Partida Rol por web

Tributo de Sangre

Heraldos de Paz

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01/07/2008, 20:15
Director

Las tierras de Imledyr abarcan desde las Montañas Grises hasta donde el Mar de los Espíritus delimita su inestable silueta. Están compuestas por un ir y venir de colinas y bosques cuyo clima es agradable en verano pero extremadamente duro en invierno. Se encuentran divididas en una gran variedad de condados, ducados y baronías sobre los que sus respectivos nobles ejercen un férreo control feudal. La rivalidad entre ellos es continua y los enfrentamientos tan habituales como las nevadas, sin embargo ninguno consiguió nunca unificar bajo su dominio las tierras de Imledyr y alzarse ante sus rivales como rey, estableciendo una monarquía. Varios de ellos, los más poderosos, ejercen como soberanos sobre otros, quienes les juraron vasallaje a cambio de más tierras, hombres o simplemente obligados bajo coacción o amenaza. Sin embargo, cada uno de esos frentes, cada uno de esos señores, se considera a sí mismo como el mejor candidato para ostentar una ilusoria corona y unificar las tierras de Imledyr.

Si que existe, sin embargo, algo que todos ellos comparten y tienen en común: el yugo de la Torre Negra de Ybress. En lo más recóndito del Pantano de las Pesadillas se alza la construcción más temida y a la vez odiada de estas tierras. Desde la Torre Negra, Sarcess, una temible hechicera, una bruja que domina los poderes oscuros, siembra el terror entre nobles y vasallos por igual. Sus sirvientes, malignas criaturas que se asemejan a los Trolls de las leyendas y cuentos populares, y que le profesan una lealtad que roza el fanatismo, se encargan de cobrar a los nobles el diezmo estipulado. Éste pago, tres mil escudos de oro anuales, es lo único que les garantiza verse libres de las maldiciones, plagas y enfermedades que cuentan que Sarcess es capaz de crear.

Vuestro deambular nómada por el mundo os condujo hasta el Paso de las Nieves Eternas, donde tras un más que entretenido regateo, acabasteis aceptando el que pensabais sería un lucrativo acuerdo con un comerciante de marfil que se dirigía a Imledyr. Su caravana, compuesta por tres carros y sus respectivos conductores de mulas, necesitaba protección, gente valiente y con experiencia como vosotros. Atravesar aquellas montañas era siempre un viaje peligroso y Dalherin, que así se llamaba el supuesto comerciante, no quería correr ningún riesgo con tan valiosa mercancía. Sin embargo, el que parecía un trabajo más que interesante, acabó convirtiéndose en un gran fiasco. Al llegar a vuestro destino, la ciudad costera de Nausias, Dalherin desapareció utilizando ardides de la más baja calaña, dejándoos en una posada con las habitaciones a cuenta y sin entregaros la segunda parte del pago acordado. Las bolsas de monedas que formaban la primera parte de vuestro pago y que os fueron entregadas al inicio del viaje, resultaron ser dinero falso. Así, sin apenas recursos económicos, con unas habitaciones pendientes de cubrir y acusados como falsificadores y ladrones, tuvisteis que utilizar las últimas monedas reales que os quedaban en hacer frente a tales deudas y, de paso, en un pírrico plato de sopa aguada, fría como la noche, y un trozo de carne reseca.

Tras varias semanas recorriendo los caminos y aldeas de Imledyr siguiendo la pista del bribón de Dalherin os encontrabais en una situación bastante apurada. Necesitabais que algo ocurriera, un golpe de suerte u os veríais en serios apuros. Y éste llegó a través de un anuncio público, en la forma de un bando del Conde Nesvind de Riaghul. En él se solicitaban hombres valientes para un servicio al Conde que sería recompensado con diez escudos de oro por cabeza. Una situación complicada y un pago demasiado bueno como para pasarlo por alto se unieron, dando lugar a una decisión que no podía ser ni discutida. Antes incluso de tener tiempo de pensarlo os encontrabais ya en el castillo del Conde hablando con su secretario... y hechicero.

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01/07/2008, 20:18
Ashadir

El secretario del Conde era un hombre de corta estatura y complexión delgada, vestido con ropas demasiado gruesas para aquella época del año y cuyo embriagador olor a perfume podía percibirse desde varias salas de distancia. Tenía un acento extraño en el habla, de pronunciación ruda y basta, pero en cambio haciendo uso de un vocabulario noble, aristocrático y extenso.

