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Toledo Nocturno: Una Capilla bajo la Piedra

ESCENA II - El Concilio de las Sombras

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09/01/2014, 15:31
Toledo Nocturno

9 de agosto de 1138. Hospedería de San Miguel Arcángel, Toledo.

El ruido del exterior y el ya agobiante calor despertaron a Fonseca. La habitación estaba a oscuras, pero unas rendijas de luz abrasadora pronosticaban otro día más en el infierno.

Se aseó, bajó hasta la taberna, almorzó y pagó. Aquel lugar era discreto y, por obra de los Guardianes, estaba abierto día y noche. El negocio era una tapadera y el dueño, un testaferro, pero se dormía bien y la comida era decente.

Bordeó el alcázar y, cofre en mano, se internó por unas estrechas callejuelas hasta que llegó al zoco del ganado. Si había alguien en la ciudad con quien negociar por tierras, ésos eran Isaías y su mujer Hadiya. Él era un judío converso y ella una antigua esclava de cama andalusí, seguramente botín de alguna razia. Ambos rozaban los cuarenta años, pero su negocio de venta de animales era, de nuevo, otra tapadera. Parecía como si Toledo fuera la capital de las cosas que no eran.

Ambos estaban enfrascados en sendas pujas por dos lotes de cabras. Ella interpretaba el rol de novata en aquello de la compra-venta de ganado, y él de negociador duro. Fonseca comprobó al instante que era justo al revés. En poco tiempo ambos lotes fueron vendidos con un ligero sobreprecio, incluso para las tierras de frontera como aquellas.

Cuando Fonseca se acercó, la primera que acudió fue Hadiya.

-Buenas tardes, buen hombre, ¿se le ofrece algo?

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10/01/2014, 10:08
Leonor Ramírez de Ucero

Doña Loenor siguió al capitán Gutierro hasta sus aposentos, por fin podía sentirse a salvo y eso hizo que por fin se le soltara esa sensación de nudo en el estómago que la había acompañado desde que saliera de de la hermita de Ucero. Estaba agotada, el viaje y la tensión de la desconfianza que había reinado durante todo el camino la tenían abatida. Si bien su agotamiento no era físico, Leonor se encontraba cansada. era en estos momentos en los que se hacía cosnciente así misma de todo lo que aún le quedaba por aprender, en sus cortos años como cainita aún no había conseguido librarse del todo de muchas de las sensaciones físicas que en su vida mortal se le hacían tan comunes, pero que ahora, eran totalmente artificiales.

Pensó en cuanto tenía que aprender de Don Álvar, y en la suerte que tenía porque su padre fuese un vástago comprometido, audaz y sereno. Él había visto enseguidacomo podían aprovechar bien a Don Rodrigo cuando ella solo había sido capaz de ver en él a un caballero más.

Reflexionó sobe este y otros temas, ya tendida hasta qu el sopor se apoderó de su cuerpo.

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12/01/2014, 16:33
Amal bent Karim al-Warda
Sólo para el director

- Muy amable, joven. Le avisaré cuando sea necesario- dijo con un tono cortés. Cogió las llaves y entró en la estancia cerrando la puerta tras de sí.

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13/01/2014, 11:34
Fonseca ibn Rashid
Sólo para el director

Resultaba un poco extraño el acto de levantarse con los rayos de sol fundiendo la tierra. Desde que entrase al servicio de Luis Ambrosio, sus hábitos se habían ido convirtiendo más nocturnos con el tiempo, y sobre este período del día, cuando él y las otras criaturas de su condición se retiraban a sus refugios, es cuando iniciaba su descanso diario, el cual por cierto también se había visto drásticamente reducido.

Fonseca se internó a través del zoco, hasta que se encontró con la extraña pareja con la que le habían recomendado hablar acerca de negocios. Asió con fuerza el cofre bajo la capa, y dejó entrever la empuñadura de la espada, para disuadir a cualquier ladrón curioso de acercarse.

Espero hasta que los comerciantes hubieron terminado un trato, y la mujer se acercó a él.

- Buenos días señora. Creo que es con vos con quien debo hablar para adquirir una propiedad en la ciudad. ¿Podríamos alejarnos a un lugar más íntimo y hablar de negocios?

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13/01/2014, 12:17
Toledo Nocturno

La mujer sonrió y le hizo un gesto con la cabeza a Fonseca. Ambos entraron al corral y, de ahí, a la cuadra. La mujer restregó el pie por el suelo para remover la paja y apareció una argolla anclada a un portón. Tiró de ella y aparecieron unas escaleras de madera mohosas.

