Partida Rol por web

Sigues el pasillo, en el que hay dos puertas a derecha e izquierda dispuestas de norte a sur, hasta B-11. Es una habitación informal para relajarse. Los muebles están tapizados en cuero, y hay algunos bocetos sugestivos decorando las paredes. En un extremo de la habitación hay un colchón con sábanas y manta, todas desparramadas. Hay dos ventanas que permiten ver el exterior del edificio en dirección este. Aunque todo está bastante oscuro.

—¡Ooooootiaaaaaa puuuuuuta! —brama el celador al verte marchando hacia la puerta. Pese a tus intentos no has logrado pasar desapercibido ante la mirada del bruto de la escopeta. Has hecho ruido, poco pero el suficiente para ser escuchado, y la luz del interior del manicomio te ha iluminado lo bastante como para poder ser visto en un cruce entre sombras. En el momento en el que grita, sin embargo, Marlowe está preparado, aprieta el gatillo de su revólver y acierta. Pero eso no evita que el celador dispare.

Maldigo en silencio por estar perdiendo el tiempo, pero no puedo dejar a nadie aquí encerrado... sería amoral.

Avanzo hasta la siguiente celda* con la clara intención de repetir el procedimiento... comprobar si hay alguien dentro, y si es menester liberarlo.

Miro rápido por los rincones, no puede haber ido muy lejos y estaba malherido. Pruebo a mirar en las dos habitaciones del final del pasillo, eso sí intento escuchar algo antes de asomar el cabeza. Por si acaso no dejo de echar miradas a mi retaguardia.

- ¿Donde demonios está este hombre?

Acabas de examinar la habitación que está más al sur y al este, B-11, desde tu punto de vista la del fondo a la izquierda. Entras en la de enfrente, B-10. Se trata de un dormitorio. Hay una cama, una mesita de noche, y una cómoda. Las paredes están adornadas con varios cuadros del siglo pasado. El olor a polvo es intenso, lo cual no sucede en el resto del manicomio.

De pronto escuchas disparos que provienen del exterior.

En el interior de la celda hay un hombre acurrucado en un rincón. Está sujeto con una camisa de fuerza y tiene una cara muy triste y taciturna. El sonido de abrir la ventanilla es perfectamente audible, pero ni se inmuta ante la presencia de un observador. El olor que sale de su celda te resulta cargado.

- ¡Maldición!

Busco una ventana de las que he visto antes y me asomo con cuidado, a ver si desde alguna veo algo. Si no veo nada interesante vuelvo por donde he venido, con mucho cuidado porque el herido ahora estará alerta. Si veo algo raro disparo y corriendo hacia la tolva.

Reviso si en la celda hay algún osito... por si pudiera tratarse del señor Zills del que me ha hablado el otro preso, y luego me pongo con la cerradura.

En cuanto escucho el chasquido característico abro la puerta y observo el interior desde el dintel.

- No tema. Estamos escapando de aquí... Puede venir con nosotros si quiere. ¿Le suelto? - pregunto mirando su camisa de fuerza.

Al asomarte por la ventana ves a Steiffen por los suelos tras haber recibido un tiro de escopeta por parte del celador que estaba fuera y a Marlowe intentando defenderse con su revólver. Las cosas no pintan nada, pero nada bien.

Al parecer Steiffen había intentado colarse de incógnito por la puerta principal de manera fallida.

El hombre te mira de arriba a abajo sin cambiar la expresión abatida.

—Claro, siempre he dependido de la amabilidad de los extraños.

Según Collins se gira para marchar hacia el manicomio, le apoyo la mano en el hombro.

—Es Ud. hombre muerto si se mete en la boca del lobo con una sola escopeta!

—Creame Collins! Comprendo su enfado, pero yo he visto lo que es capaz de hacer esa cosa y la única manera que tenemos de salvar a nuestros compañeros es ir juntos y bien pertrechados. El tiempo es oro, por eso debemos aprovecharlo!