-El trabajo es sencillo. Debéis proteger y transportar un cofre hasta su destino. Éste ha sido un año de malas cosechas y el Conde ha tenido problemas para reunir el diezmo acordado con la Torre Negra de Ybress. No teníamos el pago listo cuando aquellas asquerosas criaturas vinieron por él. Finalmente lo hemos logrado, aunque con algo de retraso, ¡tres mil Escudos de Oro no es cifra fácil de juntar! Lo que se precisa de vosotros es que llevéis el cofre a la Torre Negra y lo entreguéis a Sarcess en nombre del Conde Nesvind de Rhiagul. ¡Los hombres del Conde son demasiado cobardes! - aquellas palabras pronunciadas en voz demasiado alta eran una pulla hacia los soldados que os escoltaban frente a Ashadir. Éstos miraron hacia otra parte y bajaron la cabeza incómodos-. Demasiado cobardes y supersticiosos como para una tarea así, ¡malditos bufones de taberna! Hoy en día ya no se puede confiar en nadie. No es de esperar que encontréis problemas de ningún tipo, tan sólo debéis aseguraros de mantener el cofre alejado de bandidos y ladrones. Una vez allí, entregarlo será tan sólo un trámite. Por el servicio se os pagará diez Escudos de Oro por cabeza, cinco en este momento y cinco cuando regreséis.

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02/07/2008, 00:05
Merkus

Su espalda se encontraba apoyada contra la fría piedra que formaba los muros a ambos lados de la puerta, manteniendose apartado del resto de sus compañeros y prestando excasa atención a las palabras de aquel enano, de las cuales sólo entendió realmente un par de cosas, y ambas tenían que ver con el sonido metálico de unas monedas tintineando dentro de su bolsa.

El resto le importaba bien poco, pero algo le decía que aquel trabajo no era tan sencillo como aquel hombre parecía prometer, pues le resultaba extraño que les confiaran a unos desconocidos un cofre con tal cantidad de monedas en su interior....¿qué les impediría tomarlo y alejarse de allí cuanto antes?
Sin embargo sabía que no harían tal cosa, pues aunque se viesen obligados a alquilarse como mercenarios para poder comer, maldito Dalherin, el honor seguía siendo una parte importante de cada uno de los que formaba aquel extraño grupo que el azar había reunido.

Por otro lado, Sarcess era un nombre que todo el mundo conocía. Aquella mujer era alguien a quien tener en consideración, pues tales habladurías no surgían de la nada.
El hecho de no encontrar testigos de los hechos que se le atribuían, lejos de convertirlos en meros chismorreos, conseguían envolver aún más a la hechicera en un aura de secretismo y miedo.
Incluso se contaba que, en el interior de su torre, se guardaban poderosos y extraños objetos, por lo que allí podía encontrarse lo que llevaba años buscando...de hecho era de los pocos sitios en los que aún no había tenido la oportunidad de mirar, así que tenía muchas posibilidades de conseguir finalizar su búsqueda si iba a aquel lugar.

Con los labios formando una fina línea al tenerlos apretados, Merkus mantuvo el silencio.
Que fueran sus compañeros quienes llevaran a cabo la negociación del trabajo.

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02/07/2008, 02:13
Antor PielGris

El pícaro observó con atencion al petimetre que los atendía. Estaba tocado por la habitual altanería de quienes comían las migajas de aquellos que agitaban cubiertos de plata en platos de porcelana. No dejaba de ser cierto modo de latrocinio hipócrita, a decir por la habitual incompetencia de tales personajes, para nada que no fuese trepar cual arañas. En opinion de Antor, el trabajo de estos arribistas bien merecía un buen puntapié en el trasero, como único y merecido pago.

A pesar de ello, les hacía falta el dinero. Incluso desde aquí casi podía oir el rugido de tripas de cada uno de ellos. No sabía cómo habían podido ser tan cándidos como para confiar en aquel rastrero de Dalherin, si es que realmente se llamaba así. A Antor le había parecido un tanto engreído y poco de fiar desde el principio. Tenía ese deje que se advertía en la gente que trata de venderte algo que en realidad no necesitas; eso siempre resultaba sospechoso cuando se trataba de un trabajo. Pero Bathalias decidió darle un voto de confianza e insistió en que era una buena oportunidad... el elfo se estaba volviendo blandito con la edad. Aun así, no iba a reprochárselo: ambos habían visto mucho dolor a lo largo de los últimos años. Lo sentía más por Moravius; por un lado no soportaba que su protegido lo viera vencido en lo que, en cierto modo, era su especialidad, y tampoco soportaba que pasara hambre... casi podía sentir la mirada del elfo en el cogote diciéndole que no era forma de tratar a alguien que, en cierto modo, era responsabilidad suya.

