Partida Rol por web

Nenúfar se acercó hasta Lasiam cambiando su actitud, pretendía ser ingenua y débil ante la impostora. – Perdonadnos. Soy Nenúfar, hemos hecho una larga travesía y el cansancio ha hecho mella en nosotros. Casi nos hundimos a la deriva, y cuando por fin llegamos a tierra, nos encontramos con una playa plagada de muerte. Y entre ellos se encontraba mi hermano, Gwalch…– tras pronunciar su nombre, Nenúfar entristeció su rostro, esta vez no estaba fingiendo su debilidad. – Por favor… -suplicó -  ¿Que ocurrió?- 
Era cierto, el cansancio afectaba a todos, en especial a Nenúfar, que apenas  se sentía con fuerzas para seguir.
 

Rhiannon vio como a la pequeña mujer del vestido negro se alejaba  del grupo tras hablar con Nenúfar y el vagabundo. A la ardilla no le había gustado la presencia de Bennen desde el principio ¿Qué es lo que hacía en la orilla de la playa junto al cuerpo de Gwalch? Presentía que aquel viejo ocultaba algo, por ello lo había vigilado de cerca desde que salieron del bosque. No se fiaba de él y, desgraciadamente, los acontecimiento parecían darle la razón a la joven ¡Los había conducido hasta Lasiam, una bruja que provocaría escalofríos en cualquiera criatura que tuviera un mínimo instinto de supervivencia! Rhiannon deseó sacar su daga  para cortarle  el pescuezo al apestoso vagabundo, pero la ardilla no era una asesina. Contuvo su ira y dejó, por el momento, que fuera el norteño quien interrogara al anciano ciego…al fin y al cabo los hombres del norte tenían fama de ser muy persuasivos…sobre todo si había objetos afilado de por medio entre el interrogado y el curioso norteño en cuestión. La joven prefirió acercarse a Nenúfar y cogiéndola del brazo apartarla de Bennen.
El cielo plomizo anunciaba lluvia y el olor a pan y tocino despertó el apetito de la ardilla
¿Qué tal si buscamos un lugar en el que guarecernos y comemos un poco?...Me comería un cerdo-y al pronunciar la palabra miró a Bennen-yo sola…por supuesto que acompañado de una buena jarra de cerveza.

La joven cogió con delicadeza el brazo de Nenúfar  y la alejó del apestoso vagabundo.
“Querida- dijo sin mirar a la pelirroja - es fundamental que me digas qué es lo que te ha dicho esa arpía…No es fácil de explicar-hizo una pausa- pero yo ya la había visto antes…en sueños…pero sin dormir…era una…visión, sí, una visión que me mostró tu hermano en la posada. Iba vestida igual que ahora de negro, parecía un cuervo, y llevaba ese libro también. Pero lo más terrible de todo es que parecía ser el único ser vivo que quedaba sobre la tierra, pues ésta era una gran tumba helada. Pero eso era una visión, no la única que he tenido últimamente, pero una visión al fin y al cabo…pero lo que vimos el niño y yo en el bosque era real…un hada nos contó que había una guerra…una guerra que no podían ganar porque sus enemigos contaban con la ayuda de ella…y algo me dice que esa ella era nuestra nueva amiga Lasiam… estamos en mitad de una guerra en la que si gana el bando equivocado  nevará sin otoño, y no habrá flores en primavera…a algo así dijo el hada”.

Tuann se paso el tiempo que la bruja se dirigía a él temblando de miedo. El guiño que le dirigió casi le hace desmayarse, por momentos pensó que se lo llevaría a algún lugar de pesadillas lleno de seres aterradores ,y luego allí le harían pasar por todo tipo de torturas imaginativas, zanahorias que se lo comían a él y no al revés, tartas inalcanzables y largas sesiones del estudio de la historia de la magia.
Tal fue el miedo que sintió el niño que cuando la bruja se marchó, se encontró agarrado a la mano de su maestro.