Me giro hacia el motel para dejar a Collins reflexionando.

—Venga conmigo, por favor, tenemos compañeros a los que salvar.

Digo mirando hacia el motel y comenzando a avanzar

-Ya le he dicho que sólo quiero comprobar la situación. No voy a entrar dentro de ése lugar, como no debimos entrar nosotros. Si alguno de ellos sigue fuera tirado en el suelo y puedo ayudarle, lo haré. Si no, volveré al pueblo. Pero dejarlos sin más... No, éso no. Puede que este sea justo el momento para ayudarles. 

Me dirijo hacia el hombre dispuesto a soltar su camisa de fuerza con mi cuchillo mientras pregunto a Brian: - ¿Lo conoces? -

No sabemos nada de este hombre... puede que esté loco o puede que no, este psiquiátrico es un circo de los horrores.

Una vez libre le indico el camino y salgo de la habitación sin darle la espalda. - Venga, vamos a intentar soltar al resto y luego saldremos todos de aquí. -

Ando con cuidado hacia la siguiente celda (C-20) y echo un vistazo a su interior.

—Esa cosa no esta dentro, la última vez que la vi nos perseguía por el camino del pueblo... y me descubrió inmovil y resguardado en el bosque, a unos 8 metros de distancia en la oscuridad de la noche... tiene unas capacidades monstruosas!!

—Tenga cuidado! Espero no llegar tarde a su rescate!!

Avanzo rápidamente hacia nuestro motel, tengo poco tiempo para reunir un ejército!!

Tras despedirme de Olmer, prosigo mi camino. Es necesario echar un vistazo desde fuera, para comprobar la situación. Sin embargo, el hecho de que el maldito Freygan pueda seguir rondando hace que me recorra un escalofrío. ¿Quizás ese canalla haya decidido permanecer al acecho, esperando nuestra vuelta? Sólo hay un modo de saberlo. 

—N-no le c-conozco m-mucho. E-es un h-hombre r-reserv-v-ado —dice por lo bajo y de forma tímida, casi disculpándose.

—Gracias, quizá esto sea algo de luz en la rutina fútil y ominosa, empezaba a ser aburrido —dice lacónicamente mientras te sigue.

Te asomas a la ventanilla de la celda. En su interior ves algo que te sorprende de veras. Es una chiquilla de unos diecinueve años, preciosa, rubia, ojos azules, un bombón. No está sujeta por una camisa de fuerza aunque sí tiene el atuendo de interna. En el momento en el que abres la ventanilla la sorprendes haciendo ejercicio. Está en plena forma.

Tragas saliva. Después de tantas miserias, encontrarte una jovencita aspirante a modelo en un lugar tan sórdido es como mínimo chocante.

Cuando entras en el hotel la señora Seaforth te mira de arriba a abajo. Pese a haber visto a Collins y su estado lamentable hace poco, tú también estás hecho polvo. Sin dejarte casi hablar, te conduce hacia la habitación con el fin de que puedas cambiarte y secarte. Te cuesta incluso subir las escaleras de puro cansancio. Te arden los pies.

—No sabe cuánto me alegro de verle, su compañero se ha ido hace poco. ¿Y los demás? ¿Están bien? Qué noche más horrible.

La lluvia te resbala mientras caminas en dirección al manicomio. Pese al dolor de las heridas y el cansancio, el leve descanso recibido en el hotel y la ropa seca te han hecho mucho bien. Sin embargo, no dejas de mirar por todas partes, Freygan puede estar al acecho. Pese a estar armado, hallándote tú solo eres una presa fácil para el monstruo. Podría aplastarte o arrancarte la cabeza con extrema facilidad.

Cada vez que oyes un sonido entre los árboles te imaginas unos miembros emergiendo de la oscuridad intentando acabar contigo. Ahora conviene pensar bien la forma en la que vas a llegar al manicomio de manera discreta, si eso es lo que quieres: camino principal, borde del camino, bosque a través, linterna encendida o apagada...