Partida Rol por web

La tarde se va haciendo noche, el mar empieza a picarse, la costa se va perdiendo de vista. Pronto habrá que encender los faroles y la persecución se volverá más difícil.

Mientras Ulfryd se desgañita a los remos de su barco, vosotros rumiáis un poco. ¿Cómo es posible que un barco en principio más pesado que los vuestros, que debería ri lleno de botín o hombres armados, sea tan rápido como vuestros ligeros navíos?

- ¿Y si es una treta para alejarnos? - pregunto. ¿Y si el  Barco va vacío y sólo lleva a los remeros y no lleva botín ni hombres armados porque estén en otro barco y este sólo sea un señuelo?

- Lord Alarich deberíamos dar la vuelta. - digo. Que Ulfryd lo persiga sin atacarlo mientras nosotros retrocedemos y aseguramos la costa y al resto de navíos.

- Dejadme atrás con La Tempestad. - prosigo. Evitaré que nadie se acerque.

La noche se acercaba, no se auguraba buen tiempo, y Alarich seguía mirando la nave pirata sin dar una orden mientras seguían a una tripulación que huía. Si por el fuera ya se habrían marchado. De nada servía perderse en el mar. A diferencia de esos piratas, ellos tenían una costa que defender. Y no les corría prisa acabar con sus enemigos. 

Ya habían dado un golpe sobre la mesa al hundir uno de los barcos de esos bastardos, y lo mas inteligente era marchar de ahí y prepararse para otros menesteres.

Por mi difunta madre, Alarich, sácanos de aquí, el mar se está picando... ¡Vamos directos a una tormenta!

Miró a su contramaestre y le espetó:

- Mandad una señal a la nave del señor. Preguntarle cuales son las órdenes.

Con suerte entenderá que el mar se está poniendo bravo, y que ya hemos hundido una nave enemiga, y salvado una potencial aliada. Ha sido un buen día... Mejor no tentar a la suerte.

La señal del barco de Ulfryd y la petición de Elric llamaban a la prudencia y quizá después de todo tuvieran razón. Me estaba dejando llevar por la indignación de la presencia de aquel barcoluengo en mis costas.

- ¡TODO A BABOR! ¡Desplegad las velas! ¡Volvemos a casa mis valientes!

La nave del señor viraba. Todo indicaba a que nos marchábamos. Ya habría tiempo de cazar a esos bastardos. Por el momento ya les habían dado "el aviso" de no acercarse mas a sus costas. O les darían caza hasta matarlos. Era una pequeña victoria para su gente. El señor estaría contento, los Redwyne estarían contentos... A ver como se desenvolvía todo, pero pintaba bien.

Esperemos que esos sucios piratas hayan aprendido la lección, aunque tengo la impresión de que no va a ser fácil convencerles de que abandonen nuestras costas...

Viendo como la nave del señor estaba ya en posición de volver a casa, gritó a los suyos arengandoles a seguir remando:

- ¡¡SEÑORITAS, VOLVEMOS A CASA, ESO NO SIGNIFICA QUE PODAMOS PARAR DE REMAR!! ¡EN UNAS HORAS QUIERO ESTAR EN MI CAMA CON MI ESPOSA, ASI QUE YA PODEIS REMAR FUERTE, MARINERITAS!

Acercándose al segundo al mando:

- Que giren las balistas en dirección al barco. Si a esos idiotas les da por seguirnos, que les llueva acero. No quiero sustos. Que los músicos no bajen el ritmo. No quiero que la tormenta nos pille aquí. Cuanto antes estemos en casa mejor. En cuanto lleguemos, recuento de hombres y bienes. Y que se preparen guardias por si esos piratas nos quieren pillar por sorpresa en puerto. Quiero el barco siempre preparado para el combate. Para zarpar y luchar si fuera necesario.

El segundo al mando miraría serio al segundo, memorizando cada palabra. Estaba claro que no iba a ser del agrado de todos bajar del barco y seguir alerta, pero primaba asegurar el puerto, y adelantarse a lo que esos asquerosos piratas pudieran hacer. No le iban a pillar por sorpresa, no señor. No a Wyrmslayer.

Es peligroso viajar de noche incluso conociendo la costa. Podéis embarrancar en algun escollo como los redwyne en los Anzuelos. Además los hombres están agotandos de tanto remar y pelear. Lo más sensato sería echar el ancla, comer algo caliente y volver a casa por la mañana. ¿Qué hacéis?

Cuando empieza a caer la noche, no parece prudente continuar hasta el puerto. 

- Muy bien, ¡haremos noche aquí! ¡Echad el ancla! ¡Armas preparadas! 

Me volví hacia Elric, de camino a mi camarote

- Que comuniquen las ordenes a Ulfryd y tengan preparadas las balistas, podrían volver a por nosotros.

- Así se hará. - respondo a mi señor.

- Ya habéis oído. - rujo.

Tras asegurarme de que dan las señales oportunas a Ulfryd doy una vuelta por la nave organizando los Turnos de Guardia.

Esta noche habrá 1/3 de la Tripulación haciendo Guardia en todo momento.

Luego entro en el camarote de Alarich.

- Mi señor, la nave de vuestro hermano ha sido avisada. - le digo a Alarich. También he dispuesto los Turnos de Guardia. Siempre habrá un tercio de la Tripulación vigilando. - añado. Yo haré el primero y el tercer turno.

La orden era clara, no nos movíamos, anclas abajo y pasar la noche. Era lógico, navegar a oscuras en una zona como los anzuelos era de completos idiotas. Y las órdenes eran claras: Pasar la noche escondidos bajo la protección de la oscuridad. Armados hasta los dientes por lo que pudiera pasar. Esos perros de las Islas del Hierro no les iban a pillar por sorpresa.

