Partida Rol por web

La empatía que sentía le decía que el lobo no era peligroso. Mirando directamente sus ojos vio a Harald en ellos. Antes de apartar su mano, el lobo olisqueó sus dedos. – ¿Has reconocido el olor a hierbabuena? – dijo en voz alta ignorando si el lobo la entendía.  Cojeando se levantó y rodeo a la chica hasta quedar junto a ella sentado, la herida era bastante fea. – Oh Harald, eres tan terco...- En el fondo, esperaba que el animal no la entendiera. Decidida, rasgó un trozo alargado de tela de su ropaje y se dispuso a vendarle la herida de la pata, lo mejor que sabia.  Cuando hubo terminado, cogió la cara del lobo y le revolvió la peluda cabeza, sabiendo que irritaría al verdadero Harald. De un salto, la joven se puso de pie. – ¡Vamos! – animando aquel precioso lobo gris a que la acompañara, pero sin perder de vista los pasos del animal preocupada por su herida.

Nenúfar volvió sobre sus pasos seguida del lobo gris. En el claro en el que instantes antes un lobo blanco y un oso negro protagonizaban una encarnizada batalla, un hombre y una mujer, ambos con heridas serias, intercambiaban insultos y amenazas ante sus aturdidos compañeros.

Mornath, el joven del armiño que antes habían visto en la taberna, trataba en vano de incorporarse del suelo mientras tosía, escupiendo sangre. La mujer, erguida, parecía mucho menos herida, aunque la sangre de una gran herida en su espalda goteaba por sus muslos. Alrededor de ella, cientos de pequeñas criaturas parecidas al goblin se arremolinaban, iluminando su rostro con su resplandor verdoso.

- ¿Bruja? - terminó riendo la frase Adrien, y las criaturas rieron con ella - Para lo que hemos quedado. ¿Y él, qué es, entonces? - dijo, señalando a Mornath.

La mujer tenía un aspecto desgreñado y sucio. Tenía el pelo negro enredado y el rostro cubierto de tatuajes. De sus ropas a penas quedaba su capa, y su piel de oso, mientras que las de Mornath estaban impolutas. No respondió a sus insultos; en su lugar, se acercó despacio a Sheogorath, moviéndose como si estuviera construida de madera.

- Se pondrá bien - dijo a Tuann, de un rápido vistazo. - Soy Handalaia - respondió a Rhiannon con una reverencia - y, como él ha dicho, ahora tengo que irme.

Y desapareció antes de que los primeros rayos llegaran a rozarle la piel.

Mornath siguió echado sobre su codo, tosiendo dolorosamente. El armiño, que había saltado de los brazos de Tuann, se había sentado frente a su dueño y lo observaba con atención.

- Corre con tu reina - masculló.

“Handalaia…”-dijo en voz baja la joven- “Handalaia…”-repitió, ahora en voz alta, como queriendo conjugar así el peligro de encontrarse frente a la bruja. Vista de cerca era realmente  amenazadora. Si gracias al pelo enmarañado y a su sucio aspecto bien podía pasar por una mendiga, los extraños tatuajes de su rostro bastaban para helar la sangre de cualesquiera que se cruzase en su camino y para advertirles de que meterse con ella  no era una buena idea. La mortecina luz verdosa que iluminaba el rostro de Handalaia potenciaba el efecto aterrador que producía.
La ardilla tragó saliva y esperó a que la bruja desapareciera, entonces corrió a ayudar a Mornath, quien parecía haberse llevado la peor parte en el enfrentamiento.
“Bien, será mejor que intentes explicarme lo que pasa o el rostro de esta “mujer roja” será lo último que veas”.
 

Adrien se acerco temeroso aunque parecía que la situación se había tranquilizado no se fiaba aún. Uno no se encontraba todos los días con estas cosas... bueno, tal vez un héroe si pero él todavía no era un héroe hecho y derecho.

En realidad iba a decir brujeria - dice una vez cerca de Mornath. ¿Estas peleas entre vosotros ocurren todos los días?

Aunque no lo había dicho en realidad Adrien pensaba que ambas criaturas mágicas se dispustaban el reino con el cambio del sol y la luna, y viceversa.

“Culpables” pensó en el instante que entró en el claro. Como sospechaba, el oso era Handalaia, tal como la había visto en Cornualles con sus harapos. Antes de que pudiera llegar a ella, desapareció. Pero entonces distinguió al que era el lobo blanco. Avanzó hacia él, y vio como Rhiannon se disponía a ayudarlo a levantarse. Sin escuchar, gritó-¡No!-  Derribando a la joven, se abalanzó sobre el muchacho, agarrándole de su jubón, evitando que pudiera moverse. – ¿¡Que le hicisteis!? Malditos, ¿¡que le hicisteis!??- En sus ojos reflejaba ira.