Bajaron y Hadiya encendió un candil. Cuando a Fonseca se le acostumbró la vista distinguió una mesa redonda pequeña y un cofre. La mujer extendió un plano de piel de cabra en el que estaban representadas todas las propiedades de Toledo.

-¿Intramuros? -preguntó ella.

-Extramuros -respondió Fonseca.

-Bien, eso simplifica las cosas.

Sacó otro trozo de piel de cabra y lo extendió encima del que había sacado antes.

-Hay cuatro propiedades disponibles: tres cigarrales y una huerta. Empezaré por el más caro porque parece que así la gente lo recuerda mejor... El cigarral de Talib tiene cuarenta fanegas cultivables, casa y arroyo. Las malas lenguas dicen que hay cuevas por debajo donde el cabrón de Talib guardaba su oro leonés de razia. Supongo que eso no se sabrá hasta que no se vea. Cuesta mil quinientos vellones. También están las huertas de la noria. Están a este lado de la ciudad aunque son técnicamente extramuros. Son pequeñas, necesitan muy poca gente y la cosecha siempre es constante, un buen negocio si se disponen de mil vellones -la mujer extendió su huesudo dedo hacia el oeste-. El cigarral del Sol son diez fanegas de suelo pedregoso e inclinado. Cuesta mil vellones porque también tiene un pequeño torreón que domina las tierras colindantes, muy apropiado para gente peligrosa -la mirada hacia el cofre y la espada fue intencionada-. Y por último está la joya: el cigarral de la Luna. Son doce fanegas de tierra cultivable al lado de un cortado sobre el Tajo. Tiene una pequeña casa de barro y cuesta todo quinientos vellones. ¿El problema? Que hay gente dentro. La propiedad es, es decir... era de una familia de origen sevillano. Cuando los castellanos llegásteis aquí, se convirtieron a la fe de Cristo tan rápido que los codiciosos vecinos aprovecharon para acusarles de felones y el regidor les arrebató la propiedad. Actualmente están viviendo allí los bisniestos de los propietarios originales, aunque las tierras están marcadas como comunales y vendibles, cosa que, como su señoría entenderá, no ha hecho otra cosa que causar disputas con los vecinos.

Fonseca reflexionó sobre la situación, lo que aprovechó Hadiya para sacar su colmillo de vendedora.

-Si tiene alguna duda, mi marido está dispuesto a mostrarle todas estas propiedades, que bien merecen la pena. Todas excepto esta última, como vos entenderá.

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13/01/2014, 15:30
Fonseca ibn Rashid
Sólo para el director

Fonseca lo vio claro desde el momento que lo dijo. El Cigarral de la Luna era el que cumplía más ampliamente con sus expectativas. Una pequeña parte de tierras cultivables, una casa como refugio, y la ausencia de edificios militares para mantener una apariencia de normalidad. Mucho mejor que llenar un torreón de soldados, que era como decir a voces que estaban allí. El tema de la familia que ocupaba las tierras, no era tanto un problema como una casualidad que podría aprovechar para su propio beneficio. Por un lado, necesitaría de un senescal mortal y lugareño, que conociese la zona, y la ciudad, para que la propiedad pudiera empezar a funcionar desde el primer momento. Por otro, si los actuales propietarios conservasen su casa, no habría cambios que alertasen al resto de vecinos, y no habría nadie disgustado espetando por la ciudad que un grupo de mercenarios les había echado de sus tierras. Era perfecto.

- Decidle a vuestro marido que me conduzca al Cigarral de la Luna, yo hablaré con los actuales dueños - Fonseca se fijó en las miradas que la mujer echaba al cofre de vez en cuando - Ah, y como muestra de buena voluntad hacia nuestro trato venidero, permítale adelantarle la mitad del pago por la hacienda.

Fonseca depositó sobre la mesa uno de los lingotes de plata, y esperó la respuesta de su anfitriona.

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13/01/2014, 15:56
Toledo Nocturno

Isaías condujo a Fonsesa y a su burro por las calles de Toledo hasta que la puerta de la judería los frenó en seco.

-Shalom -dijo el guardia.

-Shalom -respondió Isaías-. Solo vamos de paso hasta el puente.

El guardia empezó a hablar en hebreo, Isaías le respondió en el mismo idioma, las voces se acaloraron y tan pronto como la trifulca surgió, se desvaneció. El guardia les dio paso y cruzaron la judería. Bajaron por unas callejas endiabladamente empinadas y cruzaron el puente. El pontazgo lo pagó gustosamente Isaías.

