Partida Rol por web

Tres días río arriba. Solo monstruos despistados y aislados, alguna rata de campo, y peces. Al menos agua y alimento no falta. Tampoco los ánimos de Louis intercediendo entre las dos líderes del grupito. Ruby camina silenciosa y Omar siempre trata de animarla.

Y todo por culpa del loco traidor disparado de hormonas, el pecoso de Willy. Cuyo rastro aparentemente se ha perdido. No encontráis huellas de su paso, ¿ha dejado la orilla del río? 

El tiempo empeora, refresca. La mañana del cuarto día amanece lluviosa, el sendero se transforma en barro y pronto el chubasco es tormenta, arrecia el viento y la lluvia cae con rabia similar a la que sienten vuestros corazones. No hay refugio más allá de los árboles y sus frondosas copas. 

Llueve y llueve. Los relámpagos iluminan la oscuridad lechosa de un día desagradable y casi frío. Violet aguanta, con su fiebre, con los remedios caseros a base de infusiones de hierbas y raíces que conoce Ruby. Pero no es plan de seguir así mucho tiempo…¿y qué podéis hacer? Andar, caminar, en busca de un imposible. 

A media mañana la borrasca se aleja, el agua cesa de caer y podéis poneros en camino. La travesía es penosa con tanto lodo resbaladizo. Adelante. Adelante.

Quinto día. Más de lo mismo. El cielo está encapotado pero sin visos de amenazar lluvia. La corriente se ensancha en este tramo y, más arriba, un puente a vuestro mismo nivel la cruza al otro lado. Hacia la derecha ese camino se interna en el bosque. Hacia la izquierda, más bosque. De frente, se sigue el río. Hay un letrero indicativo, medio roto, a la derecha, el nombre de un...pueblo, quizás, 25 millas. A la izquierda señala una carretera, 10 millas. 

- A lo mejor hay huellas de algo en el puente o los caminos. - Sugiere antes de querer tomar una decisión, que luego Clem se enfada si se habla de alejarse del río... O la misma Violet con cualquiera, por cualquier cosa, sin ánimos de escuchar estupideces. La rubia no tiene energía para más de lo necesario, ni conversaciones que no lo merezcan. A menudo camina con Ruby cuando Omar no está con ella, apreciando el silencio de su compañía, la preocupación mutua de la una por la otra, y a la vez trata de caminar totalmente por su cuenta para no suponerle más carga de lo que ya es. 

Se acerca a comprobar que no haya ningún rastro en el camino hacia el bosque, esperando que sea el primero a descartar y con algo de suerte quedar con una opción clara entre los caminos a elegir. Si ha pasado algún carro, o animal, las huellas que hayan dejado podrían ser más honda en el barro blando, y, por lo tanto, de encontrar y seguir. 

Desde que los cielos comenzaron a encapotarse había tomado por costumbre intentar mantener una antorcha encendida, como una especie de fuente de calor de emergencia para que la temperatura corporal de Violet no hiciera tonterías por culpa del cambio de tiempo. Pero la humedad hacía que la tela que intentaba usar a retales no consiguiera quedarse seca, y tampoco es que fuera nunca muy buena manteniendo fuegos en época de lluvias... Yo lo intento porque soy terca, cada día que pasa más. Tener la mente centrada en un único objetivo es lo que me permite seguir andando hacia adelante y no salir corriendo a dar caza a Willy por lo que le había hecho a mi refugio.

Encontramos la primera señal de civilización, al menos de la anterior a que los muertos comenzaran a andar, con una decisión que tomar sobre el camino a seguir. Estoy decidida a encontrar ese supuesto grupo siguiendo el río, claro que sí, y ese pueblo está demasiado apartado del río para ser "eso". Pero también es una posible fuente de recursos para un grupo que se ha visto de repente en la nada. 

Lo de las huellas no es mala idea, pero tendría que haber pasado un grupo muy recientemente y ser lo bastante idiota a estas alturas como para no cuidarse de dejar rastro en barro. Vale la pena acercarse y mirar, sin embargo.

— De todos modos no vería mal acercarnos al pueblo —propongo, más bien al aire. Me da por pensar en voz alta, como cada vez más aislada del resto del grupo. — Nunca sabes qué pueden haber pasado por alto otros supervivientes, ¿verdad, AJ?

- Sí. Igual hay algo útil en el pueblo. - admito entre dientes cuando Clem me pregunta en voz alta.

