Todos llegan puntuales a la cita. Narthalion, es el último en entrar y el anciano, que le abre la puerta, le pide que tome asiento a una mesa donde ya se encontraban los demás.
La vivienda era pequeña pero acogedora. Se notaba el mimo, que permiten los años, de la cuidada decoración.
La mesa era robusta y sobre ella no había nada. Estaban situados dos a cada lado, Albidion junto a Zelgadiss y, en frente, Casandra junto a Narthalion. En los dos cabeceros el anciano y un niño, al que algunos reconocen como el que les entregó la carta.
El calor de la lumbre llegaba algo tenue debido a la distancia hasta el pequeño salón, pero la temperatura era lo suficientemente agradable como para estar a gusto.
El anciano se mesa la barba y comienza a hablar:
En primer lugar, gracias a todos por venir. Sé que la invitación ha sido bastante extraña, pero son tiempos extraños los que nos ha tocado vivir.
Iré directo al grano, soy mago, como mi pupilo- dice señalando al chico sentado frente a él-y sé que vosotros también lo sois.-tras una pausa para que os dé tiempo para asimilarlo, continua-También conozco vuestras recientes circunstancias, y sobre los que sois de fuera, los motivos que os han traído a esta urbe.
Pensaréis que soy un mago poderoso, jeje. Bueno, no lo creáis, pues no es así, pero tengo mis recursos. A parte, pertenezco a una reconocida logia que resiste y hace frente, allí donde es necesario, a las tropelías del actual gobierno. Por ello es, también, que gozo de cierta información privilegiada, jejeje.
Bien, el asunto por el cual os he reunido aquí con tanto secretismo, es el mismo que ha traído a Albidion hasta Fulgor. Es decir, la llegada de uno de los inquisidores con mas talento, y a la vez mas cruel, de nuestros tiempos.
Creo que es un asunto que nos ha de preocupar a todos, como magos que somos. También creo que es nuestra tarea librarnos de él por el mismo motivo. Pero la logia, si es que deseáis pertenecer a ella, no permite los asesinatos a sangre fría. Así que deberíais tratar de solventar el asunto sin derramamiento de sangre, a no ser que ésta resultase inevitable.
Podéis ir pensando mi propuesta, la cual sois libres de aceptar o rechazar. Mientras tanto, ¿que os parece si os sirvo una rica infusión de especias que os calentará los músculos, a la par que Albidion nos cuenta los motivos que le han traído hasta aquí?
Albidion mostró un rostro impasible desde que entrara a la reunión. Si bien estaba expectante por conocer los motivos de la misma nada podía leerse en su cara salvo una expresión impertérrita que denotaba un gran control de si mismo. La declaración directa del hombre le sorprendió, pues no esperaba que fueran magos tanto él como el joven, dado lo que ya sabía de ellos.
En primer lugar habló su desconfianza. - Si es cierto que eres un mago, así como el muchacho, agradecería que lo demostrárais. Mientras tanto no diré más, salvo que no puedes probar que yo sea un mago. Bien podríais ser un inquisidor con una tapadera elaborada que tratase de librarse de un rival político. Agradecería también que los demás, si son tan amables, probasen sus supuestas habilidades con la magia. - Así, Albidion calló y miró expectante al hombre mientras esperaba la demostración exigida.
Si bien había esperado una reunión similar a aquella y una proposición parecida, siempre cumplía el mismo protocolo con todos los nuevos magos que conocía. Nunca se sabe si un agente inquisitorial trataría de hacerse pasar por un mago para obligar a otros a desenmascararse. Aunque solían valerse de la tortura y la fuerza bruta, algunos podían ser más exquisitos con sus argucias o más temerosos del poder de los magos. Así que, como medida de cautela, solía pedir que, al menos, quien dijese ser un mago demostrase tal afirmación.
Narthalion miró a Albidion con desconfianza.
- ¿Nos exigís algo que no estáis dispuesto a hacer?
La reunión empezaba con desconfianza, pero la verdad es que con la persecución a la que estaba sometida la magia era muy peligroso alardear o hacer uso de ella en público. Narthalion había perdido mucho y no estaba en situación de poder rechazar a posibles aliados, era el momento de jugarse el todo por el todo.
Se puso de pie y levanto una mano.
- Glampi - Pronunció con voz neutra, al instante la mano emitió una luz intensa que llenó la habitación. Inmediatamente cerró la mano y la sala volvió a su luz habitual.
