Partida Rol por web

Tras el diente de Dragón

Escena I: La princesa de Cornualles.

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03/05/2012, 14:55
Rhiannon

El corazón de Rhiannon  se alegró al escuchar la propuesta de su hermano.  La joven había sido muy imprudente al acudir sola, sin ningún mimbro de su banda que la acompañara, a aquella cita, pero volver a entrar en el establecimiento y permanecer a la vista de todos charlando con Gwalch había sido una completa estupidez.
La muchacha estaba inquieta, cualquiera de los presentes podría delatarla y, además, sabía que el extraño incidente de la nevada y la luz cegadora acabaría llegando a oídos de la guardia y que éstos no tardarían en acercarse al lugar.

Adrien-dijo mientras tomaba de la mano a su hermano-debemos irnos lo antes posible
 

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03/05/2012, 23:41
Adrien

Adrien observaba la entrada del local mientras asentía ante la petición de su hermana pero necesitaba saber antes si el joven druida estaba dispuesto a acompañarlos hasta los muelles o no. Querían respuestas pero era primordial abandonar el lugar lo más pronto posible por lo que el nervioso pescador se acerco hasta la puerta para observar la calle y volver luego a la mesa para escuchar lo que tuviera que decir la ardilla o él.

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04/05/2012, 21:38
Gwalch

El druida cruzó una mirada con Rhiannon. No tenía secretos, ni problemas para guardar los de los demás. Bebió un largo trago de su jarra mientras una cucaracha aprovechó para cruzar la mesa. El revuelo las había hecho salir de su escondite.

- Nada que no sepáis - respondió con serenidad - Magos, quizá. Magia, seguramente. Aquellos que son como vuestro amigo bufón a veces hacen cosas así. Pero no sé mucho más.

Buscó esta vez la complicidad de su hermana, y se acarició el colgante, pensativo. Era un trozo de madera retorcido, con muy poco valor para aquellos que buscan la riqueza en el oro. Proteger la vida. La última de sus promesas, la más importante.

Aún había tantos heridos...

- Os parecéis mucho - dijo, acariciando el pelo de Nenúfar - Ten cuidado

Marchaos ya. Me necesitáis menos de lo que pensaba al principio. - sonrió a Rhiannon, cogiéndole la mano - Llévate los pergaminos.

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04/05/2012, 22:04
Director

Nenúfar reconoció inmediatamente el gesto de Gwalch cuando acercó la mano a su frente para acariciarle el pelo. Pocos días antes había usado ese mismo gesto para mostrarle la visión de la fortaleza de Philiph sepultada por la nieve, pero esta vez era mucho más discreto, más rápido.

Una mujer pelirroja, con una larga trenza, se adentra en la niebla espesa. Hay un ruido ensordecedor, como un rugido o un lamento, y el mundo se dobla sobre si mismo, para desaparecer.

Notas de juego

Poco antes de morir, el Maestro hizo prometer a Gwalch varias cosas antes de entregarle el colgante que lo distinguiría como druida el resto de su vida. No es más que una raíz de roble, pero desde que la tiene parece que el joven domina mejor su energía. Cumplir estas promesas es una de sus prioridades.

Gwalch es muy empático. Nenúfar nunca ha estado segura pero parece que el dolor ajeno también le duele a él, aunque no sea él la causa. En la taberna está sudoroso y se frota los ojos continuamente.

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04/05/2012, 22:14
Director

Rhiannon se extrañó de que el druida se aferrase a su mano, pero cuando rozó sus dedos reconoció la sensación de desolación que minutos antes la había sobrecogido en la puerta de la taberna al compartir la visión del muchacho. Sin embargo Gwalch no se apartó bruscamente, tal y como había hecho minutos antes, sino que sostuvo el contacto e impidió que la bella mujer se soltara.

Rhiannon se levantó de la nieve, agotada y desolada. Sentía las lágrimas cálidas en sus mejillas y el dolor en los ojos, como si hubiera estado llorando mucho. La fortaleza de Philiph, el bosque, y las suaves laderas que rodeaban todo lo que había conocido estaban cubiertas de nieve. La ventisca azotaba y cortaba la piel, pero su corazón estaba hecho pedazos, como si se hubiera arrojado a un abismo, ya que todos aquellos a quien conocía estaban bajo aquella tumba helada.

Ante ella bajaba por la ladera una mujer rubia, de baja estatura, vestida de negro que llevaba un enorme libro en las manos canturreaba sonriente. El odio hacia ella era infinito, pero también la rabia y la impotencia...