El caso es que a Antor se le había acabado su, habitualmente corta, paciencia, y no estaba dispuesto a que después de que los apaleara lo más rastrero, ahora los apaleara lo más mantecoso. Así, carraspeó con ese ominoso tonillo que solía indicar a sus compañeros que se avecinaba tormenta y comenzó su descarada réplica, que no empezó con otra cosa que... una lenta serie de aplausos efectistas. Esto pintaba mal:

-Bravo, bravo Señor Ashadir; Una exposición realmente adecuada.- comenzó obviando la cara de desconcierto del secretario -A decir por cómo lo vendéis, suena sencillo, rápido y fácil. Sin embargo creo que no hemos leído bien las condiciones que se pedían, o bien nuestro deficiente Alto Riaghulio nos ha impedido advertir las sutilezas de TAN GENEROSA oferta.- comenzó el hombre, ante la descolocada mirada de sus compañeros.

Entonces, hizo una pausa en la que, como por arte de magia, un pergamino salió de su manga, que desplegó con maestría pregonera, leyendo en alto:

-SE HACE SABER, POR GRACIA DEL CONDE NESVIND, DE NUESTRA AMADA RIAGHUL, QUE SE OFRECERÁN 10 ESCUDOS DE ORO, POR CABEZA, A AQUELLOS VALIENTES HOMBRES QUE ACUDAN A SU PRESENCIA ANTES DEL TERCER DÍA DESDE HOY, PARA UNA MISIÓN DE GRAN IMPORTANCIA.- recitó con entonación pomposa.

Todos recordaban el cartel que dos jornadas atras había dirigido sus pasos hacia este lugar; no hacía falta que Antor lo recordara, aunque realmente no esperaban que se lo hubiera llevado consigo:

-Bien, y aquí estamos. Tres valientes hombres, un valiente elfo y dos valientes mujeres. Podría hablaros de los extras que deberíamos de cargar por añadir no un hombre, sino al sabio y experimentado Bathalias al encargo, o de los pluses que deberíais otorgarnos por contar con la presencia no de valientes hombres solamente, sino también de estas valientes mujeres, que además de avezadas, serán cien veces más responsables que cualquier varón, con estas valiosas propiedades que queréis confiarnos.- dice extendiendo las manos, como si acabara de exponer algo grandioso, y juntándolas luego para frotar las palmas antes de señalar al aire, como si allí estuviera el quiz de la cuestión -Pero he ahí donde radica la primera pega del asunto. Vos, o vuestro Señor en este caso, no pedisteis hombres responsables que portaran tamaña carga, tan deseable para medio ladronazgo de esta región. Bien, nosotros podemos ofrecéroslos, pero tal confianza ¿bien vale un escudo más por cabeza, no es así? ¿O acaso preferiríais que vuestra carga se perdiera misteriosamente portada por gentes nada de fiar? Y nada mejor que una aspirante a Caballero de Ayris para aseguraros que nada ocurrirá a ese cofre, so pena de que su palabra se la coman los Siete Infiernos.- expone temerariamente Antor, mientras los demás comienzan a imaginarse cómo sus posibilidades de comer se disipan en el aire.

Mientras hablaba, el ratero avanzó hasta Alfren a quien entregó el pergamino como quien entrega su confianza. Allí se giró hacia Merkus, sobre cuyo hombro puso una mano:

-Pero no solo necesitáis eso, pues los cofres no tienen patas, ni les crecen tomates, hasta donde yo conozco. Tenemos a los más imponentes guerreros entre nosotros, que podrían cargar con él, por un módico precio. Mas estoy seguro de que el Conde preferirá asegurarse de que sus puños estén sobre su espada y defendiendo su dinero... el de Sarcess, en realidad... que no con las manos en las asas y sus tripas traspasadas por las garras de alguna fiera de "ese BUCÓLICO territorio" al que no enviáis. Salvo que deseéis la mercancía perdida para siempre en el barro de una ciénaga olvidada, con seis cadáveres velándola.- continuó cada vez más preocupantemente el embaucador -Eso supone dos cosas: vituallas y transporte; pero podemos reducir ambas a... ¿dinero? ¡Vaya! Parece que podremos arreglar todos los problemas del mismo modo. Digamos que un grupo tan comprometido como el nuestro podría hacer esta labor por 15 escudos per cápita, 10 por adelantado, para gastos, si corrierais con los detalles menores de viaje, aunque si os resulta un tanto excesivo, siempre podríais contrastar precios con algún otro de los candidatos...- se gira en redondo, hacia el vacío salón, indicando ciertas innegables evidencias - o bien optar por llevar el cofre vos mismo.- termina triunfante, con una sonrisa muy efectitsa y embelesadora, que ya había perdido a más de una "jovencita" (al menos comparada con la indeterminada pero nada desdeñable edad del orador).

No había nadie más que temerosos guardias en el salón, y nadie se habían cruzado en la sala de espera. Solamente gente realmente necesitada o estúpida aceptaría un trabajo así, y podían ser de los primeros, pero desde luego que no de los segundos; menos aún tras el incidente del marfil.

Notas de juego

Ale, el post prometido. AHHH! Qué placer ver tildes, aperturas de admiración e interrogación y demás enseres.

