Partida Rol por web

Tras un día cargado de nervios y emociones, todos conciliáis el sueño relativamente pronto. Algunos optásteis por habitaciones individuales, mientras que otros decidieron dormir en la habitación común. 

Por las ventanas se filtra lo que parece luz natural, si bien ninguno os atrevéis a descorrer las cortinas para comprobarlo por vosotros mismos. El desconcierto aún es elevado para la mayoría, y no sabéis muy bien cómo se desarrollará el día de hoy. Hay tantas cuestiones que tratar, y tantos aspectos sobre los que debatir, que decidís esperar a que Joyce haga acto de presencia para comenzar. 

Hasta entonces, hacéis tiempo con charlas triviales entre vosotros, acompañados por un buen desayuno, que vosotros mismos os servís de la cocina. 

Esperáis lo que parece una eternidad hasta que, por fin, Joyce aparece desde una de las habitaciones individuales.

La sensación que transmite la mirada de Joyce es difícil de describir. Las pupilas totalmente contraídas, la mirada nerviosa y el efusivo parpadeo hace pensar que hay algo que no marcha bien.

Con paso tembloroso se acerca hasta donde os encontráis la mayoría. Un tic se adueña de la voluntad de su ojo izquierdo, el cual se cierra con fuerza cada poco. Duda antes de coger un vaso de agua, el cual se lleva a sus labios con dificultad, debido al gran temblor que domina su mano en ese momento. 

Una risa breve y desquiciada azota la sala de estar. Con mirada implorante, os señala una habitación con el dedo. 

Todos estáis confusos, pues no entendéis la actitud de Joyce, el cual tan seguro se había mostrado con sus palabras la noche anterior. 

Poco a poco, os acercáis a la habitación señalada. La puerta está cerrada, pero alguien del grupo señala una hoja, doblada, que se asoma por debajo de la puerta. Al recoger el objeto, comprobáis que una gran mancha roja está extendiéndose desde el doblez del medio hasta ambas mitades. 

El mensaje es breve:

Uno a uno, van cayendo todos.

Un breve cruce de miradas y de susurros se produce mientras leéis el mensaje. Dudáis antes de abrir la puerta, pero finalmente vuestra curiosidad vence al miedo.

La escena es grotesca. Y roja. 

Una inexpresiva Rebecca yace tendida en el medio de la habitación. Un círculo de sangre se extiende alrededor de su cabeza, a modo de aura macabra. Unos grumos desentonan en la lisa superficie de la moqueta; éstos se expanden alrededor de la testa de Layton. Adivinar la procedencia de los mismos resulta fácil.

Sobre todo cuando os dais cuenta de que la cabeza de la muchacha termina a la altura de la frente, dejando el contenido del cráneo disperso por la habitación. 

Las reacciones ante esta situación son diversas: algunos se quedan petrificados, sin poder reaccionar siquiera, mientras que otros corren esperanzadoramente hacia la puerta de salida, esperando escapar cuanto antes de allí.

Sin embargo, lo que allí les espera no es mejor. Un afectado Joyce se encuentra al lado de lo que parece un controlador de los dispositivos electrónicos de todo el apartamento. 

Con una especie de atizador, os exhibe una perturbadora sonrisa, dándoos a indicar que el dispositivo ha sido destrozado. Los inhibidores de frecuencia que mencionó la noche anterior estaban también rotos.

Al ver vuestra expresión, él mismo se descubre horrorizado. Tira el atizador al suelo, mientras levanta las manos en señal de inocencia.

- No sé porqué está pasando esto... Pero... lo que está claro... es que los responsables... siguen... aquí... Entre nosotros... - Claramente perturbado, Joyce avanza poco a poco hasta donde se encuentra el resto.

- No podemos permitir que esto... se sepa... - continúa, mientras hace esfuerzos por tragar saliva.- No podremos hacer llamadas... ni avisar a nadie... 

Con las manos aún temblorosas por la conmoción, Joyce se limpia las lágrimas que poco a poco han ido corriendo por sus mejillas. 

Algo más seguro de sí mismo, continúa.

- Jamás pensé que algo así pudiera pasar... Parece que tenemos entre nosotros a alguien que no está de acuerdo en que esta reunión se lleve a cabo - su mirada os recorre uno a uno.- Todos estamos bajo sospecha ahora mismo. 

