Partida Rol por web

¿Ya...?

Vaya, yo tratando de tardar más, y resulta que me paso de frenada. ¿Cómo se mide algo así? ¿Hay alguna manera de notar cuándo es el momento? Igual es sólo que tenemos que comunicarnos más, hacerle saber al otro lo que sentimos, tenerle al tanto.

Su respuesta llega entre jadeos, pidiéndome disculpas como si hubieran falta. Niego con la cabeza, y me insta a seguir, sonrojada, mientras me besa y me rodea con sus piernas. Liberado de la presión de no acabar antes de tiempo, vuelvo a acelerar el ritmo, moviendo mis caderas adelante y atrás, al apasionando ritmo con que mis labios devoran los suyos, sintiendo sus piernas apoyando mis movimientos. La excitación va a más, siento mi miembro endurecido penetrar una y otra vez mientras un hormigueo recorre mi entrepierna como anticipo del inevitable desenlace.

Ohhh... Ohhh... -Jadeo, extenuado, cuando el éxtasis llega a su clímax, y me veo obligado a dejar de besar a Liz cuando un escalofrío me recorre al eyacular en el interior de Elizabeth, protegida por el preservativo. Toda mi tensión liberada me deja de golpe tremendamente cansado, percatandome de ello de repente mientras, abrazado a Liz, comienzo a besarla suavemente en el cuello, con la respiración entrecortada.

T-te quiero, cariño... -Le digo- Pero n-no me pidas perdón, ¿vale? Lo importante es que te haya gustado... -Porque entiendo que le ha gustado. Y eso es lo que importa.

Aunque cada vez hacía más calor no quería separarse del cuerpo de Chris, era magnetismo puro. Quería perderse en sus brazos, en sus manos, en sus labios. Su mente se emborronaba con el simple deseo de querer más. Se aferraba a él con las manos, presionando con los dedos como si quisiera retenerlo contra lo que fuese. A cada beso se volvía más fogosa y más apasionada. 

El roce de los labios con su cuello hicieron que inconscientemente dejase escapar un gemido, moviendo el cuerpo entero en busca de el de él. El descenso fue lento como excitante, perdiendo la noción del mundo. La liberación de los pantalones no alivió el calor que sentía sino al contrario. Por un momento contuvo la respiración hasta que el nuevo tacto con los labios le arrancó otro gemido y agarró ligeramente la sábana. 

Era ternura y lujuria a la vez. Aquél gesto hizo que cualquier rincón que quedase aún por encender ardiera. Recibió el rostro de Chris con besos apasionados. No tardó en deslizar su mano por el cuerpo de su amante hasta bajo el vientre, buscando algo que hacía poco se habia descubierto queriendo. Con los gestos algo torpes para su propia sorpresa consiguió deshacerse de los pantalones del chico tumbándolo boca arriba para sentarse encima de él, provocando el más íntimo de los roces. Allí erguida lo miró con una renovada lascívia en sus ojos y se inclinó hacia él, besándole tórridamente. Movía insinuante las caderas como si no hubiese la última frontera de la ropa interior.

Se alargó hasta su oído, susurrando con voz seductora.
-Dime que llevas algo en tu cartera...-le pidió mordiendo levemente el lóbulo-...o te devoraré y no quedará nada de tí para mañana-bromeaba obviamente, pero sin cesar su suave movimiento.

Ahora mismo cuesta pensar algo coherente. Símplemente me dejo llevar por el instinto y la pasión. Hay otras cosas también, claro, como cariño, pero ahora mismo están en segundo plano.

Yo me vuelvo más apasionado. Eso hace que ella se vuelva más apasionada. Eso hace que yo me vuelva más apasionada. Y así. Me gusta este tipo de compenetración. Mucho me temo que la cama va a arder al fin y al cabo.

Su mano acariciándome me pone más cachondo. Me hace respirar fuerte y obliga a mi cuerpo a arquearse ligera e involuntariamente, acercándose a aún más al suyo.

Dejo que me domine y me quite los pantalones. En el momento en el que se eleva sobre mí, en esos segundos en los que nos miramos con deseo aprovecho para recorrer con mis manos desde su cintura hasta sus pechos, aún cubiertos. El modo en que se mueve...mejor no comento como me pone eso.