-Maestro, él nos condució hacia ella, ¿Tu me crees verdad?-le pregunto en tono de suplica a Sheogorath.

-Sí -contestó Sheogorath, con una mirada, por una vez en mucho tiempo, diafana, en dirección al guía. Casi inmediatamente desapareció, para dejar paso a una canción surgida de entre sus labios sonrientes-. El guía me trajo, la la la grajo, al peligro me llevó, lo lo lo mejor, pero cuando la serpiente, te te te miente, la piedra cayó, lo lo lo ¡Hodor!

Caminando hacia Bennen, el hechicero loco se puso una mano en la frente, y otra en uno de sus numerosos bolsillos. Lentamente, movió hombros arriba y abajo, en una extraña danza. Empezó a silbar, antes de hablar.

-Sé quién eres, Barbablanca. Ya nos hemos visto antes... ¿así que por qué abandonas el nido de las águilas y descubres tu mano? -concluyó, mirándolo fijamente a los ojos. Fue entonces cuando empezó a croar, divertido.

- De acuerdo, busquemos una posada – dijo Nenúfar guiada por Rhiannon,  - Dice que el chico del armiño es el responsable de la muerte de mi hermano… - hizo una pausa para mirar al anciano y siguió contándole en susurro – Cuando murió no estaba solo. Pero que mas nos puede decir un ciego… -El deseo por descubrir la verdad se frustraba, el agotamiento presidia el grupo. – Tengo que descubrir que le pasó… - soltó con la voz quebrada mirando al suelo ocultando sus ojos llorosos, como una niña.

Al ver el humo de la chimenea de una de las casas y el calor que desprendía del interior sintió alivio. Allí contaría a sus compañeros lo que le contó el goblin verde que se les apareció a la salida de la posada de Cornualles. Y quizás alguno de los habitantes supiera que pasó en la playa.

Su instinto de supervivencia le llevó a entregar a sus acompañantes a aquella dama. Quizás fuera por el olor que desprendía la bruja, pero el no quería acabar como aquel druida. Se reincorporó con esfuerzo y siguió el rastro de hierbabuena que dejaba Nenufar.

--¡¡Joven!! ella desprendía el mismo olor que la persona que estaba con tu hermano- Se detuvo a la altura de Nenufar.

Creía conocer aquel loco, quizás de algunos de sus viajes o quizás de su infancia. Pero la memoria de aquel anciano no pasaba por sus mejores momentos por los efectos de la bebida.

- ¿Quien eres y de que me conoces?- Gruño al mago loco y se reincorporó para seguir a nenufar

Nenúfar caminó despacio por las calles de la aldea. Rhiannon caminaba a su lado y detrás Bennen, y Sheogorath, y Tuann. A pesar de su compañía, el vacío que había dejado su hermano era como una daga.

"No es más grande el que más ocupa... " pensó.

Adrien y Harald se quedaron atrás, mirándose entre sorprendidos e indigandos. Después, refunfuñando, siguieron al grupo. Tendrían tiempo de sobra para interrogar a Bennen después de desayunar.

Rhiannon preguntó en un par de casas en las que le dieron con la puerta en las narices. En Wexford no había posada, pero al final una anciana de uñas negras se apiadó y los dejó pasar junto a la hoguera, sirviéndoles un guiso de pescado caliente que supo delicioso. Después, la anciana salió, pero dejó "al perro" al mando: un enorme mastín con el pelo rojo que disuadiría a cualquiera de servirse un segundo plato (y por supuesto, de robar nada).

