Partida Rol por web

- ¡ATRAPADLOS! O yo mismo os cortaré la cabeza malditos inútiles.

El que parecía el capitán de los guardias empujó bruscamente a dos de sus hombres que corrieron tras los sospechosos. Uno de ellos tropezó con una silla y cayó de morros contra el suelo.

- ¡MALDITO PERRO RASTRERO! ¡Haré un bonito collar con tus dientes como no te muevas del suelo!

La guardia del lugar siempre había sido severa, pero jamás había sido así con nadie. Todo estaba demasiado cambiado en el fondo.

Caerwyn no perdía ojo al arco de la joven mientras se desenvolvía la conversación. Iba a abrir la boca para protestar sobre lo corta que había sido la historia del hombre cuando los guardias entraron en tropel en la taberna. ¿Perseguían a aquellos dos? ¿Serían criminales o rebeldes?

Caerwyn se apartó de su camino y enarcó la ceja cuando la joven disparó la flecha con la nota. ¿Cuándo la había escrito? No le había dado tiempo a escribirla sin que ella lo viera.

Sea como fuere, arrancó la nota de la flecha con discrección y se la guardó en el bolsillo, esperando que los guardias no se hubieran dado cuenta de su gesto.

Es maderaoscura pero tiene un material que sujeta las cuerdas que desconoces su procedencia.

Estaba disfrutando como un enano mientras el anciano comenzaba su historia. Cuando habló de su reseca garganta, no me preocupé, era su manera de pedir más cerveza, y gustosamente iba a dársela. Quería más información. Hice un gesto para levantarme cuando la puerta se abrió abruptamente. ¡Era la guardia! Sentí por un instante como el malhumor me embargaba una vez más, pero no tuve tiempo para eso, la acción empezó.

Sentí el movimiento a mi lado, vi como la pareja llegaba a la puerta. Infinidad de preguntas pasaron por mi cabeza ¿Quienes demonios eran? ¿Por qué eran buscados? Y lo más importante, ¿desde cuando el viejo corría tanto? La mujer tensó su arco y disparó una flecha que se clavó en la mesa. Me di cuenta de la nota y de las intenciones de Caerwyn. Tenía que llamar la atención para que pasara desapercibida. Apunté con el dedo a las cocinas y grité.

-¡Esa zorra ha intentado matarme!

A continuación eché a correr hacia las cocinas llevando mi mano hacia el estoque. Mis intenciones no eran perseguir a la extraña pareja, ni mucho menos. Ese hombre tenía muchas cosas que contarme, estaba seguro de ello. No iba a dejar que un estúpido y bruto capitán se los llevara por delante. Hasta la guardia estaba cambiando. Mi plan era otro, era "tropezar" en la puerta de las cocinas para bloquearla unos valiosos segundos.

Observo la escena con asombro fingido como si fuera un parroquiano mas. Observo como la flecha con la nota se clava en la mesa y inmediatamente observo a los parroquianos en busca de alguien que se haya fijado en ese pequeño hecho.

Todo sucedió en apenas un segundo. Dalits, sin dejar de observar la mesa de los dos extraños, escuchaba de refilón lo que Kyras había logrado oír de la conversación que estaban teniendo con Helmuth y Caerwyn.

Sin previo aviso, los guardias irrumpieron en la taberna y para cuando el enano volvió a fijar la vista en la pareja, éstos ya se estaban yendo por la puerta de atrás. Dalits llevó la mano a su hacha en cuanto vio volar una flecha que impactó cerca de Caerwyn, pero enseguida se detuvo al comprobar que en ella había una nota atada. Por lo que el guerrero optó por formar parte del público que formaba el resto de personas del local y tan solo intervenir si realmente era necesario.