Lo que siguió después fueron cuestas, curvas y retuertas de un camino polvoriento hasta llegar a una pared de mampostería encalada. Anduvieron un poco más y en la pared blanca se abrió una puerta atrancada con dos tarugos de encina monstruosos. No había nadie.

Isaías gritó durante un rato hasta que asomaron tras las redijas de la madera unos ojos desconfiados.

-¿Quién va? -dijo una voz de hombre joven.

-Solo queremos hablar -respondió Isaías.

-Si os han mandado a por el cadáver, decidles otra vez que no devolveremos nada hasta que ellos no nos devuelvan el cuerpo de Martín. Y ahora, largaos.

Isaías miró a Fonseca.

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13/01/2014, 17:00
Toledo Nocturno

9 de agosto de 1138. Refugio de don Álvar. Toledo.

Cuando la noche la llamó de nuevo, Leonor agradeció a Dios haberse despertado en un mullido colchón de plumas. La cripta de Ucero no estaba mal, pero las comodidades de don Álvar estaban mejor que bien. Podría acostumbrarse a aquello sin esfuerzo.

Una vez hubo saciado su apetito con uno de los Sirvientes de su Padre, fue a la sala de audiencias. Allí la recibieron don Nuño y don Gutierro. Apenas pudo distinguir a don Nuño sin el polvo del camino y sin su pesada cota de malla. Se saludaron cortésmente y Nuño habló.

-Mi señora Leonor, lamento comunicarle que la vista con don Álvar ha de ser aplazada. Ha surgido un imprevisto en el castillo de Mora que le ha obligado a ausentarse de la ciudad. Me ha dado ésto para vos.

Don Nuño le tendió un sobre lacrado con su sello y un pergamino.

-Leed primero el sobre -apuntó Gutierro.

El sobre rezaba:

Querida Leonor.

Apenas has llegado y ya estoy siendo descortés con vos. Un problema con mi Padre me tiene atado en Mora hasta el Concilio. Ruego a Dios que sea benevolente con vos en estos días de ausencia.

AF.

El pergamino rezaba:

Por la presente cédula se le otorgan plenos poderes a doña Leonor Ramírez de Ucero, mi Hija, como Princesa Regente de la ciudad de Toledo hasta mi vuelta. Su voz será mi voz, su Sangre será mi Sangre, sus amigos mis amigos y sus enemigos los míos.

Álvar Fáñez, Príncipe de Toledo.

Cuando hubo terminado de leer, don Gutierro habló.

-Cuando esté lista, mi señora, debe atender a los peticionarios. Ésta será una noche muy larga.

Notas de juego

30/30 puntos de sangre

8/8 puntos de fuerza de voluntad

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13/01/2014, 19:39
Leonor Ramírez de Ucero

Leonor se tomó unos segundos antes de volver a enrollar el pergamino. Al parecer, iba a acostumbrarse a las comodidades de su padre, aunque también, y eso era lo que más le asustaba, a sus múltiples responsabilidades.

Leonor era una vampira joven, y , a pesar de que Don Álvar había puesto un gran empeño en su educación como cainita, se consideraba bastante inexperta aún. Por todo esto la lectura de aquel pergamino no fue un momento agradable; sin duda, muchos vástagos descendientes de príncipes matarían a sus hacedores por una oportunidad como aquella ( algunos de hecho, lo hacían), pero Leonor, no poseía esa ambición tan desmedida. Le gustaba el poder y todo lo que conllevaba, pero no a costa de su padre. Esta situación se le antojaba la misión más difícil de toda su existencia, debía hacerlo bien; no solo eso, debía hacerlo de forma impoluta. Tenía que demostrar a todos que su padre había actuado con total razocinio dejándola a ella al mando, y que aquella decisión había sido sin lugar a dudas la correcta.

Estaba en juego su prestigio y su reputación como guardiana y como vampira en general, pero más allá de todo eso, estaba en juego el honor de su padre, y, por ende el de toda la familia.

Irguió su postura y se giró a los caballeros que la acompañaban, -señores, dijo con una leve inclinación de cabeza, voy detrás de ustedes.

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13/01/2014, 19:58
Toledo Nocturno

Los dos capitanes escoltaron por las oscura callejuelas a Leonor hasta llegar a la venta de Santa Inés, un edificio también conocido en la Noche como "El Palacio". Y desde luego aspecto de palacio tenía de sobra: dos plantas de construcción toledana de mampostería, albañilería y sillar, ventanas lobuladas al estilo cordobés y puertas con columna y capitel labrados.

