Partida Rol por web

“La del Turco era en realidad un bodegón de los de comer, beber y arder, situado en la esquina de las calles de Toledo y del Arcabuz, a quinientos pasos de la Plaza Mayor. Las dos habitaciones donde vivíamos Diego Alatriste y yo se encontraban sobre ella; y en cierto modo aquel tugurio hacía las veces de cuarto de estar de nuestra casa”.

(“El Capitán Alatriste”.Capítulo III: Una pequeña dama)

Era la una y media pasadas más o menos, la hora de comer para ser más exactos.

Y como no podía ser de otra forma os encontrabais en la puerta de la Taberna del Turco, ya que era miércoles, día de juntarse los amigos.

En la puerta estabais hablando Alonso de la Pinta y Guzmán, Alejandro Pereira Bautista, Don Julián Arana y Don Marcos de Ereus. Mientras esperabais a Bruno de Azagra, 'El Achispado'.

Al final, decidisteis entrar...

La taberna estaba como siempre a esta hora, llena hasta reventar. Pero como todos los miércoles, Caridad(la tabernera), os había reservado una mesa al lado de la barra.

Al entrar, alguno de los feligreses os saludan, no es que tengáis gran relación, pero un saludo es signo de honra y modales, sobretodo últimamente, cada vez abundan más los bellacos. Aunque bien es sabido que vuestro grupo no es de lo más honorable en la villa, también es conocido por todos en la zona que vuestra honra es intachable, por lo que bastantes os guardan respeto, al menos de momento.

Os atiende la Lebrijana.

Buenos días vuestras mercedes, ¿cómo ha ido la semana?, supongo que bien, aunque un momento... ¿no viene el señor Bruno? - os dice alegremente la vistosa tabernera mientras os acompaña a vuestra mesa -

- Se esta haciendo de rogar, - sonrio a la moza quitandome el sombrero - ya sabeís como es "el achispado", siempre de un lado a otro rondando... - murmuro tomando asiento - Miedo me dá pensar donde andará. - suspiro apoyando el chambrego en la mesa y acomodando mi trasero en el taburete - Pero nosotros tenemos el pozo vacio y ya nos hemos cansado de esperar. Asi que danos un buen manjar. - termino guiñando un ojo a la bella posadera.

Marcos saluda con cortesía a La Lebrijana:

- Buen dia tenga vuestra merced, la semana ha sido gris, pero a Dios gracias que por lo menos con mal no hemos topado. Don Bruno aun no ha llegado, pero de seguro que no acaba el día sin contemplar a tan hermosa tabernera - guiñó un ojo, aun a riesgo de parecer descarado. Todos sabian de que Marcos era un tipo educado, pero directo - Ponganos vino, que por lo menos aplacará la espera... Más le vale traer noticias buenas para compensar la espera a nuestro bribón - Dice con una sonrisa mientras toma asiento.

Ahora les traigo el vino de la casa, don Marcos. - y con una linda sonrisa Caridad se va a la trastienda -

Mira divertido el andar de Caridad mientras comenta, sacando algo de tabaco:

- Hermosa moza, la verdad. ¿Dónde se habrá metido Bruno? ¿Ustedes dos saben algo?

Julián mira a su alrededor, siempre pendiente de quién está dentro (conocidos y desconocidos), quién entra y quién sale. Termina de liarse el cigarro, y lo enciende mirando a sus compañeros.

Me encojo de hombros y niego con la cabeza mientras quito las migas de pán de los que se sentaron anteriormente en la mesa.

- Yo digo que comamos y bebamos, - sentencio con una mueca llevando mi mano al estomago - y que cuando Bruno llegue, le dé por alcanzarnos. - sonrio chasqueando la lengua.

Marcos miraba ausente hacia la puerta, pero no miraba la puerta, sino quizás, solo quizás sus propios pensamientos:

- Eso mismo opino yo, Don Alejandro, la puntualidad es muy apreciada para estos temas... Él sabra perdonar que empecemos sin él. - Dijo Marcos saliendo de su ensimismamiento. - Luego quisiera buscar algún trabajo, no soporto la espera sin sentido... Y Dios sabe que en estos tiempos que corren, el trabajo nunca fue tan abundante.

-Estoy con Alejandro- dice Alonso de repente mientras deja de mirar de reojo y de forma casi involuntaria los andares de la posadera. Hasta ahora había parecido callado, ya que un dolor de cabeza amenazaba con castigarle. Parecía que la noche anterior en privado, había bebido más de la cuenta.