Estaba contándoles a Tifon y a Dalits los avances de Caerwyn y Helmuth cuando irrumpieron en la posada como una tromba la guardia. ¡Vaya maneras de comportarse! - pienso acerca de los modales, pero entonces veo a Helmuth correr hacia la cocina, puede que esté planeando algo, así que me dispongo a distraer a los guardas en la medida de lo posible. Cuando cae el guardia al suelo, me levanto para intentar 'ayudarle' - ¿Se encuentra bien? - le digo mientras su superior le increpa - Hola capitán, ¿puedo preguntar qué han hecho esos maleantes? ¿Algo en lo que podamos ayudar?

La extraña pareja ya se había perdido por la esquina de la parte trasera de la posada cuando Helmuth consiguió llegar a la puerta simulando perseguirlos y accidentalmente tropezar. El guardia que no había caído con la silla llegó hasta su posición y de un enérgico salto evadió el cuerpo de Helmuth. 

Al llegar a la esquina dio un par de vistazos rápidos a un lado y otro y tras ello miró al capitán encogiéndose de hombros. Los habían perdido.

El capitán de la guardia se acercó al guardia caído y le propinó un puñetazo que volvió a dejarlo en el suelo de nuevo, inconsciente. Hecho justo después de la pregunta de Kyras sobre su estado.

Tras ello llegó la pregunta para el capitán sobre los delitos de la pareja:

- Algo que no os incumbe, borracho, vuelve a tu bebida si no quieres acabar en una celda lo que resta de semana.

Una mirada de odio se cruzó con la del joven y el capitán se giró hacia sus hombres.

- Recoger a ese estúpido del suelo y volvamos a los cuarteles. Debemos idear un plan para que no se escapen de nuevo. Y esta vez podemos alegar que han atacado a civiles. -dijo señalando la flecha-

Tras ello abandonaron la taberna por donde habían venido por lo que parecía que no se habían percatado de la nota en la flecha.

El guardia ha conseguido esquivarme pero es demasiado tarde, la extraña pareja ha escapado. Me levanto llevándome la mano al brazo fingiendo dolor y empiezo a gritar todo tipo de improperios.

-¡Por los mil demonios! ¡Maldita zorra bastarda! ¿Quién coño me ha puesto una zancadilla?-fulmino con la mirada a toda la posada y después vuelvo a mirar a las cocinas para gritar.- La próxima vez que te vea te trataré como mereces, ¡a bofetones!

Nunca trataría así a una mujer, ni siquiera borracho, es el secreto de mi éxito con ellas. Pero tengo que mantener las apariencias. Nadie debería ver raro que un hombre con cierta ebriedad suelte un par de improperios machistas.

Cuando la guardia abandona la posada, me vuelvo hacia mi mesa, no sin antes recoger mi cerveza y la flecha. La actuación de la guardia me ha recordado lo que está ocurriendo en el reino y me ha puesto de muy mal humor. Además han estropeado lo más interesante que he visto en lo últimos días. Espero a que todos volvamos a estar sentados para evidenciar mi malhumor mientras anuncio sarcásticamente con una expresión de asco en mi rostro:

-Y con esto es como nuestro rey pretende mantener el orden en las calles. Sencillamente admirable. Gracias Beaver.-Alzo mi jarra a modo de brindis. Después, mirando a Caerwyn añado.-¿Y bien?

Caerwyn presenció toda la escena con una calma engañosa, pero sus compañeros sabían que en realidad estaba tensa como la cuerda de su arco. Si saltase la chispa adecuada, encajaría una flecha en el arco y se la clavaría entre ceja y ceja a aquellos matarifes brutales. Pero el fuego se quedó en conato, y Caerwyn observó a los guardias marcharse con los nudillos blancos de apretar los puños.

—Alguien tendrá que decir "basta" algún día —silabeó, sintiendo que aún le ardía la sangre en las venas.

Se dejó caer pesadamente en la silla, y desenrolló el mensaje para leerlo.
 

Espero que no haya escrito algo tipo "hoy he preparado runas explosivas".

El altercado se terminó igual de rápido que había comenzado. La extraña pareja parecía haber escapado sin problema alguno y los guardias mostraban una arrogancia poco agradable en alguien que supuestamente se encarga de la seguridad de la ciudad.