Bonito perro…un poco grande para mi gusto- la joven pelirroja  no podía ocultar cierto malestar al sentirse bajo la atenta mirada del can- ¿Qué se ha pensado que soy? ¿Una ladro…? –Rhiannon no terminó la frase, tal vez era cierto aquello de que los animales tenían una especie de sexto sentido que les permitía leer el alma de los humanos...o tal vez las ganas de tomar un segundo plato de aquel rico guiso de pescado eran demasiado evidentes en la muchacha-.
Bien-dijo al fin- no sé lo que está pasando aquí, pero no me gusta andarme por las ramas…-suspiró- No me fio del apestoso vagabundo, no me gusta tenerlo a mis espaldas y no me gustaría irme a dormir al bosque sabiendo que este tipo puede degollarme o venderme a la bruja o a unos comerciantes de esclavos por unas míseras monedas. Sin embargo también entiendo que en su situación lo que para nosotros es una miseria  para él supone una noche menos en la que dormir al raso y un buen plato caliente con el que calmar el estómago.  Propongo que lo atemos y lo mantengamos vigilado…tal vez nos pueda resultar de ayuda, pues seguro que calla algo sobre nuestra misteriosa amiga…y más le vale portarse bien…si es que quiere continuar comiendo caliente o durmiendo…aunque sea al raso”.

-¡Vagabundo! -rió Sheogorath, mientras ponía su mano mordida sobre el pelo de Tuann. Le desordenó el cabello mientras tatareaba-. Te acuerdas del vagabundo... que no vivía en este mundo. Apestoso como un oso, no se lavaba el or...

Se detuvo de repente. Su mirada quedó fijada en Bennen, con seriedad. Sus labios se movieron sin decir nada... y segundos después, volvió a frotar la cabeza de su aprendiz.

-Como te iba diciendo, estaba aquella morenita que era una delicia... -comentó, mirando de reojo aquel enorme perro...

Mientras los otros comían el se limitaba a echar largos tragos de su petaca - Nada mejor para calentar el cuerpo que un buen mejunje al estilo Irlandés- Sonrió para si mismo y siguió sentado escuchado lo que aquella mujer que desconocía decía de el. - No me importa un mierda si confías en mi o no, yo le ofrezco mi ayuda a la dama que huele a hierbabuena, si la quiere aceptar estaré encantado de guiarla por esto lares, que para mi son conocidos y para ella no. Dio un largo trago y se quedó sumido en sus pensamientos.

Aquel olor le era tan familiar que lo arrastraba hasta su infancia, donde se forjo su destino. El miedo le invadía, pero ya había huido durante tanto tiempo que no podía recordar cuando empezó todo. Quizás aquella fuera la oportunidad que le estaba esperando.

Como odiaba que su maestro le desordenase el cabello, pero era su única manera de demostrar cariño, despeinando el cabello de su pequeño aprendiz. Un gruñido de desaprobación fue lo único que dijo Tuann, visiblemente indignado, mientras devoraba su sopa de pescado.

El acto de despeinarlo no era lo único que indignaba al crio, estaba molesto porque la zanahoria había oído lo mismo que él de aquella hada, y aun así estaba decidida a fiarse del viejo borrachuzo ese.

Harald devoró el pescado de su cuenco y observó el resto que hervía en el puchero. El gran mastín le gruñó mostrando amenazador sus colmillos, y Harald le correspondió gruñéndole a su vez. Al fin decidió que no tenía tanta hambre como para enzarzarse con el can en una pelea de incierto resultado.

El viejo Bennen había estado bebiendo todo el rato, y había expuesto sus lealtades de un modo crudo que casi agradó al vikingo. Compartía plenamente las inquietudes de Rhiannon, pero Nenúfar confiaba en aquel hombre por algún motivo, y él acataría las órdenes de su capitana.

-Si no puede explicarr qué hacía en la playa y porr qué nos llevó hasta la norn, yo tampoco me fío de él –declaró mientras se hurgaba los dientes con una espina de pescado-. Porr mí puede acompañarrnos, perro a la menor sospecha le degollarré. Y esto no es una amenaza, Vannlilje -remató con una mirada de disculpa hacia la mujer.