El muchacho soltó su mano. Aquella no era una visión de Rhiannon, pero, por algún motivo, Gwalch quería compartirla.

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05/05/2012, 01:07
Harald Sigurdrson

-Hablame más de los lobos…

El vikingo le dirigió una mirada suspicaz. Curiosa pregunta, incluso para un mago tan raro.

-Los lobos son bestias ferroces que atacan en silencio y sólo dejan cadáverres y huellas al marrcharr. Los de aquí comen ovejas. En mi país comen bueyes y, si tienen bastante hambrre, grranjas enterras con sus dueños dentrro. El mayorr de ellos, Fenris, acabarrá con el rrey de los dioses cuando se terrminen los días. ¡Ja! Una pelea que me gustarría verr…

El olor del pescado hizo crujir sus tripas, y Harald cerró la boca cuando ya llegaban a los muelles. Buscaba a un chico, buscaba una barca llamada Gisele, tal vez también a una norna preocupada. Eran demasiadas cosas. ¿Handalaia? Qué extraños nombres se ponían los irlandeses…

Unas velas noruegas llamaron su atención, y su mano se cerró con más fuerza sobre el mango del hacha. ¿Qué vientos malditos habían traído vikingos a Cornualles? ¿Acaso le buscaban a él? Harald soltó un bufido. Por las murallas de Asgard, si conseguían cortarle la cabeza, que se la quedaran.

Unos gritos llamaron su atención. Unos hombres insultaban y empujaban a los pescadores. Especialmente a las mujeres que transportaban el pescado. Harald los reconoció por su acento sureño y su fisonomía, pues eran vagamente parecidos a él mismo (1). Unos normandos cobardes preguntaban por una tal ardilla y parecían particularmente interesados en las pelirrojas. Los pescadores se apresuraban a recoger sus cestas y redes para apartarse de su camino. Harald hizo un gesto despectivo. Si fuesen su pescado y sus mujeres, esos tipos estarían ya recogiendo sus dientes del suelo.

La pelea podía sentirse llegar, como una tormenta en mitad del océano.

Se hacía difícil encontrar más huellas. La nieve no existía allí, y los pasos de mucha gente habían removido la tierra. Harald recorrió un trecho intentando adivinar cuál sería la nave de Adrien, alerta además a la aparición de rostros vikingos y procurando al mismo tiempo no perder de vista a los pendencieros normandos. La cabeza empezaba a darle vueltas, y esto le ponía de muy mal humor.

-“La reconocerás por su nombre pues se llama Gisele”… -resopló el nórdico-. ¡Sería más rápido reconocerla por su aparejo, estúpido fisker jarl! (2)

Consideraba la idea de preguntar a algún paisano cuando los gritos de otra mujer asaltada por los normandos terminaron por sacarle de sus casillas. Era otra sajona pelirroja. Como Nenúfar. Los peces boqueaban y coleteaban por el suelo, aquellos hombres la insultaban a grandes voces y los blandengues sajones no hacían nada por defenderla. Tamaña cobardía indignaba a Harald. El hambre enfadaba a Harald. El mareo producido por la búsqueda irritaba a Harald. El griterío enfurecía a Harald. Imaginar a Vanlilje vejada de aquella forma encolerizaba a Harald. Un velo de roja violencia empezaba a enturbiar su mirada. Posó la mano libre sobre el hacha de su cinturón.

-¡Eh, vosotrros! –llamó a los alborotadores-. No está bien tirrar tan buen pescado de esa manerra. Marrchaos a grritarr a otra parte. ¡Las arrdillas se cazan en los bosques, no en las playas!

Notas de juego

(1) Como todos sabemos, los normandos son descendientes de conquistadores vikingos (daneses, creo recordar) asentados en el norte de Francia.

(2) ¡¡¡Harald no sabe leer!!! xDxDxD

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05/05/2012, 19:54
Adrien

Adrien ya estaba harto de gente que se da importancia para luego no aportar nada. Gwalch no había hecho nada más que entregarle un puñado de papeles con forma de notas y mapas, nada más. Si no quería acompañarlos ni aportar más datos a la investigación en busca del diente de dragón no iba a ser él quien insistiera. Las mujeres contaban con mejores formas de seducción o elocuencia que él. Tal vez por eso no se digno ni a despedirse, se limito a salir por la puerta y vigilar el camino a la espera de que las dos mujeres de pelo rojo salieran de la taberna.