Dentro el edificio se abría en un patio interior con fuente central. Había unos cuantos Vástagos, algún que otro Sirviente y muchos mortales, todos intercambiando monedas, pergaminos y susurros. Subieron unas escaleras de piedra y recorrieron la parte superior del claustro hasta penetrar por una puerta ricamente labrada, escoltada por dos soldados de su Padre y donde estaba esculpida el águila de los Guardianes.

El salón del trono era una habitación de baile rectangular y alargada, con tapices a un lado y ventanales al otro. El trono estaba al fondo. Dentro de aquella estancia se volvía a repetir una escena muy parecida a la del patio, con la excepción de que allí solo había Vástagos. Había un grupo de tres Guardianes, a juzgar por las sombras que bailaban a su alrededor; también había otro grupo de tres Vástagos que charlaban amigablemente con sus copas de vitae. Otros cuatro estaban en solitario, cada uno con sus pensamientos.

Al entrar Leonor y los dos capitanes se hizo el silencio y todas las miradas se dirigieron a ellos. Don Nuño acompañó a Leonor hasta el trono y don Gutierro se quedó apostado en la puerta.

-Doña Leonor de Ucero, Príncipe Regente de don Álvar, escuchará sus súplicas -entonó don Nuño-. El primer peticionario es don Fadrique de Lerma, de la Casa de los Reyes.

El tal don Fadrique se presentó ante ella e hizo una ligera reverencia.

-Mi señora -comenzó-, vengo a vos a suplicaros justicia. Justicia por el hurto de una Sirviente a manos del felón Diego Fernández -apuntó con el dedo a uno de los presentes, que ni se inmutó.

-¿Tiene algo que añadir el aludido? -preguntó don Nuño.

-Yo no he robado nada -dijo Diego Fernández, que era a todas luces del clan de los Locos-, es ella la que quiere estar conmigo. Y como buen caballero galante -hizo una reverencia poética que sacó un par de risitas del fondo de la sala- es mi deber satisfacer en todo lo que pueda a mi dulce amada.

-Entendido -dijo don Nuño con un tono de aburrimiento-. Pasaremos al siguiente peticionario, Ahmed al-Sarwa, de la Casa de los Guardianes.

El tal Ahmed iba acompañado por un joven de unos trece años, muy probablemente nuevo en la Sangre.

-Mi señora -empezó su locución Ahmed con un fuerte acento árabe-. Me ha desaparecido mi Hijo Hilal, Hermano gemelo de Mislab -indicó con la mano hacia el joven-. Sé que ha sido una desaparición porque ellos dos nunca se separarían, jamás en la vida. Creo que puede ser otra desaparición de las que está asolando Toledo.

El murmullo de la sala se apagó y los tres Guaridanes que estaban al fondo abandonaron la estancia.

-Queda anotado -repuso don Nuño-. Ahmed, Mislab, podéis retiraos. Don Fadrique, don Diego, doña Leonor se tomará un momento para deliberar. Hasta nueva orden, Extra Omnes.

Todo el mundo abandonó la sala excepto don Nuño y doña Leonor.

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14/01/2014, 09:37
Leonor Ramírez de Ucero

Una vez que todos salieron de la estancia Doña Leonor se tomó un par de segundos para reflexionar. -En cuanto al primer tema, dijo al fin, consideraremos a dicha sirvienta como el dominio del tal Fabrique, y por tanto le ha de ser devuelta pues no fue un intercambio justo y consentido sino una usurpación del dominio.

Se giró hacia Don Nuño,en lo referenta al segundo asunto, ¿Que es eso de que ha estado habiendo desapariciones?

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14/01/2014, 13:48
Nuño de Liébana

-Las desapariciones son el motivo por el cual tanto vos como Amal estáis en Toledo. Al principio fueron desapariciones de Sirvientes, diez en total, nada grave; pero cuando empezaron a encontrarse túmulos de ceniza, la historia fue diferente. La facción de vuestro Padre acusa a la de don Eleazar, y como vos entenderá, la de don Eleazar a la de vuestro Padre. Sea como fuere, todo este asunto está desgarrando la ciudad. Al menos el Señor ha sido bondadoso en este último suceso: la familia de al-Sarwa no tiene alineación política, así que es de suponer que ningún bando se va a sentir ofendido.

