sólo entonces conseguirían echarlo todo a perder, debemos mantener a nuestros hermanos a raya y sólo tú puedes hacerlo.

Lo apretó contra sí, sintiendo cómo sus murallas se derretían, cómo su temperatura cambiaba levemente, incluso sintió calor en las mejillas. Cerró los ojos esperando, deseando que el Cosmos no confabulara contra ellos en las personas de sus hermanos, deseando que las cosas salieran como tenían que salir.

Adelphos descansó unos momentos en los brazos de su amada Ereymos. Por unos instantes, nada más en el universo le importó, ninguna carga sobre sus hombros, ninguna misión superior. Con un suspiro se separó de su esposa.

- Debo comenzar a prepararme para lo que pueda surgir.

El rostro del líder de los dioses surgió de nuevo, con su seria mirada incandescente. Con resolución renovada salió de las habitaciones y caminó por el pasillo que llevaba al gran salón. Sus alas de luz iluminaban las paredes marmóreas. Al llegar junto a la mesa donde todos los hermanos se reunían para dialogar su rostro se endureció.

- Hermanos, escuchadme. Debo hablar con los que todavía os encontráis aquí. Acudid al salón con la máxima brevedad.

Su voz reverberó por todas las estancias del Templo del Infinito, llevando sus palabras hasta el resto de Dioses. Su tono era firme pero exento de amenaza. Tras pronunciar su petición se sentó en el asiento labrado que le pertenecía y esperó.

Nerfedos no se hace de rogar. Aparece en la sala el primero tras la llamada de su hermano luminoso, envuelto en una tenue nube de vapor en la que cada gota centella como un diamante gracias a la influencia de Adelphos. El porqué de su pronta llegada es todo un misterio para sus hermanos, ya que el dios de las tormentas suele ser de los últimos en hacer acto de presencia, a sabiendas de que ese gesto molesta a su hermano mayor y le concede cierta importancia ante los demás.

- Aquí estoy, hermano, para lo que necesites. - Anuncia con voz profunda como los océanos recién creados. La presión de los mares se deja sentir sobre cada palabra, inundando la sala con su sola presencia. El dios de las tormentas parecía contento en cierta manera -si es que eso era posible- dado que su ceño no aparecía fruncido y su lenguaje corporal era mas bien fluido, en contraposición a los tumultuosos movimientos que solían acompañar sus peores estados de humor.

Adelphos observó al Dios del mar mientras entraba en la sala. Su rostro era una máscara inescrutable, pero sus ojos ambarinos mostraban ligeros destellos de luz si se miraban fijamente, como si tras la tranquila superficie fluyese un río de magma al rojo.

- Nerfedos, me alegra ver tu solicitud.

Ambos sabían que estaba sorprendido por su pronta presencia, aunque no dijera nada al respecto. Se inclinó sobre la mesa, hasta apoyar las puntas de los dedos sobre la madera.

- En cuanto lleguen nuestros hermanos, podremos comenzar la reunión. Por ahora... ¿qué opinión tienes sobre lo que hemos creado hasta ahora?

Volvió a apoyar la espalda en el alto respaldo del sillón. Nerfedos no solía estar de acuerdo con sus acciones la mayoría de las veces, pero, precisamente por eso, su visión podía ser de gran ayuda en muchas situaciones.

- Lo dije sobre la faz del mundo y lo repito aquí, en tu presencia, hermano. No estoy de acuerdo con lo que hemos llevado a cabo. - Responde con total serenidad, sonando su voz de nuevo con gran fuerza y presencia. Parecía lleno de energía el dios de los mares, aunque de una energía potencial, nacida, quizá, de planes que vería cumplirse en el futuro.

- No veo con buenos ojos la creación del mundo. Me parece un lugar maravilloso en cierta medida, pero demasiado imperfecto, incompleto quizá. Es una obra torpe, tosca, demasiado complicada para lo sencilla que debería haber sido y viceversa... - Nerfedos estaba eligiendo aquellas palabras con total intención, tratando de parecer críptico y revelando de forma indirecta lo que penaba que los otros dioses sin llegar a entrar en conflicto alguno. Al menos de momento.

- No apruebo la creación de Nimya, la consorte de Durmeg, ni de sus hijos e hijas. Ni apruebo la esclavitud a la que Nerhu quiere someter a nuestros hijos mortales cuando estos crucen las puertas de su reino. Tampoco apruebo que nuestros otros hermanos se hayan comportado como lo han hecho, prestando mínima atención a la gran obra, como si las órdenes que el Cosmos puso en tus labios fueran menos que nada. Considero que algunos han sido extremadamente astutos y taimados y que sus ambición les llevará demasiado lejos... quizá incluso piensen desafiar tus mandatos... mandatos, los cuales, tampoco es que hayan sido oídos y cumplidos por todos. - Encoje ligeramente sus enormes hombros y la fina barba entretejida de hebras de nube queda flotando unos instantes a su alrededor. - Pero no soy quién para juzgar tu juicio, hermano.