Partida Rol por web

Cuando Hal comentó el precio que debían pagar, Droggo se giró hacia Flip esperando que como habían prometido, o al menos a él le había parecido así cuando acepto la misión, se hiciera cargo de los gastos. En realidad, a él le daba igual, no tenía ningún problema para hacer frente a ese pago. Aun así, decidió esperar a ver que decía Flip.

Flip sacó de su zurrón una pequeña bolsa y la volteó para que cayeran unas cuantas monedas a su mano, se las dio al posadero y pudieron ver que pagaba unicamente su parte. Al darse cuenta de que Droggo le miraba pareció adivinar sus pensamientos.

-Apuntad todo lo que vayáis gastando y el señor Corneta os lo reembolsará cuando regresemos a Valle Largo.

Flip llevaba algo de dinero encima pero no tanto como para poder pagar los gastos del viaje a todo el grupo. Era algo arriesgado llevar tanto dinero y no porque fueran a robárselo, ya que en aquellos caminos no había bandidaje, sino más bien porque suponía una gran responsabilidad al poder perderlo. Lo mejor era que cada uno anotara sus gastos y lo pagara con su dinero para después ser reembolsado junto a la recompensa del viaje.

No tenía por qué dudar de la palabra de Flip de que a su vuelta les sería reembolsado todo su dinero, por lo que abono lo que debía sin miramientos. Sacó una pequeña bolsa de terciopelo negro del bolsillo derecho de su chaqueta, la abrió y depositó las monedas justas sobre la barra. Luego, mientras el resto pagaba lo suyo, cerró la bolsa con un tirón bilateral a la cuerda que la envolvía, y volvió a dejarla donde estaba.

Ahora sí, ya estaba listo para emprender de nuevo el camino.

Habiendo llenado el buche y después de un sueño reparador en la enorme cama de las habitaciones para la gente grande, Flip se encontraba completamente animado para reemprender la marcha y continuar con la aventura.

-¡Bueno qué, muchachos!. ¿Proseguimos?. -Preguntó al resto con un gran estado de humor que se vio reflejado en su amplia sonrisa.

- Bien, pongámonos en marcha.- Contestó con un entusiasmo no más pequeño que el de Flip.

Ethenia asintió, contenta por la sugerencia de emprender el viaje. Era un buen día para ella: llevaba un par de horas de pie, pero había merecido la pena. Había conseguido un desayuno y un par de manzanas por unas bayas del camino. Era cierto que había tenido que "revelar" una receta familiar, pero a Ethenia nunca le importaba ayudar o tratar con gente de buen provecho, gente madrugadora que sabía atender sus deberes.

De hecho, estaba tan feliz que se animó a contarles algo.

-Creo que hoy, si no es mucha molestia descansaré un poco en la carreta. Pensaba despertarme pronto, pero no tan repentinamente - Compuso una sonrisa al recordar el momento en el que se había despertado por el lametón de cierto animal - ¡Una vaca me ha lamido toda la cara! Y lo mejor de todo es que no dejaba de seguirme, como si yo fuera su dueña o algo así! - Resopló, aun sin creerse tal panorama, pero sin perder la sonrisa - Ha sido gracioso, ciertamente. 

Aquí está lo mio, el hobbit estiró el brazo para dar las monedas del alojamiento y el desayuno al posadero.

Iré a por el carro. Tom se levantó de la mesa y se dirigió a las cuadras. Tardaré un poco, esperadme en la puerta Dijo mientras desaparecía por la puerta. Aunque lo había realizado muchas veces en los establos de su padre, atar los caballos al carro y revisar que todo estuviera correcto le llevaría un poco de tiempo.

Porto se acercó al tabernero sacando una curiosa bolsita de cuero bastante castigada que usaba de monedero y la apoyó encima de la barra. Desenroscó la cuerda que ataba el trozo de piel y lo abrió con cuidado de que ninguna moneda rodara. Luego contó tranquilamente las monedas para pagar su parte. En un principio había entendido que les pagarían los gastos, pero después de meditarlo, era lógico que les reembolsasen lo gastado después, sino, el pobre Flip debería cargar con mucho dinero y eso era demasiada responsabilidad. Cuando terminó se reunió con los demás y escuchó la anécdota de Ethenia, la cual le hizo bastante gracia y soltó una suave carcajada. Después Tom anunció que iba a por el carro. 

- Te acompaño, quizás pueda serte de ayuda con algo. - Le dijo ofreciéndose. 

Tom y Porto fueron a por el carro y lo prepararon para la marcha, los poneys habían comido bien y habían pasado la noche a cubierto en los establos por lo que ahora estaban descansados para continuar con el viaje. Unos minutos después, el carro estaba en la puerta y el grupo de hobbits iba subiendo a él para ponerse en marcha.

Todavía tenían mucho camino por delante.