Partida Rol por web

Las sabanas se pegan a tu piel como una amante celosa, dejándote su asquerosa sensación de frío y humedad por cada una de las regiones de tu cuerpo.

EL sonido del móvil ronroneando contra la mesilla gracias al vibrador hace que tus parpados se despeguen recordándote que hoy tienes turno de noche. EL turno de noche siempre te recuerda a una fiesta desbocada en la cual hubieses estado una semana entera sin parar de moverte y viendo como millones de personas hacen lo que sea por meterse algo, alcohol, dinero en los bolsillos o cosas mas perniciosas para su salud segun ellos, todo era la misma mierda.

Hoy ha sido un día demasiado caluroso y no has podido descansar bien, lo malo es que la contrapartida de la noche sera fuerte con una caída de 17 grados en el termómetro, aunque permanecerá en los agradables 20 grados que dejan que el aire fresco entre por la ventanilla acariciándote el pelo. El móvil continua sonando.

Me acosté por la tarde, después de comer. Harto de tanto turno cambiado mi cuerpo se resiste a habituarse a este desorden, cosa normal por otra parte. Además, el calor no ayuda en este maldito desierto. Durante el día el calor es insufrible y por la noche refresca lo que no está escrito.

En la noche anterior estuve llevando a un par de viejecitas muy agradables ellas que tenían ganas de marcha. Su mayor deseo era venir a Las Vegas a divertirse durante una semana y desbocarse todo lo que no han podido hacer en vida. Pasamos por todos los locales de moda y... joder que marcha llevaban. Acabaron por traerse a la limusina a un par de negros bien dotados de los cuales no dejaron ni los huesos, ¡que manera de saciar su hambre! nunca había visto nada igual. Por supuesto al principio me negué a que hicieran nada raro en la limusina, pero consiguieron convencerme. Un par de mil me soltaron por cerrar la ventana de cristales tintados que nos separaba y darles una vuelta por Las Vegas. Bueno... cerré la ventana, pero... digamos que no están tan tintados como parece cuando bajo la capa de tinte. Un truco de mi amigo Peter. Un doble cristal que hace parecer que es uno solo hasta que bajo el tintado a voluntad, desde dentro no se nota, pero desde delante desaparece el color negro y se puede ver claramente lo que se cuece detrás. Si, no soy la mejor persona del mundo, pero hay que comer, y los chantajes si son con fotos o vídeos son más persuasivos.

Un sonido molesto me desvela, si ya no tenía bastante con el calor ahora que ya no hace calor hay algo que hace ruido. Intento ver qué es lo que me molesta, es como... como un grillo... no, es un bicho... ¿un gato ronroneando? al fin me espabilo suficiente y me doy cuenta de que es el móvil vibrando sobre la mesita de noche. Me incorporo un poco y lo cojo. Apenas veo quién llama porque tengo los ojos pegados, pero descuelgo y contesto.

-¿Sí?

Cuando descuelgas el teléfono se hace el silencio al otro lado, unos segundos incómodos en los cuales una respiración agitada es toda la respuesta que recibes, estas a punto de colgar al idiota que te ha despertado cuando una voz algo ronca y gangosa se cuela por el auricular.

¿Eres Danny?...me han dicho que podía llamarte si necesitaba algo.

La voz vuelve al silencio y centras tu mirada en las rendijas de luz que se cuelan por la ventana, su tono anaranjado y rojizo no te sorprenden, el sol tiene que estar a punto de desaparecer.

Tras levantarme de la cama y descolgar al teléfono solo escucho una respiración entrecortada otro colgado que le da a números al azar para fantasear mientras escucha la voz al otro lado del teléfono. Estoy harto de enfermos. Parece que al fin se decide a hablar pero sus palabras no me inspiran ninguna confianza. No me fío ni de mi padre en este mundo-Sí, soy Danny y si te habían dicho que podía ayudarte, bien podían haberte dicho que no me gusta que me despierten.-Este tío es un poli, tengo que darle largas ya.

-Lo siento pero no sé que tipo de favor necesitas, pero no soy un buen samaritano y dentro de poco entro a trabajar. ¿Quién dices que te ha dicho que me llames?-Mierda, ya me estoy liando más de lo que debería. Le dejaré que se explique un poco y le cuelgo, es un poli. Seguro. Me muevo por la habitación completamente desnudo. No duermo con pijama ni nada que no sean las sábanas de la cama. Dormir de día es lo que tiene, que te muere de calor y es una ventaja tener el aire acondicionado de serie en cada edificio. Me desperezo un poco estirando el brazo libre y me rasco la tripa mientras me dirijo al baño.