Estos últimos días he estado bastante cabizbajo, y es que no me gusta nada haber tenido que volver a este tipo de vida. No puedo dejar de pensar en mi habitación, en los pasillos, en el patio. Los momentos felices que compartíamos con el grupo, con los que seguían vivos, y que ya no volverán. Ahora es caminar, caminar, escondernos, refugiarnos de la lluvia y caminar más. ¿Para qué? Y lo peor es que fue el que consideraba mi amigo el que nos arrebató todo eso. No puedo evitar mostrarme taciturno, pero no soy el único.

Ruby está siempre callada. Violet sigue enferma. Y Clem... bueno, ella está más o menos como siempre, pero no creo que esté feliz precisamente.

- Podemos ir a buscar... antes de que Willy lo queme también. - digo, y lo digo a propósito y en voz alta porque estoy enfadado y tengo mucha rabia acumulada. 

Al contrario de lo que creía, Clem prefiere ir al pueblo. Bien, es un cambio. Tal vez refugio. Alzo las cejas y bajo los párpados, incrédula cuando sugieren que puede que quede algo. Al principio no comento nada al respecto, si no que me limito a buscar algún rastro tal y como he sugerido, pero la chispa de AJ incendia pronto algunos de mis límites, también. - Así arda él también. - Añado con desdén. Estúpido zanahorio. - ¿De verdad creéis que encontraremos algo?¿Que no lo habrán saqueado mil y una veces antes de que lleguemos nosotros? - Pregunto. No es que no quiera intentarlo ni convencerlos de lo contrario, ni mucho menos, pero no comparto demasiado sus esperanzas.

También me acerco a buscar algún rastro, agachándome y apartando vegetación con las manos por si acaso.

— Es posible, pero a veces quedan cosas atrás que algunos grupos no consideran importantes, o no eran importantes cuando pasaron. De todos modos es importante que no durmamos otra noche al raso si vuelve a llover, sobre todo por Vi; creo que nos merecemos un descanso hallemos algo útil o no —ignoro voluntariamente cualquier mención a la existencia de Willy o su destino. No quiero caer por esa madriguera de conejo.

Levanto los hombros, como si estuviera aceptando su respuesta a regañadientes... A pesar de que en el fondo me agrada. - Y por Ruby. - Añado, quitándome una importancia que a ratos siento que me atrae y repele de forma enfrentada. Todos estamos jodidos, pero incluso con la muerte acechándome, la posición de la pelirroja me parece especialmente aterradora. Recuperarme, o no, será algo que descubriremos no demasiado tarde, pero la incertidumbre del peligro del parto, de la vulnerabilidad de una chiquilla y un bebé que puede atraer el mismo peligro sin entender la situación siquiera, a largo plazo y en un mundo que no pasa una... El vivo recuerdo de Aasim... No quiero ni pensarlo. - ¿Qué pensáis los demás? - Nadie tiene tanta experiencia como Clem y AJ sobreviviendo en la intemperie, excepto tal vez Nadia, pero eso no quiere decir que no valore las opiniones del resto de sus amigos.

Los demás se encogen de hombros. Ruby, cansada. Omar, agotado, arrastrando también su herida. Y no tenía buen aspecto de cara. A Louis se le ve mejor, animado, comprensivo, aunque intranquilo. 

-Vamos al pueblo -afirma Nadia a la pregunta de Vi. Es, después de Clem, la más entera. Se ha mantenido en un segundo plano desde la marcha del instituto, en un mutismo áspero. Colaborativa pero poco cercana. Esos momentos de intimidad con Clem, no han regresado. ¿Distanciadas? Nadia no ha vuelto a intentar un acercamiento, puede que intimidada por la superviviente o temiendo ser rechazada.

La opción entonces es dirigirse a ese pueblo. Quizás encuentren un lugar donde descansar bajo techo, seguro, seco. En el barro revuelto, hay huellas, recientes y algunas no tanto, pero no son humanas, de pequeños animales, de, tal vez, un zorro. De roedores pequeños. 

Un trecho largo sin problemas, silencioso, no llueve. AJ escucha ruidos. Demasiado conocidos por el chico de corta edad. Los demás agudizan el oído. Sí, sin duda.

Monstruos. Ahí delante. treinta metros, un puñado, ¿una docena? , entre los árboles, entre los arbustos, gruñendo y caminando igual que "zombis" . ¿Os han detectado? Parece que no.