Dalits no bajó la guardia ni un segundo hasta que la taberna estuvo completamente despejada de gente que fuese la clientela habitual. Ni siquiera tuvo tiempo de soltar un bufido por la extravagante actuación de Helmuth, pues la situación parecía tensa de verdad tras la amenaza del que parecía ser el capitán. Todo esto estaba empezando a despertar cierta curiosidad en el enano. Cuando todo el mundo regresó a la mesa el enano decidió intervenir. -¿Y bien? ¿Tenemos trabajo o no?- Preguntó con cierta brusquedad mirando hacia Caerwyn, pues era ella quien tenía la nota que tan hábilmente les había dejado aquella mujer.

Winterhaven está a unas 5 horas de viaje hacia el norte. Es un pequeño pueblo pacífico que sólo sirve de paso a viajeros y aventureros.

-Eso me gustaria saber ami- Digo sonriente- Algun dia quiero mi propio torreon ¡Y eso necesita mucho oro!

Tras recibir la 'amable' respuesta del capitán, y ver lo bien que trata a sus hombres, me alegro más que nunca haber dejado la vida de soldado, seguro que me colgaban por insubordinación cuando le rompiese los dientes a un capitán así. Me aparto de los guardias y vuelvo a la mesa con Dalits y Tifon, a deleitarme con el vino del borracho que soy -Con capitanes así, éste reino no llegará a ninguna parte - mascullo para que sólo me oigan mis compañeros; poco después se nos unen Caerwyn y Helmuth, así que procedemos a escuchar qué nuevas nos traen - Querida, nos tienes en ascuas, ¡cuéntanos!

Caerwyn recorrió la taberna con la mirada para asegurarse de que no había ningún fisgón prestándoles atención.

—Bienaventurados los que lean esta carta —susurró—. Al medio día de mañana esperamos veros en el pueblo de Winterhaven, en la posada del pueblo, para que conozcáis la verdad.

Enarcó ambas cejas y frunció los labios como si fuera a soltar un silbido apreciativo.

—¡Uuuh! La "verdad", mis galantes héroes, ni más ni menos —dijo apurando su copa de vino.

La hipótesis de que aquella extraña pareja fueran rebeldes cobraba fuerza. La información del lugar de reunión de los rebeldes, o al menos del sitio al que se dirigían aquellos dos, les podía reportar una bolsa bien colmada de oro. Pero la codicia no era lo que le había empujado al camino de la aventura. Y el corazón le decía que a sus compañeros tampoco. Ah, los ideales. Que extraños eran en aquellos tiempos.

—Conozco Winterhaven, un pueblo pequeño de gentes sencillas, que viven del comercio con aventureros y viajeros de paso. Está a unas cinco horas de viaje hacia el Norte. Yo diría que la verdad bien merece el paseo.

Las palabras de la nota suenan un poco rimbombantes en mi cabeza, sensación que se exagera cuando Caerwyn bromea acerca de “La verdad”. Es un buen reclamo para intentar llamar nuestra atención. Pero conmigo no funcionará. La verdad es como una figura de infinitas caras, no es única y absoluta.

Después de la lectura empiezo a hacerme preguntas. ¿Cuando escribieron la nota? No tuvieron tiempo mientras conversábamos con ellos, apenas fueron unos instantes. La tenían que tener preparada. Eso me llevaba a hacerme otras preguntas.¿Que la nota llegara a nuestras manos fue una casualidad? ¿Esperaban que algún grupo de aventureros hablara con ellos? ¿O nos esperaban a nosotros? Nunca pensé que “La Experiencia Helmuth” fuera tan famosa. No, nosotros no podíamos los destinatarios. La manera de comenzar la nota era demasiado impersonal. La nota tenía que haber sido escrita con anterioridad. Me empiezo a imaginar qué hay detrás de ella.

Di un trago de cerveza antes de compartir con mis compañeros lo que rondaba por mi mente.