La locura da paso a un sentimiento de profunda venganza. Las siguientes palabras de Joyce se ven interrumpidas por alguien que pregunta «¿Y cómo sabemos que no has sido tú?», a lo que Garden responde lanzando un sobre al suelo.

- Por la misma razón por la que sé que los culpables están entre nosotros - responde.

El contenido del sobre se esparce por la moqueta. No son más que diferentes fotografías, tomadas en breves intervalos de tiempo, que muestran al susodicho durmiendo en su habitación sin apena variar de postura.

- La cámara estaba escondida entre el inmobiliario de la habitación - confiesa, con una creciente ira aflorando en su interior.- Desconozco si hay más en el resto de habitaciones.

Finalmente, y con los puños apretando, Joyce termina antes de irse habitación por habitación a buscar si hay más cámaras escondidas.

- La solución es simple: acabar con los responsables del asesinato. Lo someteremos a votación. 

La locura parece haberse apoderado de Joyce; nadie se atreve a cuestionar la veracidad de sus palabras.

- Al anochecer, yo mismo me encargaré de acabar con el elegido.

Acto seguido, se encamina hacia la primera habitación que encuentra abierta. Algunos le acompañan, mientras el resto permanece en el salón, esperando alguna reacción por parte de los demás.

Jim se despierta la mar de bien, ha dormido como un niño en su habitación, no quería compartirla y tampoco es que se lo hubieran pedido, de buena mañana se prepara un desayuno de toma pan y moja, al fin y al cabo no es un inútil y sabe hacer un par de cosas bastante bien -Buenos días- Dice mientras van llegando los demás y se unen a él.

Una vez ya casi ha terminado aparece Joyce por la puerta, Jim se seca los labios y justo cuando se dispone a saludar se percata de la cara de su compañero, desencajada, asustada... sin duda algo malo tenía que haber pasado, James se levanta de golpe y junto a los demás se acerca al que ayer fuera aquel líder seguro al que iban a seguir a muerte, que les había proporcionado las esperanzas de que un día pudieran llegar a pensar por ellos mismos...

Al señalar la habitación la curiosidad de Jim sube de golpe "¿Que está...? ¿La habitación?" Se acercan todos juntos y ven una nota bajo la puerta, manchada, pero siniestra "¿Que quiere decir ésto?" Jim no se cree aún la nota que está leyendo, "No será mas que una broma" piensa mientras le quita importancia y deja de mirarla, pero cuando consiguen abrir la puerta la escena deja al señor Donovan completamente atónito, los ojos bien abiertos, las cejas levantadas, una mezcla de asco y dudas se apoderan de su rostro mientras no puede dejar de mirar el cadáver de la que ayer estaba mas viva de todos... una compañera, muerta en el suelo... Jim baja la mirada mientras se aleja de la habitación y vuelve junto al último grupo a la sala común donde esperaba Joyce... -¿Que ha pasado?...- Dice Jim aún con la cara medio asqueada recordando el cadáver que acababa de ver. Joyce explica la situación, lo que sin duda deja a Jim y a los demás descolocado... -Así que estamos en peligro... "Genial, sabía que no era buena idea venir..." ¿Cómo...?- Antes de poder acabar Joyce ya está explicando que debemos hacer votaciones para encontrar a los culpables y eliminarles, con la boca medio abierta y la ceja derecha levantada, Jim no se cree lo que acaba de contar el líder de aquel pequeño grupo "¿Que? ¿Sabe lo que nos está pidiendo? Al menos no seré yo el que se manche las manos." Mientras piensa sobre lo ocurrido mira a los demás en la habitación... ¿quien ha podido ser? ¿Quien podría eliminar así a alguien y quedarse como ni nada hubiera pasado?, muchas preguntas recorrían su cabeza, pero no tenía respuesta para ninguna, aún no.

Michelle se desperezó en la cama y se quedó unos minutos pensativa, algo soñolienta todavía. Al final, se había quedado a dormir … ¿cómo podría haberse marchado después de la aparición de Joyce?  Lejos de calmar su curiosidad, la misteriosa aparición de su anfitrión había despertado algo en ella; algo profundo que subyacía bajo su casi permanente y sosegada calma. “¿Pensar por nosotros mismos? Quizás…” Inspiró profunda y lentamente… “ya veremos”.

