Partida Rol por web

La primera ronda daba comienzo. El primer torneo pokemon no hacía más que empezar y la gente no quería perderse tal evento por lo que el estadio pokemon estaba a reventar. Los primeros combates ya daban comienzo cuando en el campo de batalla aparecieron los dos contendientes llegados desde rincones dispares del planeta. Hiromi y Maco eran los dos entrenadores en esta batalla.

Estaban dispuestos a dar todo en aquel combate. El árbitro alzó el banderín para que los técnicos dieran paso al terreno de juego.

Las compuertas que había bajo los atriles de ambos entrenadores se abrieron y tras ellas apareció un enorme volcán que alzó la temperatura del campo de batalla. Los pokémon de fuego se verían fuertemente potenciados con las llamas que rodeaban las partes circundantes del estadio.

Una nueva señal del árbitro hizo que los técnicos escogieran el clima con el que se empezaría, siendo también un clima habitual y sin temperaturas extremas.

Los espectadores gritaban de la emoción, la elección surgida de ambas combinaciones darían lugar, sin duda a un singular combate en la que los entrenadores pokémon darían todo lo que estuviera en su mano para clasificarse para la siguiente ronda.

Maco entró al terreno de batalla descolocándose el pelo. Ya se podía decir que era un experto en este tipo de combates, y estaba dispuesto a salir triunfante. Sonrió a Hiromi, su rival. No parecía muy fuerte, así que estaba convencido de poder vencerle con gran velocidad.

Cogió una pokéball rápidamente y la miró. Confío en tí dijo y, acto seguido, la lanzó. ¡Vamos, Charmander!

Hiromi se llevó una mano a la frente. Estaba empezando a sudar de forma exagerada. Ya no solo era por la tensión del momento y por tener tanta cantidad de espectadores observándole, era por el hecho de que junto a él había un caluroso e incómodo volcán. No se sentía cómodo en aquella situación, pero no debía mostrárselo a su rival.

Hiromi torció el gesto y le puso una medio sonrisa a su rival. Ha llegado la hora. No he llegado hasta aquí para ser derrotado en éste primer encuentro. Así que prepárate.

Dijo tomando una de sus pokéball y lanzándola al aire.

¡Espero que tengamos un combate limpio y justo! ¡Suerte! Dijo mostrando el pokémon que acababa de salir de su pokéball.

¡A por todas Sandile!

Los combates de la primera ronda estaban comenzando. Jóvenes entrenadores de todos los rincones del mundo y todas las edades habían viajado hasta allí para demostrar su valía y la de sus pokémon. Pero no sólo eso, también tendrían que demostrar la confianza y la amistad que los unía, que en combates anteriores se había visto que era fundamental para llegar a la victoria.

Y allí, con los nervios a flor de piel, se presentaron Hiromi y Maco. Cada entrenador eligió a un pokémon en el que depositaron las confianzas del ganador.

Y allí, frente a frente, estaban Charmander y Sandile. Un gran combate se avecinaba, y el público podía notarlo.

El joven frunció el ceño. La elección de Sandile le podía complicar las cosas. Era un pokémon que conocía bien, y su Charmander estaba en desventaja. Pero eso no iba a hacer que se echara hacia atrás. Había llegado muy lejos en otros torneos como para caer en la primera ronda, y más con alguien que no tendría ni idea de los combates.

Charmander, con decisión. ¡Onda Ígnea!

La pequeña lagartija de fuego cogió aire y abrió la boca. Rayos de fuego salieron directos a Sandile

Hiromi frunció el ceño al ver el movimiento escogido por Maco y su Charmander. Estaba claro que usar movimientos de fuego junto a ese volcán era lo más inteligente. Miró a su Sandile y sonrió. ¡Vamos, amigo! Ha llegado tu momento, esquiva ese fuego y comienza a dar brincos por el terreno de batalla. ¡Crea un terremoto! Dijo mirando a él y después al público. ¡Agarraos bien, puede que esto sea movidito!

¡Usa toda tu fuerza, amigo! ¡Adelante!

El combate comenzó y fue con ataques muy poderosos. El calor agobiaba a todo el mundo excepto a Charmander, que estaba en su ambiente. La llama de su cola aumentó su poder y el pokémon se preparó para atacar. Sandile, por su parte, conseguía aguantar con el calor. Era un pokémon resistente, aunque empezó a sudar un poco.

Y Charmander empezó a inspirar. La llama aumentó más todavía y de su boca salían llamaradas de fuego. Pero, cuando fue a soltar su poderoso ataque, Sandile comenzó a saltar de un lado a otro. Sus poderosas patas hicieron que las rocas se desprendieran. El volcán empezó a humear por el terremoto, amenazando con una gran erupción. Pero se detuvo a tiempo, justo cuando las rocas golpeaban a Charmander y le dejaban KO de un sólo movimiento.

Maco levantó la pokéball. ¡Vuelve, Charmander! dijo, y la luz roja devolvió al pokémon a su interior. Se guardó la bola y sacó otra. Es tu turno, probemos suerte.

¡Adelante, Lotad!

¡Gigadrenado!

Hiromi sonrió ante la ventaja que acaba de adquirir. Pero entonces Maco decidió escoger a un nuevo pokémon, uno que lo mirase por donde lo mirase era fuerte contra Sandile. Pero el pequeño lagarto de tierra era rápido, y aunque aquel poderoso pokémon pudiera acabar con él de un solo golpe, Sandile haría todo lo posible por no rendirse.