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15/01/2014, 10:11
Leonor Ramírez de Ucero

- Y, ¿que es lo que estaba haciendo mi padre a ese respecto?, supongo que se envíaría a alguien a investigar tales sucesos. Porque, ¿estáis completamente seguros de que los crímenes fueron cometidos por otros vástagos?

-Contadme algo más sobre esto, después volveremos a llamar a Ahmed, creo que debemos conocer algún detalle más sobra esa desaparición.

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15/01/2014, 14:21
Nuño de Liébana

-No sabemos quién o qué ha atacado, pero tened por seguro que no han sido humanos. Don Álvar, a pesar de ser Príncipe, no tiene el poder absoluto de la ciudad. No podía comenzar una investigación donde él fuera juez y parte, así que forzó a los Amici Noctis a actuar. Y lo hizo bien, ya que consiguió que tanto vos como la señora Amal fuéseis nombradas alguaciles del caso. Si los Amici Noctis hubieran escuchado a don Eleazar con más vehemencia, los alguaciles serían otros, y la situación muy distinta.

Don Nuño se aclaró la garganta para continuar.

-La disputa entre don Álvar y don Eleazar viene de muy antiguo, doña Leonor, de un tiempo donde los dioses de la Noche aún caminaban sobre la tierra. Esa disputa se fue refinando hasta convertirla en un "moros y cristianos", si me permite la simpleza. Son como el día y la noche, salvo que su cruzada contra el otro está sostenida en el tiempo y en la cortesía. Entiéndame lo que le digo, ya que es de vital importancia: don Álvar y don Eleazar jamás cruzarán espada entre ellos.

El gran guerrero Lobo se ajustó el cinto de la montruosa espada. Parecía como si las palabras que fuera a decir a continuación le quemasen la lengua.

-El moro se divierte jugando al ajedrez, un juego donde las piezas representan a los humanos. El objetivo del ajedrez es derrocar al rey. Un rey no mata a otro rey, y los reyes jamás son sacados del tablero por otras piezas, si me entiende... Lo que hacen las piezas de un rey con las piezas del otro... eso es otra historia. Dicen los sabios que la pieza más importante del ajedrez es la reina, la dama. Los esfuerzos de ambas partes se concentran en eliminar a la dama del otro para así encontrar camino expédito hacia el derrocamiento. Y vos, mi señora, sois la dama de don Álvar.

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16/01/2014, 16:39
Leonor Ramírez de Ucero

- Está claro que la posición que ostento no es fácil, pero todos hemos de ser consecuentes con la realidad de nuestra existencia y actuar en consecuencia. dijo Leonor manteniendo la compostura. La posición de poder que ocupaba su padre la colocaba a ella en una posición de continua de peligro y reproches. Debía tener especial cuidado en cada una de sus actuaciones, ya que estas eran observadas con inquina por muchos ojos que podrían poner a su padre en un apuro si Leonor no estaba a la altura de las circunstancias.

Esto había sido así desde que su padre le diera la bienvenida al mundo de las sombras, por lo que, ya estaba acostumbrada a medir sus palabras y actuaciones, sin embargo, todo esto era más de lo que jamás hubiese imaginado. Aún así Leonor no estaba dispuesta a fallarle a su padre.

-Don Nuño, hay que comunicarles a los peticionarios la resolución que he estimado, en cuanto al primer caso está muy claro, y el segundo caso será tratado igual que el resto de la misma índole, serán investigados juntos.

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16/01/2014, 17:41
Toledo Nocturno

Fadrique de Lerma acogió el fallo con entusiasmo. Incomprensiblemente, Diego Fernández también. No había duda que era un hijo de Malkav.

Ahmed y su Hijo Mislab se mostraron agradecidos por las palabras de Leonor. Parecía que su único consuelo consistía en aclararlo todo.

Don Gutierro y don Nuño volvieron a escoltar a doña Leonor hasta el refugio de don Álvar. La noche era clara y ya se empezaba a notar el frescor del fin del verano. Las tabernas estaban abiertas, los borrachos abundaban, las meretrices mostraban sus virtudes en las esquinas y los ladrones esperaban pacientemente en los callejones. Nada cambiaba.

Al llegar a la puerta del casón, vieron que una calesa estaba aparcada unos pasos más adelante.

-Eleazar -murmuró don Gutierro, que puso en guardia a don Nuño.

El caballero Gutierro se adelantó y entró en el edificio. Don Nuño pegó su enorme cuerpo al de Leonor a modo de protección. La cabeza de Gutierro asomó y asintió. Don Nuño y Leonor entraron en la casa de don Álvar.