Escuchó algunos ruidos de vajilla y un murmullo de voces lejano y suave. Supuso que ya habría gente desayunando. Se levantó y, tras asearse, se dirigió hacia el salón.

Buenos días – su tono de voz aún sonaba ligeramente adormecido. Dedicó una sonrisa a los que se encontraban presentes y se encaminó hacia la cocina, dispuesta a prepararse un copioso desayuno.

Entonces apareció Joyce. Se quedó parada, mirándole. Se estremeció al notar su mirada, su nerviosismo… “¿Qué ocurre?”. Sin decir nada se dirigió, junto con el resto, hasta una de las habitaciones. Empezaba a sentir algo parecido a una intensa ansiedad. “Algo no va bien”. Su mirada bajó hasta la ranura de la puerta. Una nota… “¿Sangre? ¿Eso es sangre? ¿Uno a uno vamos cayendo? ¿Qué significa esto?”… Sus pensamientos, tan confusos como nerviosos se vieron interrumpidos de repente por la grotesca imagen que se ocultaba tras la puerta

¡Por Ford..! – Su rostro palideció de repente, sus pupilas se contrajeron de tal manera que sus ojos se tornaron casi tan negros como la profunda oscuridad en la que se encontraba inmersa Rebecca. Dio un par de pasos hacia atrás, inconscientemente, tratando de alejarse de aquella atmósfera densa y macabra, de la que era protagonista la mirada vacía de la muchacha. Una mirada que pareciera custodiar aquel amasijo de grumos y coágulos esparcidos a su alrededor y que, en algún momento anterior, hubieran constituido su cerebro.

No pudo decir mucho más… de repente notó cómo su mente escapaba de su cuerpo. Se observó a sí misma, parada frente a la escena, sin poder reaccionar y sin escuchar las palabras que, a duras penas, conseguía pronunciar Joyce. Murmullos, miradas… no entendía nada, no quería entenderlo.

Michelle había entrado en un profundo shock.

Un sueño ligero y tenso, entrecortado durante toda la noche, hizo que al alba Arthur se quedara profundamente dormido y contra su costumbre se levantara bien entrada la mañana. Sin embargo se lo tomó con calma, se aseó y se colocó su pulcro uniforme gris, metódico y pausado.

Al entrar en la cocina encontró a los invitados desayunando tranquila y abundantemente. - Buenos días! - saludó amable al grupo y se tuvo que contentar con tomar apenas un par de bocados, pues entonces apareció Joyce, y su rostro fue el aviso de que todo iba a cambiar.

Lo siguió curioso en un principio, intrigado por la nota y preocupado por el amenazante rojo que cubría el papel...amenaza cumplida cuando la visión del cuerpo de Rebecca les sacudió a todos. Una imagen terrible y cruel que Arthur solo pudo soportar dando un paso atrás, sin apartar la vista de la pálida figura de la joven, su rostro todavía hermoso enmarcado en un fondo rojo y viscoso. 

Una arcada surgió desde su estómago y solo el frugal desayuno evitó que vomitara allí mismo. Levantó la vista y su mirada se encontró frente a una Michelle de mirada fija y aturdida, al tiempo que el grupo se alejaba siguiendo a Joyce Garden. Tras un segundo en el que vio reflejados en los ojos de la joven los temores que crecían en él y la total incomprensión ante lo que acababa de ver, se recompuso lo suficiente para llegar a tiempo junto a la puerta y escuchar las palabras de Joyce.

¿Cómo...? ¿Atrapados? Arthur tomó aire con fuerza, angustiado al sentirse prisionero, atrapado con el autor de aquel acto salvaje. Paseó la mirada por los compañeros que le rodeaban, uno a uno como si los viera por vez primera mientras fue tomando distancia de ellos, buscando un rincón solitario y seguro, asustado de todo y desconfiando de todos.

