Partida Rol por web

Echo a correr mientras intento recargar la escopeta, siendo consciente de que es difícil que escapemos de ellos, sino que debemos conseguir acabar con su vida. 

Antes de llegar a la altura de la intersección, Freygan alcanza al lento y cojeante Kellemport, ocupado en cargarse al segundo de a bordo del manicomio. Su cuerpo de carne moldeable atrapa y absorbe al detective rodeándolo de una masa asfixiante y caliente que aprieta más y más. A los pocos segundos Kellemport siente que sus huesos empiezan a contraerse y le cuesta respirar. Freygan intenta aplastarlo.

Marlowe gira por la intersección con el fin de quitarse del área de tiro de Knegin. Con aplomo se arrodilla, abre su maletín y rebusca en él a toda velocidad mientras dispara a ciegas girando el brazo por la esquina hacia el área del celador. Bristol dispara tres veces de nuevo, pero tras el impacto que le ha provocado la bala de Kellemport lo hace de forma torpe, causándole sólo una herida leve a Palance.

Olmer, Palance y Steiffen huyen hacia la esquina junto a Collins, aunque éste último, sangrando y dolido por heridas lacerantes prepara su arma. Introduce uno de sus cartuchos en la escopeta, pero el otro por culpa de los nervios se le escapa de entre las manos.

El monstruo ahora está ocupado con Kellemport, lo que es una excelente oportunidad para escapar. ¿Pero seréis capaces de abandonar a un buen amigo? ¿Tendréis el coraje necesario para enfrentaros a la bestia y a los disparos de Bristol?

Que diantres... maligna criatura del infierno... Intento moverme, flexionar los brazos... utilizar mi tamaño para escapar... pero me cuesta respirar... cof... cof...

Además empieza a hacer mucho calor aquí... Freygan, ¿en qué demonios te has convertido? ¿Será posible que exista el diablo y se pueda pactar con él?

Me cuesta respirar, casi no veo ni dónde estoy, pero sé de seguro que Freygan está entretenido conmigo... Al menos puedo intentar hacerle perder tiempo... lo justo para que mis compañeros escapen...

Intento gritar una última vez: - ¡Huyan! - aunque mi voz suena débil y ahogada... no sé si me habrán escuchado.

Una pena, pero al fin y al cabo, aquel tipo no era ni su amigo ni de su familia. No se arriesgaría a morir por otro, así que Steiffen no lo dudó ni por un momento, salió corriendo todo lo rápido que pudo sin ninguna dirección en particular, era presa del miedo y no lograba pensar con claridad.

En medio de la huída me detengo en el pasillo pero cerca del hall y la sala principal al ver que Freygan ha cogido a Kellemport.

Se me ocurre que tras ver el combustible y el carbón, a Freygan le gusta el calor, quizá sea una buena idea atraerlo fuera del edificio para que se refresque. De todas formas, Freygan es un cobarde, coger al que no puede escapar...

Me giro y disparo a Freygan lejos de la zona donde esta "engullendo" a Kellemport y le grito;

— Freygan cobarde! Por qué no vienes a por los que podemos correr? Tú te tienes por un ser superior? atacando primero a los débiles?? Vergonzoso!!!

y continúo moviéndome hacia la puerta de salida.

Me coloco cerca de la posición que ocupa Marlowe, intentando cubrirme, mientras veo como busca algo en el maletín. 

"Maldita sea..."

Freygan ha atrapado a Kellemport, y ahora su destino es incierto. Si no acaban con lo que era el doctor ya, es probable que el detective no lo cuente. Con la escopeta cargada con el cartucho que logré introducir, me asomo lo justo y disparo al doctor. 

Marlowe parece que encuentra lo que estaba buscando: un frasco de cristal lleno de líquido y un martillo para reflejos. Dejando su arma en el bolsillo camina rápido hacia el doctor, sabe que Bristol Knegin ha vaciado su revólver y que recargarlo le va a llevar unos instantes. Mira a Freygan según se acerca con una sonrisa malévola, como lo haría un demente o un hombre que ha visto la Muerte a menudo de cerca. Freygan le mira sorprendido por unos instantes, hasta que aprieta a Kellemport con la fuerza de una prensa hidráulica al tiempo que saca unos tentáculos en forma de bocas dispuestas a desgarrar la carne de Marlowe. Éste rompe el frasco en la faz de la bestia.

No podéis saber qué le ha echado Marlowe, pero Freygan se siente aturdido por unos segundos, suelta a Kellemport, que cae como un fardo en el suelo. Freygan recupera su forma inicial de monstruo. El detective está hecho polvo, debe tener hemorragias internas, la vida se le escapa, ha perdido el conocimiento.

Entonces Olmer dispara a la bestia, y le insulta. Y luego Collins aprieta el gatillo, aunque no consigue hacerle mucho daño, ya que se mueve demasiado.

Freygan supera su aturdimiento momentáneo —demasiado breve—. Os mira con un odio y una furia brutales. Steiffen en su huida casi ha llegado a la altura de la recepción.

Impresionado por la acción de Marlow barajo la posibilidad de recoger a Kellemport para poder sacarlo de ahí. Si me oculto en alguna habitación mientras el monstruo persigue a mis compañeros podría rescatarlo, aunque de medicina no tengo ni idea...

Nada, viendo que Freygan es practicamente invencible continúo corriendo hacia la puerta de salida. Ahora mi plan es atraer el monstruo fuera y sin que se entere entrar por la tolva para rescatar a Kellemport.

