Partida Rol por web

Una enorme sala heptagonal, en lo alto de la más alta torre del castillo, muestra sus mejores galas para el consejo que ahí se reúne.

Presidida por el rey Äthzur, la enorme mesa de cuarzo se encuentra rodeada por los seis consejeros reales, sentados en tormo a ella.

Los enormes ventanales con forma ojival muestran el acostumbrado cielo empalidecido por la brillante luz de Solamne.

Siete sillas más se encuentran alineadas en frente del trono real, en el vértice que señala a la enorme puerta de roble labrado.

Tomen asiento -dice con voz autoritaria, aún vestido de blanco en señal de luto por la reciente muerte de su padre-. Creo que ya saben porqué se encuentran aquí. Pero antes… -mueve la mano a modo de invitación.

Consejeros del rey Äthzur:

·        Comandante General Janmiel

·        Jefe de Espías de la Corte Qüirither

·        Amdreylla, matriarca de la casa Vangalladle

·        Libelhen, patriarca de la casa de La Araña Negra

·        Orendel, patriarca de la familia Whitel

·        Morladle, suma hechicera de las Brujas de Lumnade

Eledor mira levemente a su alrededor. No pudo evitar sentirse abotargado por aquel ambiente. Aunque lo disimuló bastante bién.
Aqui se cuece algo gordo... Reflexionó para sus adentros al ver todos aquellos mandamases y mientras cruzaba la sala hacia la silla que le habían asignado decidió esperar acontecimientos.
Ya hacía rato que Milcaras actuaba como un miembro de la mas alta alcurnia. Era parte de su disfraz.

Una vez habéis tomado asiento todos, el rey Äthzur comienza hablar:

Todos conocéis la bondad de mi padre, el rey Adahayamil, y su reciente muerte a causa del debilitamiento que nos produce a la realeza de Lumnade la luz del Orbe de la Buena Fortuna -hace una pausa para ponerse en pie y acercarse hasta vosotros-. Yo no voy a ser tan bondadoso.

Da un paseo por la sala mirándoos uno por uno.

Ustedes, señores, han sido escogidos para una misión que acabará con esta estúpida lucha que no nos lleva a ninguna parte.

Todos ustedes conocen lo injusto de la situación actual en la que se encuentra nuestro reino. Tres soberanías contra la nuestra. Tres monarcas fuertes contra nuestra debilitada nobleza. ¡Esto no puede seguir así! No pienso dejarme enfermar hasta la muerte lanzando débiles compañías o tratando de parlamentar. Vamos a tomar medidas. Medidas extremas, pero efectivas. Y para ello preciso de ustedes.

La profunda mirada del joven monarca se clava en vosotros esperando una reacción positiva antes sus palabras.

Eledor asiente ligeramente ante las palabras del joven.
En el fondo conocía aese tipo de personas idealistas. Que anteponian sus ideas a sus propios critérios. Apesar de eso, Milcaras, tenía tra forma de pensar.

La hermosa hechicera clava sus ojos en el monarca de manera significativa. No necesita decir nada para captar la atención de todos los presentes en la sala.

Alteza -susurra de forma casi inaudible-, prosiga. Por favor -añade con una sonrisa.

Muy bien, a eso iba -dice resolutivo, tras echar una rápida mirada a la consejera Morladle-. La suma hechicera de las Brujas de Lumnade, aquí presente, me ha comunicado algo verdaderamente interesante. Algo que nos podría ser de gran ayuda para salir de esta lamentable situación.

Con un leve gesto le pasa la palabra a la hechicera.

La hermosa mujer de pálidos rasgos se ponen en pié lenta y majestuosamente.

Hace unos días tuve una visión -explica-. Encontrándome en mi acostumbrado trance, me vi sobresaltada por una mirada que recaía sobre mi persona. No había nadie conmigo, pero pude sentirla sobre cada palmo de mi piel. Alguien trataba de localizarme, de comunicarse conmigo.

Claramente se ve como un ligero escalofrío recorre su cuerpo. Y susurra con vos trémula-: La sirena Tempestad.

«¡Más que un monstruo, una deidad!», resuena en vuestras mentes de manera mecánica.

Más que una leyenda marina, la sirena es un dios viviente adorado y, sobre todo, temido por todos aquellos que se han acercado alguna vez a los mares de la Bruma.

Devoradora a los “intrusos de la tierra”, como ella los llama, y controla a otras terribles criaturas de los abismos.

No habia hablado desde que llegue, y seguramente seguiria asi a menos de que escuchara alguna recompensa. Por el momento solo ecuchaba atento y paseo la vista por el lugar, observando si alguien sabe de lo que habla la suma hechicera. Mientras hablan miro una que otra vez hacia el rey, analizando su reaccion sobre loq ue nos cuentan.