Mins, el armiño blanco, saltó sin dudar sobre el antebrazo de Nenúfar y mordió con saña, atravesando la tela. El dolor punzante hizo a la muchacha que soltara a Mornath, que se levantó pesadamente.

Nenúfar sacudió el brazo y Mins salió volando, golpeándose, por fortuna, con un mullido colchón de musgo. No volvió a atacar; lo hicieron algunas de las hadas que habían estado viendo el combate. Volando con sus diminutas alas plateadas agarraron del pelo a la Guardiana de Cornualles, tirando hasta que perdió el equilibrio.

- ¡¡Ella también estará maldita!! - gritaban, con voces agudas - ¡Lo estará, lo estará como tu hermana!!

-¿Y como lo estoy yo? - respondió Mornath con amargura. Hubieran podido jurar que se recuperaba por segundos.

Sheogorath despertó justo a tiempo para ver cómo un montón de luciérnagas se apartaban de una Nenúfar llena de barro. Tuann no se había movido de su lado.

- No me hizo caso - dijo el muchacho-lobo, tendiéndole la mano a la muchacha. - Lo siento.

Era él, sin duda era él. Había tardado en darse cuenta, su ceguera y el hecho de que estuviera transformado en una bestia no le habían sido de ayuda, pero ahora estaba seguro. Camino a tientas buscando un apoyo, pero al ver que no lo encontraba se detuvo mirando hacía donde el creía que estaba Nenufar.- ¡¡Él estaba allí cuando mataron al joven druida!!- Gritó señalando sin saber muy bien donde- !!Debe saber que le pasó!!. - Se dejó caer al suelo agachando la cabeza.Él lo debe saber todo, estoy seguro de ello, lo sabrá todo- Dijo bajando la voz, como si hablara para si mismo

Queréis saber... pero, ¿por qué? - Mornath se acercó donde estaba Mins, lo recogió, revisó que no se hubiera hecho daño y lo puso sobre su hombro.

"El anciano ciego tiene su pasado. ¿Por qué no les cuentas, Bennen, qué hacías aquí antes? ¿Tienes idea del daño que hicistéis? ¿Has vuelto a terminar el trabajo? ¿Tienes idea de su sed de venganza?

Respiró hondo, y trató de serenarse.

"Él está con vosotros, así que no veo por qué debería daros explicaciones. Me equivoqué con vosotros; pensé que nos ayudaríais. Así que dejadnos con nuestros asuntos, y ocupaos de los vuestros, humanos. Incluso él lleva la marca" dijo, y señaló a Sheogorath.

El gran lobo gris se detuvo antes de entrar al claro, rezagándose un poco. Una cosa era confiar su secreto a Vannlilje, otra muy diferente revelarlo ante todos los demás. Se sentó, reflexionando aún, y resistió el impulso de atacar al armiño o las hadas cuando agredieron a Nenúfar. Afortunadamente, todo ocurrió tan rápido que no tuvo tiempo de hacer nada. Alzó el hocico y olfateó el aire: la sangre vertida, el sudor de los humanos, el miedo y un aroma peculiar, picante y aceitoso, que se desvanecía sutilmente… Harald no dudó más. Dio un rodeo y trató de encontrar el rastro de la bruja-oso.

Rhiannon se levantó con las manos y parte del rostro llenos de barro. El empujón de Nenúfar la pilló desprevenida y no pudo evitar caer de bruces en el mojado suelo. La ardilla estaba confundida, no acababa de comprender lo que pasaba ¿Podían fiarse del joven de la rata? Hasta hace unos días la única preocupación de la pelirroja había sido proteger su aldea de los hombres del Barón, ahora se veía envuelta en una extraña lucha entre magos y seres faéricos ¡Y todo por ese estúpido diente de dragón!
Rhiannon se acercó a Nenúfar al tiempo que espantaba con la mano a las hadas que revoloteaban alrededor de la joven.
“¿Te encuentras bien?”, preguntó mientras la ayudaba a levantarse.
 

Adrien se acerco hasta el joven Mornath con impetu y paso firme.

Eh, ¡Tú! Ya esta bien, estoy cansando de misterios y palabras vacías. Si sabes lo que hizo él, ¡Cuentanoslo! - dice mientras señala hacía bennen. Que vengan con nosotros no quiere decir que sea nuestro amigo. Y además, estoy harto de no saber lo que pasa aquí. ¡Ya va siendo hora de dar respuestas!