Maldición, ¡Que perdida de tiempo!
Esta gente se cree que el resto de los mortales vivimos por y para ellos nada más. A la espera de que les riamos las gracias y que les alabemos como si fueran dioses. ¡Es que es de ser inútil!

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07/05/2012, 13:31
Nenúfar

Gracias a que Nenúfar ya estaba sentada, nadie pudo notar el pequeño estremecimiento que sintió a causa de la visión, el rugido le erizó el bello. Se quedó mirando el rostro de Rhiannon que hasta ahora no le había prestado atención, su hermano tenía razón, ambas eran muy parecidas a simple vista, la melena pelirroja que destacaba en ellas, pero lo cierto que Rhiannon era de una belleza superior, a su lado, Nenúfar era una chiquilla.
Al ver las prisas que tenían Adrien y su hermana por salir del lugar, se levantó decidida de un salto de la silla y atrapó en un abrazo a su  hermano.
-Sal de aquí –le susurró al oído -Nos volveremos a ver. –y le besó en la sien entregándole toda la energía positiva.- Recuerda; yo soy una lagrima del sol.. – sin añadir ninguna explicación, Nenúfar sabia que él lo entendería. Se dirigió a la puerta, pronto los monjes tocarían los laudes dando la señal que le había dado Harald para encontrarse en el muelle.  En su cabeza nada tenia sentido todavía, el nombre de Handalaia, el pequeño goblin, el muchacho del armiño, todo flotaba sin conexión, quizás Rhiannon supiera algo mas, la confianza con la que su hermano trató a la chica escondía secretos,  por lo que estrecharía su relación con ella.

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07/05/2012, 15:05
Tuann Oig

-Buff-suspiró Tuann-Por si no fuera poco con la conversación sobre lobos aterradores, ahora este gigante bobalicón se quiere enfrentar a estas montañas andantes-pensó para si el niño.

Tuann Oig siempre fue muy pesimistas, quizás por su pasado o quizás por que su maestro era capaz de cualquier locura, de cualquier manera el niño siempre pensaba que pasaría lo peor y en consecuencia actuaba para evitarlo y sólo se le ocurría una cosa en colaboración con su maestro. El sendero de aceite con un poco de fuego hará que estos mal nacidos huyan con el rabo entre las piernas.

-Maestro enciende la hoguera-le gritó mientras realizaba su hechizo.

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07/05/2012, 15:35
Sheogorath ex Jerbiton

-¡Hoguera! ¡Hoguera! -gritó el mago de repentino, dando saltos y sacudiéndose la túnica con miedo-. ¡Aaaaaaah! ¡Quema, quema! -con tal jaleo, era difícil que todo el pueblo no supiera dónde se hallaba el hechicero-. ¡Aprendiz malo, malo! -se quejó... con tanto ímpetu que, si Tuann lograse invocar aquel aceite, Sheogorath seguramente lo acabaría pisando.

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07/05/2012, 16:01
Rhiannon

Rhiannon se despidió de Gwalch con un leve gesto con la cabeza, cogió los pergaminos y se encaminó hacia la puerta de la posada, pues empezaba a sentirse como un animal enjaulado entre aquellas sucias paredes. Necesitaba tomar aire, respirar hondo y tranquilizarse, quizás así pudiera poner en orden sus pensamientos y olvidar aquella terrible visión.

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07/05/2012, 20:45
Director


Cita:

-¡Eh, vosotrros! –llamó a los alborotadores-. No está bien tirrar tan buen pescado de esa manerra. Marrchaos a grritarr a otra parte. ¡Las arrdillas se cazan en los bosques, no en las playas!

- ¡¡Anda mira, un valiente!! - dijo uno de los hombres, que contemplaba impasible como sus compañeros se burlaban de la mujer.
- Tú no eres de por aquí, ¿verdad? - dijo otro, acercándose.

Otros cuatro se unieron a los dos primeros mientras los otros dos seguían con aquella extraña redada. La imponente estatura de Harald no parecía impresionarlos; uno de ellos se acercó tanto que sus piojos podrían contarse y desenvainó su hacha con una sonrisa burlona.

El vikingo tampoco se impresionó, y mantuvo la mirada al normando. En unos segundos aquel grupo de guerreros había rodeado a los aventureros; a su vez, los curiosos habían rodeado a los normandos. Quizá todos ellos tenían sed de venganza, y aquel hombre del Norte parecía dispuesto a saciarles; quizá eran solo los continuos agravios a los que aquellos guerreros sometían a los vasallos de Philiph.


Cita:

- ¡Maestro, enciende la hoguera!!