A su pregunta, después de volver a expulsar aire por la boca (me pierde que me muerda ahí, y creo que lo sabe), respondo-Es tentador...-un par de besos más en el cuello, mientras mis manos empiezan a desabrochar su sujetador.-Pero creo que voy a dejar que me atraques...-digo con una sonrisa, seguida de un beso. Los sujetadores italianos parecen usar la misma tecnología que los americanos, por lo que a los pocos segundos lo he lanzado lejos.-Está en el bolsillo del pantalón.-digo incorporándome, y antes de empezar a trabajar en sus pechos digo.-Lo que buscas está a la derecha de las tarjetas. Yo ahora tengo las manos llenas.-sujetándola con mis brazos (es bastante ligera y manejable, a la vez que fogosa, no se puede pedir más), procedo a besar sus pechos, a lamerlos, todo lo léntamente que me permite mi estado mental áltamente excitado. Poco a poco voy llegando a los pezones, lamiéndolos, besándolos, y, al final, mordiéndolos ligéramente.

Se descubrió a sí misma excitándose con solo oír su voz. Hasta ése momento habían sido cercanos, pero ahora estaban piel con piel, jadenado uno sobre el cuerpo del otro. Quiso perderse en su voz, dios santo si lo quería.

Cuando delantó el paradero del preservativo miró de reojo donde habían quedado los pantalones, pero no tuvo prisa. Se quedó con él y dejó que la apresara en sus brazos. Echó la cabeza atrás, excitadísima. No estaban en casa, así que no contuvo los jadeos o gemidos que escapaban de su boca. Su cadera se pegó a la de él y los muslos se tensaron, ardiendo.

-Maldita sea...Chris-prácticamente gimió su nombre. Se incorporó hacia delante y tomó el rostro de él para besarlo efusivamente, luego para apartarlo y recorrer con la lengua desde la oreja por el cuello hasta el hombro donde aferrándose al poco control que aún tenía le mordió sin salvajismos pero lo justo para que fuera excitante a la vez que presionaba su sexo con el de él. Lo encontró tan caliente que gimió de placer contra el hombro del americogermano, creyendo deshacerse del mismo placer que se había escapado de su voz. Levantó la cabeza para respirar jadeante para besar su cuello antes de repetir la maniobra completa del mordisco. Se cogía a su espalda, presionando con los dedos. Lo deseaba, y cada centímetro de su cuerpo lo gritaba
-Yo tampoco estoy disponible... Estoy relamiéndome con el postre...-se recreaba, perdiendo la cabeza por momentos. Degustaba a Chris como el dulce más increíble-Para ir necesito colaboración...- aunque fuese para ir a buscar el preservativo no quería separarse de su cuerpo... Bueno, concretamente ni de sus manos, labios o su miembro, excitante aun a pesar de la ropa interior. Y. Chris lo sabía, lo notaba en las manos de ella, aferrándose a él y acariciándole, los labios devorándole o la humedad cálida de su propia lencería. Su cuerpo pedía el de él, a gritos.

Nos movemos casi como si fuéramos uno, sin separarnos, como una armoniosa y en ocasiones espasmódica ola de pura lujuria vibrante. El como su voz risueña se ha transformado en una voz risueña extremádamente cachonda lo dice todo.

Yo soy una persona bastante silenciosa en general, pero cuando me muerde no puedo reprimir un...resoplido, gemido de excitación, grave, pero claro. Noto como una sensación se extiende desde el mordisco hasta mi estómago, y de mi estómago a mi rabo, el cual contiene ahora mismo aproximadamente el 90% de la sangre de mi cuerpo.

Dejo que me devore. Sólo contribuye a que yo la explore entera con los labios y con la lengua. Cada gemido suyo me hace desearla más y más, y desear más y más de ella. Sé que no quiere que nos separemos, es instintivo, yo tampoco. No hace falta que casi me clave las uñas en la espalda para ello, aunque también eso me pone, así que no tengo queja.

Lo que si hago es abrazarla y hacer que giremos sobre la cama, quedando yo encima de ella, y los dos más cerca de los pantalones. Pero aún no estiro la mano a por ellos. En su lugar la deslizo bajo su ropa interior mientras la lamo de los pechos hasta el cuello, donde finalizo con varios besos apasionados. Mientras mis dedos exploran su húmeda y caliente vagina, primero por fuera y eventual y rápidamente por dentro. Mi lengua hace lo mismo con su boca, territorio ya explorado, pero bienvenido.

Cada beso con el que él cubría su cuerpo eran chispas. Era una sensación extremadamente divertida y placentera, como si cada uno fuese nuevo y vibrante. No quería olvidar nunca aquella sensación, aunque apenas conseguía centrarse en algo. 