En la entrada había toda una escena pintoresca: dos enanos vestidos de plumas correteaban por entre las piernas de los presentes. Tres músicos muladíes tocaban una bella melodía con una cítara, una flauta y un tambor de mano. En el centro, presidiendo, estaba don Elezar de Polanco, custodiado por una mujer negra solo tapada por una minúscula cota de malla de oro y por un joven de no más de quince años embutido en una monstruosa coraza de hierro.

Don Eleazar era un hombre de unos cuarenta años, vestido a la usanza andalusí, con turbante de lino y brocados de oro. Tenía el pelo ondulado y cortado en una media melena que empezaba a clarear que le rozaba los hombros. La barba recortada en pico también presentaba zonas con canas. Era ligeramente bajo para ser un hombre y, a juzgar por su expresión, enormemente divertido.

Don Eleazar dejó atrás a su peculiar escolta y besó la mano de Leonor con gesto cortés.

-Al fin nos conocemos, mi señora Leonor -dijo en un castellano sorprendentemente neutro-. Sabed que vuestra belleza hiere a los hombres, pues nos hace recordar constantemente que, a vuestro lado, no somos más que meras bestias.

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17/01/2014, 08:24
Leonor Ramírez de Ucero

Viendo la carta de presentació de Don Eleazar no pudo evitar esbozar una media sonrisa. Resultaba ridículamente evidente cuán diferentes eran aquel hombre y su querido padre. Don Álvar podría tener defectos, pero no era un hombre presuntuoso, sin embargo el tal Eleazar, se veía a la legua que disfrutaba de la ostentosidad que su posición le permitía. - Es un placer conoceros Don Eleazar, dijo inclinándose levemente al recibir el saludo del vástago pero sin desviar la mirada de la suya durante la breve reverencia.- Como sin duda sabréis, mi padre no se encuentra presente en estos momentos. Sospecho que si habéis desplazado hasta aquí semejante séquito querréis pasar a conversar conmigo. No esperó la respuesta de Don Eleazar, si no que se diijió directamente hacia el interior.

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17/01/2014, 15:25
Toledo Nocturno

Una vez se acomodaron, don Eleazar habló.

-Mi señora Leonor, no quisiera ni entretenerla de sus... poderosos quehaceres, ni importunarla con mi presencia, así que seré breve. La desaparición del Hijo del pobre Ahmed es un hecho extraño, mi señora. Vuestro Padre y yo hemos estado tan concentrados el uno con el otro que quizá hayamos perdido la perspectiva. Es muy posible que se nos haya pasado por alto la entrada de un tercer jugador. Le digo ésto a vos, con la esperanza de que vuestra sensibilidad sea mayor que la de don Álvar y me escuche. De entre todas las virtudes que alumbran a vuestro Padre, la tolerancia no es una de ellas, me temo.

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18/01/2014, 09:27
Leonor Ramírez de Ucero

- Mi señor, os escucho. El tema del que hablamos me preocupa en demasía, por lo que agradeceré emormemente cualquier opinión o información que tengáis al respecto. comentó en un tono sumamente educado, - Sin embargo, y a pesar de que agradezco vuestro gesto, os rogaría que os guardáseis para vos vuestras opiniones con respecto a mi padre.Pues tanto sus númerosas virtudas como sus defectos forman parte de él , y es por eso que yo le respeto y venero.

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18/01/2014, 13:55
Toledo Nocturno

Leonor consiguió ver tras la máscara de pompa de don Eleazar su verdadero gesto. Sintió que estaba genuinamente sorprendido y se lo estaba pasando bien. Aquel Vástago antiguo se sentía a gusto en aquellos terrenos.

-Acepte mis disculpas si en algo os he ofendido. Si yo ahora os dijera que no tengo nada que ver con las desapariciones, vos estaría en su pleno derecho de no creerme. A decir verdad, si don Álvar me dijera lo mismo, yo tampoco lo creería. Y verá, doña Leonor, este círculo de violencia, esta vorágine de acusaciones me preocupan, y alguien debe ser quien la rompa. Hay una opción que me quita el sueño: que ambos tengamos razón. Si no es don Álvar quien está detrás de ésto, si no soy yo... -la mirada de don Eleazar refulgió durante un latido. Se levantó, hizo una reverencia y, antes de salir, añadió:- Me compadezco de la batalla que le ha tocado luchar, bella Leonor, en verdad que sí.

Al poco tiempo, entró don Nuño para comprobar que Leonor estaba bien.