Aquella noche apenas había podido dormir con la expectativa que Joyce les ofrecía. ¿Sería aquello lo que me sacaría de esa constante búsqueda de sentirme viva que había sentido tras el accidente? Pero finalmente caí rendida y me desperté con las pilas cargadas. Miré el reloj y me dí cuenta de que me había levantado bastante tarde. Algo imperdonable en un alfa. 

-Buenos dí... -me quedé callada al ver el ambiente espeso de alrededor. Fue entonces cuando la vi. Solté un chillido de horror, y di un paso atrás, aterrada. Por suerte, no había comido nada, así que las nauseas no llevaron al vómito. 

Era muy diferente a lo que les habían enseñado de niños en sus visitas a las Casa de Retiro, donde los hombres y mujeres iban a pasar sus últimos días apaciblemente. Era sucio... Horrible... Me toqué la cicatriz del estómago y no pude evitar sentir que aquella mujer que había muerto de una manera tan horrible podría haber sido yo.

Phil apareció serio en el salón junto poco después de despertarse. Se había acostado de mal humor ante la negativa de Joyce a darles más información*, pues no le gustaba nada esta situación. No contaba con pasar la noche allí, y no tardó en preguntarse cuánto tiempo pasarían allí. ¡No podía desaparecer así! ¡Pronto le echarían del trabajo!

Pero todo aquello se esfumó cuando se encontró aquella escena de terror en el salón.

-¿Pero qué cojones...? ¿Qué está pasando aquí?

Sasha abrió los ojos y recordó lo ocurrido la noche anterior, la habitación estaba alumbrada por la poca luz que entraba y se escuchaba ruidos fuera de ella . Se recostó en la cama mirando al techo, alzo  el peluche de lagartija y dijo- bueno disky es hora de levantarse.- Acto seguido  se vistió y salio de habitación. El ruido procedia de la cocina, asi pues se acercó hasta allí y se puso el desayuno como el resto de invitados. Aun no habia terminado de llenarse el vaso de zumo cuando apareció Joyce. Su semblante no presagiaba nada bueno, estaba  tembloroso nada que ver el el hombre que la noche anterior que les hablo de libertades.Todos los presente acudimos luego fuera de la habitación y nos encontramos el cadáver de Rebeca tumbado en el suelo. Sus sesos estaban repartidos por el suelo -.puaj.-pensé, pues  se me revolvieron las tripas nada mas verlo. Acompañado al cuerpo habia una nota de amenaza -" uno a uno, van cayendo todos".

Joyce andaba enloquecido de habitación en habitación buscando cámaras. Uno de los presentes es el culpable del asesinato, pero quien¿? Todos los reunidos pareciamos que habiamos venido buscando la misma información, citados por el propio Joyce. habrá sido el¿? no..  esa expresión de la cara ese nerviosismo y esas lagrimas no son de ningún actor.. son verdaderas.. . di varios pasos atrás y fui recorriendo las caras de cada unos de las presentes.. Quién eres¿?

Conall se pasó gran parte de la noche leyendo en su habitación, y por culpa de eso se quedó dormido hasta más tarde de lo esperado, aunque un grito le despertó. Aun con el pijama Conall se acercó al grupo y vio el cadáver de Rebecca. - Como es posible... Quien... - Conall no entendía lo que estaba pasando, porque iba alguien a hacer eso. Tras unos minutos en shock Conall volvió a su habitación para asearse y vestirse, y acto seguido volvió con el grupo.

No puedo creerlo, esto es una locura. Debemos ser fuertes.

Sabía que podía acarrearles problemas lo de actuar en secreto, pero no se imaginaba algo así. Cuando vio esa masa sanguinolenta que antes era la cabeza de una chica casi vomita- ¿quién... quién ha hecho ésto?

Asqueado, intentó mirar a otro lado. Esta mierda tenía que acabar, y ya.

Lo que hasta anoche eran los sesos de Rebecca desparramados por el suelo se le clavaron en la retina al mecánico. Desde luego no era la primera vez que veía algo así, había visto horribles accidentes en su trabajo, pero aquello no era precisamente lo que esperaba cuando acudió a la llamada que aquella nota. Nada estaba saliendo como él había imaginado...

-Espera, Joyce, ¿estás diciendo que Rebecca ha sido asesinada por alguno de los presentes, y la solución que propones es que votemos y sacrifiquemos al elegido o elegida, así, sin pruebas ni nada? Joder, ni que fuésemos el gobierno.