- Si no confiamos entre nosotros, ¿en quién vamos a confiar? - Narthalion quedó a la expectativa del resto de invitados a la reunión, aunque también tenía el temor de ver entrar en cualquier momento a un grupo de guardias armados.
Glampi = luz intensa (flash) en islandes
Aquella noche, la cabeza de Casandra estaba llena de voces que se contradecían: "es una trampa", "es una buena oportunidad", "es alguien que quiere ofrecerte ayuda". Pero cuanto más se acercaba al lugar acordado, la voz que oía con más fuerza era la de "es una trampa". Cuando se plantó ante la puerta de la casa tenía todos los músculos en tensión. El poco tiempo que pasó desde que llamó hasta que un anciano la invitó a pasar lo dedicó a pensar en el hechizo que usaría si un soldado abría la puerta.
El ver que había más gente en su situación, invitados de forma misteriosa a la reunión, sólo empeoró las cosas (aunque al menos si caía en una trampa muy elaborada tendría ayuda en la huida). Casandra no estaba acostumbrada a tratar con tanta gente desconocida a la vez, y cuando empezaron a hablar de trampas y confianza entre magos la joven notó, muy a su pesar, como se ruborizaba. Allí, en medio de una reunión clandestina de magos adultos, una chica sonrojada. Seguro que ahora tomarían más en serio al niño que a ella.
"Calma", se dijo a sí misma, "respira hondo y piensa con calma, paso por paso".
-A ver, nos estamos desviando- tras el comentario, miró en dirección al anciano con una expresión seria en el rostro -Nos estás ofreciendo formar parte de tu logia ¿Qué nos aportaría eso a nosotros? ¿Y a cambio de qué?- al acabar de plantear sus dudas, la joven levantó el dedo índice de una mano y un pequeño fulgor morado chisporroteó en su punta unos segundos, haciendo un sonido parecido al de una mecha prendida.
Ante la desconfianza de Albidion, Rufus dijo, mientras mantenía una llama en su dedo índice como si fuese una vela:
-Comprendo tus recelos, Albidion. Está bien ser precavidos, esa es una de tus mayores virtudes, pero ten en cuenta que en según que situaciones podría resultar en contra de tus intereses. Sé prudente y trata de controlarla tu a ella, y no a la inversa. Es, tan solo, un consejo.
Tras su demostración le cedió paso al chico, al que se le iluminó la cara de felicidad por verse ante la oportunidad de realizar un hechizo por mera diversión. Parecía que Rufus era un maestro severo y no le permitía realizar mas hechizos que los relacionados con los ejercicios de auto control, y el joven muchacho ardía en deseos de dejar salir su potencial mágico.
Respiró profundo, para controlar el ritmo de su corazón, se relajó. Cerró sus ojos y ante todos apareció un diminuto arco iris que iba desde una punta de la mesa hasta la otra. Era una mera ilusión, pero la estabilidad del hechizo, para la temprana edad del muchacho, dejaba entrever el gran mago que sería en un futuro.
Ante la demostración mágica de Narthalion, dijo:
Espectacular, Narthalion. Pero creo que sería conveniente, en el futuro, tratar de ser mas discretos y así evitar alertar a ningún transeúnte. Ya que si viesen salir de mis ventanas un fuerte haz de luz, lo mas lógico es que fueran corriendo en busca de un inquisidor.
Tras dirigir su mirada a Casandra, le respondió:
-Buena pregunta Casandra-dijo con tono afable-.Pues os reportará la satisfacción de proteger a los indefensos, de realizar algo de justicia moral, en un mundo legalmente injusto, de ayudar a los que son como vosotros, y al mismo tiempo, a vosotros mismos. Ya que como grupo estáis en mejor posición de defenderos si fuerais descubiertos, que si os encontraseis solos. Como lo están los pocos magos que quedan todavía.
Tras una breve pausa para mirar vuestra reacción a sus palabras en vuestros rostros, terminó:
-Y tan solo a cambio de vuestro tiempo y disponibilidad, además de un compromiso mágico por el que nunca revelaréis nada sobre las acciones de la logia, ni sobre sus planes, a agentes del gobierno y por ende a la inquisición. Que básicamente viene siendo un ritual que os impide, de manera mágica, revelar nada concerniente a la logia. Además, dicho ritual, también os aportaría la facultad de comunicaros mentalmente con cualquiera de sus miembros, sin importar las distancias físicas.