Sheogorath empezó a gritar. Al principio los normandos se sorprendieron pero luego rieron. Quizá aquella pelea parecía más equilibrada si un mago acompañaba al vikingo, pero, perdida toda su dignidad, Sheogorath no parecía más peligroso que cualquiera de los otros sajones.

- Vámonos, no es más que un loco con un necio y un niño - dijo el que parecía el cabecilla, y escupió al suelo.

Luego, todo ocurrió muy deprisa.

Tuann completó su hechizo, pero algo salió mal. El muchacho lo supo cuando terminó de recitar las palabras que tantas veces había repetido su maestro. Frotó los pies en el suelo, y una capa de aceite inflamable, resbaladizo y pringoso, salió de sus pies, y cubrió el suelo bajo Sheogorath y Harald, bajo los normandos, bajo los curiosos, bajo los sajones... El niño sintió que sus energías fallaban cuando cuando empezó a gotear por el embarcadero, dejando manchas arcoiris en el mar.

Sheogorath perdió el equilibrio y cayó cubriéndose de grasa. Harald también resbaló, pero tuvo más suerte: pudo sujetarse con su hacha, quedando de rodillas. El que parecía el cabecilla de los normandos pudo mantener el equilibrio, quedando en una absurda postura que dejaba al descubierto parte de sus nalgas. Otros tres cayeron de bruces y otro pudo alcanzar de milagro una pequeña barca en la que refugiarse de aquella maldición resbaladiza.

Varios de los aldeanos también resbalaron. Una docena de cestas rodaron por el suelo. El pescado, aplastado por los pisotones, aumentó la capa pringosa del suelo, de modo que los que habían resbalado encontraron imposible levantarse.

Las gaviotas no perdieron oportunidad de unirse al banquete y se lanzaron, hambrientas, a los restos de peces, quedando algunas también atrapadas en el amasijo de aceite, pescado y personas que cubría el suelo del embarcadero.

Tuann también cayó a causa del cansacio. Con el rostro cubierto de sudor sintió el tacto del aceite en sus manos. No había salido mal, después de todo. Quizá no como él esperaba, pero no había salido mal.

Hubo algunas risas. Pero las maldiciones de los normandos no se hicieron esperar. Esta vez, ni los gritos de Sheogorath los convencerían.

Y las campanas del monasterio sonaron a los lejos. Laudes. Nenúfar se retrasaba.

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07/05/2012, 21:28
Director

Adrien esperó con impaciencia a que las muchachas salieran de la posada. Dentro de ella, el druida volvió a sentarse, cansado, pero el pescador no miró atrás. Tras él, Rhiannon apresuró el paso y Nenúfar, aún canturreando para sí, los alcanzó en la calle.

Rhiannon sabía ocultarse. Sus pisadas no se oían y parecía caminar instintivamente siempre entre las sombras. Una vez cubierto su hermoso pelo, nada en ella destacaba. Quizá si se quedaba completamente quieta, nadie se percataría de su presencia.

Nenúfar la observó con detenimiento. La habilidad la hermana de Adrien era admirable. Involuntariamente trató de imitar sus movimientos; cubrirse el cabello y parte de la cara, caminar de puntillas... En la mujer todo parecía natural y fluido. En la muchacha no. Aún no.

De la nevada no quedaban más que algunos charcos en el suelo. Adrien las guiaba por el sendero más corto hasta el embarcadero, corriendo entre callejuelas. Si para encontrar aquel Diente tenían que navegar hasta Irlanda, tendrían que salir cuanto antes.

Las campanas de laudes sonaron justo cuando empezaron a oler el mar, acre y salado. El pescador sonrió. Ese mar tenía el mismo color que los ojos de Giselle...

Y entonces, lo vieron.

Algo había ocurrido en el muelle. Un amasijo de cuerpos (¿y plumas?) trataba inútilmente de ponerse en pie sobre la madera. Los que lo conseguían resbalaban y volvían a caer de nuevo sobre los otros. Todos gritaban indignados, salvo aquellos que estaban en sus barcas. Estos no podían contener las carcajadas, que debían oirse hasta en el castillo de Philiph.

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09/05/2012, 03:48
Adrien

Adrien busco inmediatamente la posición de su barca de pescador con la vista. Su primera prioridad era encontrarse con el resto de compañeros allí por lo que necesitaba comprobar que seguía estando en el mismo lugar.
Después se fijo en el espectáculo que estaba teniendo lugar en los muelles intentando averiguar quien estaba cubierto de hollín o alquitrán con las plumas por encima.
Espero que no se trate de Sheogorath. Por favor, que no sea él. Que no sea él...