Escuchar el gemido de su compañero fue increíble, apenas escucharlo hizo desearle aún más. Quería escucharlo una y otra vez, arrancar de su voz aquél sonido. Era un capricho de lo más primitivo, pero quería escucharlo y saber que ambos estaban locos de placer. Y le encantaba la sensación de ser ella la razón de aquel gemido, de la erección que notaba en sus muslos.

Se dejó llevar en el abrazo hasta encontrarse tumbada, con la respiración acelerada haciendo que su torso subiera y bajase ampliamente. Al notar el camino desdendente de su mano sintió un escalofrío por la espalda hasta que los dedos desaparecieron bajo su ropa. Contuvo el aliento un segundo, mordiéndose el labio, hasta que cuando lo sintió adentrarse se le escapó un gemido grave, casi visceral, sintiendo como se derretía de gusto, de placer, de pasión, completamente abrumada.

Una mano estava detrás de la nuca del chico pero la otra se agarraba fuertemente a la cama. Tenía el pensamiento nublado, como si perdiese la cabeza. Sentía las oleadas de placer ir desde su entrepierna a cada rincón de su cuerpo, arqueándose y moviendo la pelvis, sobreexcitada. Jadeaba; lo que él estaba haciendo con ella era privarla de cualquier pensamiento, estimularla hasta que consiguiera enloquecerla. Consiguió recuperar el control lo suficiente como para buscar con su mano el pene de él y masturbarlo con el vaivén que él marcaba. 

Lo miró a los ojos, mordiéndose el labio. Quería más. Lo quería a él. Quería sentirlo dentro suyo y ser uno.

Seguimos así un rato de pura lascvia, donde me pongo más y más lujurioso, y ella también. Su mano en mi polla hace que respire cada vez más fuerte y excitado.

Hasta que ya no aguanto más. Mi cuerpo me lo pide y el de ella también. No voy a alargarlo más, o mi pene dará un golpe de estado. Así que, tras un último beso, alargo la mano y cojo los pantalones, saco rápidamente la cartera, y cojo el presevativo. La cartera la tiro por ahí, sin pensármelo. Es un fastidio para mí separarme de ella, aunque sean unos segundos, pero casi ni lo noto dado el remolino mental que tengo en la cabeza. Con movimientos bruscos me libero de mi ropa interior. Después abro el envoltorio y me pongo el condón. Aunque lo demás lo hago rápidamente, en esto pongo más cuidado.

Normalmente los condones me suelen cortar un poco el rollo. Si no me lo pone la chica lo considero una pausa molesta. Hoy no. Hoy la tengo tan dura que si la pongo en la vía del tren lo descarrilo al pasar. Podría atravesar adamantio con mi polla. Así que no tengo problema.

Puesta la armadura, vuelvo sobre ella, sólo que esta vez también dentro de ella. Primero la libero de su ropa interior, de forma casi violenta. Después, saboreo el momento previo. Resulta áltamente excitante para mí. Una vez he comenzado a penetrarla, tumbado sobre ella, piel contra piel, comienzo a moverme, en sintonía con la italiana. Ahora ya lo poco de cabeza que quedaba se va, y sólo quedo yo, allí, con ella, moviéndome rítmicamente cada vez más rápido, sin poder parar aunque quisiera, sin poder reprimir mis gemidos.

Lo había deseado tanto que cuando se separó para ir en busca de los pantalones fueron unos segundos casi crueles. Siendo optimistas, le sirvió de tregua para recuperar el aliento unos segundos que le faltaba tras aquellos momentos de preliminares tan intensos. Se concendió el permiso de mirarle con una sonrisa de lado y mojándose los labios, viendo algo tan apetecible como nunca le había parecido. Se acercó para besarle la piel un par de veces antes de que volviera a ser recostada. Los gestos eran tan apasionados como bruscos, pero aquella actitud sólo hacía hacerlo todo más excitante.

Recorría su cuerpo con caricias y besos mientras que rodeaba su cintura con los muslos, ansiando que la penetrara. La primera vez que lo sintió fue un culmen de sensaciones que se escaparon en forma de gemido. La aceleración no pareció hacerse esperar, estaban locos de sexo.

El sudor se mezclaba como su ambos fueran el mejor cóctail del bar. Cada envestida era una nueva descarga de placer directa a los sentidos. Dios, aquello le encantaba. Lo besaba entre jadeos y gemidos, como si no fuera suficiente aquella presión tan dura dentro de ella como para necesitar relamer la lengua, besarle los labios. Lo rodeó con los brazos para atraerlo hasta él, apretando su pecho contra el torso, para besarle el cuello, los hombros, cada rincón que tenía al abasto. Cuando una envestía se hacía placenteramente más fuerte que otra no podría evitar gemir, besándole o donde su boca estuviera.