-Yo también quiero ir a Winterhaven, pero hay detalles que me gustaría compartir con vosotros. Esta nota no está destinada a nosotros. Leed el comienzo: “Bienaventurados los que lean…”. Es más, me da la impresión que esta nota no es única. Más bien parece de forma discreta un cartel de “reclutamiento”. Si analizas el resto de la nota parece que te dicen: “Ven mañana y te contaremos la verdad sobre la que lucharás el resto de tus días”. Vista la reacción de la guardia, todo esto cobra más sentido, ¿no creéis?

Espero unos segundos para que mis amigos se den cuenta de a dónde quiero llegar sin tener que pronunciarlo.

-Lo hemos conseguido. Hemos retrasado lo suficiente esta conversación y os lo agradezco. Lo necesitaba. Pero realmente tenemos que hablar de lo que está ocurriendo. Lo que va a pasar va a cambiar nuestro estilo de vida y quiero saber vuestra opinión al respecto.-Bajé mi voz para añadir.-Me temo que la guerra civil es inevitable.

Extrañamente no me sentía de malhumor. Un poco contento conmigo, mismo vacié mi jarra de un trago.

Con un gesto a Gwyriel le pido otra copa, ya que me había bautizado así todo un capitán, había que aprovechar la chanza. Además, seguro que a Helmuth le encantaría. El Gancho Borracho, casi rimaba. Las palabras de Caerwyn y Helmuth resuenan en mi cabeza mientras apuro el vaso de vino. Tras asegurarme de que no hay oídos indiscretos cerca, expreso mis opiniones en voz alta -Yo estoy de acuerdo en que estaba escrita de antemano, pero creo que sí que estaba destinada a nosotros. Tan sólo que ni ellos mismos lo sabían cuando la escribieron. -digo sin estar muy seguro de si me estaba explicando con claridad, las palabras eran más el terreno de Helmuth o Tifon, y los años habían afilado la lengua de Caer, yo en esto no era muy ducho. 
-Ahora bien, ¿qué hacemos con esa información? Mi sentido de la responsabilidad -digo con tono sarcástico, mis amigos ven cómo la sonrisa se dibuja en mis labios -me empuja a decir que deberíamos denunciarles, a ese amable capitán, pero hay algo... un ligero tufillo... que más que capitán, huele a rufián. -hago una pausa antes de continuar -Pero de todos es sabido que la bolsa que puede llenar los que se oponen es mucho menor que los que controlan el tesoro. -tras escuchar a Helmuth hablar sobre la guerra civil comento turbado -Bueno... las cosas están mal, pero no sé si llegaremos a tanto... espero que no... -digo pensando en mi familia -Aun así, creo que deberíamos ir a Winterhaven, así que os pregunto, ¿cuándo preferís partir?

La nota no parecía aclarar mucho más sobre la situación. De que era rebeldes no cabía duda pues para que la guardia te persiga de esa manera algún motivo tiene que haber. Por lo que no necesitaban una nota para darse cuenta de ello. Por otro lado había una hora y un lugar. "Algo es algo." Pensó Dalits como consuelo tras todo el revuelo.

Tras la lectura de la misiva, el enano escuchó las opiniones de sus compañeros. Pero tan solo sintió la necesidad de intervenir al escuchar las preocupaciones de Helmuth. -No vale la pena hacer cábalas ahora mismo. Lo único que sabemos es que las cosas no son como deberían ser y que para averiguar algo más de lo que ocurre tenemos que ir a Winterhaven.- Dio un trago largo a su cerveza y continuó. -Lo único que importa es hasta que punto nos queremos ver involucrados. Por mi parte ya sabéis que no pondré pegas mientras me deis la oportunidad de usar mi hacha.- Sentencia el enano para terminar lo que queda de su cerveza de un solo trago. Dalits confía en el criterio de sus compañeros mientras él se limitará a hacer para aquello para lo que lo se unió al grupo.

Todo este asunto de conspiraciones le traía amargos recuerdos, pero hizo un gran esfuerzo para mantener sus memoria a raya y centrarse en el presente. Después de todo, esto no tiene nada que ver. Esta ciudad no era su hogar y este gobernante no era Strakehn.