Al fin, Sheogorath despertó, ligeramente mareado. En ese mismo momento, Mornath lo señalaba, indicando algo sobre una marca.

-¿Qué? ¿Cómo? -masculló, más en el mundo de Morfeo que en el real. Mirando a su aprendiz, hizo un gesto claro-. Toooooodos locos.

De un salto, se levantó, sacudiéndose el polvo de la ropa. Luego torció su cuello hasta hacerlo crujir, y soltó un sonoró bostezo.

-Guau, que sueño más fortalecedor. ¿Dónde estabamos? ¡Ah, sí! ¡Los animales-mago! ¿Dónde están mis pequeños amigos?

Todo le parecía a Tuann frustrarte. Nadie le hacía caso. La hada les había advertido sobre la bruja,y Tuann y la zanahoria a ellos sobre el tal Bennen. Y ahora para mas frustración el que parecía en mago bueno los acusaba de ir con él. Tuann solo quería ayudar a que la luz prevaleciese sobre las tinieblas. Pero nadie parecía hacerle caso. Así que estallo:

-No!, él no esta con nosotros, lo encontramos en la playa y se ofreció a de guía-gritó Tuann dirigiéndose a Mornath-Contadnos todo lo que sepáis para evitar que la noche inunde todo el bosque.--siguió gritando, pero esta vez con lagrimas en los ojos.

- ¿Te atreves a amenazarme, mundano? -

Mornath se irguió, alto y perfecto. El rubí que cerraba su capa refulgió con un fuego oscuro. Frente a Adrien, ¿por primera vez? el chico del armiño parecía un poderoso general, un príncipe - lobo.

Luego sonrió y se sentó pesadamente en uno de los troncos, sacudiéndose el barro de las botas.

- El niño es el único que está diciendo algo con sentido. Vosotros preguntáis "qué pasa", pero ¿me equivoco, o esta es la primera vez que veis un licántropo?

"Verás, pequeño, la noche no puede inundar todo el bosque. El sol, la luna, las estrellas, y el tiempo se rigen por normas que la magia no puede cambiar. No temas, eso no ocurrirá. Lo que importa es lo que sucede en ese tiempo, y si ocurre, o no, en el orden correcto. Hay quien sacrifica el orden por el poder, y hay quien roba el poder a su dueño, como hicieron ellos con los dragones" - termina, señalando a Bennen

El rastro de Handalaia se mantuvo en el aire unos segundo, esquivo. Harald trató de seguirlo a través de los arbustos y la maleza, pero no consiguió dar con ella. Podría incluso decirse que en algunas ocasiones había "adelantado" al propio rastro, como si la hubiera atravesado, si es que eso era posible.

- "Tú no eres como nosotros - escuchó finalmente, de todas partes y de ninguna - vuelve con los tuyos"

La expresión de adrien cuando mornath le alza la voz es firme. Se mantiene en sus trece mostrando temple y aplomo mientras confía en que la fachada servirá para que no le maten o le maldigan.

Sin embargo al oírle hablar con más verbalia y menos hechos concretos su expresión vuelve a encresparse molesto porque la gente siga jugando con ellos sin decir las cosas claras de una vez por todas. Tal vez por eso decide buscar un sitio en el suelo, sobre una piedra y apoyando la espalda en el árbol a la espera de que el misterioso "licántropo" siga hablando.

“¿Le robaron el poder a los dragones? ¿Ese inútil vagabundo ciego? Como no lo hiciera matándolos con su apestoso olor…o tal vez- Rhiannon recordó a la misteriosa mujer que les salió al encuentro en el poblado- ¿Quién es la mujer que aparecía en la visión que compartiste conmigo, Mornat? ¿Qué es lo que buscan?”

- Entonces tú también lo has visto - dijo, mirando a la mujer pelirroja con ojos nuevos - No es una visión como las otras. También el druida lo había visto. No estoy seguro, pero creo que esa mujer es Lasiam. Y tampoco estoy seguro de lo que quiere; sé que está acumulando poder de la forma más sangrienta que he visto nunca. Y también creo que está aliada con mi hermana - dijo, y "hermana" pareció causarle mal sabor de boca

>> El Poder es como un saco de oro. Puedes repartirlo en más o menos partes o puedes dejarlo junto, pero nunca habrá más. La diferencia está en que no hay ricos o pobres; cada cual tiene justo el que debe manejar. Acabaron con los dragones pensando que su poder se repartiría, y así fue... pero con ello rompieron el equilibrio