Perdió la noción del tiempo. En algun momento de frenesí consiguió darle la vuelta y quedarse encima de él, disfrutando de su expresión de placer y moviéndose ambos como si lo hubieran hecho toda una vida. Todo aquel placer, aquel sexo inreíble la conducía poco a poco a un clímax, haciendo que gradualmente ella gimiera más seguido y más agudo. Sus muslos cada vez apetraban más, incluso su cuerpo parecía empezar a estremecerse por momentos.

Esto es la hostia. Es pura droga para mi cerebro. Puro instinto. Me encanta. Y le encanta. Y eso hace que me encante más. Otro nuevo círculo del que soy consciente a nivel inconsciente.

Ella jadea y me besa, me lame. Yo jadeo y respondo con lo mismo. Mi cabeza es apenas consciente de lo que hay a mi alrededor. Podría entrar todos los que viven en el castillo y yo no me enteraría. Mis sentidos en este momento pertenecen a Lia.

Cuando me da la vuelta dejo que tome por un momento el control del Joystick, mientras acaricio sus pechos. Luego, mientras sigue cabalgando, pongo una mano en su cuello y otra en su cintura. Ligéramente más separados, echo de menos el arder de su piel. Pero no es hasta que noto como comienza a estremecerse cuando la acerco aún más a mí y tomo el control de nuevo. Quiero que se corra y quiero sentirla a toda ella temblar mientras lo hace. Por eso aumento de intensidad cada vez más y más, en consonancia con lo que me diga su cuerpo.

Aquello si era sobrehumano. Cada vez todo se volvía más frenético, más intenso.

Cuando la atrajo para él se inclinó de nuevo sin oponer resistencia, buscando sus labios. Pero el ritmo aceleró y necesitó apartar la cara para poder tomar aire. Se aferraba a las sábanas presa de la excitación, notando como las gotas de sudor se deslizaban a la carrera por su piel hasta la tela.

De pronto consiguió coger fuerzas para colar un brazo por debajo la axila de Chris para abrazarse a él, sintiendo piel con piel cada detalle.

El vaso se desbordó y se aferró a él, con pocos pero prolongados gemidos, y todo su cuerpo se tensó, estremeciéndose fuertememte, sintiendo como toca aquella locura se liberaba en un instante. Se le erizó la piel y sintió como dentro de ella una nueva calidez la invadía, corriéndose.

Aun jadeante buscó los labios de Chris, con pequeños espamos en su vientre y sus muslos por el clímax. Quería besarle, morirse de gusto en sus brazos y su boca. Seguía moviendo su cadera insinuante. Quería sentir a su compañero, quería notarlo estremecerse dentro de ella, vibrar juntos. El vaivén de su pelvis, un gemido provocativo en oído, un leve mordisco en la oreja, la kriptonita, todo aquello le indicaba que era su turno de morirse en los brazos de ella. Y ella lo disfutaría más que nada.

Sí, joder. Estos espasmos y temblores son ambrosía. Yo no bajo el ritmo en ningún momento, al contrario. Cuanto más lo disfrute ella más lo disfruto yo. Y ya lo creo que lo disfruta. Dejo que se aferre a mí, mientras continúo a lo mío, sabiendo que no podré aguantar mucho más.

Y efectivamente, en un poco comienzo a notar que esto llega a su final. El que me muerda la oreja, de nuevo, no ayuda. Eventualmente, siento como poco a poco la manguera se abre, y como el torrente va acercándose hacia la salida.-¡Ah...!-se me escapa de mi boca, justo antes de notar cómo me corro, mientras me muevo inténsamente y respiro, gruño y jadeo mientras todos mis sentidos se concentran en el orgasmo, sujetando a Lia con mis brazos, que cubren su espalda y la acercan a mí. No soy demasiado espasmódico, pero hay cosas que no se pueden evitar.

Finalizado el golpe de estado de mi rabo, voy bajando el ritmo hasta parar completamente, respirando más lentamente, por la boca, aún nuestros cuerpos calientes, abrazándola. La miro unos momentos a los ojos. Luego paso una mano por su cara, sonrío y la beso.