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02/07/2008, 03:17
Moravius

Como de costumbre, el viejo Antor había sacado las garras de su rebosante labia ante el pobre "criado" que los quería embaucar. Moravius esbozó una sonrisa mientras su mentor hablaba y con calma aportó su granito de arena - Solo quince monedas? - le preguntó al pícaro - Estais perdiendo la práctica. Hace unos años hubieras apostado mucho más. Recuerdo que alguna vez os hicisteis con una fortuna familiar de esta manera - los recuerdos estaban. Probablemente no molestaban tanto como antes pero, como de costumbre, Moravius aprovechó para dejar su granito de arena en la ya llena bolsa que era la conciencia del viejo pícaro.

Con todo había algo cierto. Necesitaban esas monedas. Claro que no a costa de la dignidad, por lo que mirando al hechicero hinchó sus músculos, sabedor que pocos estudiantes de magia podeían un físico como el suyo - Quizás querais meditar mejor vuestra oferta - le espetó con un tono conciliador - Quizás esta necesidad que teneis de hombres de confianza justifique que hableis con el Conde. Después de todo no dudo que teneis la capacidad para hacerle entender que un grupo serio y responsable como el nuestro es vuestra mejor opción -

El humano se concentró un momento en su arte y mostró en su mano, antes vacía, el mismo pergamino que se suponía tenía la aprendiz de caballero - Vaya! - exclamó, aparentando sorpresa ante el cambio de lugar del pergamino - Parece que habéis impreso más de uno de estos - comentó antes de enrollar el pergamino y apuntar con el al que AUN Alfren tenía en su mano - Mi amigo olvidó informaros que no somos solo unos hombres y mujeres, humanos y elfos los aquí presentes, sino que también tenemos algunas habilidades especiales. Sea con la espada, con el hacha ó la imaginación tenemos la capacidad de llegar al destino que nos ofreceis. y, obviamente, con cualquier cosa que no confieis - El hechicero sacudió su larga cabellera blanca antes de continuar - Realmente pensais que encontrareis a un grupo mejor que el nuestro? Si es así, adelante. Ya encontraremos a alguien que nos pague por lo que realmente valemos -

Con un chasquido de sus dedos el pergamino ilusorio desapareció de su mano antes de dirigirse al resto - La verdad es que creo que es un buen destino... pero no creo que valga la pena llevar ese cofre. No les apetece un viajecito a la torre negra solo para conocer? Nunca hemos visitado a la hechicera - mezclando mentiras y verdades, el hechicero volvió a mirar al viejo Ashadir y continuó su charada - No necesitamos tanto... unos caballos, algo de alimento y alguna monedas para las posadas en el camino -

Notas de juego

Master: Tu dirás si hace falta alguna tirada para esa ilusión menor. Si la idea es confundirlo... confundámoslo.

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02/07/2008, 04:07
Antor PielGris

Antor no estaba para aguantar semejante pulla en aquel momento. Moravius ahondaba en la herida, aprovechando que el pícaro estaba entretenido en otros menesteres. Sabía que aquello estuvo mal, por mucho que Bathalias hubiera intentado calmar su ánimo, y se arrepentiría de ello el resto de su vida. Pero inmiscuirse en medio de una negociación, mostrando claramente su juego de regateo, haciendo clara referencia a su apuesta, era algo que le hubiera costado una buena zurra más tarde, de un mentor menos venébolo. Bien, Antor jamás pondría una mano encima al chico, pero iba a necesitar más que un olvido para dirigirle una palabra amable. En verdad que necesitaban el dinero y el comentario había sido de lo menos acertado. El resto de la emperifollada representación... demasiado pomposa, para estarse oponiendo a las palabras del primer orador:

-Por suerte gozamos de vuestro BUEN OJO para que nos ilustréis con el extenso conocimiento que atesoráis y nos guiéis en tan oportuna empresa, poderoso Moravius. Si el excelso Secretario Ashadir tiene a bien considerar que en efecto pido algo que no merecemos, no tendré ningún inconveniente en acompañaros en tales lides.- respondió Antor con la más encantadora de las sonrisas en su rostro y cara de no haber roto nunca un plato -Aunque dado lo avanzado de la estación, confío en que el Conde advierta que lo que pido es tan justo como la Balanza de Elhora.- añadió con su habitual indescifrable expresión de jugador.

La frase había sido pronunciada como una chanza que bien pudiera ser compartida por todos con una risita baja; como si fuera un intercambio de bromas habituales entre buenas compañeros... como Moravuis la había planteado. Sin embargo, el comentario no podía ser más mordaz: el chico aún se resentía de la "lacra" en la armonía de sus rasgos, desde aquel lamentable incidente, que a fin de cuentas, había sido culpa suya y solo suya. Por lo general, todos obviaban el hecho, procurando que el mago lo olvidara; de hecho posiblemente PielGris hubiera sido el único capaz de recurrir a él. Era denodadamente extraño que el pícaro quisiera dañar a posta al muchacho. De hecho, era lo más parecido a una bofetada y una reprimenda que podía darle. Un modo muy sutil de decirle: te has salido del tiesto, y si sigues por ese camino habrá consecuencias, y no serán ni conmigo, ni para mí.

