Partida Rol por web

Un mundo feliz [HLCN]

El deber me llama - Vincent Marot

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29/01/2014, 01:19
Voz en Off

 

Vincent Marot - Barbero


A pesar de fingir una calma y serenidad esperada de cualquier ciudadano del Estado Mundial, lo cierto es que la sangre bulle en tu interior. Asistes a la reunión esperando encontrar respuesta a tus preguntas, intentando mejorar, si no la situación general, al menos la tuya propia. Sin embargo, al enterarte de que hay infiltrados entre vosotros, la intranquilidad y el desasosiego se apoderan de tu ser. Este acúmulo de sentimientos dan paso a una idea que, en otras circunstancias, no esperarías tener. 
Sientes que debes hacer algo al respecto; no puedes quedarte de brazos cruzados. Sabes lo que tienes que hacer; estás seguro de que esa persona se trata en realidad de un infiltrado. Te tomas la justicia por tu mano, y a tu juicio tus acciones son encomiables.
Pero, cuidado; no te ciegues por tu sentido del deber y yerres al elegir la persona. Podrías acabar matando a un inocente, y el fin sería nefasto para ambos. 

Notas de juego

Don 

Una vez por partida, podrás elegir a un personaje al que matar.

Si el elegido es inocente: mueres con él.
Si el elegido es infiltrado: sigues vivo.

El pueblo sólo conocerá tu identidad en el caso de que mueras junto a tu víctima. Si, por el contrario, tu elección es certera, jamás sabrán la identidad de su asesino.

Tu elección será resuelta al día siguiente.

Podrás escribir en la escena tanto en el turno de día como de noche.

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09/03/2014, 20:14
† - Vincent Marot

Jajaja, ya me han jodido, iba a escoger a Jim como víctima porque sospechaba de él, pero como seguramente lo linchen mañana tras lo dicho por Zarina no sé a quien elegir. Pero prefiero jugármela, ver si mi instinto sigue siendo el que era. Esta noche mato a Stefen Kafka, y que sea lo que Dios quiera.

P.D: Soy consciente de que puedo estar metiendo la pata hasta el fondo y que muramos dos inocentes, pero me gusta arriesgar.

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11/03/2014, 02:40
Voz en Off

Al entrar en la habitación de Stefan, justo enfrente de la tuya, un sudor frío comienza a extenderse por tu cuerpo. Estás convencido de que Kafka ha de tratarse de uno de los infiltrados. Has sido siempre fiel a tus instintos, y viendo la poca atención que captaba el ingeniero emocional, decides sacrificar su vida, en pos de un beneficio común. 

Silenciosamente, cierras la puerta del dormitorio de Stefan, mientras vas alzando lentamente la afilada navaja que habías traído contigo. En un principio no sabía porqué habías decidido acudir a la reunión con ella; pero ahora... ahora sería el arma de vuestra liberación. 

Con un golpe seco, clavas la hoja en el abdomen del anciano. Éste apenas hace ruido, pues ya fuera por la sorpresa o por haberse encontrado en un profundo sueño, las palabras tardan en salir de sus labios. 

Sin embargo, Stefan parece no verte, pues con una mano temblorosa te palpa la cara, mientras que con la otra sujeta la mano que le ha puesto fin a su vida. 

En un hilo de voz, te dice:

No os saldréis con la vuestra... Aún quedan personas... honestas... y comprometidas... con la causa que perseguimos... 

Un escalofrío te recorre por todo el espinazo. No sabías cómo, ni porqué. En ese instante dudabas hasta de ti mismo. ¿Qué era lo que te había hecho pensar que Stefan se tratara de un infiltrado? Ahora, tras escuchar las que probablemente fueran sus últimas palabras antes de morir, sabías que Kafka nunca tuvo intención de boicotear la reunión. 

Era uno más. Y, ahora, uno menos. 

Sus quejidos empiezan a volverse cada vez más perceptibles, por lo que decides recostarlo en la pared; en un vano intento por salvar su vida, tapas la herida mortal con su sábana, que cada vez se iba empapando más en la sangre que emanaba de Stefan. Finalmente, y tras lo que parece una agonía, Kafka exhala su último suspiro para, por fin, morir. 

Tu cabeza es un hervidero de pensamientos atropellados. No sólo te habías dejado cegar por tu instinto y tus ganas de tomarte la justicia por tu mano; no hubiera sido lamentable si hubieras decidido matar a un infiltrado. Pero habías acabado con un inocente; era mucho más de lo que podías soportar. 

En tu cama, decides asestarte un golpe firme con el mismo arma que había acabado con la vida de Stefan. El cuchillo apuntaba hacia tus pulmones, pero en un último intento por aferrarte la vida, tu mano se desvía involuntariamente hacia un lado del abdomen. 

"Es una buena manera de hacerle honor a un inocente...". Son tus últimos pensamientos, antes de morir desangrado.

Notas de juego

Stefan Kafka era inocente, por lo que mueres con él.