El fuerte abrazo de Chris se juntó con una nueva oleada de calidez, ambos aferrados y sudorosos. Era una sensación increíble, extremadamente.
Le encantaba escucharle ajdear, gemir, gruñir. Sintió como si todo aquello se le quedaba grabado en algún rincón del cerebro.

Con el cese del vaivén también la respiración se reguló, poco a poco. Sus ojos se sonreían, extasiados de lo que acababan de vivir. Cerró los ojos cuando sintió su caricia y le devolvió el beso con ternura. Luego apoyó la cabeza en el torso de Chris, subiendo y bajando ligeramente con su respiración. Lo abrazó apegándose y respiró profundamente para recuperar un ritmo normal.

-Me alegro de ser...un espíritu del aire y no del fuego...habría ardido el castillo entero...-comentó antes de soltar una suave risa con la voz cansada por tanto gemido. No quería separarse aún de él, no hasta que saliera el sol. Sentía su entrepierna aún palpitante, alterada por el gran ejercicio que acababa de relizar y por el riego sanguíneo.
Pero quizás lo más especial había sido la sonrisa que le había dedicado. Lo otro había sido simplemente increíble.

Ahora me encuentro con la cabeza de Lia sobre el pecho, acaraciando distraídamente su pelo. Ha sido muy bueno. Pero sobre todo me gusta que haya le haya encantado también. Es increíble como un día que había empezado tan mal puede acabar tan bien.

-Y que lo digas...-contesto a Lia.  No suelto la gilipollez mandatoria porque aún estoy plácidamente extasiado.-Aunque estoy seguro de que a los de al lado los hemos despertado.-en cierto modo, lo digo satisfecho.

Cuando noto que la sangre está más corréctamente distribuida por mi cuerpo, aprovecho para quitarme el condón como puedo. Odio los putos condones, en serio. Los considero el invento más útil que existe, pero a la vez me gustaría que funcionasen como campos de fuerza activables. A lo mejor Janet me enseña a hacerlo.-Estas cochinaditas son las que nunca salen en las pelis.-digo mientras le hago un nudo y lo dejo encima de su envoltorio, en el sillón que hay junto a la cama. Ya lo tiraré mañana, ahora estoy muy agusto rodeado de italiana.

La ocurrencis volvió a arrancar otra risa de sus labios.
-Y en las peliculas hay fresas con chocolate, pero no veo nada de éso por aquí...-se volvió a acurrucar en sus brazos y tapó a ambos con una sábana para no perder calor ahora que descansaban. Se acomodó mejor con la cabeza en su hombro,desde allí podía darle pequeños besos en la mejilla. Acercó la mano para acariciarle la otra mejilla y apartarle un par de rizos que estaban pegados a su frente por el sudor.
Guardó silencio por unos segundos, la noche pasada la había dormido en los sofás de la Recreativa y se sentía cansada. Pero ahora mismo todo aquello quedaba lejos, sólo existían ellos. No importaba si afuer habían lobos o las aguas de un canal veneciano.
-Me gusta verte sonreír- le comentó, espontáneamente. Y era verdad-Y escucharte gemir, claro-recordó y le besó fugazmente los labios. A éste paso los iba a desgastar, pero no le importaba.

No me quedó del todo claro si había comprendido mis palabras, ya que únicamente negó con la cabeza, pero respondió a mis besos y caricias aumentando el ritmo de sus movimientos. Acompañaba su balanceo con mis piernas, excitada, dando empuje a cada una de las penetraciones que nos daban mutuo placer.

Aunque en aquel momento ya sólo pensaba en hacerle disfrutar, sus incesantes y cada vez más rápidos movimientos también me hacían gozar, gozo que iba aún más allá al escuchar la agitada respiración y jadeos de mi novio. No tardé mucho más en volver a gemir con fuerza, separando mi boca de la suya, cuando alcancé el clímax por segunda vez.

-Aaahhh! Aaah… - jadeé, apretando sus hombros con mis manos y sus piernas con las mías.

Un orgasmo menos intenso, pero que también disfruté, casi al mismo tiempo en el que Ben empezó a jadear con más fuerza, sin poder retomar nuestros besos, para finalmente quedar tendido sobre mí. Él también había disfrutado.

Sonreí, desenredando mis piernas de su cuerpo y moviendo mis manos de sus hombros a su espalda, abrazándole, empapándome de su sudor. Él también me abrazaba, y comenzó a besar mi cuello, cuando me dedicó aquellas palabras con su aún agitada respiración.

-Yo también te quiero. – le susurré, con una respiración ya más calmada. – C-claro que me ha g-gustado… - dije pudorosa, y busqué su mirada. - ¿Y-y a tí?