Chicas, buscar a nuestros compañeros.

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09/05/2012, 12:15
Rhiannon

Rhiannon se divertía viendo como la joven pelirroja intentaba imitar sin éxito sus fluidos y armoniosos movimientos. Pero “la ardilla” no fue siempre la mujer ágil  y sigilosa que era ahora ¡Cómo se reían todavía, en las largas noches de invierno al calor de la hoguera y de la hidromiel que alegra los corazones, los hombres de su banda al recordar a la inocente y desgarbada muchacha que llegó al bosque asustada y llena de ira! Sólo a través de un duro entrenamiento pudo Rhiannon evitar que su cuerpo se moviera como si tuviera las articulaciones descoyuntadas.  Y ahora era Nenúfar la que intentaba copiar sus movimientos sin comprender que primero debía observar la naturaleza, fuente de toda vida, y tratar de fundirse con ésta. Pues para ser una sombra primero tendría que conocer el comportamiento de la luz y para ser sigilosa primero debería aprender del sombrío lobo.
“La ardilla” se detuvo un breve instante y olfateó el aire. El olor a sal era cada vez más intenso, no cabía duda de que se aproximaban al traicionero mar. Sin embargo, lo que vio al llegar al puerto distaba mucho del pacífico muelle que se había imaginado la muchacha: un amasijo de cuerpos y plumas luchaba por ponerse en pie, resbalando y dándose de bruces en la madera, lo que provocaba la risa y la algazara entre los correligionarios del lugar. A veces la joven se preguntaba si merecía la pena arriesgarse por semejantes paletos, pero acto seguido recordaba la dura vida de los campesinos y de los pescadores del lugar. La vida les había endurecido y embrutecido hasta niveles insospechados y este tipo de situaciones, por terribles que fueran, eran el único momento de esparcimiento que tenían, la única luz alegre que incidía en su triste mundo plagado de oscuridad.  Haciendo caso a la orden de Adrien, Rhiannon se dispuso a mezclarse entre la gente para poder encontrar al resto del grupo sin llamar la atención, pero antes pasó su brazo izquierdo por los hombros de Nenúfar y la apretó contra su costado, pues no quería que la torpeza de la joven las delatara. Temía que con aquellos andares la chiquilla tropezara con quien no debía.
“Tranquila-susurró-permanece a mí lado y no te pasará nada”.

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10/05/2012, 08:38
Harald Sigurdrson

Sorprendido, Harald trató de mantener el equilibrio. A su alrededor sajones y normandos trastabillaban y caían por igual entre exclamaciones. Haciendo un esfuerzo se irguió de nuevo, y asiendo el hacha rugió por encima de la multitud. Deliberadamente se cortó la piel del antebrazo izquierdo, y la sangre manó libre, terriblemente roja sobre el barro a sus pies, despertando así el espíritu guerrero de su arma.

-¡Despierta, Vendel! –tronó llamándole, e inmediatamente invocó a su dios- ¡¡¡Ooodííínn!!! (1)

Describiendo un arco con el brazo arrojó el hacha contra el jefe de los normandos quien, procurando permanecer en pie miraba sus gestos de loco con ojos asombrados. (2) y (3)

El normando cayó hacia atrás con apenas un quejido, alcanzado de pleno por el golpe. Harald no le prestó más atención. Tomó la otra hacha de su cinturón y con un nuevo grito de guerra se dirigió hacia el adversario más próximo.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Sra. Directora, si las cosas no ocurren así por alguna razón, naturalmente, avíseme y lo corregimos.

Una duda respecto al trance guerrero, señora directora: ¿se hace una único tirada al inicio del combate o se hace una tirada cada vez que se cumplen las condiciones? -esto significaría que tras los suficientes asaltos, el personaje acabaría casi inevitablemente ebrio de sangre, sin reconocer amigos o enemigos-.

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12/05/2012, 13:27
Nenúfar

Sheogorath!  Pensó al ver el panorama cómico del muelle, en que maldito momento dejó que el mago y su pequeño ayudante les acompañara. Sin duda estaría acabando con la poca paciencia de Harald. Sus ojos buscaron rápidamente entre el bullicio al vikingo que debía de destacar entre el resto por su tamaño, queriéndose adelantarse, pero el brazo de la mujer le acercaba a su costado, manteniendo el paso juntas.
“Tranquila, permanece a mí lado y no te pasará nada”. Nenúfar quedó sorprendida de la tranquilidad que transmitía la voz de la mujer. Su primer impulso fue correr hasta el muelle, pero rápidamente recapacitó la idea, quizás “la ardilla”, así es como la conocían, tenia razón. Se mantuvo junto a ella, tratando de ocultar su rostro, pero en su interior su nerviosismo iba en aumento, nunca se había escondido de nadie, era mas, Nenúfar siempre daba la cara como guardiana que era de la princesa Giselle.