Al decir ésto último, realizó una breve aunque esforzada respiración, que denotaba que la edad había hecho mella en el cuerpo del anciano mago.
Zelgadiss esperó fumando de su pipa mientras oía hablar a todos. Trás el elenco de trucos que se realizaron, dió una fuerte calada de su pipa y el soltar el humo creó la figura de una halcón que surcó todo el cuarto, acabando en el fuego de la chimenea.
-Mi nombre el Zelgadiss Graywords, creo que con esa información os basta por el momento.- Hizo una breve pausa mientras tomaba otra calada de su tabaco.-Llevo demasiados años viviendo solo y he perdido bastante el tacto para tratar con los demás, tal vez me cueste trabajar con otros, pero si es cierto que los tiempo están cambiando y todos debemos adaptarnos o terminaremos por desaparecer, por lo que me parece bien una alianza entre magos. Aún así, no soy muy de acatar ordener cual soldado, ya he tenido mucho de eso en mi vida, me uniré a la logia y mantendré el secreto pero no pienso actuar jamás en contra de mis principios. No sé que opinareis el resto.- Terminó diciendo el viejo mago reclinandose en su silla y volviendo a ensimismarse en sus pensamiento y su pipa.
Albidion asintió ante las demostraciones de los demás presentes, y suspiró ante la confirmación de que todos eran magos, para entonces alzar la mano y mostrar una bola incandescente que se apagó en cuanto cerró el puño. Escuchó atentamente la pregunta de la maga llamada Casandra y asintió ante la respuesta del mago que les había reunido allí. Al parecer pretendía que todos los magos presentes se unieran a la logia a la que él pertenecía, aunque no conocían a otros miembros.
Entonces el mago se giró hacia Narthalion, y añadió. - No desconfío de los magos, solo de cualquiera que simplemente diga serlo. Lamento esta petición, pero era necesario para ver la verdad y para establecer la confianza entre nosotros. - Después se giró a todos los presentes y se dispuso se relatar lo que se le había solicitado.
- Llegué a esta ciudad siguiendo la pista de un Inquisidor cuyo nombre es Osrkuth. Mi persecución se inició en Breva, donde el inquisidor condenó a una muchacha bajo tortura. La acusó de brujería por levantar un carro que había caido sobre su hermano y le arrancó una confesión bajo tortura, decapitándola en el momento sin juicio previo, contraviniendo así las leyes. Esto ocurrió hace al rededor de tres semanas, desde entonces le he seguido la pista hasta esta ciudad, pero no es fácil dar con el en una urbe de este tamaño. - Contó Albidion, tratando de resumir los hechos sin elidir ningún detalle importante.
A continuación miró a Rufus y añadió. - Si los objetivos de tal logia pasan por luchar contra estas injustícias y tratar de evitar que vuelvan a ocurrir en el futuro, me uno. No hay nada que desee más que terminar con esta persecución. - Albidion habló serenamente y con una voz cargada de convicción.
"La satisfacción de proteger a los indefensos". Así que esto es una logia: un grupo de magos que arriesgan sus vidas para ayudar a las viejecitas a cruzar la calle. Al menos así deben morir felices convencidos de que han cambiado el mundo. Casandra ya estaba pensando en levantarse de la silla y salir de aquel sitio hasta que empezó a hablar Albidion. En su corta vida, la joven había tenido que burlar ya a varios inquisidores y uno más no la preocupaba especialmente. Pero si era tal y como estaban describiéndole...
Torturó a una chica que levantó un carro ¿Qué no sería capaz de hacer con una que convertía las piedras en monedas? Debía ser alguien realmente temible si una logia se estaba arriesgando a reclutar miembros a pie de calle. Ante amenazas como esta no vale esconderse como siempre, sólo hay dos opciones: luchar o huir. Casandra siempre había elegido la opción de huir hasta entonces. No tenía más que ir a su casa, recoger todo lo transportable y marcharse a cualquier otra ciudad.
Pero eso no funcionaría para siempre. Los tiempos cambian, la gente cambia... tal vez era hora de que Casandra cambiara. El tal Zelgadiss tenía razón: si no quería que le dieran caza debía adaptarse. Tal vez había llegado el momento de elegir la opción de luchar, el momento de plantar cara, como hicieron sus padres.
-Está bien, separados no duraríamos mucho. Contad conmigo- Casandra sabía que se iba a arrepentir de aquello, pero las palabras ya se habían escapado de sus labios. El cambio había comenzado.