¡Venga Sandile! ¡Muéstrale a ese Lotad de lo que somos capaces! ¡Tú y yo lo vamos a lograr! ¡Vamos a salir victoriosos de este combate!

¡Adelante, muérdele bien!

Una vez más, el pokémon de Hiromi fue más rápido que el Lotad tontorrón de Maco. Sandile movía sus cuatro patas a gran velocidad y perfecta sincronización, haciendo que su velocidad fuera mayor y se lanzó con las fauces abiertas a su rival.

Lotad no lo esquivó y se vio metido entre los dientes de Sandile. El pokémon comenzó a gritar y rápidamente empezó a brillar. Diferentes puntos de luz parecían desprenderse de Sandile, que empezó anotarse debilitado, mientras las heridas de Lotad se cerraban y recuperaba fuerza. El Gigadrenado del pokemon planta estaba siendo muy efectivo.

Hiromi sonrió, aquel combate estaba yendo mucho mejor de lo que se esperaba en un principio. El problema es que aún no tenía muy claro quién sería su siguiente rival. Pero lo que sí que tenía claro es que aquel combate estaba claramente ganado ya. Y mucho más con un pokémon tan rápido como Sandile.

¡Ves amigo, te lo dije! La velocidad en los pokémon es algo muy importante. Apúntate esa Maco para cuando vuelvas a entrenar a tus pokémon. ¡Potencia su velocidad y llegarás más lejos! Dijo alzando un pulgar a modo de consejo.

Pobre... Pensó Hiromi para sí mismo. No quería causar mala impresión al público, pero se sentía cómodo humillando a su rival.

¡Sandile, repite el movimiento! ¡Triturar!

Se nota que no ha tenido ni un amigo en su vida pensó Maco, viendo a su Lotad sufrir. Sabía lo que podía significar aquel combate, pero ahora le importaba menos. Su única intención en esos momentos era acabar con Sandile, aunque le costara tres pokémon.

¡Lotad, inténtalo! ¡Gigadrenado!

El pokémon empezó a brillar antes de que Sandile consiguiera clavarle los colmillos.

Y como había anunciado Hiromi, la velocidad de su pokémon volvió a decidir el combate. Sus rápidos pasos alcanzaron a Lotad antes de que este pudiera comenzar su ataque. Los colmillos de Sandile eran muy poderosos, y en sus fauces Lotad perdió el conocimiento.

Ahora a Maco sólo le quedaba un pokémon. Era su última decisión y, aunque lo tenía muy mal para ganar, se habían visto remontadas del estilo otros años.

La última baza dijo Maco, tras guardar a Lotad y sacar su última pokeball. Sea como sea, ya está decidido. Lanzó la pokéball al aire.

Adelante... ¡Snorunt!

El pokémon de tipo hielo apareció en el campo de batalla, aunque sudando por estar tan cerca del volcán. Maco sabía lo peligroso que era, pero estaba decidido.

Empieza con granizo, ameniza el tiempo

Los ojos de Snorunt se volvieron blancos y el cielo despejado se cubrió de nubes oscuras que anunciaban tormenta. Pero en vez de descargar lluvia, el granizo comenzó a caer con fuerza sobre el campo de batalla.

¡Veo que te ha costado pero esta vez ya lo has entendido! ¡Un pokémon rápido, así me gusta! La pena va a ser que quizá hayas reaccionado demasiado tarde. Hiromi contempló al público a ver si estaba todo el mundo atento o por si ya habían perdido el interés en aquel combate que estaba claro a favor de quién iba a terminar.

Sandile, ya sabes,, Snorunt es de tipo hielo, y contra el hielo tú sabes cómo reaccionar. ¡Haz lo que te he enseñado estos días en el entrenamiento!

Entendiendo a la perfección las palabras de Hiromi, Sandile comenzó a mover sus pies para golpear con fuerza el suelo. El volcán en el que se encontraban retumbó varias veces, e infindad de rocas afiladas saltaron en dirección a su rival.

Aunque Maco había sacado un pokémon rápido, el Sandile de Hiromi fue más rápido. Con un aullido, levantó su cabeza. En el cielo aparecieron multitud de rocas que salieron volando contra Snorunt. El pokémon de tipo hielo casi no pudo contar el ataque, pero se levantó malherido del suelo y sus ojos se volvieron negro. El cielo se cubrió de nubes espesas y empezó a granizar.

Los cristales de hielo empezaron a caer con furia sobre el campo de batalla. Estaban tan helados que tardaban unos segundos en descongelarse en la lava. Y, mientras Snorunt brillaba y sus heridas comenzaban a cerrarse, Sandile recibía pelotazos que no podía esquivar.

Hiromi sonrió al comprobar que ningún pokémon de Maco había logrado hacer frente a Sandile. Sé que estás agotado, amigo. Pero te pido un último esfuerzo. ¡Vuelve a hacer esas rocas que tan bien has hecho antes! Acabemos con este combate de una vez y clasífiquémonos.

Ha sido un placer combatir contigo, Maco, espero que nos volvamos a ver. Dijo agachándose para hacer una reverencia ante su rival.

Acaba con él. Dijo señalando a Snorunt.

El ataque de Sandile fue tan veloz que a Snorunt no le dio tiempo a esquivarlo. Las rocas afiladas volaron hacia su rival, impactándole de lleno y, emitiendo un grito de dolor, el pokémon de hielo cayó al suelo, inconsciente.

A Maco no le quedaban más pokémon. Hiromi había vencido este combate con un sólo pokémon. Sandile había ganado todo él sólo, a pesar de seguir recibiendo el impacto del granizo que Snorunt había provocado.