Crack. Un crujido. Omar pisa una rama. Qué tópico. Se queda helado sin levantar el pie. Un gruñido más allá. Se giran sus ojos ciegos, muertos, terribles.

Os han visto. Y ya caminan hacia vosotros, extendiendo las garras y abriendo sus bocas malolientes como alcantarillas. 

Por supuesto el camino no podía ser tranquilo hasta poder descansar. Hacía días que no encontrábamos un grupo así de numeroso, así que encima se siente como un último obstáculo ante, espero, algo mejor que lo que teníamos. Racionalizarlo así ayuda, siempre. Permite no perder el norte. Por eso, aunque me fastidie un poco, desenvaino el cuchillo y me adelanto con paso seguro hacia el más cercano para pegarle una patada en la rodilla.

— No os separéis —les digo, preparada.

Al final el grupo entero está de acuerdo con que nos acerquemos al pueblo, y por un momento incluso siento algo de esperanza con las palabras de Clem. Sí, lo más seguro es que no encontremos nada, pero tal vez haya ALGO. Cualquier cosa. Después de tener un techo bajo el que refugiarme y una cama en la que dormir hay ciertas cosas que pueden parecer poca cosa, pero en la época en la que viajaba con Clem cada lugar nuevo, cada pequeña cosa, era un nuevo descubrimiento. Tal vez encontráramos alguna prenda de ropa. O un cuchillo. O un zapato. O un juguete.

Pero antes de eso, nos encontramos con... monstruos. Arrugo los labios, contrariado, porque ya bastante tenemos con lo que tenemos. Procuro mantenerme cerca, como dice Clem.

- ¿Qué hacemos? - pregunto a Clem, sin dejar de mirar a los montruos. Con mi cuchillo bien sujeto, y el revolver también a mano.

Elegir una dirección es en realidad el menor de los obstáculos. Es decir, podemos no estar de acuerdo al respecto, discutir, pero no vamos a matarnos entre nosotros. Los muertos, sin embargo, no contemplan otra opción más que esa. Contengo el ruido cuando nos encontramos con el grupo de caminantes. Quiero que el grupo se aparte, pero el desliz de Omar lo hace imposible.

- Joder. No estoy en condiciones de luchar. - Recuerdo a los chicos. Me faltan las fuerzas, me falla la coordinación. El cuchillo en la mano mala, y la pistola en la buena. Esa lucha no requiere de tanto esfuerzo... Siempre y cuando pueda apuntar en condiciones. - Clem, ¿El arco? - Le recuerdo. Que no sea tan escandaloso como una pistola lo hace el arma idónea para quitar algunos enemigos de en medio sin atraer más para igualar más nuestros números. 

- ¿No vamos a huir? - Pregunto bastante más dispuesta con esa opción, pareciéndome que los demás se preparan más bien para un enfrentamiento. Aun estando enferma, los caminantes siguen sin ser los mejores corredores. 

La respuesta a Vi la tiene cuando ve que ya todos se preparan y están listos para la pelea. Quien más quien menos, está harto de huir.

Clem, Louis, Nadia, forman la primera línea. Patada en rodilla y golpe ágil, rápido, certero, a la cabeza con el cuchillo de Clementine, el garrote de Louis o la lanza de Nadia. Atrás, dando buena cuenta de algún muerto viviente que cae o es empujado, AJ, Ruby, Violet. Agotada pero con energías suficientes para ayudar a sus amigos. Unos metros detrás, Omar, tocado de sus heridas, se mantiene a la expectativa.

Los monstruos van cayendo. Nada de disparos de pistola o revólver, no de momento. Clem por ahora tampoco usa el arco. Estáis ya sudando entre el esfuerzo físico y el bochorno del día. Parece fácil el combate, aunque nunca te puedes fiar con los zombies. Y parece que son más de esa docena, empiezan a salir otros de entre los árboles, de las profundidades del sotobosque. Quizás no resulten una amenaza muy muy peligrosa, sois bastantes y la mayoría de vosotros con mucha experiencia. 

Con todo...ahí están, gruñendo, avanzando, sin miedo, sin otra opción que morderos. 

No quiero luchar, pero no me voy a quedar mirando. No me encargo de varios, no tengo mucha fuerza, ni muchos reflejos, así que voy apartándoles algunos de esos capullos a mis compañeros más diestros, llamando su atención con una piedra, o una patada, para atacar de forma clásica a la rodilla y luego a la cabeza, o a esta directamente si lo veo claro, cuando puedo sorprender a alguno por detrás.