Al principio la voz al otro lado del auricular tiembla al escuchar tu respuesta, parece que esperaba un trato mejor, o por lo menos algo mas receptivo. Es normal que no accedas a todos los pactos que te proponen sino no llegarías a nada en la vida y menos si tenias que esperar a que un colgado como este terminase su explicación. Quizás como bien sospechas el tipo de la llamada sea un poli, si es así parece que su trabajo se le da bien, en el caso de que estuviesen rastreando la llamada te quedarían unos pocos segundos para colgar y permanecer así en el anonimato, o por lo menos en la seguridad de saber que no conocen tu paradero actual.

bueno...veras... escuchas como traga y como respira agitado, Sammy me hablo de ti, me dijo que a veces le conseguías buenos escenarios de rodaje.

Escucho al hombre que está al otro lado del auricular, pero es demasiado raro. Si fuera un policía sería más profesional y tendría más datos sobre mí para intentar convencerme de que realmente conoce a Sam y que él le envía. De todas formas no hablo con la gente que no conozco por teléfono. Así no sé cuando me están mintiendo. Me gusta mirarles a los ojos.-Lo siento, pero creo que se ha equivocando de persona. No me dedico a buscar localizaciones. Soy chófer, aunque si quiere que le busque algo para una película siempre podemos hacer negocios y conozco bien la ciudad, así que algo podría encontrarle. Si de verdad le envía quien usted dice sabrá donde trabajo. Venga a verme y hablemos. Hasta otra.-Cuelgo el auricular, no tengo ganas de seguir hablando con ese tipo.

Abro la tapa del váter mientras dejo el teléfono encima del lavabo y echo una meadita. Luego abro el grifo de la ducha y dejo que se caliente el agua mientras me miro en el espejo y hago posturitas para ver como tengo los músculos y saber si necesito más ejercicio porque me estoy quedando fondón o aún se me marcan los músculos como siempre.

Una vez me he duchado preparo la gomina y el secador. Me arreglo el pelo, me afeito y me visto. Cojo un traje oficial del casino. Traje negro, camisa blanca y corbata negra y cojo la gorra con la mano. Ya es hora de ir a trabajar. Recojo la cartera, las llaves y el móvil que pongo en modo vibración.

Allá vamos.

Convencido de que lo has cogido todo antes de salir cierras la puerta de casa ya sin pensar mas en la llamada ni en quien sería ese tipo, lo cierto es que siendo Sam quien es es raro que le haya dado tu número a alguien pero nunca se sabe...

El sol acaricia el asfalto de Las Vegas por ultima vez en el día y un pensamiento cruza tu mente, es realmente ahora cuando despierta la ciudad. La gente pasea despreocupada, unos con prisas, vestidos con ropas humildes y normales, camareras que van a su trabajo, limpiadores y la gente mundana que tiene que pelear todos los días por sacar algo de comer. Finas sedas y telas trasparentes se mezclan con ellos haciéndolos casi invisibles para alguien que no viva allí. Son los ricos y los que se creen con pasta, esos que son capaces de pedir un crédito o hipotecar su casa con tal de ir una noche deslumbrante a pulirselo todo en un casino o en un club de putas.

Entre los habitantes habituales destacan los turistas, con sus sandalias de plástico, sus calcetines blancos con esa ridícula marca entre la parte del tobillo que se han quemado y la que no. Ocultan sus narices con una capa gruesa de crema blanca y una gorra absurda con el emblema de Las Vegas o cualquier otra turistada. Tus pasos te acercan sin darte cuenta hasta la entrada del casino, el gran Mandalay Bay se alza frente a ti, dorado como un lingote de oro tallado.

Camino entre neones, la gorra bajo el brazo, el aire en la cara y la gente a mi alrededor. No tengo prisa y voy observando a la fauna de la ciudad. Los mismos de siempre. Distintas caras pero a todos los he visto ya antes.

Poco a poco me voy acercando a mi destino. Hoy no tengo ni que pasarme por el vestuario ya que he tenido tiempo de sobra.

Llego al casino y entro por la puerta de atrás. Paso por la zona de vestuarios, pero los de las chicas están cerrados y no hay suerte hoy de que alguna salga o entre en el momento en el que paso. Parece que las escogen por su belleza y su cuerpo.... bueno, no es que lo parezca es que lo hacen por eso.

Tengo algo de tiempo, así que decido darme una vuelta por el bar para hacer amistad con las preciosas camareras, con las que trato siempre de mostrarme lo más encantador posible.-Buenas noches-digo sentándome en uno de los bancos de la barra-¿dónde están las chicas más preciosas de todo Las Vegas y qué planes tienen para cuando acabe el turno?-digo sonriendo.