A simple vista, Freygan parece el depredador definitivo. Puede cambiar de forma, regenera a los pocos segundos las heridas que le causáis y no parece sentir demasiado dolor cuando recibe vuestros disparos. No se te ocurre qué puede hacerle daño de verdad, si es que hay algo que se lo cause.

Sé, tan bien como deberían cualquiera de los que están allí, que nadie saldrá de allí a no ser que derribemos a Freygan... O, al menos, que le distraigamos lo suficiente para que alguno consiga salir y pedir ayuda. Por éso, viendo que las balas no parecen surtir efecto, intento recurrir a algo más primitivo y primario... El fuego. Saco una de las lámparas que llevo, y tras encenderla, la arrojo a los pies del monstruo, intentando que no quede muy cerca del cuerpo de Kellemport. 

A continuación, retrocedo, listo para seguir corriendo si no funciona. 

"Por favor, que funcione..."

Corrió y corrió como alma que lleva el Diablo, alcanzó la recepción y de un manotazo empujó la puerta para salir al exterior, siguió corriendo aún unas decenas de metros hasta que pudo pensar con cierta claridad y se dio cuenta de que iba a ninguna parte en mitad de la noche y completamente solo, así que se dio la vuelta y observó la entrada durante varios segundos, al no ver nada, decidió que mejor sería esconderse tras un arbusto a no mucha distancia de la entrada, para poder ver quién entraba y salía de allí, con la esperanza de que si no todos, la gran mayoría de sus compañeros, apareciesen por allí en seguida.

Al ver que el cloroformo no es especialmente efectivo, echáis a correr todos de forma desordenada hacia la salida. Collins saca su lámpara de gasolina y la echa a los pies del monstruo. Con el impacto, el depósito estalla y llena a Freygan de llamas. Su cuerpo está hecho de carne elástica y maleable, y como carne que es se abrasa. Eso os permite alejaros un poco mientras el cuerpo de Kellemport yace en el suelo a la espera de que se rompa el débil hilo que lo une a la vida.

Freygan sin embargo, avanza, no parece impasible como sucedía con los impactos de bala, pero las llamas no lo detienen lo suficiente. Está loco de furia y ataca de forma aleatoria al primero que ve. A la carrera estira sus brazos elásticos con el fin de derribaros. Su capacidad de ataque a distancia es asombrosa. El primero acierta a Olmer, que siente como si le machacaran el hombro, el segundo a Palance, que le da en la espalda y le hace caer al suelo retorciéndose de dolor.

Steiffen por su parte, llega a la salida, aprovechando la confusión se esconde en uno de los arbustos del manicomio, sin que nadie excepto él sepa cuál.

No puedes con tu alma. Tirado por los suelos sientes que la vida se te escapa, te abandona al tiempo que el dolor te invade por todas partes. Freygan te ha hecho polvo. La herida de tu pierna es un juego de niños comparado con esto. Sin embargo, de alguna manera eres conscientes de lo que sucede a tu alrededor. Freygan te ha dejado en paz, va a por tus compañeros. Les ayudarías, pero no puedes moverte, tienes la mente neblinosa y sientes que el frío de la piedra del suelo te penetra pese a la alta temperatura provocada por la calefacción.

Alguien se te acerca. Es Charity Ballow, intenta reanimarte dándote pequeñas bofetadas. Al poco se te acerca Bristol Knegin. Prepara una inyección con un frasco que tenía en el bolsillo de su bata, parece un tranquilizante. Te lo inyecta. El dolor se atenúa.

¿Por qué estas atenciones? ¿Por qué no acaban el trabajo esos malditos?

Parpadeo lentamente intentando averiguar qué ocurre. Mis compañeros necesitan mi ayuda y estoy en unas condiciones penosas... pero parece que debo la vida a estos salvajes... ¿qué querran?

Mis labios les murmuran tan sólo dos palabras...

- ¿Por qué? -

Charity te mira sorprendida tras emitir esa pregunta.

—Parece que no está muerto

Sonríe.

—Claro que no. El doctor es un experto, no iba a dejar escapar la magnífica oportunidad de cosechar a estos desgraciados. ¿Me oyes amiguito? Te has metido en un buen lío. Ahora Arwassa es tu dueño, y le servirás bien. En unas horas serás tan fuerte como el doctor y ya no necesitarás sombrero.

Bristol y Charity te agarran de pies y manos y suben las escaleras hacia el primer piso. Parece que la intención es encerrarte en una celda. Los locos están bastante removidos esta noche, gritan y aúllan de forma estridente. Los empleados abren la puerta blindada hacia el área de seguridad.

¿Arwasa? ¿Pero de qué demonios está hablando este engendro? Me duele todo el cuerpo y apenas tengo fuerzas para hacer nada... si me hubieran encontrado en plenas condiciones les habría enseñado lo que era bueno, pero en este estado no puedo hacer mucho.

- ¡Socorro! - gimo de forma débil. Sé que mis compañeros no podrán oírme pero no puedo intentar mucho más. De hecho dudo que ellos sobrevivan a su encuentro con lo que una vez fue Freygan.

Recuerdo que llevo mi paquete de cigarrillos en el bolsillo, así que débilmente trato de sacar alguno mientras me arrastran. Intento distraerles haciendo como que quiero resistirme golpeando con la mano derecha, y cuando se centren en esa mano iré soltando alguno de los cigarrillos con la izquierda.

Es ridículo, como aquel cuento de niños de las migas de pan... a ver si tengo suerte. 

—Separémonos!!!

Grito con las fuerzas que me quedan tras el golpe, al correr a través del hall.

Si Freygan no me caza sigo corriendo hacia la puerta de salida.