No soy un jodido detective. Soy un mecánico que se limita a arreglar todo tipo de cachivaches, no sé cómo resolver este crimen y desde luego no pienso participar en la muerte de otra persona si no es con pruebas fehacientes de su culpabilidad. Fue mi sueño de libertad lo que me trajo aquí, no asesinar a personas, o votar para tal fin. Ha de haber otra solución: no somos los salvajes que el gobierno piensa...

Sentimientos encontrados se enfrentaban dentro de Phil. ¿Acaso era ese el precio de la libertad? ¿Se había precipitado con sus palabras? Quizá, pues era muy dado a hablar sin pensar.

Se agachó cerca del cadáver de la amable chica que les había recibido la noche anterior.

-Quien te haya hecho esto pagará, de una forma u otra, tenlo por seguro... -Suavemente, cerró sus párpados con la mano.

Arthur tardó poco en recuperar una relativa calma y desde su posición apartada comenzó a observar y recapacitar, reordenando sus ideas poco a poco.

Quedaba atrás su sensación de libertad de la primera jornada y las esperanzas despertadas, que ahora se demostraban prematuras. En lugar de ello se hallaban en una trampa, encerrados en aquel lugar con un asesino salvaje, y bien podían estar en camino agentes del Estado que acabaran con todos ellos antes de terminar el día. Pero...aquella idea de Joyce, descubrir al asesino y tomarse la justicia por su mano...resultaba inquietante, monstruosa. Sería un camino sin vuelta atrás y ¿cómo hallarían al auténtico culpable? Hasta ahora había sido más inteligente que cualquiera de ellos, saltaba dolorosamente a la vista observando el cuerpo de Rebecca.

Se levantó y caminó hasta el grupo, escuchó a Phil y se sintió cercano a él en sus temores. Sin embargo, tomó la palabra.

- Si lo ocurrido esta noche es un caso aislado, un monstruo habita entre nosotros y debemos dar con él para poder sobrevivir. Si es obra de alguien que de manera consciente intenta acabar con esta reunión antes incluso de que comience...entonces nuestra libertad, la única que nos queda, es la de desenmascararlo y terminar con él. Yo no me negaré, hagamos lo que sea necesario.

Lanzó un suspiro y buscó en las caras de los presentes algún signo de aprobación, un rechazo indignado...los miró buscando en sus rostros un sentimiento, el que fuera, que lo reconfortase tras lo que acababa de decir.

Los gritos de mis compañeros me despertaron de mi apacible sueño, y todavía medio dormido intente levante de la cama pero me caí al suelo en medio de un improperios y maldiciones. Me levante y salí rápidamente, estaba en calzoncillos y con el torso desnudo -pero que mierda les pasa?- les pregunto a los presentes antes de que mi mirada se pose sobre el cadaver -pero que ha... burhhg!!- antes de terminar la pregunta caigo de bruces y comienzo a vomitar.

Me levanto tambaleando y veo que comienzan a discutir, pero no entiendo bien las palabras, ya que toda mi atencion esta con la pobre Rebecca. Sin interactuar con nadie, entro a la habitación y cuando vuelvo a salir voy directo hasta el cadaver y lo cubro con una sabana -Bien, quien me va a explicar que coños pasa aqui?-

– ¿Sobrevivir? – Michelle volvió de repente en sí. Giró sobre sí misma hasta quedar frente a Arthur Glyver, dando la espalda a la horrenda escena. Su rostro había pasado de una palidez extrema a un ligero color rojizo que se extendía rápida e intensamente por sus mejillas. - ¿Cómo se supone que vamos a sobrevivir si nos quedamos aquí? – Empezó a negar rápidamente con la cabeza – No, no… no… Terminaremos todos como ella – Las palabras salían atropelladas entre sus labios, mezclándose con pensamientos que no lograba organizar. “Tengo que salir de aquí, tengo que irme. No debí venir”. De repente se dio cuenta que se estaba desmoronando, que toda aquella calma y frialdad de la que hacía gala en su vida diaria era simplemente una máscara.