Una camarera se gira dentro de la barra y te sonríe, después sale de ella escurriéndose por un hueco y sale de nuevo sujetando una bandeja cristalina llena de copas de cócteles de diversos colores. Te guiña un ojo y pasa pavoneándose cerca de tu taburete para que aprecies sus contoneantes caderas.

Un barman se acerca a ti con un posavasos y posandolo frente a ti te pregunta con media sonrisa ¿que va a ser? a esa creo que no la tengo en la carta... pero todo es ponerse. Una carcajada algo desagradable sale de su garganta.

Observo a la chica en cada uno de sus movimientos, ella quiere que la miren y yo quiero mirarla, así que por qué plantearse nada más.-No tardes en volver, te echaré de menos-le digo mientras sus caderas me llevan más allá de esta sala.

El camarero me saca de mis pensamientos-Ponme una tónica, que estaré de servicio en...-miro el reloj de mi muñeca-10 minutos. Por cierto, como te llamas, no te he visto antes por aquí. ¿Eres nuevo?

Giro la cabeza un instante para ver todo lo que me rodea. Las luces, la música, las camareras, los camareros... todo está escogido y preparado al milímetro para que nada falle y sea del agrado de los clientes, tanto en el juego como en comodidades y extras.

El barman abre una tónica para ti y la sirve con mimo y cuidado en un vaso con forma de cono invertido. En su interior el hielo picado cruje al contacto con el liquido y una rodaja de limón tallada con forma de trébol comienza a flotar en el liquido trasparente y burbujeante.

Con un gesto divertido en la cara te coloca la copa, y se seca las manos en una servilleta puede que no hayamos coincidido mucho...nuestras zonas no son comunes la verdad, pero llevo trabajando desde la inauguración en este casino, en esta misma barra. Asiente con la cabeza como si las afirmaciones gestuales acentuasen mas el tiempo que había trabajado tras esa barra. Me llamo Ted mientras te tiende la mano ya seca por encima de la barra deberían organizar mas fiestas de empleados, así tendrías mas tiempo para las camareras.

Ahora que la camarera no esta te fijas mas en Ted, es un hombre de mediana edad, con un bigote cuidado que se une en una pequeña perilla negra, aunque su barba sigue siendo morena en su pelo corto hay zonas en las que brillan las canas. A pesar de eso su aspecto es impoluto como el de todos los empleados que has conocido hasta ahora.

Ted me sirve la copa en una de esas elaboradas y lujosas copas que a mi ni me va ni me viene. Jugueteo con la forma de la copa rodeándola con los dedos dibujando su forma cónica hasta llegar al limón excesivamente recargado de florituras. Le doy la mano a Ted-Encantado, me llamo Danny y suelo estar por ahí fuera llevando a ricas y ricos vejestorios llevándolos de un lado para otro y dándoles los caprichitos que se les antojan.

Tomo un sorbo de la tónica-Fiestas de empleados... claro-digo soltando una carcajada-si la fiesta es buena y la compañía agradable-digo mirando a otra de las camareras que pasan por allí-me apunto-termino guiñándole un ojo.

Miro mi reloj, creo que debo estar a punto de entrar de servicio, así que me tomo la copa de un trago y le doy las gracias a Ted. Me despido de él y me dirijo a mi puesto mirando el casino y la gente que por allí deambula. Buff, espero que no me toque ver otra vez el espectáculo del otro día. No sé si podré aguantar las náuseas si vuelvo a ver a otra mujer de 85 años haciendo aquello en el asiento... Un escalofrío recorre mi cuerpo y me coloco la gorra en la cabeza.

Vamos allá.

La alfombra mullida del casino queda atrás bajo la suela de tus zapatos cuando por fin vuelves a estar al aire libre. Es increíble, ahí dentro uno puede llegar a pensar que son las 2 de la mañana siempre, las luces tenues, la gente bebiendo y gastando dinero. Nada cambia con las horas, solo el numero de invitados al gran show.

Cuando miras a la nada distraído intentando que tus ojos se fijen en algo mas agradable que los recuerdos de las ancianitas ves como Mike llega corriendo algo ahogado y cansado. Se para a tu lado y mientras te habla entre jadeos se apoya con una mano en su costado. Tío no te encontraba...¿no estarías otra vez en el camerino de las chicas no?...bueno no importa tienes que ir a buscar al aeropuerto a una clienta, aquí esta su nombre. Creo que ha llegado hace un poco así que tendrás que esmerarte.

