Partida Rol por web

Matt apoyó ambas manos en la puerta y tuvo que hacer un esfuerzo para tranquilizarse y no derrumbarse allí mismo, no dejarse caer en medio del pasillo sollozando y esperando que el terrorista llegase y acabase con su patetismo.

Miró por encima del hombro para asegurarse que la cortina no se corriese y la muerte con acento árabe la atravesase. Vio entonces el carro de las bebidas, colocado estratégicamente de nuevo, y volvió a pensar que quizá lo mejor que podía hacer era servirse una copa tras otra y esperar que una bala o una caída en picado hiciese fundido en negro del mal chiste que se había convertido ese viaje.

¡No! ¡No! No había luchado con todas sus fuerzas para levantarse, para dejar atrás a Isabelle y sus recuerdos, para seguir hacia delante y poder ayudar al resto del pasaje ahora que se encontraba solo.

Comenzó a mirar a ambos lados y entonces vio el teléfono que había sonado escasos segundos antes. No podía haber sido Kate, ya que al parecer ella y el tal Abu Nazir se comunicaban a gritos por el avión. Pero tampoco creía que esto fuera como en las películas y la CIA o Seguridad Nacional hubiesen hackeado el sistema para ponerse en contacto, menos aún que lo hiciesen sobre un avión en vuelo.

Su mano, temblorosa, se acercó al aparato y lo descolgó, apretando el botón de comunicación y acercando el auricular a su sudado rostro.

Desde el otro lado de la línea telefónica te llega una voz de mujer. Una voz temblorosa, pero que reconoces como la azafata morena... Fátima.

- ¿Si?....No tengo mucho tiempo.

Sólo el hecho de oir la voz de otro ser humano en un momento como este hace que una chispa de esperanza nazca en tu interior...

Un suspiro de alivio emerge de los labios de Matt sin que éste pueda contenerlo. Llevaba sin hablar con otro ser humano, al menos uno racional, casi desde que habían despegado.

Se quedó entonces un segundo quito. Kate estaba metida de lleno en el secuestro y esa azafata, Fátima, no dejaba de ser de procedencia áraba, como el tal Abu Nazir... pero no tenía otra salida.

E... eres la otra azafata, ¿no? pregunta en un susurro sabiendo que se está jugando la vida a una carta. Soy Matt, pasajero de primera. El piloto está desangrándose a mitad de pasillo...

-Si...soy Fátima. Kat...la terrorista-se corrigió a si misma-está muerta.

Tengo su arma, pero no se usarla bien y Nazir no tardará en llegar hasta donde estoy. ¿El segundo está ileso? Si lo está el puede aterrizar este avión si no...tendré que intentarlo yo...si no me matan claro.

¿El segundo? murmuró Matt recordando cómo había salido Kate de la cabina. No le he visto desde que la pelirroja salió de la cabina. El piloto me dio el código de acceso pero no funciona... me dijo que había un taser... esconde el arma, yo solía ir al campo de tiro una vez a la semana con Is... su voz se encontra un segundo y vuelve con un tono más decidio. Escondela hasta que podamos usarla.

-No...no puedo hacerlo...el vendrá y la verá muerta. Entonces me matara- susurró con la voz entrecortada. Fátima se mordió los labios, pensativa. Era poco probable que su interlocutor fuese otro terrorista, pero la posibilidad estaba ahi- ¿Esta seguro de haber introducido bien el código? Tiene que abrir esa puerta y conseguir el TASSER. Esta a la entrada, en una caja con un circulo rojo, a la izquierda. Si usted se acerca con ella por su espalda y yo con la otra por el frente..quizas acabemos con él. ¿Qué codigo le dieron?

Tranquila, tranquila... Matt temía por la mujer; no solo por lo que pudiera hacerle el terrorista, si no también por su propia salud mental con todo ese miedo y estrés. ¿El código? 63339, el piloto fue muy claro. 63339 pero la lucecita se encendía roja... trata de sobrevivir, Fátima, solo tú puede aterrizar esto..¿no puedes bajar a la bodega de carga o algo parecido?

No. No es posible y aunque lo fuese no lo voy a hacer. No voy a abandonarlos. Yo...-la azafáta calló unos segundos sin atreverse a decir las palabras que estaba pensando "me importais"- yo no permitiré que muera nadie más. Ese codigo es incorrecto. Meta el 67579 coja el TASSER y todo terminará. Dese prisa

-Y Matt, cuando esto terminé le invito a un gin-tonic. De los buenos. Asi que coja el TASSER y sobreviva. Hasta pronto.

Asegurese de sobrevivir para aterrizar este aparato. respondió Matt. ¿67579? Ahora nos vemos.

Matt no pudo evitar una media sonrisa, cargada de pena. Pena porque Fátima pensara que con tener el Tasser en sus manos despertarían de esta pesadilla. Se quedó un segundo quieto entonces, una idea, una pesadilla, formándose en su cabeza.