¿Asi que todo esto se resumía a la caza de un nuevo inquisidor? Las injusticias estaban por doquier. A la chica se le había condenado por levantar un carro que había caído sobre su hermano.
Mi familia ha sufrido más por mucho menos que eso.
- Por mi parte, no me interesa lo más mínimo la justicia. - Declaró Narthalion con amargura en su voz - Y aun mucho menos entrar en la logia que decís, pero lo aceptaré como un mal menor si ello me lleva a acabar con un inquisidor.
La mirada de Narthalion estaba perdida en algún rincón remoto de sus recuerdos.
Rufus asintió tras cada intervención de los magos allí presentes. A continuación, dirigiéndose a Zelgadiss, dijo:
-No te preocupes, nadie os obligará a acatar orden ninguna. Salvo la de no revelar nada de la logia a nadie que no pertenezca a ella. Cada uno es libre de aceptar o rechazar los encargos que la logia tenga a bien encomendarle. Es decir, nadie os obligará a hacer nada que no queráis hacer por vuestra propia voluntad.
Ya dirigiéndose a todos, continuó:
-Bien, comprendo que cada uno tengáis vuestros motivos, y que aunque estos sean diferentes entre sí, todos son igual de respetables. Entonces, si os parece, pasemos a acometer el ritual que os convertirá en miembros de pleno derecho de la logia de Fulgor.
El anciano dirigió su mirada al muchacho, y le dijo:
-Ya sabes lo que tienes que hacer.
Tras lo dicho, se concentró intensamente, cerró sus párpados y sus músculos se tensaron. El ritual era un conjuro relativamente asequible, pero al realizarlo por cuadriplicado y dada la avanzada edad del mago, la tarea se le hacía un tanto ardua.
Pasaron unas dos horas, durante las cuales el muchacho le iba secando el sudor de la frente al anciano al mismo tiempo que mantenía un hechizo de ocultación de magia que evitaba que cualquier ser sensible a la magia percibiese lo que allí ocurría.
Al transcurrir las dos horas sentisteis, de repente, un súbito calor que os inundaba. Era agradable, apaciguador y relajante. Se trataba de un conjuro que procuraba que no sintieseis dolor ante las modificaciones en vuestro aura mágica que el anciano realizó a continuación.
Poco tiempo después de percibir el calor, escuchasteis la voz del anciano que os despertaba como de un duermevela, de una ligera cabezada.
Bien, ya está hecho.-en su rostro se formo una extraña mueca que parecía una sonrisa de satisfacción mezclada con el agotamiento tras el esfuerzo.-Se me había olvidado comentaros que, a partir de ahora, si queréis dejar la logia moriréis al instante fulminados por un rayo caído del cielo.-aguardó unos segundos contemplando vuestra reacción, y sin poder aguantarse mas soltó una amistosa carcajada.-No, no. Es broma, jeje. Espero no os moleste el extraño sentido del humor de un pobre viejo como yo, al que ya le quedan pocas oportunidades, en esta vida, de reír.
Bueno, pues todo queda en vuestras manos, la última vez que se le ha visto ha sido en el barrio Noble de la ciudad, por lo que si no está alojado en una vivienda particular, puede que lo esté en alguna de las lujosas posadas que allí se pueden encontrar. También os transmito mentalmente la imagen de su apariencia física.
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Tras tomarse un respiro, concluyó-Ya sabéis lo que se debe hacer. Recordad no dañar a nadie a menos que sea inevitable. Chaften y yo os deseamos mucha suerte en vuestra tarea.-Sonrió, y su sonrisa era cálida y tierna como la de un padre que ve partir a sus hijos en busca de una vida mejor.
Dejo unos días por si alguno de vosotros quiere decir algo. Sino decidlo en el Off y abro una nueva escena.
Estaba hecho, ahora sí que no había vuelta atrás. Casandra no esperaba que durara tantísimo el ritual. En algún momento llegó a pensar que el anciano se había quedado dormido y estaban ahí perdiendo el tiempo. Pero cuando ya esperaba que el ritual durara hasta el amanecer, sintió una oleada de calor muy agradable, similar a la que se siente cuando se enciende la chimenea después de un día de lluvia.