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14/05/2012, 12:51
Tuann Oig

¿Que había sucedido?-se preguntaba Tuann.

Todo el puerto estaba lleno de aceite gracias a su error de calculo, decidido a no aumentar su error se puso de pie con cuidado para no volver a caerse. En esa posición que solo podía definirse como semi-de pie desenvainó a Ajax, su espada corta.

Preparado para lo que surgiese le dijo unas palabras a su maestro:

-Ya no enciendas la hoguera maestro-

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14/05/2012, 21:14
Sheogorath ex Jerbiton

-¡Hoguera! -clamó el mago-. ¡Cierto, debo encender la hoguera!

Tambaleante, se levantó como pudo, resbalando continuamente. Sheogorath alzó sus brazos, apuntó con ellos hacia aquellos nórdicos.

Fuego! -gritó, riendo como un loco.

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15/05/2012, 22:47
Director

Las dos mujeres pelirrojas se abrieron paso con destreza entre la multitud que rodeaba aquel extraño suceso. Sin llamar la atención llegaron hasta donde el aceite cubría el suelo e, instintivamente mantuvieron sus pies lejos del resbaladizo líquido.

Adrien llegó corriendo tras ellas con un poco menos de habilidad. Resbaló. Por suerte, Rhiannon y Nenúfar, una por cada brazo, evitaron que perdiera el equilibrio por completo. Sin embargo al hacer este gesto, la capucha de Nenúfar cayó y su trenza, de un vivo color rojo, quedó al descubierto.

En medio de aquel círculo, unos diez o doce cuerpos luchaban por levantarse. El aceite no hacía distinción y podían verse mezclados pescadores, mercaderes y... normandos. Alguien había tirado al suelo una cesta de pescado y las tripas estaban esparcidas por el suelo, haciéndolo aún más resbaladizo y maloliente. Por si fuera poco, una bandada de gaviotas luchaba por comer algo de este pescado. Las plumas, sin lugar a dudas, venían de ellas.

Entre los pocos que aun estaba en pie se encontraba Harald. Con una actitud que podría considerarse de todo menos discreta, estaba propinando una buena paliza al grupo de normandos. Resbaló, hincó en el suelo una rodilla, volvió a levantarse, dio otro tajo más con el hacha. Rhiannon se percató de que, en una de las barcas varadas, uno de aquellos hombres tensaba un arco hacia el vikingo. Pero no llegó a disparar. Había visto a Nenúfar.

- ¡La ardilla! - exclamó, apuntándola.

La muchacha por su parte había llegado al lado de Sheogorath e intentaba sujetar al mago. Reía como un loco mientras hablaba del fuego. A su lado, otro de los normandos yacía, dormido. Harald sangraba y, aunque confiaba en que los motivos para aquella pelea estaban justificados, dos barcas más se acercaban al muelle desde uno de los mejores barcos del puerto. Y no parecían ser amigos.

Tuann, con la espada desenvainada, se replegó al lado de su maestro. Pero nadie parecía fijarse en él; el vikingo, que estaba fuera de si, acaparaba toda la atención. El niño no pudo evitar sonreír al ver al normando dormido, manchado de aceite y tripas de pescado. ¿Alguna vez había usado Sheogorath ese conjuro con él?

Adrien se quedó absorto durante unos instantes en los que no supo si reír o correr. Hasta que escuchó el apodo por el que conocían a Rhiannon. Entonces corrió hasta su barca, comenzó a desatar los nudos... ¿Cómo llegarían a Irlanda en un barco tan pequeño? El Giselle no estaba construido para largas travesías, solo para pescar cerca de la costa. Entonces lo vio. El barco, de apariencia vikinga, que se mecía pausadamente en las olas. Tenía demasiado calado para llegar hasta la orilla, y lo habían anclado en el muelle exterior. Los normandos a los que Harald estaba destripando venían de allí.

Notas de juego

- Sir Lancelot: Cada vez que se cumplen las condiciones.

- El suelo sigue siendo resbaladizo, así que tened cuidado.