Fátima, Fátima, escuche antes de colgar. ¿Ha comprobado que la pelirroja no llevara el Tasser encima? Voy a entrar en la cabina, recemos porque no lo haya inutilizado...

Colgó entonces el teléfono interno y se dirigió a la puerta de nuevo, rezando a cualquier dios que pudiera estar viéndolos y no estuviera doblado de la risa.

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Una luz verde parpadea en la cerradura electrónica.

Y la puerta se abre.

La cabina del avión. Un cuadro de mandos repleto de instrumental, luces y pantallas que no comprendes. Lo que sí comprendes es el peligro que representan los dos asientos vacíos y los mandos que nadie maneja. La sangre y las vísceras también dan su toque de color a este escenario, sin duda causados cuando Kate disparó a quemarropa al copiloto al tomar el avión.

Tu mirada pasa del mando de control moviendose sólo (manejado por el piloto automático) hacia las estrechas ventanillas delanteras, donde puedes distinguir el skyline de la ciudad de Chicago, por encima de todo la Torre Sears. Joder, qué cerca estáis...

El Taser. Céntrate en eso Matt. Buscas el lugar que Fátima te ha descrito y no tardas más que unos segundos en descubrirlo. Abres la caja y extraes el arma, desenchufándolo de su cargador. Parece una especie de pistola futurista, hecha en plástico y por lo tanto más ligera que una pistola de verdad. Nunca has manejado una de estas, pero el funcionamiento es sencillo, no crees que tengas problemas para dispararla.

Estás a punto de salir de nuevo de la cabina cuando de fijas en cuatro pequeñas pantallas de la pared. En ellas, en blanco y negro, puede verse el interior del Boeing.

Puedes verla. A Fátima. Agachada en la parte trasera del avión, sosteniendo un arma en sus manos. Y también la zona central, donde Abu Nazir está reuniendo a un grupo de gente, quién sabe con qué propósito.

Matt no se creía estar en la cabina y tener el tasser en sus manos... en ese momento decidió que si lograba salir vivo de ese ataud volante en el que viajaban se tatuaría un 67579 en alguna parte de su cuerpo, seguramente sobre el corazón.

Miró el cuadro de mandos, que podría tratarse igualmente del de una central nuclear, ya que solo ve luces, números y botones para los que desconoce su funcionamiento.

Por un momento duda en encerrarse allí, seguro, a salvo, tratar de comunicarse con tierra y tratar de que el avión aterrice o vire. Pero sabe que no podría cargar con esas vidas a sus espaldas y que dependen de él.

Por un momento, también, se imagina a sí mismo bajando a tierra, siendo condecorado por el presidente, saliendo en el Show de Leno y escribiendo un libro que luego convertiría en película Scorsese.

Sacude la cabeza para borrar esos pensamientos y se centra en el tasser. Ligero, futurista, letal. En unos pocos cientos de gramos se encuentra la salvación a decenas de vidas humanas y al espíritu de cientos de miles de estadounidenses que estarán mirando las pantallas temiéndose un nuevo 11-S.

Sale de la cabina, dejando la puerta abierta, y se dirige con paso decidido por el pasillo, el brazo extendido hacia abajo, el tasser pegado a su pierna derecha en un intento de disimularlo lo más posible, hasta que llega a la cortina de separación y se detiene, tratando con un dedo de crear una abertura que le indique que el terrorista está donde le había visto por el monitor.

Por todo el planeta, lo que sucede en el vuelo 333 de United Airlines está siendo seguido en directo por una audiencia potencial de más de mil millones de personas.

A través de televisión, a través de internet, a traves de las redes sociales… convirtiéndose en el evento con mayor audiencia de la historia de la humanidad.

Todos ellos ven a Abu Nazir. La mayoría detestan lo que hace. Otros lo celebran. Pero todos lo ven. En la conciencia global, Nazir deja de ser tan sólo un hombre con una pistola para convertirse en algo más, en una idea, en una personificación del Terrorismo, un Arquetipo del inconsciente colectivo. En aquello que hasta hace unos meses personificaba Osama Bin Laden, antes de que lo mataran.

Las creencias son poderosas. Y esta creencia global hace que, de hecho, Abu Nazir comience a cambiar de ser humano a algo más…

Los símbolos son poderosos.

Simón lo sabe. Lo sabía cuando planeó todo esto. Cuando se reinventó como el Terrorista más peligroso del mundo, Abu Nazir, usando el poder que obtuvo al asesinar a su mentora. Cuando preparó el atentado y se encargó de que fuera retransmitido para que el mundo fuera a la vez espectador y catalizador de su Ascensión.

Símbolos. Como la fecha elegida, el 11-S, en el aniversario de los atentados que conmocionaron al primer mundo. Como convertir al avión en una representación simbólica de los Estados Unidos (Nueva York. El río Missisipi. California.) y también en la representación de un Ser Humano (Ojos. Pies. Corazón.).