-En cuanto al trabajo... esperemos al "Achispado"- sugiere mientras lanza una mirada en derredor, viendo los que se habían reunido hoy en el mesón. -Quizás si no viene tengamos ya un trabajo- lanza. -¿Habéis oído los últimos rumores? Me ha dicho un canario que un asaltado ha dado un buen merecido a dos bellacos-

Marcos sonrió:

- Como debe de ser Don Alonso, las calles son peligrosas... Uno no sabe que acero se puede encontrar al otro lado de la esquina.

Mientras habláis de vuestras cosas llega la posadera, y mientras deja la jarra de vino en la mesa os dice.

Hoy tengo unas ricas manitas de cerdo con garbanzos, acompañadas de un plato de choricitos de Valdemoro. ¿Les agrada a vuestras mercedes?

- Mucho, la verdad. Señores, creo que tienen razón en lo de empezar a comer. Efectivamente el Achispado entenderá que no le esperemos.

No hace comentario a los rumores aunque en presencia de Caridad, pero asiente con la cabeza mientras hablaba don Marcos, con rostro de aceptación.

- Manitas de cerdo... - me relamo arreglandome el pañuelo que cubre mi cabeza bajo el sombrero - Menudo deleite para el paladar, mi señora. - asiento mostrando mis dientes feliz mientras me adueño de la jarra de vino y empiezo a servir a mis amigos - Pues sí, he oido eso Don Alonso, - asiento dejando vino frente a él - más les valdría buscarse la vida de manera honrada porque como se encuentren conmigo... - hago un gesto en el cuello de degüello con un vaso de vino en la mano, derramando un poco sobre mi mano - JAJA... JAJA... - rio con fuerza relamiendo el vino que gotea - ¿Y ese canario? ¿De que isla es, Don Alonso? - termino preguntando a modo de broma mientras continuo sirviendo.

Mientras hablabais, Caridad iba sirviendo los platos, que por cierto, tienen muy buena pinta.

Creo que ya está todo, que disfruten de la comida vuestras mercedes. - dice la Lebrijana mientras se aleja de la mesa con un andar de lo más bonito -

No llevabais ni cinco minutos comiendo cuando entra en la taberna Bruno...

- Mirad quien se digna a aparecer... - señalo al Achispado - Veamos que historia nos traé hoy para acompañar la comida. - sonrio llevando una enorme cucharada de garbanzos a la boca y masticando con parsimonia mientras alzo la mano para saludar a su amigo.

Bruno saluda a la Lebrijana quitándose un elegante sombrero, nuevo a los ojos de los presentes, y alzando y bajando las cejas. Tras terminar la reverencia, opta por dirigirse hacia el grupo de conocidos que están dando buena cuenta de la pitanza.

- Que aproveche, maese Alejandro -dice con una sonrisa de oreja a oreja-. Pero, por lo que veo, mis diestros asociados no se han dignado, por otro lado, a esperarme para comer -la sonrisa se va tornando expresión de afectada tristeza y ojos condenatorios, pero el tono jocoso con el que acaba la frase y comienza las que la siguen no deja lugar a dudas: anda de chanza-. Y eso que he conseguido un trabajillo muy bien recompensado, previa negociación sin cuartel, claro. Pero, bueno, si tanto le molesta a vuesa merced que llegue un poco tarde por buscarnos una faena bien pagada...

En estas Bruno se ha sentado en la mesa, junto a Don Julián Arana. Termina la frase con una sonrisa de fauno, mientras hace señas para que le sirvan lo mismo que a sus compañeros.

- Sabeis Bruno que el comer y beber es sagrado, - señalo con una hogaza de pan en mi mano derecha tras tragar con prisa para replicar - sin embargo, estoy dispuesto a perdonar vuestra tardanza, si ese trabajo es tan bueno como dicen tus alabanzas. - sentencio hundiendo la cuchara en el bol y cogiendo una manita de cerdo con las manos que empiezo a devorar - Habla...nos de... el, bu...en ami...go. - termino masticando mientras hablo, algo que hago porque no está la posadera delante.

Marcos rie abiertamente con las bromas de su viejo compañero de andanzas:

- Muy buenas Don Bruno, espero que la mañana haya sido productiva y merezca el retraso... - Da un trago al vino - Comprenda usted la sed de nuestros pobres cuerpos - Comienza a reir - Que cada cual calma el cuerpo como puede. Primero comamos y ya hablaremos del trabajo al acabar.