Notas de juego

¿Es un error de dibujo o Moravius es tuerto, aunque no lo ponga en su descripción? Obviamente el comentario va con toda la mala leche del mundo. Si no lo era, que sepa que ahora lo es. XP

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02/07/2008, 04:43
Moravius

Notas de juego

JAJAJA (bien respondido)

Esperemos al resto antes de seguir peléandonos... y si, parece que desde ahora soy tuerto... JAJAJA (Ya inventaré cual fue el accidente)

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02/07/2008, 04:51
Antor PielGris

Notas de juego

Para eso te lo deje abierto... para darte pie a roleos, XD.

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02/07/2008, 08:16
Alfren Niubar

Incómoda presenciaba la palabrería del hábil PielGris. Sus artes, si es que así podían llamarse a los tejemanejes que realizaba, escapaban a la capacidad de tolerancia de la mujer. Pero era evidente que las necesitaban, y ella no iba a oponerse a que las expusiera y las utilizara en provecho de todos. Aunque con un resultado que aún estaba por ver...

Más incómoda aún la dejó el pequeño y poco sutil enfrentamiento entre los dos hombres, Antor y Moravius, que airearon diferencias personales ante un tercero que poco o nada tenía que ver. Nos va a perjudicar más que otra cosa, pensó, ¿a qué dar bazas que usar en nuestra contra...? Pero calló, no era la discusión o el regateo su habilidad, lo suyo era la lucha, el honor, y hollar el camino recto. Si era posible, claro está...

Con el pergamino de la convocatoria en la mano, y en el rostro un pequeño mohín de impaciencia, Alfren descansó su zurda en el pomo de la espada, sintiendo en su piel la seguridad y la calma que sólo su contacto le proporcionaba.

Y esperó, en silencio, la resolución del trato.

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02/07/2008, 08:31
Bathalias de Emdelis

Bathalias, apoyado contra la pared, se permitió una leve sonrisa. Habían bailado aquel baile una y otra vez en los últimos años. Y, con otros hombres y mujeres, en los ultimos siglos. Puede que no tuviese la forma física de su mocedad, pero aun conservaba toda su experiencia. El enfrentamiento de sus camaradas no era fruto de la casualidad ni de un guión establecido. No hacía falta más que dejarles a sus anchas y ellos solos traían el caos a un lugar en el que solo imperaba el orden. Le recordaban a un joven explorador y su hermano, con los que había recorrido el continente, siempre discutiendo. Hacía cuanto... ¿cien años? ¿ciento cincuenta? No recordaba ya sus nombres. Aquellos hermanos, valientes, cuya comida y sangre había compartido, se habían perdido en el tiempo. Ya nadie los recordaba, ni siquiera él. La perdida le golpeó como un mazazo.

Pero no era momento de perderse en divagaciones. Dejaría que el caos creciese un poco y luego daría un paso al frente como la voz de la razón, "ayudando" al secretario y sacando parte del beneficio al que intentaba llegar Antor.

Llevaba siglos haciendolo, después de todo.

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02/07/2008, 09:20
Ashadir

Ashadir miró a sus interlocutores con un gesto de total desprecio, el cual no hizo esfuerzo alguno por disimular. Se alejó de ellos con pasos cortos y apresurados, como el que rodea una boñiga fétida que acabara de cruzarse de forma bastante molesta en su camino.

Cuando se hubo colocado a una cierta distancia les miró directamente, mostrando una expresión arrogante. No había duda o temor en sus ojos, únicamente descrédito. Aquel hombre no mantenía alejado de ellos por temor, lo hacía simplemente por repugnancia y tedio.

-Os voy a dar un buen consejo. Tomadlo en consideración, pues será el primero y el último: no juguéis conmigo, no intentéis utilizar ante mí vuestras absurdas tretas de taberna pues no soy ningún ignorante. Conozco exactamente cuantos pergaminos se han distribuido y los lugares en los que se ubicaron cada uno de ellos. – con un simple gesto de muñeca Ashadir hizo aparecer en su mano derecha el cartel que el pícaro había entregado a Alfren, la mujer ahora tan sólo sostenía entre sus dedos el aire de la estancia. Repitió el gesto en dirección hacia Moravius, mas en esta ocasión nada apareció en la mano izquierda del secretario. Miró al joven hechicero por un momento y sus rasgos se contrajeron en una mueca amenazante -. No obstante, he de reconocer que lo que se os pide no queda exento de riesgo. Considero justo el pago de diez escudos de oro por el mismo, sin embargo, el Conde es magnánimo, no como yo, y me ha dado instrucciones de que negocie con vosotros. Se os pagará trece escudos de oro por cabeza, se os asignarán animales de carga que trasportarán el cofre y se cubrirán todos los gastos de alimentación y descanso durante el viaje. Es mi última oferta. Si no os place ya sabéis donde está la puerta.