Adrien permanecía con la cabeza baja, avergonzado y molesto consigo mismo. Se suponía que él era el líder, a quien el resto seguiría en busca del colmillo de dragón y ante la primera muestra de peligro se había venido abajo. Se lamentaba de no haberse atrevido a hablar con la bruja, la supuesta hermana de giselle, y en eso estaba cuando escucho al perro ladrar.
Era como si hubiese estado ausente durante horas a lo que ocurría absorto en sus meditaciones e ideas.
El sabor de la sopa de pescado le trajo gratos recuerdos de una época anterior cuando solo era un vulgar pescador de puerto acostumbrado a trabajar duro para sobrevivir. Ahora era un aspirante a héroe, ¡Quien lo diría!
Pero al final había conseguido recordar la canción que buscaba desde hacía tiempo. Esa que necesitaba compartir con sus compañeros para recordarles algo importante.

Con soltura y para romper el hielo ante la fría noche que se les presentaba se puso en pie y dejo un poco de leña en el fuego antes de empezar a cantar una bella canción sobre un héroe. Un muchacho hijo de reyes que debía recuperar su reino de las manos de una malvada bruja que los había hechizado acompañado de sus dos mejores amigos, uno muy fuerte y otro muy ágil. Aunque por el camino conocería a una linda muchacha de la que se enamoraría. Tres gestas tuvo que llevar a cabo que fueron dar muerte a un gigante, robar un artílugio poderos de un templo y finalmente abrir un extraño túmulo donde reposaba un arma mágica. Sin embargo fue engañado por la bruja que lo había preparado todo pues necesitaba que el tonto del héroe entrara en el túmulo pues ella no lo podía hacer. La bruja le engaño haciendole creer que era la linda muchacha de la que se enamoro por lo que la traición le dolió por partida doble.
La moraleja de la historia no le quedaba clara si era que las mujeres no eran de fiar o que no debía fiarse de nadie.

Y tras acabar el cántico y recuperar el resuello bebiendo un poco se dirigió al ciego.
Bennen, tu presencia entre nosotros no es grata. No te queremos entre nosotros, ¿Entiendes? Este es el momento de que hables y seas sincero o en este punto nuestros caminos se separarán.

Bennen siente miedo, sobre todo. Y tristeza por volver a una tierra de la que ya había huído antes.

Nenúfar, después de probar varias cucharadas de aquel humilde guiso de pescado, removía la sopa con la cuchara, inmersa en el movimiento de la cabeza del pescado, quizás rape. Hasta que decidió que no tenía apetito más, apartó su plato hacia el centro de la mesa. Echó un vistazo a los comensales y comprobó que Rhiannon tenía una disputa con la mirada con aquel enorme perro que protegía el guiso. – Toma- indicándole su plato.
Cuando cruzaron sus miradas, Nenúfar recordó la visión que Rhiannon le había contado minutos antes a solas. La joven maldijo no haberle contado todavía su propia visión, durante la travesía hubiera sido el momento perfecto. Pero Nenúfar se despreocupo de la visión que le hizo ver Gwalch. Ahora no encontraba el momento  en que no hubiera oídos curiosos, los de Bennen.

-Es cierto…- alzó la voz desde el otro lado de la sala donde se encontraba Bennen y se fue acercando hasta él, quizás así pudiera reconocer su olor a hierbabuena  – No confiamos…  – aunque su palabras eran sinceras, le dirigió de nuevo una mirada severa hacia Harald, - dijisteis que habíais cumplido vuestro cometido al llevarnos hasta  la bruja.-  esperó ver  la reacción del ciego y continuó – ¿Por qué quería ella que tuviera las lagrimas de bruja? – enseñando al resto el frasquito.

Todos los compañeros miraron a Bennen inquisitivamente, pero el anciano, ciego, pareció ignorar las dudas y las preguntas que iban dirigidas a él. Por el contrario, masticó con la boca desdentada los trozos de pescado del guiso.

El mastín se sacudió, un poco más relajado al comprobar que nadie iba a robar más guiso. Se enroscó al lado de la hoguera y suspiró con aburrimiento.

Afuera, la anciana revolvía entre la madera canturreando, pero pronto la oyeron maldecir. Había empezado a llover.