En respuesta al intento de chiste del viejo, Casandra no pudo evitar mirarle con una ceja arqueada. Después, recibir una imagen mental fue la confirmación de que el ritual había tenido éxito como decía el anciano. Un hombre joven y apuesto en el barrio noble, desde luego no iba a ser fácil de encontrar. De todas formas no pensaba hacecharle por la calle, al menos todavía. Más bien al contrario, iría con cuidado si tenía que pasar por allí.
Cuando dieron por finalizada la reunión, la joven quiso comprobar si aquella comunicación mágica funcionaba en ambos sentidos. Intentó concentrarse en hacer llegar un mensaje al resto de magos presentes sin hablar.
¿Me oye alguien? ¿Esto funciona de veras?
Cuando comenzó el ritual Narthalion pensaba que se había equivocado de sitio. Pasaron casi dos horas durante las cuales Narthalion estuvo observando al viejo y al niño, mientras su aburrimiento iba en aumento. Estaba a punto de levantarse e irse cuando sintió de pronto un calor agradable en el cuerpo.
Un conjuro complejo que había requerido dos horas de intensa concentración. El aburrimiento había desaparecido y estaba siendo sustituido por un sentimiento de admiración hacia el viejo.
Recibió la imagen mental. No le decía nada, no lo conocía. De todas formas ya le habían comentado que era un nuevo inquisidor por lo que era normal que no lo conociera. Estaría atento por si se lo encontraba.
Justo después recibió el mensaje de Casandra.
- Increible. Un gran conjuro. - Respondió mentalmente - Sí, te he recibido bien y supongo que los demás también.
- Bueno, tenemos un objetivo, nos falta una estrategia. Albidión, ¿Osrkuth ha venido solo o lleva su propio séquito? No sería mala idea intentar infiltrarse y si ha habido cambios entre la gente de la inquisición no debería ser muy difícil.
Permanecí relajado, con las manos apoyadas sobre la mesa, mientras Rufus realizaba aquel ritual mágico que era necesario para formar parte de su misteriosa logia. El mago parecía cansado, debía estar suponiendo un gran esfuerzo para él lanzar el ritual sobre los cuatro. Un hechizo permanente que permitiese semejantes capacidades debía ser sin duda sofisticado.
Me hubiera gustado saber más sobre la logia, saber qué clase de conocimientos mágicos poseían, y quienes eran los demás miembros de la organización de la que ibamos a formar parte. Sin duda era una organización rodeada de misterio, y podía entenderlo teniendo en cuenta los peligros a los que se exponen los magos hoy en día, aunque esperaba conocer a otros miembros más adelante.
Mientras me hallaba encerrado en mis pensamientos comencé a sentir una agradable calidez que me recorrió todo el cuerpo, evidenciando, finalmente, el uso de magia. Comencé a sentirme más relajado, menos preocupado por todas aquellas medidas de seguridad, o por la persecución que vivíamos. Finalmente terminó el conjuro y recuperé aquella preocupación, que seguramente se hubiera disipado momentaneamente por obra del hechizo de Rufus.
Nada más terminar con aquello pude comprobar su funcionamiento, ya que mis compañeros se apresuraron a emplear la capacidad de comunicarnos entre nosotros mentalmente. - En efecto, puedo escucharos. El inquisidor va rodeado de seis hombres armados que actuan como su guardia personal. Creo que sería mejor atraerlo a una trampa. - Contesté mentalmente a mis compañeros
El ritual tardó bastante tiempo, pero no sorprendió en absoluto a Zelgadiss, de hecho viendo el estado del anciano mago le pareció hasta breve.
Zelgadiss sonrió ante la broma de Rufus, no porque le hiciera gracia, pero sentía cierta empatía hacia él, seguramente eran de edades similares, aunque Zel se encontraba en mucha mejor forma física gracias a su entrenamiento continuo y al uso de su magia. Al instante sus compañeros empezaron a hablar telepáticamente entre ellos.
-Os escucho claramente.- Comenzó- Pero creo que es más cómodo hablar de manera natural ahora mismo.- continuó.- Lo primero de todo es localizarlo, después comprobar que ruta suele realizar, cuando es el refresco de sus guardas y por último crear un escenario idoneo para tenderle una emboscada con el mínimo esfuerzo y procurando no inmiscuir a la población.-
- Al parecer Albidion es el que más conoce al inquisidor, así que por mi parte estaré de acuerdo con cualquier plan que proponga, además que la idea de la trampa o emboscada parece que también agrada a Zelgadiss.
Narthalion asintió a Zelgadiss mientras hablaba normalmente.
- ¿Por dónde empezamos?