Cuando termina de hablar se saca una tarjeta con el nombre de la clienta en cuestión apuntado, sabes que con ir al aeropuerto y colocarte como un pasmarote con el cartel es suficiente, pero es una formalidad para que sepas como se llama la clientela y no equivocarte. En este caso la afortunada que ira de paseo es una tal Nessa Wechter.

El desfile de gente pasa lentamente a mi alrededor como a cámara lenta. Tengo un objetivo claro, mientras que los demás deambulan como moscas siguiendo las luces de un coche, dispuestos a chocar una y otra vez contra el cristal hasta perder el sentido o la fortuna. Alcohol y juego, mala combinación si va ligeramente aderezada con estupendas camareras, camareros y dulces y serviciales crupiers que con una sonrisa, despluman hasta al más listo.

Una vez en al puerta Mike viene muy agobiado y me dice que tengo trabajo.-Hey Mike, tranquilo, mira qué hora es-le enseño mi reloj que aún indica que faltan 2 minutos para empezar mi turno.-Si había algo urgente que me lo diga la jefa, que llevo 15 minutos en la barra sin hacer nada. Si al menos fuera con una de esas camareras...-sacudo la cabeza intentando alejar esos pensamientos de mí.-Trae la tarjeta-digo mientras se la quito de la mano-veamos que tipo de mujer es esta tal.... Wechter. Buf, tiene pinta de rancia.

Me alejo de allí y monto en la limusina. Limpia e impecable como siempre. Arranco y el suave ronroneo me recuerda que los altavoces son de lo mejorcito del mercado, cortesía de mi amigo Peter, todo un artista con los coches. Pongo la música a tope y piso el acelerador a fondo haciendo chirriar las ruedas. Es hora de trabajar... y me encanta.

Conduzco hasta el aeropuerto y dejo el coche en la entrada, en el sitio reservado para estas ocasiones. Un guardia vigila los coches mientras entro en el aeropuerto con el cartel bajo el brazo y colocándome en el lugar de siempre esperando que aparezca mi clienta, aunque llego tarde y quizás ya no esté ni en la zona.

El sonido de la música y tu pesado pie apretando el acelerador te trasportan al aeropuerto en poco tiempo, te bajas de la limusina y cuando te colocas en el hall del recibidor observas a la gente que pasea por los pasillos con maletas. De las ancianitas rehuyes la mirada esperando que esta noche sea mas afortunada que la anterior, y algunas chicas despampanantes hacen que tu cuello gire mas de lo debido con una sonrisa en la cara esperando que sean ellas las clientas. Mantienes el cartel con el nombre del hotel bien claro en letras negras con un leve perfil dorado mientras sigues esperando a la clienta.

Al final es paseo con la señorita Weschter ha sido mejor de lo que esperabas, la música creaba un ambiente agradable y el incidente con la radio no ha sido nada memorable. Ves como desciende ella sola de la limusina sin darte tiempo a que rodees la limusina y le abras la puerta como toda señorita rica y pija hubiese echo. Te quedas de pie observando como sube las escaleras seguida por Mike que empuja un carro dorado cargado con el equipaje por la cuesta. Durante unos segundos se gira hacia ti y te guiña un ojo en forma de complicidad, le has visto hacer eso muchas veces cuando acompaña a las jóvenes ricas y guapas a sus habitaciones, quizás esperando una propina que nunca llega.

La limusina espera aparcada en la entrada cuando ves entrar una excursión bastante peculiar al casino. Son un grupo de japoneses enormes vestidos todos con sus descomunales trajes de chaqueta negra. Mientras les miras con las manos en los bolsillos y te preguntas que hará un grupo tan peculiar como ese entrando en el casino baja los escalones otro de los botones, un chico llamado Will y comentando en voz alta El tipo que tenga una entrada para ver los combates de esta semana sin duda será un tipo afortunado ¿no crees?

Salgo de la limusina dejándola aparcada en la entrada, eso le da caché al hotel. Que se vea bien. Estoy solo en la puerta cuando un grupo de tipos enormes enchaquetados comienzan a entrar en el hotel. Por su aspecto parecen participantes de algún tipo de concurso de tragones, aunque sospechosamente todos son japoneses. Así que no acabo de ubicarlos bien.

Detrás mía aparece Will, otro de los botones que se ve que viene de hacer algo ahí dentro-¿Combates?-me quedo pensativo un momento-¡Ah ya! estos son los luchadores de sumo que vi en las noticias, no me acordaba.-Miro a Will-¿Te interesa alguna entrada o sabes de alguien que la quiera? me siento afortunado y quizás pueda conseguir alguna-le digo guiñando un ojo.