- Prestad atención a vuestro alrededor. - Intento no decir muy fuerte. Es difícil regularse, entre el esfuerzo y la acción del momento, pero no queremos atraer a más. De momento no lo cuestiono más: Ya veo que han decidido luchar. 

Comienza la pelea, y aunque estamos cansados después de tantos tiempo caminando y después de todo lo que nos ha pasado, luchamos bien juntos. Clem, Louis y Nadia a la cabeza, y el resto detrás encargándonos de los que se les escapan o sobreviven a esa primera línea. Algún día cuando crezca yo también estaré en primera línea, pero de momento estoy aquí, y hago mi trabajo como tengo que hacerlo. Como me han enseñado. Como sé hacerlo.

Espero las instrucciones de Clem para ver qué hacemos. Espero que avancemos hacia el pueblo...

Por qué nunca vendrán los caminantes en grupos pequeños, es algo que todavía me pregunto por culpa de estas situaciones. Cuando crees que ya has acabado con los primeros resulta que sólo eran la avanzadilla de algo más gordo. Y algunos de nosotros no estamos para batirnos en un duelo de perseverancia con los muertos.

No nos interesa huir y confiar en que los dejemos atrás antes de alcanzar el pueblo. O acabamos con todos o tendremos que dar un rodeo.

— Seguimos el mismo plan: no os separéis y no descuidéis los lados. Que un compañero os cuide siempre la espalda —declaro, lista para mantener la primera línea junto a Nadia y Louis. Ahora con el arco, pero no sé si serán suficientes las flechas que salvé.

Os vais abriendo paso. A cuchillazos, lanzazos, golpes de maza. Con las flechas certeras de Clem. Como un grupo que sabe luchar unido, conjuntado, cubriendo flancos y retaguardia. Los monstruos van cayendo, gruñendo, soltando zarpazos, intentando atrapar y morder.

Crueles en su cegara mortal.

Sudorosos y machados de sangre y trocitos de sesos, acabáis con todos ellos en vuestro camino adelante. Parece casi increíble, nadie herido, todas las bestias "muertas". Os falta el aire, necesitáis un momento de reposo. Para tomar aliento y recuperar las fuerzas y los nervios. 

Nadia y Louis, vigilan, por si salen más del bosque. AJ se encuentra con su cuchillo roto, partido por la mitad. Violet, agotada, se apoya en el tronco de un árbol y se deja caer hasta sentarse en el suelo. su cuerpo se resiente del esfuerzo.

-¡Eh, mirad! -grita Omar, que ha entrado poco en la pelea, pero hizo lo que pudo. Señala uno de los no muertos caídos, con una mochila a la espalda. Al abrirla, encontráis una docena de latas de comida de diversos tipos, agua ya más que caducada, y un puñado de paquetes de chicles. 

El encuentro fue más tedioso que preocupante, gracias en buena parte a que ya habíamos aprendido a trabajar como un grupo coordinado y a lo mejor que estamos demasiado cansados para separarnos de los demás. Nos hemos ganado un descanso, eso sí, sin bajar la guardia.

Sin yo esperarlo, Omar vuelve a hacer ruido. Para gritar. Me enervo enseguida, pero al instante me levanto como un resorte para acercarme al cuerpo que él estaba examinando.

— Era un superviviente... —deduzco de inmediato. ¿A lo mejor el resto de caminantes son de su grupo?

O peor, ¿es el grupo que estamos buscando? Sí, siempre me acabo poniendo en lo más catastrófico posible. Así mantengo la cordura.

— ¿Qué hay de los otros cuerpos, Omar?

- Una buena noticia, al menos... - Celebro, si es que se puede decir, mientras aun recupero el aliento. Me siento egoísta. Tengo descansos que otros no, como ahora, tengo la sensación de que algunas pausas se hacen por mí. Me cuesta pensar, a veces dudo que lo que digo tenga sentido. - Disculpad que no ayude. - A buscar en el resto de los cuerpos, pero es que ni sé cómo me las he apañado para luchar. Me remango. 

- Para lo que le ha valido... - Nosotros también lo hemos sido, hemos pasado por malos momentos, sí, pero tener un hogar, ser relativamente autosuficiente... Y ahora encontrarnos aquí.