Tras cruzar las manos sobre el pecho Ashadir comenzó a tamborilear con los dedos sobre su antebrazo de forma impaciente.

-Ah, por cierto. Casi se me olvida un detalle sin importancia. Dado el extremo valor del encargo, supongo que comprenderéis que la cifra que se os entrega en guardia y custodia es suficientemente alta como para tentar la avaricia de cualquiera, incluidos vosotros mismos. Así pues, en caso de que aceptéis, el cofre será protegido por la magia, lo que evitará que caigáis ante la tentación de huir con él.

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02/07/2008, 09:22
Antor PielGris

Antor miró muy indicativamente a Bathalias, con aquella mirada que ambos amigos estaban tan acostumbrados a compartir. Su trabajo allí había terminado y había conseguido exactamente lo que esperaba: respuestas y un precio justo. Posiblemente podrían forzar algo más la máquina, pero realmente no había necesidad para ello. Habían conseguido bastante más de lo que el pícaro esperaba conseguir cuando comenzó su perorata.

Ahora hacía falta un buen colofón. Uno que asegurara, a ser posible, que los animales serían de su propiedad al menos durante el tiempo que durara el encargo, pues convenía no cargar con las muertes de unos buenos bichos bajo los hombros, ante "complicaciones inesperadas".

Pero ese trabajo se lo dejaría a otro... a él aún le quedaba una importante, pero que muy importante labor: tenía que enseñarle a ese estúpido engreído que realmente, toda su altanería y sus truquitos, le importaba un pito. Y no se le ocurrió mejor manera de ello que sacar su bienamado flautín y comenzar una jocosa melodía. EL ritmillo era pegadizo y mostraba la alegría del inminente sí. A decir verdad, convertía la situación en una escena de fábula. Era el tono ideal para dar pie a la intervención del personaje bueno del cuento.

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02/07/2008, 10:48
Ailara Sotobosque

Ailara había asistido impertérrita al enfrentamiento entre Antor y Moravius. Aun cuando el buen humor y las bromas eran algo habitual en el grupo, percibía una cierta tensión entre los dos que no conseguía identificar. Desconocía si se trataba de una simple treta para conseguir más dinero o no, pero no le extrañaría que así fuera.

Desplazó el peso de su cuerpo de un pierna a otra, incómoda. No se sentía a gusto en presencia de magos, exceptuando al fornido Moravius, y en este caso su sexto sentido le indicaba que algo no cuadraba en la historia del secretario. Si se trataba de una misión tan fácil, ¿por qué tenían miedo los guardias?

Permaneció a la espera mientras los demás intervenían sin la menor intención de aportar su contribución. La joven druida sabía que cada tarea debía ser desempeñada por aquellos más preparados para ella. Ailara no era una gran oradora, ni sabía regatear ni tenía experiencia en este tipo de situaciones. Bathalias y Antor se encargarían de vapulear al secretario con el tiempo necesario.

Cuanto más oía menos le gustaba la exposición del secretario. La última frase referente a la protección mágica del cofre fue demasiado para ella.

-¿Protección mágica? Es una broma, supongo
-exclamó-. Bathalias, esto no me gusta. Nadie dijo nada de tener que lidiar con objetos alterados mágicamente. ¿Por qué no vamos hasta Zanbaar y buscamos algún trabajo? Está solo a dos días de camino, podemos hacerlo.

Sus ojos miraban al jefe del grupo, suplicando para que rechazara la proposición.

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02/07/2008, 14:29
Moravius

Moravius bajó la cabeza y rumió su respuesta. Como de costumbre el viejo pícaro había contestado a su chanza con otra... y esta dolía... y mucho. Sin embargo no era el momento de pelearse con el. De hecho nunca lo era. Los recuerdos de la explosión y la rápida reacción del hombre que lo habían salvado de su inconsciente acción estaban tan presentes como las historias sobre su padre.

El hechicero observó interesado la reacción de Ashadir y evitó que la sonrisa que se intentaba dibujar en su cara fuera visible. Habían conseguido su objetivo. Y eso era lo importante. Algunas monedas más y caballos y provisiones. Si, si. Ahora la misión era más tentadora.