- ¡Vamos, marineritas! Arriad las jodidas velas, balistas listas por lo que pudiera pasar. Quiero que todo el mundo esté en cubierta en 20 segundos si se da la puta alarma. Todo el mundo que duerma con sus cosas a mano, y la armadura puesta. NO QUIERO UNA PUTA LUZ ENCENDIDA NI NADA QUE BRILLE CON EL REFLEJO DE LA LUZ DE LA LUNA. NO DELATEMOS NUESTRA POSICIÓN.

Pasaría la noche nuestro Ulfryd andando por cubierta, mirando hacia el horizonte, bajo el propio barco, esperando como un maníaco un asalto nocturo con su enorme hacha sobre su hombro. Si alguna vez le tenían que pillar desprevenido, no sería esa noche.

Alarich asintió de mal humor, muy mal humor, dejarles ir tras aquel desafío no había sido plato de buen gusto para él y posiblemente dormir en altamar estando tan cerca de casa porque la noche se os había echado encima tampoco. 

- Bien - eso fue todo, más cerca de un gruñido que de una palabra. Aceptar los turnos implicaba que esperaba que le despertases cuando fuera el suyo, pues como dejaras la nave sin alguien al mando y ocurriera algo... 

Se sigue como habéis dispuesto. Tras echar el ancla en una caleta lo bastante segura, los marineros se disponen a planchar la oreja como buenamente pueden, tras dar buena cuenta del rancho, cocinado en un caldero sobre una caja de arena en la que se hace el fuego. Parte de las tripulaciones queda en guardia.

La noche pasa tranquilamente sin sobresaltos...

El cómo una nave más grande que la vuestra ha conseguido despistaros os sigue haciendo bailar la cabeza. Por la mañana Ulfryd, que se ha pasado la noche dando vueltas al asunto, Elric y Alarich, comentan lo que vieron: la nave no iba muy cargada. Se notaba en lo alto que se levantaba la quilla con cada ola, en la línea de flotación. ¿Pero porque mandar una nave medio vacía a una incursión? ¿Para cargar más botín? Con tan poca tripulación, poca ganancia habría. Y sería arriesgar una buena nave.

Entonces caéis.

La nave era un señuelo. La mandaron expresamente para despistaros y atraeros fuera de Puerto Rojo. La vaciaron para que fuera rápida y no pudierais alcanzarla.

No me jodas... No me jodas...

Tenemos que volver a puerto ya... Malditos hijos de puta... Mis hijos, mi mujer... 

- Contramaestre, haz señales al señor, ¡Eran un señuelo! TODO EL MUNDO A LOS REMOS, EL PUERTO ESTÁ EN PELIGRO, VAMOS JODER - gritaría mientras patearía el culo de algún rezagado. 

- ¡¡¡REMAD, POR VUESTROS HIJOS; POR VUESTRA FAMILIA; POR TODO LO QUE AMAIS, REMAD!!!

Mirando al horizonte temiéndose lo peor, el barco siguió el camino. Por suerte habían interceptado uno de los barcos, y el otro había huído. Solo esperaba que no hubieran llegado al puerto aún y que en caso de hacerlo, llegaran a tiempo para ayudar en la defensa del mismo.

Si está Paxter y el propio heredero, es probable que hayan organizado una defensa. Tenemos que llegar cuanto antes... Maldita sea...

Al amanecer, mientras un buen trago intenta templarme... recibo informe de las señales de Ulfryd y lo cierto es que todo toma sentido. Demasiado fácil. Demasiado... 

- ¡A los remos! ¡Todos! Me da igual quien hiciera el último turno, ¡A los malditos remos! Levad anclas... 

Antes de mencionar las velas aparezco por cubierta para cerciorarme de la dirección del viento.

No pido a nadie que de confirmación alguna a Ulfryd, la movilización de mi navío debería ser suficiente para que se pusiera en marcha.

Los hombres se ponen a los remos frenéticamente... Musculos que ya tuvieron un esfuerzo tremendo el día anterior vuelven a exprimirse a la luz del nuevo día. El comitre impulsa un furioso ritmo de boga. Los hombre se animan a gritos entre sí, pensando en que sus hogares y sus familias quizá esten en peligro.

La nave botaba con la olas, no podía para de pensar en su familia, y veía que aunque el ritmo era constante, sus hombres estaban cansados por el combate y por el día anterior. La tripulación del barco que él comandaba era la que mas había sufrido tras el intento de abordaje inicial. Era el momento de actuar.

- Los hombres de las dotaciones, los que hayan descansado, venid conmigo, haremos un turno. Remad como nunca lo habéis hecho o quizás para cuando volvamos solo queden cenizas. ¡¡RAPIDO JODER!!

Dicho esto dejó su gran hacha en medio de la zona de remeros, un escudo que había tomado de entre los muertos y su hacha de mano. Se sentó como uno mas en uno de los remos traseros y lo agarró como si de un recién nacido se tratase, y empezó a bogar gritando incluso por encima de la música.

- ¡REMAD, ¡REMAD!, ¡REMAD!

Seguro que no era para nada usual que el hombre encargado del barco estuviera remando como uno mas. Pero nadie había en ese jodido barco con mas ganas de llegar a puerto que él mismo. Si remando y refrescando un poco a la gente que había remado el día anterior pudieran conseguirlo, no iba a ser él alguien que se negara a remar como buen amante de su tierra.