-¿Sí?-digo tras recibir el beso, sin poder reprimir una sonrisilla-Pues que sepas que se te da bien conseguir ambas cosas.-a su vez, la beso también, y cuando acabo la abrazo un poco más. No importa que el mañana nos depare un futuro incierto (literalmente). Juntos estaremos bien. No sé si son las endorfinas, pero siento que podremos con lo que sea.

Pero eso no me hace olvidar la realidad, es más, en cierto modo me la recuerda. Esta es nuestra primero noche juntos, pero podría ser también la última. El pensamiento hace que la abrace más fuerte, como si instintivamente quisiera protegerla con mis brazos. Tengo que hacer todo lo posible para que volvamos los dos.

Sin embargo, me reservo mis pensamientos. Es un momento demasiado bonito como para mancharlo con preocupaciones.

-También quería tranquilizarte y ha sido un poco movidito-cerró los ojos, acurrucada entre sus brazos.
En cierto modo era extraño, había sentido cariño por él los días previos y no se habría imaginado aquella situación. No era incómodo, era extraño. Pero agradable.
-No pensé terminar metida en tu cama tan pronto...-comentó con humor, mirándole y acariciándole el cabello. De hecho, ni si quiera llegar a su cama. Simplemente había llegado a la conclusión que le gustaba estar con él.
Dio la vuelta sobre sí y se apoyó sobre sus codos, mirándole. Sentía como el colchón se inclinaba hacia él ya que ella pesaba menos.
Se pasó la mano por el pelo y luego acarició distraídamente a Chris, por los brazos y el torso.
-Pero ha valido la pena-guiñó un ojo, bromista.

-Te prometo ponerme nervioso a menudo si siempre me vas a tranquilizar así.-digo bromeando mientras la miro y me acomodo. La verdad es que se me tenía que notar por cojones que estaba perturbado. Lo cual es raro, quiero decir, suelo tener una expresión constante. Ahora da igual, estoy bien, estoy genial. Ha sido un día con varios picos emocionales, pero ahora mismo lo anterior no me afecta. Lia lo ha sumergido en el olvido. Símplemente no puedo pensar en eso en concreto mientras miro su cara sonriente.

-Es una pena no tener más tiempo...-digo, girándome un poco sobre el costado y pasando una mano por su espalda. Hemos ido justito, mañana nos subiremos al DeLorean y a saber qué pasa.-Pero me alegro de pasar los últimos momentos en el castillo contigo.-es cierto. De hecho, aunque no hubiera pasado nada, Gula seguiría siendo la persona por la que sentía más apego de ese lugar. Ahora símplemente las cosas se habían intensificado.

-Yo también me alegro...-Sonrió.
Realmente se había hecho tarde. Le besó un momento antes de levantarse e ir hacia sus pantalones, olvidados a un lado de la cama. Rebuscó en los bolsillos hasta sacar el teléfono y escribió algo. Frunció el ceño, aún no había avisado a su familia.

"Estaré fuera por un tiempo. Disculpaos por mí en el trabajo. Os quiero, os quiero muchísimo. Estoy bien, a salvo. ¡Cuando vuelva os prepararé tiramisú! Besos, Lia"

Suspiró y apartó el móvil para volver a los cálidos brazos de Chris. Necesitaba la paz que lo aportaba él en aquel momento. Nada más que ellos dos. Mañana por la mañana quedaba lejos. Ahora sólo ellos. Sintió el cansancio sobrevenirle y le besó la mejilla.

-Durmamos un poco-se acurrucó a su vera-Bona notte, Chris...-le deseó, apoyando la cabeza en su hombro.

-Buenas noches.-digo dándola un último beso, antes de dejar que descanse. Yo por mi parte aún no cierro los ojos. Observo un momento el techo, o la oscuridad que se aremolina en él, más bien. Lo único que se oye es nuestras respiraciones. Suficiente.

Sin embargo, cuesta mantenerme así. Poco a poco mis párpados se rinden. Mi cabeza va dando vueltas casi sin pensarlo a todo lo que ha ocurrido estos días. Bruce, el helicóptero, el descubrimiento de nuestros poderes, las cuevas, la noticia de Beni, la llamada a mi padre, Lia... Son pensamientos que van danzando al azar en mi cabeza, mientras se va apagando.

Haciendo balance, ha sido una gran semana. No me preocupa el mañana. No importa. Dejo que nos alcance. Ya lo derrotaremos.