Observó entonces que Charles entraba con una sábana. No se giró para ver qué hacía. No quería volver a ver a Rebecca… o lo que había quedado de ella. Las palabras de Charles golpearon su mente invadiéndole de una ira que nunca antes había conocido, no por causa de la pregunta, sino por la propia circunstancia.

-¿Qué crees qué pasa Charles? ¿No lo ves?? – Exclamó un sonido que se asemejaba más a un bufido que a una expresión humana y sin mediar ni una sola palabra más salió de aquella habitación, en la que la atmósfera le resultaba insoportable.

Hecho de menos esa noche la orgía que propuso Joyce, así al menos hubieran limado tensiones entre los invitados y seria mas cómodo hablar con quien han compartido cama, al menos eso pensaba el viejo de Arthur.

Pero la noche precedió al día como de costumbre, aunque en la mañana no esperaba encontrarse con la imagen de una mujer muerta y las locas intenciones que tenia el anfitrión contra quien había pertrechado ese acto.

-Vaya... supongo que era de esperar.-Dijo simplemente al ver el cuerpo sin vida de la mujer, Arthur no era de las personas que empatizaban con los desconocidos.
-Después de todo eramos mas de 20 personas en un mismo lugar y por la apariencia de alguno seguramente ya estarían siendo vigilados.-Paso la mirada por Phil, la camarera y los dos ancianos.-Lo que no esperaba es que se infiltraran entre nosotros y hicieran esto, en todo caso esperaba una detención y un viaje solo de ida a la isla.

Los echos siguientes, echos que creo Joyce con sus actos no hicieron mas que crear incomoda sorpresa en él.-¿Ojo por ojo? ¿Es eso lo que insinúa? No esperaba que la respuesta a un pensamiento independiente fuera esta, ojala tuviera mi dosis de soma.-Se mordió el labio inferior, no estaba preparado para todo esto. Apenas se planteaba a si mismo como un individuo, ¿Como iba a ser capaz de tomar ese tipo de decisiones?

Jim escucha las posibles teorías y un tanto pensativo se acerca al grupo que está teorizando -Arthur, ¿Verdad?... ¿Y si no es solo uno? Pensadlo, si una persona hubiera atacado a Rebecca, ésta tenía dos opciones, poder defenderse o chillar para pedir auxilio, lo que todos podríamos haber intentado ayudarla...- cruza los brazos y se muerde el labio inferior mientras piensa -No se, algo me dice que son mas de uno, y que son listos... muy listos, pues nos han dejado encerrados aquí, y ahora harán que desconfiemos entre nosotros...- "Mierda... ¿Cómo he podido caer en una trampa así?" Piensa Jim mientras está boquiabierto -Enserio... Joyce, ¿Seguro que atacarnos a lo loco entre nosotros es la única solución?- Cuando éste le asiente con la cabeza mira a todos los demás presentes... -Mira por encima quien a podido ser el culpable, sigue reacio a que son mas de una, a que alguien la pilló por detrás o hizo lo que fuera para mantenerla en silencio mientras la mataban "La mayoría de los presentes tendrían la fuerza necesario para cogerla..." Miraba de arriba abajo a todos y no encontraba nada que pudiera delatar a uno, al menos, aún no.

Tras la primera conmoción todos volvían en sí y las posiciones se iban marcando. Reacios todavía, la idea de Joyce calaba lentamente en el grupo y nuevas teorías nacían del debate. 

Arthur se encontró con los oscuros ojos de Michelle frente a frente, profundos y asustados. Le hubiera gustado calmarla antes de que entrara en una crisis más profunda pero el estúpido comentario de Charles llegó antes e hizo que la muchacha estallara y saliera del pequeño recinto en busca de tranquilidad. Arthur solo lanzó un suspiro siguiéndola con la mirada antes de centrarse en las palabras de Jim.

- Podrías tener razón, sí...tal vez esto sea obra de más de una persona. Si es así, que Ford nos ayude - Esa idea solo aumentaría las sospechas mutuas, las miradas inquisitivas se empezaban a multiplicar entre todos los miembros del grupo. Bajó la mirada y contempló la sábana que cubría a Rebecca. La zona que quedaba sobre su cabeza se había teñido ya de un rojo intenso y aquella visión le asqueó. - Ya no podemos hacer nada por ella, opino que sería mejor que todos permanezcamos juntos y nos protejamos mutuamente. 