- Tranquila, Ailara, tranquila - el tono amable de Moravius con la hermosa druida denotaba que había confianza, y quizás algo más, entre ellos - Solo es magia. No es para preocuparse. Acaso no nos hemos divertido muchas veces haciendo crecer flores en en los terrenos más inhospitos? Esto es similar. Solo magia. No vale la pena preocuparse por ello -

La misión estaba encaminada. El sonido de la flauta de Antor denotaba que el pensaba lo mismo. Lo mismo que el silencio y las miradas del viejo elfo. Solo quedaba llevarla a cabo. No esperaba que fuera demasiado complicado. Conocía a sus compañeros y todos eran muy buenos en lo suyo. Así como el lo era en la magia - Bien, entonces parece que tenemos un acuerdo - contestó al viejo hechicero - Vos direis cuando debemos partir. Nosotros estamos listos. Solo esperamos a que nos entregueis lo prometido... Ah! y sobre la magia en el cofre. Suena razonable, solo espero que la magia con que lo protejais no impida que pueda aplicarle algo más - Ahora el tono cambió, ya estaban hablando de profesional a profesional - Supongo que será interesante que NO parezca un cofre con monedas... no queremos tentar a ningún bandido, no es cierto?. Si os parece lo haremos parecer... - Una pausa, más efectista que otra cosa antes de finalizar - Que os parece una montura? así lo podremos llevar sobre uno de los caballos y solo parecerá que es un animal de relevo -

Moravius no sabía hasta que punto el hosco servidor del barón estaba dispuesto a usar sus propios poderes para una ilusión de esa naturaleza, por lo que ofreció - Si es necesario yo me ocuparé del tema, solo espero que no protejais el cofre contra una protección adicional -

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02/07/2008, 21:59
Merkus

Tanta palabrería estaba comenzando a cansarlo, pese a estar medianamente acostumbrado a ella tras el tiempo en que llevaban recorriendo juntos los caminos, por lo que se removió incómodo aunque sin cambiar de postura...se sentía más cómodo si tenía la espalda cubierta, evitando así alguna dolorosa sorpresa similar a aquellas que había recibido cuando era más joven y menos experimentado.

Merkus no entendía el por qué de aquel regateo, pues la primera oferta le había parecido más que suficiente dada las circunstancias.
Poco o nada le importaba en ese momento el aumento de sus honorarios en aquella misión, pues había decidido que se acercaría a aquel destino con o sin cofre, donde buscaría el verdadero tesoro.....ni la cantidad que portarían en aquel trabajo se acercaba a la valía de la llama de esperanza que había surgido en su interior.

Sin embargo no era momento de desmerecer el esfuerzo de sus compañeros, y no se negaría a recibir aquellas monedas de más, pero había algo mucho más importante que hacer antes de partir en aquella misión.

Lentamente, como si le costara un gran esfuerzo alejarse de la fria piedra donde se encontraba apollado, avanzó hacia el lugar donde se encontraban los demás, pero no se detuvo allí, sino que continuó avanzando hasta encontrarse a poca distancia de Ashadir, haciendose más patente la diferencia de altura entre ambos.

Tampoco ayudaba en demasía el rictus que mostraba el rostro del barbaro, tan acostumbrado a utilizarlo para amedrentar a posibles enemigos que ya había olvidado lo que era poner algún otro gesto, como podía ser una sonrisa....aunque realmente no recordaba la última vez que le había apetecido sonreir, pues no era dado a percibir la gracia en ninguna forma o aspecto.

Ignorando las conversaciones que aún se encontraban en el aire, miró detenidamente al secretario, para lo cual tuvo que inclinar el cuello en un ángulo poco acostumbrado, y abrió los labios para hablar por primera vez desde que habían llegado.....pero algo se le adelantó.

De pronto un fuerte rugido llenó la habitación, atrayendo sobre el bárbaro las miradas de todos los presentes. Pero no sintió vergüenza porque su estómago proclamara a los cuatro vientos que hacía días que no comía nada más sustancioso que unos pequeños frutos encontrados en un matorral a la orilla del camino que habían seguido.

Antes de partir comeremos - pronunció tajante con su voz de barítono, la cual pareció disputar, con aquella parte de su cuerpo que se había pronunciado antes, su supremacía.
Podría haber explicado que necesitaba comer para poder disponer de todas sus fuerzas en el inicio de la misión, pero habría sido una pérdida de tiempo....aquello no era una petición.

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03/07/2008, 07:41
Bathalias de Emdelis

Bathalias palmeó el hombro del rudo Merkus. Tranquilo, amigo. Comeremos. Después dió un par de pasos hacia delante, para colocarse frente al secretario, sonriendo con amabilidad. Nos complace la oferta de su señor, y estaremos encantados de ponerla en práctica. Después de todo, cuanto más felices estén mis compañeros y yo mismo con el trato, más seguro estará el cargamento, señor... miró un momento por encima del hombro a Antor, más para que el secretario le viese que para otra cosa. Aquel baile era viejo para ambos, y si el secretario creía que alguna moneda más le prevendría de traiciones, mejor para todos.