Simón ha aprendido mucho estos últimos años: de la Secta de la Diosa Desnuda y del incidente de Hellmouth, sobre todo. Y ahora, por fin, puede poner en práctica todo ello. Puede sentirlo. Puede sentir el cambio. Puede sentir que está a punto de dejar de ser humano y Ascender para ser… Dios…

Sólo falta acabar lo que ha empezado.

¡Soy la espada de Alá, que apunta a vuestro corazón!

Sólo falta disparar contra el corazón blanco de América.

Pero antes, un último detalle: las palabras mágicas…

El tacto del arma aturdidora en tu mano es reconfortante y te ayuda a aclarar tus ideas. Bendita segunda enmienda. Sólo necesitas acertar con el disparo y la pesadilla habrá terminado. Y, lo que es más importante, ¡tú serás el héroe!

Pero… el problema es que sólo dispones de un único disparo. Si fallas no tendrás una segunda oportunidad, porque Abu Nazir te matará, lo sabes.

Por eso tratas de calmar los latidos de tu corazón y serenarte antes de actuar, mientras llegas hasta la cortina de separación de primera y turista.

Sin embargo, parece que tu corazón no se calma, y tardas unos segundos en darte cuenta que ese ritmo, esa vibración, no son los latidos de tu corazón, sino otra cosa. Algo que viene del otro lado de la cortina, donde también oyes la voz del Terrorista, lo que hace que te acerques más para distinguir lo que dice.

¿Te sabes el himno nacional? ¿Lo cantais en el colegio? Es la voz de Nazir, claramente. Cántalo para mí… La voz proviene desde el lado izquierdo. Allí es donde está, tal y como has visto en la cabina hace unos momentos.

De pronto, desde el lado derecho, de donde también proviene ese ritmo cardiaco, surge la voz de un niño, pura y radiante, entonando los primeros compases del himno nacional de los Estados Unidos.

Oh, say can you see…

Y entonces...

Algo extraño está sucediendo…

De pronto tienes la impresión de que todo se oscurece, como si la iluminación estuviese fallando, como si el Boeing se hubiera adentrado en una nube de tormenta y no entrase luz solar desde fuera. Lo empiezas a ver todo un poco borroso, como desdibujado mientras sientes vibrar todo el avión al ritmo de los latidos del corazón. Y de fondo, oyes con toda claridad e intensificado, el aire que silba en el exterior del avión, sólo que no es el aire, sino gritos, alaridos vagamente humanos.

Y los gritos comienzan también a oirse en el interior, al otro lado de la cortina que, ahora lo sabes, te separa del Infierno. Un sentimiento de puro terror se abate sobre ti como si fuera un tsunami y entonces te encoges de miedo ante lo que sucede.

Pero el niño sigue cantando, sólo que ahora oyes más voces que se unen al coro:

By the dawn's early light…

Y sientes formarse en tus labios las palabras que siguen, de manera totalmente involuntaria, y algo te impulsa a pronunciarlas y a unirte a ellos:

What so proudly we hailed…

Matt no sabía qué estaba pasando, qué era esa sensación que parecía extenderse a su alrededor como si se tratase de una mancha de aceite, extendiéndose pegajosamente.

Ahí tenía la llave en sus manos, 175 gramos de plásticos conteniéndo 50.000 voltios listos para ser descargados, como si se tratase de Zeus sosteniendo un rayo en sus manos listo para ser lanzado.

Respiró rápidamente mientras levantaba el arma, tratando de recordar las veces que iba a cazar con su padre, cuando la vida aún eran cosas simples y su padre le parecía el mejor hombre sobre la tierra y un modelo a seguir en vez del borracho acabado que terminó siendo.

Cuando su brazos quedaron a la altura de su torso, hizo un par de respiraciones lentas. Ahí, a escasos metros y segundos, tenía la oportunidad de salvar un avión entero y con ello, ¿quién sabe? Isabelle en sus brazos, programas de televisión, un libro, una película...

Inspiró profundamente mientras sus dedos se colocaban en el gatillo del arma y, casi a la vez, dejó escapar el aliento de sus pulmones mientras sus dedos se retraían.

Click

En la sala de reuniones, Barack Obama y su equipo no puede hacer otra cosa que contemplar hipnotizados lo que ocurre, esforzándose en ver algo claro en la pantalla del televisor. Igual que otros tantos millones por todo el mundo.
Pero a pesar de todo, el Presidente se da cuenta en que el general está al teléfono, y que su rostro ha empalidecido repentinamente.

¿Qué ocurre Brad? Pregunta alarmado. ¿Qué pasa?

El general de Brigada Marshall B. Webb cuelga el teléfono fijo y se vuelve hacia su comandante en jefe, preguntándose a sí mismo cómo comunicarle la noticia.

¿Cómo diablos le dice que le acaban de confirmar que el UA 333 acaba de desaparecer de los radares y que los F-19 que volaban junto a él han perdido el contacto visual?