Acudir a la reunión había sido un error, pero lamentarse no iba a arreglarlo. Había dedicado su vida a identificar y enmendar errores y esa era su solución también en aquella situación. Entre todos tendrían que hallar la solución para...sí, sobrevivir. Se encaminó al salón sin volverse ni esperar al resto, como quien da por hecho que su sugerencia no admite réplica y será escuchada por ser la mejor opción. Hicieran lo que hiciesen, él quería alejarse de allí cuanto antes.

Salir. Es lo único que Michelle tenía en la mente cuando se acercó a uno de los ventanales cubiertos por cortinas del salón. La luz del sol, incipiente a esa hora, trataba de introducirse dentro de la estancia,  intentando iluminar de forma inocente, la densa oscuridad que se había creado en el apartamento.

Oyó unos pasos que se acercaban y se giró, hasta que su mirada se encontró con la de Arthur.

- Tenemos que salir de aquí. No sabemos quién ha sido. ¿Cómo vamos a elegir al culpable mediante votaciones? No es lógico… – El tono de su voz se percibía nervioso todavía, aunque ya había conseguido controlar gran parte de las emociones que le habían desbordado al ver el cadáver – Esto es una locura… - Ladeó de un lado a otro la cabeza al tiempo que decía estas últimas palabras.

De repente la imagen de Rebecca regresó a la mente de Michelle, haciéndole cerrar los ojos por un instante. Cuando volvió a abrirlos solo esperaba que aquel hombre al que no conocía, dijera algo que le calmara.

En el salón la luz exterior se filtraba iluminando el perfil de Michelle y dando a sus cabellos una tonalidad rojiza y brillante, enmarcando unas mejillas que habían recuperado el color.

La joven habló todavía tensa y Arthur dejó que lo hiciera, asintiendo con suavidad. Pese a ello Michelle volvió a perder parte de su compostura y cuando se recuperó sus ojos parecían incluso más grandes y hermosos.

- La mayor locura fue reunirnos aquí, pero aquí estamos, todos nosotros -habló con un tono grave y bajo, dirigiéndose a la joven que ahora tenía a una corta distancia. Se encogió de hombros antes de continuar - Y no podemos huir, por ahora. 

Caminó dos pasos hacia un costado, otro paso más, sin alejarse ni apartar la mirada de ella, rodeándola y situándose al tiempo de forma que la entrada al salón quedaba en su campo de visión.

- No creo que tú hayas matado a nadie, ni desde luego yo lo he hecho. Pero alguien ha sido, y si no lo descubrimos todos estamos en peligro - aunque habló con convicción su voz se convirtió casi en un susurro. - Esta reunión ha perdido buena parte de las opciones de terminar en una orgía, pero no queremos perder la oportunidad de volver a participar en otras muchas, ¿no estás de acuerdo? Y para eso debemos aguantar con vida hasta que podamos salir de aquí.

Los ojos de Arthur se animaron y le sonrió con un aire de complicidad, amistoso, intentando diluir la tensión de Michelle con aquel comentario festivo. Pronto volvió a ponerse serio.

- Yo no quiero que nadie más muera, pero creo que entre todos será más fácil encontrar al culpable. Todos tenemos una opinión y no veo porqué no debemos darla. Para eso vinimos, para opinar, tomar partido y ser nosotros mismos. Si eso nos puede salvar la vida, yo no voy a dudarlo ni un segundo.

Muy pronto muchos se pronunciaron y algunos tenían opiniones dispares. Unos decían que debían actuar rápido y encontrar al asesino de la chica. Otros, que no se precipitaran, que comenzar una caza de brujas era arriesgado y podían perder más que ganar.

Vincent no sabía qué opinar, ambos argumentos le parecían igual de válidos- Creo que tenemos un problema, si nos precipitamos nos podemos cargar inocentes además de volvernos locos con la paranoia. Pero si nos paramos...

Él no era demasiado listo, pero no había que serlo para ver las circunstancias que asesinos sueltos entre ellos pudieran acarrear. Era una situación difícil, jodida y les gustara o no tenían que hacer algo