Por supuesto, necesitaremos parte de la paga por adelantado, así como provisiones para el viaje. Comprendemos la necesidad de asegurar el cofre todo cuanto sea posible. Sin embargo, sí necesitaremos un mapa de la región con la ruta a seguir y posibles desvíos, en caso de vernos en la necesidad de evitar alguna posible emboscada. Después de todo, dijo, mientras miraba a los ojos al secretario, uno no puede nunca fiarse de nadie. ¿No creéis?

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03/07/2008, 07:52
Alfren Niubar

-Sólo una pregunta, si me permitís...

Alfren miró a Bathalias más que al mago Ashadir, si solicitaba permiso para intervenir, desde luego era al elfo. Sin embargo, la pregunta la dirigió al secretario del Conde, a quien contempló entonces con un cierto desdén y bastante desconfianza.

-¿Están esperándonos en la Torre Negra de Ybress? ¿Saben por algún medio que tenéis el diezmo preparado, y que vuestros mensajeros lo van a llevar? Porque entrar en el Pantano de las Pesadillas sin aviso alguno es una provocación a Sarcess y a sus criaturas...

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03/07/2008, 08:46
Antor PielGris

Antor seguía observando la conversación desde la distancia, sin intervenir. Si querías ganar una partida, tenías que observar a los participantes durante algunas rondas y dejar que se arañaran entre ellos, para saber de qué pie cojeaba cada uno. Perder algo de iniciativa en favor de una buena victoria era parte del juego.

No así su flauta, continuó manteniendo una musiquilla de fondo que en realidad animaba la conversación de un modo que hubiera hecho escºapar alguna risilla a más de un chaval y a más de una muchacha cándida. Primero la intervención de Ailara, acompañada de una sonatilla inquieta... estresada. Luego vino Moravius, presentado por la típica chispeante musiquilla de amanecer soleado, que pronto se convirtió en un cótico contrapunto, más acorde a sus ideas de prestidigitación; algo más "efectista". Entonces la música paró de repente, comenzando una irregular serie de oleadas, como parecía ocurrir todo lo que rodeaba al expeditivo y poderoso Merkus. Pero pronto la marejada se trocó en una hierática sinfonía que regalaba todo el orden y recititud de las palabras justas a Bathalias. De hecho fueron las palabras que mejor se escucharon, cuando Antor convirtió su tonada en casi un suspiro. Entonces las siguientes notas soplaron nubes negras, cargadas de tormenta sobre la conversación, con el típico ritmo ominoso del mal que se acerca. La pregunta de Alfren no podía ser más precisa y letal; directa al grano, como le encantaba a la chica. Cuanta fuerza en una mirada... si Antor tuviera un par de años menos (o dos docenas), iban a temblar las piedras.

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03/07/2008, 14:45
Moravius

La sonrisa de Moravius fue sincera. El bárbaro no podía con su genio... o sería que su cuerpo no sabía de convenciones sociales? Sin embargo las siguientes intervenciones fueron lógicas. Cada una a su manera. La prudencia de su lider, la practicidad de la caballero, la música musica del hombre de mundo.

Algo había que agradecerle al elfo. A su manera, con sus palabras comedidas, le había dado un espacio a cada uno. Fuerza, habilidad, presencia, inteligencia. Magia y acero. Música y palabras. Eran un buen grupo. podrían cumplir la misión sin problemas... o eso esperaba.

El mago se mantuvo expectante, cada uno había planteado lo suyo. Solo quedaba que su nuevo patrón, ese que ninguno de los presentes terminaba de respetar, se terminara de explicar

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04/07/2008, 16:32
Conde Nesvind de Riaghul

Ashadir abrió la boca para responder a las cuestiones planteadas por el grupo, mas una puerta se abrió de pronto en uno de los accesos a la estancia y por ella entraron seis soldados, dos de ellos espada en mano, escoltando a un hombre de gran estatura y porte noble que no podía ser otro que el Conde Nesvind de Riaghul.

El Conde lucía unas vestimentas de gran calidad, en tonos azules, navegadas por hilos de oro. Mostraba numerosas joyas, así como un enorme broche también de oro que le sujetaba la capa. Llevaba suelto el largo cabello rubio y sus ojos eran apenas dos rendijas blancas sobre un rostro marcado y bien definido.

-Ah, estáis aquí. Bien, al fin os encuentro. Supongo que todo habrá sido ya acordado, ¿verdad? – el tono de sus palabras era el de aquel que estaba acostumbrado a infundir temor tan sólo con su presencia, rango y título.

Los soldados que formaban la escolta se movían a su alrededor, tratando de no estorbar su avance y de mantenerse a su vez lo más cerca posible de su señor. El conjunto resultaba por igual intimidante y cómico.